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¿Que es cristianismo?

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El cristianismo es una religión monoteísta de orígenes semíticos que
se basa en el reconocimiento de Jesús de Nazaret como su fundador y
figura central. Sus seguidores creen que Jesús es el hijo de Dios, así
como el Mesías (o Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento, que
murió para la redención de los pecados del género humano, y que
resucitó después de su muerte.
Dentro de sus textos y escritos sagrados, comparte con el judaísmo el
Tanaj, el cual constituye, junto con la Biblia Septuaginta (más antigua
que el Tanaj en su forma actual), la base y la fuente para el Antiguo
Testamento de las diferentes Biblias cristianas. Por este motivo es
considerada una religión abrahámica junto con el Judaísmo y con el
Islam.
Sus inicios datan de la primera mitad del Siglo I de la Era Cristiana.
(Ya desde el siglo XX, los estudiosos no toman como fecha
incontrovertible el año 33 d.C. para la muerte de Jesucristo. Está
históricamente probado que hay un desfase de 4 a 8 años entre el
inicio del cómputo de la Era cristiana y la fecha precisa del nacimiento
de Jesús de Nazaret, llamado Cristo.1 Y en adición a esto, no hay
clara certeza ni consenso entre los estudiosos de que éste haya
muerto a la edad de 33 años, tal como algunos textos bíblicos parecen
sugerir. Confróntese al respecto Jn 2:20, Jn 8:57 y Lc 3:23)2 En sus
primeras décadas, el cristianismo era considerado como una
doctrinasectaria más entre las tradiciones judías e israelitas, al igual
que otros cuerpos de ideas y creencias de esa parte del mundo en esa
época.3Desde que el cristianismo se convirtió en la religión oficial del
Imperio romano en el siglo IV, ha influido de manera significativa en la
cultura occidental y en muchas otras culturas a través del mundo. En
la actualidad posee más de 2.100 millones de fieles,4 o cerca de un
tercio de la población mundial, siendo la religión con más seguidores
del mundo.
La palabra "cristianismo" proviene del
griego χριστιανός, christianós, cristiano, la cual a su vez proviene del
nombre propio Χριστός,Christós, Cristo, traducción del hebreo
"Mesías" que significa "Ungido". El origen del término se indica en el
libro de Hechos de los Apóstoles:
PORQUE LOS JUDIOS NO CREEN QUE JESUS ES
SU DIOS O NO VEN A JESUS COMO LOS
CRISTIANOS LO VEN.

Es importante entender por qué los judíos no creen en Jesús. El


propósito no es despreciar otras religiones, sino plantear y clarificar la
posición judía. Cuanta más información haya para escoger, la gente
podrá tomar mejores decisiones acerca de sus vidas espirituales.

Los judíos no aceptan a Jesús como su Mesías porque:

- Jesús no cumplió las profecías mesiánicas.

- El cristianismo contradice la teología judía.

- Jesús no cumplió con los requisitos de Mesías.

- Los versículos bíblicos referentes a "Jesús" son traducciones


incorrectas.

- La creencia judía está basada en una revelación nacional.

Jesús no Cumplió las Profecías Mesiánicas

¿Qué es lo que el Mesías tiene que lograr?

La Biblia dice que debe:

- Construir el Tercer Templo (Ezequiel 37:26-28)

- Reunir a todos los judíos de regreso en la Tierra de Israel (Isaías


43:5-6).

- Traer una era de paz mundial, acabar con el odio, la opresión, el


sufrimiento y la enfermedad. Como está escrito: "Una nación no
levantará espada contra otra nación; y tampoco los hombres
estudiarán más cómo hacer guerra"(ver Isaías 2:4).
- Esparcir un conocimiento universal sobre el Dios de Israel - uniendo
a toda la raza humana como una. Como está escrito: "Dios será Rey
sobre todo el mundo - ese día, Dios será Uno y Su Nombre será Uno"
(Zacarías 14:9).

El hecho histórico es que Jesús no cumplió con ninguna de estas


profecías mesiánicas.

El Cristianismo Contradice la Teología Judía

¿Dios como tres?

La idea cristiana de la trinidad divide a Dios en tres entes separados:


El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (Mateo 28:19).

Esto contradice al Shemá, la base de la creencia judía: "Escucha


Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es UNO" (Deuteronomio
6:4). Los judíos declaran la unicidad de Dios cada día, escribiéndola
en los marcos de sus puertas - las mezuzot, y atándola a sus brazos y
a sus cabezas - los Tefilin. Esta aseveración de la unicidad de Dios
son las primeras palabras que se le enseñan a un niño judío, y las
últimas palabras que se dicen antes de morir.

En la ley judía, el adorar a una trinidad divina es considerado idolatría -


uno de los pecados cardinales por los que un judío debe dar la vida
antes de transgredirlo. Esto explica por qué durante las inquisiciones y
durante toda nuestra historia, los judíos han preferido dar sus vidas
antes que convertirse.

¿El Hombre Como Dios?

Los cristianos creen que Dios vino a la tierra tomando la forma de un


hombre, como Jesús dijo: "Yo y el Padre somos uno" (Juan 10:30).

Maimónides dedica la mayoría de su libro "La Guía de los Perplejos" a


la idea fundamental de que Dios carece de cuerpo, es decir de una
forma física. Dios es Eterno, está por encima del tiempo. Es Infinito,
más allá del espacio. No pudo haber nacido y no puede morir. Decir
que Dios asume una forma humana hace a Dios pequeño,
destruyendo Su Unicidad y Divinidad, como dice la Torá: "Dios no es
un mortal" (Números 23; 19).

El judaísmo dice que el Mesías va a nacer de padres humanos, con


atributos físicos como cualquier otra persona. No va a ser un semi-
dios, y no va a poseer características sobrenaturales. De hecho, un
individuo vive en cada generación con la capacidad de tomar el papel
de Mesías (ver Maimónides- Leyes de Reyes 11:3).

