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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDESTE

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS

FUNDAMENTOS DE DERECHO CIVIL Y COMERCIAL

NOTAS DE CÁTEDRA

CAPÍTULO 10

RESPONSABILIDAD CIVIL

MARÍA LAURA ESTIGARRIBIA BIEBER

Revisada por Rosana Zeniquel

Año 2020
Argentina
Temario
Responsabilidad civil: Concepto. Funciones: preventiva, resarcitoria, punitiva. Nocio-
nes.
Daño. Concepto. Clases. Aspectos del daño.
Indemnización por daños. Concepto. Requisitos para su procedencia. Contenido.
Reparación del daño. Valuación y fijación del daño: judicial, legal y convencional.
Principio de la reparación integral.

RESPONSABILIDAD CIVIL. CONCEPTO


Ricardo de Angel Yágüez comienza su libro sobre el tema diciendo que
“el no causar daño a los demás es quizá, la más importante regla de las que
gobiernan la convivencia humana” (De Ángel Yagüez, 1989, p. 21). De allí deri -
va el deber, para quien causa un daño injusto, de responder por él, de reparar -
lo.
El término responsabilidad tiene su origen en la palabra “responsable”
que, a su vez procede del latín “respōnsum”, que proviene de “responderē”,
que significa “responder” en el sentido de “obligarse” o “comprometerse a algo”.
Al término “responsable” se ha agregado el sufijo “dad”, que confiere significa-
do de “cualidad de”; quiere decir, “cualidad de responsable”.
Todo individuo se encuentra alcanzado por el deber genérico de no cau-
sar daño a otro con su accionar o su omisión; de su trasgresión nace la Res-
ponsabilidad Civil. Ese deber genérico puede ser transgredido mediante la co-
misión de un acto ilícito (contrario a las disposiciones de la ley), sea que éste
se realice con intención de causar daño (dolo) o simplemente por negligencia,
imprudencia o impericia (culpa); o cuando se asumen obligaciones específicas
por un sujeto que, lógicamente, traen consigo el compromiso de su efectiviza-
ción; y resultan incumplidas, generando, también, responsabilidad civil.
La responsabilidad consiste en el deber de soportar las consecuencias
gravosas, a que se ve expuesto el autor de la transgresión del principio general
de “no causar daño a otro”, mediante el incumplimiento de una obligación (por
ejemplo, la falta de entrega de la cosa vendida) o la contravención a un manda-
to legal (por ejemplo, conducir en estado de ebriedad).
Ante esta conducta disvaliosa, el Derecho hace surgir una sanción, que
puede tener el carácter de represiva, en interés de la sociedad (típica del Dere-
cho Penal); o resarcitoria, en beneficio de la víctima (propia del Derecho Civil).
En este estudio nos ocuparemos de esta última.
Cabe poner de resalto que la Responsabilidad Civil ha experimentado una
marcada evolución en su justificación, teniendo presente que, en un principio,
la problemática se centraba en el dañador, en encontrar un sujeto que fuese
culpable del hecho, para poder asignarle la responsabilidad y obligaciones con-
secuentes. Sin embargo, hoy la mira está puesta en la víctima, para conseguir
que no soporte un daño injustamente causado y, desde allí, establecer un suje-
to que deba responder, en función de diversos factores de atribución, que de-
sarrollaremos en el Capítulo nueve. Así, Ivonne Lambert Faivre habla de la
evolución de la responsabilidad civil desde una “deuda de responsabilidad” a
un “crédito de indemnización” (Alterini, 2000, p. 1398).
El Código Civil y Comercial (en adelante CCC) no define a la Responsabi-
lidad Civil; la trata en su Título V, Otras fuentes de las Obligaciones, Capítulo 1,
artículos 1708 a 1780.

FUNCIONES DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL: PREVENTIVA, RESARCI-


TORIA, PUNITIVA / NOCIONES.
El Código Civil y Comercial establece las funciones de la responsabilidad
civil en su artículo 1708, al decir: Las disposiciones de este título son aplicables
a la prevención del daño (preventiva) y a su reparación (resarcitoria).
Por su parte, la función punitiva no está prevista como tal, en el CCC, la posibi-
lidad de su aplicación se encuentra en disposiciones dispersas, algunas que
pueden ser convenidas entre las partes, como los intereses punitorios, –artículo
769 CCC- o la cláusula penal –artículo 790 CCC- y otras que pueden ser fija-
das por el Juez, como las sanciones conminatorias –artículo 804 CCC-.
En otro orden, atendiendo al sistema jurídico de Derecho Privado vigente
en la Argentina, encontramos prevista esta función en la Ley 24240, de Defen-
sa del Consumidor, en su artículo 52 bis, al tratar los daños punitivos, que ex-
plicaremos más adelante.
A los fines de una mejor explicación, trataremos cada una de las funcio-
nes, por separado.

