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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL RAFAEL MARIA BARALT


P.N.F. CONTADURIA PÚBLICA
TRAYECTO INICIAL – SECCIÓN 2
PENSAMIENTO DE COLONIA Y CULTURA DEL BUEN VIVIR

FORMAS DE RESISTENCIA A LA DOMINACIÓN

Ciudad Ojeda, Diciembre de 2021


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INDICE GENERAL

Pág.
FORMAS DE RESISTENCIA A LA DOMINACIÓN: IDENTIFICAR Y ANALIZAR MOVIMIENTOS
CULTURALES Y PROYECTOS DADOS EN LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA
1. DEFINICIONES
a. CULTURA 3
b. RESISTENCIA 3
c. RESISTENCIA CULTURAL 3
d. DOMINACIÓN 4

2. FORMAS DE RESISTENCIA A LA DOMINACIÓN 7


a. CARACTERÍSTICAS DE LA RESISTENCIA EN VENEZUELA 14
b. FORMAS DE RESISTENCIA EN VENEZUELA 14
c. ANÁLISIS 24

3. MOVIMIENTOS CULTURALES
a. DEFINICIÓN 27
b. IDENTIFICACIÓN 27

4. PROYECTOS DADOS EN LA REVOLUCIÓN


a. IDENTIFICACIÓN 29
b. CARACTERISTICAS 31

CONCLUSIONES Y ANALISIS FINAL 34

BIBLIOGRAFIA 37
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FORMAS DE RESISTENCIA A LA DOMINACIÓN: IDENTIFICAR Y ANALIZAR


MOVIMIENTOS CULTURALES Y PROYECTOS DADOS EN LA REVOLUCIÓN
BOLIVARIANA

1. DFEFINICIONES
a. CULTURA
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) define
la cultura como “el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales, materiales y afectivos que caracterizan
una sociedad o grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos
fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, creencias y tradiciones”. En pocas palabras, cultura
es el conjunto de conocimientos y rasgos característicos que distinguen a una sociedad, una determinada
época o un grupo social.
La cultura es un conjunto dinámico de valores, hábitos, tradiciones, comportamiento social por parte de las
personas que integran una organización. La cultura es el aglutinante social que mantiene unida la organización al
darles los criterios apropiados sobre lo que los empleados deben decir y hacer, la cultura sirve como un mecanismo
que crea sentido y permite el control, que orienta y da forma a las actitudes y comportamiento de los empleados.
b. RESISTENCIA
El término resistencia tiene diferentes acepciones cundo es aplicado a la cultura. Por un lado, “tolerar,
aguantar o sufrir”, lo que sugiere que quienes resisten son agentes pasivos que soportan algo que consideran
equivocado o injusto. Por otro lado, se incluye un sentido más activo que implica “oponerse a la acción o
violencia de alguna cosa, y defenderse de ella”, haciendo énfasis en las prácticas y actos conscientes y
deliberados de quienes resisten.
c. RESISTENCIA CULTURAL
Es el control territorial, autonomía y acciones de defensa en sus comunidades. También, se define
con este término a la reconstrucción histórica de expresiones de lucha y unidad.
El objetivo de la resistencia cultural, es la práctica de la unidad en la diversidad. Reconocer y aceptar
las diferencias significa realizar en la práctica la tolerancia, el respeto mutuo, y la construcción de sociedades
más humanas. Entre las formas de resistencia cultural colectiva, se encuentran: La palabra, la música, el
baile y la fiesta son formas de resistencia que han alimentado los movimientos sociales locales y globales.
Resistencia cultural significa para estos indígenas control territorial, autonomía y acciones de defensa
en sus comunidades. También, la reconstrucción histórica de expresiones de lucha y unidad.
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d. DOMINACIÓN
Es una expresión que se utiliza para definir a la acción de ejercer cultura dominante, la cual es aquel
grupo de creencias, prácticas y comportamientos dentro de una sociedad, que son compartidos y seguidos
por la mayoría de sus integrantes. Estas características pueden ser ideológicas, religiosas, idiomáticas,
estéticas, étnicas o de otro tipo, las cuales por lo general son percibidas como un signo de pertenencia y de
identificación e impuestas por una clase hegemónica poderosa.
En el marco de una entidad geopolítica, la misma suele tener una fuerte presencia e influencia en las
tradiciones, el gobierno, las instituciones estatales y educativas, los medios de comunicación, el derecho, las
artes, la economía y los negocios.
d.1. La Dominación en Venezuela
La primera forma de dominación en Venezuela comienza con la conquista y colonización del territorio
de Venezuela por los europeos, después del tercer viaje de Cristóbal Colón a América cuando llegó a la
costa oriental del país el 2 de agosto de 1498. La conquista de lo que sería Venezuela tomó más de un siglo.
La primera forma de dominación fue el uso del apelativo de indios o indígenas, utilizado de forma
peyorativa y colonialista por el español, dejando claro el carácter inferior de la nueva población descubierta.
El hombre español nunca quiso saber cómo se llamaban a sí mismos los habitantes del nuevo mundo, todos
eran indios, los llamó así porque su interés fue dominarlos, no conocerlos y, en esa medida, los necesitaba
uniformes.
España también dominó y colonizó a través de su lenguaje, éste fue el instrumento más eficaz y
aparentemente el más inocente para imponer su poderío. Aquí se hace indispensable traer a colación que
en el lenguaje se encuentran los discursos ideológicos propios de la cultura que construye su lenguaje y, por
tanto, cuando se enseña un leguaje al otro se transmite también un esquema de pensamiento, una forma de
habitar y sentir el mundo: Todos los medios, sean verbales, sonoros, visuales, audiovisuales o multimediales,
perfeccionan sus recursos internos de elaboración y administración semántica gracias al uso del sistema
simbólico y de la plataforma empleados. A esto se suman las prácticas sociales, en las que dichas
semánticas son resultado justamente de experiencias concretas, históricamente documentadas.
España nunca entendió que las culturas aborígenes tenían una cosmovisión diferente a la suya, por
el contrario, siempre estuvo tan convencida de su mentalidad que cayó en la megalomanía, por lo que toda
manifestación diferente a ella era catalogada como primitiva, supersticiosa y falsa. Aquí se evidencia
claramente el modo de conocimiento occidental que comprende desde la oposición. Es inminente, entonces,
pensaban los españoles, evangelizar a los indios, quienes se encuentran en un estadio de inferioridad y su
estado salvaje no les permite aprehender bien el mundo desde las huestes del dios católico.
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La otra forma de dominación utilizada fue la Ley y la burocracia. El derecho indiano, como ha sido
llamado para significar el derecho que rigió en los pueblos americanos durante la colonia española, legitimó
la propiedad privada y la acumulación de riqueza e hizo de la organización social un aparato burocrático sin
precedentes en América. Con esto se inserta otra forma de habitar el mundo en las culturas autóctonas que
desestabiliza su organización, incluso cuando la mayoría de los aborígenes fueron excluidos de este sistema
de comunicación. Los indígenas que ocupaban una posición de mando en la comunidad aprendieron la
lengua y la escritura española, se formaron bajo la educación católica, garantizando así el puente entre
colonizador y colonizados.
Los misioneros cumplieron una de las funciones más importantes del proceso de dominación
colonización y occidentalización de lo que hoy es América Latina, ya que la evangelización, razón por la que
fueron enviados, fue la condensación de una cosmogonía europea renacentista que encierra lo político,
económico y espiritual. Los colegios, universidades y demás sitios de enseñanza fueron dirigidos por
misioneros católicos, quienes enseñaron la lengua, la escritura, la ley y la imagen renacentista religiosa a los
aborígenes. Esto fue muy importante para garantizar la dominación sobre las culturas autóctonas de América,
ya que la nobleza india se constituyó en el enlace que podía comunicar a la élite española aposentada en el
poder con los pueblos indígenas que serían la mano de obra para su empresa político económico. En muy
poco tiempo, los frailes lograron convertir a muchos indígenas. Además, enseñaron nuevas técnicas de
agricultura. Fue en Venezuela donde fundaron el primer monasterio de toda América.
Al indio se le instauraron impuestos y trabajos forzosos muy severos, que lo redujeron a la esclavitud
y lo destinaron a la desaparición. La vida del aborigen se limitó a trabajar para pagar al blanco lo que debía
en señal de vasallaje a la Corona española. En los casos de la mita y los obrajes, la vida del indio no fue otra
cosa que trabajo. La mita fue una prestación laboral obligatoria, que podía ser pastoril, doméstica o minera,
en ella se hacía trabajar a niños de seis y ocho años; los salarios no se pagaban o se pagaban a medias y
tarde, o bien se los sustituía por regalos. No se les daba comida ni velas para la iluminación; y se les fiaba
lo que compraban, encadenándolos a la deuda perpetua. Las jornadas eran de doce horas, aunque a veces
llegaban a las dieciséis o dieciocho. Los utensilios y la infraestructura eran insuficientes. Cuando los mitayos
no podían cumplir con las cantidades fijadas de mineral, solían subcontratar a otros indios, a quienes
pagaban de su propio sueldo.
Los obrajes, por su parte, eran talleres de curtido, tejedurías, etc., que acabaron convertidos en una
especie de talleres-prisión a los que se enviaba, entre otros, a los indios culpables de algún delito. Los
salarios eran míseros, las condiciones de trabajo pésimas y se hacía trabajar a los niños, pues resultaba más
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barato. Del salario se les descontaba la comida y las medicinas, y era frecuente que los obrajeros tuviesen
que completar sus ganancias pidiendo limosna o robando
La encomienda fue una institución establecida como un derecho otorgado por el Rey en favor de un
súbdito español (encomendero) con el objeto de que éste percibiera los tributos que los indígenas debían
pagar a la corona, en consideración a su calidad de súbditos de la misma; a cambio, el encomendero debía
cuidar del bienestar de los indígenas en lo espiritual y en lo terrenal, asegurando su mantenimiento y su
protección, así como su adoctrinamiento cristiano. El aborigen era el súbdito del súbdito, esto evidencia el
carácter social del indio en la sociedad colonial.
Con esta racionalidad es claro que la dominación no solo fue material o física como la ciudad
cuadricula, la iglesia, los colegios y los impuestos; esta dominación pudo mantenerse porque hubo una
dominación en el campo del pensamiento, de la cultura, de lo simbólico, por ello fueron indispensables
imaginarios sobre el indio que justificaran su eliminación. Se dijo que no tenían alma, que andaban desnudos,
que eran caníbales, ladinos y que no les interesaba la riqueza y, por ello, hacían la guerra por hacerla, sin
sentido alguno. Este imaginario los posicionaba en la condición de infrahumanos, lo que justificaba su
adoctrinamiento, esclavitud y exterminio. Eran no culturas, no humanos; eran otros jamás reconocibles, pues
reconocer su status de humanidad era reconocer su estatus político.
A partir de 1511 se prohibió la inmigración de mujeres españolas solteras a América salvo permiso
discrecional de la Casa de Contratación de Indias. Esto contribuyó al rápido mestizaje: muchos
conquistadores y colonos buscaron parejas entre las indígenas de la región, fue una de las primeras leyes
referidas a la conquista. El mestizaje hace que la colonización española pueda jactarse de ser menos bárbara
que la inglesa, que no se mezcló, apartó y eliminó. Los españoles se mezclaron, por eso América Latina es
el entrecruzamiento de ambos mundos. Los españoles se mezclaron pero dejaron muy claro quién mandaba,
el mestizaje no supone la igualdad, por el contrario, dejó grabado en la memoria genética la dominación y el
vasallaje. En este sentido, el mestizaje se convierte en forma de resistencia a la dominación española. Los
aborígenes han resistido a la dominación desde el momento mismo en que se encontraron, si bien la mezcla
ha aclimatado la relación de oposición, el aborigen ha tenido que aceptar el pensamiento occidental y
esconder el suyo, manteniéndolo en silencio. Las culturas autóctonas de América han resistido siempre hacia
la autodeterminación de sus pueblos y su pensamiento emancipatorio sigue absolutamente vigente.
América fue arrasada, apropiada y evangelizada por los españoles, lo que supone que no solo hubo
colonia, en tanto anexar territorio al imperio español, sino que también se impusieron instituciones, prácticas
y creencias europeo-occidentales, cuyo fin fue el de evolucionar a los salvajes a un estado de civilización.
Por ello, la colonización de América no fue una mera colonización de territorio, que extrajo riquezas y se fue
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después rendida ante las campañas independentistas, se trató de una colonización del pensamiento, la
palabra, lo corporal y el sentimiento, fue la primera occidentalización global de la historia.
No solo se exterminó en términos de número de muertos sino que también se aniquilaron culturas,
lenguas, prácticas, etc., para erigirse en su lugar otras culturas, lenguas y prácticas nuevas, en las que a
pesar de que exista un rasgo aborigen, como muestra de resistencia, tienen una predominante de razón
occidental. Europa hace parte de nuestra historia y viceversa; nos mestizamos.
Los indígenas en esta época de conquista y colonización, sufrieron de manera masiva la llegada de
enfermedades para las que no tenían resistencia inmunológica. Entre las epidemias más conocidas destacan
la de viruela que se produjo en 1580, al parecer cuando un buque portugués llegado de Guinea con esclavos
africanos trajo la epidemia. También hubo otras epidemias que afectaron las poblaciones indígenas finales
del siglo XVI.
d.2. Ejemplos de Dominación o Cultura Dominante
Siendo definida la cultura dominante como un grupo de personas con intereses en común, que son
conocidos por anteponer sus interesas al de los de la minoría. Son muy reconocidos por realizar esta
actividad tales como:
• Los romanos, griegos, egipcios y chinos (en época de imperialismo) a. C.
• Los españoles, ingleses, portugueses y franceses (en época de colonización).
• Los gobiernos y privilegiados.