¿Intermediario Para el Rezo?

Una idea básica del cristianismo es que el rezo debe ser dirigido a
través de un intermediario - por ejemplo confesar los pecados a un
cura. Jesús mismo es un intermediario, como él mismo dijo: "Ningún
hombre venga hacia al Padre sino a través mío".

En el judaísmo, el rezo es una cuestión totalmente privada, entre cada


individuo y Dios. Como la Biblia dice: "Dios está cercano a todo aquel
que lo llame verdaderamente" (Salmos 145: 18). Más aún, los Diez
Mandamientos dicen: "No debes tener otros dioses delante de Mí", es
decir que está prohibido poner un mediador entre Dios y el hombre.
(Ver Maimónides - Leyes de idolatría Cáp. 1).

Participación en el Mundo Físico

El cristianismo comúnmente trata al mundo físico como algo malo que


debe ser evitado. María, la mujer cristiana más sagrada es retratada
como una virgen. Entre los curas y las monjas son célibes. Los
monasterios están en lugares remotos y alejados.

Por el contrario, el judaísmo cree que Dios creó el mundo físico para
nuestro beneficio, no para frustrarnos. La espiritualidad judía se
obtiene mediante la utilización del mundo físico de manera tal que lo
eleva. Las relaciones íntimas en un contexto adecuado es uno de los
actos más sagrados que una persona puede realizar.

El Talmud dice que si una persona tiene la oportunidad de probar una


fruta nueva y se rehúsa a hacerlo, tendrá que rendir cuentas de ello en
el mundo venidero. Asimismo, las escuelas rabínicas judías enseñan
cómo actuar correctamente en el ámbito comercial. Los judíos no se
retiran de la vida, la elevan.

Jesús no Cumplió con los Requisitos de Mesías.

Mesías como Profeta

Jesús no fue un profeta. La profecía sólo puede existir cuando la tierra


está habitada por una mayoría de judíos. Durante el tiempo de Ezrá
(C. año 300 a.e.c.) la mayoría de los judíos se rehusaron a
desplazarse de Babilonia hacia Israel, por ende la profecía terminó con
la muerte de los últimos profetas - Jagai, Zacarías y Malají.

Jesús apareció en la escena aproximadamente 350 años después de


terminada la época de los profetas.

Descendiente de David

El Mesías debe ser descendiente del rey David por el lado paterno
(Ver Génesis 49:10 e Isaías 11:1). De acuerdo al cristianismo que dice
que Jesús fue producto del nacimiento de una virgen, él no tuvo un
padre - y por ende no pudo haber tenido la posibilidad de cumplir la
profecía mesiánica de ser descendiente del rey David por el lado
paterno.

Observancia de la Torá

El Mesías va hacer que el pueblo judío cumpla con todas las leyes de
la Torá. La Torá plantea que todas las mitzvot permanecerán
obligatorias para siempre y que cualquiera que venga a cambiar la
Torá es inmediatamente identificado como un falso profeta
(Deuteronomio 13; 1 - 4).

A lo largo del nuevo testamento Jesús contradice a la Torá y dice que


seis mandamientos ya no son aplicables (Juan 1:45 y 9:16, Acts 3:22 y
7:37).
Los Versículos Bíblicos Referentes a "Jesús" son Traducciones
Incorrectas

Los versículos bíblicos sólo pueden ser entendidos al estudiar el texto


en su idioma original - lo que revela muchas discrepancias con la
traducción cristiana.

Una Virgen Dio a Luz

La idea cristiana de que una virgen dio a luz ha derivado de un


versículo en Isaías que describe a una "almá" dando a luz. La palabra
hebrea "almá" siempre ha significado "una mujer joven", pero los
teólogos cristianos vinieron siglos después a traducirla como "virgen".
Esto está de acuerdo con la idea pagana de que los mortales son
absorbidos por dioses.

Crucifixión

El versículo en Salmos 22:17 dice: "Como un león ellos están en mis


manos y pies". La palabra hebrea ke-ari (como un león) es
gramaticalmente similar a la palabra "clavado". Sin embargo, el
cristianismo lee el versículo como una referencia a la crucifixión: "Ellos
perforaron mis manos y pies".

Un Sirviente que Sufre

Los cristianos declaran que en el libro de Isaías, capítulo 53, el texto


se refiere a Jesús. Pero en realidad, el profeta Isaías en el capítulo 53
de su libro continúa directamente el tema del capítulo 52 describiendo
el exilio y la redención del pueblo judío. Las profecías están escritas
en el singular puesto que los judíos ("Israel") son considerados como
una unidad. La Torá está llena de ejemplos del pueblo judío
considerado con un pronombre singular.

Irónicamente las profecías de persecución de Isaías se refieren en


parte al siglo XI cuando los judíos fueron torturados y matados por las
cruzadas que actuaron en nombre de Jesús.
¿De dónde surgieron estas traducciones erróneas? San Gregorio, el
Arzobispo de Nacianzo del siglo IV escribió: "Un poquito de jerga es
todo lo que se necesita para imponerse sobre la gente. Cuanto menos
comprendan, más admirarán".

La Creencia Judía Está Basada en una Revelación Nacional

De las 15.000 religiones que existieron en la historia de la humanidad


sólo el judaísmo basa sus creencias en una revelación nacional - es
decir: Dios hablándole a todo el pueblo. Si Dios va a comenzar una
religión, tiene sentido que se lo diga a todos, y no sólo a una persona.

El judaísmo, único entre la mayoría de las religiones principales del


mundo, no basa sus creencias en "declaraciones de milagros" para
establecer su religión. De hecho la Biblia dice que Dios algunas veces
garantiza el poder de hacer "milagros" a los charlatanes, para poder
probar la lealtad de los judíos hacia la Torá. (Deuteronomio. 13:4).