Función preventiva
La función preventiva de la responsabilidad civil pretende evitar la ocu-
rrencia del daño. Esto se logra mediante la interposición de acciones inhibito-
rias de las conductas ilícitas que puedan causar daño, en forma inminente, ob-
jetiva y seriamente consideradas, o hayan comenzado su realización y quiera
ser evitada su continuación. La acción preventiva se encuentra prevista en el
artículo 1711 del CCC:
El Deber de prevención del daño ha sido determinado en el artículo 1710
CCC, cuando expresa: Toda persona tiene el deber, en cuanto de ella depen-
da, de: a. evitar causar un daño no justificado; b. adoptar, de buena fe y confor-
me a las circunstancias, las medidas razonables para evitar que se produzca
un daño, o disminuir su magnitud; si tales medidas evitan o disminuyen la mag-
nitud de un daño del cual un tercero sería responsable, tiene derecho a que és-
te le reembolse el valor de los gastos en que incurrió, conforme a las reglas del
enriquecimiento sin causa; c. no agravar el daño, si ya se produjo. Vale decir
que la función preventiva establece, primordialmente, un deber de conducta
que lleve a evitar la causación del daño. VER
La tutela de la prevención está fuertemente vinculada con la protección
de la persona humana, de su vida e integridad psicofísica, de jerarquía consti-
tucional y supraconstitucional, deriva de los arts. 41, 42 y 43 de la Constitución
Nacional, los que expresamente prevén la tutela de prevención de los consumi-
dores y usuarios para la protección de la relación de consumo, el ambiente, la
transparencia del mercado y la competencia.
En los casos que sea inminente que un individuo o grupo de individuos
causen un daño, sea de tipo individual o de incidencia colectiva, existen medi-
das para evitar el avance de dichas conductas. Destacamos que “De la preven-
ción que ahora hablamos, es de un tipo particular, específico, concreto que vie -
ne dada por la adopción de mecanismos jurídicos que en el caso particular evi-
tan o paralizan una actividad lesiva –y antijurídica–“ (Vázquez Ferreyra, 2016,
p.2).
Para que dicha acción resulte procedente, se requiere una conducta an-
tijurídica (ilicitud), la probabilidad seria y objetiva de la producción de un daño
injustificado y debe aplicarse el criterio de la menor restricción posible, a fin de
no afectar el derecho constitucional de libertad individual.
En tal sentido, nos ilustra Vázquez Ferreyra, al expresar: “A los efectos
de la procedencia o no de la acción preventiva, el tribunal interviniente deberá
analizar: a) si se trata de una conducta formalmente antijurídica; b) si existe
una alta probabilidad de que dicha conducta ocasione un daño, y c) que dicho
daño no se encuentre justificado” (p. 6).

Función resarcitoria
La función resarcitoria de la Responsabilidad Civil tiende al restableci-
miento patrimonial del damnificado; por esa razón es de tipo compensatorio.
En el caso que un sujeto, por acción u omisión, afecte o amenace la per-
sona o los bienes de otro sujeto, éste último tiene derecho a promover las ac-
ciones preventivas o resarcitorias, a efectos de evitar la ocurrencia del daño,
disminuir su magnitud o, si ya se ha producido, conseguir su reparación.
El artículo 1716 del CCC establece, al respecto: La violación del deber
de no dañar a otro, o el incumplimiento de una obligación, da lugar a la repara-
ción del daño causado, conforme con las disposiciones de este Código.
Esta reparación puede ser ordenada realizar en especies (volviendo las
cosas al estado anterior al hecho dañoso) o, subsidiariamente, en dinero, en
cuyo caso se denomina indemnización.

