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Como imitaciones que en efecto desplazan el significado del den domesticarse y volver a ponerse en circulación como
original, imitan el mito de la originalidad en sí. En vez de instrumentos de hegemonía cultural. Es evidente que no
una identificación original que sirve como causa determi- bastaría con una tipología de acciones, ya que el desplaza-
nante, la identidad de género puede replantearse como una miento paródico, de hecho la risa paródica, depende de un
historia personal!cultural de significados ya asumidos, suje- contexto y una recepción que puedan provocar confusiones
tos a un conjunto de prácticas imitativas que aluden lateral- subversivas. ¿Qué actuación y dónde puede sustituir la dis-
mente a otras imitaciones y que, de forma conjunta, crean la tinción interno/externo y reconsiderar radicalmente las
ilusión de un yo primario e interno con género o parodian el presuposiciones psicológicas de la identidad de género y la
mecanismo de esa construcción. sexualidad? ¿Qué actuación y dónde conducirá a un re-
Según Fredric ]ameson en «Posmodemismo y sociedad planteamiento del lugar y la estabilidad de lo masculino y lo
de consumo», la imitación que se burla del concepto de un femenino? ¿Y qué tipo de actuación de género efectuará y
original es más propia del pastiche que de la parodia: mostrará la naturaleza performativa del género en sí de for-
ma que se desestabilicen las categorías naturalizadas de la
El pastiche, como la parodia, es la imitación de un estilo identidad y el deseo?
particular o único, llevar una máscara estilística, hablar en un
lenguaje muerto: pero es una práctica neutral de esa mímica, Si el cuerpo no es un «ser» sino un límite variable, una
sin el motivo ulterior de la parodia, sin el impulso satírico, sin superficie cuya permeabilidad está políticamente regulada,
risa, sin ese sentimiento todavía oculto de que existe algo nor- una práctica significante dentro de un campo cultural en el
mal en comparación con lo cual aquello que se imita es bas- que hay una jerarquía de géneros y heterosexualidad obliga-
tante cómico. El pastiche es parodia neutra, parodia que ha toria, entonces ¿qué lenguaje queda para entender esta rea-
perdido el sentido del humor," lización corporal, el género, que establece su significado «in-
terno» en su superficie? Sartre quizás habría llamado a este
No obstante, la pérdida del sentido de «lo normal» pue- acto «un estilo de ser», y Foucault «una estilística de la exis-
de ser su propio motivo de risa, sobre todo cuando «10 nor- tencia». Y, en mi interpretación anterior de Beauvoir; afirmo
mal», «10 original», resulta ser una copia, y una copia inevi- que los cuerpos con género son otros tantos «estilos de la
tablemente fallida, un ideal que nadie puede personificar. En carne». Estos estilos nunca se producen completamente por
este sentido, la risa brota al percatarse de que todo el tiem- sí solos porque tienen una historia, y esas historias determi-
po lo original era algo derivado. nan y restringen las opciones. Hay que tener en considera-
La parodia por sí sola no es subversiva, y debe de haber ción que el género, por ejemplo, es un estilo corporal, un
una forma de comprender qué es lo que hace que algunos «acto», por así decirlo, que es al mismo tiempo intencional y
tipos de repetición paródica sean verdaderamente trastor- performativo (donde performatioo indica una construcción
nadores, realmente desasosegantes, y qué repeticiones pue- contingente y dramática del significado).
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Wittig concibe el género como el funcionamiento del Hay que considerar que una sedimentación de normas
«sexo», y el «sexo» es una orden para que el cuerpo se de género genera el fenómeno peculiar de un «sexo natural»
transforme en un signo cultural, se materialice obedecien- o una «mujer real» o cualquier cantidad de ficciones socia-
do a una contingencia históricamente establecida, y lo haga les constantes e impositivas, y que esta sedimentación a lo
no una o dos veces, sino como un proyecto corporal per- largo del tiempo ha creado una serie de estilos corporales
manente y repetido. No obstante, la noción de «proyecto» que, de forma reificada, se manifiestan como la configura-
alude a la fuerza creadora de una voluntad radical y, pues- ción natural de los cuerpos en sexos que existen en una re-
to que el género es un proyecto cuya finalidad es la super- lación binaria uno con el otro. Si estos estilos se ponen en
vivencia cultural, el término estrategia sugiere mejor la si- práctica, y si crean sujetos coherentes con género que se pre-
tuación de coacción bajo la cual tiene lugar siempre y de sentan como sus creadores, ¿qué tipo de actuación mostra-
diferentes maneras la actuación de género. Por consiguien- ría que esta supuesta «causa» es un «efecto»?
