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En el cierre del debate entre candidatos realizado en el canal TN, la candidata del oficialismo
por la Provincia de Buenos Aires, en una suerte de alarde de memoria estadística, decidió
dedicar los últimos minutos de su intervención a hablarle “a los cuatro millones treinta y cinco
mil cuatrocientos sesenta y cinco bonaerenses que no fueron a votar en las PASO”. El objetivo
del oficialismo, desde la derrota de septiembre, fue intentar aumentar el nivel de participación
de un electorado desencantado que en esas elecciones había registrado el menor nivel de
participación desde 1983.
El Frente de Todos perdió, a nivel nacional, más de 15 puntos en dos años. Este drenaje
encuentra menos explicación en la migración de esos votos a otras fuerzas políticas que en la
abstención de lxs electores. Cambiemos apenas aumentó su caudal de votos, y el crecimiento
de las alternativas electorales de izquierda y derecha no alcanza a explicar la pérdida
oficialista, aún cuando esperablemente aquélla haya logrado pescar en el amarronado caudal
del Frente de Todos. Hace dos años, la coalición gobernante arañó los 49 puntos. Ayer estaba
encallada en 33. Entre una y otra elección, hubo un 10 por ciento menos de participación. Es
principalmente en esa cifra que deja estampada la ausencia en donde se debe buscar el rastro
de lo perdido. Pero descifrar esas ausencias no es ya un ejercicio estadístico, sino político.