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21 DEL SOCIALISMO CIENTIFICO AL SOCIALISMO UTOPICO 1970 Hace ya mas de un siglo que, respondiendo a la necesidad de trans- formar la sociedad burguesa y sustituirla por otra que los reforma- dores 0 revolucionarios desde tiempos lejanos llaman socialismo 0 co- munismo, se inicié el recorrido del camino que habria de conducir del socialismo que Marx y Engels denominaron utépico, al que también ellos —y particularmente Engels— dieron el nombre de socialismo cientifico. Al calificar al socialismo de utépico en un caso, y de cientifi- co en otro, se pretendia establecer una diferencia esencial en cuanto al modo de concebir la nueva sociedad, los medios para alcanzarla, el agente histérico fundamental del cambio y, finalmente, los objetivos de la propia transformacién social. El socialismo cientifico surgia his- téricamente de las ruinas del utopismo y, desde entonces, mediado ya el pasado siglo, habria de recorrer un largo y complejo trecho en el te- rreno del pensamiento y en el de la accién. En el curso de este largo recorrido, hace irrupcién un acontecimiento histérico universal: la Re- volucién Socialista de Octubre. Los suefios, los proyectos, las teorias 0 las palabras que se habian forjado o vertido durante largos aiios, co- braban cuerpo y, aunque por el camino mAs insospechado, tocaban tierra. Desde entonces, medimos el socialismo no sélo con la vara de las intenciones y los proyectos, sino, ante todo, con la de sus realiza- ciones. E] movimiento histérico que, por diversas vias, aspira hoy a llegar al socialismo, no puede dejar de mirarse en el espejo —empa- ado o diafano— de las sociedades que en estas décadas luchan por construirlo o pretenden haberlo ya construido. {Y cual es la imagen que nos devuelve ese espejo: el rostro del socialismo que, en nombre de la ciencia, se consideraba ya inscrito en la férrea necesidad de la his- toria, o el rostro irénico, atin vivo, pero imaginario de la utopia? _ Si Engels, en su famoso opusculo Del socialismo utdpico al socia- Tsing cientifico, traté de exponer el paso de una concepcién a otra, gacaso el | ee eee : werso? Pero no apr el camino invers> apresuy ror el yue no se trata de volver al pane? lt ng: Pmino andado eD el que se destacan oni dene jea y practica de Marx, Engels 0 hit 17, en zonas cada vez ¥ Le ea ropecad pivads cob [oe mo se emteas fe volver a colarse por la misma Puen ms pero, 4no habré entrado por otra? He abt te tle ia abordar, Ahora bien, para no bindisnp em oe ae Maniguedades, delizitemos avian aa ae adrico del concept de rnvopia.y, con ello, ol imbito do la teyye piea que un dia 408 esforados naveda ns ntes del socialismo decia, abandonat, Heron ‘Del uTOPISMO COMO “TEORIA ¥ COMO PRACTICA Se avele calificar de ‘ut6pico cierto comportamiento teGrico o dete nada actividad préctica. Utopia puede traducirse por “lugar ima aa iyo, eomo hizo Francisco de Quevedo al verter al espaiiol la ta de Tomas Moro, por “n° hay tal Iugar”. Ya antes del Renacim, Platén, en la Antigiiedad griega, nos habia legado la utopia de a publica perfecta. El filosofo griego es plenamente consciente de sev pauaén exize ou modelo adeal y.a realidad existente, y oe tiene por inealvable el abismo entre el modelo y' eu realizacionlal iudad ideal platinica es irrealizable; el Estado empirico sélo realiza { imperfectamente su paradigma, sin legar nunca a eee ee ‘La utopia se mueve, asi, en el reino de lo imposi- ‘ble. : Vistor Hugo dijo alguna vez que “Ia utopia de boy es la verdad de re ton bien pudo decir que es “Ja mentira de hoy y la - mentira de mafana’, No puede inspirar, por ello, una praxis politica destinada a transformar las condiciones reales, ya que elimina por Erne Sasa de que la comunidad humana real egue algtn Fey ne eee perfecto y justo, Lo ut6pico es agui una ' pay Uae no solo al principio, sino por Princ Pio. Fad Bers ae tiempo, del devenir y de lo posible. La enorme dis Peat i ee sara la realidad y, consecuentemente, 12 i Della Meas gta Sigenrzoclas. Pr anticipado tol ee oh ‘efectiva. La utopia de Platén es Ia nego gs misma de la revolucién. No hay —no puede haber— revolucion® 4 | - 23 Yacen Jos tiempos modernos, 1a utopia se nee enel campo de lo posible, Ast sucede con Ins conatrucciones ‘maginarias de Tomés Moro eCempanelia, Ciertamente, encontraron A ‘cllas una inadecuacion year Piea y 1a realidad, pero ia realizacion 0 ia idea ya no se tiene por imposible, La inexistencia. de la Prop ad privada-o te libertad ya no ee considera Feligioea, como fundamentos de In comuns foeea del tiempo y de to posible. Lan utopia Sas’ ‘muestra una inade- cancion, expresa una disconformidad ¥ OFGaTIR una esperanza, Kota Tinea uidpien tendrit seguidores en AmérICR = concretamente aay ioe toxieo que llegargp aan mas lejos: traterin de inspirar con ella so prictica, Sin embargo, en los grandes ulopistte de} Renacimiento lon grandes proyectos de estructuracion social no van acompafiados de una voluntad real de transformaciOn. ‘Con todo, el utopismo renacentista se diferencit radicalmente del platénico, En este altimo, e} abismo ‘nealvable entre idea y realidad vale Ia funcién anticipadora y la necesidad de transformar. La wto- pin platonica no es algo que pueda, debs ¢ haya de realizarse. Beta Minds como realidad, es decir, on 1a realidad més alta y verdadera pa- universal del individuo’ dicién nece cién de la produccién y no sélo como ‘como dice Marx en los Grundrisse—. Con aria para que los hombres —no hay otros sujetoe— hagan 6 produzcan el socialismo es también la conciencia de aus el