Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
oculta el bosque.
Se reconoce aquí la posteridad de la famosa filosofía hobbesiana: Homo homini lupus. Incluso
más que en sus películas del "cripto-oeste", el hombre peckinpiano nunca se ha reducido a una
animalidad latente tanto como en Perros de paja. La película cultivará este estado como clímax
de espera. Una expectativa diegética (esperar que el hombre se convierta en lobo) que se
aliviará en la explosión asesina final.
Es en este estado de asedio, en esta niebla cercana a lo fantástico, donde cobran vida los
impulsos destructivos reprimidos de cada uno: el padre Hedden y su resentimiento hacia el
Mayor (alimentado desde el principio en el bar), las rivalidades de David y Charlie (también
iniciadas desde el principio, en torno a un coche que los separa) o la tentación de Norman
Scutt de despreciar la carne de Amy (el mismo que blandía sus bragas como un trofeo). Es en
las manos de Amy que se completa el asesinato. Y como señala François Causse, el impulso
homicida adopta la forma de un bucle: "el arma ha terminado así su viaje asesino, habiendo
pasado por las manos de cuatro personajes, dos en cada campo, para un vals mortal "3.
3 El devenir animal consumado de David representa una virilidad naciente. Pero es sobre todo
una sexualidad redescubierta, que ha sido constantemente socavada desde el principio de la
película. En varias ocasiones, David repele las insinuaciones de su mujer: primero en el coche,
cuando ella intenta desabrocharle los pantalones y él se escapa, un juego erótico con chicles o
un lánguido beso en el salón, ambos sin continuidad. Por no hablar de las numerosas alusiones
verbales que salpican la película. Una de las más explícitas la describe François Causse:
"durante una discusión metafórica con los obreros que anuncia el episodio de la cacería fallida
de David, y la corolaria violación de Amy, el campo léxico de la cacería adquiere una
connotación sexual. Mientras los tres hombres se turnan para mirar a Amy, la presa que
codician, David confiesa: "No estoy acostumbrado a cazar. Para calmarlo, Scutt añade
entonces: "¿Pero ha disparado alguna vez un arma, señor Summer?". Después, la actitud
ampulosa de David en la persecución de los patos salvajes, efectuando muchos disparos sin
éxito, es risible. Parece un niño jugando a la 3. David pregunta: "¿Es para la casa?" y Amy
responde: "No, es para ti. Es una trampa para hombres". La trampa es la sexualidad metafórica
de Amy esperando a ser activada. Pero David demuestra ser un amante fracasado. Una escena
clave es reveladora en este sentido; la única escena en la que la pareja parece dispuesta a
entregarse a los placeres de la carne. Tras unos vagos preliminares, la pareja se abraza
excitada. Corta. Al día siguiente encontramos a la pareja, vestida, en el salón, pero
extrañamente enzarzada en una discusión. Entre lágrimas, Amy le dice a David: "Sólo quiero
ayudarte...". La frase lo dice todo: ¿es David impotente? (Además, cuando David se esfuerza
por arrancar su coche ante las hilarantes risas de los trabajadores, ¿no es otra forma de sugerir
una "crisis sexual"?) Sin embargo, la puesta en escena lo dice todo: el espejo y el marco de la
ventana (detrás de la cual hay un público: Janice y su hermano) hacen del escenario un
espectáculo en el que sólo se consume la imagen (véase la imagen de abajo), y además
especular (la imagen está invertida, como la realidad). En definitiva, un espectáculo en el que
se juega y nada más.
Esto podría explicar la ambigüedad de la escena de la violación. Amy ocupa una posición
ambivalente: deja entrar a Charlie, le ofrece un trago, lo besa y luego lo aleja, para luego ser
violada. Es un calvario muy confuso, dividido entre lágrimas y placer, gritos y caricias (no muy
diferente del confuso equilibrio de poder en el animal durante el acto procreativo). Es un
disfrute, obviamente, por delegación, a través de las imágenes mentales de su marido. El uso
del montaje alternativo crea vínculos metafóricos entre las dos escenas, jugando con el
simbolismo freudiano: caza/sexo; pistola/falo; disparar/penetrar. El montaje alterno en Perros
de paja tiene esta tendencia a unir la pulsión de vida (Eros) y la pulsión de muerte (Tánatos),
como en la secuencia inicial del asesinato, donde el vestido rosado de Janice (la carne
deseante) se enfrenta a las togas negras del reverendo y sus seguidores.