Función punitiva
El Proyecto del CCC, de 2012, también incluía la función punitiva; pero
fue eliminada en su tratamiento y el Código no la incorpora en forma específi-
ca.
Sin embargo, dicha función se encuentra contemplada en la Ley 24240,
de Defensa del Consumidor, en su artículo 52 bis (incorporado por art. 25 de
la Ley N° 26.361 B.O. 7/4/2008), que trata del Daño Punitivo, determinando: Al
proveedor que no cumpla sus obligaciones legales o contractuales con el con-
sumidor, a instancia del damnificado, el juez podrá aplicar una multa civil a fa-
vor del consumidor, la que se graduará en función de la gravedad del hecho y
demás circunstancias del caso, independientemente de otras indemnizaciones
que correspondan. Cuando más de un proveedor sea responsable del incum-
plimiento responderán todos solidariamente ante el consumidor, sin perjuicio
de las acciones de regreso que les correspondan. La multa civil que se impon-
ga no podrá superar el máximo de la sanción de multa prevista en el artículo
47, inciso b) de esta ley1.
Esta multa civil, llamada “daño punitivo” consiste en una sanción, que
se aplica al proveedor que haya actuado con grave desprecio por los intereses
del consumidor, más allá que lo haya hecho con culpa o dolo, y se determina
conforme al patrimonio del proveedor, a fines que el monto sea para él signifi-
cativo; de modo que cumpla la función de sancionar, de persuadirlo de no rei-
terar los hechos y, a la vez, resultar disuasorio para que otros proveedores se
abstengan de conductas similares. Por ejemplo, se ha aplicado sanción por da-
ño punitivo a un Banco que informó al veraz a un cliente como “deudor irrecu-
perable”, siendo que éste no poseía deuda alguna. El cliente era Policía y, a
causa de dicho informe, lo privaron de la posibilidad de ascender de cargo en
su carrera, además del daño moral que le causara dicha imputación. Se consi-
deró que la conducta del Banco fue gravemente negligente, puesto que, sin to-
mar los recaudos de verificación y precaución, había realizado un informe de
morosidad, que resultara falso.
Dijimos, antes, que el CCC no establece en forma específica la función
punitiva; a pesar de ello, la reconoce en su artículo 1714, cuando establece;
Punición excesiva. Si la aplicación de condenaciones pecuniarias administrati-
vas, penales o civiles respecto de un hecho provoca una punición irrazonable
o excesiva, el juez debe computarla a los fines de fijar prudencialmente su
monto.
1 Artículo 47 de la Ley 24240: Sanciones. Verificada la existencia de la infracción, quienes la
hayan cometido serán pasibles de las siguientes sanciones, las que se podrán aplicar indepen-
diente o conjuntamente, según resulte de las circunstancias del caso: …b) Multa de PESOS
CIEN ($ 100) a PESOS CINCO MILLONES ($ 5.000.000)].
Es decir que reconoce la posibilidad de su aplicación y determina una
función de control y eventual moderación a cargo del juez, cuando aquellas
han sido irrazonables o excesivas.
Para fijar los alcances del artículo 1715 CCC. En el supuesto previsto en
el artículo 1714 el juez puede dejar sin efecto, total o parcialmente la medida.
Recordemos que este tipo de sanciones puede ser establecido por convención
entre partes (intereses punitorios–artículo 769 CCC-, cláusula penal–artículo 790
CCC), o por el Juez, con fundamento en su facultad de establecer sanciones conmina-
torias (astreintes –artículo 804 CCC-), institutos que ya han sido estudiados, o en la ley
(Ley de Defensa del Consumidor) que tendrían la misma calidad punitiva o sancionato-
ria, que forma parte del contenido del Capítulo 10. VER DE NUEVO

DAÑO. CONCEPTO
Cabe destacar que uno de los requisitos para que exista Responsabili-
dad Civil es la existencia del daño; si no hay daño, no surge este tipo de res-
ponsabilidad. A partir de su existencia nace la obligación de responder y resar-
cir.
Ahora bien, ¿en qué casos se considera que existe daño? En este senti-
do, es clara la normativa, cuando en el artículo 1737 del CCC dispone: Hay da-
ño cuando se lesiona un derecho o un interés no reprobado por el ordenamien-
to jurídico, que tenga por objeto la persona, el patrimonio, o un derecho de inci-
dencia colectiva.
De allí podemos derivar el concepto. Daño es una lesión que se causa y
que, por ser ilegítima e injustificada, debe ser reparada.
Dicha lesión puede recaer sobre un derecho, es decir sobre una facultad
o potestad jurídica consagrada por el ordenamiento jurídico (por ejemplo, el de-
recho de propiedad sobre un automotor, que puede ser agredido mediante una
colisión de otro vehículo); o un interés no reprobado por el ordenamiento jurídi-
co, que no ha sido específicamente concedido, pero reviste el carácter de licito
y, por tanto, respetable (por ejemplo, el descanso, que puede resultar afectado
por la organización de una fiesta que incluya música a excesivo volumen).
Como podremos ver, al estudiar las distintas clases de daños, éstos pueden
afectar a la persona o a sus bienes y, también a los bienes de incidencia colec -
tiva.

CLASES O TIPOS DE DAÑOS


La lesión mencionada anteriormente puede tener por objeto la persona,
su patrimonio, o un derecho de incidencia colectiva, según lo determinado en el
referido artículo 1737 del CCC; de ese modo se establecen las distintas clases
de daños, que desarrollaremos brevemente.
Daño a la persona es aquel que afecta los derechos personalísimos y a
la persona humana, en su integridad; es decir, en sus aspectos físicos, psíqui-
cos, emocionales y espirituales (puede ser una lesión corporal, un ataque al de-
recho a la imagen, una injuria, un daño psíquico, etc.).
En tal sentido, la persona humana constituye una unidad psicosomática,
que dispone de derechos personalísimos, convertidos en derechos fundamen-
tales, mediante su inclusión en la Constitución Nacional y en diversos Tratados
Internacionales de Derechos Humanos.
Los daños a la persona pueden ser causados en el cuerpo, en sentido
estricto o, muchas veces, tener repercusión en aspectos psíquicos, afectando
su derecho a la “salud integral o psico-física”.
En otro orden, pueden causarse daños que tienen consecuencias de tipo
patrimonial u otros (por ejemplo los gastos sanatoriales y de farmacia para cu -
rar una herida causada con un arma blanca), que tendrán carácter extrapatri -
monial (por ejemplo, la angustia que produce no saber si la herida causada no
provocará la pérdida de la movilidad de la pierna afectada).

