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PALABRAS CLAVES
La historia siempre la han escrito los ganadores, los vencedores (a veces nos
indica Godard en sus films). Nadie piensa en los troyanos, nadie piensa en los
palestinos, nadie piensa en los colectivos, en los múltiples, en los minoritarios,
en esos “pobres” (no olvidemos que cada uno es siempre un minoritario
respecto de algo; nos fugamos en líneas para poder soportar ser a veces mera
apariencia de mayoría)… ¡Nadie!... La historia se ha escrito desde la
tranquilidad de algunos sedentarios, así como esos dioses del panteón de
Marduk, dioses que siempre están durmiendo como perezosos que les molesta
cualquier rasgo dinámico del nómada (de allí los constantes castigos de estos
dioses sobre estos nómadas, los cuales siempre impiden el eterno sueño del
ser de los dioses). La historia se ha escrito en y por esos sedentarios, esos
dioses-sedentarios, en nombre de ciertas estructuras, organizaciones, sistemas
que podríamos llamar simplemente Estado. Pero un Estado-Árbol que como un
Gran Fundamento tienes raíces muy sólidas, rígidas y profundas, esto es, por
lo general, raíces abstractas, que se ramifican constantemente en valoraciones
duales: el rico y el pobre, por nombrar alguna. En esta visión estamos en una
cierta antípoda de un rizoma, esto es, en verdad, debemos hablar de múltiples
rizomas, pues no hay el rizoma sino que siempre se dan en múltiples, en
excéntricas marañas, en líneas de líneas. Líneas que a veces resuenan en
armonía junto a otras, pero por lo general, se encuentran en la pura disarmonía
que nunca terminan de acoplarse, en una sana y libre diferencia qua diferencia.
Un rizoma es como una articulación de “líneas nodales de relaciones de
medida” en el lenguaje más oscuro del Hegel de la Wissenschaft.[2]
Pero, ahora podemos sumergirnos en uno de esos múltiples que nos interesan
mostrar aquí. ¿Qué es una multiplicidad, por ejemplo, una minoría, los pobres?
A raíz de esto nos surge la pregunta que no podemos o hacerla. ¿Desde dónde
se decide quién pertenece a las minorías quién a las mayorías? Estamos ante
un fundamental problema que nos convoca hoy ya en Sudamérica ya en
Europa: es un gran problema de “Espacio público”. Da lo mismo que sea Chile
o que sea España el problema del lugar del minoritario y del mayoritario es un
problema crucial para las sociedades de este III Milenio, y es un problema que
es eminentemente “topológico”. Necesitamos sumergirnos en el Espacio
público chileno para dar cuenta desde dónde se está asignando quién es
minoritario (bajo qué supuesto, modelo o voluntad de poder) y quién es
mayoritario (bajo ese mismo supuesto, modelo o voluntad de poder). La
pregunta ¿Desde dónde se decide…? Es una pregunta que de inmediato nos
saca fuera del plano de inmanencia, no hay línea nodal posible de relaciones,
no hay rizoma pues la pregunta mienta desde sí misma una escisión
infranqueable, una escisión reflexiva que se pone en un “afuera” aparente, en
otro lugar oscuro, desde dónde se da la libertad, en donde acontece la libertad
ya para el bien ya para el mal, ya para apropiarnos ya para expropiarnos. Pero
esa “fuera” de todo plano es caer una vez más al ojo mismo del fondo oscuro
que supone todo fundamento raíz. No es posible seguir a Heidegger por esta
vía; es una muy peligrosa vía. Necesitamos un verdadero pensamiento
topológico y no una “topología del ser (Ortschaft des Seins)” que siempre se
levanta desde la radical escisión dialéctica. Necesitamos entender al hombre
que deviene, al animal-hombre, hombre-lugar en una cartografía de líneas que
se relacionan ya en continuidad como en discontinuidad, ya en relaciones de
dirección ya en relaciones que no van a ningún punto determinado, nunca
ordenado ni ordenable, ya en relaciones de distancia y medida o relaciones que
de suyo son carentes de medida.
