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Enero de 1930: alcalde 3ro.

de la municipalidad
indígena de Totonicapán exige una contribución
a la población para evitar que el gobierno
imponga un impuesto a la propiedad

Totonicapán en 1925.  En el recuadro: el general presidente Lázaro Chacón, a quien el


alcalde indígena supuestamente iba a comprar un presente con una contribución de los
pobladores, para evitar que decretara un impuesto sobre la propiedad. Imágenes
de Wikimedia Commons y “El Imparcial“.
El actuar arbitario y despótico de un alcalde tercero de la municipalidad indígena de
Totonicapán tras una visita al presidente Lázaro Chacón y su ministro de agricultura el 7
de enero de 1930, llevó a la larga a un alzamiento de los indígenas de aquel municipio el
28 de julio de ese año, y que resultó en la muerte de tres de ellos y un ataque con
piedras a las instalaciones del cuartel, obligando al gobierno del general Lázaro
Chacón a suspender las garantías constitucionales en todo el país por un poco más de
un mes.  En aquellos momentos, Guatemala atravezaba por una aguda crisis económica
derivada de la Gran Depresión que afectaba a todo el mundo después de la quiebra de la
Bolsa de Valores de Nueva York en octubre de 1929, y la suspensión de las garantías
ayudó al gobierno a calmar un poco la situación, que se le iba de las manos.

Reproducimos a continuación parte de la carta que enviaron los representantes de los


48 cantones de Totonicapán al general presidente Lázaro Chacón el 16 de octubre de
1930 para explicarle lo que realmente ocurrió durante el alzamiento indígena
Totonicapán el 28 de julio, detallando el papel que tuvo en ella en alcalde tercero
Roberto Baquiax.  La carta también presenta quejas graves al presidente sobre la
situación en que se encontraba la población indígena en aquellos años.

“Nosotros, los que abajo firmamos y en representación de los cuarenta y ocho cantones
del municipio de Totonicapán, en pleno uso de nuestros derechos ciudadanos, venimos a
relatar con la verdad y la justicia los orígenes de los hechos que desgraciadamente
culminaron sangrientamente en la plaza de armas de la cabecera el 28 de julio del
corriente año, hechos imprevistos que fueron resultado de un momento de arrebato y de
violencia ciega a que los manejos turbios y desvergonzados de dos o tres individuos de
nuestra clase condujeron a los sufridos y laboriosos moradores del municipio, los que
llevados por mil engaños y mútiples amenazas produjeron una santa indignación de
nuestra parte, al ver nuestras propiedades en peligro y nuestra tranquilidad de honrados
trabajadores a merced de dos o tres ambiciosos.

[…]

Cuando se conocieron los candidatos que oficialmente fueron propuestos por la jefatura
política para integrar el cuerpo municipal que entraría a fungir en el presente año de
1930, sólo una persona fue repulsiva al pueblo, y ésta fue la de Roberto Baquiax, quien
estaba postulado para desempeñar el cargo de alcalde tercero de la municipalidad
indígena.  Los antecedentes de Baquiax dejaron entrever futuros males al conglomerado,
pues bien conocida ha sido la actuación de este individuo en varios cargos que ha
desempeñado, perfilándose como un hombre de una ambición desmedida y sin
escrúpulos y capaz de toda clase de villanías.  Y el pueblo no se equivocó,
desgraciadamente.  Ahí tenemos los resultados que culminaron en una protesta que
causó tantos e irreparables daños.

