Está en la página 1de 3

Introducción general a la hagiografía

HAGIOGRAFÍA: ALGO MÁS QUE LA VIDA DE UN SANTO


¿Qué es la hagiografía?
“La hagiografía es un escrito relacionado con la vida de un santo, y desde hace ya tiempo
ha sido reivindicada como fuente histórica, después de pasar por decenas de años de
cuestionamiento por la validez de la información que entregaba. Han sido los estudios de
historia cultural y de las mentalidades los que han rescatado esta fuente, al mostrar las
posibilidades que ofrece para conocer aspectos relacionados con el imaginario y las
creencias religiosas de amplios sectores sociales de diversas épocas”. (René Millar
Carvacho”
Por definición, una hagiografía no es más que la biografía de un santo y en este sentido, no
tendría por qué presentar características especiales más allá del tema, religioso, esencial.
Sin embargo, a lo largo de toda la Edad Media europea las colecciones de “vidas de santos”
adquirieron una importancia tal y con unas características tan peculiares que nadie duda en
considerar la hagiografía como un subgénero literario específico.
La palabra hagiografía (historia de los santos) es un neologismo compuesto del griego ἅγιος
(hagios = santo), el verbo γράφειν (graphein = escribir, grabar) y el sufijo -ια (-ía =
cualidad). De ahí también las palabras hagiógrafo, hagiográfico, hagioscopio, hagiolatría y
hagiología. Se entiende por hagiográfico hace alusión como relativo, concerniente y
perteneciente a la hagiografía como una especialidad que analiza con detalle la historia y la
vida de los santos de la religión católica así mismo a sus hazañas y obras.
Etimología: Este vocablo etimológicamente se compone del sustantivo hagiografía y del
sufijo «ico» que indica cualidad, perteneciente, alusivo o relativo de.Historia de las vidas de
los santos.
Etimológicamente (hagios y grajo) significa tratado de los santos, de su vida y de su culto.
Puede dividirse en práctica y científica; la primera enfocaría el tema bajo el punto de
vista de la edificación piadosa; la segunda lo haría según los procedimientos usuales en las
ciencias históricas. En realidad, una cosa no excluye a la otra.
Precedentes de la hagiografía cristiana son las “acta martyrum” y, más aún, las “passiones”
latinas de los primeros siglos de nuestra era, todavía en la época del Imperio Romano. Las
primeras, escasas pero fidedignas, provenían de los procesos judiciales contra los cristianos
perseguidos. De mayor repercusión literaria, las “passiones”, en cambio, como la Passio
SS. Perpetuae et Felicitatis, del siglo III, se conciben como biografías parciales y
ejemplarizantes. El narrador pretende dejar constancia de la profesión de fe pública del
mártir y del sufrimiento que fue capaz de arrostrar por Cristo. De su biografía interesa, ante
todo, la parte final y su ejemplaridad colectiva. En esta misma línea testimonial se
encuentran los martirologios como el Martirologio Siriaco del siglo V.
Pero conforme el Cristianismo fue ganando prestigio y, sobre todo, tras convertirse en la
religión oficial del Bajo Imperio en sustitución del politeísmo clásico, los “mártires” fueron
dejando paso a los “santos”, que, a su vez, incorporaron facetas taumatúrgicas y
sobrenaturales propias de las antiguas divinidades. Al Cristianismo ya no le interesaba solo
la demostración de fuerza y de resistencia manifestada a través del martirio; en vidas de
santos como la Vita Antonii de Atanasio, del siglo IV, la Iglesia triunfante comienza a
ofrecer modelos humanos de una espiritualidad superior, a través de cuya biografía se
manifiesta el poder de Dios y su presencia cotidiana en la vida de los hombres. De este
modo, el santo se convierte en una manifestación encarnada de la divinidad y su biografía
en hagiografía, es decir, en el relato literario de esa manifestación sobrenatural. En la vida
del santo adquieren especial relevancia los datos que muestran la presencia de Dios: un
nacimiento extraordinario (santa Brígida), una conversión inaudita (santa María Egipciaca),
hazañas maravillosas (san Jorge), milagros excepcionales (san Nicolás), manifestaciones
sobrenaturales (san Martín de Tours), una muerte ejemplarizante (san Sebastián)… La
hagiografía selecciona, ordena y justifica sus contenidos de acuerdo con una lectura
predeterminada, manifestar la evidente santidad del biografiado. Pero además, el santo, en
muchos casos, goza, para cuando se redacta el relato de su vida, de un prestigio local (san
Isidro), gremial (santos Cosme y Damián) e incluso estamental (san Jorge), que la propia
hagiografía ha de recoger y potenciar. Por ello, a partir de determinados relatos, que
podríamos considerar canónicos, las hagiografías medievales son una muestra magnífica
del arte medieval de la reescritura, la amplificación y la adaptación a través de versiones
múltiples.
La consagración definitiva de este tipo de producción literaria como un subgénero con
características propias y precisas tiene lugar durante la Edad Media Central y está
relacionada con el desarrollo de la predicación y el uso de los apólogos como ilustración en
los sermones populares. En ese contexto, las “vidas de santos”, numerosas pero de difusión
limitada en muchos casos, pasaron a integrarse en grandes colecciones como la Legenda
Aurea de Jacobo da Varágine, de circulación general, y con una intención similar a la que
dio forma a las de cuentos orientales: poner a disposición de los predicadores una gran
cantidad de “enxiemplos”, en este caso específicamente religiosos, para ilustrar y potenciar
la moralidad del discurso homilético. No es de extrañar, por lo tanto, que la Legenda Aurea
siga una secuencia basada en el año litúrgico, de manera que el clérigo no tiene más que ir
avanzando en la colección para hallar las lecturas adecuadas a las fiestas religiosas de cada
momento.
Por otro lado, la devoción por los santos estuvo ligada en toda la Europa medieval a
la veneración de sus reliquias, por lo que la hagiografía fue uno de los géneros más
desacreditados por la Reforma del siglo XVI. Y si en los países protestantes el
rechazo fue general, también en la Europa católica esa veneración, tachada de
idolatría por los reformistas, fue sometida a una profunda crítica racionalista, como
ejemplifican las Acta sanctorum bolandistas del siglo XVII. Es cierto que en la
devoción popular de los países católicos del sur de Europa este proceso de
racionalización fue irrelevante pero entre la jerarquía eclesiástica los nuevos
procesos de beatificación y canonización se fueron haciendo cada vez más rigurosos
y, en consecuencia, el subgénero de la hagiografía inició una fuerte regresión que ha
llegado hasta nuestros días. De hecho, hoy el término suele ser utilizado de forma
metafórica e irónica, para referirse a textos biográficos, casi nunca religiosos, en los
que la complacencia con el biografiado y la falta de rigor crítico resultan excesivos.
[E. G.]
Este material esta tomado de
Torres, E. Hagiografía y santidad dominica en el Perú virreinal, siglo XVII. (2020).
Recuperado de:
https://repository.usta.edu.co/bitstream/handle/11634/27256/Capitulo1hagiogra
fia2020Eugeniotorres.pdf?sequence=1

Literatura Europea, recuperado de: https://www.literaturaeuropea.es/generos-


subgeneros/hagiografia/

También podría gustarte