Maimónides dice (Pilares de la Torá Cáp. 8):

Los judíos no creyeron en Moshé, nuestro maestro, por los milagros


que realizó. Cuando la creencia de una persona está basada en ver
milagros, tiene dudas persistentes, porque es posible que los milagros
fueran hechos a través de la magia o la brujería. Todos los milagros
realizados por Moshé en el desierto ocurrieron porque fueron
necesarios, y no como prueba de su profecía.

¿Cuál fue entonces la base de la creencia judía? La revelación en el


Monte Sinai, que vimos con nuestros propios ojos y escuchamos con
nuestros oídos, sin depender del testimonio de otros. Como está
escrito: "Cara a cara, Dios habló contigo...". La Torá también cita:
"Dios no hizo este pacto con nuestros padres, sino con nosotros - que
estamos todos vivos hoy". (Deuteronomio 5:3).

El judaísmo no está basado en "milagros". Es la experiencia personal


de cada hombre, mujer y niño.

Judíos y Gentiles
El judaísmo no demanda que todos se conviertan a la religión judía. La
Torá de Moshé es la verdad para la humanidad, sea la persona un
judío o no. El rey Salomón le pidió a Dios contestar los rezos de los
no-judíos que iban al Templo Sagrado (Reyes I 8:41-43). El profeta
Isaías se refiere al Templo como la "Casa para las naciones". El
servicio en el Templo durante Sucot presentaba 70 sacrificios
animales correspondientes a las 70 naciones del mundo. (De hecho, el
Talmud dice que si los romanos se hubieran dado cuenta del beneficio
que obtenían del Templo, nunca lo hubieran destruido).

Los judíos nunca han buscado convertir a la gente, puesto que la Torá
prescribe un camino adecuado para los gentiles, llamado las "siete
leyes de Noaj". Maimónides explica que cualquier ser humano, que
con fe observa estas leyes morales básicas, gana un lugar propio en el
cielo.

Trayendo al Mesías

Maimónides declara que la popularidad del cristianismo (y del Islam)


es parte del plan de Dios de extender las ideas de la Torá a todo el
mundo. Esto mueve a la sociedad hacia un estado perfecto de
moralidad, y hacia una mayor comprensión de Dios. Todo esto en
preparación para la era mesiánica.

Por cierto, el mundo está desesperadamente necesitado de la


redención mesiánica. La guerra y la contaminación ambiental
amenazan nuestro planeta; el ego y la confusión erosionan nuestra
vida familiar. Hasta donde estemos conscientes de los problemas
sociales, es el determinante de nuestro anhelo por la redención. Como
dice el Talmud, una de las primeras preguntas que se le hace a un
judío en su juicio celestial es: "¿Has anhelado la llegada del Mesías?".

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¿Cómo podemos apresurar la llegada del Mesías? La mejor manera


es amar generosamente a toda la humanidad, cuidar las mitzvot de la
Torá (como mejor podamos), y animar a los demás a que también lo
hagan.
A pesar de la penumbra, el mundo está encaminado hacia la
redención. Un signo evidente es que los judíos han regresado a la
Tierra de Israel y la han hecho florecer nuevamente.
Además, hay un gran movimiento de jóvenes judíos regresando a las
tradiciones de la Torá.

El Mesías puede venir en cualquier momento, y todo depende de


nuestras acciones. Dios está listo cuando nosotros lo estamos. Como
dijo el rey David: "La redención llegará hoy – Si escuchas Su voz".

Los judíos hasta la expulsión por los


Reyes Católicos
La Inquisición y la expulsión de los judíos
Andrés Bernáldez, cura de Los Palacios, ha dejado un cuadro muy
conocido de los judíos castellanos en vísperas de la expulsión:<< Estos
judíos de Castilla vivían en las mejores ciudades, villas y lugares y en
tierras más gruesas y mejores; todos eran mercaderes, vendedores.
arrendadore de alcabalas y rentas, tundidores, sastres, zapateros,
curtidores, zurradores, tejedores, especieros, buhoneros, sederos,
plateros y de otros semejantes oficios. Ninguno rompía la tierra ni era
labrador, ni carpintero ni albañil, sino todos buscaban oficios holgados
y modos de ganar con poco trabajo>>.

Está confundiendo aquí judíos y conversos, para él, como para muchos
de sus coetáneos, no había deferencia entre unos y otros. Pero en
realidad, no todos los judíos vivían en ciudades, muchos de ellos
habitanban en núcleos rurales y se dedicaban a la agricultura. Es
posible que las matanzas de 1391 y los atrpellos posteriores hayan
reforzado la tendencia a vivir en el campo o en pequeñas localidades.
En cambio, había muchos judíos deuños de campos, prados y viñas. En
Toledo, la mayoría de los hebreos eran agricultores. Tampoco se
dedicaban a la artesanía.

En cuanto al tema vidrioso del papel de los judíos en el manejo del


dinero, hubo entre ellos gente que ejercía préstamo a cambio de
interses muy altos. Lo curioso del caso es que, a veces, vemos a
miembros destacados del clero acudir en defensa de los judíos para
ayudarles a recobrar sus deudas; es que era relativamente frecuente
que judíos sirviesen de testaferros a instituciones eclesiáticas en esta
clase de negocios.

Entre los judíos había clases como en la sociedad cristiana, una


pequeña minoría de hombres muy ricos y muy bien situados, junto a
una masa de gente menuda: agricultores, artesanos, tenderos. Entre
unos y otros, como en el resto de la sociedad, existían rencillas,
desavenencias, incluso odios y explotaciónde los débiles por los
potentes. Todos ellos tenían un rasgo común: comulgaban en las
mismas creencias; practicaban la misma fe. Esta fe era lo que hacía de
los judíos de España una comunidad separada, dotada de cierto grado
de autonomía dentro de la monarquía. Éste es el punto clave para
comprender la situación de los judíos y permite entender mejor los
motivos de su expulsión.