El 5 de enero del corriente año, el alcalde tercero Roberto Baquiax, en compañía de Adrián
Juárez, Cándido Batz, Victoriano Tiu y otros individuos, que están reconocidos como el
azote del sufrido pueblo indígena, marcharon a la capital de la República, regresando el
10 del propio mes.  A su vuelta, hicieron saber a todos los habitantes de los cantones del
municipio, que en breve plazo se decretaría una ley en que se aumentarían los impuestos
territoriales, además de pagar por cada casa o rancho Q1.00 mensualmente; que así lo
habían manifestado en lo personal tanto el presidente de la República como el ministro de
agricultura.  Al saber la noticia los terratenientes, y en lo especial los pequeños
agricultores, que apenas poseen una o dos cuerdas de tierra, manifestaron su
incoformidad, como tenía que ser, a Baquiax y adláteres, a lo que contestaron que de
todas maneras tendría que promulgarse dicha ley si no se tomaban medidas para evitarla
o por lo menos amenguarla en sus efectos.
Como premetidamente, Baquiax ya tenía la idea de sacar provecho de aquella noticia,
que con sobra de mala fe adobara en consorcio con sus cómpices, propuso a todos los
cantones que se reuniera una contribución y con la suma que se colectaría poder halagar
a los altos funcionarios del gobierno a manera que no se llevara a efecto la ley que se
trataba de implantar.  Los indígenas rechazaron desde un principio aquella proposición,
pues juzgaron que era una añagaza de Robero Baquiax y compinches para arrancarlos
dineros con el pretexto de la ley de marras.  Con el objeto de manifestarlo, se reunió un
crecido número de trabajadores en el despacho de Baquiax para hacerle saber que no
estaban dispuestos a dar ni un centavo, porque lo consideraban indebido.  Baquiax
montando en cólera, en su propio despacho, arremetió contra los manifestantes
blandiendo un enorme revólver, profiriendo grandes amenazas e insultos y sacándolos del
recinto a cañonazos y puntapiés.  Inmediatamente giró órdenes por medio de los alcaldes
auxiliares de los cantones para que todos los habitantes hicieran efectivas las
contribuciones acordadas por sí y ante sí, imponiendo una tarifa que es la siguiente:
$30.00 billetes por cada habitantes que tuviera más de tres rebaños de ovejas; $20.00 por
cada propietario que poseyera un rebaño, y $10.00 para los que no lo poseyeran.  Los
encargados de cumplir aquella disposición, desempeñaron sus comisiones valiéndose de
la violencia y de la amenaza,explotando el miedo instintivo que la raza indígena ha
venido heredando desde los tiempos de la conquista y a través de muchos gobiernos
despóticos de caciques y mandarines.  Así fue como, a pesar de su protesta, la mayor
parte de los cantones fueron dando lo que tenían esperanzados de que talvez por ese
medio se libraban del fantasma de la ley que Baquiax y cómplices decían se pondría
pronto en práctica.

Desde remotos tiempos a nuestra clase indígena se nos puede explotar de mil maneras y
nuestro trabajo honrado y fatigoso de esclavos, ha servido en millares de ocasiones para
enriquecer a jefes políticos, alcaldes y caciques, pero en cuanto se trata de gravar
nuestras parcelas con impuestos onerosos, parcelas que son nuestra fuente de vida y que
guardamos con religioso respecto, nuestra voz de protesta se alza hasta las altas esferas
del gobierno, y de una manera respetuosa hemos suplicado que no se nos toque en lo
referente a contribuciones sobre nuestras tierras.  Por ese motivo fue que la tributación
impuesta por Baquiax se dió,aunque con desgano, de buena fe.  Baquiax y adláteres nos
manifestaron que la suma que se recaudara serviría para hacer un presente al presidente
de la República y al ministro de agricultura y así nos libraríamos de gravámenes sobre
nuestros terrenos.  Sabido es que el departamento más poblado de la República, es del de
Totonicapán y que sólo el municipio de Totonicapán tiene poco más de 80,000 habitantes. 
Calcúlese a cuanto ascendería la contribución impuesta por Baquiax, descontando a
muchas familias que no poseen rebaños.  Muy posibles es que la cantidad recaudada
haya pasado de Q2,000. En el mismo despacho de Baquiax y aun en su propia casa de
habitación se fueron enterando las cantidades que según tarifa arribamencionada, se
impusieron y se guardó muy bien de dar ninguna clase de recibos ni de comprobantes que
sirvieran de base para una reclamación.  De aquella respetable suma deben dara cuenta
Roberto Baquiax, Adrián Juárez, Cándido Batz, Domingo Chuc, Victoriano Tiu y otros que
cometion tal despojo y robo desvergonzado, y que merodearon por montes y caseríos.

Quedamos esperanzados en que aquella suma colectada serviría para salvar nuestras
tierras de gravámenes y gabelas, cuando sorprendidos nos dimos cuenta de que de lo que
se trataba era simplemente de la revisión de la matrícula, sin recargos de mayor cuantía,
para lo que Baquiax mandó citar a los de los cantones para hacer efectiva dicha revisión. 
El día 28 de julio se reunieron todos los citados por Baquiax, que llegaron de diferentes
lugares a la plaza de armas.  Así fue como nos encontramos reunidos ese día en la
cabecera.  Era natural que existiera malestar entre nosotros, pues seguíamos creyendo
que se nos quería gravar con contribuciones leoninas, máxime cuando ya habíamos
contribuído para evitarlo.