socialis- ‘tno es algo (no tengamos miedo en llamarlo un ideal) por ays realiza- sg hay que (ee debe) luchas. Pero, no-ee trata de un ideal come a que trazaban los socialistas ut6picos, quimérico irrealizable, sino a stizable, posible, por estar enraizado en la realidad. Es lo que Marx y Engels afirmaban ya en La ideologia alemana: Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implentanst, Be deal al que haya de sujetaree Ia realidad. Nosotros Hlamamos comaned? ac evvovimieato real que anula y supera ol estado de cosas actsal Las con- diciones de este movimiento se desprenden de la premiss actualmente existente La anulacién y superacion de Jo existente, condicionadas a 6u vez por el estado de cosas actual, puede entenderse como ideal fundado y, por ello, realizable, pero 5u realizacién requiere nO solo la premise veaterial, sino también —como premisas— las condiciones politicas € ideologicas. Todas ellas se han de integrar en e! ‘movimiento real de > sae caee jn 7 auperacién de lo existente que Marx y Engels laman aqui aneisino. Ast, pues, el socialismo sélo ce da Gnicamente 6 19s hom- bres lo hacen suyo como ideal y luchan por s¥ realizaci6n. Es decir, no | gélo si'se dan sus condiciones materiales y los hombres comprenden | ve nevesidad objetiva, sino si comprenden que el socialismo debe ser instaurado y actaan conforme a esta conviecion. tar ooialiemo, por tanto, ser; pero no como culminacion de up Pr oso necesario, deducible de una ley social. El socialismo no e¢ 9 P vo acontecimiento natural; no es algo inexorable ¢ inevitable. Pero no ve tampoco un puro suefio, un mero deseo de justicia 9 wn simple as- piracién a la realizacién de un valor. Bs, al misio tiempo, una fase pcosaria del desarrollo social que Tos hombres tienen Por més valiosa superior respecto a la fase social precedente ; aélo se tratara de un producto histéricamente nece® inscrito ya en la contradiecién fundamental de la sociedad capitalista actual, Je actividad de los hombres seria superflua. Pere 20 hhay tal inscrip- ibn por si sola, ya que la condiencia y Ia ‘actividad de los hombres son también condiciones necesarias de la aparicién del socialisme. Ahora save Geb ARATE. et 0g nj det sions wa cy sha come condiciones tam. deta neecead Me oe pare espicar M oot8 iad prieting aan nscesarinn mare ok socialite. BI sOctAlsin 9 9g recursos 0 O aencamennte necesario 0 tambien Una fase sale um mbees HeNER POF-SUPCION 8 La fgg I que tos h dat desaeraio nae nan dw av ouperioridad 0 valor 6 yy ae ia hacha rovolucionat Per el sociatismo. Los hom: foeon ec ac easiind actual BO 86 UNEOEPOTARIA g Lega dos de que el sociatismo se dard no. my lucha si estuvieran convened : pacion-consciente. Tienen Que estar can, cecaramente, cin se PARENT itud es —como hemos wicsanied ite au aparicidn. Pero no sélo esto: tienen que vanar eonvencidas de que Tuchan por als valioso y, ademas, por algo 5 gee Gene un valor superior al mxando social en que viven, Nadie hu chard —y menos adn arrostrara Jos sacrificios y privaciones que con. ‘eva la lucha por el socialismo— stn esta convencido de que es por Ltn abjecivo vaioso Pero, cen qué reside fundamentalmente el valor 0 ir superiordad del socalismo sobre la fase social anterior? El socialismo es, ante todo, la solucién de Ja contradiceién funda- mental entre el desarrollo de las fueraas productivas y la apropiacion privada de los medios de jén mediante la apropiacién social (por toda la sociedad, no sélo por el Estado) de los medios de produc. cién, Pone de manifiesto su superioridad al permitir el pleno desa- ‘rollo de las fuerzas productivas en virtud de que las nuevas relacio- nes de produccién se hallan en consonancia con el cardcter social de aquéllas, Pero el valor del socialismo no radica solo en que funciona mejor que el eapitalismo en el terreno de la produccién material. Lo valioso no reside propiamente en producir mas, sino en el significado social, humano de la produccién. La superioridad del socialismo —y, en consecuencia, la conciencia de ella— no reside en los indices de productividad sino en que su produccién esté al servicio de las nece- sidades de la sociedad entera; en ser, no produccién para la produc: cin sino produceién para el hombre, Riles de la produccién segin este significado social pune ag condiciones para la superioridad del socialismo al ae productores los dominadores de sus productos, de los -mbros de la sociedad los duefios de dic tencia pas peaten sus condiciones de existencia alabras, al permitir el pleno desarrollo del individuo com? ser products ae nes ‘or y de un dominio sobre sus propios productos 0 ereacl” SS) Bi acciatiamo se presenta. on la relackin det hasabre con Me BASS raleas y on-lne relaciones: de hoe hombres: entre ai, cam Un welee FS (ina euperioridad objetiva, real, que tiene por fundamento la abolisisss Get antagoniame entre la apropiacién privada-y ln produccién.eosial § Je tm division de claaca que deriva.de 6). Para, en te bneanparsciies 3° Jos hombres a la lucha por el socialism es decisive el convencumiente de esa superioridad, de ese valor, no come algo simplemente deseado © sonado sino desprendide de condiciones rewles que Je hacen posible. No hay, no puede haber, por tanto, des socialismos, Uno, entendido como producto necesario del ds rollo histérico, ¥ otro, Come PUFO ideal, querido o deseado. Et socialisme necesario es, ala ves, el desea- do. ¥ el socialismo deseado tiene que ser él sociatismo necessrio, 88 decir, el que se halla inscrito como posible —a diferencia del simple- mente sofado o deseado de los utopistas—en un movimiento historico real. 