2. FORMAS DE RESISTENCIA A LA DOMINACIÓN


Siendo definida la cultura de resistencia como la representación de los llamados grupos populares:
son aquellos que son pasados por alto ante los dominantes, pues su opinión no son tomados demasiado en
cuentas. Las culturas dominadas no se someten totalmente al control, las minorías establecen una puja
constante con los sistemas de dominación en un disparejo tira y afloja que resulta en que la cultura dominante
cede parte de sus pretensiones y "tolera" ciertas de las otras.
Las prácticas de resistencia son, por lo tanto, el conjunto de movimientos que efectúa un grupo de
personas en protesta sobre algo que les incomoda. Expresa los valores centrales que comparten la mayoría
de los miembros de la organización. Es esta visión amplia de la cultura la que le da a la organización su
personalidad distintiva y es transmitida a los empleados por medio de símbolos materiales, historias y
anécdotas.
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Pese a la diversidad de formas de afrontar el orden colonial, el estudio de las resistencias indígenas
tradicionalmente privilegió a las rebeliones, sublevaciones, levantamientos y demás reacciones francas y
violentas, dejando en segundo término al extenso abanico de estrategias adoptadas por los diferentes grupos
indígenas, a lo largo de tres siglos en las diferentes regiones del continente.
Luchar o desaparecer figuraban como las únicas opciones pues toda mutación llegó a ser concebida
como pérdida de una identidad prístina y toda aculturación como contaminación de un ser auténtico y
originario que poco a poco se diluía en el otro. De la vertiente conservacionista se hicieron críticas que
implicaban una condena a la desaparición de los pueblos indígenas y un cuestionamiento sobre su potencial
revolucionario.
Ante el panorama descrito cabe notar que los grupos indígenas, históricamente han tenido una
voluntad de permanencia, pero nunca entendida como una obstinación de regresar el pasado sino en función
de una intervención activa en su devenir. Son por ello sujetos históricos. Lo mismo podemos pensar para
otros grupos indígenas que recurrieron a la aculturación y a la resistencia no como los polos de una disyuntiva
irreconciliable sino como operación dialéctica de una voluntad de trascendencia en la que el pasado se
convierte en el referente de lo deseable, pero no en el único horizonte posible.
Para entender mejor la resistencia cultural se debe tomar en cuenta la definición de grupo cultural, y
entenderlo como el conjunto de personas que se ven a sí mismas como distintas a otros grupos sociales. El
concepto alude, en general, a dos dimensiones: un conjunto compartido de contenidos culturales y
características sociales (lengua, fe, residencia, etc.) y un sentido compartido de identidad o tradición.
Se plantea entonces, la dicotomía de cultura dominante versus culturas dominadas, las otras, en
base a las relaciones de poder que éstas sustentan. Es importante decir que la cultura dominante no lo es
solamente en relación a culturas externas (situaciones de colonización cultural) o a grupos culturales llegados
del extranjero, sino también en relación a otras culturas internas, es decir, las que existen en el interior de
una misma sociedad.
La primera forma o práctica de resistencia cultural en Venezuela se celebra cada 12 de octubre, con
el nombre de Resistencia Indígena, como homenaje a su expresión de rebeldía. Este camino iniciado con la
resistencia indígena continúa con los movimientos que surgieron por parte de los nuevos habitantes
coloniales: los africanos esclavizados, los criollos oprimidos económica y políticamente por la Metrópolis, los
peninsulares haciendo su nueva vida en el nuevo continente, descontentos por los monopolios y los criollos
libertarios. Lógicamente estos movimientos de resistencia tienen otros matices que difieren de los indígenas,
pero todas las luchas están relacionadas con el sistema colonial ya instaurado con todos sus vicios y
sistemas de exclusión.
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En consecuencia, esta nueva perspectiva debe partir de los movimientos indígenas, pasando por los
hitos que significaron el negro Miguel, el zambo Chirinos, Gual y España. Esto es narrar la historia de las
cimarroneras y rebeliones negras, y los movimientos de los comuneros, pocos conocidos, que se extendieron
por toda Hispanoamérica. De allí a los movimientos que dieron luz al proceso de independencia.
Valores como integración, cooperación, organización, solidaridad entre ellos les permitió mantenerse
unidos y estar fortalecidos frente a la conquista. En este sentido, la espiritualidad ha sido un instrumento de
redención, en donde la religiosidad es el todo y las partes. Son estos aspectos que forman parte del
patrimonio tangible e intangible de los aborígenes que incitan y promueven una resistencia que hasta hoy
les ha permitido tener, en muchos casos, su cultura intacta.
En ese proceso, las clases sometidas reinventaron y potenciaron sus tradiciones culturales
ancestrales, incluyendo las formas de solidaridad y reciprocidad que les eran características. En efecto, a
pesar de que la colonia supuso la transformación traumática de las comunidades indígenas originarias, no
logró borrar en la sociedad mestiza la impronta histórica de milenios de vida social.
Hay que considerar que España también conquistó y colonizó a través de su lenguaje, es más, éste
fue el instrumento más eficaz y aparentemente el más inocente para imponer su poderío, ya que con las
riquezas que se llevaron de América se aseguraron dos siglos de hegemonía española.
También utilizaron la religión y cabe destacar, que esta tarea fue tomada muy en serio por las bandas
conquistadoras y colonizadoras, para lo cual fue necesario mutilar y asesinar en nombre de Dios. El territorio
arrasado era territorio conquistado, apropiado y evangelizado. Todo esto se hizo con muerte pero también
con la máxima expresión que da cuenta de la vida humana: el lenguaje. Y se emprende una campaña en la
que el castellano es el idioma oficial, el cual estuvo acompañado por la escritura. Para occidente, la escritura
es la fase superior del lenguaje oral, por lo que le resulta atrasado formas del lenguaje no escriturales.
Al indio se le instauraron impuestos y trabajos forzosos muy severos, que lo redujeron a la esclavitud
y lo destinaron a la desaparición. La vida del aborigen se limitó a trabajar, trabajar y trabajar para pagar al
blanco lo que debía en señal de vasallaje a la Corona española.
Con esta racionalidad es claro que la dominación no solo fue material o física como la ciudad
cuadricula, la iglesia, los colegios y los impuestos; esta dominación pudo mantenerse porque hubo una
dominación en el campo del pensamiento, de la cultura, de lo simbólico, por ello fueron indispensables
imaginarios sobre el indio que justificaran su eliminación.
Los españoles no entendieron las prácticas aborígenes, las tachaban y las eliminaban, ellos tuvieron
una misión encomendada por Dios: convertirlos a todos. Por eso con desfachatez pueden responder
“nosotros estábamos descubriendo el mundo, no éramos sociólogos”
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El mestizaje hace que la colonización española pueda jactarse de ser menos bárbara que la inglesa,
que no se mezcló, apartó y eliminó. Los españoles se mezclaron, por eso América Latina es el
entrecruzamiento de ambos mundos. Pero “la mezcla no significa igualdad entre partícipes, sino copresencia
de los dos tipos de situación, de manera que se puede afirmar que mezcla y dominación son dos formas
ineluctablemente asociadas en el universo latinoamericano.
En este sentido, el mestizaje se convierte en forma de resistencia a la dominación española. Los
aborígenes han resistido a la dominación desde el momento mismo en que se encontraron, si bien la mezcla
ha aclimatado la relación de oposición, el aborigen ha tenido que aceptar el pensamiento occidental y
esconder el suyo, manteniéndolo en silencio. Las culturas autóctonas de América han resistido siempre hacia
la autodeterminación de sus pueblos y su pensamiento emancipatorio sigue absolutamente vigente.
En la relación dominado-dominador, las clases sometidas usaron sus legítimos resentimientos para
enfrentar sus situaciones de carencias y subordinación, ubicando la culpa en sus opresores, lo que propició
sostenidos mecanismos de resistencia, que abarcaron también luchas abiertas, entre las cuales destacan
las de los negros cimarrones y las de éstos aliados con los indígenas, sobre todo con los caribes.
Pero las luchas de los indígenas venezolanos, no quedaron allí, años más tarde los ubicamos
participando activamente en las luchas de independencia como soldados, como baquianos, como expertos
en diversos aspectos de la logística alimenticia de los ejércitos, y aportaron sus conocimientos de
etnomedicina; participaron como marineros de los bongos y flecheras que constituían la flota fluvial de la
República, todos estos aspectos fundamentales para el mantenimiento de la capacidad combativa de los
soldados que derrotaron al imperio español.
El rechazo se manifestó de diversas maneras, abarcando desde la simple resistencia pasiva
incorporada al quehacer diario, hasta la rebelión armada y generalizada. En muchas zonas conquistadas por
el español, los nativos continuaron con sus viejos ritos y creencias, desafiando a la autoridad que intentaba
imponer su religión. Estallidos locales y motines de variada intensidad conmovían de tanto en tanto a todas
las provincias de la América colonial. Por último, en importantes regiones alejadas de los grandes núcleos
urbanos, la guerra permanente caracterizó las relaciones hispano - indígenas.
La estructura socio-cultural de estos pueblos, basada en múltiples jefaturas locales, imposibilitaba al
invasor concertar acuerdos de paz duraderos, pues cualquier cacique podía transgredirlos.
Las rebeliones indígenas del período colonial se producen por diversas motivaciones que se pueden
englobar en la imposición de un sistema económico y social que había quebrado las antiguas estructuras
nativas. La resistencia germina cuando el aborigen decide rechazar dichas imposiciones por la fuerza de las
armas. El pesado servicio personal, la mita, la encomienda, instituciones laborales donde el indígena recibía
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escasos beneficios tras grandes esfuerzos, provocaron insatisfacciones. Si a ellas le sumamos el trauma de
la conquista y la aparición de líderes que ensalzaban el milenarismo, podemos entender el estallido de
numerosos motines de carácter local y de grandes rebeliones de mayor alcance.
También hubo convulsiones producto de la ubicación del nativo en la pirámide social. La sociedad
estamental colonial relegaba al aborigen a uno de los estamentos más bajos, existiendo escasas
posibilidades de integración en la sociedad liderada por el estrato hispano criollo. Los motines urbanos, con
participación de mestizos y castas, estallaban precisamente por estas desigualdades.
Un rasgo generalizado de la resistencia abierta es que ninguno de estos movimientos logró victorias
a largo plazo, de hecho, casi todos resultaron en catastróficas derrotas que pueden atribuirse a factores
como la desigualdad militar, la falta de liderazgos efectivos, las divisiones internas de los rebeldes, así como
el alcance de los planes para revolucionar el orden colonial y el que no se trató de movimientos de carácter
popular, sino que dependieron, en su mayoría, de caudillos. Ejecuciones y mutilaciones se convirtieron en la
estrategia para infundir miedo y lograr la obediencia y el trabajo de los indios. Los niveles de represión se
intensificaron cuando los indios, en abierta desobediencia o por sincera escasez no entregaban las
cantidades de maíz/café/cacao solicitadas evitar plantar o hacerlo mal, trabajar despacio, destruir y hurtar
las herramientas de trabajo, y ataque a los indios de servicio de los españoles, a lo que se suma dejar de
aumentar sus sementeras, omitir las crías de sus ganados, y procurar ocultar éstos, ni fabricar sus casas, y
todo el empeño le ponen en disminuirse como población.
Cuerpos horadados y ensangrentados se sumaba a los desmembramientos, las quemas y a los
aperreamientos como castigos altamente simbólicos, cuya intención no se reducía a dar un ejemplo para
prevenir o desanimar nuevos intentos de insubordinación. El objetivo era hacer patente el poder que las
autoridades podían ejercer sobre los indígenas. Así, la descomunal respuesta a una inicial y moderada,
aunque atrevida acción de desobediencia, respondía al hecho de que si los indios no sembraban se ponía
en jaque la viabilidad del proyecto colonizador.
La resistencia, alternó todas las vías posibles entre la colaboración y la resistencia, oscilando ente la
negociación y el conflicto, vacilando entre la sumisión y la guerra a muerte. A pesar de los intercambios
comerciales, tanto de productos como de esclavos indígenas, y de las colaboraciones con algunas
expediciones, los indígenas siempre fueron presentados como indios rebeldes e indomables. Esta imagen
se nutrió al caracterizarlos como ocupantes ilegítimos de sus territorios y acusarlos de abusar de indios
mansos o dóciles.
Otras resistencias que disimuladamente pretendían evitar o aligerar las cargas económicas, incluían
casarse clandestinamente, primero, para evitar pagar las cuotas de la ceremonia católica y, segundo, para
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eludir el pago de tributo como entero, lo que significaba el doble que siendo soltero. Las prácticas que
atentaban contra las normas cristianas de orden moral pueden considerarse también como resistencias
veladas, pues se daban en el ámbito del hogar y en algunos casos eran más fácilmente disimuladas en
espacios no urbanos. Este rubro presenta dificultades conceptuales en tanto ciertas prácticas asociadas a la
sexualidad, como la sodomía, la poligamia, el incesto o el adulterio, pueden ser interpretadas como meras
continuidades culturales de raigambre indígena, pero otras tenían consecuencias directas sobre la
reproducción. Evitar el débito conyugal, las prácticas abortivas o incluso el infanticidio evitaba la reproducción
de los miembros de la comunidad y por ende de tributarios y mano de obra. El sacrificio de la vida tomaba
otras connotaciones cuando se trataba de suicidio. Para la religión católica, era un acto abominable sin
perdón. Un caso de infanticidio y suicidio.
Otras prácticas incluidas en la resistencia cotidiana tienen que ver con actividades de las que es
complicado dar cuenta, por ejemplo, el integrar su universo cultural: iconografía, simbolismo, estética y otros
tipos de lenguaje en los textiles y bordados, pinturas, fachadas arquitectónicas, plegarias, danzas, cantos,
etc. Esto se ha reivindicado recientemente con mucho afán, pues en estos soportes se advierte la transmisión
de los saberes y con ello la supervivencia de repertorios ancestrales. En contraparte, la adopción de la
escritura latina también puede ser leída como herramienta de denuncia y de resistencia. Así, los indios que
llegaron a dominar no sólo la lectoescritura sino la retórica y los vericuetos legales fungieron como piezas
nodales en la defensa de los derechos indígenas. Por ejemplo y el indio, aunque también mestizo, Garcilaso
de la Vega para los Andes, y otros más como él, se embarcaron en litigios por lo que consideraban les
pertenecía por derecho propio, pero también confeccionaron sendas obras históricas abonando con ello al
resguardo de la memoria del pasado prehispánico e incluso al convertirlo en un ideal de buen gobierno frente
al que se medían las injusticias cometidas por el régimen colonial.
Desde otro ámbito, el seno familiar y el trabajo femenino destacan como principales responsables del
resguardo de la sabiduría ancestral. En este sentido, las prácticas de curandería y hechicería implicaron el
resguardo y la trasmisión de saberes prehispánicos. La incorporación de ídolos, hierbas y palabras en
lenguas indígenas a sus conjuros y hechizos formaron parte de la reapropiación de un código ritual y un
bagaje cultural prehispánico que se reelaboraba y recreaba con otras tradiciones para expresar necesidades
vitales, deseos y para incidir en el devenir.
La importancia del manejo del lenguaje para la resistencia cruza con el papel que jugaron los caciques:
algunos no presentaron oposición y desplegaron sus habilidades para insertarse al nuevo orden a cambio
de prebendas. También hubo quienes hicieron uso de su aculturación y conocimiento de la estructura jurídica,
así como de los manejos que hacían los funcionarios españoles para enfrascarse en continuas disputas y
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farragosos litigios, que, si bien no siempre ganaban, lograban hacer escuchar su voz ante autoridades
superiores y mitigar las cargas. Así, el lenguaje, ya sea el judicial, el del ocultismo o el de la sátira se convierte
en resistencia: la alegoría encubierta, la oración clandestina, la adivinanza, el lenguaje cifrado y la parábola
se convierten en vehículos de una memoria dominada.
Dentro del rostro cotidiano y las prácticas veladas o negociadas de resistencia, las sociedades
estatales comparten algunas estrategias con grupos cuyas bases de subsistencia eran mayoritariamente de
apropiación y no de producción. Una maniobra común consistió en esconderse y huir a zonas donde la
codicia española no los alcanzara o, una vez reducidos, alternar el sitio de residencia y asentarse sólo en
épocas de escasez o de guerra con otros grupos en los poblados creados. Así los pueblos, las reducciones
y las misiones pudieron ser utilizadas por los grupos cazadores y recolectores que volvían a sus patrones
itinerantes en cuanto les era posible.
El rostro sagrado de resistencia incluye prácticas en su mayoría veladas desplegadas principalmente
en el campo y en el hogar, espacios usualmente fuera del rango de escrutinio de las autoridades coloniales.
Otras más pasaron desapercibidas por parecer inocuas o simplemente porque escapaban al celo de los
inquisidores. Precisamente por ser veladas su presencia en las fuentes es escasa. Sin embargo, en ciertas
regiones y sobre todo en coyunturas específicas, la diligencia religiosa se agudizaba al grado de encontrar
idolatrías en casi cualquier lado.
Es importante insistir en dos rasgos del rostro sagrado de la resistencia. Primero, muchas de las
estrategias y tácticas indígenas implicaron el disimulo y ocultamiento consciente de rituales, ídolos, cantos,
etc., pero también una serie de componendas, compromisos y concesiones que se daban en un amplio
espacio intermedio en el que los indígenas recrearon sus convicciones, adecuaron los diversos repertorios
de los que participaban y fraguaron asociaciones heterodoxas entre los símbolos cristianos y los paganos.
Segundo, en este abanico de estrategias el conocimiento antiguo se refuncionalizó bajo formas de trasmisión
clandestina: se cristianizaron las danzas prehispánicas y se indianizaron instituciones como las cofradías,
pero nunca se trató nunca de un simple encubrimiento de antiguos dioses bajo el manto de diversos santos.
La dicotomía entre cambio y permanencia atendía la resistencia como una forma de perpetuar el
pasado en el presente, pero la vida es intrínsecamente transformación y la resistencia está siempre al servicio
de la vida. Por ello, el motor de los pueblos indígenas, de su permanencia y de su reproducción social en
tanto grupos diferenciados ha sido el cambio. En la colonia, resistir al invasor significó hacerlo con las armas
propias y con las ajenas. La capacidad creadora de los indígenas se ha valido lo mismo de sus mitos
ancestrales, de sus concepciones prehispánicas del tiempo, de la guerra, de la divinidad, del honor y de la
justicia; pero también se ha apropiado de las instituciones, de la lengua, de la escritura e incluso de los
