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Ficha técnica:

Filosofía y Ética

Autores: Cenci, Walter y Perpere, Mora

Contenido
1. Presentación de la filosofía ............................................................................................................. 2
2. Sobre el objeto y el método ............................................................................................................ 8
3. Bibliografía utilizada ........................................................................................................................ 9

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Filosofía y Ética

1. Presentación de la filosofía
A lo largo de la historia, la filosofía ha tenido diferentes consideraciones y alcances, sea tanto a
nivel del conocimiento que genera, de los temas u objetos que se plantea como estudio, o sus
posibles aplicaciones o consecuencias. Lo cierto es que su estatus ha variado a la largo del tiempo,
incluso hoy en día podemos llegar a usar este término en sentidos de lo más diversos. Por
ejemplo, podemos decir, sobre las características de una persona, su manera de pensar, su modo
de tomar decisiones, que eso es su filosofía de vida, su estilo particular de ver el mundo y actuar
en consecuencia. Desde luego, a ese amigo no le pedimos que formalice intelectualmente su
pensamiento, que legitime sus afirmaciones, que tenga coherencia entre sus fundamentos y
acciones. Pero a la filosofía seguramente le pedimos más que a un amigo. En principio nos obliga a
pensar justamente qué tipo de pensamiento es la filosofía; y como suele suceder, entendemos
mejor algo cuando podemos establecer sus contornos, sus límites, qué es y qué no es. En esas
consideraciones el término filosofía ha tenido distintas posibilidades que hoy tal vez no las
consideramos como parte de su tarea. Por ejemplo, el libro en donde Newton establece la ley de
gravedad, texto que hoy consideraríamos como un libro de Física, de una ciencia natural, él lo
llama filosofía de la naturaleza; en efecto, él no cree estar haciendo algo por fuera de filosofía,
sino que su física es parte de ella.

A su vez, en nuestro imaginario ser filósofo no es algo que uno se pueda atribuir, a diferencia de
ser ingeniero, médico o escritor. Ser filósofo parece que solo lo atribuye la historia, el
reconocimiento futuro. Alguien se dedica a estudiar filosofía, pero ser filósofo es un título de la
posteridad.

1.1 Alcances y límites de la filosofía

Para reconocer los alcances y límites de la filosofía, indagaremos sobre dos formas de
pensamiento que nos permitirán comprender mejor su perspectiva: el mito y la ciencia.
Deberíamos poder evitar aquello que acecha a la comunicación: cuando se pregunta qué es, se
responde que no existe la no comunicación, y que esta es la primera consideración que debería
hacerse de ella; el problema entonces no es qué es sino qué no es, porque sin ese marco se pierde
como concepto. Del mismo modo la filosofía: saber qué hace y qué no, qué la delimita como saber

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y práctica, y sus vínculos con otras formas de saber y de hacer, pueden dar claridad sobre su
condición.

Tradicionalmente se ha dicho que la filosofía proviene de un cambio radical en la historia del


pensamiento que se expresa en pasaje del mito al logos. En efecto, el pensamiento mítico ha sido
(y sigue siendo) una forma particular de acceder al sentido de las cosas, una manera de hacer
mundo de las cosas que circundan a la vida humana. Pero la forma en que el mito piensa organiza
el mundo y lo concibe tiene condiciones particulares: narra la acción de seres sobrenaturales y a
partir de ella se pone de manifiesto un origen, dando comprensión y sentido a una realidad
inaccesible de otro modo. Por ejemplo, ¿qué imagen del hombre, de su origen, de su función y
tarea en este mundo tenemos? Los griegos presentaron la versión de su invención por medio del
trabajo conjunto de dioses y titanes, teniendo estos últimos la tarea de darles el último toque para
que salgan a la existencia. Cuando el titán Prometeo advierte que su hermano Epimeteo no le ha
dado nada al hombre y que su condición no es apta para la supervivencia, decide robarles el fuego
a los dioses para dárselo a los hombres (el fuego de Atenea para darle inteligencia, el de Hefesto,
para darle las técnicas). Cuando Zeus nota esta situación, y viendo que el hombre comete todo
tipo de infortunios con estos dones celestiales, decide castigar a Prometeo. Por su parte, en la
versión bíblica, el hombre no es el fruto de un desacuerdo sino quien representa a Dios en su
creación, es su imagen y semejanza, tal como se narra en el Génesis en la historia de Adán. Esta
condición del pensamiento mítico no explica, no demuestra, no es de carácter universal, no tiene
tampoco la objetividad impersonal de un experimento científico. Si a un creyente cristiano se le
pregunta por el mito de Prometeo o por el relato bíblico de Adán, no responderá que los dos dicen
lo mismo y con la misma autoridad; a Prometeo lo comprenderán como fruto de una imaginación
prodigiosa, pero al Génesis como una verdad revelada. Sin embargo, ambos relatos no pertenecen
al saber científico, que tomaría distancia de ambos en busca de las causas de la aparición del
hombre en la Tierra: su presunta evolución de las especies primates.