Aquella carta explicando el detalle el motivo de lo ocurrido llegó muy tarde para que el
presidente Chacón hiciera algo, puesto que para octubre de 1930 los efectos de la crisis
mundial se habían agravado y los comerciantes en la ciudad de Guatemala habían
recurrido a prenderle fuego a sus comercios para cobrar el seguro, o bien a rebajar la
mercadería para liquidar sus negocios.  También había un marcado descontento entre
los estudiantes universitarios, que se fueron a la huelga y lograron que el rector y los
decanos de todas la facultades renunciaran.   Al final, el presidente Chacón sufrió un
derrame cerebral el 12 de diciembre, que lo separó de la presidencia y tras varios
cambios de presidente, golpes de estado e injerencia directa del gobierno de los
Estados Unidos, resultó electo el general Jorge Ubico, quien tomó posesión el 14 de
febrero de 1931 y desde un principio retornó a un estilo dictatorial similar al de su
mentor, el licenciado Manuel Estrada Cabrera y totalmente opuesto al de Chacón.

BIBLIOGRAFIA:

 Asturias Morales, M. (28 de julio


de 1930) “Levantamiento de
indígenas de Totonicapán“. 
Guatemala: Nuestro Diario
 — (29 de julio de 1930) “El
levantamiento de ayer en
Totonicapán“.  Guatemala:
Nuestro Diario
 Cano, Manuel S. et. al.  (16 de
octubre de 1930) “Manifiesto de
los indígenas de Totonicapán al
Presidente” Guatemala: El
Imparcial.
3 de abril de 1838: en Totonicapán se establece
el Estado de Los Altos, que aglutina a los
criollos liberales del Estado de Guatemala

Grabados de la ciudad de Quetzaltenango en la segunda mital del siglo XIX. 


Quetzaltenango fue la capital del efímero Estado de Los Altos.  Imágenes tomadas
de Appleton’s Guide to Mexico and Guatemala de 1884.
A partir del 3 de abril de 1838, los modernos departamentos de Huehuetenango, Quiché,
Sololá, Suchitepéquez, Retalhuleu, San Marcos, Totonicapán y Quetzaltenango – así
como la región del Soconusco (ahora en México) establecieron el efímero Estado de Los
Altos, el cual fue autorizado por el Congreso de la República Federal de Centro
América el 25 de diciembre de ese año forzando a que el Estado de Guatemala se
reorganizara en siete departamentos y dos distritos independientes el 12 de septiembre
de 1839:

 Departamentos: Chimalte
nango, Chiquimula, Escui
ntla, Guatemala, Mita,
Sacatepéquez, y Verapaz
 Distritos: Izabal y Petén
La región occidental de la actual Guatemala había mostrado intenciones de obtener
mayor autonomía con respecto a las autoridades de la ciudad de Guatemala desde la
época colonial, pues los criollos de la localidad consideraban que los criollos capitalinos
tenían el monopolio comercial y politico con España no les daban un trato justo. Así, su
representante en las Cortes de Cádiz solicitó la creación de una intendencia en Los
Altos, gobernada por autoridades propias. La Independencia de Centroamérica en
1821 canceló esta posibilidad, pero el separatismo de los altenses perduró.

Tras la disolución del Primer Imperio Mexicano y la consecuente separación de las


Provincias Unidas del Centro de América del mismo en 1823, Los Altos continuó
buscando su separación de Guatemala. Hubo dos condiciones que fueron favorables a
las pretensiones de la élite criolla altense: la creación de un marco legal en la
constitución centroamericana para la formación de nuevos estados dentro del territorio
de la república y la llegada al gobierno de los federalistas liberales, encabezados
por Francisco Morazán.

Ahora bien, el área de Los Altos estaba poblada mayoritariamente por indígenas,
quienes habían mantenido sus tradiciones ancestrales y sus tierras en el frío altiplano
del oeste guatemalteco. Durante toda la época colonial habían existido revueltas en
contra del gobierno español. Luego de la independencia, los mestizos y criollos locales
favorecieron al partido liberal, en tanto que la mayoría indígena era partidaria de la
Iglesia Católica y, por ende, conservadora.