Se les toleraba en el seno de la nación cristiana; se les autorizaba a


practicar una religión distinta de la oficial, pero no a título individual,
como asunto meramente privado, sino colectivamente. Los judíos eran
súbditos y vasallos de la corona, como lo repitió una y otra vez la reina
Isabel. Como tales, cuando disfrutaban de rentas anuales de más de
30.000 maravedís, tenían la obligación de mantener caballo y armas
para la guerra, aunque servían en tropas aparte de las cristianas. Pero
eran súbditos de la corona, no como individuos particulares, sino como
miembros de una comunidad que tenía una existencia legal. Se
organizaban en forma de aljama, que funcionaba a modo de un concejo
municipal autónomo.
Tenían los judíos un régimen fiscal específico. Desde 1437, no
contribuían en los impuestos municipales, lo que se explicado que
formaban una comunidad separada. Los Reyes Católicos confirmaron
en 1377 aquella disposición a pesar de las protestas de ciertos concejos.
Esto no constituía ningún privilegio, al contrario, los judíos pagaban
mucho más impuestos que los cristianos. Los judíos no gozaban de la
plenitud de los derechos civiles. Están excluidos de varios oficios, los
que podían conferirles cierta autoridad sobre los cristianos.

Con la creación del tribunal de la Inquisición dispondrán las


autoridades del instrumento y de los medios de investigación
adecuados; el edicto de fe viene a ser un inventario minucioso de las
Prácticas y afirmaciones consideradas como judaicas. Entonces fue
cuando salieron a relucir hechos que a veces se remontaban a unos
ochenta años antes, es decir, a la fecha de las conversiones masivas.
Se descubrió que muchos conversos, antes de la segregación rigurosa
de los años 1480, iban a reunirse con sus familiares judíos para
celebrar con ellos sus fiestas, asistir a la sinagoga, oír sermones y
discutir sobre materias de fe; los mismos guardaban el sábado y los
ayunos, rezaban oraciones judías, ect. Los procesos inquisitoriales
están llenos de casos concretos. Cuando murió el regidor Fernando de
la Torre, converso ,se descubrieron en su casa de Toledo libros
litúrgicos hebraicos y recibos de participación a obras pías rabínicas.
Los inquisidores empiezan las detenciones y los procesos, llueven las
sanciones: setecientas sentencias a muerte y más de cinco
mil reconciliaciones ( es decir, penas de cárcl, de exilio o simples
penitencias) entre 1481 – 1488 para la sola ciudad de Sevilla. Los
inquisidores no se contentan con detener y condenar a los judaizantes.
No olvidan que el objetivo es llegar a la asimilación de los conversos y
consideran que dicha asimilación siempre será difícil mientras los
conversos tengan ante los ojos el ejemplo de los judíos. Exigen y
obtienen en 1483 la expulsión, en un plazo de seis meses, de los judíos
de Andalucía, concretamente de las diócesis de Sevilla, Cádiz y
Córdoba; los judíos de aquells diócesis se fueron a Extremadura, se
trataba de impedir toda comunicación, todo contacto entre judíos y
conversos. La medida de 1483 es el precedente inmediato de la
expulsión de 1492.
La inquisición sólo se ocupaba de los que habían recibido el bautismo;
se trataba de facilitar la asimilación de los conversos al condenar
severamente a los que judaizaban. La asimilación total resultaba difícil
en la medida en que los conversos seguían en contacto con sus antiguos
correligionarios, auténticos judíos que no se habían convertido. La
llucha contra los falsos conversos parecía exigir la desaparición del
judaísmo en la Península. Éste fue el objetivo del decreto del 31 de
marzo de 1492. Unos meses antes, se había dado una extraordinario
publicidad a un proceso que contribuyó poderosamente a crear el
ambiente propicio a la expulsión: el caso del Santo Niño de La
Guardia.
El 31 de marzo de 1492, los Reyes Católicos firmaron un decreto de
expulsión en el que se les ordenaba escoger entre la conversión al
cristianismo ( que les permitiría quedarse en España ) o la
permanencia en su religión ( que les obligaría a dejar los territorios
hispánicos en el plazo de 4 meses). El decreto dio inicio a una nueva ola
de conversiones. No obstante, unos 100.000 judíos optaron por salir de
Sefarad y se dirigieron a Portugal o a distintos lugares del
Mediterráneo ( dispersos por África del Norte o Turquía), formando
comunidades sefardíes, que mantuvieron sus costumbres y la lengua
castellana.
Fue un momento cruel en que tuvieron los judíos que salir de la patria
en la que habían vivido durante siglos. Refiere Bernáldez que <<
Salieron de las tierras de sus nacimientos chichos y grandes, viejos y
niños, a pie y caballeros en asnos y otras bestias, y en carretas, y
continuaron sus viajes cada uno a los puertos que habían de ir, iban por
los caminos y campos por donde iban con muchos trabajos y fortunas;
unos cayendo, otros levantando, otros muriendo, otros naciendo, otros
enfermando, que no había cristiano que no hubiese dolor de ellos y
siempre por do iban los convidaban al bautismo y algunos, con la cuita,
se convertían y quedaban, pero muy pocos, y los rabíes los iban
esforzando y hacían cantar a las mujeres y mancebos y tañer
panderos>>.
II. La Inquisición en España

            Debemos hacer aquí una distinción entre la Inquisición en


España y la Inquisición Española, expresiones que parecen iguales
pero no lo son. La Inquisición Española es la que los reyes Isabel de
Castilla, y Fernando de Aragón establecen en España a partir de
1478 y que fue independiente y diferente de la del resto de la
cristiandad. Sin embargo, en España también funcionó la
Inquisición Episcopal y la Inquisición Pontificia, como veremos
enseguida.

