Está en la página 1de 36

HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE VENEZUELA

Amodey, Yaimer C.I. Nº V – 20.159.322


Bonilla, Armando C.I. Nº V – 21.580.171
Medrano, Kimberly C.I. Nº V – 26.655.927
Rodríguez, Maglyn C.I. Nº V – 14.488.410
Salazar, Ángela C.I. Nº V – 12.545.490
Semestre II
Período 2020 – I, Trayecto I, Tramo II
Aldea: IUT Dr. Delfín Menoza

Universidad Bolivariana de Venezuela


Programa de Formación de Grado Estudios Jurídicos
Historia Contemporánea de Venezuela
La Cosiata

La Cosiata consistió en una serie de acontecimientos ocurridos entre los meses de abril y
diciembre de 1826, que tuvieron consecuencias hasta abril de 1830 con la disolución
definitiva de la Gran Colombia. Venezuela, para ese momento, era uno de los departamentos
que formaban parte de Colombia junto con Nueva Granada y los territorios del actual
Ecuador. Los hechos sucedidos en Caracas y Valencia fueron considerados el principio del
fin de la unidad colombiana.

Aparentemente, el término «Cosiata» fue usado por primera vez por un actor cómico, y
luego fue utilizado políticamente con el sentido de «cosa embrollada que no tiene nombre».
Probablemente se pretendió asignar esta palabra al hecho histórico de 1826 en un afán por
aminorar sus consecuencias y restarle importancia.

Fueron muchos los desacuerdos y conflictos que rodearon a la Gran Colombia, entre ellos
las tensiones entre Bogotá y Caracas, que se acrecentaron a raíz del bando de alistamiento de
milicias en Caracas, dictado en 1825 por José Antonio Páez. Dicho bando fue mal visto por la
población y aunque no fue muy grato para Páez, éste tenía que cumplir con la disposición del
gobierno central. Sin embargo, las tensiones, los excesos y las diferencias con el intendente y
la municipalidad hacen que Páez termine siendo acusado ante el Ejecutivo y el Congreso de
Bogotá, y posteriormente fue suspendido en sus funciones.

Páez acató la medida y compareció ante el Senado para defenderse; sin embargo, quien
quedó como su sucesor, Escalona, no era muy querido en Valencia, lugar donde Páez solía ir
frecuentemente. Es por ello que, luego de tres días de desorden, tensa calma y violencia, la
municipalidad se retractó y decidió, en 1826, desconocer el gobierno de Bogotá y restituir a
Páez en el mando militar. Poco a poco se fueron uniendo otras municipalidades.

El 8 de julio Páez es declarado en rebeldía. Ya trastocado el rumbo de las cosas, fue


inevitable detener este movimiento separatista.

Período Post Independentista

A fines de septiembre de 1830 fue sancionada por el Congreso Constituyente de Valencia


la Constitución que consagró a Venezuela como Estado separado de la Gran Colombia y que
dio inicio al periodo histórico de la IV República, que se extendió hasta 1999 (con la
convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente de este último año y la entrada en
vigencia de la actual Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en 2000). La
Constitución de 1830, publicada dos días después (el 24 de septiembre, por el general José
Antonio Páez) fue solemnemente promulgada el 23 de octubre siguiente, y estaría vigente
hasta 1858, cuando se aprobó un nuevo Texto Supremo.

Mientras en Bogotá el reducido núcleo bolivariano, con Antonio José de Sucre a la cabeza,
sesionaba desde el 20 de enero de 1830 como Congreso Admirable, acariciando todavía la
posibilidad de preservar el gran Estado, y lograr la reconciliación con Caracas (incluso con la
posibilidad de mantener la Gran Colombia como sistema federal) Páez y sus seguidores
daban pasos irreversibles para convocar un Congreso Constituyente que consagrase la
separación de la sección venezolana. Convocado en enero de aquel año, el 6 de mayo por el
héroe de Mucuritas el Congreso se instalará en Valencia. La virulencia antibolivariana de sus
sesiones es una de las páginas más deplorables de la historia republicana. El Congreso
Constituyente de Valencia objetó toda propuesta grancolombiana y, el 21 de septiembre,
aprobó la nueva Constitución.

Por encima de un asunto jurídico y constitucional, resaltaba el empeño de las respectivas


élites territoriales por tomar el poder político tanto en Nueva Granada como Venezuela y
Ecuador. Al tiempo que el partido santanderista se reorganizaba en Bogotá (mientras su
máximo jefe permanecía en el exilio) en Caracas los más notables representantes de los
hacendados, comerciantes, letrados y militares, designaban a José Antonio Páez al frente del
Ejecutivo. “Desaparecido Bolívar, recuerda Ramón Díaz Sánchez, quedaba él (Páez) como la
encarnación de ese gran concepto social y político (la Nación)”.

La Constitución de 1830 definía como venezolanos a los hombres libres nacidos en el


territorio nacional o de padre o madre venezolanos nacidos en territorio de la Gran Colombia
el exterior. Para el disfrute de los derechos de ciudadanía se requería, además de ser
venezolano, “ser casado o mayor de 21 años y ser dueño de una propiedad raíz, cuya renta
anual sea de cincuenta pesos”; o ejercer “profesión, oficio o industria” con ingresos de cien
pesos al año, o contar con un sueldo anual de 150 pesos. El sistema electoral, a dos grados,
contemplaba la elección del sufragante de cantón, para designar los Colegios Electorales.
Estos, reunidos en la capital de la provincia, elegían al Presidente, así como al vicepresidente,
senadores y diputados.

El caudillismo en Venezuela es un mal que sumió al país en el atraso y la pobreza desde


la independencia hasta nuestros días. La multitud de guerras, levantamientos, revoluciones,
golpes de estado, y hasta elecciones, solo sirvieron para cambiar un grupo oligarca por otro, y
para sumir al país y a su población en la más abyecta pobreza, ignorancia y abandono.
Desde el principio de la República, una vez desterrado y muerto el Libertador por la
acción traidora de Santander y Páez, las tierras que se les asignaran a los combatientes de la
independencia pasaron a precio de gallina flaca a manos de los generales. Monagas se hizo
fuerte en oriente, Páez en el centro y los llanos, y Soublette en occidente, quedando el país
fragmentado hasta el punto que Los Andes, a falta de caudillo, quedaron prácticamente
olvidados y poco más o menos en manos de Colombia. Los caudillos se sucedían los unos a
los otros, se iban y volvían, y el único logro digno de mencionar de esa época fue la muy
tardía abolición de la esclavitud que decretó uno de los Monagas, no sin antes vender los que
le pertenecían en Curazao.

La Guerra Federal, en sus principios, creó una esperanza de cambio para la población,
la cual luchó a brazo partido junto a Zamora para lograr la reivindicación de derechos que él
les prometía. La traición se hizo nuevamente presente y Zamora cayó asesinado por sus
propios aliados. Tras la firma del Pacto de Coche, los caudillos independentistas, entonces
llamados Godos o Conservadores se retiraron, o se fueron al exterior, con sus caudales, y
dejaron el poder en manos de los caudillos Federalistas: Falcón, Guzmán Blanco, Leocadio
Guzmán y sus seguidores, que nuevamente se repartieron el botín dejando al pueblo
esperanzado en la más triste desilusión.

El país quedó aún más dividido, y cada Presidente de Estado o terrateniente que lograse
reunir suficientes armas y peones se alzaba contra el gobierno. Así entre guerra y guerra que
devastaron al país, surgió la Revolución Restauradora.

La muerte de Joaquín Crespo, hombre fuerte de la época, a manos del mocho


Hernández, dejó el gobierno débil de Ignacio Andrade. Los olvidados gochos se alzaron tras
“el cabito” Cipriano Castro y su lugarteniente Juan Vicente Gómez, que en una campaña muy
similar a la Campaña Admirable de Bolívar, fue ganando apoyo por donde pasaba hasta que
plantarse en Valencia en espera de la rendición de Andrade.

El gobierno de Castro se distinguió por sus excesos: desde su conducta en lo personal


hasta en su trato cruel contra los ciudadanos, pero también por su rasgo nacionalista que
buscó siempre mejorar al país pechando a las compañía extranjeras y rebajando el excesivo
monto de la deuda externa, lo cual causó el bloqueo de nuestras costas por potencia europeas,
y precipitó su salida del poder a manos de su compadre, amigo y entonces Vicepresidente
Juan Vicente Gómez.
Comenzando con Castro, y luego con Gómez, se unificó al país derrotando a todos
los caudillos regionales, construyendo carreteras, y fundando una Fuerza Armada
disciplinada y con armamento moderno. Gómez llegó a ser entonces el caudillo único, y
dueño y señor de la “Hacienda Venezuela” con un gobierno asesino, represor y corrupto que
duró 27 años. En su época, Venezuela cambió su economía agrícola por una petrolera que
nunca benefició a la población, la cual emigró del campo a las ciudades y dejó los labradíos y
siembras abandonadas, perdiéndose de esa manera la soberanía alimentaria.

Muerto Gómez, le fueron confiscados los bienes, y comenzó la consabida repartición;


se permitieron algunas libertades civiles y políticas, y desfilaron varios gobernantes unos con
loables pretensiones democráticas como Rómulo Gallegos y Medina Angarita, y otros con
pretensiones caudillistas, hasta llegar a Marcos Pérez Jiménez, el último caudillo individual.

Al iniciarse la etapa republicana perduraban muchos vestigios de la sociedad colonial que


se erigieron en factores adversos par a la inserción de los capitalistas extranjeros, para
quienes las excesivas cargas tributarias y la arcaica legislación en materia crediticia
constituían trabas para el libre ejercicio de sus actividades. Por consiguiente, la delimitación
del papel económico del Estado pasó a ser un asunto de vital importancia para el desarrollo
del comercio y de la agricultura. Si bien parecía un contrasentido la adopción de un modelo
liberal en una economía agroexportadora , se trataba de una exigencia fundamental de los
nuevos actores económicos que requerían de seguridad y confianza para proporcionar
auxilios monetarios en operaciones que comportaban elevados riesgos. Desde otra
perspectiva, los hacendados solicitaban la aplicación de políticas de financiamiento acordes
con los ciclos de los cultivos y en capacidad de afrontar el impacto de los fenómenos
naturales y de las crisis mundiales.

Aun cuando las funciones de ambos sectores eran necesariamente complementarias, no fue
posible alcanzar en aquellas circunstancias el equilibrio entre intereses tan divergentes. Esas
discrepancias se agudizaron tras la reforma de las leyes de crédito, motivo de intensas
polémicas durante un extenso período. El debate económico halló bien pronto su expresión
política con la creación del Partido Liberal, cuya actuación estaba dirigida a respaldar al
gremio de agricultores. Estos últimos reclamaban la protección del Estado en contraposición
a la entusiasta apología del laissez faire proclamada por los representantes del comercio.
Tales antagonismos se desplegaron a lo largo de tres décadas en las que la vida política
nacional estuvo dominada por el caudillismo, encarnado en las figuras de José Antonio Páez
y José Tadeo Monagas. Mientras el primero se había inclinado por la libertad de contratos, el
segundo se pronunció por el amparo a los deudores, de conformidad con los compromisos
contraídos con el Partido Liberal.

Estructuración de la Sociedad Venezolana.