Las revueltas indígenas en el Estado de Los Altos fueron constantes y alcanzaron su


punto crítico el 1.º de octubre de 1839, en Santa Catarina Ixtahuacán, cuando tropas
altenses reprimieron una sublevación y mataron a cuarenta vecinos. Encolerizados, los
indígenas acudieron al caudillo conservador Rafael Carrera, en busca de protección. Por
otra parte, en octubre de 1839 la tensión comercial entre Guatemala y Los Altos dio paso
a movimientos militares; hubo rumores de que el general Agustín Guzmán, un militar
mexicano que estaba al mando de las Fuerzas Armadas de Los Altos, estaba
organizando un ejército en Sololá con la intención de invadir Guatemala, lo que puso a
ésta en máxima alerta.

Tras algunas escaramuzas, los ejércitos se enfrentaron en Sololá el 25 de enero de 1840;


Carrera venció a las fuerzas del general Agustín Guzmán e incluso apresó a éste mientras
que el general Doroteo Monterrosa venció a las fuerzas altenses del coronel Antonio
Corzo el 28 de enero. El gobierno quetzalteco colapsó entonces, pues aparte de las
derrotas militares, los poblados indígenas abrazaron la causa conservadora de
inmediato; al entrar a Quetzaltenango al frente de dos mil hombres, Carrera fue recibido
por una gran multitud que lo saludaba como su “libertador”.
Carrera impuso un régimen duro y hostil para los liberales altenses, pero bondadoso
para los indígenas de la región (derogando el impuesto personal) y para los eclesiásticos
restituyendo los privilegios de la religión católica.  Carrera llamó a todos los miembros
del cabildo criollo les dijo tajantemente que se portaba bondadoso con ellos por ser la
primera vez que lo desafiaban, pero que no tendría piedad si había una segunda vez. El
general Guzmán, y el jefe del Estado de Los Altos, Marcelo Molina, fueron enviados a la
capital de Guatemala, en donde fueron exhibidos como trofeos de guerra durante un
destile triunfal el 17 de febrero de 1840; en el caso de Guzmán, engrilletado, con heridas
aún sangrantes, y montado en una mula. El 26 de febrero de 1840 el gobierno de
Guatemala colocó a Los Altos bajo su autoridad y el 13 de agosto nombró al corregidor
de la región, el cual servía también como comandante general del ejército y
superintendente.

Los altenses no recuperaron el poder de Guatemala sino hasta después de la Revolución


Liberal de 1871, y desde el gobierno del general J. Rufino Barrios hasta el del
licenciado Manuel Estrada Cabrera, todos los presidentes fueron oriundos de San
Marcos o de Quetzaltenango.

BIBLIOGRAFIA:

 Asociación de Amigos del País


(2004). Diccionario histórico
biográfico de Guatemala.
Guatemala: Amigos del País,
Fundación para la Cultura y el
Desarrollo. ISBN 99922-44-01-1.
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apuntes para su historia.
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Popular.
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(1881). Recopilación: Las Leyes
emitidas por el Gobierno
democrático de la República de
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 Hernández de León, Federico
(1930). El libro de las efemérides.
Tomo III. Guatemala: Tipografía
Sánchez y de Guise.
 Marroquín Rojas, Clemente
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Rafael Carrera. Guatemala:
Piedrasanta. «Exhaustiva
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periodística acerca de
acontecimientos en
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ambos personajes fueron
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 Municipalidad de
Quetzaltenango
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 Stephens, John Lloyd;
Catherwood, Frederick
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 Solís Castañeda, Sara. El Efímero
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desde el original el 14 de julio de
2014.
 Taracena, Arturo
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 Woodward, Ralph Lee, Jr.
(2002). «Rafael Carrera y la
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monográfica (CIRMA y Plumsock
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(12). ISBN 0-910443-19-X.
 — (1993). Rafael Carrera and the
Emergence of the Republic of
Guatemala, 1821-1871 (Edición
en línea) (en inglés). Athens,
Georgia EE.UU.: University of
Georgia Press.
Luego de la heroica resistencia del ejercito de Xelajuj No’j, el Señor de Quezaltenango Q’alel Atzij
Winaq Tieran19, envía aviso de la llegada de los españoles y de las batallas libradas, a Utatlán la
capital del imperio K’iche’, por lo que los Señores de Gumarcaah-Izmachí (Utatlán) deciden el
envío de un ejército comandado por un capitán asentado en Chui Mikiná (actual Totonicapán), el
Gran Tukum U Mam20 (El Formado por los Abuelos), quien espera a los españoles en
Quezaltenango y libra batalla decisiva contra ellos en lo que ahora son los Llanos del Pinal al sur de
la ciudad de Quetzaltenango el 12 de febrero de 1524. Posteriormente, Pedro de Alvarado llega a
la ciudad de She Lajuj No’j y según su propio relato, la encuentra despoblada21. La última batalla
antes de continuar el camino a Utatlán fue librada días después, el 18 de febrero de 1524 en los
Llanos de Urbina.