            La Inquisición era casi desconocida en la Península hasta la


fecha mencionada. En Castilla no había tribunal de la Inquisición y
los delitos de la fe se atendían en los obispados. Era la Inquisición
Episcopal que ejercían los obispos en su diócesis; pero éstos estaban
ocupados en otros asuntos y le prestaban poca importancia a la
herejía.

Por el contrario, en Aragón, había un tribunal de la


Inquisición Pontificia establecido desde la época de la
herejía albigense que se había extendido desde
Touluose hasta la vecina Aragón. Domingo de
Guzmán, el primer inquisidor, había mandado a
principios del siglo XIII a Raimundo de Peñafort
como comisario y a instancias de éste, el papa
Gregorio IX designó un tribunal de la Inquisición que
se ocupó de erradicar la herejía albigense en Aragón
luego de largas vicisitudes. Pero para la época que
nos interesa, mediados del siglo XV, también el
tribunal de Aragón estaba casi olvidado.

            De la misma forma que los acontecimientos se fueron


desencadenando para dar lugar a la creación de los tribunales de la
Inquisición Pontificia, también en España los hechos se sucedieron
de tal forma que los reyes consideraron necesario crear
la Inquisición Española.

            Podemos Señalar como la primera causa el fenómeno de


conversión masiva de judíos que se produce durante las revueltas y
motines antijudíos de 1391, que se iniciaron en Sevilla por los
sermones de Fray Ferrant Martínez. Continuaron con la prédica de
Vicente Ferrer en Castilla entre los años 1400 y 1420, que también
lograron una conversión masiva de judíos. Estas conversiones, en su
mayoría, no fueron sinceras sino que se hicieron a la fuerza, ante la
presión de un pueblo enardecido, excitado por sacerdotes fanáticos.

            Entonces comienza el fenómeno de los "conversos" y su


calvario, que signará la historia de España y de los judíos hasta
mediados del siglo pasado. El tema de los conversos lo
estudiaremos aquí en lo que tenga que ver con la Inquisición,
porque es muy complejo y requiere un estudio por separado.

            A mediados del siglo XV encontramos en la península


Ibérica varas clases sociales: los reyes y la nobleza, ostentan el
poder, manejan las armas, hacen la guerra a los moros y son dueños
de las tierras, desprecian el trabajo manual; el pueblo, que es
esclavo de la gleba, o sea que depende de los señores feudales y son
los que cultivan la tierra, son incultos e iletrados; el clero, que
depende de Roma y está agrupado en conventos de diferentes
órdenes, las más importantes, ya vimos, son los dominicos y los
franciscanos, monjes mendicantes, que pregonan el ascetismo, la
vida dedicada a la oración y dependen directamente de Roma, no
del obispo local, dominan el saber, los libros y las bibliotecas, son
los cristianos educados; las minorías de otros credos: judíos y
moros. Los moros son el pueblo vencido que retrocede a medida
que los cristianos conquistan el territorio hasta concentrarse
finalmente en Andalucía, en la provincia de Granada. Los judíos,
que habitaban la Península desde tiempos inmemoriales, son
habitantes urbanos, que ejercen toda clase de oficios, hasta los más
elevados como consejeros de los reyes. Son letrados y conocen la
contabilidad y la numeración decimal.

            Las leyes de los diferentes reinos limitan cada vez más las
posibilidades de trabajo de los judíos impidiéndoles ejercer diversos
oficios. Sus actividades son cada día restringidas y son obligados a
vivir en barrios determinados; hay un intento de excluirlos de la
vida económica.

            En éste panorama se insertan los conversos, llamados


también marranos o cristianos nuevos, en contraposición a los
cristianos viejos o lindos que son los originarios cristianos. Los
conversos ven que al cambiar de religión, los impedimentos que
tenían como judíos son eliminados y tienen acceso a todos los
oficios y puestos del reino, que antes les eran vedados. Enseguida
comienzan a escalar posiciones en las cortes de España por su
capacidad y sabiduría, aventajando a los cristianos lindos.

            Con el correr del siglo XV, éstos cristianos nuevos


despiertan la envidia y los celos de los cristianos viejos y
comienzan las intrigas y las demandas en su contra.

            La sucesión
del trono de Castilla
luego de la muerte
del rey Enrique IV
recae, no sin ciertas
intrigas y luchas, en
su hermana Isabel en
el año 1465. Isabel
contrajo matrimonio
con Fernando,
sucesor del trono de
Aragón, por lo que
ambas coronas se
unieron, a la muerte
de Juan II de Aragón.

            Era confesor de la reina Isabel, Tomás de Torquemada, prior


de los Dominicos y influyente en la corte.

Torquemada se hizo eco de las protestas de los


cristianos viejos y comenzó a predicar acerca de la
conveniencia de crear una Inquisición en Castilla. En
1478 se produce un acontecimiento fortuito en el cual
se descubre en Sevilla a un grupo de cristianos nuevos
que hacían ceremonias extrañas a la religión cristiana.
Esto convence a la reina, quien ordena a los
embajadores de España en Roma que pidan al papa la
creación de una Inquisición en para Castilla y Aragón.
El papa Sixto IV expide una bula en noviembre de
1478 que autoriza a los reyes de España a nombrar
inquisidores y removerlos a perpetuidad.

Se crea el tribunal y los primeros inquisidores, Miguel de Morillo y


Juan de San Martín, llegan a Sevilla en setiembre de 1480. Sus
pesquisas les llevan a hallar un grupo de criptojudíos cuyo líder era
Diego de Susán. Se levanta la acusación de herejía y luego de un
proceso, los principales autores son condenados a la hoguera en el
primer auto de fe en Sevilla el 6 de febrero de 1481, en el
quemadero de la Tablada.