'Y ahora podemos afirmar, con la pretensiGn de haber escapado a 18 sguillotina de Hume’, que él socialismo es, 0 sera, porque debe Ser ¥ debe ser porque es, 0 sera, Es historicamente necesario © historica- mente deseable. No es valioso por el simple hecho de ser necesario (la necesidad histérica también: engendra monstruos), ni es histéricamen- te necesario y realizable porque sea valioso (el wtopisme Jo prueba fehacientemente). El socialismo sélo es cuando los hombres To hacen ‘en condiciones dadas, pero de estas condiciones forma parte —no To olvidemos un solo momento— el tenerlo por ideal, la conviccién de que es valioso y, por tanto, de que debe ser. ‘Esta conjugacién de hecho y valor, caracteristica del comport: miento humano, que nos: impide tratar a los hombres como cosas aun- (que ciertas relaciones sociales tiendan a cosifiearlos, permite conceDir {y cotialismo como un ideal sin dejar de reconocer su condicién de producto de 1a necesidad historica, y, a la vez, leva a considerarlo co- the un producto necesario del desarrollo histérico, sin dejar de ver en ‘1 un ideal por realizar. El socialismo, para ser realizado, requiere ) mancomunadamente de un saber, de un conocimiento de lo real y de Tr conciencia de su valor, de su euperioridad, que lo haga deseable. $i tl svcialigmo se reduce @ un producto necesario sin hacer de él algo waligao por lo que debe lucharce, la actividad préctica de los hombres por au realizacién seria incomprensible, Tal seria la conclusién a que vow conduciria una concepeién cientifista, que no cientifica, del socia- Home, Si se reduce, en cambio, a un ideal deseado al margen de Ise” cae ciones neceearias de eu realizacion, no pasaria de ser una utopia. , chudiendo el cientifismo y el utopising 1 socialismo cientifico, e i re ibe el socialismo como uD P: if had necesario sin q,. jardo er un idea valioso que lo hace lese: Ahora is ex mn idee qu punt el utopismo, O més OxActamente, ee aan Meeaparecido de Ia teoria y la préctica de) saejamo? Tal es Ia cuestién que abordaremos en seguida, EL ANTIUTOPISMO DE MARX Bl utopismo se pone de manifiesto sobre todo en la descripcién det fy, ca Mars ha eriticado a los utopistas por el cardcter fantistico ¢ irreal de sus descripciones de la nueva sociedad. Pero no sélo esto: a} urlarse incluso de sus contempordneos que “trazaban ci a ee eo ree omen ‘cer semejantes descripciones, ha puesto en tela de juicio la legitimi. dad de esas anticipaciones imaginarias del porvenir y ha ‘enormemente el campo de la prevision en ese terreno. eon ‘No puede sorprenderos, por ello, que sSlo en muy contadas oce. siones Marx se haya decidido a decirnos algo acerca de cémo concebia ‘Ja sociedad futura. Su obra, en su periodo de juventud, es ante todo ‘um estudio del modo de ser del hombre que, al producir objetos, se ea si mismo y que, en esta produccién, contra anes. relaciones sociales en las cusles invierte su determinadas ‘humans como préctica, creadora. Su obra es, verdadera a ee ee + eyes a earn rte a ni SS eee resin, al alcanzar la forma aguda que al- ss Se Sheng Theat [eoeeeereet act ioe bass p= ; future y anticipe le que seria Ja nueva socedad. aL Estos rasgos esenciales de la futura sociedad los traza Mars, partic cularmente, en dos trabajos suyos: uno de su juventud, los Manuscri- tos econémico-filoséficos de 1844 y otro de su madurez, la Critica del programa de Gotha, que data de 1875, Entre ambos media un espacio de treinta aftos. Sin embargo, puede afirmarse que —al menos en el problema que nos ocupa— esos dos trabajos coinciden en lo esencial. ‘Teniendo presente la critica que él mismo ha dirigido en diversas oca~ siones a los socialistas utépicos, Marx no nos ofrece un cuadro deta- lado de la nueva sociedad ni traza una via Gnica para legar a-ella. Sus referencias a una sociedad futura no son una profecia sino la an- ticipacion de algunos rasgos esenciales, posibles —a los ojos de Marx— en cuanto que se parte de las condiciones reales. Detengiimo- nos brevemente en ellos. En los Manuscritos de 1844, Marx habla de la nueva sociedad (o comunismo) que tendria su punto de partida en Ja abolicién de la propiedad privada, En ella distingue dos formas 0 tapas que denomina “abolicién positiva” y “superacién positiva’ de la propiedad privada, Una y otra vendrian a constituir dos fases —ina- decuada y adecuada, o inferior y superior— del comunismo. La prime- ra, que Marx lama “comunismo tosco", significa la abolicién de Ia propiedad privada, pero no en su principio, el cual, lejos de ser supri- mido, es generalizado; es Ia "propiedad privada general”, su generali= zacién y perfeccionamiento. Aunque es abolida, su principio se man tiene al ser generalizada como propiedad privada para todos, Todo es poseido por todos en propiedad privada y Is relacisn entre el hombre y las cosas se Tige por este principio. ‘Se trata, pues, de un comunismo vulgar centrado en la “posesin fisica, inmediata” de las cosas, considerada como Gnica finaldad de la vida y la existencia” (Marx, Manusorites de 1844). “Este comunisme _—agrega Marx— al negar pot doguier In personalidad del hombre no es en efecto, otra cosa que Is expresién: Se Sad 4 poiedades de transicwin, sunnidas usen erve Bm emae e 1 cidprivacn sobre os edie, pts de aids te hasta qué punto ta caract Si, por am A forma fri de comunismo ng ‘Se est. en verdad. adn, en modo alguna, uae inferior, o incluso de haber salido de ung, : eae de kes mati de producciin no deja qy - adn estatal ¥ no propiamente Social: Una socjg. vrtimulos materiales precominan