La característica más relevante de este periodo fue que la burguesía comercial y financiera
desplaza definitivamente a los terratenientes y latifundistas como clase social predominante
en la vida venezolana.

El incremento de la población urbana y de las empresas de manufactura, construcción,


energía, transporte y de comunicación influyó para que comenzara a desarrollarse la clase
media, que reagrupara a los profesionales, pequeños comerciantes, artesanos, pequeños
propietarios empleados públicos y privados.

Debajo de ellos quedaría igualmente en el escalón de siempre la clase obrera y el


campesinado sigue siendo el grupo social mayoritario de menor educación y el de más
baja productividad debido al atraso en el que se encontraba.

Modelo Económico Monoproductor y Agro Exportador.

A pesar de que en esta etapa la dimensión institucional del Estado experimentó un


adelanto significativo, los resultados en términos de crecimiento económico fueron pobres,
los proyectos de modernización se vieron frustrados con mucha frecuencia, los mercados
regionales continuaron segmentados y aislados entre sí, y endebles fueron los avances en el
camino hacia el anhelado progreso material a causa de las crónicas penurias fiscales.

Los cambios más profundos se registraron a partir de 1870, bajo el signo de la autocracia
guzmancista, mediante la aplicación de un conjunto de reformas que apuntaban a la eficiencia
del aparato administrativo, la unificación nacional y la modernización económica.

Uno de los asuntos controversiales consistía en definir la orientación de las estrategias


económicas que habrían de apuntalar la naciente República. Bajo la influencia del ideario
liberal en el escenario político, algunos sectores creían firmemente que la economía debía
evolucionar en esa misma dirección, propósito que en breve tiempo será motivo de hondas
disensiones. Nuevas e inquietantes preguntas se abrían frente a un horizonte incierto: ¿Cómo
promover la agricultura, fuente de la riqueza nacional, y diversificar la producción? ¿Cuál
debía ser el papel del Estado en una economía agroexportadora? Las respuestas reflejaron
posiciones divergentes y dieron lugar a innumerables debates en relación con los límites y
alcances de la acción económica del Estado, tema que con matices diversos continúa siendo
objeto de polémicas en el presente. El futuro inmediato de la economía auguraba multitud de
obstáculos, siendo uno de los más resaltantes la insuficiencia de recursos monetarios. El
endémico mal del déficit fiscal en la Venezuela decimonónica amenazaba con convertirse en
un insalvable escollo para el progreso de una sociedad que requería de inversiones e impulsos
renovadores, del fomento de obras públicas y de la afluencia de laboriosos inmigrantes. A
mediados del siglo XIX persistían todavía la falta de articulación entre las regiones y la
segmentación de los mercados, al tiempo que la escasez de medios para el financiamiento de
la agricultura y la supervivencia de métodos tradicionales de producción dificultaban la
expansión de las exportaciones. Cambios significativos se operaron a partir de los años
setenta en el marco de un proyecto de modernización económica, aun cuando durante varias
décadas habrán de perdurar muchas de las rémoras que frenaban las posibilidades de
desarrollo de las actividades productivas. La agricultura, consagrada a la producción de frutos
para la exportación, comenzó a restablecerse con lentitud en el transcurso de los años treinta
gracias a la expansión de la demanda mundial. Las fincas habían sido castigadas de manera
implacable por los saqueos y confiscaciones aplicadas por republicanos y realistas, además de
la pérdida de mano de obra, especialmente de esclavos que huyeron o bien se enrolaron en el
ejército para obtener su libertad. Muchos de los antiguos terratenientes, desprovistos de los
atributos de su aristocrático linaje, emprendieron la reconstrucción de las desatendidas
haciendas. Nuevos y poderosos propietarios surgieron gracias a la adjudicación de tierras
como recompensa por los servicios prestados en el ejército. Los adelantos técnicos y las
inversiones de capital para modernizar los procedimientos agrícolas estaban aún muy lejos de
ocupar el centro de atención de los agricultores, preocupados más bien por conseguir
préstamos para adquirir semillas y contratar jornaleros. Junto a la decadente esclavitud se
estaba acrecentando el número de trabajadores asalariados.

Las expectativas ante la posibilidad de aumentar las exportaciones venezolanas se


detuvieron a mediados de 1836, a causa de los síntomas de una fuerte crisis originada por los
desequilibrios que estaban atravesando los mercados europeos y de los Estados Unidos. La
rápida transmisión de los efectos de esos desajustes revelaba la existencia de estrechos
encadenamientos dentro del incipiente sistema financiero mundial. Venezuela se vio
notablemente afectada por la caída de la demanda de café por parte de los Estados Unidos.
Entre 1836-1837 y 1837-1838 se registró una caída del 14% en las exportaciones y del 35%
en las importaciones.
En la víspera del tercer lustro del siglo XX llegó a su cénit la crisis económica conocida
como el “crash de 1929”. Aunque el epicentro de esta crisis mundial estuvo localizada en
EEUU y Alemania, sus consecuencias fueron de alcance global, afectando a muchos otros
países, principalmente en Europa y el continente Americano. La caída sui generis del
mercado de valores de la Bolsa norteamericana debido, entre otras causas, a la inversión
especulativa, fue considerada por muchos expertos como un importante síntoma de la crisis
terminal del modelo capitalista. La mayoría de los países de América Latina sufrieron
devastadoras consecuencias, debido a la vulnerabilidad de economías altamente
dependientes. Por un lado, de la exportación de unos pocos productos –materias primas
principalmente- y por el otro de la dependencia de los ingresos fiscales por aranceles a las
importaciones.

En el caso de Venezuela, inserta en el sistema económico mundial debido a sus crecientes


niveles de exportación petrolera y al comercio internacional de productos primarios como el
café y el cacao, también acusó los efectos del “crash”; aunque en un nivel relativamente bajo
al compararlos con la mayoría de los países de la región. La deuda externa de Venezuela
había sido saldada por el general Juan Vicente Gómez en el año 1930 y los precios de los
principales productos de exportación, el café y el cacao, aunque experimentaron una
estrepitosa caída de 77% y 75%, respectivamente, fueron compensados con creces por el
incremento progresivo de la exportación petrolera (Villasmil, 2011). La economía
venezolana, basada exclusivamente en la actividad agrícola y prácticamente concentrada en la
exportación del café y el cacao, había comenzado a experimentar cambios graduales, aunque
significativos, a partir de los primeros años de la década iniciada en 1910. El proceso de
exploración petrolera emprendido en tierras venezolanas por diversas compañías extranjeras
comenzó a arrojar sus frutos el 15 de agosto de 1913, cuando la New York & Bermúdez
Company halló petróleo en el pozo Babui I y en unos 30 pozos más, pertenecientes al
campamento Guanoco del estado Sucre, al oriente del país. La baja calidad del petróleo
extraído del pozo Babui I hizo que pronto fuese abandonado.

En 1914 el pozo Zumaque I comenzó a producir a mayor escala, marcando un hito en la


historia industrial del país, no sólo por su particular capacidad productiva, sino también por
poner en evidencia el gran potencial del subsuelo venezolano que, a partir de ese momento,
vería una intensa y continua actividad de exploración y producción. Así, en el año 1922 la
explosión del Pozo Los Barrosos II llevó a otro nivel el negocio petrolero, permitiendo que
Venezuela se insertara en los mercados energéticos mundiales.
Sin embargo, aquella actividad petrolera no se articuló con la economía agroexportadora
del país. De manera que, en la misma medida en la que creció la primera, diversos factores
confluyeron para hacer desaparecer gradualmente la segunda. La volatilidad de los precios
por el comportamiento de los mercados internacionales, las inconsistencias en la producción
por efecto de las plagas y enfermedades, el agotamiento de las tierras de mayor potencial
productivo, así como el atraso tecnológico; aunado a los efectos de la crisis económica de
1929, se conjugaron para contribuir con la paulatina desaparición del modelo económico
agroexportador, reafirmando el carácter monoproductor de la economía venezolana,
evidenciado por su concentración en la actividad petrolera (Villasmil, 2011).

Rómulo Betancourt advirtió las consecuencias de aquella situación, por lo que no dejó de
denunciar públicamente que, “desaparecido el café como reserva de ingresos para la Nación,
ésta ya no tendría asidero posible. Sería un parásito del Estado, y éste, a su vez, un parásito
del petróleo” (Betancourt 1992, p. 56). Este sería el argumento fundamental que le llevaría a
plantear la necesidad de “venezolanizar” la industria petrolera y alcanzar un mayor nivel de
participación en el reparto de la renta, como base de un imperioso proceso de
industrialización y diversificación de la economía nacional, orientado a elevar la condición
social del venezolano y en consecuencia a sentar las bases para la instauración de un sistema
liberal democrático.

De Castro a Juan Vicente Gómez.

La Revolución Liberal Restauradora.

Todo parecía marchar en aparente tranquilidad política, cuando otra revolución causó la
caída del presidente Andrade el año 1900, y llevo a Cipriano Castro al poder. El gobierno de
Castro tuvo serios conflictos financieros y controversias con varias naciones extranjeras, los
que culminaron en unas series de reclamaciones el año 1902, y en el bloqueo del país por
Inglaterra, Alemania e Italia en 1903. Intervino en la contienda Estados Unidos de América,
basándose para ello en la doctrina Monroe. La disputa fue sometida entonces al Tribunal de
La Haya, y Venezuela fue condenada a pagar una indemnización. En 1908 hizo Castro un
viaje a Europa, y durante su ausencia un golpe de estado llevó al poder a Juan Vicente
Gómez, entonces vicepresidente. La dictadura de éste duró nada menos que veintisiete años,
pues si bien en 1929 el doctor Juan Bautista Pérez ocupó la presidencia, es bien sabido que
Gómez conservaba la verdadera autoridad y manejaba desde su fin a los destinos de la
nación. En 1931 tomó Gómez nuevamente las riendas del gobierno, hasta el día de su
fallecimiento, ocurrido el 17 de diciembre del año 1935.

Los andinos entraron en la escena política nacional en mayo de 1899, cuando un grupo de
60 hombres, comandado por el general Cipriano Castro, invadió Venezuela desde Cúcuta
bajo la bandera de la Revolución Liberal Restauradora. Éste movimiento también fue llamado
la “Revolución de Los 60” por la cantidad de hombres que acompañaron a Castro. Entre éstos
estaban campesinos, artesanos, músicos y maestros, que tenían una escasa formación
guerrera, y otros como Juan Vicente Gómez y Manuel Antonio Pulido, quienes eran de larga
trayectoria militar y política. El grupo aumento a 1.500 hombres y entro victorioso a Caracas,
donde asumió el poder.

Los antecedentes de la revolución Liberal Restauradora, se encuentran en los sucesos de


1900. El gobierno solicitó un crédito a los banqueros caraqueños. Como la respuesta fue
negativa, Castro envió a la cárcel a los principales representantes de los bancos Caracas y de
Venezuela, hasta que obtuvo el préstamo. Los banqueros, humillados, se convirtieron en sus
enemigos irreconciliables. La empresa estadounidense New York and Bermúdez Company,
que explotaba el asfalto en Guanoco, dio 100 mil dólares al banquero y general Manuel
Antonio Matos para financiar una revolución. En enero de 1902 Matos desemboca cerca de
Coro, y el movimiento se fue extendiendo por todo el país. Entre el 12 de octubre y el 2 de
noviembre de 1902, chocaron en La Victoria, los 14 mil hombres revolucionarios con las
tropas del Gobierno comandadas por el propio Castro, y la Revolución Libertadora resultó
derrotada.