Daño patrimonial
Es aquel que se causa a la persona o a sus bienes, que producen con-
secuencias mensurables en términos económicos (por ejemplo, la rotura del
portón del garaje; la imposibilidad de trabajar debido a una lesión en la pierna,
causada en un accidente automovilístico; las pérdidas causadas por el incum-
plimiento de un artista para quien habíamos organizado un recital, entre otros).
Veremos, más adelante, que pueden revestir características de daño emergen-
te o lucro cesante.

Daño extrapatrimonial o moral


Los agravios a los principios morales de una persona, o aquellos causa-
dos a sus derechos personalísimos; por ejemplo, a su honor, intimidad o identi-
dad, son daños de carácter psíquico, emocional o sentimental, generalmente
no patológicos.
Al agraviarse dichos principios, lo que se daña son los “sentimientos” de
la persona, causando, por ejemplo, indignación, ira, sufrimiento, desesperación,
impotencia, angustia. A esto se reduce el llamado “daño moral”: a ser un daño
a la persona que afecta su ámbito psíquico-emocional, sus afecciones espiri-
tuales legítimas.

Daño a un derecho de incidencia colectiva


Estos derechos poseen una dimensión que trasciende el ámbito indivi-
dual; han sido consagrados por el artículo 43 de la Constitución Nacional que,
en su parte pertinente, refiere: “… cualquier forma de discriminación y en lo re-
lativo a los derechos que protegen al ambiente, a la competencia, al usuario y
al consumidor, así como a los derechos de incidencia colectiva en general…”.
Ahora bien, para que encuadren en este tipo de derechos, debe existir
una afectación que tenga dimensión difusa y revista interés social y promover-
se una acción que persiga una tutela de carácter indivisible (verbigracia, cuan-
do en el Chaco se promovió, por parte del Defensor del Pueblo de la Nación,
una acción en que se solicitaba que se condene al Estado Nacional y a la Pro-
vincia del Chaco a adoptar las medidas necesarias para modificar las condicio-
nes de vida de personas pertenecientes a la etnia Toba, en el Impenetrable; o
si se promueve una acción de nulidad del aumento de la tarifa del servicio de
ómnibus Chaco-Corrientes, por haberse omitido la audiencia pública previa; o
cuando se reclama por la contaminación que la fumigación de cultivos produce
en un río o en un poblado determinado).