sobre los moral, el cual tanto insistid en Cuba el Che Guevara una so. poison dasiquakiades ¥ — inculado i ingress: aia fancidn del luo en el aparato de} acct Nad oi on contrac det porter va acompeiie a ‘de Ia autogestién social como sucedié en forma extra. {aa bajo el eataliniemo: Y todo ello, pese 2 la supresién de la propiedad . dns de produccitin, que Se convierte asf, en las so. a enti —omirmands In prevision de Marx—, en condi: ‘cin necesaria pero no sufiiente para la transformacion de la sociedad Ferm Marx habla asimismo, en los Manuscritos de 1844, de un ‘comunismo auténtico como forma adecuada de la nueva sociedad, en un pasaje muy conocido que vamos a transcribir: Fl comuniamo, com seperaciie positiva de la propiedad privada en cuanto autoenajenacién humana J. por tanto. como real apropiacion de la eeeoca bumana por y pare ol hombre: por tanto, como el retorno total, consceote ¥ dest de toda In riqueza del desarrollo anterior del hombre p4 jeame un hombre sorial, es decir, humano * Ins cosas, fa na existen para el hombre como ser 90 ee eee ne to 0 ea inmediaton. Con la desaparicion del principio dela pm de la propiedad privada), el hom: propiamente social, La apropiae 43 mente: 1° que Marx se limita a destacar la apropiacién social como ial de la nueva sociedad dejando a un lado —por utépi+ ripcién de ella en sus detalles © como un estado social fijo y acabado: 2° que esa nueva sociedad surge de las condiciones reales, es decir, de la abolicién de las condiciones de ta vieja sociedad en la que la apropiacién privada llega a su caspide y, por tanto, como una sociedad necesaria que conoce, necesariamente también, formas infe- riores 0 inadecuadas En su Critica det programa de Gotha, treinta afos después, el lenguaje es muy distinto, Marx ha recorrido un largo trecho teéirico y prictico que ha pasado por El Capital y por su actividad militante. Marx habla también —y ahora explicitamente— de dos fases escalo- nadas: inferior y superior. En la primera tenemos una sociedad colec- tivista, basada en Ia propiedad comin sobre los medios de produc- cidn”, en la que “los productores no cambian sus productos’ El trabajo invertido en los productos —aclara Mars— no se presenta aqui tampoco como valor de estos productos, como una eualidad mate- rial, poseida por ellos, pues aqui, por oposieién a lo que sucede an la s0- ciedad capitalista, los trabajos individuales no forman ya parte integran- te del trabajo como mediante un rodeo, sino directamente, Rasgo dominante de esta sociedad es la distribucién de bienes con- forme al trabajo invertido, no conforme a las necesidades de cada in- dividuo. Distribucién justa cuando la produccién no ha aleanzado ol nivel necesario para satisfacer toda la riqueza de necesidades huma- nas, pero desigual De lo que se trata aqui —dice Marx— no es de una sociedad comunista que se ha desarrollado sobre su propia base, sino de una que acaba de salir procisamente de Ia sociedad capitalista y que, por tanto, presenta todavia en todos sus aspectos, en ol econémico, en #} moral yen el inte Inctual, el sello de ta vieja sociedad de cuya entrans procede. Congrusn- temente con esto, en ella ol productor individual obtiane de Ia sociedad después de hechas las oblagadas dedueciones— exactamente lo que be dado. La misma cantidad de trabajo que ha aportade « la sociedad bajo ‘una forma, la recibe de ésta ea forma distinta, opie ‘Mars x0 ext refiriendo a una fase concreta: la que surge despy dl round on que gel wpropinionprivade captain, Ye aad clones foales ‘esta sociedad surge impiden ‘te alla dal principio "a cada uno nega ws trabaj Un pono sh adelante, y Marx habria caido en In utopia. ; Imaginacin, Ciortamente, no existe 44 doen; nadie ae apropis privadamente de 10s prod oF Unembargo, advierte Marx: "El. derecho igua ‘sigue Hevando implicita una limitaci6n burguesa. El derecho de in Hee etaree es proporcianal al trabajo que ban rendido; la igualdag Prof onsite en que ge mie Pore] mismo Taser: Por allteebajohau YY puntualizando atin més agrega: medios de pro del trabajo de otro. rate derecho igual os un derecho desigual para trabajo desigual. No rg Bote ina distinelén de clase, porque agi cada individvo no eg a6 ue tin obrero como los demas; pero, reconoce, técitamente, como iy antos privilegios naturales, las desiguales aptitudes de los individuoy por eonsiguiente, la desigual eapacidad de rendimiento, gt Ni asomo de utopismo en esta caracterizacion de la primera fase de a sociedad comunista. Se mantiene la desigualdad asi como la divi sign social del trabajo, el Estado, etcétera. Se trata ciertamente de una fase transitoria de un movimiento real hacia una fase superior. $j se pierde de vista que esta sociedad existe justamente como fase de transicién, con vistas a una posibilidad que ha de surgir de las condi. ciones reales creadas en ella, o sea que la desigualdad, la remunera- cién conforme al trabajo, la division social del trabajo, etcétera, exis ten precisamente para negarse a si mismas, la fase superior se presentaria como una utopia o como un ideal no entroncado con la realidad. Marx conocié las condiciones reales de las que habria de surgir el socialismo como fase inferior de la nueva sociedad, pero no pudo cono- cer las condiciones reales del periodo de transicién que habria de con- ducir a la fase superior. Por ello, con respecto a esta fase superior, se imita a formular el principio basi pio basico y las condic Saree iciones necesarias para En la fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido ie plore a de los individuos a la divisién