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En el texto "El vagabundo - atorrantes, mendigos, rufianes y ladrones" de Servandes Gallegos

comienza una superficial justificación de como una persona llega a ser "clasificado" de ladrón: en
los "antecedentes de la vida" y en su historia pasada. Entonces comienza a dar ejemplos de hechos
aislados, como la "disciplina paterna", "como se sublevo (de pequeño) contra las leyes" o la
"disciplina del patrón en los talleres", como dando a entender una suerte de causa y efecto de este
tipo de actitudes con respecto a la calidad que ostenta una persona "delincuente", muy propio del
pensamiento positivista de Comte. Según Comte, el ultimo estado de desarrollo del pensamiento
humano es cuando logra fijar leyes efectivas de los fenómenos, es decir, explicar los fenómenos
solamente estableciendo un vinculo entre los diversos fenómenos particulares y algunos hechos
generales. También un punto muy importante de su pensamiento era el hecho de tomar los
fenómenos como lo dado al sujeto, lo real, en contraposición al esencialismo que el tanto criticaba
como así de buscarle las propiedades ocultas a las cosas. Esta primacía de describir los hechos tal
cual se observan, ignorando por completo los sesgos propios del observador, la dimensión ética y
política de la ciencia y sus métodos, etc. hacen que se tomen sus ideas desde un punto de vista
puramente metodológica, es decir, despojado de algún discurso político criminal, del derecho
penal y de la criminología misma.

Luego se hace énfasis en las consecuencias "peligrosas" que podría llegar a tener este tipo de
individuos en la sociedad y la solución de aplicar "medidas" para evitarlas. Aquí hacer referencia a
el tipo de políticas que se llevaban a cabo en los países europeos en donde el positivismo
criminológico estaba en auge. Por ejemplo las ideas de Ferri se relacionan mucho con la idea de
"defensa social" que concebía a la pena como necesaria para neutralizar la peligrosidad. La
responsabilidad penal era objetiva y se debía solo a que el infractor era una célula del organismo
social. En su texto "Estudios de antropología criminal" engloba a un conjunto de autores no
positivistas, como Beccaria, inventando para sí una escuela clásica, en contraste con su escuela, la
moderna, poniendo en un rotulo común a todos los penalistas que no compartían sus puntos de
vista. Aquí en realidad lo que hubo fue un enfrentamiento entre la concepción reduccionista
biológica del ser humano (positivista) y las distintas concepciones antropológicas sostenidas por
sus opositores, que trataban de darle la dignidad de persona.

Desde el punto de vista de Ferri, el delito es signo o síntoma de peligrosidad. Luego, la medida de
la pena estaba dado por la medida de la peligrosidad. Por ejemplo, cuando menciona que el juez
debe decidir si una persona delincuente es libre o no, en el primer caso el operador lo quita de
circulación para repararlo (sanción resocializadora) y, si es imposible, lo tira (sanción eliminatoria).

Entonces, como el delito es síntoma, no tiene por qué ser único. De allí se puede postular la
búsqueda de otros síntomas, que por la época se llamaron "mala vida", entendido como un
confuso conjunto de todos los comportamientos que no respondían a la disciplina vertical de la
sociedad industrial en auge, que se traduce en la libre punición del mero portador de los signos del
estereotipo. Por eso se pretendió penar a los vagos, mendigos, ebrios, consumidores de tóxicos,
prostitutas, homosexuales, jugadores, rufianes, gigolós, adivinos, magos, curanderos, religiosos no
convencionales, etc. sin que cometiesen delito, solo en función de su pretendida peligrosidad pre-
delictual.
El carácter fundamental de la filosofía positiva consiste, pues, en considerar
que los fenómenos están regidos por leyes invariables naturales

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