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SUMARIO
INTRODUCCIÓN
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BLONDEL, J., DUVERGER, M., et al., Comparative Govemment. A reader, The Macmillan
Press ltd., London, U.K., 1971 , 306 pp.
C APITULO 11. LA PoLITICA COMPARADA Y EL ESTUDIO DE LAS FORMAS DE GOBIERNO. . . 57
1.1s instituciones y los procesos de gobierno se han hecho más complejos desde la
•tgunda posguerra hasta nuestros días de avasallante globalidad, donde la
' omparación política se ha extendido y diversificado, y los mayores problemas que
nnfrenta el estudioso de los gobiernos surgen más de la naturaleza especial de la
vida política que de la complejidad de los procesos. Primero, porque la obtención de
Información es a menudo difícil, en muchos aspectos hecha a base de información
•l•alada, y a veces recargada de inconvenientes teóricos; segundo, en razón de que
111 variables a considerar no son sólo numerosas, sino a veces difíciles de aplicar de
m1mera genuinamente comparativa; tercero, porque la interconexión de las leyes y
In práctica, las normas y el comportamiento, crea en algunos casos unos problemas
<In análisis casi insuperables. Las dificultades encontradas en la recopilación de
•hitos sobre algunos gobiernos en particular han sido expuestas a menudo, aunque
lil modernas técnicas de recopilación y análisis han resultado útiles en este campo;
un pero, algunos puntos hacen aún más difícil el estudio comparado de los gobiernos,
111 lu medida en que el nivel de análisis tiende a ser el común denominador entre los
l •. lt,mas políticos estudiados. El acceso a los datos muchas veces está cerrado;
•lc¡unos gobiernos son abiertos, mientras ciertos aspectos pueden ser estudiados,
•!Iros no. El investigador - principalmente el comparatista- precisa un alto nivel de
Información pública en todas partes, así como un clima general que favorezca el
llt.i' ' acceso a la información, y no en cualquier parte se encuentra con un ambiente
f11C)plcio (compárese el ambiente que priva en Estados democráticos respecto de los
lolnlltarios o las dictaduras).
l o cierto es que en la realidad los términos de acceso no son tan extremos, esto
111 cierre completo es tan sui generis como la apertura total. Incluso en los Estados
fllfl •· totalitarios no hay un cierre absoluto a los datos: algunos hechos emergen, al
llttmpo que otros hay que obtenerlos mediante el análisis, que por lo mismo suele ser
111•t.1do y tortuoso; estos sistemas requieren dar a conocer algunos hechos con el fin
lu ,Jicanzar ciertas metas, como el comunicar quién pertenece al gobierno, asl como
IP 1 •mera previa de los ministros. Considérese también que un estudio cuidadoso y
••llllompo d e los miembros del gobierno revelará, entre otras cuestiones, si el gobierno
1 llitable" o "inestable", qué tipo de hombres dirigen al pals, y probablemente q ué
l1u <Iones existen en realidad en el seno del grupo gobernante. Por el contrario,
nlnc¡un Estado es enteramente abierto, como lo muestran las democracias
•u' lchmtales, donde es relativamente grande la cantidad de campos y segmentos en
h•• •llW el acceso a la info rmación es limitado o prácticamente inexistente. Y es que
Jllll •drl haber razones de "interés público " que impidan difundir ciertos temas
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relacionados con la defensa, con las relaciones exteriores, o incluso con la seguridad
interna; puede resultar "embarazoso" al dejar filtrar demasiados datos acerca de las
decisiones del Gabinete, las discusiones de los partidos, e incluso las negociacion
entre los grupos de interés, los de presión y los poderes fácticos. Más aún, existe
una suerte de "censura" informal, puesto que los expertos en la política dependef't
frecuentemente de la buena voluntad de los políticos para su información y, por lo
tanto, tienen que restringirse un poco, antes de publicar sus hallazgos, a fin de seguir
manteniendo esa buena voluntad. Otro impedimento frecuente radica en las leyel
que clasifican la información que el gobierno considera "clasificable", es decir,
inaccesible a la ciudadanía durante 20 o 30 años, y cuando se vuelve "accesiblt'
muchas veces resulta obsoleta o intrascendente.
También debe considerarse que los datos son difíciles de contar y a veces de
medir, y que muchas decisiones políticas parecen desafiar toda evaluación adecuadlt
y, por lo tanto, son escasamente utilizables para un tratamiento comparativo preciso
Pensemos en la idea de comparar, por ejemplo, el papel que juegan los poder
legislativos en un cierto número de Estados para saber qué grado preciso de influenclft
siguen manteniendo en las decisiones importantes; surgen de inmediato un gran
número de problemas, como el caso de la "influencia" sobre las "decisiones polític•·
que sólo puede ser comparable si se adopta una definición operacional precisa de
estos conceptos; y como no existe definición parecida, lo razonable parece ser
concentrarse en la legislación, el único rol natural que les concierne a los congres~.
y hacer a un lado la influencia directa, por grande que sea, que éstos pueden ejerOIIr
sobre las políticas gubernamentales de tipo no legislativo (que a menudo suelen s
vastas llegando a incluir la política exterior). Pero incluso es difícil establecer el papetl
de los legislativos en relación con la legislación: se puede medir la cantidad de
enmiendas aprobadas por una Cámara, y considerar si el gobierno las ha aceptaclo
o rechazado; pero la importancia relativa de estas enmiendas varia, no siendo siem
fácil determinar si el gobierno acepta las reformas a las que no se opone de maner
directa; aun con sus inconvenientes, el análisis de la legislación es, posibleme
un campo en el que pueden practicarse con éxito los estudios comparados de loa
procesos gubernativos. Pero otros campos pollticos están sembrados de mayo
problemas de definición y de operación, amén de que entre más Estados se pretenct
analizar, más indicadores tienden a tornarse vagos e imprecisos.
Por otra parte, Blondel destaca la dificultad de reunir información, dado qu
diversos elementos parecen ser "únicos" y, por consiguiente, el análisis compara
resulta impropio; desafortunadamente entre más se acerca el estudioso a los
de poder", mayor cantidad de procesos de decisión parecen "únicos".25 De tal sutu
25
Un experto en polftica se puede concentrar en las situaciones "únicas", las personalldM••
"únicas", las instituciones "únicas", en vez de hacerlo en modelos de comportamiento
considerar el carácter único de tales situaciones, corre el riesgo de no poder captar la
de la situación total de los dirigentes de los Estados analizados; pero si toma en cuenta
complejidad de la vida "real", su trabajo puede resultar una mera sucesión de monogntll1141
sobre los diversos ocupantes de los despachos supremos, en lugar de un estudio r-nmruor,•tiWIII
de los altos cargos.