“Mandaron entonces a un capitán poderoso, Tecum, quien vivía en Totonicapán, para enfrentarse
a los españoles en el valle de Quetzaltenango. Cuando llegó Tecum, iba acompañado por 39
abanderados, muchos capitanes y 8,400 guerreros. Este mismo ejército, junto con los k’iche’s de
Quetzaltenango, esperaba a los españoles a su llegada a Quetzaltenango. De acuerdo con Gonzalo
de Alvarado, había más de 10,000 guerreros esperándolos; Pedro de Alvarado calculó que
sumaban 12,000. La verdadera batalla por la conquista del pueblo se libró en Pinal, al sur de
Quetzaltenango. Tanto Alvarado como los Anales de los Cakchiqueles describen cómo lucharon en
medio de una llanura y al lado de un río. El Lienzo de Quauhquecholan muestra los mismos rasgos
geográficos: los guerreros están representados en el camino, a cierta distancia del glifo y,
efectivamente, cerca de un río”. ASSELBERGS, FLORINE. “La Conquista de Guatemala: Nuevas
perspectivas del Lienzo de Quauhquecholan”. Revista Mesoamérica No. 44, Diciembre de 2002.
PP:21-22. NY. USA. 2002. 21 “…

En Guatemala la creación de los pueblos de indios responden a la preocupación del obispo


Francisco Marroquín por cristianizar e hispanizar a los indígenas, quien gestiona ante el Rey en
1537 la reducción de la población originaria en pueblos específicos. En 1538 la corona ordena al
Gobernador de Guatemala la reducción de los indios a sitios aptos. A cargo fundamentalmente de
los frailes se inicia el proceso hasta, debido a que la condición de no apremiar a los “naturales” y
contar con su aprobación, no hizo viable dar cumplimiento a la primer ordenanza. Este proceso
culmina alrededor de 1550. Estos pueblos después de 10 años pasaban a ser parroquia de indios o
doctrina, por lo que quien atendía los mismos era denominado doctrinero o párroco de indios.
Estas estuvieron a cargo del clero regular o pertenecientes a órdenes religiosas en contrapartida a
las villas y ciudades españolas a cargo de sacerdotes o clero secular, lo cual perduró hasta el siglo
XVII. AYALA, MANUEL JOSEF DE. “Diccionario de gobierno y legislación de Indias”. Edición Marta
Milagros de Vasmingo. Tomo I. Ediciones Cultura Hispánica. PP:249-251. Madrid. España. 1991.
Una Real Cédula de 1532 emitida por la Corona Española recomienda que que los indios de Nueva
España fueran atraídos a la fe y a las costumbres de los españoles, “haciéndoles vivir entre éstos”.
COLECCIÓN DE DOCUMENTOS INEDITOS RELATIVOS AL DESCUBRIMIENTO, CONQUISTA Y
ORGANIZACIÓN DE LAS ANTIGUAS POSESIONES ESPAÑOLAS DE ULTRAMAR. T. 10. PP:132-133.
Madrid, España. 1885-1932

La iglesia se convirtió durante la conquista y colonización en una de las instituciones que mejor
representaba la ambición del invasor y acaparó grandes extensiones de tierra comunitarias
indígenas, de las cuales actualmente muchas aún son parte del patrimonio de la iglesia de Roma a
pesar de la reforma liberal del siglo XIX que expropió muchas propiedades eclesiásticas. En
Quetzaltenango las propiedades originales de la diócesis y ahora en manos de diferentes órdenes
religiosas representan un patrimonio multimillonario.

