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Este documento provee directrices sobre la forma en que una auditoría puede agregar
valor para las diferentes partes involucradas, y las diversas situaciones que probablemente
se encontrarán en el contexto de auditorías por segunda y tercera partes.
Algunas organizaciones han usado la serie de normas ISO 9000 para desarrollar sistemas
de gestión de la calidad que se integran en sus formas de hacer negocios, y son útiles
facilitándoles alcanzar sus objetivos estratégicos de negocios - en otras palabras, ellos
agregan valor a la organización. Por el contrario, otras organizaciones pueden haber
creado simplemente un conjunto burocrático de procedimientos y registros que no reflejan
la realidad de la manera en que la organización trabaja realmente y simplemente agregan
costos sin ser útiles. En otras palabras, no “agregan valor”.
¿Cómo podemos garantizar que una auditoría es útil para que una organización mantenga
y mejore su SGC? (Deberíamos reconocer, sin embargo, que hay muchas otras
perspectivas que es necesario tomar en consideración.)
Para “agregar valor”, una auditoría por tercera parte debería ser útil:
Es probable que el enfoque para “agregar valor” esté en función del nivel de madurez de la
cultura de calidad de la organización y de la madurez de su SGC con respecto a los
requisitos de ISO 9001.
Zona 3 Zona 4
SGC
del
“No conforme”
Madurez
Zona 1 Zona 2
Bajo Alto
Madurez de la “cultura de la calidad”
“Conformidad con ISO 9001” se relaciona con la madurez del SGC de la organización y la
medida en que cumple los requisitos de ISO 9001. (Se reconoce que las no conformidades
menores específicas se pueden detectar incluso en organizaciones que muestran un alto
grado total de madurez y conformidad con ISO 9001.)
En el caso de una organización que tiene poca o ninguna “cultura de la calidad” y un SGC
no conforme con ISO 9001, la expectativa de cómo puede una auditoría agregar valor
podría implicar que a la organización le gustaría recibir asesoría sobre “cómo”
implementar el sistema de gestión de la calidad y/o resolver cualquier no conformidad
presente.
Aquí el auditor debe tener mucho cuidado porque en una auditoría por tercera parte dicha
asesoría generaría con seguridad un conflicto de intereses e infringiría los requisitos de
ISO/IEC 17921 para la acreditación de organismos de certificación. Sin embargo, lo que el
auditor puede hacer es asegurarse de que dondequiera que se hallen no conformidades, el
auditado entienda claramente lo que exige la norma, y por qué se levanta la no
conformidad. Si la organización puede reconocer que la solución de estas no
conformidades resultará en una mejora del desempeño, entonces es más probable creer y
comprometerse con el proceso de certificación. No obstante, es importante que se
reporten todas las no conformidades identificadas de manera que la organización
comprenda con claridad lo que es necesario hacer para cumplir los requisitos de ISO 9001.
Debemos reconocer que la discusión anterior se relaciona principalmente con las auditorías
por tercera parte (certificación). No existe razón por la cual una auditoría por segunda parte
(evaluación del proveedor) no “agregue valor” brindando orientación a la organización
sobre cómo implementar su sistema de gestión de la calidad. De hecho, en estas
circunstancias tal orientación (si está bien fundamentada) sin duda alguna sería útil tanto
para la organización como para sus clientes.
Zona 2: (“cultura de la calidad” madura, SGC inmaduro, no conforme con ISO 9001)
En el caso de una organización con una “cultura de la calidad” madura, pero un SGC
inmaduro no conforme con los requisitos de ISO 9001, la expectativa básica de cómo una
auditoría podría agregar valor probablemente será similar a la de la Zona 1. Sin embargo,
es probable además que la organización tenga una expectativa mucho más alta del auditor.
Para poder agregar valor, el auditor debe entender la manera en que las prácticas
existentes de la organización cumplen los requisitos de ISO 9001. En otras palabras,
entender los procesos de la organización en el contexto de ISO 9001 y no, por ejemplo,
insistir en que la organización redefina sus procesos y documentación para alinearlos con
la estructura de la cláusula de la norma.
También es importante que el auditor no se deje “intimidar” por el grado alto aparente de
sofisticación de la organización. Aunque la organización puede estar utilizando estas
herramientas como parte de una filosofía global de calidad total, aún pueden existir
brechas en el uso de las herramientas. Por lo tanto, el auditor debe poder identificar los
problemas sistemáticos y formular las no conformidades adecuadas. En estos casos, el
auditor podría ser acusado de ser pedante e incluso burocrático, por ello es importante
poder demostrar la pertinencia de las no conformidades que se formulan.
Zona 3: (Madurez baja de la “cultura de calidad”; SGC maduro, conforme con ISO
9001)
Una organización que ha sido certificada frente a una de las normas de la serie ISO 9000
para un periodo de tiempo significativo podría demostrar un nivel alto de conformidad con
ISO 9001, pero al mismo tiempo no haber implementado realmente una “cultura de la
calidad” en toda la organización. Por lo común, es posible que el SGC se haya
implementado bajo presión de los clientes y se haya construido alrededor de los requisitos
de la norma en lugar de alrededor de las necesidades y expectativas de la organización.
Como resultado de ello, el SGC puede estar operando en paralelo con la forma en que la
organización efectúa sus operaciones de rutina, generando redundancia e ineficiencia.
Para agregar valor en estas circunstancias, el objetivo primario del auditor debería ser
actuar como un catalizador para que la organización construya sobre su sistema de gestión
de la calidad basado en ISO 9000 e integre el sistema en sus operaciones del día a día.
Aunque un auditor de certificación por tercera parte no puede dar recomendaciones sobre
cómo cumplir los requisitos de ISO 9001, se acepta y en efecto es una buena práctica
motivar y estimular (¡pero no exigir!) que la organización vaya más allá de los requisitos
de la norma. Los interrogantes que formula el auditor (y la forma en que interroga) pueden
proporcionar comprensión de gran valor para la organización sobre la manera en que el
SGC podría ser más eficiente y útil. La identificación de las “oportunidades de mejora” por
parte del auditor debería incluir las formas en las cuales se puede acrecentar la eficacia del
SGC, pero también podría abordar las oportunidades para mejorar la eficiencia.
Zona 4: (“cultura de la calidad” madura; SGC maduro, conforme con ISO 9001:2000)
En el caso de organizaciones que tienen una “cultura de la calidad” madura y han sido
certificadas frente a una de las normas de la serie ISO 9000 para un periodo de tiempo
significativo, la expectativa de cómo una auditoría podría agregar valor podría ser la más
retadora para el auditor. Un reclamo común entre este tipo de organizaciones es que las
“visitas de seguimiento rutinarias” por parte del auditor pueden ser superfluas y hacer poco
para agregar valor, según el punto de vista de la organización.
1) Planificación de la auditoría:
2) Técnica de auditoría:
4) Informe y seguimiento
o Proactiva
o Reactiva
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Para mayor información sobre el Grupo de Prácticas de Auditoría ISO 9001, por favor
consulte el documento: Introducción al Grupo de Prácticas de Auditoría ISO 9001.
El Grupo de Prácticas de Auditoría ISO 9001 utilizará la retroalimentación por parte de los
usuarios para determinar si es recomendable desarrollar documentos de guía adicionales o
si los existentes se deberían revisar.
Los demás documentos y presentaciones del Grupo de Prácticas de Auditoría ISO 9001 se
pueden descargar de los siguientes sitios Web:
www.iaf.nu
www.iso.org/tc176/ISO9001AuditingPracticesGroup
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