ASPECTOS DEL DAÑO


El daño que se cause puede afectar distintos ámbitos de un sujeto o de
una comunidad, según la lesión se produzca en derechos de carácter patrimo-
nial o extrapatrimonial; la afección puede darse en uno sólo de dichos aspec-
tos, en varios o en todos.
Al hablar de la indemnización, el artículo 1738 del CCC, expresa: La in-
demnización comprende la pérdida o disminución del patrimonio de la víctima,
el lucro cesante en el beneficio económico esperado de acuerdo a la probabili-
dad objetiva de su obtención y la pérdida de chances. Incluye especialmente
las consecuencias de la violación de los derechos personalísimos de la víctima,
de su integridad personal, su salud psicofísica, sus afecciones espirituales legí-
timas y las que resultan de la interferencia en su proyecto de vida”.
El Daño extrapatrimonial, también llamado daño moral, es aquella afec-
tación a los derechos personalísimos (derecho a la intimidad, al honor, a la li-
bertad, a la integridad personal, a la salud psicofísica, entre otros). Si bien esos
derechos no poseen un contenido patrimonial, la indemnización se establece
en dinero, como un sucedáneo ante la imposibilidad de restaurar la situación
anterior al hecho disvalioso.
El Daño patrimonial es aquel que afecta la persona o los bienes de un su-
jeto y tiene un contenido económico. Es un efectivo menoscabo sufrido en el
patrimonio a causa del hecho dañoso, que puede ser un incumplimiento con-
tractual o la comisión de un hecho ilícito –delito o cuasidelito–.
Este aspecto del daño puede manifestarse de tres maneras:
a) Como la efectiva pérdida o disminución del patrimonio de la víctima, al que
llamaremos daño emergente (como, por ejemplo, cuando sufre la rotura de
un vidrio de su casa, a causa de una piedra arrojada) ; o
b) Como la frustración del beneficio económico esperado de acuerdo a la pro-
babilidad objetiva de su obtención o una ganancia dejada de percibir a cau-
sa del hecho dañoso, que denominaremos lucro cesante (como, por ejem-
plo, cuando a causa de una colisión, un taxista se ve privado de sus ingre-
sos habituales durante el tiempo en que el coche debe ser reparado).
c) Como la afectación a la probabilidad razonable y objetiva de obtener una
ganancia o evitar una pérdida, debido a un hecho dañoso ligado mediante
una relación causal, conocido como pérdida de chances (como, por ejem-
plo, en el caso en que, por estar en un avanzado estado de negociación con
una persona, se deja de lado otra posibilidad de contratar en el mismo senti-
do y, al final, ésta desiste injustificadamente del contrato).
Para una mejor comprensión, ilustraremos con un ejemplo sencillo, deri-
vado de un hecho ilícito. Jorge, un automovilista que conduce a exceso de ve -
locidad, en una mala maniobra, sube sobre la vereda y colisiona con un puesto
de venta de panchos. A causa del impacto, el puesto resulta abollado, desar -
mado y casi destruido; se rompe la cocina y, por supuesto, se inutiliza la totali -
dad de mercaderías dispuestas para la venta (panes, salchichas, condimentos).
Además, Pedro, quien es su propietario y se encontraba atendiendo en el mo-
mento del siniestro, resulta con múltiples heridas y fracturas, que hacen nece-
sario su traslado a un sanatorio, una cirugía urgente, su internación por quince
días y un período para recuperar la movilidad, de cuarenta y cinco días, con ne-
cesidad de tratamientos de kinesiología. Durante ese tiempo, lógicamente, se
ve imposibilitado de trabajar y él es el único sustento de su hogar, integrado por
su señora y dos niños, de 9 y 11 años. Debido a esto, Pedro sufre intensos do-
lores, las molestias de la rehabilitación, la incertidumbre de pensar si se recu-
perará totalmente, y la angustia de no poder aportar para la manutención de su
familia, lo que le produce un estado depresivo, además de tener ataques de pá-
nico.
Si realizamos, sobre el caso planteado, un análisis de los aspectos del da-
ño que podrán ser reclamados y deberán ser reparados, podemos observar
que existieron:
a. Daños patrimoniales, de dos categorías:
1. daño emergente (gastos para la reparación del puesto, para com-
pensar la pérdida de las mercaderías, para afrontar la internación,
la intervención quirúrgica, los medicamentos, de traslado, trata-
mientos kinesiológicos y psicológicos, entre otros).
2. lucro cesante (las ganancias objetivamente probables –deberá te-
nerse en cuenta para calcularlas el ingreso medio del negocio– du-
rante todo el tiempo que Pedro se encuentre imposibilitado de tra-
bajar).
b. Daño extrapatrimonial o moral (la afectación al derecho a la salud e in-
tegridad psicofísica, la angustia por la imposibilidad de proveer a la
manutención de su familia, por no tener seguridad de su recuperación
total, por el sufrimiento de la depresión y los ataques de pánico).
También podríamos poner un ejemplo de daño producido a causa del in-
cumplimiento de una obligación contractual. Pensemos en Marisa, quien decide
organizar una exposición de arte de un pintor famoso, llamado Peter Lawsk,
que se compromete, a través de un contrato firmado un año atrás, a enviar sus
pinturas para una fecha determinada. Ella alquila el local, imprime afiches y
realiza la difusión a través de los medios escritos, radiales, televisivos y me-
diante las redes sociales, pagando por los respectivos espacios; también con-
trata el catering que se servirá en el acto de la inauguración, cursa invitaciones
a las autoridades del área de cultura y a expertos y aficionados a la pintura. La
entrada costaría trescientos pesos y se preveía una concurrencia de cien per-
sonas, en los cinco días que duraría la muestra, teniendo en cuenta la fama del
pintor invitado. Resulta que, cinco días antes de la fecha, Peter Lawsk envía un
whatsap a Marisa, comunicándole que no le enviará sus pinturas porque ha
conseguido otro lugar donde exponerlas, en que le pagan mejores honorarios.
En definitiva, la exposición debe ser cancelada, con el consiguiente despresti-
gio de Marisa como organizadora de eventos culturales quien, sin embargo,
debe afrontar la totalidad de los gastos.
Aquí podemos distinguir la existencia de los siguientes aspectos:
a. Daños patrimoniales: en sus dos categorías:
1. Daño emergente (alquiler del local, impresión de afiches, gastos de
publicidad, catering, impresión y reparto de invitaciones).
2. Lucro cesante (monto objetivamente previsible que hubiese recau-
dado por la venta de entradas).
b. Daños extrapatrimoniales: Daño moral que le causa el desprestigio
como organizadora de eventos, con las autoridades, así como con ex-
pertos y aficionados y el público, y la frustración de no poder llevar a
cabo un proyecto organizado con tanta antelación y previsión.