del trabajo ce ee ee mae malt Bates manual oe eee ste ini ie wsaipecton tron red een ee ae ee see ai td manantiales sesso el gee ne ne Potesbabaioe (tala ute el eatroc rae Deel derecho burgués y la sociedad podré escribir en sus bande igh | segiin su capacidad; a cada cual, segin sus necesida: Marx no ha ido " neve sotead, Beall 5 anticipacién del fase superior de orillarle a caer én la tein a serbcion mas detallada significaria topia. Una cosa ha quedado bien clara! no bast 45 la abolicién de 1a propiedad privada para una transformacién radical del hombre; lo decisivo para Marx est aqui —como estaba en sus tra: bajos de juventud— en la abolicién del prineipio de la posesién y en un cambio radical en la concepcién del trabajo. El crecimiento de las fuerzas productivas es condicién necesaria para no generalizar la es: casez y permitir un verdadero despliegue de la riqueza humana, La realidad —es decir, el desarrollo de las sociedades historicas presentes a partir de la abolicién de la propiedad. privada sobre los medios de produccién— ha justificado plenamente la distincién de Marx entre la sociedad que acaba de surgir del capitalismo, sobre la base de las condiciones reales de éste, y la nueva sociedad que ha de emerger de condiciones nuevas, dadas ya fuera de la vieja sociedad. El hecho de que la sociedad que surge con la Revolucién de Octubre, es decir, con la primera destruccién del Estado burgués y la primera abolicién de la propiedad privada sobre los medios de produccién, se haya desarrollado en las condiciones reales de un pais atrasado ec0- ‘némica y culturalmente, habia de volver més larga y penosa la transi- cidn a una verdadera sociedad socialista y, por ello, mas persistentes Jas huellas de la vieja sociedad. En las condiciones de atraso indus- trial y cultural y de aislamiento internacional en que se debatia el proletariado ruso y su vanguardia bolchevique, la necesidad de cons- truir en un proceso de répida industrializacién las bases materiales del socialismo habria de exigir un alto costo en las relaciones entre los hombres (persistencia de la divisién social burguesa del trabajo y de las desigualdades sociales correspondientes; reforzamiento de la cen- tralizacién y del poder represivo del Estado, con la consiguiente falta de democratizacién y de control social; explotacién de las masas cam- pesinas, etcétera). sta primera gran experiencia historica que, durante largos afios sirvié de modelo a otras sociedades poscapitalistas, ha confirmado, tal vez con mas fuerza de la que eabia esperar, la caracterizacion de Mars de la “sociedad que acaba de salir precisamente del capitalismo” como tuna gociedad que “presenta todavia en todos sus aspectos, en el eco- nnémieo, en el moral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedad de quva entrana procede’. Lo grave no anida en esto sino en hacer de Je cavesdad virtud y en presentar, por tanto, como virtudes Jo que adn son defectos o infecciones de la vieja sociedad. justo ee reeonocer que, frente a Ins experiencias de las eociedades do sraneisién que han eeguido hasta ahora el modelo sovietico, Cuba y China, tomando conciencia de la persistencia de las huellas dela vieja sociedad, pugnan por acortarla o debilitarla. A ello responderia en ————————— 46 evarista, de construir junto a ta jg de inspiracion BU t fio en el que se inscribirian la ten hom! se material el hombre pronto y vigorosamente posible 18° relacig fercantiles y abolir progresivamente los estimulog meseerales, sustituyéndolos por 10s cestimulos politico-morales; Ia ig. eraneia concedid al trabajo voluntario como germen del trabajo dey ir ta sokdaridad real ¥ activa con Jos pueblos que luchan eon, rec el imperialismo y, finalmente, Ja negativa a aceptar las versiones pe istas de la sociedad norteamericana de consumo. raememinos diversos, China ha pugnado también —sobre todo con ‘ox Revolusign Cultural— por liberar'a la sociedad y al hombre nuevog Je los defectos y taras de In vieja sociedad que atin persisten en lag ce edades de transicién al socialismo. Por ello se niega también a dj. Serle construccién de las bases materiales y la creacién de nuevas telaciones humanas. Con este objeto, busca vias distintas en cuanto a qh acumulacién socialista, la divisién social del trabajo y la distribu. dé de los ingresos, a la vex que emprende serios intentos de superar Jadivisién entre el trabajo intelectual y el manual y de limitar la cen- tralinacién y el autoritarismo abriendo nuevos cauces a la gestién so- ial, o cea, tratando de socializar el poder real, de modo que éste no sea —como sucede al generalizarse su burocratizacién— un mundo autinomo que se separa de la sociedad y se sitda por encima de ell Ya Marx habia reconocido —come hemos visto anteriormente— la im- posibiliad de lierar a la sociedad surgida directamente del capita lismo de las huellas del viejo orden social, tanto en el aspecto econé- mico como en el moral y el intelectual. Pero este reconocimiento, en la interpretacién estalinista o jruschoviana, tendia, de hecho, no a su ex: = perpetuacién. Los lamamientos del Che hares a Cubana o de Mao en la Revolucién Cultural Asn — rar fieles al legado de Marx, que las hue- er reconocidas para poder borrarlas. eee — precisamente a Marx. Cuando mira el futuro, lo mi- uutela, sobre todo cuando se trata de la socied: ha coe s nueva sociedad que ila ee canes antnk no existentes y que, por tanto, n0 meee fs base de las condiciones reales de ni fie eas are casos de fendmenos embriona cotrle sutomialeeag seen capite ore aut mtseche £0 ejemplo, machete