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valores morales de quienes los han subyugado. Ha sido en la terca oposición de los indios, muchas veces
violenta, contra las dominaciones de todo tipo que los indígenas, en una transición entre lo mitológico y lo
utópico han descubierto en la opresión y la lucha contra ella el verdadero sentido de su historia.
Perseverante ha sido su voluntad de cambio y adaptación. Empecinados en sobrevivir pagaron el
precio y aprendieron del otro, incorporaron sus saberes y recrearon los propios, pelearon con destreza y
coraje, pero huyeron y se escondieron cuando fue necesario. Actuaron siempre y tomaron las riendas de su
propio destino, en el campo de batalla, pero también en los centros de trabajo, en las casas y en los juzgados.
a. CARACTERÍSTICAS DE LA RESISTENCIA EN VENEZUELA
La resistencia en Venezuela, se caracterizó por:
• Sustancia de la etnicidad. Eso implica respeto por su cultura, la cual ha sido un baluarte para la lucha y
resistencia de sus culturas.
• Cantidad de pueblos indígenas que se resistieron a cambiar de vida social aunque adquieran algunas
ofertas de cultura dominante
• Virtudes que siguen conservando para vivir en armonía con su medio ecológico
• El idioma y su religión auténtica, curas shamánicas.
• Relaciones entre ellos. Los pueblos indígenas han estado siempre interconectados a pesar que en
algunos casos han tenido conflictos entre ellos.
• Han defendido el espacio hasta con su vida. Significa mucho para ellos dentro de su concepción
cosmogónica.
• Su manera de vivir el tiempo es completamente diferente a las culturas dominantes y las dominadas a la
vez por los moldes europeos, como calendarios, días, semanas y años. Ellos poseen otras formas de percibir
el tiempo.
b. FORMAS DE RESISTENCIA EN VENEZUELA
Estos movimientos, si bien tienen un contexto político, han sido de resistencia cultural, ya que en cada
movimiento de insurrección se observan características claves, relacionadas con la cultura, tales como la
colaboración, la unión, la organización, la comunión, la sublevación, emancipación, rebeldía, el despertar de
conciencia, ideales de libertad y manifestaciones artísticas para la lucha como el canto, la poesía, desde una
mirada descolonizada e insurrecta.
En el caso venezolano, este camino se inicia con la resistencia indígena y se continúa con los
movimientos que surgieron por parte de los nuevos habitantes de esta América: los africanos esclavizados,
los criollos oprimidos económica y políticamente por la Metrópolis, los peninsulares haciendo su nueva vida
en Las Indias descontentos por los monopolios y los criollos libertarios. Lógicamente estos movimientos de
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resistencia tienen otros matices que difieren de los indígenas, los habitantes originarios americanos sensu
stricto. Desde esta perspectiva, las luchas tienen otras modalidades, existe otro contexto en donde está
instalada una sociedad colonial y, en este sentido, las luchas son relacionadas con el sistema colonial ya
instaurado con todos sus vicios y sistemas de exclusión En consecuencia, esta nueva perspectiva debe partir
de los movimientos indígenas, pasando por los hitos que significaron el negro Miguel, el zambo Chirinos,
Gual y España. Esto es narrar la historia de las cimarroneras y rebeliones negras, y los movimientos de los
comuneros, pocos conocidos, que se extendieron por toda Hispanoamérica. De allí a los movimientos que
dieron luz al proceso de independencia.
Posteriormente, revisar las insurrecciones ocurridas después de 1830, en este caso en Venezuela,
pero que no dejaron de darse en todo el subcontinente, que tuvieron como motivación la traición generalizada
a las banderas esgrimidas durante la cruenta lucha de independencia. Quizás el más importante, los
movimientos campesinos que dieron origen finalmente a la Guerra Federal, también traicionada
políticamente pero también ocultada y tergiversada por los historiadores de la clase dominante
En resumen se pueden identificar cinco categorías de las luchas de resistencia del pueblo en
Venezuela:
• La resistencia indígena a la conquista de los españoles que se inicia en 1492 cuando se encuentran las
dos civilizaciones y continuó hasta bien entrado el siglo XVIII, incluso contra la invasión de sus espacios y
culturas propias por parte de los nuevos dominantes criollos.
• Las luchas de resistencia de los afrodescendientes esclavizados y sectores indígenas sometidos a la
servidumbre por españoles y criollos terratenientes.
• Las luchas de resistencia de grupos sociales criollos ante la opresión por motivaciones locales tales como
imposición de impuestos, monopolios, autoridades abusivas, etc.
• Los movimientos independentistas desde Gual y España, Miranda y la gesta de Bolívar.
• Las rebeliones campesinas y la Guerra Federal
• La resistencia armada revolucionaria de los años 1960 y 1970.
• Revolución Bolivariana
De la gran cantidad de movimientos que se pueden incluir en la resistencia abierta, pueden
mencionarse algunos elementos comunes a lo largo de toda América Latina:
• El detonador puede ser la arbitrariedad de un funcionario o clérigo quien se convierte en el objetivo a
eliminar, aunque a ello se sume el repertorio de agravios. A este tipo, se les denomina revueltas y se
considera que están sujetas a fácil control y que son del orden cotidiano.
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• Varias insurrecciones y coyunturas rebeldes, tuvieron como antecedente una larga lista de quejas y
denuncias ante autoridades superiores sin tener respuestas satisfactorias o sucedieron después de crisis
alimentarias o de enfermedades.
• Rara vez y, casi de manera exclusiva en movilizaciones tempranas dentro del periodo colonial, se apuntó
a la restauración de cultos antiguos.
• En los movimientos se adoptan y adaptan elementos del mundo religioso y del sistema administrativo
español, de modo que los líderes, la gran mayoría educados por el clero, forman iglesias y cultos nativistas
con altos tintes de mesianismo o se autoproclaman reyes y forman Audiencias indígenas.
• El surgimiento de vastas movilizaciones sociales que tiende a reunir grupos, organizaciones y sectores
diversos, sin buscar encuadrarlos en una estructura organizativa predeterminada ni subordinarlos a ellos. El
nucleamiento en torno a un problema específico tal como la tierra, las aguas la ecología, los derechos
humano, la igualdad étnica para constituir plataformas reivindicativas. No se plantean como meta primaria la
constitución de un partido
• El empleo de una variedad de forma de luchas que incorporan las redes de solidaridad social, las
cooperativas el uso de medios alternativos.
• La tendencia a colaborar entre movimientos surgidos de causas especificas y de naturales y estructuras
diferentes.
b.1. Resistencia Indigena
Desde el mismo momento que los invasores europeos llegaron a Abya-Yala (tierra en plena madurez)
como llamaban los indígenas Kuna de Panamá al Continente Americano, los pueblos aborígenes
emprendieron una brava resistencia contra la dominación extranjera en sus territorios, expresada en
diferentes formas. Estas rebeliones fueron las primeras expresiones de lo que hoy se conoce como Guerra
Asimétrica. Los europeos contaban con una superioridad militar que fue enfrentada valientemente durante
cientos de años a través de las distintas maneras de resistencia por parte de los aborígenes.
La resistencia indígena tiene ya más de 500 años en el continente, manifestándose de diversas
maneras, siendo las más relevantes el levantamiento armado de Chiapas en México, las luchas de los
indígenas en Ecuador y Bolivia, sin olvidar las heroicas gestas de resistencia, como las de Túpac Amaru en
Perú, Montezuma en México y en el caso Venezolano, destaca el coraje de los caciques Guaicaipuro,
Tamanaco, Chacao, Baruta, Aramaipuro, Aricabuto, Tiuna, Guaicamacuto, Arichuna, Guaratari, Queipa,
Catia, Cayaurima, Chicuramay, Cuaicurian, Conopaima, Sorocaima, Mamacurri, Guarauguta, Manaure,
Mara, Maracay, Meregote, Murachi, Naiguata, Paisana, Paramacay, Paramaconi, Pariata, Maiquetia,
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Terepaima, Yaracuy, Yare, Yavire, Paramaiboa, Pariaguan, Yoraco, Prepocunate, entre otros muchos que
todavía hoy siguen inspirando con su ejemplo de entrega y valentía.
Con el rechazo a la llegada de los españoles, el pueblo se convirtió en instrumento propio de su
resistencia desde 1499, y desde un principio mostró su determinación a ser libre. Puerto Flechado (hoy,
Puerto de Tucacas), se convirtió en el escenario del primer encuentro armado, que tuvieron los españoles
con los pueblos originarios de América, en las costas venezolanas. A los invasores extranjeros, al mando de
Alonso de Ojeda, les propinaron 21 bajas militares y varios heridos. Los pueblos originarios los obligaron a
huir a la isla de Curazao.
Posteriormente, los navegantes Cristóbal Guerra y Pedro Alonso Niño, recibieron resistencia total en
las costas falconianas. El primero fue enfrentado por casi dos mil indígenas (guerreros armados) y a ambos
los forzaron a marcharse. Es así como en 1532, los Jirajaras asumen la total resistencia, atrincherándose en
las cierras de Coro, desarrollando una estrategia de lucha irregular contra los Alemanes Welser, quienes
gobernaban la provincia de Venezuela. Esta estrategia consistió en el asedio a caminos y poblaciones.
Seguidamente, los Caquetíos en 1535, asumen la resistencia y enfrentan ferozmente al invasor. Así
como en Los Andes, los Timotes y Cuicas emplearon la estrategia de confederarse con otras etnias para
hacer frente a los españoles; de la misma manera, los Zarapas logran impedir durante tres años la
penetración española en la costa norte del Lago de Maracaibo. Es de esta manera que se van levantando
irreconciliablemente nuestros pueblos originarios, convirtiendo el territorio nacional en un escenario de lucha
popular de resistencia.
Los indios Caribes resaltan por su heroicidad y su inquebrantable voluntad de ser libres, no doblegan
la identidad cultural y su libertad, a merced del imperio español; asumiendo consigo el exterminio, antes que
la esclavitud.
Al fragor de esta lucha surgen líderes indígenas como Guaicaipuro, insigne caudillo de la liberación
en la década de 1560, quien se hizo temible a los conquistadores. Su fecundo concepto de libertad le llevó
a organizar la resistencia, confederando a las tribus hasta hacerse el caudillo indispensable de las etnias del
centro. Seguido de otros, como Sorocaima, Tamanaco, Manaure Maracay, Paramaconi y Pariaguán, entre
muchos otros.
Como resultado del despojo territorial colonial, las comunidades indígenas redefinieron las formas
como se articulaba su identidad con sus nuevos territorios, a la vez que reorganizaron los símbolos
comunitarios para lograr dar coherencia, cohesión y legitimidad a sus formas de organización política, y
usarlos como armas de resistencia cultural ante las modificaciones introducidas.
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Queda claro que lo que se encontraron los conquistadores, fue el carácter temerario combativo y
guerrero de los indígenas. Las armas principales de los indígenas eran la cerbatana, las lanzas, el arco y la
flecha. Su estrategia de combate era la guerra de guerrillas, aprovechando su conocimiento del terreno, lo
intrincado de la vegetación y su minusvalía ante las armas de los españoles. Utilizaban mayormente la
emboscada y el ataque sorpresivo, aunque al rodear al enemigo entraban en el combate cuerpo a cuerpo.
Estos grupos protagonizaron numerosos levantamientos y sublevaciones y guerra de guerrillas durante la
colonia. Ciento treinta rebeliones y motines fueron develados en Cumaná, Angostura, en Guárico, Apure y
Barinas, y en diversas otras regiones.
En ese proceso, las clases sometidas reinventaron y potenciaron sus tradiciones culturales
ancestrales, incluyendo las formas de solidaridad y reciprocidad que les eran características. En efecto, a
pesar de que la colonia supuso la transformación traumática de las comunidades indígenas originarias, no
logró borrar en la sociedad mestiza la impronta histórica de milenios de vida social. Dentro de la población
indígena se mantuvieron la valores como solidaridad, la reciprocidad y la cooperación a nivel comunitario,
formas de relación social que todavía persisten en nuestros días entre los sectores populares urbanos.
b.2. Resistencia afroamericana en Venezuela
Otro de los principales antecedentes históricos en el cual se enraíza nuestra resistencia libertaria, es
la resistencia afrodescendientes o de las cimarroneras, en referencia al grito de libertad de los negros traídos
como esclavos a nuestras tierras. Sin duda, una de las referencias más importantes es la del negro Miguel,
en 1532, quien a orillas del Río San Pedro, en Nirgua, construyó su reino de pueblos libres, en cuya capital,
“Curdubare”, convergen la unidad entre el originario pueblo de los Jirajaras y las cimarroneras rebeldes.
No totalmente en paz vive el invasor en las usufructuadas tierras, pues, sus predios ya se convierten
en epicentro de revueltas, bien por fines libertarios o por fines económicos, como la del negro Andresote, en
1730, contra la Compañía Güipuzcoana por el derecho a comerciar con los holandeses. Por ello, la historia
venezolana se impregna del loable espíritu de los conjurados pueblos negros y aborígenes que mestizan la
guerra para prolongar la resistencia, por más de 500 años.
En los preludios del Siglo XIX, ya Venezuela era un hervidero de ideas libertarias y emancipadoras,
debido a la influencia de la Revolución Francesa. En 1770, negros como Cocofío recorrían los campos,
pregonando la existencia de una Cédula Real que concedía la libertad de los esclavos. Muerto Cocofío, las
prédicas contra la esclavitud fueron continuadas y profundizadas por esclavos cimarrones escapados de las
colonias holandesas, francesas e inglesas.
Los ancestros afro, mantuvieron una resistencia en contra de la esclavitud y de sus opresores, los
españoles en el caso venezolano. Estas resistencias se concretaron en experiencias llamadas Cimarronajes,
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que se caracterizaban por una lucha frontal contra los esclavizadores, por parte de los esclavizados para
lograr su libertad, como ya lo señalamos. Al huir y alejarse de las haciendas, de cacao u otras unidades de
producción, que funcionaban como unidades carcelarias, construían espacios liberados llamados Cumbes,
donde rescataban sus costumbres, tradiciones, comidas, bailes, expresando una resistencia cultural.
En Venezuela, existieron Cumbes importantes: En La Sierra del Estado Falcón, en Barlovento de
Miranda, en la Troja de la Guajira Zuliana. Ejemplos de Resistencia fue el negro Miguel en Barquisimeto; El
negro Andresote en Yaracuy; José Leonardo Chirinos en Falcón. Estos cumbes eran llamados refugios
secretos para la libertad. Estos espacios estaban constituidos no solo por esclavizados negros escapados
sino que también contaban con la presencia de indios, pardos y hasta blancos pobres. Existían en estos
espacios dinámicas sociales y económicas de autogestión. Recrearon en estos espacios la vida que les
había sido arrancada al ser vendidos como semovientes. Estas expresiones de resistencia se dieron bajo
diversas circunstancias, pero en el fondo guardaban la misma esencia: la libertad. Bien sea el yugo de la
esclavitud o la amenaza ante la violación de una esposa o hija.
La idea era librarse de la esclavitud, desarrollar una agricultura de subsistencia y mantener sus
prácticas religiosas sin temor a ser castigados. No siempre fueron espacios para la resistencia armada,
también eran espacios para la convivencia, hecho que también se convertía en una categoría para la
resistencia en sí misma.
b.3. Los Jacobinos venezolanos
Más tarde, en 1790, José Leonardo Chirinos y José Caridad González, influidos por los principios de
la Revolución Francesa e inspirados en las realizaciones de los jacobinos negros en Haití, emprenden una
digna gesta por la libertad de sus semejantes y por la independencia de una patria, que garantizara a todos
libertad, igualdad y fraternidad con un proyecto propio, Chirinos organizó su ejército, trazó una estrategia
colectiva y avanzó en la lucha, dando una importante victoria al movimiento popular que, luego, fue
arrebatada por el imperio español.
Así pues, se tiñe la historia patria, con una antología de matices libertarios de nuestros héroes y
mártires, siendo un pueblo que se determinó a ser libre por sus propios medios y luchas; pero, por sobre
toda las cosas, siempre fue indómito y rebelde, siempre luchó la tierra y allí con la complicidad de la madre
naturaleza construyó sus repúblicas libres con sus propios cantos y creencias.
Las insurrecciones del zambo José Leonardo Chirino, que movido por la condición en que se
encontraban los negros, la gran mayoría de ellos esclavizados, junto con grupos indígenas en diversas
formas de opresión servil despertaron sus ideales de libertad y de insurrección. El movimiento encabezado
por Chirino y José Caridad González, de hondas raíces sociales, llamó la atención de las autoridades
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coloniales sobre las diferencias existentes y las injusticias, particularmente en lo tocante al cobro de
impuestos a las clases humildes.
El pueblo empieza a tomar conciencia de sus derechos y se despierta el espíritu de libertad en los
venezolanos que abrazan la causa de la independencia. Durante esta época se ponen de manifiesto las
nuevas doctrinas filosóficas y las repercusiones de la Independencia de los Estados Unidos, la Revolución
Francesa y la Independencia de Haití, hechos que reforzaron la conciencia rebelde del pueblo que venía
marcado por un injusto régimen colonial español. Tenía entre sus objetivos el justo reclamo al solicitar una
serie de consideraciones ante los esclavistas: liberar la República, eliminar la esclavitud, poseer igualdad de
clases sociales, supresión de los privilegios de los llamados blancos, eliminar los impuestos de alcabala,
entre otras reivindicaciones.
Esta insurrección, que estuvo seguida de la más atroz represión, con numerosas muertes de los
implicados; sin embargo, no fue estéril. Impactó política, social y económicamente a la sociedad colonial
venezolana. Este movimiento se considera como la génesis de la Independencia americana.
Hay un hecho simbólico digno de nombrar que fue la creación de una escarapela cuatricolor (blanco,
azul, amarillo y rojo) en representación de las 4 etnias de blancos, pardos, indios y negros. Por otra parte, el
movimiento contaba con un conjunto de documentos teóricos e instrucciones de carácter organizativo
práctico. Se previeron incluso cantos revolucionarios como la Carmañola americana, inspirada en su
homónima francesa, y una Canción americana surgida de la propia entraña del medio social, aunque con
ecos de La Marsellesa.
Entre los movimientos independentistas, emerge la conspiración de Gual y España, que aunque no
lograron consolidar sus ideales de libertad, emanaron de este movimiento revolucionario ideales plasmados
en textos que tuvieron considerable influencia en el movimiento emancipador de Hispanoamérica. El conjunto
de textos emanados de la conspiración de Gual y España convierte esta conjura en la de mayor contenido
teórico, la más orgánica y completa, con perfecta definición de ideario y fines, de todos los movimientos
precursores de la independencia de América meridional.
Sin embargo, es de hacer notar que aunque estos levantamientos tuvieron quizás influencia en los
procesos independentistas, con frecuencia respondían a motivaciones localistas: hacer derogar un impuesto
excesivo, protestar contra el abuso de un funcionario real, oponerse al monopolio comercial por parte de las
compañías como la Guipuzcoana o, como también sucedió, establecer un enclave autárquico que sirviera
de refugio a los esclavos que lograban burlan la vigilancia de sus amos.
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b.4. Los movimientos independentistas