En 1901, Colombia proporcionó tropas y municiones al general tachirense Carlos Rangel


Garbiras, quien invadió a Venezuela con la aspiración de separar la región de los Andes
venezolanos y constituir un gobierno propio. En medio de este enfrentamiento armado entre
bandos de ambos países, Venezuela y Colombia rompieron relaciones diplomáticas y casi
llegan a la guerra. Finalmente, la situación se normalizó.

Inglaterra, Alemania y otras potencias extranjeras reclamaron la inmediata cancelación de


los daños sufridos por sus súbditos en Venezuela durante los últimos años, y el cumplimiento
por parte del gobierno del pago de las deudas contraídas con ellos. Ante la negativa del
presidente Castro, las armadas de Alemania e Inglaterra bloquearon los principales puertos
venezolanos el 9 de diciembre de 1902.
A los pocos días, Italia, Francia, Holanda, Bélgica, España y México se unieron al
bloqueo. Los invasores capturaron los buques de guerra venezolanos que habían entrado al
puerto de la Guaira, bombardeando Puerto Cabello e intentaron penetrar al territorio por el
lago de Maracaibo. La mayoría de los países latinoamericanos apoyaron a Venezuela y el 13
de febrero de 1903 finalizó el bloqueo con la firma de los protocolos de Washington, en el
que Venezuela se comprometió a pagar las deudas adquiridas.

En1906, los enemigos políticos de Castro se acercaron al vicepresidente Juan Vicente


Gómez con la idea de convencerlo de que asumiera el poder en situación de su compadre, el
presidente, quien sufría una afección renal severa. A partir de entonces, Gómez inicio una
conspiración para derrocar a Castro con el apoyo de empresas extranjeras.

Castro debilitado físicamente por la enfermedad que padecía, se agravo en 1907 y fue
atendido de emergencia. Los médicos le recomendaron que viajara a Europa para operarse.
Castro viaja para someterse a una operación en Alemania. El 24 de noviembre de 1908 se
embarcó y dejo encargado de la presidencia al vicepresidente Gómez. La partida de Castro
reactivo la conspiración, tanto nacional como internacional. El secretario de Estados de
Estados Unidos, Philander Knox, y varias potencias extranjeras brindaron su apoyo al plan de
golpe de Estado que se concretó el 19 de diciembre de 1908. Se implantó una dictadura que
ahogaba todo tipo de oposición y manejaba al país de manera arbitraria y personalista, como
si se tratara de una propiedad privada.

Constitución de 1904.

Al poco tiempo de haber comenzado el siglo XX en Venezuela en tan sólo en cuatro años,
ya tenía dos Constituciones promovidas por Cipriano Castro una por el mecanismo de
Asamblea Nacional Constituyente de 1901. Al poco tiempo está se le planteaba un cambio
constitucional por vía de reforma constitucional establecida en propio texto de 1901por el
mecanismo de enmiendas o adiciones.

En esta oportunidad es inducida por el propio Castro, que llegó al poder al final de 1899,
promovida por una revolución una de las tantas que ha tenido este país. Al instalarse se platea
su propia Constitución como llega a la fuerza, pues los nuevos constituyentes son partidarios
de sus propios argumentos políticos. Estableciendo un elite política dominante, con
pretensiones de enquistarse en el poder y así continuar con el modelo hegemónico establecido
desde 1830.
Por lo tanto en el desarrollo del gobierno los primeros cuatros hace fueron, críticos
levantamientos insurrectos en distintas regiones de la nación. Además de un bloqueo de las
costas venezolanas por parte de potencias extranjeras, que reaccionaron frente a la
negativa del Presidente de no pagarles la deuda externa. Castro frente al panorama nacional
vence la resistencia y en el ámbito internacional logra una negociación que en definitiva lo
favorece.

Aprovechando la circunstancia política hombres cercanos a Castro, trazaron plantearse un


nuevo Estado. Es por ello que Leopoldo Baptista hombre de intelecto y buen
político argumento que la Revolución Liberal Restauradora era una obra inconclusa. Ya que
el país nunca había vivido en tranquilidad y armonía. Por lo tanto se hacía necesario crear un
nuevo Estado en donde prevalezca, orden, progreso, paz, regularidad y bienestar.

Venezuela lo requiere así, el camino es la vía política por modificación constitucional y


tener de nuevo ese tan ansiado “nuevo Estado”. La Constitución de 1904 tiene prácticamente
la misma estructura, ocho títulos secciones y artículos con un total de ciento treinta y siete. El
nombre se mantiene igual Estados Unidos de Venezuela, tiene una breve presentación en vez
de un preámbulo.

Entre los cambios más significativos estuvieron, se redujo a trece los estados el artículo 2°
establecía los siguiente: Los Distritos que componen la Federación Venezolana y que son sus
partes constitutivas, se reúnen para formar los Estados Aragua, Bermúdez, Bolívar,
Carabobo, Falcón, Guárico, Lara, Mérida, Miranda, Táchira, Trujillo, Zamora y
Zulia. Además describía la composición de los estados con sus respectivos distritos.

Con respecto al a la elección del Presidente se hizo por medio de un Cuerpo Electoral,
compuesto de catorce, miembros del Congreso Nacional, elegidos por éste en los primeros
quince días de su reunión en el primer año de cada período constitucional, de manera que
quede formado de un Representante, Senador o Diputado, por cada una de las Entidades
Políticas y de un Diputado más por el Distrito Federal. Consagrado en el artículo 70°.

Política Internacional.

A partir del bloqueo de Venezuela por Alemania y Gran Bretaña, en 1902, la política
exterior de Cipriano Castro se convirtió en el gran campo de batalla. En 1908, el caudillo
andino tenía rotas las relaciones con Colombia. Francia, los Países Bajos y Estados Unidos.
Sus enemigos formaron una "Santa Alianza" para proteger a Juan Vicente Gómez.
En 1904, al ver que se acercaba el fin de su periodo, y dado que aspiraba a presidir las
celebraciones del centenario de la Independencia, reformó la Constitución, y en 1905 fue
reelegido para el periodo 1905-1911. Tenía la obsesión de medirse con Bolívar, y siempre
hablaba de las dos grandes revoluciones, la del Libertador y la suya, la Restauración Liberal.

Don Cipriano perdió el año 1906 en la comedia de la Aclamación y los desvaríos de la


Conjura contra el vicepresidente de la República, su compadre Juan Vicente Gómez. En 1907
cayó gravemente enfermo, fue operado sin resultados, y su último año en el poder, 1908, lo
sorprendió en medio de una situación internacional tan conflictiva que contribuyó
fundamentalmente a su caída. En efecto, las implicaciones de aquellos conflictos lo
persiguieron durante todos los años de su destierro, hasta que murió en Puerto Rico, solitario
y arruinado, el 5 de diciembre de 1924.

Venezuela tenía rotas las relaciones con Colombia, con Francia y con los Países Bajos-
Antillas Neerlandesas, y a mediados de ese año de 1908, el presidente de Estados Unidos,
Theodore Roosevelt, instruyó al secretario de Estado, Elihu Root, cerrar la misión en
Caracas. Washington tomó la decisión el 13 de junio y el 20 se consumó la ruptura, con lo
que se retiró del país el encargado de Negocios, Jacob Sleeper, quien confió al ministro de
Brasil, Luis de Lorena Ferreira, los asuntos norteamericanos.

Las relaciones con Colombia no tuvieron fortuna durante el régimen de don Cipriano
porque venían o iban invasiones, y los caudillos (como lo había hecho en los 90 el propio jefe
tachirense), tomaban como base de sus conspiraciones el territorio colombiano. En 1906
Castro cerró los ríos venezolanos a la navegación para preservarse de los venezolanos que
andaban siempre en son de guerras.

Castro prohibió a los barcos franceses tocar puertos nacionales. Otra controversia se
originó por los reclamos contra la Compañía del Cable Francés y su alegado incumplimiento
de contrato, la participación del Gobierno en las tarifas por cada cable enviado o recibido.

Las negociaciones fracasaron, y luego las Cortes venezolanas decidieron en contra de la


CCF por su complicidad en la Revolución Libertadora. Cuando el ministro francés, Oliver
Taigny, subió a visitar un barco francés anclado en La Guaira, la policía le informó que "no
podía volver a tierra". En un momento se especuló en ciertos círculos del exterior sobre un
probable ataque de Francia. De modo que las relaciones venezolano-francesas eran
particularmente tensas en 1908, cuando justamente don Cipriano tuvo que llegar a ese país,
en su camino hacia Alemania a someterse a la intervención quirúrgica que le salvó la vida.
A esta crisis se añadió la ruptura de Venezuela con el Reino de los Países Bajos; las
relaciones venían complicándose desde los días de la Revolución Libertadora, cuando allá
permitieron que el Ban Right, con el general Matos a bordo, tocara en Willemstad. La
aparición de la peste, añadió tensiones con las Antillas porque los barcos venezolanos fueron
sometidos a cuarentena. Castro respondió con medidas de retaliación. Poco después
suspendió todo comercio con las Antillas. El ministro de Reus fue declarado "persona non
grata" en la escalada.

Mientras, en 1907, Castro le hacía ver a los venezolanos que "la armonía reinaba con todo
el mundo", el secretario de Estado Elihu Root le solicitaba a su gobierno que sometieran al
arbitraje de la Corte Internacional de La Haya las cinco reclamaciones que no podían ser
objeto de negociación bilateral. Veamos las reclamaciones: La primera de ellas tenía que ver
con el periodista Albert Félix Jaurett, un aventurero francés que se habría hecho
estadounidense de manera fraudulenta, dirigía en Caracas el periódico The Venezuelan
Herald, (1896-1904) y se involucró con el banquero y general Manuel Antonio Matos en la
Revolución Libertadora.

La segunda reclamación involucraba a tres compañías: Manoa Company, Orinoco


Corporation y Orinoco Company, que alegaban haber sufrido fuertes pérdidas por acciones
del Gobierno. Disfrutaban de 10.000 millas en Guayana para la más diversa explotación,
otorgadas a los estadounidenses como una manera de proteger el territorio de las avanzadas
de los ingleses, sin condiciones favorables para Venezuela.