oe sh efecto, lo que habria de significar ¢ ‘ealacieerde pees ater ch automatizada al permitir una desvin- cto. Ello se ee obrero respecto del proceso productive a *raduciria en una economia de tiempo de trabajo neces* 47 rio y, como consecuencia, en una extension del tiempo libre. Esto no podia dejar de afectar al problema de la liberacion y al verdadero en- riquecimiento del hombre, pues, como dice Marx en los Grundrisse, economia de tiempo de trabajo significa aumento del tiempo disponi- ble para “el pleno desenvolvimiento del individuo”. O también, en otro pasaje: “Si la verdadera riqueza es la plena potencia produetiva de los individuos, su medida no serd el tiempo de trabajo, sino el tiempo le bre. Podria pensarse, entonces, en una doble alternativa que no escapo a Marx: {La verdadera libertad del hombre estriba en su liberacién respecto del trabajo enajenado, pero no del trabajo mismo; con Jo cual Ja libertad tendria que desplegarse forzosamente en el marco de esta necesidad, si bien convertida —convertido el trabajo— en una necesi+ dad vital, al devolver al trabajo su ‘naturaleza creadora, propiamente humana? O bien, {la verdadera libertad estaria constituida por Jos ji- rones de tiempo arrancados a esta necesidad por el tiempo libre u ocio creador? Podria parecer que para Marx ambas alternativas son excluyentes. Pero no: la liberacién respecto del trabajo enajenado en las condiciones de un amplio desarrollo de las fuerzas productivas —vineulado al pro- tgeco tecnolbgico— tiene que tradueirse forzosamente no en Ia desvin- ertacién total del trabajo sino en la reduccién de la parte de Ia jornada ccial de trabajo necesario para la produocién material y, por consi: Griente, como se reconoce en Bl Capital, en la prolongacién de Is paste eer tiempo ‘para la bre actividad espritual y social de los individu, ‘Ahora bien, ya en este terreno de lo posible —para cuya realizacion se dlan hoy condiciones tecnol6gicas que no se daban en tiempos de Mars trabajo 9 ovo, tempo de trabajo necesario y tiempo libre, no podria ras nugas ala verdadera riqueza humana consiste en “el desarrollo ab, cargo de las capacidades creadoras del hombre como fin en sf mismo” (Grundrisse); sien el trabajo y en el ocio se despliegan las “potencias humanae como tales’, es deci, creadoras. Pero, esta eoonomia de ter po. o este tiempo libre surgido sobre Ia base del aumento de ja producti Po or del trabejo neceserio y de la Iiberacién del trabajo enaiensdo, © tetos jirones de tiempo libre arrancados al trabajo necessri, ghabrén de ei sveaaviamente una manifestacion de libertad del hombre? aNo po- srr atnagee con este tiempo libre —verdadeta medida de f= verdadera riqueza humana, segtin Marx— un cio que, lejos de caracterizarse Por su creatividad, fuera campo propicio para in © de las nece- fidades humanas, para un nuevo empobrecimien del hombre, para un vteve eonformiama ova pardlisie de sus capacidades erdadoras? a posibilidad ante la cual eg rs ee te yor un sr ee ; como tales”. Negar aquella posibiy, a reatividad plena el tiemp, dad negative, @ Piipria acercado a Marx— a los linderog bre, 0 noe es hos acercamos, a la vez, a otra ma a tepa ¥ ee una nueva sociedad —e COMMIS € 8 fay ti. ore ereacién de algo que tietie que Ser creado sobre bases y vendiciones reales que todavia no conocess}e F: soe as Reh te cone mmpreviaible como va ereacion, hasta aué Punto l anticipgy ceeultado como el del destino del ocio 0 el del trabajo, 0 el de otras etividades humanas, puede escapar a 1a utopia? Sabemos que Marx a todas las precauciones posibles al anticipar el futuro, pero clogs ‘escapar totalmente a la utopia? He ahi la cuestién que vamos a abor. dar ahora. ELEMENTOS UTOPICOS EN MARX ‘Marx concibe la verdadera emancipacién del hombre —en el comu- rnismo— como un proceso de desenajenacién. Su emancipacién defini. tiva coincidird, por lo tanto, con la superacién definitiva de la enaje- nacién, El hombre es el ser que produce un mundo de objetos y con ello se produce a si mismo. Esta objetivacién practica, material, me- diante la cual afirma su poder sobre las cosas creando un mundo hu- ‘mano, es una dimensién necesaria de su existencia. Pero en ella se engendra la posibilidad de invertir esa relacién. La enajenacién ex- presa esa inversién de las relaciones —el dominio de las cosas sobre el hombre, de los productos sobre el productor— y ésta es justamente la forma especifica que adopta la objetivacién, la produecién, cuando la rige el principio de la propiedad privada, de la posesién o del tener. ‘Tales la concepcién original del Marx de los Manuscritos de 1844. Sin pene ee sels de la enajenacién, que tanta tinta ha he- eo Goat Seo nos asociamos al punto de vista segtit Meee ae ciate (n irreconciliable o un abismo entre ¢ distintoa oe hallan La y el de la madurez. Uno y otro, en niveles tratan de encontrar ce problemética fundamental a 1a ave eUhombre como praxis, lucién practica, real: la contradiceién entre tradiceién que toma ee ser productor y creador, y sus obras, CO” de un dominio de las cosas sobre e! hon 9 bre. Creemos que los Grundrisse (manuscritos preparatorios de I Capital) prueban fehacientemente la unidad —que no excluye la dis- tincién— entre uno y otro Marx. Pero nuestra pregunta es ésta: si la enajenacién es una forma de lx objetivacién humana en la cual los productos se vuelven contra sus productores, y, par otro lado, el hombre no puede dejar de objetivarse, de producir y producirse material y espiritualmente, zpuede hablarse de una superacién definitiva de la enajenacién? La objetivaciin