¿Qué lugar tiene la filosofía entonces? ¿Es su saber, su práctica, algo diverso al mundo mítico y al
científico? ¿Se emparenta con ellos de algún modo? Responder a estos interrogantes es parte ya
de su propio trabajo. Filosofar es comprender qué es el saber filosófico, cómo se hace, a qué
temas se dedica, qué efectos tiene, cuáles son sus aristas, sus límites y sus proyecciones.

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Para dar un ejemplo de estas diferencias, podemos hacer un breve relevamiento de su relación
con la ciencia.

Ambas buscan un acercamiento a la verdad, ¿pero de qué tipo? Para la ciencia la verdad es
objetiva, experimental, busca un modelo predictivo de la realidad, trata de expresarse en un
lenguaje lo más unívoco posible, siendo su forma más ajustada de lenguaje la matemática;
propicia la formulación de leyes y responder a la pregunta cómo funciona la realidad y
eventualmente su inquietud es manipularla técnicamente. Por su parte, la filosofía trata su vínculo
con la verdad de manera reflexiva, aborda con conceptos y la posibilidad de universalidad de ellos
y como nos enseña Hegel, su reflexión no es anticipatoria, sino que llega al atardecer, como el
Búho de Minerva. A su vez, la filosofía se entrama con otros saberes y prácticas, como puede ser la
política, el derecho, la ética, la estética, ya que su inquietud general no se acota a un fragmento de
la realidad, sino a identificar las grandes preguntas, el por qué o para qué, el sentido.

Como ejemplo de la diferencia entre ciencia y filosofía, esta viñeta del gran ilustrador Leo Collum,
que expresa sintética y humorísticamente, la perspectiva de la filosofía diferente del conocimiento
procedimental y exacto de la ciencia y su forma de examinar la realidad.

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1.2 La filosofía y el amor por los conceptos

Haremos un breve ejemplo de qué ha sido, y sigue siendo, una forma original de la filosofía
tomando como referencia un fragmento del inicio del libro de Deleuze y Guattari ¿Qué es la
filosofía? y presentaremos un modo, entre varios, de dar cuenta de la actitud, el modo y el
contenido de la filosofía.

Los conceptos, ya lo veremos, necesitan personajes conceptuales que contribuyan a definirlos.


Amigo es un personaje de esta índole, del que se dice incluso que aboga por unos orígenes
griegos de la filo-sofía: las demás civilizaciones tenían Sabios, pero los griegos presentan a esos
«amigos», que no son meramente sabios más modestos. Son los griegos, al parecer, quienes
ratificaron la muerte del Sabio y lo sustituyeron por los filósofos, los amigos de la Sabiduría, los
que buscan la sabiduría, pero no la poseen formalmente. Pero no se trataría sencillamente de
una diferencia de nivel, como en una gradación, entre el filósofo y el sabio: el antiguo sabio
procedente de Oriente piensa tal vez por Figura, mientras que el filósofo inventa y piensa el
Concepto. La sabiduría ha cambiado mucho. Por ello resulta tanto más difícil averiguar qué
significa «amigo», en especial y sobre todo entre los propios griegos. ¿Significaría acaso amigo
una cierta intimidad competente, una especie de inclinación material y una potencialidad, como
la del carpintero hacia la madera: es acaso el buen carpintero potencialmente madera, amigo de
la madera? Se trata de un problema importante, puesto que el amigo tal como aparece en la
filosofía ya no designa a un personaje extrínseco, un ejemplo o una circunstancia empírica, sino
una presencia intrínseca al pensamiento, una condición de posibilidad del pensamiento mismo,
una categoría viva, una vivencia trascendente.

De esta apreciación se desprenden varias consideraciones: diferenciar al sabio antiguo, pensador


que utiliza figuras entendidas como imágenes que se presentan con los recursos del pensamiento
mítico, cuya sabiduría se explaya en narraciones sobre los orígenes posibles de las cosas. El
filósofo, amigo de los conceptos, se entiende a sí mismo no como poseedor sino como un amigo
de aquello que estudia y que, a su modo, vive con eso, haciendo una experiencia propia y
trascendente.

