En su texto, Adorno explica que la Industria Cultural es la transformación de
obras de arte en objetos para de la comodidad. Adorno considera que el auge de la sociedad de masas es consecuencia de una época en decadencia y degradada en la que el arte no cumple otra función más que de gratificación y placer, y que se produce para ser consumida: la autonomía de las obras de arte ha sido destruida por la industria cultural. Los productos de la industria cultural son mercancías de manera integral, lo cual hace que uno ya no esté obligado a buscar un beneficio inmediato, sino que éste excede esos límites, se busca que cada producto sea individual y original; esta individualidad sirve para reforzar la ideología ya que causa una ilusión de lo que lo que es mediatizado, volviéndose un refugio de inmediatez: el objeto es capaz de dotar de ciertos atributos a quien lo posea (por ejemplo, uno elige un celular con pantalla táctil no por su capacidad de comunicar, sino porque da cierto nivel de estatus). La Industria Cultural se cuida de imprimir en sus productos todas las consecuencias de sus técnicas. Vive como parásito de la técnica extraartística de la producción de los bienes materiales, despreocupándose por la obligación que crea el carácter positivo de esos bienes para la construcción intraartística, pero también refiere al hecho de creación de productos triviales, la acumulación de bienes materiales, en lugar de buscar la creación de objetos que contribuyan a mejorar la calidad de vida de las sociedades. Pretenden ser guías en un mundo supuestamente desorientado, y el que puedan proveer esto es suficiente como para aceptarlos y dejarse llevar por lo que ellos muestran, evitando la objetivación de la información (como sucede con la creación de modelos de personalidad individual, moda, comportamiento). Para lograr esto la industria cultural ha elaborado esquemas, divulgando esto a través de los medios. Adorno plantea que la Industria Cultural no crea reglas para una vida feliz, ni un nuevo poema moral, sino exhortaciones a la conformidad, que tiene encubre por detrás los mayores intereses. El objetivo de la Industria Cultural de la dependencia de los hombres, creando un mundo de engaños al buscar TP: Estéticas Cinematográficas Nicolás Teté. Lucía Ogdon.
despertar una sensación de comodidad en ellos, y defraudando repetidamente
a los consumidores al prometer cosas que no se cumplen. La Industria Cultural impide la formación de individuos independientes, autónomos, capaces de juzgar y decidir conscientemente.