La Guerra de Independencia en Venezuela, dejó un legado histórico como ningún otro pueblo de
América del Sur, sobre todo, por la heroicidad de los Libertadores como Simón Bolívar, Antonio José de
Sucre, Rafael Urdaneta, Santiago Mariño, José Antonio Páez, entre otros; quienes llevados por el optimismo
desafiaron al imperio español, más allá de las fronteras patrias, debido a la filosofía de lucha que caracteriza
al pueblo venezolano y que es parte indisoluble de una cultura nacional de resistencia y combate, surgida en
el proceso de conformación y desarrollo de la nacionalidad venezolana, en el enfrentamiento directo con la
dominación extranjera.
Esta lógica de pensamiento tiene raíces históricas que permitieron llevar a cabo una Guerra Popular
de Resistencia contra cualquier imperio que pretenda vulnerar la Soberanía Nacional: el período de
Resistencia Indígena, la rebelión de los negros de Buría, la rebelión popular de 1814, la aparición de los
Centauros de Páez en los llanos venezolanos y el papel de Bolívar para consolidar la unidad nacional.
Por ejemplo, el pensamiento estratégico de Bolívar ha permitido analizar el proceso de emancipación
americana y organización de las nuevas naciones, desde su particular perspectiva. Sus discursos,
manifiestos, escritos y correspondencias, han sido la ventana desde la cual hemos obtenido una mirada para
conocer e interpretar la historia americana entre 1810 y 1830. En el estudio de este período se resalta
poderosamente la labor de Bolívar y de sus lugartenientes, pues, además de sostener una guerra a muerte
contra España, se mantenía una lucha contra los mismos venezolanos que peleaban por la libertad social.
Este fenómeno surge, a partir de la instauración de la Sociedad Patriótica por el Generalísimo
Francisco de Miranda en 1810, y sus fervientes discursos, insuflando los principios de la Revolución Francesa
de “Igualdad, Libertad y Fraternidad”, lo que generó en la gente de color rencores escondidos bajo la
opresión. Sus discursos y proclamas de igualdad y libertad han de ser los primeros martillazos a la cadena
que ha de reventar en 1814 ocasionando la gran rebelión popular y sepultando, sin quererlo él, toda la
organización de los blancos, la República y trescientos años de colonialismo sostenido. Así destacan los
esfuerzos de Bolívar en sentar las bases de la nacionalidad, el nacimiento de una identidad psicosocial e
ideológica y de una nueva identidad nacional, basada en la convivencia de hombres de diferentes razas,
origen étnico y extracción social, en las condiciones extremadamente difíciles en que se vieron obligados a
afrontar la contienda emancipadora.
Luego de 1814, Bolívar se convierte en un acérrimo defensor o partidario del Pueblo en Armas
incluyendo a las masas dejadas por Boves en un medio de lucha y, por consiguiente, esta relación va a
representar un fortalecimiento de todo el proceso fermentativo de la Guerra de Independencia. El enorme
aumento del volumen del Ejército Libertador que dan los, ahora, Centauros de Páez, y el carácter nacional
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de la guerra, auspiciado por el pedimento de este último sobre el reclutamiento de campesinos pobres en las
filas del Ejército Libertador a cambio de tierras, favorece el patriotismo, permitiendo elevar una estrategia
nacional de resistencia que le hace pagar un alto precio al agresor, en un enfrentamiento armado donde
participa, ahora, toda la población venezolana. A partir de entonces, la unidad de comando permite llevar
con éxito las grandes batallas que se sucederán en años posteriores.
La estrategia del Ejército Libertador en los años de la Independencia legó una praxis diseñada para
enfrentar a un enemigo con medios evidentemente superiores. El Ejército español era un adversario con
amplia experiencia en la guerra convencional, equipado con ingenios bélicos de la más avanzada tecnología
de la época, el cual se vio superado por la voluntad de lucha, el valor del pueblo, la combatividad y la
intensidad del pueblo venezolano que decidió, no sólo la Independencia de Venezuela, sino de cinco
naciones más.
De esta forma, la “Campaña Admirable”, el “Paso de los Andes”, las Batallas de “Boyacá”, “Carabobo”,
“Pichincha”, “Junín”, “Bomboná” y “Ayacucho”, recogen el carácter de este glorioso proceso. Lo fundamental
de este periodo es que permite dar forma y sentido continental al proceso de liberación. Las batallas de
independencia son el resultado de la organización del pueblo rebelde que ve en el liderazgo de Bolívar, Páez,
Sucre, Piar y otros tantos, el camino conjunto para la liberación que, aún, hoy día sigue por concluir.
b.5. Las rebeliones campesinas y la Guerra Federal
b.6. La resistencia armada revolucionaria de los años 1960 y 1970.
Constituye un nuevo momento de la Resistencia Popular en Venezuela y una respuesta directa a los
gobiernos reformistas, practicantes de la democracia representativa de la burguesía (clase social dueña del
poder económico y político). Los modelos capitalistas sobreviven gracias a la aplicación de la violencia en lo
económico, cultural y social para garantizar la dominación, bien sea a través de tiranías militares o de la
democracia representativa. La lucha armada surge como una respuesta en legítima defensa, utilizada por
algunos sectores del pueblo venezolano para desarrollar la contra-violencia, la cual se resume en el
enfrentamiento de grupos políticos alzados en armas contra las fuerzas militares que defendían el orden
social injusto, que imponía el aparato burgués. La lucha de los años 60 alimenta la conciencia entre los
trabajadores urbanos, campesinos y los estudiantes y conduce a plantear una alternativa frente a la
democracia representativa, este es el principal aporte político que la resistencia armada hace al movimiento
popular.
El conjunto de los elementos esbozados han posibilitado el surgimiento de una conciencia clasista y
revolucionaria, no solo en Venezuela sino también en el resto del Continente Americano por medio de los
distintos colectivos que asumieron la lucha armada (Guerra de Guerrillas). Los grupos de poder en Venezuela
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produjeron cientos de torturados, un gran número de desaparecidos y asesinados, entre los cuales podemos
citar a Jorge Rodríguez, el catire Rincón y los 72 combatientes del frente Américo Silva masacrados en
Cantaura, Noel Rodríguez, Fabricio Ojeda, Alberto Lovera y los masacrados de Yumare.
Es bueno señalar que estas luchas contaron con la poesía revolucionaria de los cantores populares,
en nuestro caso hay que resaltar el extraordinario aporte del cantor del pueblo Alí Primera, cuyas canciones
fueron y siguen siendo alimento espiritual para los sectores populares que impulsan constantemente la
creación de una sociedad más justa y más solidaria.
b.7. Revolución Bolivariana
Revolución que tiene su base filosófica e histórica, llamada el árbol de las tres raíces. El proyecto de
la Revolución Bolivariana tiene su sustentación filosófica e histórica en el llamado árbol de las tres raíces,
desarrollado por un grupo de militares venezolanos que en los años ochenta crearon clandestinamente un
movimiento de carácter revolucionario y bolivariano, fundamentado en las ideas de tres grandes
venezolanos: Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora.
A continuación una breve descripción de este árbol:
• Simón Bolívar: Es sin duda la raíz principal de este árbol, fue el hombre que impulsó el desarrollo de la
guerra justa, es decir, la guerra que no tenía otra pretensión que lograr la libertad, la igualdad y la justicia.
Esta iba contra la dominación extranjera del territorio, fue Bolívar el hombre que pudo desprenderse del
beneficio propio para lograr el beneficio de las mayorías. El pensamiento bolivariano define el carácter
Latinoamericanista del proyecto a desarrollar, pone de relieve la necesidad una vez más de lograr la
independencia política no solo de Venezuela, también de los países latinoamericanos y caribeños. El legado
de Bolívar hace comprender la entrega total, el desprendimiento y nuestro papel en este momento histórico
cuando en Venezuela se conduce un proceso de cambios y grandes transformaciones. Dicho proceso es
llamado Bolivariano, justamente por encontrarnos con los sueños grandiosos de nuestros héroes, que son
los mismos sueños que hoy procuran los pueblos deseosos de igualdad, de unión y libertad.
• Simón Rodríguez: conocido también con el seudónimo de Samuel Robinson, además de haber sido el
maestro del Libertador, tiene muchos méritos, entre ellos el de consagrar la educación para todos los
hombres y mujeres de Venezuela, independientemente de su posición económica u origen étnico, quedando
testimoniado en una frase suya que dice “Escuela para todos, por que todos son Ciudadanos”. Es Simón
Rodríguez quien plantea la necesidad imperiosa de crear un modelo político propio de nuestra sociedad, que
no copie viejos modelos venidos de otras tierras y que más bien conozca de lo existente en otras latitudes
no para copiarlo sino para tenerlo en cuenta a la hora de enriquecer lo nuestro.
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• Ezequiel Zamora: Conocido como el general del pueblo soberano, Zamora y su pensamiento son la
tercera raíz de este árbol. Zamora retoma la bandera de Bolívar y lideriza la Guerra Federal, treinta años
después de la muerte del Libertador, en claro enfrentamiento con la oligarquía que quiso truncar el sueño
bolivariano. La lucha de Zamora fue la lucha por una redistribución de la tierra, “Tierras y Hombres Libres”
fue su consigna principal que encontró un masivo apoyo en los habitantes del campo que para ese entonces
era la mayoría del pueblo Venezolano. Por su parte el sector minoritario que ejercía el dominio fue claramente
identificado por Zamora como el enemigo a vencer, “Horror a la Oligarquía” repetía continuamente.
c. ANALISIS
A raíz de la Conquista de América se ha dado un proceso de dominación colonial que ha durado casi
cinco siglos y sigue vigente; la política del colonizador hacia el colonizado ha sido de exclusión y
homogeneización, lo que ha desembocado en un poder representado por el Estado, que ha mantenido esta
política de discriminación social, económica y política de las minorías, en este caso, las indígenas. Su
diversidad cultural se ha visto como un problema. Los procesos civilizatorios que ha adoptado nuestro país,
a los largo de su historia, los han excluido permanentemente. Dominación, opresión, despojo y racismo de
los conquistadores fueron seguidos de reformas liberales que reivindicaban al pasado indio como propio,
más no al indio real. De nuevo la exclusión y la aversión hacia lo indígena.
Por otro lado, la legitimidad y hegemonía de los dominadores, sean éstos de cualquier época de la
historia, se ha construido y definido a partir de la resistencia indígena. Podría decirse que el sistema de
dominación, desde la colonia hasta la actualidad ha dado como resultado una resistencia permanente en las
comunidades indígenas, cuyo fin último es permanecer.
La resistencia se mueve, cambia de lugar y puede adoptar diversas formas, desde la resistencia o
lucha frontal, hasta la resistencia subterránea. Estas formas se conectan entre sí formando parte de una sola
estrategia de sobrevivencia.
El orden colonial negó a la civilización mesoamericana, por lo que las culturas mesoamericanas se
vieron, desde entonces, en la necesidad de reorganizarse a la defensiva como culturas de resistencia. Los
indígenas, aunque han opuesto diversas formas de resistencia frontal, han parecido sumisos y pasivos ante
todas las arbitrariedades efectuadas en su contra, como indiferentes a todo lo que es exterior, aceptando la
condición infrahumana en la que viven; pero la realidad es que su presencia es el resultado de una voluntad
de resistencia y sobrevivencia, porque esta sumisión y pasividad han sido refractarias al poder. Sumisión y
resistencia han coexistido.
La dinámica de la dominación, junto con la resistencia cultural de los pueblos colonizados, permite
explicar en la actualidad la presencia de las culturas indias. La hegemonía, legitimidad y derecho de los
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dominadores no se han constituido en el vacío. Se construyen y se definen a partir de la resistencia frontal o