La tercera se refería a la Orinoco Steamship Company, cuyos barcos eran utilizados


alternativamente por los revolucionarios que se alzaban o por el propio gobierno para la
movilización de sus tropas. En cuarto lugar figuraba la concesión otorgada en 1883 por el
presidente Antonio Guzmán Blanco al norteamericano Cyrenious Fitzgerald, quien la
transfirió en 1884 a la Manoa Company, La quinta reclamación era la más complicada porque
involucraba mayores capitales: la explotación del asfalto en el lago de Guanoco, según otra
concesión otorgada por Guzmán Blanco a Horatio R. Hamilton en 1883. Adquirida la
concesión por la New York & Bermúdez Company, sus accionistas participaron abiertamente
en la Revolución Libertadora, financiaron al general Matos, e incumplieron el contrato más
inverosímil de que se tenga noticia. La explotación del asfalto de Guanoco se convirtió en un
laberinto legal que se prolongó hasta después de la muerte del general Juan Vicente Gómez.
Según los estrategas de Washington, con Venezuela se llegaba a un punto muerto. Luego
de que la insistencia del secretario de Estado, Elihu Root, en 1907, de someter los cinco
asuntos a la Corte Internacional de Arbitraje de La Haya, no encontraba sino silencio por
respuesta del caudillo andino, el presidente Roosevelt, (escribe William Sullivan) le envió
una nota a Root donde le confiaba: "Sería bueno enviar a Venezuela varios barcos, sobre la
marcha, y hacer los preparativos para despachar un transporte con marinos. Pienso también
que el Comando Unificado debe preparar un plan de acción en caso tengamos necesidad de
hacerlo..." Castro acusó a Roosevelt de pretender "provocar un incidente diplomático para
hacerse reelegir". Iban y venían recriminaciones, mientras la gran prensa retrataba a don
Cipriano "como un ladrón de ganado". La ruptura de relaciones decidida por la naciente
potencia, causó alarma en Venezuela porque todo el mundo temía la "política del gran
garrote".

1908 fue un año de adversidades para Castro y para Venezuela. El deterioro de las
relaciones con el mundo, la situación crítica de la economía, la peste, y la salud declinante del
general. Cuando, obligado por su enfermedad, viajó a Europa en noviembre, dejó en manos
de Juan Vicente Gómez cartas que el sucesor jugó con astucia, prometiéndole a los poderes
extranjeros resolver armoniosamente todos los conflictos. Así reinó 27 años, protegido por la
"Santa Alianza" de los enemigos de don Cipriano. Los reclamos extranjeros (no pocas veces
arbitrarios) obligaron al caudillo andino a dar respuestas intransigentes. Antes de Castro, los
derechos de propiedad nunca fueron cuestionados, ni en su esencia ni en su variedad, y no
había discriminación entre venezolanos o foráneos. Castro cambió por primera vez las reglas
del juego, como lo escribió el historiador John Lombardi. Observó, además: "Allí han ido
aventureros, y grandes empresas han obtenido valiosas concesiones con la promesa del
desarrollo del país. Algunas eran principados por su extensión territorial y su abundancia de
recursos". Lombardi añadió que se organizaban compañías en Europa y Estados Unidos para
explotar las concesiones. Generalmente captaban capitales, "pero poco de ellos eran
invertidos e n Venezuela".

Lucha contra el intervencionismo extranjero.

La Revolución Federal y algunos gobiernos nacionalistas reivindicaron el carácter


antiimperialista de Venezuela. Tal vez el episodio más dramático ocurrió bajo el Gobierno
del Presidente Cipriano Castro, quien tuvo que enfrentar el asedio de las potencias extranjeras
y la traición del gran capital interno, ese que no tiene patria y que compara al entonces
banquero Antonio Matos con el actual Nelson Mezerhane, ambos adoradores del dinero, para
lo cual son capaces de vender a la patria misma.

El 8 de diciembre de 1902, las principales potencias del planeta, Alemania, Italia e


Inglaterra, entre otras, decidieron bloquear las costas venezolanas con la intención de invadir
y saquear nuestro país. Seis días después iniciaron los enfrentamientos bélicos contra
Venezuela, bombardeando inmisericordemente nuestras ciudades portuarias
y capturando nuestros buques. Sin embargo, nunca invadieron pues
encontraron una muy alta movilización del pueblo quien estaba dispuesto a dar la vida en
contra de la humillación extranjera.

El Presidente Cipriano Castro, consciente de esto hizo aquella famosa proclama que hoy
día aún resuena en la memoria colectiva del país: "Venezolanos, la planta insolente del
extranjero ha profanado el sagrado suelo de la patria".

El Imperialismo no pudo penetrar físicamente en nuestro país, pero corrompió las


estructuras, derrocando a Cipriano Castro y colocando en la Presidencia a un hombre, Juan
Vicente Gómez, que regaló nuestra riqueza petrolera por muchos años. La injerencia
Imperialista no se detuvo y es así como vemos que, cuando se realizaba la transición hacia la
Democracia, el Gobierno más civilista del siglo XX (Isaías Medina Angarita), fue derrocado
por un Golpe de Estado. La movilización popular y el sentimiento nacionalista vieron
cristalizado su poder cuando se logró derrocar la dictadura en el año 1958.

Ascenso de Gómez al Poder, como instrumento de las clases dominantes.

El 21 de noviembre de 1908, Cipriano Castro se embarcaba rumbo a Europa para


someterse a una indispensable operación quirúrgica y dejaba el gobierno en manos de su
vicepresidente José Vicente Gómez. En los primeros días de diciembre, una escuadra de tres
cruceros holandeses: el Gelderland, el Friesland y el Utrecht, apareció frente a las costas
venezolanas; todo parecía apuntar hacia un estallido inminente de las hostilidades. El 12 de
diciembre, el Gelderland capturó el pequeño guardacostas Alexis y lo remolcó hasta el puerto
de Willemstad, en Curazao. Este era ya un acto de guerra que le permitió a Juan Vicente
Gómez asumir los poderes extraordinarios contemplados a tal efecto en la Constitución.

Caracas, se convirtió en el escenario de saqueos y desórdenes. Bajo esas circunstancias, el


día 14 de diciembre, el canciller José de Jesús Paúl se dirigió al ministro del Brasil, Luis de
Lorena Ferreira, pidiéndole se sirviera transmitirle al Departamento
de Estado la oferta de negociación del gobierno venezolano. Al mismo tiempo, según lo
refirió Ferreira a su embajada en Washington, el canciller Paúl creía conveniente la presencia
de una nave de guerra norteamericana en La Guaira en previsión de sucesos. Mientras tanto,
la crisis política había llegado a su fin con el golpe de Estado del 19 de diciembre de 1908 de
Juan Vicente Gómez.

Venezuela era entonces un país pobre, despoblado, desintegrado, con


una estructura administrativa reducida y una presencia internacional mínima y muy débil.
Para 1909 en Venezuela casi no existía gobierno, pues el aparato administrativo y político
de la República era apenas un pequeño ejército, un escaso cuerpo diplomático y consular,
algunos centenares de institutos educativos y centros de recolección de impuestos y
contribuciones. Las actividades del Presidente de la República prácticamente se concentraban
en manejar ese ejército y disponer del destino de las pequeñas cantidades que quedaban en el
tesoro, una vez pagados los gastos militares y atendido el servicio (pago de intereses y abonos
a capital) de la deuda externa.

Venezuela estaba representada en el exterior por 7 legaciones y unos 30 cónsules. Este


número aparentemente elevado, de funcionarios consulares, resultó consecuencia indirecta de
necesidades del comercio exterior, que solamente se efectuaba entonces, como era lógico, por
vía marítima.

De los 50 millones que ingresaban al tesoro nacional, 14 eran utilizados para el pago de
la deuda pública y quedaban por lo tanto 36 millones de bolívares, o sea 3 millones por mes,
para todo lo que el país podía requerir. Así era Venezuela cuando Juan Vicente Gómez
asumió el poder en 1909: casi sin ingresos, abrumado por una cuantiosa deuda pública,
apenas poblado de gente en su mayoría analfabeta, aquejada de serias enfermedades y muy
pobre.

Pocos días después, el l9 de diciembre, se declara el golpe de estado y Gómez asume la


presidencia. Se había descubierto una conspiración contra la vida del general apoyada por
Castro . La Alta Corte encuentra que hay fundados indicios de la culpabilidad del general
Castro y, mientras se forma el juicio en su contra, lo declara inhabilitado para ejercer la
presidencia.

Una vez en el poder, en un primer momento Gómez se apoya en las fuerzas del liberalismo
amarillo del general Matos y en el nacionalismo del general Hernández, a quienes dio lugar
en sus primeros gabinetes. Estos grupos lucharán por imponerse en el gobierno.
El primer acto propuesto será una reforma de la Constitución castrista de l904. Es esta la
primera de las siete reformas constitucionales que se llevarán a cabo bajo el gobierno de
Gómez. Desde el primer momento esta será una de las preocupaciones del dictador, el querer
revestir de legalidad todos sus actos autoritarios y absolutos.

El 5 de mayo de l909 se sanciona la nueva Constitución. La reforma reduce de seis a


cuatro años el período presidencial (también el de senadores y diputados); crea el Consejo de
Gobierno, el cual debe elegir el Congreso. El presidente de la República debe ser nombrado
por el Congreso, y el Vocal del Consejo de Gobierno debía suplir las faltas temporales y
absolutas del Presidente. El l9 de abril, al cesar el presidente en sus funciones, se encargará
del poder ejecutivo el presidente de la Corte Federal y de Casación. Así pues, hecha la
reforma, Gómez es elegido Presidente Constitucional de la República para el período l9l0-
l9l4, sin posibilidad de ser reelegido.

Los primeros años de su gobierno se mantiene en un clima de libertades propicio para


apoyar a los grupos deseosos de resucitar los viejos partidos liberal y conservador. Pero esta
situación cambia bruscamente en l9l3, próximas las elecciones de l9l4. Se acacaba su primer
período presidencial y era necesario convocar al país a las urnas. Gómez deseaba la
reelección y estaba apoyado por la corriente personalista que a lo largo de esos cuatro años
había ido formándose bajo el lema de "¡Gómez único!" lanzado por el Dr. Ezequiel
Vivas. Pero para lograr su objetivo, Gómez debía vencer la oposición. Todos los conflictos
que surgieron entonces fueron provocados por su gobierno, empeñado en lograr la
continuación en mando. Dos eran los principales obstáculos: la oposición latente de los
miembros del Consejo de Gobierno, los caudillos reconocidos de los viejos partidos
nacionales, y las elecciones, que debían ser impedidas, junto con la neutralización de los
posibles candidatos oponentes.

El motivo escogido para enfrentarse al Consejo de Gobierno y destruirlo por la dispersión


de sus miembros fue el Protocolo Franco-Venezolano sobre reclamaciones de deudas de
súbditos franceses al gobierno nacional. El Protocolo, una vez firmado y aprobado por el
Gabinete, se sometió al Consejo en consulta. Este lo devolvió al ministro del Exterior
argumentando que lo ya aprobado no se consulta. El gobierno acusó al Consejo ante la Corte
Federal y de Casación y ésta le obligó a informar. El Consejo niega por mayoría de votos el
Protocolo, ya que considera injusta la deuda. A partir de este momento, el conflicto entre los
miembros anticontinuistas del Consejo y el Ejecutivo es manifiesto. Gómez ordenó la
detención y vigilancia de todos ellos, pero la mayoría logró salir del país. En esos días el
Consejo de Gobierno debía renovar su mesa directiva, pero en aquellas circunstancias era
imposible la elección, ya que el número de votos no era suficiente por inasistencia de sus
miembros. Entonces el gobierno propuso y obtuvo del Congreso una modificación de la Ley
Orgánica del Consejo en la que se estipulaba que en el término de quince días tenía que
instituirse o de lo contrario se declararía disuelto y se convocaría a los suplentes. Los
consejeros tuvieron que salir del país el mes de junio de l9l3. Se constituyó así un nuevo
Consejo convocando a los suplentes y nombrando a los nuevos miembros. Un Consejo sin
oposición alguna a Gómez y bajo la presidencia del Dr. Gil Fortoul, quien como tal ejercía
también la vice-presidencia de la República.