te, como una táctica de supervivencia dentro de sistemas Entonces, ¿en qué sentido es el género un acto? Al igual
obligatorios, el género es una actuación con consecuencias que en otros dramas sociales rituales, la acción de género
decididamente punitivas. Los géneros diferenciados son exige una actuación reiterada, la cual radica en volver a efec-
una parte de lo que «humaniza» a los individuos dentro de tuar y a experimentar una serie de significados ya determi-
la cultura actual; en realidad, sancionamos constantemen- nados socialmente, y ésta es la forma mundana y ritualizada
te a quienes no representan bien su género. Como no hay de su legitimación." Aunque haya cuerpos individuales que
una «esencia» que el género exprese o exteriorice ni un desempeñan estas significaciones al estilizarse en modos de
ideal objetivo al que aspire, y puesto que el género no es género, esta «acción» es pública. Esas acciones tienen di-
un hecho, los distintos actos de género producen el con- mensiones temporales y colectivas, y su carácter público tie-
cepto de género, y sin esos actos no habría ningún género. ne consecuencias; en realidad, la actuación se realiza con el
Así pues, el género es una construcción que reiteradamen- propósito estratégico de preservar el género dentro de su
te disimula su génesis; el acuerdo colectivo tácito de actuar, marco binario, aunque no puede considerarse que tal obje-
crear y garantizar géneros diferenciados y polares como tivo sea atribuible a un sujeto, sino, más bien, que establece
ficciones culturales queda disimulado por la credibilidad y afianza al sujeto.
de esas producciones y por las sanciones que acompañan al El género no debe considerarse una identidad estable o
hecho de no creer en ellas; la construcción nos «obliga» a un sitio donde se funde la capacidad de acción y de donde
creer en su necesidad y naturalidad. Las opciones históri- surjan distintos actos, sino más bien como una identidad
cas materializadas a través de distintos estilos corporales débilmente formada en el tiempo, instaurada en un espacio
no son sino las ficciones culturales reguladas de forma pu- exterior mediante una reiteración estilizada de actos. El
nitiva, que alternadamente se personifican y se desvían efecto del género se crea por medio de la estilización del
bajo coacción. cuerpo y, por consiguiente, debe entenderse como la ma-
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nera mundana en que los diferentes tipos de gestos, movi- terminan la identidad que se afirma que manifiestan o reve-
mientos y estilos corporales crean la ilusión de un yo con lan. La distinción entre expresión y performatividad es cru-
género constante. Este planteamiento aleja la concepción cial. Si los atributos y actos de género, las distintas formas en
de género de un modelo sustancial de identidad y la sitúa las que un cuerpo revela o crea su significación cultural, son
en un ámbito que exige una concepción del género como performativos, entonces no hay una identidad preexistente
temporalidad social constituida. Resulta revelador que si el con la que pueda medirse un acto o un atributo; no habría
género se instaura mediante actos que son internamente actos de género verdaderos o falsos, ni reales o distorsiona-
discontinuos, entonces la apariencia de sustancia es exacta- dos, y la demanda de una identidad de género verdadera se
mente eso, una identidad construida, una realización per- revelaría como una ficción reguladora. El hecho de que la
formativa en la que el público social mundano, incluidos realidad de género se determine mediante actuaciones so-
los mismos actores, llega a creer y a actuar en la modalidad ciales continuas significa que los conceptos de un sexo esen-
de la creencia. El género también es una regla que nunca cial y una masculinidad o feminidad verdadera o constante
puede interiorízarse del todo; <do interno» es una significa- también se forman como parte de la estrategia que esconde
ción de superficie, y las normas de género son, en definiti- el carácter performativo del género y las probabilidades per-
va, fantasmáticas, imposibles de personificar. Si la base de formativas de que se multipliquen las configuraciones de gé-
la identidad de género es la reiteración estilizada de actos a nero fuera de los marcos restrictivos de dominación mascu-
través del tiempo y no una identidad supuestamente in- linista y heterosexualidad obligatoria.
consútil, entonces la metáfora espacial de una «base» se Los géneros no pueden ser ni verdaderos ni falsos, ni
desplazará y se convertirá en una configuración estilizada, reales ni aparentes, ni originales ni derivados. No obstante,
en realidad, una corporalización del tiempo marcada con como portadores creíbles de esos atributos, los géneros tam-
el género. El yo con un género constante revelará entonces bién pueden volverse total y radicalmente increíbles.
estar organizado por actos reiterados que desean acercarse
al ideal de una base sustancial de identidad, pero que, en
su discontinuidad eventual, manifiesta le falta de base tem-
poral y contingente de esta «base». Las probabilidades de
transformación de género radican precisamente en la rela-
ción arbitraria entre tales actos, en la opción de no poder
repetir, una de-formidad o una repetición paródica que de-
muestra que el efecto fantasmático de la identidad cons-
tante es una construcción políticamente insuficiente.
