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Monasterio de Santa Catalina es patrimonio cultural de Arequipa, el Perú y el mundo.

Imagen: El Pueblo.

El año 2020 se cumplieron cincuenta años de la apertura al público del Monasterio de Santa
Catalina, la mayor joya arquitectónica, histórica y cultural de Arequipa. Fueron 391 años en
los que lo que había dentro de los gruesos muros de sillar solo era conocido por las
religiosas de la Orden Dominica que lo habitaron y hasta ahora lo hacen. Sin embargo, tras
tanto tiempo, el Monasterio no deja de tener sorpresas para propios y extraños. Aquí te
contamos algunos detales.

El Monasterio de Santa Catalina es patrimonio no sólo de Arequipa, sino también del Perú.
Fue reconocido como tal en 1944 por el Instituto Nacional de Cultura (ahora Ministerio) y lo
es del mundo, a través del título de Patrimonio Cultural de la Humanidad otorgado a nuestra
ciudad por la UNESCO en el año 2000. Se extiende por un área mayor a los 20 000 metros
cuadrados que comprende las calles Santa Catalina, Bolívar, Zela y Ugarte.

ALGUNAS CURIOSIDADES
Al revisar la historia del monumento ya se encuentran peculiaridades que lo hacen más
interesante todavía, como el que el permiso para su funcionamiento lo haya dado el
Arzobispado de Cuzco y no el de Arequipa. Esto fue porque nuestra ciudad no contaba con
su propio Arzobispado, pues lo tuvo recién desde 1600, según detalla el historiador,
Gonzalo Gómez Zanabria, durante su participación en el conversatorio virtual “Explorando el
Monasterio de Santa Catalina”, organizado por el Centro de las Artes de las Universidad
Católica San Pablo (UCSP) por el 50 aniversario de su apertura.

De su historia también otro dato curioso, es que su fundación no fue una iniciativa clerical o
de un religioso o religiosa, como se puede creer, sino de una persona laica. Su fundadora
fue doña María de Guzmán viuda de don Diego Hernández de Mendoza, quien consiguió
los permisos con las autoridades virreinales y lo logró abrir el 10 de setiembre de 1579.

Explicó que el modo como se solventó inicialmente es lo que se denomina “economía


espiritual”, pues gracias a la administración de donaciones, la adquisición de predios y la
dote de las religiosas, tenía la capacidad de otorgar y administrar préstamos para la
población. Además, en el virreinato existía la figura del patronato regio, es decir, que la
autoridad política tenía bajo su tutela a las instituciones de la Iglesia. Hoy por hoy, su
principal sustento es el turismo.

SINGULARIDADES ARQUITECTÓNICAS
Santa Catalina reúne los tres estilos arquitectónicos de la Arequipa patrimonial, como son el
barroco, neoclásico y neocolonial. Al ser una pequeña ciudad dentro de nuestra ciudad ha
permitido preservar valiosas técnicas de construcción y decoración, algunas que
lamentablemente se han perdido en el tiempo. Los trabajos de restauración realizados de
2010 a 2012, permitieron dar con algunas de ellas.

La arquitecta y artista plástica, Marisol Velasco Gutiérrez, fue parte del equipo que realizó
dichos trabajos enfocados principalmente en los ambientes que dan hacia la calle Ugarte y
que están en torno al patio de Silencio, ubicado en el trazo original de esta vía. Se recuperó
cuatro ambientes de bóveda, se apuntaló otra y se realizó la conservación de la pintura
mural.

Los trabajos permitieron ver cómo se levantaban los enormes muros de los monumentos
históricos de la ciudad. No es un solo muro de sillar, sino dos que iban unidos por un
mortero de cal, arena y puzolana. Los sillares eran dispuestos dos en su lado frontal
cuadrado y en el medio se colocaba uno de forma lateral. Este actuaba como clavo o tizón
entre los otros.

“La cal es clave para los edificaciones como Santa Catalina porque es un material resistente
ante los movimientos sísmicos, ya que demora en secar cerca de 100 años, gracias a ello
no se va a quebrar o romper como el concreto. Para la restauración tuvimos que buscar una
cal especial y hacer pruebas para que tenga un 90% de pureza”, indicó la también es
docente de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo de la UCSP.

Gracias a esta labor también se dio con una puerta bajo la cruz que se ve desde la calle
Ugarte. Esta puerta siempre existió pero se encontraba tapiada. Su hallazgo ha permitido
dotar al monasterio de un nuevo ambiente que ha sido habilitado como sala de exposiciones
artísticas y que su funcionamiento es independiente al resto del recinto.

PINTURA MURAL
Fueron halladas luego de retirar el estuque durante la restauración. Datarían del siglo XVIII.
Las encontraron en los distintos ambientes en especial en las puertas y ventanas. La Sala
Capitular, que era donde las monjas realizaban sus reuniones, era la que tenía mayor
ornamentación. Los motivos de las pinturas eran de corte religioso, así como flores y
plantas de colores. También fueron hechas sobre las puertas y portañuelas de ventana de
madera.

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