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Ensayo Argumentativo

Juan Sebastián Niño Rey


202113582

Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia


Ingeniería de Transporte y Vías
Socio - Humanística II
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¿Por qué es importante la separación de la Iglesia y El estado tanto en la época de Locke como
en la actual?
Al hablar de Iglesia y Estado se puede referir a ellas como instituciones, estas tienen objetivos muy
diferentes y por ende no se han de ver involucradas entre estas. Hay que delimitar unas fronteras
entre el gobierno civil – Estado, la Iglesia – religión para que así se pueda resolver el tema de la
salvación de las almas o del Estado, esto para quienes les importa. (Locke, 1685). Desde la
antigüedad, consideremos esta como la época de Locke como ahora hay que tener muy claro que
la vida espiritual y la vida civil no se deben mezclar, esto para vivir de manera cómoda y sin
preocupaciones a que determinada organización religiosa imponga hábitos en tiempos libres que
uno tenga y que disponga para descansar, no solo pensar esto me indispone y pienso que vivir en
una sociedad de este tipo sería muy desgastante.
“El Estado es, a mi parecer, una sociedad de hombres constituida para preservar y promover
simplemente los bienes civiles.” (Locke, 1685, pág. 18). El Estado se ha de limitar a procurar o
velar por el bien común de un ciudadano, sus bienes, velar por su seguridad y salud, todo esto se
ha de concebir que son temas de interés en una vida terrenal, en una vida del ahora. Ya de por sí
para el Estado estos temas son de difícil ejecución para que se proponga también intervenir en
temas de una vida futura, una vida espiritual o del más allá (si es que sí la hay).
El hombre o ciudadano como tal al incurrir en una falta o saltarse una ley civil ha de ser castigado,
en la Carta sobre la tolerancia de John Locke se habla de un personaje que de acuerdo a la ley civil
está en el deber de castigar estas faltas, lo que en la actualidad se podría asemejar a los jueces o
los fiscales. Este magistrado tiene que estar inmerso en su función, se supone que de gracias a este
castigo de acuerdo a una ley ya establecida el ciudadano ya tendrá una conciencia del delito o falta
que cometió y no volverá a repetirse, en este orden se podría decir que el magistrado corrigió la
vida del ciudadano. Y este Magistrado ha de quedarse hasta ese punto y no debe extenderse a la
salvación de las almas.
“El cuidado de las almas no está encomendado al magistrado civil más que a otros hombres. No
está encomendado a él por Dios, porque no consta en ningún lugar que Dios haya dado una
oportunidad de obligar a otros a abrazar su religión” (Locke, 1685, pág. 19). Si la iglesia se mezcla
con el Estado se comete un gran error en confiar el poder a una persona que puede verse llevada
por el vicio del poder, y este cometa injusticias. Por ejemplo, si este magistrado tiene unos intereses
e ideales y un ciudadano en particular no piensa del mismo modo que el magistrado este puede
que lo someta a un castigo que como reitero sería injusto.
Para mí el problema principal de unificar el Estado y la iglesia radica en que el hombre es un ser
avaro que se ciega por el poder. Así se olvida de sus verdaderos objetivos como aquel magistrado
que está solo para dar un castigo de acuerdo a una ley, y se le da poder de unas leyes espirituales,
usa estas leyes para castigar del mismo modo que lo haría con unas leyes civiles, en esto no hay
concordancia y es ilógico ya que de por si el hombre no tiene que castigar las faltas que puedan
cometer otros hombres con respecto a lo espiritual ya que desde una perspectiva religiosa el único
capacitado y con derecho a corregir es Dios. Y si un hombre se propone querer entrar en una
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especie de justicia divina ha de ayudar a su prójimo en una corrección que se base en al amor y la
comprensión.
Cómo es posible llamar a una sociedad Iglesia de Cristo, si esta está inmersa en el pecado y se
fundamenta en instituciones distintas a las de Cristo, y que estos miembros de la organización de
la Iglesia persigan, atormenten y obliguen a otros a aceptar sus creencias y conducirlos a la fe por
la fuerza. (Locke, 1685). Así es imperdonable que el Estado acepte una sociedad religiosa para
que intervenga de manera significativa en la vida de las personas, ya que se afecta el derecho de
libre pensamiento y de libre albedrio, imponiendo de manera forzosa e injusta una religión. En este
orden la practica o creencia religiosa debe y tiene que ser por voluntad que no afecte en mis
decisiones y acciones en una vida terrenal y en el día a día. Es imperdonable que se impongan
dogmas y más en el caso de alguien que ni siquiera cree en una vida en el más allá.

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