1.3. Los impulsos del filosofar

Otro modo de acceso a la pregunta de filosofar y de la filosofía sería qué impulsa a esta actividad,
qué estímulo inicial hace de motor para con ella. La ya célebre exposición de sus tres orígenes
posibles que ha descripto Karl Jaspers, en el asombro, la duda y las situaciones límites, sigue

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siendo fecunda hoy día. Comenzamos a filosofar porque el mundo nos genera interrogantes,
porque la dinámica de la vida, del mundo exterior e interior a nosotros mismos nos resulta
incierto, insatisfactorio, problemático, pero también fascinante, un objeto llamativo para
desplegar nuestras formas de conocimiento. De allí que se despliegue el deseo de saber. Es aquí
donde la filosofía configura su nombre: Filo es amor, deseo, apasionamiento, búsqueda incesante,
y Sofía es el saber. Por eso, otro límite a la filosofía, en este caso como actitud, es la sofística. Esta
tiene la condición de suponer y presumir el saber no de buscarlo, de inquietarse
desinteresadamente por él, sino utilizarlo como una mercancía para usufructuar. En efecto, los
sofistas venderán técnicas de persuasión para que alguien las use para convencer, siendo así los
rivales de Sócrates, quien se dice amante del saber, por no poseerlo y por buscarlo hasta las
últimas consecuencias.

Retomando el pasaje del mito al logos, en donde está la bisagra que da origen histórico a la
filosofía, encontramos el abandono de las narraciones, de las aventuras, de los personajes
sobrenaturales, para comenzar a indagar con una nueva aventura de pensamiento que es el logos.
Es importante y clarificador comprender los usos del verbo de este sustantivo logos: el verbo
legein. Este término se adjudicaba primariamente a la escena posterior a una guerra y que
componía un acta de alto valor ritual: recoger, reunir a los cadáveres de los soldados caídos en el
combate, para darles la adecuada sepultura; legein describía la acción física, material de reunir.
Luego el verbo devino para la acción, ya no física, sino visual de ver y contar numéricamente a los
caídos en combate, al número de muertos; legein ahora se separa de la acción física para ser una
acción perceptiva y matemática. Finalmente, en una tercera instancia, legein refiere a una escena
ajena: habiendo retornado al campamento o a la patria, alguien que había sido testigo de la
batalla narraba tal cual lo sucedido. Ese narrador había recogido en su memoria y en su
pensamiento lo sucedido; así legien muestra la evolución de la capacidad de abstracción: el pasaje
de lo material, lo físico, a lo conceptual, al dominio del lenguaje y su capacidad de representación.

No es casual, entonces, que la filosofía haya nacido una vez que el pensamiento sale de la
narración de acciones de personajes sobrenaturales, como dioses, héroes, etc. y sea explicación
recogida por el lenguaje y expresada por él. Del logos y de la capacidad del legein no solo surge la
filosofía, sino que ella comparte un el universo del logos con la lógica, con la ciencia, con la
matemática, incluso con la sofística de la cual es contemporánea.

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1.4 Del mito al logos y las variantes del pensar

Autores como Gadamer, Vattimo y Wunenburger han rescatado al mito como una forma de
pensamiento que, si bien no tiene las implicancias de la abstracción del legein, tienen en común
con la filosofía el hecho de ser una aproximación al problema de la verdad, pero al modo de una
narración, en cambio la filosofía tiene como característica la indagación, la reflexión y el planteo
del problema del fundamento. A su vez, la ciencia como forma específica de la indagación del
logos, buscará la verdad en términos de experimentación, de validación y objetividad, y más que
buscar la reflexión, su finalidad es comprobar el funcionamiento, y no qué es o para qué es eso.
Preguntas que desde luego serán motivo para la filosofía.

En un recorte histórico y epocál, dice Gadamer que la preocupación de la filosofía ha pasado por
tres grandes períodos: la pregunta por el ser, en todo el arco del mundo griego; en la Edad Media
la pregunta ha sido por Dios; finalmente, en el Mundo Moderno, el tema ha sido el sujeto y el
lenguaje.

Con diversas variantes estos temas han sido visitados por autores y perspectivas distintas. Un
abordaje histórico de la filosofía la pone en referencia a las condiciones de una época que hacen
posible que se piense de un modo y no de otro, y a su vez a las transformaciones, a las
continuidades y rupturas que a lo largo del tiempo se han dado. Por ejemplo, la concepción del ser
en Parménides sin duda está presente en las características de Dios en la Edad Media, así como el
pensamiento de Platón es una influencia decisiva en San Agustín, o la incorporación de Aristóteles
por parte de Santo Tomás para articularlo a la teología del cristianismo.