esté dada necesariamente; la enajenacién, no, aunque haya acompaitado in objetivacién humana hasta hoy. La enajenacién puede ser superada en la medida en que aparece vinculada al principio de Ia propiedad privada, particularmente en el trabajo, pero puede serio necesaria. total o definitivamente? Adn admitiendo una desenajenacién del tra- bajo humano al pasarse a una verdadera apropiacién social —no s6lo estatal— de los medios de produccién, hay que admitir que el hombre produce una multitud de objetos: materiales, sociales, espirituales. La religién misma es un ejemplo clisico de enajenaci6n en la relacién en- tre Ia conciencia y sus productos. Cabe preguntar, por tanto, jsobre qué bases objetivas, tomando en cuenta las condiciones reales que conc ‘cemos, cabe hablar —como habla Marx en los Manuscritos de 1844—de una superacién definitiva y total de la enajenacién? 2Qué nos garantiza hoy que incluso en la fase superior de la nueva sociedad —para no hablar ya de las formas inferiores en las que el propio Marx reconoce las huellas de la vieja sociedad, huellas que en las sociedades hist6ri- cas se han prolongado mucho més de lo que él podia imaginar— qué nos garantiza —repetimos— la superacién de formas concretas de enajenacién, incluso hoy insospechadas, a nivel social e individual? Hablar desde ahora de una superacién total y definitiva de la ena- - jenacién es situarse en una relacién imaginaria con el futuro tipica de 1a utopia, Ciertamente, esto no significa que las cosas sélo puedan de- sarrollarse como hasta hoy. Ein la sociedad capitalista, la enajenacién | forma parte de eu propia naturaleza; la prueba es que en la medida en | que la produccién capitalista se universaliza, Ia enajenacién se ex fiende a la sociedad entera; de In produccién al consumo; de 1a pro- duccién material a la produccién espiritual, La Remuera politica, la tecnologia, las relaciones entre los sexos, No concabimnos ia spciedad comunista‘con este cardcter necesario dela enajenacién, y en ello estriba su enorme: superioridad sobre la viey) sociedad, Pero incluso e dich anced no podemos dnearin e hoy la posibilidad, inscrita en In objetivacion, formas concre' enajenacién, aunque una conciencia critica desarrollada eontribuye: a 7 { | \ 50 J no encontrar el clima social apy donunciarlns ¥ ee el contenido utépico de un fin definiiyet® eae - Pivresenta con respect ala fase Superior do iy Me on tad, Piaespact, ‘In fase inferior, historicamente const la ve isten las relaciones mereantiles, el Estado con gy yi en ia que soil 1a participacin de la sociedad o, oan oe asia Srecwchtin etoétera, y donde sélo nace lag, 7) estado de cosas existente puede hablarse de fin aa car todo Hay que reconocer que tanto Marx, con su descripeigg gt ia face inferior de la sociedad, como Lenin, cuando subrayé comp yat area vital Ia nececidad de luchar contra el burocratismo, tuvienys conciencia de estos fenémenos enajenantes. “Hay, pues, un elemento utépico en Marx, propio sobre todo de ay trabajos de juventud, cuando habla de la superacién definitiva de, engjenatién. A veces, sin embargo, se acentiia mas de lo debido asia carga de utopismo, como, por ejemplo, cuando se le adjudica a Mary jy idea de un fin de la historia, de un hombre total o del comunismo ¢» ee ets weed Gesirmbaren: eutinse encontremoe en ome Bes pasajes —particularmente en los Manuscritos de 1844— que pa. ‘ecen abonar esa interpretacién que harie del cna escatologia secularizada. en los propios Mai s iataaenlaeed ones que no permiten fundar esa idea que, de existir aes fuertemente el lado utdpico de Marx. Asi, por ejemplo, en los Manus. ot sobre todo, « una fase superior. Renultarian en ¢ambio ulépicae wi tergiversando e] pensamiento de Marx, se extendieran a una sociedad on transicién 0 inferior, donde Ja lucha de clases eubsiste, en Ia que una revolucion politica puede ser necesaria para climinar una apros piacién puramente estatal, suprimir las deformaciones burocréticas, establecer un verdadero control social y crear las condiciones neces. rias para la extincién de los elementos no socialistas que pugnan por sobrevivir. No hay que hacer de Marx un utopista desfigurando su pensa- miento, es decir, pasando por alto su clara distincién entre dos formas 0 fases de la nueva sociedad. Pero, con todo, como hemos visto, no po demos negar que ciertos elementos utépicos anidan en su pensamien- to: en su idea de Ia superacién definitiva de la enajenacién y-en su imagen de un reino de la libertad més allé del trabajo y contrado en el tiempo libre. Estos posibles llevan a la utopia no porque se muevan en el terreno incierto e inseguro de la posibilidad, sino ‘porque desde nuestras condiciones reales de hoy no se puede garantizar su realiza- cién. Representan un salto, desde el presente, al porvenir, cuando las condiciones reales no permiten ain conjugar lo necesario y lo desea ble. Lo deseable priva aqui sobre lo necesario y, con ello, el elemento utépico se manifiesta. _ {Cémo exphicarse esta incrustacién de lo utépico en Marx? Para él, | recordémoslo una vez més, de lo que se trata es de transformar el mundo, baséndose ciertamente, en una teoria'y uns eritiea de lo exis- tente. Se trata, en suma, de conocer para transformar y de transfor- Sélo asi se puede producir algo —una sociedad futu- ra—que todavia no es, pero que sélo puede surgir del conocimiento y transformacién de las condiciones reales. Marx prefiere callar sobre el | futuro cuando falta el conocimiento de las condiciones reales que lo. engendran. Pero, a veces, la voluntad de transformacién es més