Características especiales de la Inquisición Española

            La Inquisición Española se diferenciaba de la Inquisición


Pontificia en primer lugar por que a los Inquisidores los nombra el
rey, no el papa, o sea que pasan a ser funcionarios de estado y
responden a las políticas del reino; la segunda diferencia es que en
que los procesos no eran apelables en Roma. El tribunal se organizó
de tal manera que Torquemada fue nombrado Inquisidor Supremo
para Castilla, Aragón y Sicilia, formando parte del tribunal el
cardenal Mendoza, Miguel Morillo y Juan de San Martín. La sede
primitiva estaba en Sevilla, trasladándose luego a Toledo. La
autoridad del Inquisidor Supremo era inapelable. El Inquisidor
Supremo presidía un consejo llamado supremo, compuesto por
cinco ministros.

El papa Clemente VIII les otorgó facultades


de revisar todo tipo de impresos y
manuscritos y de prohibir la lectura y
circulación de todos los libros y papeles
que juzgasen perjudiciales a la moral o
contrarios a los dogmas ritos y disciplina de
la iglesia.

Composición del Tribunal

El consejo Supremo nombraba a los miembros de los Tribunales


Subalternos con jurisdicción sobre todo el territorio del reino y de
ultramar.
            Los tribunales eran formados por
dos jueces letrados y un teólogo, tenían
el trato de Señoría y debían vestir traje
eclesiástico. Había un fiscal acusador y
un juez de bienes que tasaba las
posesiones confiscadas a los acusados.
Los asistía un numero de personal
auxiliar que cumplía diversas funciones;
entre ellos, los más importantes para la
historia fueron los notarios, que
escribían todas las preguntas y
respuestas hechas a los presuntos herejes
y que hoy son muy valiosos documentos,
inclusive anotaban las declaraciones
hechas cuando el acusado era sometido a
tortura, como veremos en éste ejemplo
de una confesión arrancada bajo la
tortura.

            Además, en cada pueblo o ciudad había comisarios que


debían cumplir las órdenes del tribunal de la región. Sus funciones
eran las de difusión de los edictos de la Inquisición,especialmente el
edicto de fe que se leía en las iglesias. Debía hacerlos cumplir,
investigar los casos de herejía que pudieran presentarse y arrestar a
los sospechosos.

            Luego estaban los "familiares" que ejercían la función de


vigilancia y protección de los miembros del Santo Oficio y
secundaban a los comisarios en los arrestos. Es importante hacer
notar que todos los miembros, comisarios y familiares del tribunal
gozaban de una indulgencia plena mientras duraran sus funciones.
Esto quiere decir que iban directamente al cielo.

Jurisdicción y establecimiento en los reinos de España

            Como ya dijimos, la jurisdicción del tribunal abarcaba todas


las posesiones españolas, las sedes que se fueron creando a lo largo
de su actuación fueron: Sevilla, Córdoba, Ciudad Real, Toledo,
Cuenca, Murcia, Valladolid, Santiago, Logroño, Granada, Llerena,
Zaragoza, Barcelona, Valencia, Baleares, Jaén, Canarias, y en
América: Méjico, Lima y Cartagena de Indias; en Italia en Cerdeña
y en Sicilia. El tribunal de Ciudad Real fue trasladado con el tiempo
a Madrid.
            El establecimiento de la Inquisición en España no fue
acatado en todas las ciudades con igual beneplácito. En algunas
regiones hubo una fuerte oposición y en el reino de Nápoles, vasallo
de Aragón nunca se pudo establecer por la oposición de los Barones
que nunca la admitieron, es un ejemplo digno de admiración.

            Mismo en Aragón, las Cortes demoraron dos años en acatar


el establecimiento de la Inquisición a la manera de Castilla, pese a
que la inquisición pontificia funcionaba desde el siglo XIII. Al poco
tiempo de instalada fue asesinado el Inquisidor Gaspar Juglar y
luego su sucesor, Pedro de Arbués. Pero luego los promotores de
estos asesinatos fueron descubiertos y protagonizaron los primeros
autos de fe de Aragón a partir de 1485.

            Ya tenemos entonces a la Inquisición establecida


firmemente por Torquemada en toda la Península Ibérica salvo en
Portugal, Navarra y Granada, todavía esta última un baluarte moro.

Procedimientos

            Los procedimientos de la Inquisición Española eran


similares al de la episcopal. Incluían los interrogatorios durante la
tortura del que daremos un ejemplo, y el eufemismo de la relajación
al brazo civil, donde sabían que la pena era la muerte en la hoguera.

El uso de la tortura era


común, muchas veces sólo
consistía en mostrar al reo la
sala de tormento, los
verdugos y los instrumentos
de tortura. Con sólo
mostrarlos se conseguían
confesiones y delaciones.

En los casos de que el reo insistiera en sus convicciones era


sometido efectivamente a tormento. Los más usados eran:
La cuerda, consistía en
sujetar al reo en una mesa y
luego dar vueltas a un cordel
arrollado a sus brazos y
piernas produciendo
estiramiento de las
articulaciones y un fuerte
dolor;

El tormento del agua


consistía en verter agua sobre
el rostro del torturado
impidiéndole respirar;

El garrote consistía en una


tabla sostenida por cuatro
patas con garrotes que se
ajustaban hasta producir
dolor;

En el Tormento de la
garrucha el torturado era
atado de las manos, elevado y
dejado caer violentamente sin
llegar al suelo, lo que
provocaba intensos dolores
en las articulaciones

Cuando había una cierta cantidad de condenados por la Inquisición,


se celebraban los llamados "Autos de Fe".
Eran ceremonias que duraban un día entero, desde la mañana hasta
la noche, con gran pompa y boato. Comenzaban con una procesión
de las autoridades civiles y eclesiásticas y finalmente los
condenados, vestidos con ropas infamantes llamadas sambenitos,
palabra que es una deformación de "saco bendito". Se leían las
condenas, y aquellos destinados a la pena de muerte, eran relajados
al brazo civil, donde el verdugo los quemaba en la hoguera en
presencia de todo el pueblo.