CAPITULO 11. LA PoLITICA CoMPARADA v EL EsTUDIO DE LAS FoRMAS DE GoBIERNO. .. 59
1.2. Las dificultades surgidas del funcionamiento de las normas, las instituciones
y el gobierno.
f 1 estudio comparado de los gobiernos busca explicar por qué existen ciertos tipos
r1E1 gobiernos bajo ciertas condiciones, y una de las razones de ello es porque los
hombres han discutido sobre las formas de gobierno y han decidido por anticipado
que deberfan existir, estas decisiones deliberadas tienen "causas" que son resultado
•1t• la interrelación de las variables que se acaban de revisar. Pero estas decisiones
Introducen un elemento de valoro de norma en los sistemas gubernamentales, y se
1doptan puntos de vista sobre lo que un gobierno debe hacer y cómo debe hacerlo,
urgiendo entonces la cuestión de si la práctica se da conforme a la teoría o de si el
rnodelo (la norma) se corresponde con la realidad (o el funcionamiento). Al respecto,
Esta forma de estudio comenzó en los setenta del siglo XX y tardó algún tiempo en
pr•lciucir un impacto importante sobre los descubrimientos concretos en el terreno del estudio
' 1mparado de los gobiernos, aunque ya para mediados de los ochentas sumaban buen número
l11 rtscritos sobre los procesos de socialización de ciertos paises en particular. El estudio de
nlvttl nacional más importante -hoy clásico- fue el publicado en 1963 por G. A. Almond y S.
VnrbR bajo el titulo de The Civil Culture (Princeton University Press). Este sector del estudio de
11 ·, gobiernos, en su conjunto, tuvo un desarrollo significativo en su tiempo prolongándose
hn11t 1 la actualidad.
62 JuAN CARLOS VEL.ÁZOUEZ EuZARRARAs
anota Blondel que este asunto se planteó hace décadas en términos más bien
estrechos del contraste entre el régimen constitucional y la práctica política; las normas
políticas parecían abarcar a las constituciones, porque éstas eran los documentos
por los cuales se materializaba la idea del buen gobierno, pues nadie negaba que
existiera una relación entre las constituciones y sus antecedentes "de conducta".
Las opciones de los constructores constitucionales se basaban en juicios de valor
sobre los mejores sistemas de gobierno, y también en la experiencia de gobiernos y
constituciones previos; pero se esperaba que el comportamiento futuro estuviera
regido en gran medida por las decisiones tomadas por los proyectistas de la ley
fundamental. 27
La cuestión de las relaciones entre las normas y el comportamiento es más ge-
neral, y también más compleja; más general porque las constituciones son sólo un
caso especial entre varios que han intentado las sociedades para modificar los
gobiernos, y si se observa la generalidad de los sistemas politicos, se tiene que
considerar en un extremo el papel desempeñado por las normas impuestas
autoritariamente y, en el otro, el efecto de los modelos de comportamiento más
liberales. Empero, haya o no una constitución, las prácticas naturales tienden a
producirse hasta convertirse en costumbres, mientras que otras son menos
importantes y puramente formales. La constitución inglesa es el prototipo de este
desarrollo: el monarca perdió, por costumbre, su poder de vetar leyes; el primer
ministro (cargo que nace de la costumbre) adquirió, por costumbre, el derecho de
disolver el Parlamento; no obstante, tales vías no son exclusivas del Reino Unido,
sino que aquí se dan de manera más pronunciada y son las más antiguas. Se pueden
dar pues, en cualquier lugar, en contra o dentro de la Constitución, como en los
Estados Unidos se da la práctica por la cual los miembros del colegio electoral
presidencial están obligados a votar por el candidato en cuya lista fueron elegidos:
costumbre que nunca previnieron los padres constitucionales fundadores.
Estas prácticas "naturales" son producto de una conducta consolidada, que se
27
De esta manera, la existencia de las constituciones planteó así la cuestión de los niveles
de análisis en que debía darse el estudio comparado de los gobiernos, vislumbrándose dos
niveles diferentes aunque interrelacionados y no excluyentes: uno, el de las normas
gubernamentales, y el otro, el del comportamiento político. Años atrás, si se buscaba "predecir"
lo que ocurriria en una comunidad dada y en ciertas circunstancias, era preciso examinar tanto
lo que las normas expresaban como lo que el comportamiento anterior hacia esperar como
probable; y esta división provocaba una gran discrepancia entre los especialistas en el estudio
comparado de los gobiernos; algunos se interesaban más por el análisis constitucional, otro de
los modelos de conducta, aunque la verdadera tarea, pero la más sencilla, consistia en relacionar
ambos. A pesar de todo, la dificultad central de los investigadores no pudo ser superada mientras
persistió el problema de la oposición entre exigencias constitucionales y modelos de
comportamiento. Todo lo que había que hacer era examinar qué tipo de prácticas habían
conducido al desarrollo de las constituciones y qué tipos de arreglos constitucionales producían
ciertos tipos de prácticas; este análisis podría resultar empíricamente difícil, pero en teoría
fácilmente realizable, pues habría requerido simplemente un examen de los factores que
conduelan al desarrollo de estos arreglos constitucionales e, inversamente, a las consecuencias
el establecimiento de tal Constitución.
CAPITULO 11. LA PoLITICA CoMPARADA Y EL Esruo1o DE LAS FoRMAS DE GOBIERNO... 63
han vuelto tan "naturales" que acaban por imponerse a las generaciones futuras.
