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Dado que, por la propia definición emanada de la ley propuesta, la Comuna es una entidad
socialista, la ley entra en conflicto con los pilares democráticos establecidos en la Carta Magna,
donde se reconocen los derechos de todos los ciudadanos por igual, sin distingo de ninguna
naturaleza, incluyendo la ideología que profesan –o dejen de profesar- los participantes del juego
democrático. Ergo, la ley tiene carácter antidemocrático, al suponer que sólo quienes estén
dispuestos a participar en la edificación de un Estado socialista tendrán derecho a participar en la
conformación de la Comuna y, por ende, derecho a los beneficios que ofrece el Estado a esta
forma de organización política.
Darle a la Comuna responsabilidades como “la planificación del desarrollo social y económico, la
formulación de proyectos, la elaboración y ejecución del presupuesto comunal, la administración y
gestión de las competencias y servicios”, presenta un problema fundamental en cuanto éstas son
responsabilidades de los gobiernos descentralizados. Es preciso señalar que en la propuesta de ley
no dice “participar en”, sino realizar las acciones enumeradas arriba.
Aunado a lo anterior, dado que la ley establece que la finalidad de la Comuna es, en primer lugar,
“Desarrollar y consolidar el Estado Comunal como expresión del Poder Popular y soporte para la
construcción de la sociedad socialista”, resulta antidemocrático imponer la figura de la Comuna a
los gobiernos descentralizados, legítimamente electos por el pueblo en pleno uso de la soberanía
del voto.
En el proyecto de ley se menciona una entidad promotora, entre cuyas atribuciones destaca
“Establecer la propuesta del ámbito geográfico de la Comuna, atendiendo a las disposiciones
establecidas al respecto en la presente Ley”. Uno de los peligros que destaca a simple vista es la
facilidad con la que los simpatizantes del gobierno podrán establecer los límites geográficos de las
Comunas que se organicen a través del partido oficialista, mermando la posibilidad de
organización en aquellas zonas en las que la oposición política al actual régimen predomine.
Los Consejos Comunales son, en primera instancia, las organizaciones encargadas de realizar la
tarea de convocar a la ciudadanía a participar en los debates para la constitución de la Asamblea
Constitutiva de la Comuna, así como de la organización del proceso electoral, entre otros. En este
sentido es válido preguntarse ¿qué ocurrirá con las comunidades que no cuenten con un Consejo
Comunal? Y, más aún, ¿quién decidirá los límites territoriales de acción de la futura Comuna?
En este punto es necesario repasar la historia reciente de los Consejos Comunales. Durante el
periodo 2006-2007, el gobierno nacional lanzó una campaña de creación de Consejos Comunales,
ofreciendo a la ciudadanía un amplio catálogo de beneficios a los cuales accedería a través de esta
forma de organización popular, entre los cuales destacaba el acceso a créditos para la solución de
problemas que afectaran a la comunidad. No obstante, los resultados fueron poco menos que
desalentadores, ya que la sociedad civil organizada no obtuvo ninguno de los premios ofrecidos y
los Consejos Comunales quedaron como una forma de organización vaga y desesperanzadora. Con
esta nueva ley se pretende crear nuevas expectativas a las comunidades, con el peligro inminente
de ELIMINAR POR LEY los derechos de los ciudadanos que no profesen la ideología socialista.
¿Qué ocurrirá con aquellos Consejos Comunales democráticamente electos que no simpaticen con
el carácter socialista del gobierno central? ¿Será necesario pretender ser socialista para acceder a
los derechos que constitucionalmente tienen todos los venezolanos?