subterránea de los oprimidos, y no con su subordinación. La resistencia campesina de siglos ha moldeado,
desde abajo, la cultura política y ha condicionado, en gran medida, el carácter y el modo de gobernar de la
elite e incluso algunas de sus relaciones interiores, que han sido herencia de las tradiciones caudillistas y
caciquiles.
Los aspectos simbólicos tienen un papel preponderante en el orden de la resistencia y, por tanto, en
la lucha por el poder. El espacio de lo simbólico está ligado con las creencias religiosas, las costumbres y
las prácticas sociales, comunitarias, etcétera. Cabe destacar la importancia que tienen, sólo por señalar
algunos ejemplos, el vestido, los hábitos alimenticios, las fiestas, las danzas, los rituales anuales y, sobre
todo, el lenguaje, dentro del que se encuentran el arte, la música, la literatura, la oralidad.
El aspecto religioso, en algunos casos, se puede percibir como resistente; los indígenas no aceptan
la religión impuesta, pero sí se apropian de elementos culturales de la cultura dominante, por lo que
desarrollan entonces creencias sincréticas que tienen por objeto lograr su emancipación espiritual.
Cabe recordar que las apariciones de la Virgen de Coromoto fueron una de las principales vías de
redención espiritual y, en consecuencia, de salvación histórica de los indios, ya que, al elegir esta tierra y a
un indio neófito para una de sus apariciones, legitimó, tanto a la Nueva España, como a los indios, a quienes
dotó de la humanidad tan anhelada como vía de salvación espiritual que a su vez, los protegía de la
esclavización directa.
Entonces la matriz de la religiosidad popular se mezcla con la cristiana, mediante la apropiación.
Cuando la práctica religiosa es controlada por la comunidad y no por el clero está a cargo de mayordomos,
fiscales o topiles, y el cura cumple una función suplementaria, como estar presente en el cumplimiento de
ciertos ritos.
Alrededor de las rebeliones se reelaboran muchos aspectos de la cultura indígena; la memoria
histórica se convierte en un recurso fundamental porque permite mantener viva una historia de agravios y
sufrimiento, y por otro lado, el saber que el sometimiento del que son parte es una situación transitoria,
reversible, que puede ser cancelada mediante la sublevación.
El racismo, expresión de una situación colonial que no ha sido cancelada, mantiene viva una ruptura
entre sociedad colonizadora y mundo colonizado, que se manifiesta, tanto en las formas más brutales de
represión, como en las más variadas argumentaciones ideológicas.
Para la elite criolla local, el indígena no puede ser otra cosa que peón, sirvienta o campesino atrasado.
Sin embargo, lo que ha cambiado desde los años setenta es la gestación del orgullo indígena, la
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autoafirmación de la identidad cultural y política de los indios, gracias a la labor de las organizaciones
económicas, culturales, religiosas, sociales, campesinas y los nuevos movimientos indígenas.
Venezuela es un país pluriétnico y multicultural, donde conviven una gran variedad de culturas, razas,
religiones, etnias, etcétera, por lo que hay que tener presente que entre el blanco y negro hay una gran
variedad de tonalidades de gris, formada por una gran diversidad de grupos que se resisten a ser parte de
esa lógica binaria. La riqueza de la humanidad se apoya en la diferencia.
Los indígenas han demostrado a lo largo de cinco siglos que ante la opresión y el olvido existe una
cultura de resistencia, misma que ha sido, y seguirá siendo, parte de su estrategia de sobrevivencia mientras
exista un poder que pretenda homogeneizar su pluralidad y diversidad de culturas, un poder que los excluya
de los proyectos nacionales.
Su capacidad de rebelión, de resistencia y de organización ha sido evidente y constante. La resistencia
se ha movido, ha cambiado de lugar, por lo que estos grupos seguirán encontrando cauces distintos para
resistir a las distintas manifestaciones de opresión y violencia que en su contra surjan desde el poder
instituido.
Sin embargo, en cada periodo de lucha y resistencia tienen variables diferentes que se relacionan con
el contexto histórico de cada momento y las injusticas, que tienen la misma cara pero con nombres diferentes.
Los procesos de resistencia de los aborígenes en las que se unen su cosmovisión, su identidad y valoración
a su religión, territorio, y forma de vida en general, se difiere a las formas de luchas que resurgen ya desde
una sociedad colonial que se transforma en capitalista, rentista.
En resumen, en este recorrido histórico, se encuentran categorías especificas presentes en cada
movimiento de insurrección tales como la colaboración, la unión, la organización, la comunión, la sublevación,
emancipación, rebeldía, el despertar de conciencia, ideales de libertad y manifestaciones artísticas para la
lucha como el canto, la poesía, desde una mirada descolonizada e insurrecta. En Venezuela, como en toda
la América hispana, los pueblos indígenas son testimonio de resistencia. En sucesivos momentos de la
historia les ha tocado enfrentar el exterminio masivo, la destrucción de sus hábitats, la servidumbre, la
vejación, los intentos de asimilación y desaparición cultural, la continua negación, el desplazamiento y la
discriminación. Una especie de guerra a muerte que ha dejado sus huellas profundas de dolor, merma y
exclusión, y que a la par, ha sembrado en pueblos profundamente mestizados como el nuestro, una suerte
de desprecio, que se expresa a veces en desencuentros y actitudes que reniegan de lo indígena, como lo
atrasado en nosotros, y nos ha convertido muchas veces en herederos bastardos del invasor. Otras, en
actitudes lastimeras, otras muchas que están fortaleciéndose hoy día, en un reencuentro entre nosotros con
nosotros mismos; reencuentro en el que, sin embargo, persiste una actitud de extraños, que sería
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incomprensible si no fuera por los quinientos y tantos años que nos pesan de invasión, colonización,
persecución y dependencia en todos los órdenes de la vida republicana.
Esta destrucción cultural, desplazamiento y discriminación se evidencia en la distribución actual de la
población indígena en el territorio. Venezuela, como país dependiente, ha visto concentrar dicha población
en los diferentes puertos ubicados en la zona costera, lo que dibuja un arco en el territorio, cuyo punto más
profundo es precisamente un puerto en el río Orinoco, Puerto Ordaz, por donde salen los minerales de
Guayana hacia el Atlántico, para la exportación. La población indígena se concentra en cambio, siguiendo
un arco contrario, buscando el sur, con el único punto alto de encuentro en la región nororiental del país: el
estado Zulia.