Pueden existir diferencias entre "normas naturales", esto es, no todas son igualmente
reconocidas como normas por todos los componentes de la comunidad, aunque en
todos los Estados se dan combinaciones políticas que han dejado de ser "meras"
prácticas en el sentido ordinario del término, por lo que al imponerse en la sociedad
del devenir, junto con las normas constitucionales y otras, merecen ser consideradas
•X>mo verdaderas "normas naturales". Hoy es claro que éstas representan uno de los
polos con los que se deben de enfrentar los investigadores de los gobiernos, pues
'm el extremo contrario están las regulaciones que son impuestas por la fuerza sobre
una sociedad (es el caso de los gobiernos dictatoriales o totalitarios). En sociedades
diferentes se pueden encontrar tipos distintos de normas, y así los sistemas politices
pueden ser comparados sobre la base de la media en que las normas impuestas
!loliberada o dictatorialmente se interrelacionan con las normas naturales: y donde
lus normas constitucionales se sitúan en el medio pues están caracterizadas por un
•¡rado limitado de imposición combinado con una gran porción de espacio dejado a
lns normas naturales.
Empero -subraya Blondel-, la relación entre las normas y el comportamiento es
' '>mpleja porque éstas no son siempre impuestas directamente a la sociedad polftica;
• decir, no necesariamente se dan en forma de "mandamientos" que los miembros
•lt1la comunidad deben obedecer, están insertas en la de modo muy concreto y dan
,,rigen a "estructuras", a "instituciones" que constituyen otras tantas manifestaciones
' •mcisas del mandamiento de la norma y suministran a las comunidades unos
procedimientos y unas combinaciones permanentes que ponen en práctica la
r•lgulación. 28
El estudio comparado de los gobiernos debe enfrentarse, por lo tanto, con normas,
lrmtituciones y formas de comportamiento. Pero la relación de estos tres elementos
un poco complicada dado que las normas y las instituciones no se vinculan de
m mera directa y uniforme; algunas estructuras pueden ser producidas por cierto tipo
dt• normas, pero ser usadas en contexto normativo diferente, por ejemplo, las
•tic taduras usan las legislaturas y los partidos para sus propios fines; las jerarquías
, dan fuera de los regímenes autoritarios, y las prácticas de las legislaturas se han
rnodificado frecuentemente por la costumbre. Una vez creada, una estructura puede
11 modificada o reemplazada; pero es ventajoso mantener vivas las estructuras
mh'!-. de reemplazarlas, pues como en el caso de las reorganizaciones políticas en
•11 m escala no es conveniente dejar "vacfos" estructurales. En este contexto, dos
llpc 1. de procesos sociales juegan un rol apreciable:
las estructuras e instituciones, igual que las normas, pueden ser impuestas a las
111 lt dBdes, o emerger naturalmente del desarrollo de la comunidad. Los regímenes dictatoriales
h u rollan estructuras jerárquicas; los regímenes constitucionales generan los legislativos y
lltnllnn ,¡ los ejecutivos y los tribunales, y los procesos "naturales" de las costumbres han dado
11111111 ·l grupos, facciones y partidos. Tales estructuras desempei'lan un papel normativo en
t mtc• organizan la manera como deben comportarse los miembros de la comunidad: el
uo¡>ortBmiento "real" tiene lugar dentro del contexto de estas estructuras.
64 JuAN CARLOS VeLAzauEZ EuZARRARAs
los trabajadores sobre las políticas de gobierno; en el primero, es probable que los sindicatos
hayan tenido un larga historia de desarrollo y evolucionado desde un pequeño porcentaje de la
clase trabajadora urbana hasta convertirse en instituciones relevantes, después de una lucha
larga y difícil; mientras que en el otro, el gobierno puede haber decidido "crear" sindicatos
obreros y hacer obligatoria la pertenencia a ellos para obtener un empleo (como la famosa
"cláusula de exclusión", en México). De este ejemplo breve se desprende que las comparaciones
entre la fuerza, el papel y la importancia de los sindicatos pueden ser interesantes, pero en el
caso del segundo Estado, no serán muy reveladoras de la posibilidad real que tienen los
trabajadores de influir en las poHticas gubernamentales; en efecto, la existencia en éste de los
sindicatos obligatorios hará dificil formular aseveraciones realistas de carácter comparativo
acerca de la influencia de los trabaj adores sobre el gobierno en general.
CAPITULO 11. LA POLITICA COMPARADA Y EL ESTUDIO DE LAS FORMAS DE GOBIERNO. .. 65
Jean Blondel comienza este apartado señalando la mayor precisión que, sin duda,
vendrían a aportar al modelo eastoniano G. A. Almond y J. S. Coleman, cuyo libro
Polítics of Developing Areas (1960) representó un verdadero hito en el desarrollo de
un modelo general de estudio comparado de los gobiernos. El enfoque de Almond y
Coleman (que fue replanteado, y en cierto modo mejorado, en Comparative Politics,
por G. A. Almond y G. B. Powell (1966) se basa en parte en los análisis de teoría
sociológica de Talcott Parsons y en los de elaboración de decisiones de H. Lasswell.
Inspirándose en Easton, Almond buscaba las funciones que podían incluirse entre
las entradas y salidas de todos los sistemas políticos; y observando el proceso de
conversión que ocurre al interior del sistema político, demostró que se pueden aislar
seis tipos de funciones. Primero, del lado de las entradas, las demandas se 1) formulan
(o articulan) y se 2) combinan (o agregan); segundo, del lado de las salidas las
normas se 3) formulan (elaboración de normas), 4) aplican (aplicación de normas) y
5) adjudican en casos particulares (adjudicación de normas); después, estas diversas
actividades se 6) comunican dentro del sistema y fuera de él. De igual manera,
CAPITULO 11. LA PoLíTICA CoMPARADA Y EL ESTUDIO DE LAS FoRMAS DE GoBIERNO... 67
Almond demostró que, aparte de convertir las entradas en salidas, un sistema tiene
que ser también definido en función de su capacidad para mantener y adaptar (a
través de un proceso de socialización política), así como del carácter de sus
realizaciones (idoneidad). De esta forma, se encontró un parámetro preciso que
pareció satisfacer, en esos años y por lo menos en gran parte, los requerimientos a
que Blondel se refirió con anterioridad.