Procesos célebres:

            El niño de la Guardia, se imputó a un judío el sacrificio de


un niño para arrancarle el corazón y conjurar así los males de la
Inquisición.

            Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática castellana


fue acusado ante la Inquisición y luego absuelto.

            Fray Luis de León, por su traducción del cantar de los


cantares fue procesado y puesto en prisión. Absuelto al cabo de
cinco años acuñó al volver a su cátedra la frase: "decíamos ayer…".

            Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz también


sufrieron procesos.
Otras acciones:

            La Inquisición tuvo el principal papel durante la expulsión


de los judíos de España; más tarde se ocupó de la persecución de
brujas; luego persiguió a los protestantes en el siglo XVI y XVII y
finalmente en el siglo XVIII persiguió a los masones y a los
seguidores de la ilustración y de la Revolución Francesa. Siempre
continuó con el Index de los libros editados en España y las
colonias, determinando qué se podía leer y qué no.

III. La Inquisición en América

            En las clases de Historia Argentina yo he oído decir que en


nuestro país nunca hubo Inquisición. Esto es un eufemismo, una
forma de minimizar las cosas y de apartar a las mentes inquietas
algunas preguntas comprometidas. Lo que sí puede afirmarse es que
no había "Tribunal de la Inquisición" en lo que es actualmente la
República Argentina. Veremos en esta clase cómo llegaban los
tentáculos de la Inquisición a nuestros territorios y los vecinos.

Los conversos en América

El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón arriba al


Nuevo Mundo. Recordemos que partió del puerto de
Palos en España el 3 de agosto de 1492, que era el 10
de Ab según el calendario hebreo, último día
permitido por los Reyes Católicos para la
permanencia de judíos en España antes de la
expulsión. Muchos autores creen firmemente que
Colón era converso, al igual que alguno de sus
tripulantes, en especial Luis de Torres. Esto quiere
decir que los conversos habitaron América desde el
comienzo de la exploración y la conquista. En las
sucesivas expediciones de Colón ingresó gran
número de cristianos nuevos. Pensaban posiblemente
que en las tierras descubiertas estarían mas lejos de
las garras de la Inquisición, que hacía ya más de diez
años que funcionaba en España.
            Desde el comienzo de la colonización española, al crearse
los obispados de México y Lima, funcionó la Inquisición Episcopal.
Pero los obispos tenían, como siempre, múltiples ocupaciones. Los
asuntos de la fe no les preocupaban demasiado.

           

Expulsión y conversión forzosa en Portugal

            Mientras tanto, en la península Ibérica se


produce un nuevo acontecimiento que marcará el
destino de los judíos conversos de los próximos
trescientos años. Me refiero a la expulsión primero, y
luego la conversión forzosa de los judíos de Portugal.
Sucedió que en 1496, el rey Manuel de Portugal
debía contraer nupcias con la princesa Isabel de
España, hija de Fernando e Isabel. Los Reyes
Católicos Imponen al rey Manuel, como condición
para acceder al matrimonio, la expulsión de los
judíos de Portugal.

El rey Manuel accede al pedido de sus futuros suegros y firma un


edicto de expulsión de los judíos, dando nueve meses de plazo para
la salida; pero luego se arrepiente y les prohibe la salida y promueve
la conversión forzosa de éstos judíos. Los judíos son llevados a la
pila bautismal a la fuerza. Lo hacen de la boca para afuera, se
convierten en criptojudíos. Profesan externamente el cristianismo,
asisten a misa, se confiesan, pero en secreto practican la religión
judía. Esperan pacientemente la oportunidad para salir de Portugal.

Veamos qué calidad de personas eran éstos conversos forzosos


portugueses. En 1492, cuando fue la expulsión de judíos de España,
se calcula que un 30% de ellos emigró a Portugal, país vecino.
Pensaban que al poco tiempo el Edicto de Expulsión sería revocado
y podrían regresar a sus hogares. Es importante tener en cuenta la
ideología de éstos judíos. Eran aquellos que prefirieron dejar sus
casas y trabajos en España, pero mantenerse fieles a la fe de sus
mayores. Eran firmemente creyentes en la ley de Moisés. Esto
explica por qué, al ser forzados al bautismo, permanecían
profesando su fe en secreto.

Portugal, que ya tenía experiencia en la exploración oceánica de las


costas de África hasta dar la vuelta al cabo de Buena Esperanza,
comienza también la exploración del Nuevo Continente, y es
Fernando de Noronha, converso, a quien el rey encomienda éstas
exploraciones.

Los reyes de España, inmediatamente después de los


descubrimientos, aplican leyes raciales de limpieza de sangre para
obtener las licencias para pasar a las Indias. Había que demostrar
que el candidato no tenía sangre de moros o judíos entre sus
antepasados por siete generaciones. Si bien muchas veces estas
disposiciones fueron burladas, era difícil para los conversos
españoles pasar a América.

Muy distinta fue la suerte de los conversos forzosos de Portugal,


durante la primera mitad del siglo XVI no tuvieron impedimentos
para ir a las Indias, y de origen converso fue un porcentaje
importante de los primeros portugueses que poblaron el Brasil.