Cabe aclarar que en todos los casos, la prueba del daño deberá ser rendi-
da por aquel que pretende su reparación. Así lo establece el artículo 1744 del
CCC, al decir: El daño debe ser acreditado por quien lo invoca, excepto que la
ley lo impute o presuma, o que surja notorio de los propios hechos.

INDEMNIZACIÓN POR DAÑOS. CONCEPTO


Los resarcimientos por daños y perjuicios pueden darse de dos modos:
en especie, también llamados específicos; o en dinero, denominados pecunia-
rios.
Ello depende del tipo de obligación de que se trate. En el caso de obliga-
ciones de dar, puede convenirse la entrega de determinada cosa, cuya calidad
y cantidad se precise –por ejemplo: la entrega de mil resmas de papel, de 80
gramos, de primera calidad–.
Sin embargo, en las obligaciones de hacer, en el caso que el deudor no
las efectivice, no puede ejercerse sobre él violencia física para exigir su cumpli -
miento. En caso de negativa o imposibilidad, sólo caben dos soluciones: el
cumplimiento por otro – por ejemplo: si se contrató la reparación de un automó-
vil y el obligado se niega a hacerlo, puede el acreedor mandarlo a hacer por
otro, a cargo del deudor– o el resarcimiento en dinero, también llamado indem-
nización.
Existe un tipo de obligaciones –intuitu personae– en las cuales al contra-
tar se tienen especialmente en cuenta las cualidades o habilidades de una per-
sona. En este caso podrá exigírsele solamente la indemnización por los daños
y perjuicios, puesto que no tendría sentido la ejecución por otro. Por ejemplo,
cuando se hubiera contratado a un artista para pintar un mural y el mismo se
negara a hacerlo o estuviese imposibilitado para ello. No sería lo mismo que lo
realice un tercero, aunque fuese a su costa.
Igualmente, en ninguna de las soluciones antes mencionadas puede forzarse al
deudor a realizar una acción en contra de su voluntad, ni ejercer violencia so -
bre su persona; la diferencia radica que en el primer caso puede hacerse ejecu-
tar por otro y en el segundo, no.
El resarcimiento pecuniario siempre tiene carácter de supletorio, puesto
que, como ya lo señaláramos, la intención primaria es volver las cosas a su es-
tado anterior a la ocurrencia del hecho dañoso; y sólo en caso de resultar esto
imposible, se recurre a la fijación de un monto de dinero a abonar por parte del
deudor, como compensación derivada del incumplimiento.
El término “indemnización” proviene del latín indemnis: sin daño, a sal-
vo, incólume (in= negación / demnis= daño); es decir, significa dejar a alguien a
salvo del daño.
La indemnización es: “Una reconstrucción jurídica que no elimina el per-
juicio, sino que lo traslada desde la victima hacia el responsable” (Zavala de
González, M., 2015)
Consiste en una suma de dinero que se establece, por el Juez o por
acuerdo de partes, para reparar el daño injustamente causado, en todos sus
aspectos, cuyo pago debe ser afrontado por la persona a quien se atribuye la
responsabilidad civil.
A efectos de fijar sus alcances, recordemos el texto del artículo 1738
CCC, que establece: La indemnización comprende la pérdida o disminución del
patrimonio de la víctima, el lucro cesante en el beneficio económico esperado
de acuerdo a la probabilidad objetiva de su obtención y la pérdida de chances.
Incluye especialmente las consecuencias de la violación de los derechos per-
sonalísimos de la víctima, de su integridad personal, su salud psicofísica, sus
afecciones espirituales legítimas y las que resultan de la interferencia en su
proyecto de vida.
Entre los aspectos comprendidos por la indemnización resulta novedosa,
en nuestra legislación, la incorporación realizada por el CCC de “la interferencia
en el proyecto de vida”. Es una concepción desarrollada en los años 80 del Si -
glo XX por el eminente jurista peruano, el Profesor Carlos Fernández Sessare-
go, que ha sido receptada por nuestra legislación y, al ser novedosa, merece
una explicación un poco más amplia.
A ese respecto, nos ilustra el mencionado jurista, al decir que “El proyec-
to de vida, pone en juego nada menos que el destino del ser humano, por lo
que un daño al proyecto de vida afecta su vida entera, su futuro. Es por ello un
daño radical y profundo, que comprende la raíz misma de la existencia.
Explica que “El daño a la libertad fenoménica es aquel daño que afecta,
en alguna medida, el “proyecto de vida” de la persona. Es decir, su realización
personal, el cumplimiento de su destino 2. De ahí se desprende que el “daño al
proyecto de vida”, se ubica dentro del conjunto, multiplicidad y complejidad de
aquellos daños que se pueden causar a la persona —integra el amplio y gené-
rico concepto de “daño a la persona”—, y es, tal vez, el daño más importante
que se puede inferir al ser humano: arrebatarle, en casos límite, el sentido o ra-
zón de ser de su vida. (Fernández Sessarego, 2015, P. 18)
Una persona permanente realiza proyectos; sin embargo, en su existen-
cia hay un proyecto “mayor”, que tal vez defina a todos los demás, aquel singu-
lar, único e irrepetible, que determina aquello que ha decido “ser” y “hacer”, es-
tablecido conforme a sus ambiciones, prioridades, expectativas y escala de va-
lores, que otorga una razón de ser a su existencia; por lo que se considera va-
lioso vivir, que determina la misión que se ha propuesto realizar; su “proyecto
de vida”; su destino personal.
Dice Fernández Sessarego, el “proyecto de vida” es aquello que el hom-
bre, consciente de su libertad, “quiere llegar a ser, lo que puede y quiere ser”
(p. 16).
Ahora bien; si tan importante proyecto, que venía cumpliéndose con re-
gularidad y posibilidades objetivas y concretas de realización, se ve truncado
2 “En otros términos, el daño al proyecto de vida, entendido como una expectativa razonable y
accesible en el caso concreto, implica la pérdida o el grave menoscabo de oportunidades de
desarrollo personal, en forma irreparable o muy difícilmente reparable” (Corte IDH, “Caso Loay -
za Tamayo vs. Perú”, fallo cit., párr. 150).
debido al hecho u omisión ilícitos e injustificados de un tercero, es fácil percibir
la magnitud del daño y las consecuencias negativas que tendrá en su vida.
Con claridad meridiana nos explica Zavala de González (2015) que el
daño al proyecto de vida “Se trata de la mutilación del plan existencial del suje-
to, de aquel que conforma su libre, personalísimo, íntimo y auténtico  ser y ha-
cer,  y en la medida en que ese plan supere el mero deseo, aspiración o expec-
tativa y que arraigue en que la probabilidad cierta de que el objetivo vital sería
razonablemente alcanzado de no mediar el hecho nocivo”.
La comprensión de la dimensión que tiene para el individuo su “proyecto
de vida” establece la necesidad indispensable para el Juez, de evaluar sus al-
cances y, en base a la limitación o frustración habida merced a la ocurrencia
del hecho dañoso, determinar una reparación por las consecuencias del daño
efectivamente producido, considerando todas las particularidades del caso, la
identificación de la víctima con dicho proyecto, su grado de concreción y las
proyecciones de efectivización que el mismo tenía, teniendo en cuenta las ca-
racterísticas psicológicas de la víctima, las consecuencias y efectos que el
evento produjo en sus legítimas expectativas, en su nivel de bienestar y calidad
de vida y en la proyección de su vida futura.
Recordemos que se trata de la afectación del destino elegido por la per-
sona, de la frustración de aquellos objetivos que ella ha determinado para reali-
zar; lo que eligió “ser y hacer”; por tanto, reviste la gravedad de haberle pertur-
bado o quitado el sentido que ella misma escogió para su vida.