N o obstante, si los atributos de género no son expresivos
sino performativos, entonces estos atributos realmente de-
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CONCLUSIÓN:
DE LA PARODIA A LA POLITICA

Partí de una especulación sobre si la política feminista


podría funcionar sin un «sujeto» en la categoría de las muje-
res. No está en juego saber si todavía tiene sentido, estraté-
gico o de transición, aludir a las mujeres para afirmar que se
las está representando. El «nosotros» feminista es siempre y
exclusivamente una construcción fantasmática, que tiene sus
objetivos, pero que rechaza la complejidad interna y la im-
precisión del término, y se crea sólo a través de la exclusión
de alguna parte del grupo al que al mismo tiempo intenta re-
presentar. No obstante, la posición endeble o fantasmática
del «nosotros» no es motivo de desesperación 0, por lo me-
nos, no es el único motivo de desesperación. La inestabili-
dad radical de la categoría cuestiona las limitaciones funda-
cionales sobre las teorías políticas feministas y da lugar a
otras configuraciones, no sólo de géneros y cuerpos, sino de
la política en sí.
El argumento fundacionalista de la política de la identi-
dad tiende a dar por sentado que una identidad primero
debe ocupar su lugar para que se definan intereses políticos,
ya continuación se inicie la acción política. Mi razonamien-
to es que no es preciso que exista un «agente detrás de la ac-
ción», sino que el «agente» se construye de manera variable
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en la acción y a través de ella. Esto no supone regresar a una género es, de todas formas, un lugar donde se ubica la capa-
teoría existencial del yo conformado por medio de sus actos, cidad de acción que nunca consigue equipararse totalmente
porque la teoría existencial confirma una estructura predis- con su género. Ese cogito nunca es plenamente del mundo
cursiva tanto para el yo como para sus actos. Lo que aquí me cultural que negocia, independientemente de lo pequeña
ha interesado es justamente la construcción discursivamente que sea la distancia ontológica que aleja a ese sujeto de sus
variable de cada uno en el otro y a través de él. predicados culturales. Las teorías feministas de la identidad
La cuestión de situar la «capacidad de acción» suele re- que exponen predicados de color, sexualidad, etnicidad, cla-
lacionarse con la viabilidad del «sujeto», cuando se conside- se y capacidad física frecuentemente acaban con un tímido
ra que éste tiene alguna existencia estable anterior al campo «etcétera» al final de la lista. A lo largo de ese camino hori-
cultural que negocia. O bien, si el sujeto está culturalmente zontal de adjetivos, estas posiciones pugnan por incorporar
construido, de todas formas posee una capacidad de acción, un sujeto situado, pero permanentemente quedan incom-
en general configurada como la capacidad para la mediación pletas. No obstante, este fracaso es instructivo: ¿qué impul-
reflexiva, que queda intacta sea cual sea su grado de inser- so político puede desprenderse del «etcétera» desesperado
ción cultural. Apoyándose en ese modelo, «cultura» y «dis- que se manifiesta con tanta frecuencia al final de esas des-
curso» atrapan al sujeto, pero no lo conforman. Este movi- cripciones? Esto es un signo de cansancio, así como del pro-
miento para adjetivar y atrapar al sujeto preexistente ha sido cedimiento ilimitado de la significación en sí. Es el supple-
necesario para crear un punto de donde surja su acción que ment, el exceso que obligatoriamente va asociado a todo
no esté completamente definido por esa cultura y ese discur- empeño por reclamar la identidad definitivamente. No obs-
so. No obstante, esta clase de argumento implica errónea- tante, este «etcétera» ilimitado se presenta como un nuevo
mente: a) que la capacidad de acción sólo puede determi- punto de partida para las teorías políticas feministas.
narse apelando a un «yo» prediscursivo, aunque éste esté en Si la identidad se afirma por medio de un procedimien-
medio de una concurrencia discursiva, y b) que estar com- to de significación, si ya está siempre significada y aun así si-
puesto por el discurso es estar definido por él, donde la defi- gue significando mientras se mueve dentro de distintos dis-
nición hace imposible la acción. cursos entretejidos, entonces la cuestión de la capacidad de
Incluso en las teorías que defienden un sujeto detallada- acción no puede contestarse apelando a un «yo» que exista
mente adjetivado o situado, éste sigue encontrando su ámbi- antes de la significación. En definitiva, las condiciones que
to discursivarnente conformado en un marco epistemológi- posibilitan una afirmación del «yo» proceden de la estructu-
co de contraposición. El sujeto culturalmente atrapado ra de significación, las normas que reglamentan las invoca-
pacta sus construcciones, aun cuando éstas sean los predica- ciones legítima e ilegítima de ese pronombre, las prácticas
dos mismos de su propia identidad. En Beauvoir, por ejem- que determinan los términos de inteligibilidad mediante los
plo, hay un «yo» que hace su género, que se transforma en cuales ese pronombre puede moverse. El lenguaje no es un
su género, pero ese «yo», habitualmente relacionado con su medio o instrumento exterior en el que pueda introducir un
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