fuerte que la cautela exigida por un antiutopismo teérico, y Marx bordea, © incluso toca, la tierra de la utopia. at Algunos han tratado de cargar también a la cuenta de los elemen- tos utépicos de su doctrina las esperanzas de Marx en el estallido de la revolucién en Europa, confiado en que, al agudizarse las contradic: ciones cada vex més graves del capitalismo, el proetariado cobraria conciencia de su misién como clase revolucionaria y actuaria a ls altar ra de ella, Es bien sabido que estas previsiones no se. a stint phten patent salen eek embargo, pese a la distancia que, en muchos sentidos, he: volucién Rusa de Octubre de 1917 de las previsiones de Mars, eRe oul y 62 rocidos— demoatr6 la posibit van eon tas low rodeos conocidon = an velactta de la revolucién protetaria: Se pro H6 asimniomo que «ty. aeceidad do Mo Fro del proletarindo en 108 paites eapitalistay — 1 rev + i Guo te encargé do poner de manifesto Lenin desde antes del trivny, de la revolucion. Urnopia Y VERDAD BN LA TEORIA LENINISTA DE LA ORGANIZACION Lenin considers ya entonces que la revolucién era posible y realizable fs condicién de que se tomaran en cuenta los cambios operados en ly aturaleza del capitalismo, la pérdida del potencial revolucionario de Ja clase obrera en casi tres largas décadas de un periodo pacifico a} que puso fin la Revolucién Rusa de 1905, asi como el papel desempe, fiado por el reformismo, condicionado objetivamente por una diferen, ciacién social del proletariado que se traducia en la aparicion de ung aristocracia obrera, Los cambios en la naturaleza del capitalism ne hacian sino agudizar las contradicciones fundamentales y con ello ‘erear condiciones favorables para la revolucién (tesis del “imperial: mo como antesala de la revolucién proletaria"), La historia le dio ly razdn con el triunfo de la Revolucion de Octubre, pero la antesala se ‘ha prolongade mucho maa de lo que Lenin pensaba, Creia, asimismo, que, pese 4 la evidente pérdida del potencial revolucionario del prole: taviado de Qccidente, habia que mantener la confianga en él como agente Mstérico revalucionario, a eondicién de crear el inatrumento ‘organieo necesario para liberarlo de la influencia reforminta y diriit ‘y organiza eu lucha, Lenin pensaba igualmente que en wn pair alt sado como la Rusia sariata la revolucién podia darae —como s@ do efeetivamente— aunque la yerdadera revolucidn proletaria, como re voluoidn mundial, aéle podia triunfar plenamente cuando se produert ps paises capitaliatas mae dewarrolladon, Lenin no se habia alert — ‘Wn wopia al prover, organizar y dirigir la primera revolt bora bien, ato en laa condiciones peculiaren de an bo, pais atin ‘wa dil cla rr tie qu bare a miles de ci avanzados, como en las condiciones de Jos paisos industrialment® ‘Lenin, lejoa de desoonocer el papel del proetariad, bo dn de dependia, en ditima inatancia, de 'nonganieacién police adecuada, como destacamento ore 6a do, eonsciente y resuelto de la clase obrera, Puede decirse que la organi: ‘zacidn bolchevique estuvo a la altura de tan elevada mision. Gracias ella, sobre torlo, un débil proletariado conquisté el poder y, en Tos prime: 108 aios de la revolucién, hizo frente a peligros y dificultades increfbles Sin embargo, la concepeién leninista del papel decisive de la organiza ci6n permitié Ia entrada de nuevos elementos utépicos en la lucha por el gocialismo, Lenin pensé que, dada Ia agudizacién de una serie de con- tradicciones fundamentales, todo dependia de la organizacién, Y esto que en las condiciones histérieas peculiares de Rusia no tuvo —como demostré la préctica—~ nada de utdpico, ve reveld como una utopia en otras condiciones historicas, No es que Lenin se dejara Hevar ffcilmente por el utopismo: Lo habia probado con creces en El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo, Su propia veoria de In conciencia de clase socialista y de la necesidad de introducir ésta en Ia clase obrera desde el exterior desde e} partido~ habja surgido contra e} utopismo en su forma es pontanefsta, Tanto en su version economicista como en ta ultraize quicrdista, el espontaneismo es siempre una forma de utopismo y tan: to a una como a otra versién se opuso Lenin resueltamente, Cherto ‘utopismo eapontaneista se daba también en Rosa Luxemburgo como reaccién frente a la burocratizacion de los partidos socialdembcratas ¥ de los sindicatos del Occidente europeo en su tempo, aunque no ers pontaneismo absoluto de as masas que le ateibuyes Jalinistas, Pero Rosa Luxemburgo no silo fe oponia, con ati eoria, al oportunismo reformists en el movimiento obrero, gino que también advertia —en una famosa polémies con Lar nin contra los peligros de uns organizacion centralized como tn qu wo disefiaba en sQué hacer? Bin Historia y eoncienela de clase (1928), Georg Lukdes combate ot expontinalamo luxemburgulano y- sobre todo en au Lenin (1024), eeivindicn plenamente, ein ressrva le guna, In vanguardia organigads 60 ol sentido Jeniniata, Lakder come parte aac un uloplano orguainativo inscrto yan ie teora lniniate de Ja organigacion y puesto al deenudi sobre todo por la prietica ulterior del partido bolchevique, Para Lukes ol partido, como inthrprete cons lente de la clase obrera, es pura positividad, Knearna la verdad y, como guardidn fundamental de lon interows de la clase obrera, expre: fn Gatos. on cada momento, No pusde extrabarnon ost ‘eoncopeion de Luukios cuando por el mismo tempo, doade tn tribuna del XIE Congre: adel PCUS (primer conroxo eb Lenin}, rotaky deci lo algulente:

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