El uso de funciones entraña algunas dificultades similares a las que se encontraron
en biología cuando se ha usado este concepto. El término función sugiere un tipo de
concepción teleológica que ponceptualmente no es del todo adecuada; primero,
porque hace difícil distinguir entre las que pueden denominarse metas deliberadas
de los participantes y lo que se produce simplemente porque el sistema aparentaba
alcanzar ciertas metas; segundo, porque no se puede alcanzar una objetividad
completa, debido a que la decisión de denominar "funcionales" a algunos tipos de
acciones en particular depende, en última instancia, de la interpretación que el
observador aplique a cierta clase de hechos; y, tercero, aunque se lograra algún
consenso entre todos los científicos acerca de las funciones que lleva a cabo el
sistema político, está presente el riesgo de que el enfoque se vea constreñido por las
consideraciones culturales y que las funciones atribuidas al sistema respondan sólo
a los sistemas políticos occidentales. 30 Habitualmente el análisis de A lmond es
conocido normalmente como "funcionalismo estructural", porque al tiempo que el
parámetro por el cual se evalúan los sistemas son las funciones que cumple dicho
sistema político, las unidades que se comparan son las diversas estructuras que
componen cada sistema político. Por lo tanto, este modelo indica que lo que deberán
intentar en el futuro los especialistas en el estudio de los gobiernos comparados será
ver qué estructuras o instituciones cumplen las funciones que se asignan a todos los
sistemas políticos.31 En suma, con el método deAimond, es viable relacionar diversos
30
Las tres críticas son válidas, aunque la versión modificada de Almond reduzca al mínimo
algunos inconvenientes del planteamiento original. Empero, Blondel hace dos observaciones:
una, que el funcionalista tiene además otras herramientas para un análisis genuinamente
comparativo (finalmente los sistemas políticos actúan como si cumplieran funciones); la otra,
que no es necesario que el parámetro tenga existencia objetiva: se le puede crear o inventar,
pues lo que se busca no es evaluar un sistema, sino comparar sistemas entre sí. El requisito
nodal es que el funcionalismo no esté sesgado en favor de un tipo de sistema, pues si estuviese
limitado por consideraciones culturales y no permitiera una comprensión legítima de todos los
sistemas, el modelo perderla validez. Sin embargo, no hay motivos para suponer que todos los
modelos funcionales estén limitados necesariamente por consideraciones culturales, aunque
•ti modelo particular de Almond esté más orientado hacia Occidente de lo que se puede admitir.
Ningún elemento intrínseco del funcionalismo indica -según aprecia Blondel- que resulte
Imposible hacer ajustes que perfeccionen el planteamiento y limiten el condicionamiento en
fnvor de los sistemas occidentales (Biondel, op. cit., pp. 27-28).
31
Por ejemplo, una de las funciones de todos los sistemas es la "agregación", que se define
como la manera en que "se combinan las demandas en forma de tipos alternativos de acción".
1 n tal "combinación" pueden desempeñar su papel diversos tipos e estructuras: en las
domocracias occidentales son quizás los partidos políticos las estructuras que por regla ge-
neral se proponen combinar y procesar las demandas; pero, incluso en Occidente, los grupos
dt• Interés de diversos tipos, como los sindicatos y las organizaciones patronales, también
68 JUAN CARLOS V ELAzQUEZ E LIZARRARAS
tipos de estructuras con una función en particular; más aún, mientras que el número
de estas funciones es fijo, el número de estructuras se puede aplicar indefinidamente,
y depende de las características de cada comunidad. En esta medida, el modelo
ostenta una flexibilidad considerable para el estudio comparado de los gobiernos. El
mismo Almond no se propone limitar los modelos de las relaciones estructurales,
señalando específicamente que en occidente cada función concreta suele ser
realizada por un tipo particular de estructura.
Otro elemento interesante que deriva del modelo de Almond es lo que él denomina
la "teoría probabilística de la comunidad", un rumbo de investigación diferente en el
que una vez que se definen operacionalmente las funciones del sistema político y se
categorizar con precisión ~as estructuras, resulta posible formular una "ecuación" de
cada sistema político que revele cuánto de cada función es cumplido por una estructura
concreta; la idea es descubrir con seguridad que cada función es cumplida por gran
número de estructuras, y ver que las comunidades pueden distinguirse, no sólo por
el tipo de estructuras en funcionamiento, sino también por la proporción en que
funcionan. 32 Blondel reconoce que esta es una meta lejana pero alcanzable si se
intenta una teoría general de los sistemas políticos y que sólo cuando las comunidades
sean comparables con arreglo a este sistema probabilístico, o a otro similar, se podrán
considerar el valor preciso de las variables que determinan los modelos de gobierno.
Lo importante es que las diferencias entre los sistemas ya no podrán ser descritas en
términos tan generales que limiten la comprensión de los matices entre un tipo y
otro, y sólo asl se podrá encarar el análisis de los modelos de gobierno de forma "no
localista". ~se a sus inconvenientes, el análisis comparado de los gobiernos ha
cobrado, gracias al funcionalismo estructural, una dimensión general que no tenía
en el pasado y de la que no es probable que se despoje en el futuro.
•
pueden lograr los mismos objetivos, bien por sí solos o en conjunción con los partidos. En
aquellos Estados donde los partidos son inexistentes o débiles, los grupos de parentesco
tradicionales o las iglesias, por un lado, y la burocracia o las estructuras gubernamentales, por
el otro, pueden contribuir a combinar las demandas, si bien en Occidente la "función" de la
burocracia suele consistir en la aplicación de las normas elaboradas por los legislativos y los
gobiernos (Biondel, op. cit., p. 28).
32 Los partidos políticos pueden cumplir la función de agregación en muchos países; pero
suele variar considerablemente la medida en que tal agregación es cumplida también por los
grupos de interés, los legislativos, los gobiernos o las burocracias. De esta forma, las
comunidades no podrían ser ya definidas, en última instancia, mediante la simple descripción
de las diversas estructuras que las caracterizan (puesto que éstas no podrían se definidas de
manera realmente comparativa), sino por las relaciones estructura-función específica de cada
una (Biondel, op. cit., p. 29).