3. MOVIMIENTOS CULTURALES
a. DEFINICION
Son, actividades públicas cuya característica radica en producir un acto comunicacional alrededor del
cual un grupo más o menos definido se identifica. Cada comunidad o pueblo tiene su propia manifestación
folclórica. Se incluyen en ellas las tradiciones orales, las costumbres, las lenguas, la música, los bailes, los
rituales, las fiestas, la medicina tradicional y la farmacopea, las artes culinarias y todas las habilidades
especiales relacionadas con los aspectos materiales de la cultura, tales como las herramientas y el hábitat.
Las prácticas festivas supone conceptualizar a estas últimas como reservorios de sentidos y experiencias
sociales, estéticas y políticas fundamentales a la hora de recrear, encuadrar e internalizar, al menos
provisoriamente, la memoria histórica y las identidades colectivas, pero también al momento de legitimar
posiciones presentes y disputar un horizonte temporal y fáctico. Asimismo, ellas suelen constituirse en
interesantes puntos de entrada al clima político y cultural de una época determinada.
b. IDENTIFICACIÓN
En Venezuela existen diferentes manifestaciones culturales, estas pueden variar de región a región.
Cada manifestación cultural, tiene características propias que la hacen única y particular. La Danza, la
Música, las Artes plásticas, la Literatura, la Arquitectura, etc., entran dentro de estas manifestaciones y al
pasar el tiempo se han vuelto muchas de ellas en tradiciones.
Todas estas manifestaciones culturales venezolanas han sido el resultado de la mezcla de cultura que ha
existido desde hace mucho tiempo en el país, en el cual conviven expresiones culturales de los pueblos
autóctonos indígenas, los pueblos africanos y la presencia europea.
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Entre las manifestaciones culturales de Venezuela más populares se pueden mencionar las
siguientes: joropo, arepas, alpargatas, liquiliqui, carnavales de
Carupano, semana santa, los Diablos danzantes de Yare, la fiesta
de San Juan, la feria de la Chinita, las leyendas venezolanas, la
navidad.
Lo que interesa destacar de esta visión es la relación entre la
cultura y la subversión, la percepción de que la revuelta juvenil (en
su dimensión de rebelión cultural individual y colectiva) abre el paso
a la revuelta social, porque a través de la música, el baile, las expresiones estéticas se daba luz a cuestiones
de identidad, justicia, represión, voluntad y deseo. De esta manera, la subversión simbólica de las
subjetividades y del discurso dominante da paso a nuevas sensibilidades expresadas primero por artistas y
vanguardias estéticas y culturales. Al mismo tiempo, surgen estilos de vida disidentes y prácticas de sectores
subordinados que alimentan una resistencia cotidiana al poder.
La resistencia es la combinación de la conciencia y de la práctica de oponerse a la dominación social
del sistema. De la voluntad colectiva de resistir, de desobedecer, surge la multitud, que en el acto de
rebelarse y de la transgresión ante una realidad injusta, pone en cuestión al poder y las relaciones de
dominación artística, urbana, política, económica, cultural, étnica y social.
La versión radical de la desobediencia no sólo viola leyes injustas, si no cuestiona de fondo su validez.
En este contexto el sociólogo italiano Paolo Virno señala que los conflictos sociales (o las rebeliones
culturales y estéticas) no sólo se manifiestan como protesta sino más bien como resistencia al sistema.
Pero para resistir se requiere de una expresión de autonomía, psicológica y real, de saberes, formas
de comunicación y virtuoso actuar para impedir que su propuesta se transfiera al poder estatal y sea sometido
a la domesticación reproductiva y mercantil del capitalismo.
Desobediencia y resistencia es la virtud de la multitud que le sirve para romper con el servilismo. Este
proceso colectivo es al mismo tiempo individual, no puede haber comunidad sin individuo y viceversa; no
puede haber individuo sino está vinculado y no se identifica con una colectividad. Y la resistencia puede
nacer de un acto de rebelión individual, pero sólo formará parte de una resistencia cuando se ejerce como
parte de una colectividad.
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4. PROYECTOS DADOS EN LA REVOLUCIÓN