Neutralizada la oposición del Consejo de Gobierno, quedaba el problema de las


elecciones. Para suspender el proceso electoral, el Gral. Gómez declara turbado el orden
público del país. El 29 de Julio de 1913 se anuncia a los presidentes de estado de una
inminente invasión de Castro por las costas de Coro, lo que da lugar a la suspensión de las
garantías constitucionales (1º de agosto) y a la campaña organizada por Gómez para defender
al país. El 5 de agosto sale al mando de un ejército de 6000 hombres y se establece en
Maracay como Comandante en Jefe del Ejército. En Caracas nombra a su hermano Juan
Crisóstomo Gómez, "Juancho", gobernador del Distrito Federal a quien todos deberán
consultar durante su ausencia. A su vez, el Dr. Gil Fortoul desempeñará las funciones del
Presidente de la República. Una vez instalado en Maracay, nada más se supo de los
invasores; sin embargo, el pretexto había resultado eficaz para asegurar la continuación de
Gómez en el mando.

Desde enero de 1914, y puesto que las elecciones se habían suspendido, los presidentes de
estado se dirigen al ministro del Interior para saber la orientación que deben seguir. La
respuesta es que, siendo los estados autónomos, ellos mismos deben decidir de manera
soberana sobre el destino del país. Surgen así las asambleas de los plenipotenciarios de los
estados que se reúnen en Caracas. El 19 de abril de 1914 tiene lugar el Congreso de
plenipotenciarios cuyos objetivos eran en esta ocasión, oír el mensaje provisorio, elegir a un
presidente provisional de la República y un Comandante en Jefe del Ejército, y redactar el
proyecto de Constitución Nacional. El Congreso nombró presidente provisional al Dr.
Victorino Márquez Bustillos y Comandante en Jefe del Ejército al general Juan Vicente
Gómez. El 13 de junio de 1914 queda sancionada la nueva Constitución Nacional, según la
cual el presidente de la República deberá ser elegido por el Congreso el 19 de abril de 1915
por un período de siete años, después de los cuales era posible la reelección.
Gómez había logrado sus objetivos: la reelección y el debilitamiento fatal de sus
opositores. De ahora en adelante podría gobernar el país como amo absoluto del mismo. Pero
su ascensión y permanencia como dictador de Venezuela sólo fue posible por el apoyo que le
brindaron las potencias extranjeras y las clases fuertes del país. Con este respaldo, Gómez
asentaría las bases de su poder sobre un ejército fuerte, moderno y organizado y sobre un
sistema fiscal nuevo que le permitió incrementar los ingresos del Estado. El Gral. Gómez se
apoyaría sobre los sectores que se opusieron a Castro: las oligarquías comerciales y las
potencias extranjeras.

El dictador andino era un hombre vinculado a la actividad mercantil y las clases


dominantes ven en él el instrumento necesario para garantizar su expansión a través de
medidas que les favorezcan y de la estabilización de la paz en el país. Gómez gozará del
apoyo de banqueros, comerciantes y grandes propietarios.

En cuanto a las potencias extranjeras (sobre todo Estados Unidos) permitieron la caída de
Castro y el ascenso de un caudillo militar que les asegurara la paz necesaria para el desarrollo
de sus negociaciones petroleras y les facilitara la apropiación de los yacimientos del país.
Desde su llegada al poder, Gómez invitó oficialmente a los inversionistas extranjeros a
participar en la explotación de los recursos naturales del suelo venezolano.

Para consolidar definitivamente su poder, este apoyo era necesario pero no suficiente. Los
objetivos esbozados por Castro para acabar con el caudillismo y con la imposibilidad de
control del gobierno central seguían en pie: la creación del ejército y la unificación del país,
(por consiguiente la construcción de vías de comunicación y carreteras, de vital importancia
como mecanismo de control del territorio). A estos dos objetivos se imponía además el pago
de la deuda externa, que se convertirá al inicio del gobierno de Gómez en un asunto de primer
orden y en un recurso propagandístico del régimen. Dos serán los factores que, en vista de
estos objetivos, consolidaran el poder: la organización de una administración centralizada y la
existencia de un ejército nacional.

Protocolo Buchanan - Gómez

Para 1908 se produce el golpe de estado que eleva a Juan Vicente Gómez a la presidencia.
Para definir las causas de las buenas relaciones que éste establece con las grandes potencias,
bastaría con señalar que el nuevo gobierno adoptará una actitud diferente frente a ellas.

Al tomar posesión del gobierno, Gómez pide a través del representante de Brasil,
encargado de los asuntos de Estados Unidos - con cuyo gobierno había roto relaciones
Cipriano Castro - la intervención de la escuadra norteamericana. Así se envían los buques "El
Maine", el "Des Moines" y el "North Caroline".

Además, Gómez propone:

a.- Pagar la deuda externa,

b.- Respetar los bienes de los ciudadanos naturales de los países con los cuales Castro se
había querellado y

c.- Entregar a los intereses del capital internacional grandes ventajas en inversión.

Así tenemos que el 13 de febrero de 1909, se firman en Caracas los protocolos Buchanan-
Gómez. De acuerdo con éstos, el trust del asfalto se vio libre de cancelar la deuda a que lo
había condenado el poder judicial venezolano por su intromisión en los asuntos internos, al
apoyar el movimiento de Manuel Antonio Matos.

Es decir, desde el inicio de su gobierno Gómez, pudo comprender que el destino de los
gobiernos de los países atrasados que giraban dentro de la órbita capitalista, dependía de la
actitud que asumieran frente al capital internacional. Los conflictos de Castro con las
empresas foráneas, su negativa a aceptar las condiciones impuestas por las potencias
referentes al pago de la deuda externa, la caótica situación financiera de la nación,
la inseguridad política aún existente que no ofrecía seguridades a la inversión extranjera,
tuvieron como epílogo el acuerdo entre las potencias imperialistas y Gómez para derrocar a
Castro.

Por eso el caudillo de "La Mulera", se apresura a tomar las primeras medidas y hacer
serios ofrecimientos, para darle garantías al inversionista extranjero y asegurar su estabilidad.

Dentro de esa línea de comportamiento, sumiso frente al capital internacional, se moverá


Gómez. Entre 1908 y 1914, hay prosperidad económica en el país, como resultado de los
buenos precios a que se cotizan nuestros productos en el mercado internacional. Al mismo
tiempo Gómez comienza la política de concesiones abiertas y fáciles para la explotación del
petróleo. Comienza también a crear la infraestructura necesaria e indispensable que facilite la
operación de esos capitales y crea un ejército profesional identificado con los intereses del
Estado. Estas son medidas dentro de la estrategia de penetración a fondo del capital foráneo.
Cambio Socio-Cultural En La Estructura De La Sociedad Venezolana. Migraciones
Del Campo A La Ciudad

El cuadro social de la época de Gómez presenta una variación demográfica, el fin


del caudillismo y la estratificación social con las fuerzas vivas plegadas al dictador,
una burocracia de la que forman parte los familiares de éste y los obreros y campesinos
asalariados y desprotegidos.

La cantidad de población asciende en forma normal de 1908 a 1911, desciende en el


período hasta 1920 y desde aquí empieza a aumentar sin detenerse.

Las razones de la disminución demográfica en el caso de 1911-1920, son además de la


mortalidad infantil y la desatención sanitaria, la epidemia de paludismo que se extendió por el
país en 1916 y la gripe española de 1918, que causó desastres en toda la extensión del
territorio.

La relación población urbana - población rural, empieza a cambiar también con la


influencia del petróleo, se produce el éxodo campesino; el área occidental del país (donde
empezó la exploración y explotación) y la misma ciudad de Maracay.

Desaparece el fenómeno social del caudillismo regional. El dictador es el gran caudillo.


Un slogan lo señala como "Gómez Único", como el "Rehabilitador", "el pacificador".

Como estratos sociales están los terratenientes (con Gómez, sus familiares y sus amigos),
los comerciantes banqueros, industriales tanto nacionales como extranjeros, los que forman la
burocracia de altos empleados gubernamentales, los empleados y profesionales en general,
los obreros, los campesinos y los peones de las haciendas y hatos.

La educación estuvo desasistida en el período gomecista. La Universidad Central


permaneció cerrada desde 1912, hasta 1925. Hubo un índice de analfabetismo ente los
adultos de un 70% y el 90% de la población no sabía leer ni escribir.

La inscripción escolar en primaria es considerablemente inferior a la de la época


guzmancista. Por ejemplo, en 1883 había inscritos en primaria un total de 91.462 alumnos,
correspondientes a un 4,45% de la población total.

En las manifestaciones culturales continúa el movimiento histórico sociológico


del positivismo, que se había hecho presente desde Castro, con José Gil Fortoul, Laureano
Vallenilla Lanz, César funesta, Pedro Manuel Arcaya, Lisandro Alvarado.
Nuevo Modelo Económico Basado En La Industria Petrolera

La creciente prosperidad económica que se había iniciado con el gobierno de Castro, se


continuó durante todo el período gomecista y contribuyó decisivamente al afianzamiento del
gobierno. Al comienzo, este auge económico se debió a la agricultura y la cría; pero luego, a
partir de 1914, intervino un factor nuevo, de tremenda repercusión en las transformaciones
ulteriores del país, que fue el petróleo.

Los precios del café y el cacao, y el valor de las exportaciones de estos frutos, alcanzaron
sus niveles más altos. Tales circunstancias externas coincidieron con el largo período de paz
interna del gobierno gomecista. A partir de 1920, el incremento de la producción petrolera y
los crecientes ingresos que proporcionaba al gobierno, produjo la dislocación de
la economía tradicional. Comenzaron a descender las exportaciones de productos
tradicionales y algunos de ellos desaparecieron del renglón de los productos exportados.
Venezuela dejó de ser un país agropecuario y se transformó en un país esencialmente minero.

El petróleo pasó a ser el factor determinante en aquella prosperidad económica del período
gomecista. Desde los comienzos del siglo XX el petróleo empezó a surgir como energía vital
para el desarrollo industrial del mundo. Al romper con Castro, en 1908, Gómez afianzó sus
vínculos con las empresas extranjeras. Comenzó por devolverle las

Concesiones a la New York & Bermúdez Company, empresa norteamericana que había
sido embargada por el gobierno de Castro, y autorizada para explorar en el oriente del país en
busca de hidrocarburos. A raíz del éxito de esta empresa, empezaron a llegar y a establecerse
en el país otras compañías petroleras. En 1913 se iniciaron las exploraciones en el Occidente,
en 1914 se descubrió el célebre pozo "Mene Grande", y en 1922 se produjo el reventón del
pozo "Barrozo 2", que reveló la existencia de una inmensa reserva petrolífera. Las
exportaciones de petróleo se iniciaron en 1916, por valor de 100.000 bolívares; pero ya en
1926 habían subido a más de 250.000.000 de bolívares, pasando el petróleo a ocupar el
primer puesto en las exportaciones venezolanas que ha mantenido hasta hoy, y a una gran
distancia de los productos tradicionales. El incremento de las exportaciones del petróleo ha
traído consigo un aumento sin paralelo en los ingresos del gobierno.