Creación de los tribunales de la Inquisición en América

A mediados del siglo XVI en Hispanoamérica están


ya los Españoles firmemente establecidos en México
y en Perú. En estas colonias había un porcentaje
importante de cristianos nuevos. Surgen entonces
reclamos para nombrar un tribunal de la Inquisición.
El rey Felipe II por real célula del 25 de enero de
1569 crea los tribunales de la Inquisición en la ciudad
de México y en Lima.
En esta clase me limitaré a
los casos y la historia del
tribunal de Lima, que es el
que tenía jurisdicción
sobre las tierras que
conforman Argentina,
Chile, Paraguay, Bolivia y
Uruguay, además del
propio Perú. También
tenía jurisdicción sobre lo
que hoy es Ecuador,
Colombia y Venezuela
hasta que en el año 1610
se crea el último tribunal
de América en Cartagena
de Indias que tiene
jurisdicción sobre éstos
últimos territorios.

Los primeros inquisidores


designados para ocupar el
tribunal de Lima fueron
Serván de Cerezuela y
Andrés Bustamante.
Bustamante falleció
durante la travesía y
Cerezuela llegó a Lima en
el año 1570.

La jurisdicción del
tribunal comprendía los
obispados de Panamá,
Quito, el Cuzco, Los
Charcas, Río de la Plata,
Tucumán, Concepción,
Santiago de Chile y todas
las provincias y señoríos
del Perú. Esto queda claro
desde el primer sermón
leído en Lima por el
inquisidor Cerezuela.

La diferencia principal de los tribunales americanos con respecto a


los de la Península era que el tribunal no tenía jurisdicción sobre los
indios; procuraba su evangelización. Su principal objetivo era
erradicar de las Indias a los cristianos nuevos sospechosos de
judaizantes y a los protestantes.

Cerezuela comenzó a ocuparse del establecimiento del Santo Oficio


nombrando comisarios, familiares y todo el personal del tribunal en
todas las ciudades de su jurisdicción. Se hizo cargo de las causas
pendientes en el obispado.

El primer auto de fe tuvo lugar en Lima el 15 de noviembre de 1573


y el primer "relajado", o sea quemado, fue Mateo Salado, de
nacionalidad francés, por luterano.

El establecimiento de la Inquisición en América tuvo una fuerte


oposición de los obispos, especialmente con Fr. Francisco de
Victoria, obispo de Tucumán, sindicado como cristiano nuevo, a
fines del siglo XVI.

Unión de las coronas de España y Portugal

En el año 1580, año de la segunda fundación de Buenos Aires por


Juan de Garay, en la Península se produce la unión de los reinos de
España y Portugal, pues Felipe II es el único heredero del trono de
ese reino. Muchos portugueses "sospechosos de su fe" comienzan a
ingresar al Virreinato del Perú por la ciudad recientemente fundada,
en la cual la vigilancia de la Inquisición era más débil. La unión de
los reinos dura hasta 1640 en que los lusitanos se rebelan contra la
monarquía española y el duque de Braganza, bajo el nombre de
Juan IV, ocupa el trono del reino de Portugal. Pero fueron sesenta
años durante los cuales América hispana estuvo bajo una misma
corona y, durante ellos, un gran número de cristianos nuevos pasó
de los dominios portugueses a los dominios españoles. De tal
manera que en el Río de La Plata, decir que alguien era "portugués",
era sinónimo de "judío converso".

Los delitos penados por la Inquisición eran muy variados y los


pueden ver en el ejemplo de condenas que se adjunta. El auto de fe
más importante fue el del 23 de enero de 1639. En él fueron
quemadas once personas por judaizantes; entre ellos al tucumano
Francisco Maldonado da Silva, descendiente de portugueses, cuya
historia fue contada por Marcos Aguinis en la novela "La gesta del
Marrano". Es importante hacer notar que la concurrencia masiva del
pueblo a los autos de fe se lograba brindando una indulgencia plena
a los asistentes.

Intento de crear un Tribunal de la Inquisición en Buenos Aires

En el siglo XVII surgió la idea de crear un tribunal de la


Inquisición, ya fuera en Córdoba o en Buenos Aires. Los motivos
alegados eran que por el puerto del Río de la Plata ingresaban
portugueses judaizantes y también se introducían libros prohibidos;
finalmente ésta idea no fue aprobada por la Suprema
española. Pueden ver en los ejemplos las cartas cursadas al respecto.

En el siglo XVIII la actividad del Tribunal fue menor. Hubo una


sola ejecución, una mujer, María Francisca Ana de Castro, por
judaizante. La mayor actividad consistió en investigar la circulación
de libros prohibidos, los escritos de los enciclopedistas franceses y
de aquellos autores que estaban a favor de las formas de gobierno
republicanas como Voltaire y Rousseau. También se ocupó de
perseguir a los masones que profesaban ideas que la Inquisición
consideraba no ortodoxas.

Fin de la Inquisición

El siglo XIX se inicia con las victorias de Napoleón quien corona a


su hermano José en el trono de España. En diciembre de 1808
decreta la extinción del Tribunal de la Inquisición. Las cortes
españolas que se oponen militarmente a Napoleón dictan una
constitución liberal y en 1813 decretan la abolición de la
Inquisición. En 1814, derrotado Napoleón y vuelto al trono el rey
Frenado VII, restablece el Tribunal.

Mientras tanto, en América, la Asamblea del año Trece, a instancias


de San Martín y de Alvear, decreta la eliminación de la Inquisición
en Buenos Aires. Si la Asamblea tuvo que derogar la Inquisición, es
prueba de que existía. A medida que las fuerzas independientes
derrotan a los españoles, una de las primeras medidas siempre fue la
eliminación del Tribunal. La abolición del Tribunal de Lima se
produce en 1820, por orden de las cortes españolas, porque por
pocos años vuelve a tener vigencia la constitución de Cádiz de 1812
que derogaba el tribunal. Pocos años después, Fernando VII vuelve
a instaurar el tribunal en España, pero América ya era
independiente, gracias a las victorias de San Martín y Bolívar. Los
tribunales de la Inquisición no funcionaron más en toda América del
Sur.

También en España, muerto Fernando VII, su sucesora, la regente


María Cristina elimina el Tribunal de la Inquisición en el año 1834.

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