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MITO Y TRADICIÓN

Pero afirmar una "sólida tradición" implicaba ir más allá de ese legado de reticencias,
rechazos xenófobos y evocación nostálgica de un pasado que el progreso arrastraba
irremisiblemente. La cuestión de la identidad nacional debía dar lugar a certidumbres activas
y mitos de identificación colectiva. El mito, dice Malinovski, "no es una explicación que
venga a satisfacer un interés científico, sino una resurrección, en el relato, de lo que fue una
realidad primordial que se narra para satisfacer profundas necesidades religiosas, anhelos
morales, sumisiones sociales, reivindicaciones e incluso requerimientos prácticos".1

Tal vez nada exprese mejor ese espíritu que estas palabras que Rojas escribió en el prólogo al
libro que redactara en homenaje a la celebración del Centenario: "Por otra parte, no he
buscado componer una obra doctrinaria, o conceptual o didáctica, sino un libro de pura
emoción, que, como los libros heráldicos, reavivase, por la leyenda o por la historia, el
orgullo y la fe de la casta".2 La voluntad de construir un mito nacional es inescindible del
proyecto creador de Rojas, quien no piensa que la definición de ese mito contradiga el
carácter sistemático de sus investigaciones histórico-literarias. El "espíritu de la tierra", la
"raza", la "sangre", las categorías del espiritualismo antipositivista, pero también aquí y allá
algunas gotas de positivismo: en fin, todos aquellos elementos del horizonte ideológico que
podían contribuir a elaborar esa "realidad primordial", fueron movilizados para dotar a los
argentinos de la sólida tradición nacional frente a la amenaza de la invasión disolvente.

Estas tendencias hallarían una cristalización característica (y de larga influencia en la cultura


argentina) en el movimiento de revaloración del Martín Fierro, que tuvo su punto de
condensación en el año 1913. La nueva lectura del poema de Hernández no sólo fue ocasión
para la transfiguración mitológica del gaucho —convertido en arquetipo de la raza—, sino
también para establecer el texto "fundador" de la nacionalidad: "Sintetiza el espíritu de la raza
americana, en lo que éste tiene de hondo y permanente".3 El movimiento tuvo sus episodios
claves en las conferencias dictadas por Lugones sobre el Martín Fierro, que serían editadas
pocos años después bajo el título de El payador; en el discurso con que Ricardo Rojas se hizo

1
Bronislaw Malinovski, "El mito en la psicología primitiva", en Magia, ciencia, religión, Barcelona, Ariel,
1974, p. 124.
2
Blasón de plata, Buenos Aires, Losada, 1946, 2a. edición en la colección Contemporánea, p. 11.
3
Manuel Gálvez, respuesta a la encuesta sobre Martín Fierro, en Nosotros, Nº 50, junio de 1913.
cargo de la recién fundada cátedra de Literatura Argentina y, finalmente, en la controversia
promovida por la encuesta de Nosotros a propósito del poema de Hernández. La encuesta de
la revista era, en realidad, un eco de los otros dos episodios y la larga polémica que recorrió
varios números tenía un eje de discordia: ¿era el Martín Fierro un poema épico? Lugones lo
había afirmado y Rojas también, aunque le asignaran una filiación histórico-literaria
diferente. Para el primero, el Martín Fierro tenía sus antepasados en los poemas homéricos,
mientras que para Rojas se emparentaba con la épica medieval: la obra de Hernández
representaba para los argentinos lo que la Chanson de Roland para los franceses y el Cantar
del Mio Cid para los españoles.

Todos los argumentos de filología y preceptiva, de que hicieron alarde incluso los que se
oponían a la clasificación "épica" del poema, eran tributarios de un presupuesto: la relación
entre la épica (primitiva o popular) con la nacionalidad. Lugones formuló con claridad este
vínculo en el prólogo de 1916 a sus conferencias: "El objeto de este libro es, pues, definir
bajo el mencionado aspecto la poesía épica, demostrar que nuestro Martín Fierro pertenece a
ella, estudiarlo como tal, determinar simultáneamente, por la naturaleza de sus elementos, la
formación de la raza, y con ello formular, por último, el secreto de su destino".4 Ya en su
Historia de Sarmiento, de 1911, había adelantado el principio que guiaría su lectura del
Martín Fierro: "El país, dice a propósito de Sarmiento y Hernández, ha empezado a ser
espiritualmente con esos dos hombres. Ellos presentan el proceso fundamental de las
civilizaciones, que semejantes a la Tebas de Anfión, están cimentadas en cantos épicos. Así es
una verdad histórica que los poemas homéricos formaron el núcleo de la nacionalidad
helénica. Saber decirlos era el rasgo característico del griego. Bárbaro significaba revesado,
tartamudo: nuestro gringo".5 Y Ricardo Rojas, al retomar la cuestión en la Historia de la
literatura argentina, ratificaría cuál era la clave que estaba en juego en el asunto del género
del poema: "El Martín Fierro es tan diverso del Cantar del Cid, como lo son el ambiente y los
tipos de cultura que cada uno describe. Demostrar que nuestro poema ocupa esa posición
'épica' dentro de la nacionalidad argentina, es plantear en términos definitivos el problema de
su clasificación genérica".6

4
El payador, Buenos Aires, Centurión, 1961, p. 16.
5
Lugones, Historia de Sarmiento, Buenos Aires, EUDEBA, 1960, p. 151.
6
Rojas, Historia de la literatura argentina, op. cit., vol. II, p. 529.
Si el texto de Hernández contenía el secreto de la nacionalidad, volver sobre él significaba
resucitar esa verdad primordial, pero ya no únicamente para evitar que el "gaucho simbólico"
se eclipsara frente a los cambios que el progreso introducía. También para afirmar, a través
del mito del origen, el derecho tutelar de la élite de los "criollos viejos" sobre el país.
Derecho que los recién llegados aparecían impugnando.

¿Y quién mejor que el escritor para ejercer, por delegación, este derecho? La misión especial
del artista, un tema mediante el cual el escritor legitimaba simbólicamente su nuevo lugar en
la estructura social, se cargaba de cometidos concretos: decir la verdad de los orígenes, fundar
la tradición, espiritualizar el país. "Son los escritores, y especialmente los jóvenes, quienes
realizan esta obra de evangelización."

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