Gómez fue implacable y cruel frente a sus opositores políticos. Liquidó a los viejos
caudillos y también los restos del liberalismo que bajo los diferentes grupos de "amarillos" y
"azules" pretendían seguir orientando la política venezolana. Gómez pasó a ser el gran
caudillo, cuyo poder no podía compartir con los viejos gamonales. Pero al mismo tiempo que
liquidó a los caudillos como fuerza política, Gómez mantuvo el latifundio y se afirmó en un
sólido apoyo de los terratenientes. El mismo pasó a ser el más grande terrateniente de
nuestra historia; y junto con sus compadres y familiares se repartió casi toda la
tierra laborable del país". La extensión de sus propiedades se medía en centenares de miles de
hectáreas. "Su hato "La Rubiera" tenía más de 200.000 hectáreas. El de "La Candelaria"
supera las 100.000. Entre el Cunaviche y el Capanaparo, se apropia de 400.000 hectáreas". Y
la gran mayoría de esas tierras, acaparadas por el Dictador, se mantenían ociosas, como rasgo
típico de aquella estructura latifundista.

"En doce Estados de la República era gran terrateniente el General Gómez, en cuyos
dominios rurales se mantenían inútiles estupendas extensiones."

En general el monopolio de las tierras se acentuó durante el gobierno de Gómez, y


su carácter latifundista se pone de manifiesto al considerar el impresionante porcentaje de
tierras ociosas que mantenían los propietarios en todo el país.

Concesiones petroleras como instrumento de dominación extranjera.

Otro elemento importante que contribuyó al mantenimiento de la dictadura de Gómez, fue


el apoyo que recibió del capital extranjero, en especial de las compañías petroleras, a quienes
el Dictador otorgó "concesiones y más concesiones petrolíferas en un interminable carnaval
en el que la nación venezolana era despojada sistemáticamente por los saqueadores
extranjeros". A partir de 1909 grandes compañías Inglesas fueron las beneficiarias de esta
política: Caribbean Petroleum, British Controlled Oilfields, Colon Development Co.,
Venezuelan Oil Concessions y otras. Pero al comenzar la primera guerra mundial les surgió
un poderoso competidor que iba a desplazarlas en el favor del régimen y en el manejo de la
industria petrolera. Grandes empresas imperialistas norteamericanas se hicieron presente y
pasaron a ocupar posiciones dominantes en la explotación de nuestro petróleo. La Standard
Oil (Creole) y la Gulf Oil Corporation (Mene Grande) controlaban ya en 1945 el 70% de la
producción.

Para atender debidamente los requerimientos legales de la nueva situación, el gobierno de


Gómez reformó el Código de Minas que era el estatuto por el cual se regía
la materia petrolera, y en 1918 se promulgó una nueva Ley de Minas. Sin embargo, esta Ley
de Minas contenía todas las disposiciones relativas a minas metalíferas y también a los
hidrocarburos, debido a lo cual el año 1920 se dictaron para sustituirla, dos leyes: una que
siguió llamándose Ley de Minas, para las minas, minerales y piedras preciosas; y la otra que
se denominó Ley de Hidrocarburos, para el petróleo. Toda esta legislación petrolera del
período gomecista, con las frecuentes modificaciones que se produjeron hasta 1935, estaba
dirigida a garantizar las mayores ventajas y facilidades a los trusts petroleros. Se ha dicho que
la ley petrolera de Gómez fue preparada por los abogados y los gerentes de las propias
compañías.

Las petroleras comenzaron a tener, desde la época de Gómez, una desmedida influencia en
la vida nacional. Por medio de sobornos, donaciones, subsidios, comisiones, sueldos
complementarios y otros medios de corrupción administrativa, pudieron disponer a sus
anchas de una numerosa clientela formada por familiares y allegados del Dictador, ministros,
presidentes de estados, administradores de aduanas, jefes civiles y demás funcionarios, a
través de los cuales burlaban descaradamente el cumplimiento de sus obligaciones legales.

Gozaron de un régimen de exoneración de impuestos de aduana para la libre importación


de todo lo que necesitaran para el desarrollo de la industria. Al amparo de esta disposición
traían cuanto les interesaba, desde alimentos, hasta juguetes para niños. El monto de tales
exoneraciones llegó a ser de tal magnitud, que el propio Ministro de Fomento de la dictadura,
el Dr. Gumersindo Torres, en 1930, planteaba la cuestión en los siguientes términos:

"...en Venezuela se han concedidos los más amplios favores a las compañías; los plazos
más largos; los derechos más fijos y más amplios; el menor número de impuestos y los
impuestos más reducidos que en ninguna legislación similar. Venezuela ha favorecido de
modo excepcionalísimo a la industria con la exoneración de derechos de importación de
maquinarías y útiles de la industria por toda la vida de la concesión...el monto de las
exoneraciones asciende en diez años a la cantidad de Bs. 233.952.126,10. De la comparación
de estos guarismos resulta el cálculo desconsolador de que habría sido preferible no
cobrar impuesto alguno de explotación en cambio del pago de los derechos de aduana
exonerados".

La clase obrera, que comenzó a formarse con la industria petrolera, quedó a merced de las
compañías, sin legislación del trabajo y desasistida de toda protección social. Y víctima,
además, de discriminación racial por parte de los patronos imperialistas.

"La discriminación racial fue traída a Venezuela por los empresarios petroleros. Los
nativos no podían acercar a sus campamentos proconsulares. Grandes alambradas, guardadas
por solícitos "guachimanes" indicaban la frontera de Venezuela con ese nuevo y poderoso
país del Oro Negro. Situación que llegó hasta el límite de que ni siquiera las mujeres
venezolanas casadas con norteamericanos, podían vivir en las residencias de los esposos."

A cambio de esta política de complacencias con las petroleras, Gómez contó desde el
comienzo de su gobierno con el apoyo y la colaboración de las potencias extranjeras. Los
gobiernos de Estados Unidos, Inglaterra, Holanda, Francia, Alemania, para quienes el
Presidente Cipriano Castro había constituido un verdadero dolor de cabeza por
su actitud nacionalista, se apresuraron a prestarle a Gómez toda clase de ayuda para
mantenerlo y fortalecerlo en el poder.

Durante este periodo se desplazaron los viejos terratenientes. Las tierras eran ahora del
Presidente Gómez, sus familiares y seguidores. Surgió también una pequeña burguesía
formada por artesanos y pequeños comerciantes, empleados públicos, pequeños y grandes
comerciantes, algunos industriales, y lo más importante, el nuevo proletariado urbano,
formado por campesinos que habían emigrado del campo a la ciudad en busca de mejores
condiciones de vida, explotados, sin derechos sociales y políticos y desprotegidos del
gobierno.

Los terratenientes entre 1920 y 1935 vieron disminuidas su producción y sus ganancias
como consecuencia de las migraciones de los peones a los espacios petroleros.

No existía en el país una política sanitaria y médico asistencial que controlara los flagelos
que agotaban la población venezolana, como el paludismo, la fiebre amarilla y
la tuberculosis. Fueron las compañías petroleras quienes comenzaron a desarrollar estas
luchas en los campos petroleros con el fin de no ver menguados sus rendimientos.

Reformas constitucionales como mecanismo de permanencia en el poder

Una vez derrocado Castro, Gómez inicia su gestión concediendo la libertad a los presos
políticos e invitando a quienes permanecían en el exilio a regresar al país, además restaura la
libertad de prensa, pero se niega a disolver el Congreso y a convocar a una Asamblea
Nacional Constituyente, tal como lo reclamaba todo el país. El 5 de agosto de 1909, el
Congreso Nacional aprueba una reforma constitucional que reduce el período presidencial a 4
años y se establece un período provisional hasta el 19 de abril de 1910, fecha en que debía
entrar en vigencia la reforma. En definitiva, Gómez es elegido el 11 de agosto presidente
provisional de la República y el 25 de abril de 1910, es elevado por el Congreso al rango de
General en jefe de los ejércitos venezolanos. El 27 de abril, las cámaras legislativas lo eligen
presidente constitucional de Venezuela para el período 1910-1914, pero en 1913 Gómez
decide continuar en el ejercicio del poder, creando con esa determinación, la primera crisis en
el seno de su gobierno. Finalmente, la conflictiva situación es resuelta una vez que Gómez
declara suspendido el proceso electoral, alegando como pretexto una supuesta invasión por
parte de Castro, por las costas del estado de Falcón. Ante tal situación, Gómez se declara en
campaña y se instala en Maracay, mientras que José Gil Fortoul, presidente del nuevo
Consejo de Gobierno, ocupa la presidencia de la República.

Luego de estos acontecimientos, el 14 de abril de 1914 un Congreso Nacional de


Plenipotenciarios resuelve designar a Juan Vicente Gómez presidente provisional de la
República y comandante en jefe del Ejército. Posteriormente, este mismo grupo de
plenipotenciarios redactaron un Estatuto Constitucional provisional que regiría hasta que
fuera promulgada una nueva Carta Magna (la cual fue aprobada en junio de 1914),
designándose a Victorino Márquez Bustillos como presidente de la República y a Juan
Vicente Gómez como comandante en jefe del Ejército. El 3 de mayo de 1915, el Congreso
Nacional eligió al general Juan Vicente Gómez, presidente constitucional para el Septenio
1915-1921. No obstante, Gómez permaneció el mayor tiempo en Maracay, mientras que
Victorino Márquez Bustillos, se encargó del poder en su rol de presidente provisional por
espacio de 6 años.

Período de Transacción a la Democracia.

Con la muerte de Gómez, el 17 de diciembre de 1935, se termina una de las dictaduras


más férreas de la historia del país y culmina el período que llamamos el "caudillismo" para
iniciar una transición hacia la democracia. El general Eleazar López Contreras, ministro de
guerra y marina quedó encargado de la presidencia hasta el final del período de Gómez, el 19
de abril de 1936. En las elecciones presidenciales resultó electo para el período 1936-1943,
pero él mismo solicitó que se modificara la constitución para acortar el período a 5 años, es
decir hasta 1941.

Eleazar López Contreras, a pesar de haber sido heredero de un régimen dictatorial, que
hubiera podido proseguir, decidió orientar el país hacia la democracia. López Contreras
autorizó la libertad de expresión, permitió la existencia de partidos y sindicatos, reconoció el
derecho a huelga, promulgó una ley de trabajo más moderna e instituyó el Seguro Social
Obligatorio. Sin embargo, en marzo 1937, mediante un decreto ordenó la expulsión del país
de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Gonzalo Barrios, Jóvito Villalba y 43 dirigentes más.
El año 1936 merece una mención muy especial por varios acontecimientos notables. En
febrero, López Contreras presentó su programa de gobierno que reorientaba la nación hacia la
democracia. En ese mismo mes, hubo muchas manifestaciones en contra de Félix Galavís,
gobernador de Caracas y un connotado gomecista. López Contreras cedió a las presiones y lo
destituyó. Era la primera vez en mucho tiempo que un gobernante cedía ante la presión
popular. En ese mismo año se fundaron varios partidos políticos, tales como el Partido
Republicano Progresista (PRP) de corte comunista, la Federación de estudiantes de
Venezuela fundada por Jóvito Villalba y la Organización Venezolana ORVE de Rómulo
Betancourt.