REQUISITOS PARA LA PROCEDENCIA


Para que resulte procedente la indemnización por responsabilidad civil,
existen presupuestos que siempre deben ser cumplidos. Estos son:
a) Ilicitud, en sentido amplio, atento que puede tener origen en el incumpli-
miento de una obligación o en la trasgresión al deber genérico de “no
causar daño a otro”. Por ejemplo, del incumplimiento de un contrato, o
de la comisión de un delito o cuasi-delito.
b) Daño, atento que no surge la obligación de indemnizar por responsabili-
dad civil sin que se acredite la existencia de un daño a la persona o a los
bienes de un sujeto o a derechos de incidencia colectiva.
Cabe aclarar que el artículo refiere que el perjuicio puede ser directo o
indirecto, actual o futuro, cierto y subsistente; cuestiones que deberán
ser acreditadas en el proceso judicial correspondiente, a efectos de de-
terminar su procedencia y monto.
c) Imputabilidad, refiere a la atribución, a título subjetivo (dolo –delito– o
culpa –cuasi-delito–) u objetivo (responsabilidad por el hecho de un ter-
cero –de los padres por los hechos de los hijos– o por riesgo de activi-
dad –responsabilidad del proveedor por daños al consumidor–). Este
tema se tratará al desarrollar el capítulo 11.
d) Relación de causalidad adecuada, significa que debe existir un nexo
adecuado, de causa-efecto, entre el hecho ilícito y el daño causado.

El artículo 1739 del CCC determina a este respecto: Para la procedencia de


la indemnización debe existir un perjuicio directo o indirecto, actual o futuro,
cierto y subsistente. La pérdida de chance es indemnizable en la medida en
que su contingencia sea razonable y guarde una adecuada relación de causali-
dad con el hecho generador.