CAPITULO 11. LA PoLITICA CoMPARADA v EL EsTUDIO DE LAS FoRMAS DE GOBIERNO... 69
33 Afirma Blondel que esta característica del modelo no conduce a mayores distorsiones
Las deficiencias del modelo en su forma actual tienen al menos dos consecuencias
de cierta gravedad. La primera se refiere a la medida en que se cumplen las funciones
dentro de una comunidad. La visión de Almond parece postular que cualquier sistema
tiende a cumplir por completo la totalidad de cada una de las seis funciones que se
atribuyen a los sistemas pollticos; éstos agregan demandas y éstas a su vez pueden
ser realizadas por los partidos pollticos, los grupos, las burocracias o cualquier otra
estructura. Lo que distingue a las comunidades es la distribución relativa de las
estructuras que cumplen estas demandas, pero nadie afirma que puedan existir
comunidades en las que no se produzcan en cierta medida. Por cierto, Almond subraya
que los sistemas políticos se pueden distinguir por su "capacidad", a la que se define
como "la manera en que (el sistema) funciona como unidad en su ambiente"; en
concreto, uno de los aspectos de la capacidad es la "capacidad de respuesta" que
varía en grado y que corresponde a la medida en que el sistema político responde a
las demandas formuladas por el conjunto de la población o simplemente por una
35
Nuestro autor afirma con razón que, por deliberadamente impuesto que sea un sistema,
y por profundo que sea su intento de modificar las pautas naturales de comportamiento
mediante la imposición de estructuras, las normas naturales tienden a desarrollarse, bien
paralelamente, o incluso dentro de estas estructuras impuestas. Ahora bien, toda vez que se
sabe que las estructuras pueden así desempeñar un papel "ambiguo" y tratando de determinar
la medida en la cual una estructura dada constituye la "solidificación" de una forma de
comportamiento o es un instrumento para la penetració n deliberada de una norma "impuesta",
sería posible restringir el análisis a la consideración de las estructuras (no siempre, en la
mayoria de los casos), y dar al modelo, a pesar de e llo, el carácter general del que todavia
carece parcialmente (op. cit. , p. 31).
CAPITULO 11. LA PoLITICA CoMPARADA v EL EsTUDIO DE LAS FoRMAS DE GOBIERNO. . . 71
De entrada es importante recordar que el modelo de Almond fue diseñado para permitir
a los politólogos la comparación de los sistemas politicos de las sociedades
desarrolladas y complejas con los de los Estados en vías de desarrollo, en los que
las estructuras están con frecuencia menos diferenciadas, las disposiciones
constitucionales eran inexistentes o no se ponian en práctica y la mayoría de las
"demandas" se formulaban a través de las agrupaciones tradicionales más que por
36
La introducción de la "capacidad" probablemente está relacionada con la totalidad del
sistema y no con alguna de sus funciones integrantes; también está conectada con la relación
entre el sistema y el mundo exterior, por ejemplo, con el grado en que el sistema es "capaz" de
captar las demandas no ya de pequeños sectores, sino de grandes segmentos de la población.
No se refiere a la manera en la cual, una vez formuladas y "articuladas", las demandas se
incorporan y están en situación de convertirse en políticas. Se necesita asf considerar la eficiencia
del sistema ·político dentro de cada una de las funciones, y no sólo su capacidad general en
relación con el resto del sistema social. Al presentar la capacidad como una característica
general y casi taxativa de la eficiencia, Almond nos suministra una fórmula vaga que apenas
ayudará a diferenciar a los sistemas políticos, aunque la distinción entre función y estructura
nos deberla permitir examinar el rendimiento de cada sector del sistema polftico.
72 JUAN CARLOS VELAzQUEZ ELIZARRARAS
las asociaciones modernas o los grupos de interés. Pero el modelo se hizo general y
pretendía ser aplicable tanto a los sistemas totalitarios modernos como a los Estados
de corte liberal y democrático; sin embargo, se dedicó poquísimo espacio a las
dictaduras, quizás porque se supuso que en estos regímenes , lo mismo que en otros
sistemas politicos, las "entradas" y "salidas" podían efectuarse mutuamente a través
de las mismas estructuras que en otras partes . Hacia principios de los setenta del
siglo anterior, cuando el modelo se intentaba aplicar ya a la vida política de cualquier
sistema, se tuvo mayor cuidado de introducir el análisis a los regímenes totalitarios;
pero pese a algunos ajustes.que le fueron hechos al efecto, el modelo general de
Almond todavía no permite comparaciones plenas entre las dictaduras y otros
sistemas.
Ya hemos revisado algunas de las razones teóricas por las cuales el modelo es
propenso a verse prejuiciado en favor de las estructuras "naturales" y en contra de
las "impuestas deliberadamente". En este sentido, aun en su formulación actual, el
esquema no es sólo poco satisfactorio porque el problema que plantea el carácter de
imposición deliberada de las estructuras de los sistemas totalitarios no se analiza a
fondo, sino también porque no considera a cabalidad hasta qué punto las estructuras
"naturales" surgen en los Estados totalitarios dentro y más allá de las estructuras
impuestas de manera deliberada .37 En su formulación actual el modelo da demasiada
importancia a las estructuras formales que crean los sistemas totalitarios y no deja
sitio suficiente a las estructuras informales que pueden aparecer más allá de dichas
disposiciones formales. Si, como postula Almond para su estructura general, cualquier
función puede ser cumplida por cualquier tipo de estructura, se podría fácilmente
suponer que deben existir sistemas en los cuales una función es cumplida por unas
estructuras completamente distintas de las que la cumplen en otro sistema.38
Los sistemas totalitarios pueden ser plenamente reintroducidos en el modelo sin
que sea necesaria una reconstrucción profunda o un abandono del marco general,
pero sí se requiriere una apreciación más ajustada sobre la manera en que se utilizan
las estructuras en el modelo: el concepto de estructuras se emplea de una manera
mucho más refinada en el contexto de las sociedades occidentales y de las que
están en vías de desarrollo que en el de las sociedades totalitarias. En estudio más
37
Admítase al respecto que, no cabe duda, el secreto que rodea a la vida política "real" en
los sistemas totalitarios hace a veces difícil el descubrimiento de estas estructuras naturales,
esto es, se sabe muy poco acerca de la manera en que las agrupaciones informales formulan
las demandas, sea al margen de los grupos reconocidos o dentro de las corporaciones admitidas,
tales como los sindicatos o el partido oficial. Pero la falta de datos fácilmente accesibles no es
la única razón de las limitaciones de este modelo.
Ja Así, por ejemplo, las demandas podían ser articuladas en la Unión Soviética de una
manera que no tuviera relación con el modo en que se articulaban en Gran Bretaf'la o loa
Estados U nidos; en este sentido puede ser que las características de la entonces Unión Soviética
se asemejaran más a las de una nación en vías de desarrollo: la Unión Soviética fue un pa ls en
vías de desarrollo durante gran parte del siglo XX; puede ser también que la mayor dife rencia
existente entre la entonces Unión Soviética y una nación en vlas de desarrollo residiera en loa
modos de regulación de las "salidas", y en los p rocesos de regulación de las "entradas".
