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Universidad Santa Maria

Sede Postgrado
Materia: Procedimiento Ordinario II

EL ENRIQUECIMIENTO SIN CAUSA Y LA


LEGITIMACIÓN

Docente: Autor:
Dr. Luis Tomas León S. Yoilíz A. Díaz
C.I: V-22.356.230
1.El enriquecimiento sin causa

El Código Civil en articulo 1184 consagra el enriquecimiento sin causa: “Si la


persona que se enriquece sin causa en perjuicio de otra persona se encuentra en
el deber de subsanar el daño indemnizándolo, dentro del límite de su
propio enriquecimiento, de todo lo que aquella se haya empobrecido.”

Por lo tanto, de este fundamento parte de la idea que aquellas relaciones reguladas
por el Derecho que no conciban un traslado patrimonial entre dos o más personas
por una causa eficiente y justa, es un enriquecimiento sin causa, porque el
equilibrio patrimonial debe existir ya que el hecho de que una persona se
enriquezca y la otra se empobrezca debe ser por una causa ajustada a derecho, es
decir se debe percibir un enriquecimiento correlativo a un empobrecimiento, sin
que tenga un sustento jurídico.

Por lo tanto, estamos en presencia de un enriquecimiento sin causa cuando se


existen los siguientes elementos:

1) Un aumento patrimonial a favor de otra persona


2) Una disminución patrimonial a favor de otra persona, la cual es
inversamente proporcional al patrimonio del primero.
3) La ausencia de una causa que justifique las dos primeras situaciones.

Una vez materializado el enriquecimiento sin causa, al empobrecido le nace la


Actio in Rem Verso o de repetición, la cual consiste en una restitución o
indemnización de aquel que se ha enriquecido a su costa sin causa o injustamente,
es una acción cuyo fundamento es la equidad, porque a través de la mediación
interviene para reparar y devolver el equilibrio patrimonial. Por lo tanto, mientras
que el Enriquecimiento sin causa, consagrado en el código civil, se trata de un
principio general del derecho que prohíbe el incremento patrimonial sin justa
causa, la acción de repetición es la figura procesal a través de la cual se reclaman
los efectos de la vulneración de dicho principio.

En cuanto al monto de la indemnización que surge por el monto del


enriquecimiento sin causa, la doctrina es unánime en considerar que debe
determinarse por el monto menor de los valores del enriquecimiento o
empobrecimiento respectivamente.

Todo esto considerando aquellos casos en los cuales el enriquecimiento del


demandado pueda no coincidir con el empobrecimiento del demandante, ya que la
condena a la cual pretende la acción no puede sobrepasar la más bajas de estas dos
sumas, es decir, el empobrecido no puede exigir más que la restitución de su
patrimonio, y al patrimonio enriquecido más que ser llevado a su nivel inicial.

Ya que sería injusto condenar al enriquecido a restituir más que lo correlativo al


aumento del valor de su patrimonio, en el caso de no que hubiese cometido falta,
pero si se le permitiera al empobrecido reclamar todo el enriquecimiento obtenido,
cuando su prejuicio ha sido menor que al aumento del demandado, estaríamos en
presencia de otro enriquecimiento a expensas de otro. De modo que esta formula es
la más equitativa, por lo tanto, la indemnización no puede sobrepasar ni el
enriquecimiento del demandado ni el empobrecimiento del demandante.

2. Legitimación Procesal.

En un proceso judicial se necesita de una serie de requisitos previos para que la


pretensión del demandante pueda estimarse en un futuro. En primer lugar, el
tribunal debe tener jurisdicción y competencia, en segundo lugar, las partes deben
tener capacidad para ser parte y capacidad procesal. Y, por último, el demandante
y el demandado deben tener algún tipo de relación jurídica lo que se va a discutir
en el proceso, a esto se le llama, tener legitimación procesal.

En materia civil la legitimación consiste en el interés jurídico propio con el cual


actúa una persona, es decir, tiene legitimación para hacer sus pretensiones en
juicio, y la persona contra quien se apremia en juicio o ante quien se afirma tener
ese interés jurídico, tiene legitimación para comparecer y actuar en el juicio.

Por lo explicado, se desprende entonces dos clases de legitimación.

Legitimación Activa: “Capacidad para actuar como parte demandante o


recurrente en un proceso judicial, con base en la titularidad de un derecho o
interés legítimo”

Legitimación Pasiva: Es la que recae en la figura del demandado, porque es quien


soporte lo pretendido por el demandante.

Todo ello forma parte de la denominada “legitimación ad causam”, la cual se


define como la cualidad necesaria de las partes litigantes para actuar en juicio,
concluyéndose así que el proceso no debe instaurarse indiferentemente entre
cualesquiera sujetos, sino precisamente entre aquellos que se encuentran frente a la
relación material o interés jurídico controvertido, pudiendo las partes en el proceso
alegar que su adversario carece de ella, lo cual es defensa perentoria que está
prevista en el artículo 361 del Código de Procedimiento Civil.

Por lo tanto, podemos concluir que para demandar y ser demandado se requiere
tener cualidad o interés para intentar y sostener el juicio, referida la cualidad a la
titularidad de un derecho o de una obligación, y el interés al derecho de acción.

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