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¿Y SI NO FUERA UN CUENTO?

En medio de un inmenso océano había una


isla. Era una isla hermosa, con grandes árboles y
suaves arroyos.

Distintas especies de animales habitaban en


ella, y también vivían allí dos pescadores, Arsenio y
Pedro, con sus familias.

Salían todos los días a pescar, y por las


tardes conversaban con sus mujeres y jugaban con
sus hijos.
Los pescadores regresaron a sus cabañas muy
Un día, al volver de la pesca, vieron en la desconcertados, pensando que todo había sido un
playa un pequeño cangrejo rojo con una patita sueño. Como ese día la pesca no había estado
herida y trataba con dificultad de llegar al mar. – muy provechosa, la comida fue escasa y lo mismo
Mira- señaló Arsenio-, un cangrejito con una pata sucedió al día siguiente…
lastimada. Ayudemos, lo dijo Pedro y tomándolo lo Fue por esto que Arsenio decidió pedir un deseo,
llevó hasta el agua. pero no se lo contó a nadie por temor a que se
- Muchas gracias, amigos míos- dijo el rieran de él. Caminó hasta la playa y se agachó
cangrejo rojo. Ambos pecadores se dieron vuelta y junto al agua para poder hablar en voz baja,
lo miraron sin creer en lo que habían oído. pensando siempre que era muy tonto lo que
- Por favor, permítame que yo les ayude a estaba haciendo.
ustedes- dijo hablando nuevamente el cangrejo, - Cangrejito rojo –llamó-, ¿me oyes?... este… si
pero no recibió respuesta, ya que los pescadores me está oyendo me gustaría pedirle algo para
no atinaban a contestar. nuestra comida.
- Bueno- agregó entonces-, si no desean nada por “Clip clap, clip clap, clip clap” oyó, como si fueran
el momento no importa; muchos pasitos, y dos enormes pescados
pero recuerden, cuando quieran algo, no tienen aparecieron a sus pies en menos tiempo de lo que
más que acercarse a la orilla del mar y pedírmelo. se demoró en pestañear.
Entre mis hermanos y yo podemos fabricar
Feliz, recogió los pescados y corrió a su cabaña.
cualquier cosa, usando por supuesto, los
Por el camino encontró a Pedro.
materiales que hay en esta isla en que vivimos- y
dicho esto, se sumergió. -¿Qué llevas ahí? -preguntó éste.
-Toma- dijo Arsenio dándole uno de los pescados- Inedia, la mujer de Arsenio, que limpiaba sus
es para ustedes. pescados, vio pasar a Pedro con la comida y
guisada.
-Pero… ¿de dónde lo has sacado? -volvió a
preguntar Pedro, sabiendo que su amigo no había -Pedro sí es un hombre inteligente, -le dijo
salido a pescar. enojada a su marido-: pidió la comida hecha.

-¡No me lo vas a creer¡ -contó Arsenio -pero fue -Pero, Inelita… -trató de justificarse Arsenio.
ese cangrejo rojo, ¿te acuerdas?, quién me los -Mañana irás donde ese cangrejo y le pedirás no
dio. sólo la comida, sino también ropa y zapatos
nuevos. ¡Buena falta que nos hacen¡
-¡Entonces era verdad lo que prometió¡ -exclamó
Pedro, y devolviéndole su pescado a Arsenio Así lo hizo Arsenio al día siguiente.
corrió a la orilla. Mientras corría, pensaba: “¡Qué
“Clip clap, clip clap, clip clap” oyó y en un instante
tonto es Arsenio¡ ¿Para qué pedir pescado crudo
aparecieron dos pescados y algunas matas de
cuando lo puede pedir listo para comer?”
algodón y un carnero salvaje. Y en otro instante
-Cangrejo rojo –pidió-, deseo que me sirvas una todo fue preparado y curtido y tejido y cortado y
buena comida. también cosido y… en menos tiempo de lo que se
demoró en pestañear… ¡ahí estaba la comida
“Clip clap, clip clap, clip clap” oyó y a sus pies
exquisita, la ropa nueva y los zapatos brillantes
apareció una deliciosa comida para toda su
para toda la familia¡
familia, en menos tiempo de lo que se demoró en
pestañear. Por su parte Andrea y Pedro decidieron pedir no
sólo ropa y zapatos nuevos, sino también muebles
y ropa de cama
“Clip clap, clip clap, clip clap” se oyó, y otro -Lo siento -fue la respuesta en esta ocasión- pero
carnero cayó muerto, y fueron abatidos algunos el oro se acabó, te los daré de plata -y le dio
árboles y cosechado algunas plantas, y Andrea y tenedores y cuchillos de plata.
Pedro tuvieron mucha comida, ropa y muebles Por supuesto, Andrea se disgustó mucho y retó a
nuevos en menos tiempo de lo que se demoraron Pedro.
en pestañear.
Arsenio, enterado de lo que había sucedido,
Arsenio pensó que si el cangrejo podía fabricar decidió proteger sus tenedores y cuchillos de oro
muebles, también podría construir una casa. en la codicia de sus vecinos.