a. IDENTIFICACIÓN
La revolución Bolivariana liderada por el máximo líder Hugo Chávez, termina concretando la
vindicación de los pueblos indígenas, logrando establecer un sistema jurídico y propuestas educativas con
una visión amplia, otorgando legitimidad en su valor cultural compartido, la autodeterminación venezolana y
sus disposiciones de definirse como una sociedad diversa, pluricultural y plurilingüe es su máxima proximidad
para elevar el ejercicio ciudadano.
Hugo Chávez, logró darle expresión y sentido de dirección a ese extendido descontento. Al ganar por
amplia mayoría las elecciones presidenciales del año 1998, e impulsar la convocatoria de una Asamblea
Constituyente, da inicio a un nuevo momento de la historia del país que tiene como uno de sus ejes
conductores la idea de la democracia participativa y protagónica. Paralelamente, se profundiza la
dependencia del petróleo y, en la medida en que la renta petrolera fue asumida como la herramienta para el
impulso de los cambios deseados, el control centralizado de ésta por parte del Poder Ejecutivo se fue
reforzando.
Como apoyo y reconocimiento a la resistencia cultural practicada por los indígenas desde 1493, la
Revolución Bolivariana, en el preámbulo de la Constitución se reconoce a Venezuela como una Nación
multiétnica y pluricultural y en las disposiciones fundamentales (Art. 9) se establece que los idiomas
indígenas también son de uso oficial.
Otras formas de reconocimiento han sido:
• Este principio constitucional da cuenta del reconocimiento, protección y fortalecimiento de los saberes y
elementos culturales indígenas, por cuanto su cultura e identidad constituyen elementos medulares de
sociedades ancestrales; y sin ellos no serían pueblos originarios, diferentes de los demás. Gracias al saber
de sus ancianos y ancianas y las experiencias de sus hombres y mujeres, cada pueblo indígena logra
distinguirse de otros. De allí la importancia de la transmisión del saber cultural a las nuevas generaciones.
• Día de la Resistencia Indígena en Venezuela. El 12 de octubre fue declarado por el Gobierno Nacional,
como forma de reivindicar las luchas indígenas durante el periodo de colonización de América. En sus
orígenes a esta fecha, anteriormente se le conocía como el «Día de la Raza», debido a la mezcla de razas
que se originó con la llegada y sistemas de dominación de los españoles.
El 12 de octubre dejó de ser un día para la celebración del despojo. Por eso se instituyó como el día
de la Resistencia Indígena, según Gaceta Oficial Nº 5.605, Extraordinario de fecha 10 de octubre de 2002,
emitido por la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela. Atrás quedó la concepción hispanista
que potenciaba el eurocentrismo y la anglobalización; aquella que buscaba perpetuar la cultura Occidental
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como La Cultura, cual cultura única, aquella que consideraba a la cultura anglo-europea como la cultura que
debía imponerse. Como sabemos la cultura Occidental nació a partir de la fusión cultural de la cultura griega,
romana y judía, como tal tiene dos mil años de imposición forzada. Para Occidente las culturas alternas no
existen, y esa fue la lógica que decretó la aniquilación de nuestras raíces pobladoras prehispánicas.
El Día de la Resistencia Indígena nos permite recordar la raza bizarra que cobijó la resistencia de
nuestros hermanos indígenas; fueron más de 70.000.000 de hermanos sacrificados. Fue el cataclismo de
una cultura alterna a la cultura del trigo y del arroz. Nuestra cultura del maíz fue abortada y se decretó la
imposición de la lengua castellana para subyugar, con razón decía Jean Paul Sartre que “no hace mucho
tiempo, la tierra estaba poblada por dos mil millones de habitantes, es decir, quinientos millones de hombres
y mil quinientos millones de indígenas. Los primeros disponían del Verbo, los otros lo tomaban prestado.”
• Impulso de la difusión y el conocimiento del legado cultural de las comunidades indígenas venezolanas y
ha promovido planes y proyectos dedicados al desarrollo integral de estas etnias, basado en el principio de
la interculturalidad, establecido en la Constitución Nacional de 1999 y confirmado en el Plan de la Patria
2019-2025
• El Instituto del Patrimonio Cultural (IPC) ha registrado y protegido los lugares sagrados pertenecientes a
estas comunidades, cuyos sitios conectan al hombre con la naturaleza y, a su vez, a la historia y la
cosmovisión de estas comunidades.
• El Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y Servicios de Biblioteca ha instalado bibliotecas indígenas en
los estados: Delta Amacuro, Zulia, Amazonas y Bolívar, con el fin de promover la lectura y la escritura para
facilitar el estudio de la cultura indígena a sus habitantes y a quien deseen conocerla.
• El Gobierno venezolano ratificó el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo. El Estado
venezolano también ha aprobado un cúmulo de leyes que desarrollan directamente los derechos de los
pueblos indígenas reconocidos constitucionalmente, entre ellas la Ley de Demarcación y Garantía del Hábitat
y Tierras de los Pueblos Indígenas, la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas, la Ley de Idiomas
Indígenas, la Ley de Patrimonio Cultural de los Pueblos y Comunidades Indígenas y la Ley del Artesano y
Artesana Indígena.
• El marco jurídico venezolano que ha dado la oportunidad a las comunidades locales, en particular a los
pueblos indígenas, de participar en la toma de decisiones sobre el reconocimiento, reestructuración y
conservación de su patrimonio cultural. Desde una perspectiva antropológica se hace una lectura del marco
jurídico-político que protege los derechos patrimoniales indígenas con miras a describir e interpretar las
respuestas de las comunidades.
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Existen otros proyectos dados en Revolución y con la cultural en general que a continuación se
mencionan:
• Impulso de la idea de que las políticas culturales, comunicacionales y educativas son vehículos
preferentes para crear una nueva hegemonía.
• Roles del sector cultural bajo la Revolución Bolivariana: a corto plazo, su rol en la pacificación del país y
en la promoción de un gran acuerdo nacional; a mediano plazo, la participación activa en el inventario y la
reconstrucción patrimonial y en el fomento de las empresas culturales; a largo plazo, hacer del sector cultural
una fuente de prosperidad y democracia.
• Partiendo de que las diferencias entre venezolanos no son solo políticas sino también sociales, culturales,
educativas, éticas y de orientación sexual y de género; la inclusión social es una práctica de resistencia que
permite al país llegar a un punto racional de consenso porque, estos grupos, son fuerzas vivas que deben
participar en la conducción y la autogestión de las iniciativas culturales del país.
• Algunos ejemplos de estos movimientos son el movimiento feminista, el movimiento ecologista, el
movimiento obrero, el movimiento pacifista o antimilitarista, o, más reciente en su surgimiento, el movimiento
antiglobalización.
• El problema no está allí planteado adecuadamente. Son los grupos humanos, portadores de las culturas,
quienes tienen derecho no sólo de portar una cultura sino de elaborarla y reelaborarla, con la autonomía
necesaria para organizar en cultura su cambiante experiencia social y psicológica, y por lo tanto para escoger
en el fondo universal de elementos culturales, lo que resulte mejor para el desarrollo y el cambio de la calidad
de la vida humana.
• En los primeros años del gobierno bolivariano se produjeron extraordinarios niveles de politización,
significativas transformaciones en la cultura política popular, en el tejido social y organizativo del mundo
subalterno, así como en las condiciones materiales de vida de los sectores sociales anteriormente excluidos.
Se generaron en forma expansiva sentidos de dignidad e inclusión y de capacidad de incidir tanto sobre la
vida propia como sobre el destino del país, y se dieron amplias y vigorosas dinámicas organizativas y
participativas en el mundo popular. Entre éstas fueron particularmente ricas en términos de sus dimensiones
democratizadoras y de resistencia ante los ataques del imperio se encuentra el nacimiento de las Mesas
Técnicas y Consejos Comunitarios. Posteriormente se crearon Bancos Comunales, Consejos Comunales y
Comunas. Esta dinámica organizativa fue el resultado tanto de los desplazamientos políticos e ideológicos
que ocurrían en el país, como de políticas públicas expresamente orientadas a promoverla
b. CARACTERISTICAS
La gestión en la cultura de la Revolución Bolivariana, se visualiza en función de cuatro aspectos:
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• Institucionalidad Cultural, Legislación, Inversión Cultural y Públicos para la Cultura. Estas