Por su parte, si tomamos como referencia esta perspectiva que sitúa como gran tópico de la
filosofía en la Modernidad al sujeto, este debe ser considerado en diversas variantes, que a modo
referencial podemos esquematizar en sus diversos modos. Puede ser el sujeto de la razón de
Descartes, en busca de una primera verdad metafísica, también el sujeto empírico de la filosofía
inglesa afectado por el universo de las impresiones sensibles. El sujeto trascendental kantiano,
cuya estructura produce al objeto del conocimiento. El sujeto hegeliano, actor de la historia
universal, donde el Absoluto se despliega. También el sujeto histórico, pero de los esquemas de
producción, el sujeto que concibe el pensamiento de Marx movilizado por la dialéctica material.

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2. Sobre el objeto y el método
2.1 La multiplicidad del objeto de estudio

Si debiera considerarse a la filosofía por su objeto de estudio, independiente de los periodos


mencionados, se podrían situar distintas preocupaciones, diversos temas que han sido núcleos de
la reflexión filosófica.

En primer lugar, en ese tránsito mencionado del mito al logos, se puede mencionar al arkhé,
elemento rector en el universo. La filosofía de corte cosmológico y físico ha planteado como
motivo de su estudio no solo al dato de los sentidos, sino aquello que se pueda entender por el
uso de la razón.

En un proceso creciente de abstracción, y ya no remitiendo a ningún ente en particular, el tema


medular fue (y sigue siendo) el Ser. Sea en las versiones que plantea Heráclito, como Uno, como
Dualidad o como Devenir, el Ser fue su gran inquietud. De modo más radical, el Ser de Parménides
exige la mayor abstracción y un alejamiento definitivo del material brindado por los sentidos.

Por su parte, para Platón, aquello a lo que debe destinarse el pensamiento filosófico son los
llamados en griego Eidos, las Ideas o las Formas, eternas, inmutables y ejemplares para este
mundo.

Para Aristóteles, buen discípulo de Platón, su tema es el Ser, pero no en otro mundo sino en este
mismo. Su tema son las categorías del ser: la sustancia, la potencia, las causas, etc.

También ha sido motivo central de la filosofía la razón misma, cómo se puede conocer, qué
instrumentos de conocimiento son los sentidos y la razón misma: allí encontramos tanto a
Descartes como al empirismo y al propio Kant.

Por otro lado, desde una perspectiva particular, el Absoluto ha sido tema del Idealismo y el
romanticismo alemán, autores como Hegel o Schelling han concebido a este punto como el central
en sus obras.

Este breve paneo, nada exhaustivo, pero sí referencial, permite distinguir que sobre la misma
inquietud del pensamiento filosófico se han alumbrado distintas preocupaciones como centrales.

2.2 Diversidad de métodos y actualidad

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A su modo, también han cambiado, han sido diversos las formas de pensamiento, los métodos
utilizados. Desde la lógica aplicada por Parménides para desplegar sus atributos del Ser, pasando
por la persuasión de los sofistas, la mayéutica socrática, la dialéctica platónica, la perspectiva
metafísica de Aristóteles, hasta la intuición en Bergson, la crítica de Kant o la dialéctica particular
que propone Hegel, la filosofía también ha demostrado diversidad (y riqueza) en sus modos de
abordar su objeto de estudio.

Cabe preguntarnos por la tarea de la filosofía en la actualidad, su vínculo con otros saberes y
prácticas. ¿Qué lugar tendría ella, habitando un mundo tecnológico, organizado por un
management cada vez más especializado, por una forma muy diseminada de producir y circular
información en las redes sociales? Tal vez convenga recordar el postulado de Michel Foucault,
figura relevante en el siglo XX, que considera que hacer filosofía es diagnosticar el presente; tal
vez, con la secreta intención de encontrar alguna clave para el futuro.

3. Bibliografía utilizada
DELEUZE, Gilles y GUATTARI, Félix. ¿Qué es la filosofía? Barcelona: Editorial Anagrama, 1993. ISBN:
978-84-339-1364-7

GADAMER, Hans Georg. Mito y Razón. Buenos Aires: Ed. Paidós, 1997. ISBN 978-84-493-0363-0

GARCÍA MORENTE, Manuel. Lecciones preliminares de Filosofía. XVII edición. Buenos Aires: Ed.
Losada, 1974

ZUBIRI, Xavier. Cinco lecciones de filosofía. Madrid: Ed. Alianza Editorial, 1985. ISBN 84-206-1783-0

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