CONTENIDO
La indemnización debe cubrir la reparación del daño patrimonial, en sus
aspectos daño emergente, lucro cesante y pérdida de chance; el daño moral y
cualquier afectación al proyecto de vida del sujeto que haya resultado víctima
de un hecho dañoso. Es por ello que se habla de un criterio de reparación ple-
na o integral.

REPARACIÓN DEL DAÑO


La reparación del daño puede darse en especies, volviendo las cosas al
estado anterior al de la ocurrencia del hecho dañoso, cuando esto resulta posi-
ble (por ejemplo, si el daño consiste en que se ha derribado un muro, puede
construírselo nuevamente y, con ello, vuelven las cosas al estado anterior); o,
en forma subsidiaria, mediante la indemnización en dinero, cuando la repara-
ción en especie resulte imposible o excesivamente onerosa.
Esta reparación deberá ajustarse al principio de la reparación integral o
plena, establecida en el artículo 1740, que explicaremos más adelante.

VALUACIÓN Y FIJACIÓN DEL DAÑO: JUDICIAL, LEGAL Y CONVENCIO-


NAL
La valuación de los daños puede ser realizada a través de distintos me-
dios:
1.- Judicial (Valuación del daño por un juez)
En esta modalidad, el monto del resarcimiento será fijado por un Juez,
quién lo establecerá conforme a los elementos de prueba que se produzcan en
la causa en la que se lo reclama –documentos públicos o privados, confesión
de partes, testimonial, pericial, reconocimiento judicial–, tanto respecto de la
ocurrencia del hecho, cuanto del monto a que asciende el daño.
Sin embargo, en el caso de pérdida de una vida humana, se considera un
valor resarcible por sí mismo, sin necesidad de prueba del monto del daño,
bastando con la acreditación del fallecimiento de la persona; lo mismo ocurre
en el caso del daño moral; en ambos resulta lógico suponer que existió un daño
y estará a cargo del juez establecer su monto. Este modo de fijación del resar -
cimiento se aplica en el caso que se reclame judicialmente la indemnización y
resulta subsidiario de los demás métodos.
2.- Legal (Valuación del daño según leyes)
Para estos casos, la ley tiene tasado el monto de la indemnización. Como
por ejemplo, el caso de la indemnización por muerte de un trabajador, en una
relación laboral, cuyo importe está expresamente establecido por la ley.
Igualmente, en caso que las partes no lleguen a un acuerdo a su respec-
to, existirá la vía judicial para realizar el reclamo de la efectivización del pago
de la indemnización predeterminada.
3.- Convencional (Ambas partes, el dañador y dañado establecen un
monto)
En este supuesto, las partes de común acuerdo pueden convenir un mon-
to en concepto de resarcimiento, en forma anticipada. Por ejemplo, el caso en
que se determine una cláusula penal, en la cual las partes establecen, en forma
anticipada, cuál será el monto del resarcimiento, para el caso de incumplimien-
to en tiempo y forma de la obligación contraída.
También, las partes pueden establecerlo con posterioridad al incumpli-
miento de la obligación o la ocurrencia del hecho ilícito, a través de un acuerdo
privado entre ellas. La base de este modo de fijación es la voluntad de las par-
tes, en ejercicio de su autonomía de la voluntad. Entre ambas llegan a un con -
venio acerca del monto que establecen como indemnización y el modo en que
se realizará el pago.

PRINCIPIO DE LA REPARACIÒN INTEGRAL O PLENA


El principio de la reparación integral o plena se encuentra relacionado
con la postura de evitar que la víctima sufra un daño injusto y, por tanto, preten-
de que ésta sea reparada en su totalidad, intentando asimilar la situación a la
existente antes que ocurra el evento dañoso.
A este respecto, el artículo 1740 del CCC, determina que: La reparación
del daño debe ser plena. Consiste en la restitución de la situación del damnifi-
cado al estado anterior al hecho dañoso, sea por el pago en dinero o en espe -
cie. La víctima puede optar por el reintegro específico, excepto que sea parcial
o totalmente imposible, excesivamente oneroso o abusivo, en cuyo caso se
debe fijar en dinero. En el caso de daños derivados de la lesión del honor, la
intimidad o la identidad personal, el juez puede, a pedido de parte, ordenar la
publicación de la sentencia, o de sus partes pertinentes, a costa del responsa -
ble.
Como ya adelantáramos, establece los alcances de la indemnización.
Resulta fácil observar que el sistema de responsabilidad civil establecido
en el CCC determina principios claros respecto de la necesidad de reparación
de la víctima de un daño injusto. La atribución de dicha responsabilidad a un
sujeto determinado, será estudiado en el Capítulo 11.

BIBLIOGRAFÍA

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gentino del Código Civil de 1998; en El Código Civil del Siglo XXI (Perú y Ar-
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