A finales de 1936, se inició la huelga petrolera que duró 43 días y que, a pesar de haber
sido abortada con un decreto presidencial, marcó el principio del reconocimiento de los
derechos obreros.

Tal como estaba previsto, las elecciones se realizaron en abril de 1941. En aquel entonces,
las elecciones no eran directas (es decir por el voto del pueblo), sino que se hacían entre los
diputados y senadores del congreso. El ganador, con 120 votos, fue el candidato oficial, un
general tachirense llamado Isaías Medina Angarita. El segundo candidato, el famoso escritor
Rómulo Gallegos, quien contaba con mucha popularidad, obtuvo 13 votos. Esto puso en
evidencia que el sistema electoral que se estaba utilizando no representaba la voluntad del
pueblo, sino los intereses de grupos más reducidos.

Isaías Medina Angarita propició una apertura democrática: Se modificó la constitución


para permitir la creación de partidos considerados "revolucionarios" y para establecer el
sufragio universal y directo, para los diputados, aunque aún no para la presidencia. Durante el
período de gobierno de Medina Angarita no hubo presos políticos, ni exiliados o perseguidos
políticos.

Es también en ese período, el 13 de septiembre de 1941, que se fundó el partido Acción


Democrática (AD), liderado por Rómulo Betancourt y por Rómulo Gallegos, que tendría
tanta influencia en los próximos 60 años. El partido de gobierno dirigido por el propio
presidente Medina, era el Partido Democrático Venezolano (PDV).

En 1945 se había creado consenso para que el embajador de Venezuela en Washington,


Diógenes Escalante fuese el sucesor de Medina. Sin embargo, cuando regresó a Venezuela
cayó enfermo, lo que imposibilitaba su nombramiento. Medina propuso entonces a Ángel
Biaggini, su ministro de Agricultura y Cría, para que fuera su sucesor, pero el partido Acción
Democrática, que si apoyaba a Escalante, se opuso y solicitó que se nombrara un Jefe de
Estado provisional, mientras se modificaba la constitución para que la elección presidencial
fuese por el voto universal, directo y secreto, en vez de por el congreso. Esta propuesta fue
rechazada por el gobierno. Es entonces cuando Acción Democrática se acercó a un grupo de
oficiales descontentos que hicieron un golpe de estado, derrocando a Medina Angarita el 18
de octubre de 1945. El poder fue asumido por una junta de gobierno presidida por Rómulo
Betancourt(de 37 años) y con la participación del educador Luis Beltrán Prieto Figueroa,
Raúl Leoni y Gonzalo Barrios. Por el ejército participaron el Mayor Carlos Delgado
Chalbaud y el capitán Mario Vargas.

La nueva "Junta Revolucionaria de Gobierno" ofreció la realización de elecciones en abril


de 1946 para un nuevo congreso, la restitución de las garantías constitucionales, de la libertad
de prensa y de agrupación sindical.

Al poco tiempo se fundaron dos partidos de origen estudiantil, que llegarían a tener mucha
influencia: La Unión Republicana Democrática (URD), fundada por Jóvito Villalba y el
"Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI)" fundado por Rafael
Caldera.

Durante la gestión de la Junta Revolucionaria de Gobierno se estableció, mediante decreto


del 31 de diciembre de 1945, que la participación del estado en la industria petrolera debía ser
de 50%, lo que se conoció como el régimen "fifty-fifty" (50-50).

En las elecciones legislativas (universales, directas y secretas) de 1946, AD logró el 80%


de los votos, COPEI el 13% y el resto se repartió entre URD y el Partido Comunista. Esta
Asamblea Nacional Constituyente fue presidida por el poeta adeco (Acción Democratista)
Andrés Eloy Blanco, culminando en julio de 1946 con una nueva constitución que establecía
que las elecciones para la presidencia y el congreso serían a través del voto universal, directo
y secreto.

El 24 de noviembre de 1948 se conoce en la historia contemporánea de Venezuela como la


fecha del golpe militar que las Fuerzas Armadas Nacionales perpetraron contra el gobierno
constitucional presidido por Rómulo Gallegos, quien el 15 de febrero de 1948 había asumido
la presidencia de la República, luego de triunfar en los comicios de diciembre de 1947 con un
74.4% de los votos escrutados, siendo además la primera vez en el siglo XX que el pueblo
elegía por vía universal, directa y secreta a sus representantes. Múltiples fueron los factores
que incidieron en la crisis política e institucional que derivó en la caída de Gallegos. Por un
lado, el partido de Gobierno (AD), quien se estableció en el poder luego
del derrocamiento de Isaías Medina Angarita (18.10.1945) y en el que se sustentaba Gallegos,
comenzó a ser tildado de sectario al ocupar los principales cargos de la administración
pública con sus partidarios. En tal sentido, en poco tiempo AD creció rápidamente como
organización, creando un grupo monopolista del poder, denunciado por la oposición.
Asimismo, los niveles de intolerancia de la militancia llegaron a extremos tales de sabotear
los mítines de los partidos de la oposición-en especial de COPEI-y de asambleas sindicales,
que en muchos casos llegaron a las agresiones físicas.

Por otra parte, la unión cívico-militar instalada el 18 de octubre de 1945 se empezó a


debilitar, una vez que los miembros de las Fuerzas Armadas comenzaron a verse como los
socios minoritarios de un proceso político que ellos mismos habían iniciado. Esta situación
empeoró con las acusaciones de los jefes militares de que AD estaba organizando milicias
partidistas armadas e intentaba conquistar adeptos en las filas del ejército, además de querer
penetrarlas, al hacer que jóvenes de su confianza se inscribieran en las academias militares.
El descontento provocado por la penetración de los adecos en la institución castrense, produjo
por tanto diversos intentos localizados de alzamientos cuartelarios, que los mandos militares
debieron sofocar para mantener la unidad y la disciplina de dicha institución; sin embargo, las
presiones castrenses por el derrocamiento del gobierno continuaron. Por tal motivo, los
principales jefes militares (Carlos Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez y Luis Llovera
Páez) se erigieron en negociadores para tratar de aliviar las tensiones. Con esta finalidad
elaboraron tres puntos que propusieron al Gobierno de Gallegos:

 Que Rómulo Betancourt - el gran estratega y organizador del partido AD, a quien se
responsabilizaba del estado al que había llegado - saliera del país por tiempo indefinido.
 Que las milicias de AD fueran desarmadas.
 Que se reorganizara el gabinete, sustituyendo a los ministros militantes de AD por
personas sin disciplina partidista.

Según testimonios de personas que participaron en las negociaciones, Betancourt se


mostró dispuesto a viajar al exterior e intervenir en lo que fuera necesario para llegar a un
arreglo conciliatorio; pero Gallegos se mantuvo en posiciones principistas, secundado por el
CEN del partido. Debido a la intransigencia de Gallegos, desde mediados de noviembre de
1948 corrían rumores acerca de un golpe de Estado; motivo por el cual el 23 de ese mes, el
Gabinete Ejecutivo renunció en pleno para facilitarle a Gallegos las decisiones que debía
tomar, pero éste lo ratificó íntegramente, cerrando cualquier posibilidad de entendimiento con
los militares, quienes en una actitud conciliatoria, ya no exigían la sustitución de todos los
ministros adecos, sino de una parte. Finalmente, ante la presunción de que la dirigencia de
AD y la CTV convocarían a una huelga general para hacer una demostración de fuerza, los
militares decidieron actuar y el 24 de noviembre de 1948 derrocaron al gobierno, poniendo
fin a la alianza concertada con AD para la obtención del poder en octubre de 1945. Formando
luego una Junta Militar de gobierno integrada por los Carlos Delgado Chalbaud, Marcos
Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez.

En 1952, Pérez Jiménez consolidó su régimen, a través de la Seguridad Nacional, un


cuerpo autónomo dirigido por Pedro Estrada, hombre de su entera confianza que se encargó
de controlar y silenciar a los dirigentes de la oposición, a quienes encarceló y les propinó las
más despiadadas torturas.

Las características del régimen de Pérez Jiménez fueron la falta de transparencia en los
procesos de participación político electoral, la dependencia incondicional a los dictámenes
del Pentágono y la Casa Blanca, las detenciones, desapariciones, torturas y hasta la muerte a
los opositores al gobierno y la corrupción creciente en las élites gubernamentales.
También, el abuso de poder de los funcionarios que sostenían el régimen y las prácticas
sistemáticas de infiltración policial en las organizaciones políticas.

En 1957, Pérez Jiménez se hizo reelegir como Presidente para el período 1958-1963, pero
la descomposición interna de su régimen y el trabajo laborioso y clandestino de los partidos
políticos, encabezados por el Partido Comunista de Venezuela, URD y Acción Democrática,
hicieron que las bases que lo sustentaban en el poder se fueran tambaleando.
Comenzó entonces la publicación de diversos manifiestos en contra del gobierno, así como
también pronunciamientos públicos de instituciones nacionales, periodistas, sectores
empresariales, entre otros.

Al mismo tiempo, los líderes y dirigentes medios de los partidos políticos se movilizaban a
través de la Junta Patriótica, organismo formado el año 56 con la misión de concertar
acciones en favor de incentivar la lucha popular y la agitación política en contra del gobierno.

Un momento clave, que significó el inicio de la caída de la dictadura, fue el fallido golpe
de estado del 1 de enero de 1958, encabezado por el coronel Hugo Trejo, junto a un grupo
importante de oficiales, que evidenció el malestar dentro de la institución militar y la pérdida
del control por parte de Pérez Jiménez, del poder de las armas.
Este acontecimiento obligó al dictador a efectuar cambios dentro de su equipo de
gobierno, donde dos figuras emblemáticas de su dictadura, como el ministro del Interior,
Laureano Vallenilla Lanz y el director de la Seguridad Nacional, Pedro Estrada, fueron
removidos de sus cargos y ambos abandonaron el país, lo cual fue traducido por los
movimientos políticos, como una muestra de la debilidad del régimen.
El hecho cumbre de estas acciones lo constituyó la realización de una huelga general, el 21 de
enero de 1958, en la que convergieron los partidos, la Junta Patriótica, los estudiantes y
sectores empresariales y culturales junto con las masas populares.

En la madrugada del 23 de enero, Pérez Jiménez viéndose derrotado dejó el Palacio de


Miraflores rumbo al aeropuerto La Carlota, situado en plena ciudad de Caracas, y tomó un
avión, conocido como “La vaca sagrada” que lo condujo a República Dominicana.
Al conocerse la noticia del derrocamiento, el pueblo se lanzó a la calle, saqueó casas de
adeptos al régimen y atacó la sede de la Seguridad Nacional, ubicada en la plaza Morelos e
incluso funcionarios de estos grupos represores fueron linchados.

Miraflores, sede del poder nacional, se convirtió en pocas horas en el sitio de reunión de
los sublevados y de innumerables dirigentes políticos y personalidades, entre quienes
destacaba Fabricio Ojeda, periodista y líder del PCV, que presidió una primera junta que se
instaló, aunque luego de varias discusiones y por diversas circunstancias, procedieron a
nombrar una nueva Junta de Gobierno provisional para reemplazar al régimen derrocado.