¿Quiénes se nos dicen que son los minoritarios hoy? Por lo general y donde
todos coinciden es en las minorías de pobres (también podríamos señalar a los
inmigrantes, exiliados, etc.). ¿Quiénes son los pobres en Argentina? ¿Quiénes
en Chile? ¿Quiénes en la ciudad de hoy? ¿Desde dónde, desde qué espacio
se indica y se violenta al otro asignándole el lugar del pobre minoritario en la
“Ciudad de Iguales” ya de argentinos ya de chilenos? Si uno hombre, un
hombre-lugar nace en cierto lugar propio puede suceder que por nacer ahí, ser-
ahí (Da-sein), ser-ahí-desde-lo-propio que se le asigna propiamente, su propia
topología del ser, quede confinado a vivir en un lugar de 12 metros cuadrados
(o menos), junto a otros (en una violenta topología de conexión de puntos), que
cuando se enferme por vivir ahí su sanidad le asigne la dirección a seguir (en
una violenta dirección a seguir de esos puntos), a seguir, por ejemplo, ese
hospital propio, donde lo más seguro que suceda es que se quede enfermo
para toda la vida, y que al asistir al sistema propio de educación que le toca por
vivir ahí sea una educación enajenante para que vea lo propio como lo propio
que le tocó vivir y no quiera lo que no le es propio y que si por alguna vez tenga
la idea de levantar la cabeza de ese lugar propio y quiera seguir la dirección de
lalucha por sus derechos el mismo sistema en propiedad le otorgue un servicio
de justicia que lo único que logra es decirle no lo intente pues será sancionado
de tal o cual manera. De aquí que ser un ser-ahí, ser-propio, ser siendo en su
ciudad se nos volverá en parte de la máquina y en un engranaje más de ella
(en una violenta asignación de la métrica misma que mide a estos puntos así
direccionados)... Así como lo muestra Chaplin en Tiempos modernos el
hombre-lugar se vuelve en un engranaje de la máquina, en un delirante esclavo
de la abstracta mayoría.
Es interesante señalar que Sócrates prefirió la muerte que ser un exiliado, que
salir del ahí (Da), de lo propio (Eigen), salir de Atenas, pues se volvería, luego,
en un miserable inmigrante minoritario y desterrado en alguna Ciudad que ya
no sería la suya. Dejar de ser uno más entre los iguales mayoritarios para ser
un simple marginal, ser un minoritario en otro lugar, fue lo que no quiso ser
Sócrates. ¿Por qué? ¿Qué está detrás de la decisión socrática? Decisión
absolutamente occidental y que define, limita, establece las dualidades
dialécticas de unos contra otros, de mundos verdaderos contra mundos
aparentes, en definitiva, de metafísicas que siempre escinden el todo en
dialécticas negativas contrapuestas; en donde siempre se da que un momento
de la escisión domina sobre el otro. De allí que en toda metafísica siempre se
dé una agresión que violenta en lo más radical al otro minoritario.
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De aquí que sea fundamental entender la concepción de espacio en la filosofía
de Deleuze. En tal concepción del espacio, y aplicado precisamente al espacio
público, nos encontraremos con herramientas de una posible sociología-
filosófica, de tinte natural, material y taxonómica que nos indiquen los flujos, los
devenires que se encuentran en estas líneas de fuga, líneas que se comportan
como rizomas, pliegues en los que todos somos en ciertos momentos nada
más que minorías rizomáticas (sin ninguna raíz metafísica que nos funde desde
lo eterno), y lo somos para ser en apariencia estabilidades mayoritarias. Y esto
lo podríamos comprobar, por ejemplo, investigando los actuales nichos de
pobres de Santiago de Chile.
[*]- Licenciado en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
y Doctorado en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).
Profesor de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Profesor de
Historia de la Filosofía Contemporánea. Profesor de Metafísica del Postgrado
en Filosofía. y de Seminarios Monográficos: Hegel, Heidegger, Zubiri, Deleuze
y Derrida. Director de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia
Universidad Católica de Valparaíso. Director del Seminario Internacional del
Espacio (PUCV, Universidad de Valencia, Paris 7 Denis-Diderot). Editor de la
revista Cuadernos del Seminario (PUCV). Miembro y profesor permanente de
la Fundación Xavier Zubiri de Madrid y co-editor de The Xavier Zubiri Review.
Miembro del Programa de Magíster en Etnopsicología de la Escuela de
Psicología, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Director de Gestión y
relaciones internacionales de Revista Observaciones Filosóficas