-Cangrejo -le ordenó-, me construirás una casa de -Cangrejo -le pidió-, necesitó unas rejas fuertes
piedra. para defender mi castillo.

Y tuvo su casa de piedra. “Clip clap, clip clap, clip clap” oyó y nuevos túneles
y pozos se abrieron en la isla; el metal fue fundido
Andrea hizo una más grande, y el cangrejito se la
y las rejas hechas y colocadas en menos tiempo
construyó.
de lo que Arsenio se demoró en pestañear.
Comenzó entonces una verdadera competencia
Pedro, que tenía un castillo tan grande como el de
entre ambas familias. Si una pedía doce platos, la
Arsenio, al ver las rejas que aparecían en el
otra exigía veinticuatro; si una quería una torre
castillo de su vecino, pidió rejas más fuertes y
para su casa, la otra reclamaba un castillo.
resistentes y además un cañón para defenderse.
-Pedro -le dijo un día a su esposa-, vi a Arsenio
con unos tenedores de oro. Yo también los quiero.

Fue Pedro a la orilla y le pidió al cangrejo unos


tenedores y cuchillos de oro.
-Y yo quiero… -dijeron ambos al mismo tiempo,
pero fueron interrumpidos por el cangrejito rojo
que se había asomado fuera del agua.

-Lo lamento -les dijo-, pero ya nada más puedo


hacer por ustedes.

-¡Cómo¡ -exclamó indignado Arsenio-, ¿acaso no


vas a cumplir tu promesa?

-No es mi culpa -explicó el cangrejo-, yo les dije


Y Arsenio pidió varios cañones y Pedro exigió…
que podía darle todo lo que quisieran, siempre
hasta que un día se encontraron por casualidad a
que tuviéramos los materiales necesarios para
la orilla del mar, mirándose con recelo y
fabricarlo.
desconfianza. Cada uno empezó a pedir nuevas
- Muy bien -dijo Pedro; entonces, ¿por qué no
cosas.
puedes hacerlo ahora?
-Vengo a ordenar nuestra cena y deseo que me
-No puedo -dijo el pequeño animal-, porque ya no
cambie todos los manteles por otros más finos. -
quedan árboles, ni minerales, ni plantas, ni
pidió Arsenio.
animales. Ya no queda nada. La isla es sólo una
-Yo quiero todo eso, y además otro juego de
roca desnuda.
muebles para nuestro segundo comedor
Pero Arsenio, Inelia y Andrea miraron
-exigió Pedro.
sorprendidos a su alrededor.

Hacía mucho tiempo que no miraban la isla,


preocupados como habían estado de tener y tener
más cosas. El cangrejo rojo tenía razón: quedaba
sólo la roca desierta, sin aves, sin vegetación, con
solamente dos enormes y arrogantes castillos de
piedra.

-¿Sabes, Arsenio? -dijo Pedro-,


no sé para qué quise tener rejas y cañones.

-Nos sobran piezas y muebles- reconoció Inelia-, y


también ropas y adornos.

-Creo que hemos destruido nuestra isla pidiendo


cosas que no necesitábamos -dijo apenado
Arsenio-: hemos derrochado todos sus recursos y
bellezas creyendo que eran inagotables.

-¡Ojalá pudiéramos recuperar nuestra hermosa


isla! -exclamaron todos, pensando en lo mismo. -
¿Puede concedernos un último deseo?
-preguntaron. y casi todo lo que ahora poseen.
Les advirtió el cangrejo rojo. Y como ellos
estuvieran de acuerdo.

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