La junta de gobierno estuvo presidida por el contralmirante Wolfgang Larrazábal y los


coroneles Carlos Luis Araque, Pedro Quevedo, Roberto Casanova y Abel Romero.
Ese mismo año nació el pacto de Punto Fijo, suscrito en la quinta del mismo nombre,
perteneciente a Rafael Caldera (COPEI), Jovito Villalba (URD) y Rómulo Betancourt (AD),
dejando a un lado al PCV y otras agrupaciones. La firma de ese acuerdo, que establecía “la
alternatividad del poder” representó el inicio de la democracia representativa, donde sólo AD
y COPEI gobernaron al país por más de 40 años, tiempo durante el cual lo hundieron en la
más lamentable miseria, e iniciaron un periodo de persecución a la disidencia, reflejada en la
izquierda, que posteriormente desembocaría en la lucha guerrillera.

El 23 de enero de 1958, un movimiento cívico-militar derrocó al gobierno de Marcos


Pérez Jiménez, quien abandonaría el país con rumbo a República Dominicana a bordo del
avión presidencial la "Vaca Sagrada". El antecedente más cercano de dicho acontecimiento se
produjo el primero de enero del mismo año, cuando aviones de guerra surcaron los cielos
despertando a toda Caracas. El asombro fue mayúsculo, incluso para los propios partidarios
del gobierno, ya que hacía exactamente un mes, se había efectuado un plebiscito para
prolongar el mandato de Pérez Jiménez, darle cierta solidez a su régimen y legitimidad ante
las Fuerzas Armadas. Sin embargo, a pesar de que el alzamiento fue develado, a medida que
se fueron revelando los nombres de los implicados se pudo apreciar cuán extendido y
profundo era el malestar entre los oficiales de las tres fuerzas. Por tal motivo, aunque el golpe
fracasó no fortaleció al gobierno, sino que aceleró el proceso de deterioro que terminaría 23
días más tarde con su caída. Esto último fue producto de una acumulación de oposiciones
que, al final convirtieron el derrocamiento de la dictadura en una causa nacional.

Profundizando un poco en las causas que derivaron en la caída de Pérez Jiménez, hay que
señalar fundamentalmente 2 aspectos. En primer lugar, la crisis militar, originada a partir de
los mencionados sucesos del 1 de enero de 1958, los cuales trastocaron el poder absoluto que
hasta entonces tenía el primer mandatario en el seno de las Fuerzas Armadas. En tal sentido,
el alzamiento de los oficiales de la Fuerza Aérea en la Base de Boca de Río, cercana a la
ciudad de Maracay y del cuerpo de blindados del cuartel Urdaneta de Caracas al mando del
teniente coronel Hugo Trejo, produjo o evidenció una crisis de liderazgo en la institución
castrense. En segundo lugar, la crisis política en el propio seno del gobierno producto de la
descomposición y fraccionamiento del mismo a raíz del plebiscito de diciembre de 1957 y
que originó 2 cambios de gabinete sucesivos, los días 10 y 13 de enero de 1958
respectivamente, y la salida hacia el exterior de los personeros más cercanos a Pérez Jiménez
vetados por las Fuerzas Armadas, Laureano Vallenilla Lanz, ministro hasta entonces del
Interior, y Pedro Estrada, jefe de la policía política del régimen, la Seguridad Nacional.

A partir de los sucesos del 1 de enero y ante la manifiesta crisis política y militar del
régimen perejimenista, comenzaron a publicarse diversos manifiestos en contra del gobierno
tambaleante, firmados por hombres y mujeres representativos de diferentes campos de la
actividad económica, profesional y cultural, así como pronunciamientos públicos de
instituciones nacionales como el Colegio de Ingenieros, la Asociación Venezolana de
Periodistas, federaciones obreras y sectores empresariales que hasta ese momento no habían
manifestado abiertamente su repudio a la dictadura. Todas las acciones de calle en contra del
régimen, tendrán su momento cumbre en la huelga general del 21 de enero, movilizada por la
Junta Patriótica (unión de los diversos partidos políticos), junto a los estudiantes, empresarios
y las masas populares, la cual tomó un carácter unitario que prestó el apoyo necesario a los
oficiales alzados.
En la madrugada del 23 de enero, pese a contar con el apoyo de un importante sector de
las Fuerzas Armadas, Pérez Jiménez decide abandonar el Palacio de Miraflores y trasladarse
al aeropuerto de La Carlota (situado en plena ciudad de Caracas), para tomar el avión que lo
conduciría a la República Dominicana. Al conocerse la noticia del derrocamiento, el pueblo
se lanzó a la calle, saqueando las casas de los adeptos al régimen; atacando la sede de la
Seguridad Nacional y linchando a algunos funcionarios.

Así mismo, destruyeron la sede y los equipos del periódico oficialista El Heraldo. Por otra
parte, en pocas horas el Palacio de Miraflores se convirtió en el sitio de reunión de los
sublevados y de innumerables dirigentes políticos y personalidades, quienes procedieron a
nombrar una Junta de Gobierno Provisional que reemplazara al régimen derrocado. La Junta
la constituyeron el contralmirante Wolfgang Larrazábal como presidente y los coroneles
Carlos Luis Araque, Pedro José Quevedo, Roberto Casanova y Abel Romero Villate. Al
amanecer del día 23, los venezolanos celebran la caída de Pérez Jiménez, a la vez que
protestan por la presencia en la Junta de Gobierno de Casanova y Romero Villate,
reconocidos miembros del perejimenismo; los cuales finalmente fueron obligados a renunciar
y reemplazados el día 24 de enero por los empresarios Eugenio Mendoza y Blas Lamberti .

Con el objeto de facilitar el trabajo de la Junta de Gobierno y restablecer la democracia en


Venezuela, se designó también un gabinete provisional compuesto por juristas, empresarios y
ejecutivos, reservándose a un militar, el coronel María Castro León, el ministerio de la
Defensa. Posteriormente, la Junta de Gobierno convoca a elecciones para diciembre de ese
mismo año; se liberan a los presos políticos en todo el país, se amplía la Junta Patriótica con
representantes de sectores independientes, ratificándose en la presidencia de la misma al
periodista Fabricio Ojeda; se abre el proceso de castigo a los personeros del gobierno
perejimenista y regresan los exiliados. En esos días se iniciaba de manera definitiva, una
nueva etapa en la historia de la Venezuela contemporánea.

Al irse de Venezuela el 23 de enero de 1958, el dictador Marcos Pérez Jiménez, una junta
de gobierno presidida por el contralmirante Wolfgang Larrazábal prometió que se realizarían
elecciones libres antes de finalizar el año.

Los dirigentes políticos principales, quienes habían regresado al país desde el exilio, se
reunieron y el 31 de octubre de 1958 firmaron el "Pacto de Punto Fijo", el cual tenía por
objetivo afianzar el naciente sistema democrático, fijando las reglas de convivencia entre
partidos.
Finalmente, y tal como se había ofrecido, se realizaron las elecciones generales resultando
ganador Rómulo Betancourt, candidato del partido social demócrata Acción Democrática
(AD), quien derrotó a Wolfang Larrazabal, candidato de la Unión Republicana Democrática
(URD) y a Rafael Caldera, candidato del partido social cristiano COPEI.

El período de Rómulo Betancourt fue bastante tumultuoso ya que hubo varios alzamientos
militares y hasta un atentado contra la vida del mismo presidente. En 1962 hubo varios
alzamientos militares que recibieron los nombres de "Carupanazo" y "Porteñazo", por
haberse desarrollado en las ciudades de Carúpano y Puerto Cabello, respectivamente. Estos
movimientos de guerrilla eran de corte izquierdista y se dice que contaban con el apoyo del
presidente cubano, Fidel Castro.

El atentado al cual nos referimos ocurrió en la conmemoración del Día del Ejército, el 24
de Junio de 1960, cuando el presidente se dirigía a presidir el desfile militar en "Los Próceres
de Caracas". Rómulo Betancourt sufrió quemaduras en las manos, al explotar un automóvil
que estaba estacionado en el paseo de los ilustres, justo cuando pasaba la comitiva
presidencial. El jefe de la casa militar murió en el atentado. Las averiguaciones posteriores
arrojaron que el autor intelectual había sido el presidente dominicano, el dictador Rafael
Leonidas Trujillo, secundados por varios conspiradores venezolanos.

Durante el período de gobierno de Rómulo Betancourt, se formuló el I plan de la nación,


se inició la reforma agraria, se fundó la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), la
Corporación Venezolana del Petróleo (CVP). Otro hecho importantísimo fue que Venezuela,
bajo el patrocinio del ministro de Minas e Hidrocarburos, Juan Pablo Pérez Alfonzo,
conjuntamente con Arabia Saudita, Irán, Irak y Kuwait fundaron la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP), ante la resolución que habían tomado las empresas
petroleras internacionales de bajar los precios del petróleo.

La constitución de 1961 es producto de una Reforma Constitucional integrada por


una comisión de especialistas constitucionalistas, que se integraron y fueron parte del
Congreso elegido para el periodo de 1964 hasta 1969, conformado por dos cámaras. Además
fue una un estudio pensado sobre la Constitución de 1953, que era un texto constitucional
para amparar a un gobierno de facto.

En esta ocasión la nueva casta política precursora de la Democracia Representativa. No se


apresura a elaborar un nuevo Texto Fundamental sin pensarlo. Si no que prefiere cabalgar
dos años con la antigua Constitución para realizar una buena reforma. En su estudio lo
primero que se hace es realizar un estudio al Derecho Constitucional Comparado, en primer
lugar a América Litina, a Europa y a algunos países asiáticos, con la finalidad de elaborar una
nueva Carta Magna adaptada a las exigencias mundo.

Otro característica novísima de nuestra evolución del derecho constitucional venezolano,


fue mirar la realidad histórica. Ya que esta nación ha tenido una serie de constituciones de
muy corto tiempo. Para 1961 el país ya había tenido veinticinco constituciones más un
estatuto constitucional y unos proyectos de reformas constitucionales que no se habían
consolidado en su tiempo. Observa esa memoria, extrae lo más importante de ese catálogo
constitucional, lo actualiza y lo renueva a la contemporaneidad.

Es por ello, que la Constitución de 1961 contiene muchas innovaciones en las materias de:
división territorial con relación a la organización de los estados, distritos y municipios.
Trastoca el tema de nacionalidad, le actualizó e y conformación del poder público. Con
respecto a la modificación de la constitución se clarifico lo que más se pudo, por la vía
reforma e enmienda tratando de no dejar vacíos. Por primera vez se consagra en una
constitución, la inviolabilidad de la misma.

Esta constitución en su desarrollo, el Congreso le hizo dos enmiendas una en 1973,


modificado dos artículos, siendo el objetivo principal, para las futuras elecciones, para
presidente, senador, diputado o magistrados en donde se prohíbe a aquellas personas que
hayan sido condenados en sentencia definitiva. La segunda en 1983, trastocando nueve
artículos, en materia electoral, jubilaciones, estatutos parlamentarios. Esta Constitución de
1961, se aprobó y se sancionó el 23 de enero.

Esta constitución ha sido la de más larga duración de Venezuela, de hecho se transformó


en un modelo para otros países de América Latina. Consolida el sistema democrático
representativo, desarrolló la alternabilidad política. En su última década se desarrolló y se
aplicó el proceso de la descentralización.

También podría gustarte