La cofradía en Guatemala es una congregación religiosa indígena de origen colonial utilizada por
los conquistadores españoles en sus propósitos de dominio ideológico, cultural, religioso y
económico, que las autoridades indígenas o principales aprovecharon para mantener su autoridad,
la espiritualidad y otros elementos fundamentales de la identidad maya. “Tiene como función
velar por la administración cultural de sus formas de organización fuera de la jerarquía de la Iglesia
Católica que no tiene injerencia en todo el ritual que se practica dentro de la misma. Si bien tiene
un sentido exterior católico, sus formas de organización y toma de decisiones son desde el punto
de vista indígena. Por ello la cofradía es conservadora en el sentido de no permitir el ingreso de
alguien que no sea indígena, al mismo tiempo es revolucionario porque mantiene su autonomía
espiritual y del ritual que se practica.” MATUL MORALES, DANIEL. Entrevistas por Ignacio Camey.
Octubre y noviembre de 2012. Quetzaltenango. 2012. “Los rasgos más sobresalientes de la
cofradía indígena de los pueblos mayas pueden resumirse de la siguiente manera: 1) fue
convertida en un elemento estructural de gran relevancia; 2) funciona como un reducto social y
cultural frente a las formas de dominación colonial y neo colonial; 3) se mantienen como un
obstáculo ante la expansión de formas más modernas y dinámicas de organización social y 4)
persiste como un foco activo de la identidad y seguridad colectivas del indígena tradicional.”
ROJAS LIMA, FLAVIO. “La Cofradía. Reducto cultural indígena.” Centro Editorial Vile. Guatemala.
1988.

El término cacique es de origen antillano (arawako) y designaba prehispánicamente a la máxima


autoridad de las poblaciones. Al crearse los pueblos de indios los españoles los impusieron como
gobernantes en los pueblos que antes de la conquista fueron centros administrativos de los
gobiernos indígenas y que en la colonia fueron denominados como cabeceras. Aún cuando
algunos caciques fueron acusados por cronistas religiosos de ser los responsables de que se
continuaran practicando los ritos espirituales indígenas, la mayoría de ellos fueron abanderados
en aceptar y practicar la cultura y religión españolas quizás por los privilegios que les otorgaba la
corona principalmente por sus servicios en la reducción y cristianización de los indios. Estos
privilegios iban desde poder utilizar títulos nobiliarios, escudo de armas y vasallaje directo al Rey,
hasta ser transportado por una comitiva con caja y chirimía para asistir a misa y tolerárseles la
explotación y esclavitud del indígena.

El Gobierno de Manuel Estrada Cabrera es un artículo que se


refiere al período como Presidente de Guatemala de Manuel
Estrada Cabrera, que tuvo lugar de 1898 a abril 1920. Estuvo en
el cargo por cuatro períodos distintos, tras reelegirse en 1904,
1910 y 1916 de manera fraudulenta (Diccionario Histórico
Biográfico, 2004).
Manuel Estrada Cabrera llegó a la presidencia después del
asesinato de José María Reina Barrios, y lo hizo en calidad de
Primer Designado. Su función era la de servir en forma interina
hasta que se eligiera el nuevo presidente, pero fue candidato
oficial en las elecciones de 1898, y salió electo para un período
de seis años. Ya en el poder logró, por medio fraudulentos,
reelegirse en 1904, 1910 y 1916, y gobernó hasta abril de 1920
(Diccionario Histórico Biográfico, 2004).
Durante el Gobierno de Estrada Cabrera, el país sufrió trágicos
desastres naturales. En 1902 la ciudad de Quetzaltenango y las
regiones vecinas fueron golpeadas por un terremoto y por una
destructiva erupción del Volcán Santa María. En 1913, un fuerte
sismo destruyó la ciudad de Cuajiniquilapa –Cuilapa– y en 1917
y 1918 otros fuertes temblores causaron destrozos en la ciudad
capital y en los pueblos vecinos, averiando viejos edificios
coloniales y destruyendo la mayoría de los inmuebles construidos
por Reina Barrios y Estrada Cabrera (Diccionario Histórico
Biográfico, 2004).

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