CAPITULO 11. LA PoltTICA COMPARADA Y EL ESTUDIO DE LAS FORMAS DE GOBIERNO.. . 73
detallado de las estructuras de los paises totalitarios quizás revelaría una riqueza
mucho mayor en las pautas de desarrollo grupal de lo que sugiere incluso la
caracterización dada por Almond y Powell. Se podría, además, describir pautas de
relaciones entre estructuras y funciones para el sistema político en su totalidad. Pero
no hay duda que se requiere la depuración del concepto de estructura y un examen
minucioso de la medida en que las estructuras desempeñan parcialmente ciertas
funciones, lo cual puede coadyuvar a promover un desarrollo más rápido de la teoría
general.
'( 1 se señaló que son muchas y diversas las variables con que se tropieza en el
r ·atudio comparado de los gobiernos, y que algunas de carácter socioeconómico se
pmstan de manera natural al análisis cuantitativo. Se han hecho, por cierto, intentos
1lu medir el grado preciso de relación entre los sistemas políticos y el desarrollo
u •>nómico; por ejemplo, el tipo occidental de democracia liberal se presenta, en
Jr •lleral, asociado con un alto nivel de vida, mientras en los paises en vias de desarrollo
1' 1mcen caracterizarse tanto por una mayor inestabilidad como por una elevada
pr•)pensión al autoritarismo; claro está, hay excepciones. Pero el análisis tiende a
' omplicarse por la cantidad de variables que es necesario tomar en cuenta y por la
Imprecisión o ambigüedad relativas de algunos de los conceptos; es el caso de la
l. tbilidad política que, por ejemplo, es un concepto ambiguo que puede significar
,, ~ l.tbllidad de los regímenes o estabilidad de los gobiernos (la diferencia entre am-
h• ·, componentes no es siempre tan fácil de establecer); igualmente dificil de definir
In democracia liberal, puesto que los principales integrantes de un índice combinado
(ulc ~~ ~clones libres, transparencia, existencia de oposición, etc.) parecen desafiar
• 11 1lquier ejercicio heuristico riguroso. Se ha intentado, sin embargo, medir con cierto
11tlt<1 el grado de asociación entre democracia liberal y desarrollo socioeconómico;
1 11, ~, M. Lipset inició un estudio de tal relación en los contextos de los Estados
74 J UAN CARLOS V ELAzQUEZ E LIZARRARÁS
39
Cutright pudo así medir el grado preciso de relación entre el desarrollo politico y una
selección de varios indicadores socioeconómicos, y descubrió que el índice de lal
"comunicaciones", y no el del nivel de vida, es el que explicaba la mayor parte de las variacionet
Su trabajo permitió también medir el grado de superdesarrollo y subdesarrollo polfticos relativ~
para un nivel dado de desarrollo social o económico. Un punto interesante que también salió
relucir es que generalmente se piensa que los Estados latinoamericanos son subdesarrollada~•
debido a su inestabilidad general, empero, la mayorla de ellos están politicamen
superdesarrollados en relación con el nivel de sus logros socioeconómicos; por lo tanto, ro
sorprendente en América latina no es que los paises del subcontinente estén expuesto1•
periódicamente a brotes de autoritarismo, sino que estos periodos no sean más frecuentes o
prolongados.
CAPITULO 11. LA PoLITICA CoMPARADA v EL Esruo1o DE LAS FoRMAS DE GOBIERNO... 16
politices, aunque su clasificación pudo haber sido más depurada, y de hecho una
evaluación precisa del impacto de cada tipo de grupo podría contribuir de un modo
muy directo a la caracterización de los tipos de comunidad política. Al respecto,
apunta Blondel que, de cualquier suerte, al abordar la primera clasificación de los
grupos en relación con los sistemas políticos, Almond preparó el terreno para un
.málisis de los vínculos concretos entre el desarrollo político y el social.
41
De aqui se podria deducir algo fundamental: la estructura formal de los partidos polític~
es menos importante que la medida en que el partido necesita crear y mantener una imageJ1
"positiva" si ha de movilizar a sus masas de seguidores durante las elecciones u otras formal
de acción polltica y social.
CAPITULO 11. LA POLITICA CoMPARADA v EL EsTUDIO DE LAS FoRMAS DE GoBIERNo... 77
A este respecto, destaca Blande! que no obstante la teoría de los sistemas de partidos no
• 1111 tun avanzada como la teorla de las estructuras partidistas o la teoría de las relaciones
nlr•• •ti desarrollo politice y el social, el rumbo que habrán de seguir los estudios en el futuro
1ultn bastante evidente (op. cit., p. 41).
7& JuAN CARLOS VEL.ÁZOUEZ EuZARRARAs
43
Ello en razón de que existen políticas generales que pueden ser abordadas con prudenci~
y sapiencia y deben ser examinadas por un cuerpo amplio, pero también temas más específi001
que es mejor dejar a un cuerpo menor y permanente, facultado para actuar en casos de
emergencia. La distinción entre las políticas generales y su aplicación detallada ha sido objeto
de severas críticas, pero sigue siendo, aún hoy, la base de la distribución de poderes entre
legislativos y ejecutivos en los gobiernos constitucionales.
44
Los institucionalistas consideran que además otra serie de consecuencias derivadas de
los postulados. Por ejemplo, que el derecho de disolución "no debería" existir en los sistema•
de convención o presidencialistas, pero "debería" existir en los reglmenes parlamentarios: si
los sistemas de convención incluyeran la disolución. el legislativo no sería superior al ejecutiv
si existiera en las formas presidencialistas, el legislativo y el ejecutivo no estarlan verdaderamen
separados; pero sí no existiera la disolución en los sistemas parlamentarios, no se podría
establecer pautas de influencia recíproca. Ello se debe, siguiendo una lógica análoga, a qut
los sistemas de convención y los parlamentarios deben dar al legislativo el derecho de destitu,.
al ejecutivo (voto de censura), mientras que en los regímenes presidencialistas no deberlan
tenerlo. Estas reglas, y muchas otras que pueden deducirse de manera similar, constituyen lat
"instrucciones" de los constitucionalistas. De hecho, fueron observadas, en general, por quien
elaboraron la mayorla de las constituciones del siglo XIX y de la primera parte del XX. Durantft
las décadas centrales de este último, ha sido más corriente que se las desobedeciera, pero lat1
constituciones que se han contravenido gravemente los principios también han tenido una vidl•
limitada o una aplicación "real" limitada.