instituciones han sido conservadas con su nombre original o con otro nombre por el Gobierno revolucionario.
Sobresale en esta gestión la creación del Ministerio del Poder Popular para la Cultura en el año 2005, cuyo
primer ministro fue el arquitecto Francisco Sesto, y la organización de las plataformas culturales que se
definen por actividades relacionadas como Cine y Audiovisual, Libro y Lectura, Pensamiento, Patrimonio y
Memoria, Artes Escénicas y Musicales, Artes de la Imagen y Espacio.3 Otra novedad son los gabinetes
estatales culturales, la Misión Cultura, orientada a la actividad cultural comunitaria en función de la
consolidación de la “identidad nacional”, la Licenciatura en Educación, mención Desarrollo Cultural, y el
Ministerio del Poder Popular de Asuntos Indígenas, entre cuyas líneas está al reforzamiento y la protección
cultural de estas comunidades. Se han fundado algunas instituciones nuevas.
El financiamiento del sector cultural se enmarca en la política de distribución de la renta petrolera
característica de la revolución bolivariana. Destacan el apoyo sostenido al Sistema Nacional de Orquestas
Infantiles y Juveniles y al cine nacional tanto como la producción masiva de impresos, discos y materiales
audiovisuales.
• Creadores, Gestores, Cultores e Intelectuales en la Venezuela de la polarización. En las dinámicas
culturales venezolanas se han producido complejos procesos de exclusión y autoexclusión por motivos
políticos que han marcado todo el circuito de creación, difusión y recepción de la creación y el disfrute cultural.
El financiamiento estatal de la cultura exige lealtades o por lo menos discreción política, situación muy
frecuente en campos como la música, la danza o la cultura popular, y menos en la literatura, la edición, las
artes visuales, el teatro, el pensamiento o el periodismo cultural.
• El hombre nuevo, la mujer nueva: objetivos estratégicos de la Revolución Bolivariana. El Gobierno
cuenta con creadores reconocidos de diversas disciplinas que lo respaldan, con una trayectoria y una obra
personal importante; igualmente, tiene gente joven que está fraguando sus propuestas personales. Pero más
allá de su calidad, los artistas, escritores y cultores no han logrado del todo el salto creativo de la poesía, el
cine y los afiches soviéticos de los primeros tiempos de la revolución bolchevique. Tampoco este período de
revolución ha sido testigo de esa audacia creativa que alimentó la trova cubana y el muralismo mexicano,
que se convirtieron en banderas culturales de sus países y expresión de un estado de revolución social.
La premisa de la revolución es que a través de la estética socialista recogerá y expresará los valores
del hombre y la mujer nuevos. Estos valores, son:
✓ Nueva ética socialista: Propone la refundación de la Nación Venezolana, la cual hunde sus
raíces en la fusión de los valores y principios más avanzados de las corrientes humanistas del socialismo y
de la herencia histórica del pensamiento de Simón Bolívar.
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✓ La suprema felicidad social: A partir de la construcción de una estructura social incluyente, un


nuevo modelo social, productivo, humanista y endógeno, se persigue que todos vivamos en similares
condiciones, rumbo a lo que decía El Libertador: “La Suprema Felicidad Social”.
Estos objetivos persiguen la construcción de una nueva hegemonía que implica la constitución de una
cultura sustentada en valores alternativos a los heredados de las sociedades capitalistas. En este orden de
ideas, las políticas culturales son fundamentales en la conformación del hombre y la mujer nuevos que
dejarán atrás los valores propios de la desigual, explotadora e injusta sociedad capitalista. El Estado
revolucionario pretende tener decisión sobre la manera en que los hombres y mujeres en Venezuela nos
vemos a nosotros mismos como pertenecientes a un territorio determinado definido en tanto comunidad de
destino: existimos bajo un ordenamiento legal que condiciona nuestros actos, y somos parte de una
economía que modela, limita o estimula estilos de vida; comemos, respiramos, amamos y nos entendemos
dentro del conjunto de prácticas sociales y simbólicas reconocidas como propias de la región o de la nación
dados el sistema educativo, las tradiciones familiares y locales.
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CONCLUSIONES Y ANALISIS FINAL


Las manifestaciones de las vanguardias artísticas y de los estilos y pensamientos radicales, están
ligadas a la revuelta juvenil en distintas épocas. La resistencia al poder, a las ideas dominantes que oprimen
a la sociedad y a los individuos, comienza con un pequeño acto de rebeldía, de alcances profundos e
irreversibles: “dejar de juzgarnos con los criterios de quienes nos oprimen”, con dice el poeta John Berger.
El otro lado de la moneda es la experiencia: nada puede el poder establecido contra una idea cuyo tiempo
ha llegado.
De esta manera, la subversión simbólica de las subjetividades y del discurso dominante da paso a
nuevas sensibilidades expresadas primero por artistas y vanguardias estéticas y culturales. Al mismo tiempo,
surgen estilos de vida disidentes y prácticas de sectores subordinados que alimentan una resistencia
cotidiana al poder. Las maneras distintas de mirar el mundo, de recrearlo, esas relaciones diarias inventadas
o arrancadas a la cotidianeidad, anuncian nuevas ideas, cambios políticos y sociales por venir. La rebeldía
sigue siendo el motor de la historia de las ideas y de las transformaciones sociales. De esta forma, la revuelta
juvenil, los estilos radicales de las jóvenes generaciones, anteceden a la revuelta social, ya que a través de
la música, el baile, formas de vestir y de relacionarse, alimentan expresiones estéticas que dan luz a
cuestiones de identidad, justicia, represión, voluntad y deseo. Las formas actuales de resistencia cultural
urbanas de los jóvenes recuperan el cuerpo, los objetos cotidianos, la vestimenta, las palabras y subvierten
los valores estéticos y culturales dominantes. Así, los estilos radicales objetan y contradicen la visión
hegemónica de la cultura del espectáculo y de la comercialización de la vida cotidiana que reduce a los
individuos al papel de consumidores pasivos.
Se observa la emergencia de nuevas luchas, movimientos de reivindicación y el resurgimiento de
viejas demandas en distintos espacios urbanos y rurales. Se reviven redes de identidad y vínculos de
solidaridad social que habían pasado desapercibidos. En este sentido, se retoman conceptos aparentemente
olvidados y se vuelven a escuchar palabras que parecían en desuso. Por ejemplo: memoria histórica, cultura
comunitaria, solidaridad étnica, identidad cultural, cultura política comunitaria, tradición indígena, etcétera.
Por ello resulta de lo más oportuno repensar las estrategias de sobrevivencia y las formas de
organización que permiten la expresión colectiva de los grupos y comunidades en resistencia ante este
proyecto de sociedad y la manera en que éstas se relacionan con los procesos de resignificación de la
identidad y con la revaloración de las culturas locales.
La primera forma de dominación en Venezuela comienza con la conquista y colonización del territorio
por los europeos, después del tercer viaje de Cristóbal Colón a América cuando llegó a la costa oriental del
país el 2 de agosto de 1498, con su proyecto de implantación del modelo de sociedad colonial.
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Los españoles nos catalogaron de inmediato como indios, dado que en su pensamiento ególatra,
pensaban que habían descubierto nuevas Indias, y es así como comienza el proceso de dominación; el cual
tuvo como respuesta la resistencia de nuestros indígenas, resistencia en defensa de su cultura contra la
dominación y la exclusión continua de los españoles, por ser considerados como salvajes, peligrosos y
temibles, basándose en prejuicios como la etnia, el lenguaje, la religión o rasgos físicos el color de la piel,
etcétera.
Esa resistencia es lo que les ha permitido sobrevivir hasta el día de hoy conservando los elementos
culturales que consideran propios, respecto a los cuales demandan el derecho exclusivo de tomar decisiones.
La resistencia adoptó distintas formas, desde la resistencia cotidiana, hasta la lucha o resistencia frontal, y
sin importar como la practicaran, era basada en una sola idea: sobrevivir a la crueldad, el abuso, humillación
y engaño.
Nuestros indígenas fueron diezmados (algunas tribus desaparecidas en su totalidad) por
enfermedades para las que su sistema inmunológico no estaba preparado con enfermedades que trajo el
colonizador; por el maltrato físico al que fueron sometidos, en algunas oportunidades, hasta por diversión;
por las armas; por la explotación a trabajaos forzados; por el despojo de sus territorios y riquezas ancestrales,
de los que debieron a huir a territorios poco conocidos, hábitats diferentes en los que no pudieron adaptarse
algunas veces y dispersarse obligado al separarse los miembros de una misma tribu; por la imposición de
una nueva religión a través de la evangelización, una cristianización a la que estaban obligados apegarse o
eran vejados y castigados sin contemplación; por el hambre y esclavitud que disminuyó su procreación y
limitó las generaciones futuras.
Por ende, se habla de dos resistencias: la física y la cultural, siendo esta última permanente, actual e
histórica. Y es gracias a esta resistencia cultural, que la falsa conciencia que nos ha dejado la historiografía
burguesa sobre la conquista, hoy día es interpelada y debatida: no fue un descubrimiento, fue una brutal
invasión; no fue una hazaña prodigiosa, fue una ocupación cruel que conllevo a un despojó y trato bestial
que sometió a nuestros pueblos originarios confundidos por la llegada de los intrusos, quienes aprovecharon
la coyuntura creada por sus tradiciones culturales y creencias religiosas, de que se trataba de la anunciada
llegada de dioses y crearon un sistema de clases, donde los originarios eran los últimos del sistema,
tratándolos siempre de forma peyorativa y colonialista que dejaba claro el carácter inferior de la nueva
población “descubierta”.
Hoy día la resistencia la vivimos en los aspectos políticos, económicos, culturales, sociales, históricos,
étnicos y de género, en pueblos y comunidades en general; como un compromiso histórico revolucionario
que resulta ineludible con nuestro legado cultural indígena; pues de ellos heredamos la cosmovisión que ha
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permitido entender que no se trata de incorporar a las culturas indígenas los cambios culturales heredados
de la transculturización, se trata, más bien, de construir una cultura de la pluralidad, un espacio donde se
admitan los valores y convivan las diferencias, desarrollando una política social incluyente a través de la
Constitución Nacional de 1999, la cual ha permitido a la Revolución Bolivariana otorgar rango fundacional,
superior, fundamental e iniciar el proceso de dignificación de nuestros pueblos originarios.
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BIBLIOGRAFIA

Kozak Rovero, Gisela


Revolución Bolivariana: políticas culturales en la Venezuela Socialista de Hugo Chávez (1999-2013)
Documento accesible en línea desde la siguiente dirección: http://revistas.javeriana.edu.co

Gómez Alarcón, Tania Helena


Dominación y resistencia del aborigen. Del período colonial al independentista en América Latina
Revista Electrónica. Facultad de Derechos y Ciencias Políticas. Número 4, Año 2
ISSN 2145 – 2784. Mayo – Agosto 2010

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