CAPITULO "-~
...._
JI. LA POLITICA CoMPARADA Y EL ESTUDIO DE LAS FoRMAS DE GOBIERNO'flCULTAl\ E IIEIIIAI
Excepción hecha de los trabajos realizados por los estudiosos y comp~~\~s'UI~ I-4II,&LU
los Estados Unidos, y otros pocos europeos, en realidad siguen siendo excepcionales
los estudios sobre el funcionamiento del legislativo y el ejecutivo; incluso un grupo
importante de teorías comúnmente aceptadas, como la que se refiere al papel de la
disolución en el comportamiento del poder legislativo, no han sido contrastadas en
estudios de amplitud verdaderamente internacional. Algunas proposiciones más ge-
nerales y otras reflexiones indicativas acerca de la decadencia de los Congresos y
Parlamentos, el ocaso y reforma de los poderes judiciales o la preponderancia creciente
de los poderes ejecutivos han sido aceptadas "normalmente", sin comprobación empírica
durante un periodo extenso o sobre una base de análisis internacional. Los estudios
sobre la estructura del ejecutivo, o del papel de las coaliciones, o de la importancia
relativa de la estabilidad gubernamental para la eficiencia del ejecutivo, no han recibido
ni la base comparada ni el carácter sistemático que requieren, si se quieren comprobar
las hipótesis y extraer conclusiones generales.
Coincidimos con Blondel cuando afirma que entre las diversas ramas del estudio
comparado de los gobiernos, la del sistema constitucional sigue siendo la única en
que la teoría institucional y normativa está más avanzada que la teoría positiva, lo
cual obedece en parte a que, durante un periodo largo, la teoría institucional no
requirió de una teoría positiva; amén que el estudio del gobierno constitucional se vio
m parte entorpecido por el desarrollo de otras ramas del estudio comparativo
~ubernamental en las que, hasta entonces, no se habían descubierto pautas y en las
que era imperativo obtener progresos inmediatos. Es a partir de la extensión de los
málisis conductistas de las estructuras constitucionales de los Estados Unidos, en
los sesentas y los setentas, que se ha comenzado a estudiar el problema de las
pautas de comportamiento en los gobiernos constitucionales. De hecho, el análisis
de los sistemas de partidos habría de conducir, más adelante, al estudio conductista
dE• los gobiernos constitucionales, puesto que los partidos representan la principal
vnriable estructural para explicar las diferencias de funcionamiento entre los sistemas
.fE• gobierno.
zu n~ d'
qo, •. ~ ~" JUAN CARLOS VELAzOUEZ ELIZARRARÁS
45 No se puede demostrar en forma definitiva que el gobierno totalitario acelere el ritmo del
desarrollo, si bien los miembros de las "nuevas elites" de tales naciones suelen creer y hacer
creer que así es; se constata en cambio, que el totalitarismo puede ir acompañado del
estancamiento; aunque es interesante señalar que las tensiones sociales producidas por el
desarrollo económico pueden ser dominadas por los gobiernos totalitarios (Biondel, op. cit., p
45).
46
Incluso se puede demostrar que el tipo de ideología de los militares se relacion
estrechamente con el nivel de desarrollo; en otras palabras, los gobiernos militares que toman
el poder en Estados que se encuentran en una etapa relativamente temprana de desarroiiQ
tienden a ser ideológicamente más "progresistas" que los que aparecen en países má1
adelantados (Biondel, op. cit., p. 46).
CAPITULO 11. LA PoLITICA CoMPARADA Y EL EsTUDIO DE LAS FoRMAS DE GOBIERNO... 81
47
Afirma Blande! con razón que lo que han demostrado los estudios modernos sobre el
papel de los militares en los procesos de la polftica es que la intervención militar como tal ya no
roquiere explicación; los estudios futuros deberán, por lo tanto, concretarse en los medios por
los cuales se pueda limitar la intervención militar y hacer que deje de constituir un peligro para
In estabilidad de la comunidad política (Biondel, op. cit., p. 47).
48 En un sistema polftico comunista, esta proporción sería entre los empleados públicos en
11ntido estricto y los gerentes del comercio y la industria y los funcionarios del partido, aun
1 uando todos estos dirigentes estén, desde un punto de vista legal, empleados por el Estado.
f 1.Jra una ilustración actual y dinámica del problema de las burocracias, recomiendo consultar
In obra de GUERRERO, Ornar, Tecnocracia o el fin de la polftica, Instituto de Investigaciones
Jurldlcas, UNAM, 2006, 136 pp.
82 JuAN CARLOS VEL.AzOUEZ EuZARRARA8
parece decrecer más que aumentar con el desarrollo de las sociedades, lo cual se
explica porque aquéllas, como las estructuras castrenses, tienden a incrementar su
influencia cuando la cultura cívica es baja y donde las demandas son fuertes y
numerosas y su carácter es mutuamente excluyente. 49
Al llegar a este punto critico, Blondel no duda en afirmar convencido que el estudio
comparado de los gobiernos amplió así notablemente su esfera en el curso de las
tres décadas que van de 1950 a 1980, debiéndose admitir que, en buena medida,
sigue sin haberse encontrado una explicación completa, comprensiva e integral al
fenómeno del desarrollo político de las sociedades, razón por la cual, no se puede
pronosticar con certeza la dirección que tomará la organización política del Estado
en el futuro. No se sabe con precisión cuánto cundirá la marcha hacia la democracia,
ni qué Estados pasarán por una fase de gobierno totalitario o autoritario si sus objetivos
se cifran en un rápido impulso del desarrollo económico y social.
Ciertamente, sería vano esperar respuestas amplias y uniformes para tales
preguntas, pues éstas se presentarán más bien en términos de acontecimientos
alternativos en relación con diversos conjuntos de condiciones. Pero es innegabiQ
que ya se dispone de algunas ventajas en este esfuerzo, por ejemplo: ha crecido el
número de "teorías parciales", se ha logrado un panorama más claro de las variables
que explican el desarrollo político, las "estructuras" de los sistemas se estudian en
mucho mayor detalle, ya no se considera individualmente a las comunidades ni se
las compara al azar; y, en general, los sistemas políticos se caracterizan con base en
un número cada vez mayor de variables generales que se pueden relacionar con un
modelo general de la vida política de las diferentes sociedades.
De ah 1que sea prudente esperar que como resultado de esta tendencia, aumentará
sin duda la demanda de "ingeniería polltica", y se podrán "manipular" los sistemas
políticos con más correlación que antes, lo cual seguramente conducirá a "errores1'
similares a los que se criticaron en los economistas cuando empezaron a "manipu
lar" las economías nacionales, para después hacer lo propio con la economía
internacional. El ejercicio podrá aportar argumentos para los comparatistas que buscan
predecir el gobierno, no sólo en su marco general, sino en las formas concretas de
estructuras y formas de acción políticas; aunque tampoco es nueva la aspiración de
manipular los gobiernos. En efecto, los partidarios del régimen constitucional, al igual
que los dictadores, trataron siempre en el pasado de cambiar las condiciones en que
debía desarrollarse la politica, o sea que ganas no han faltado, sino la capacidad de
intervenir eficazmente en el campo del gobierno. Nos parece pues, que una buena
conclusión de todo lo antes dicho es que, el mejor conocimiento de las condiciones
de evolución no sustituye el interés por los valores y los objetivos morales, debiendo
siempre razonarse sobre cuáles formas de gobierno son las más indicadas para la
49 Inclusive, al igual que ocurre en los ejércitos, las burocracias carecen de funcionamiento
reseñan. Este tipo de enfoque se encontrará en cualquier texto corriente, asf como
en una serie de monografias cuyo carácter aspira a ser más comparativo; pero sólo
eso, aspiran, pretenden, lo enuncian, pero no lo aterrizan, no operan la comparación.
51 MACRIDIS, R. C., The Study of Comparative Govemment, Random House, U.K., 1955,
pp. 7-12.
52
Ejemplos tlpicos de este enfoque son dos estudios de los sesenta y setenta sobre el
desarrollo constitucional de Europa occidental después de la Segunda Guerra Mundial:
Constitucionalism and Constitutional Trends since World War 11, de Arnold Zurcher, y Les Cons-
tltutions E uropéennes, de Mirkine Guetzevitch. Asimismo son de mencionarse las contribuciones
de lvor Jennings, British Cabinet y British Parliament, y del francés Francis Doré, Les régimes
politiques en Asie (1973), que se basan en el enfoque legalista, con un especial acento en la
búsqueda de antecedentes que buscan "explicar" los poderes de los diversos organismos
gubernamentales.
86 JuAN CARLOS VELÁZOUEZ EuZARRARAs
los países estudiados, la relativa facilidad para salvar las barreras idiomáticas y la
facilidad para conseguir documentos oficiales y otras fuentes de material, junto con
las afinidades culturales; así, Estados como Francia, Gran Bretaña, Alemania, Suiza,
y en menor medida las naciones escandinavas y los dominios británicos, han ocupado
primordialmente a escritores e investigadores y que se han visto incorporados
invariablemente en los programas de enseñanza de disciplinas políticas y en los
diversos cursos de estudio comparativo de las formas de gobierno de la mayoría de
las universidades norteamericanas; pero sin haber rebasado, salvo contadas
excepciones, el ámbito académico estadounidense.
Pero, además de este iocalismo -que se extiende hasta fines del siglo XX-, no
se ha desarrollado ningún esfuerzo sistemático por identificar semejanzas y diferencias
entre estos Estados, excepto en términos puramente descriptivos; o sea, que se ha
hecho muy poco por definir analíticamente las categorías que constituyen un "área"
de estudio, encaminándose el grueso de los autores a la simple identificación de
estos Estados en función de un acervo histórico y cultural común , ignorando con
frecuencia otros rasgos comunes, tales como sus avanzados sistemas económicos,
sus instituciones y la democracia.
Esto conduce también a interrogarse sobre el significado de lo que son los sistemas
económicos "avanzados" y, en términos más específicos, cuál es la relación entre
las instituciones políticas y el sistema económico existente. Se ha afirmado por ejemplo
que en Alemania no se desarrollaron la ideología democrática ni las instituciones
parlamentarias porque el capitalismo se desarrolló de manera "tardía", pero nada se
ha hecho por comprobar comparativamente tal afirmación; porque, después de todo,
el capitalismo se presentó "tardíamente" en los Estados Unidos y en algunos dominios
británicos. O bien, con frecuencia se hacen afirmaciones taxativas sobre la existencia
de una ideología común, sin tratar de definir lo que es "común" ni como se relaciona
la ideología con las instituciones políticas.
Esto muestra que, sin duda, las referencias a las configuraciones sociales y
económicas, a las ideologías políticas y las instituciones que se hallan en los textos,
debieran ser interrelacionadas en un sistema que hiciera posible el análisis comparativo,
al menos de estos Estados occidentales. El caso es que no se ha llevado al cabo
ningún esfuerzo en tal sentido, con excepción de Constitutiona/ Govemment and De-
mocracy, de Carl Friedrich, e incluso a este autor le interesa sólo la interacción de la
ideología y las instituciones; amén que no facilita ninguna síntesis sistemática de las
diversas "características" o "rasgos" de los distintos sistemas políticos.53
La concentración en los sistemas occidentales no se explica únicamente con
base en algunas de estas consideraciones, pues hay otros factores relevantes como
variable alguna; y que a este vacío hay que atribuir la incapacidad de los politólogos para hacer
ningún análisis verdaderamente comparativo de los sistemas gubernamentales de Occidente.
Blondel destaca que sin embargo, hay excepciones notables, además de los libros del profesor
Friedrich y del profesor Herman Finer, que son Po/itica/ Parties, de Michel y los ya viejos análisis
comparativos de la estructura y la organización de los partidos políticos, y de la relación entre
la estructura y la ideología, de Maurice Duverger. Otro buen ejemplo de un tipo de estudio más
CAPITULO 11. LA PoLITICA CoMPARADA v EL EsTUDIO DE LAS FoRMAS DE GoBIERNO.. . 87