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CAMBIOS VITALES EN LA EDAD

ADULTA
IEDEP CAMPUS HUEHUETLA

LICENCIATURA EN PSICOLOGIA

QUINTO CUATRIMESTRE

PSICOLOGIA DE LA ADULTEZ

YANELI LABASTIDA CASTAÑEDA

ASESOR: LIC.VICTORIA NAVARRO DE JESUS.

01/MARZO/2021
Cambios Vitales En La Edad Adulta

Los cambios en los roles sociales, en las actitudes, valores y comportamientos, las

experiencias emocionales intensas, el sentido del propio yo, la responsabilidad en los

diversos contextos, el sentido de autodirección de la propia vida, etc., son variables

importantes de la personalidad adulta.

4.1. Áreas del desarrollo social y afectivo

El desarrollo afectivo es el proceso por el cual cada persona va conformando su mundo

emocional y sentimental. Todo este bagaje emocional acompañará en todo momento el resto

de desarrollos y cada acción o comportamiento de esta persona en su día a día, de ahí la

relevancia de facilitarlo y potenciarlo en las mejores condiciones.

Como el resto de desarrollos, el socioafectivo se va a ir configurando en función de las

variables o los factores internos de cada persona y de los externos, que modulan a los

anteriores. Entre los factores externos se distinguen la familia, figuras de apego, el lugar de

trabajo, otros adultos, iguales, entorno, etc.

Los cambios emocionales o psicológicos que sufren las personas adultas mayores, se deben

a varios factores como pudieran ser, la falta de aceptación personal de los cambios físicos, e

integrarlos como una nueva forma de vivir con ellos influyendo de alguna manera en el estado

de ánimo. El adulto mayor requiere de cuidados especializados y lo más importante, la

necesidad de un cambio de actitud hacia él por parte de todo el personal que lo asiste y de la

sociedad en conjunto.

En el desarrollo afectivo-emocional se empiezan a establecer rutinas, planes y estilo de vida

satisfactorios para el adulto mayor, a adaptarse a la posibilidad de la muerte del conyugal, a

afrontar la idea de la propia muerte. Son los sentimientos y las emociones que conforman la
afectividad como importante ámbito psicológico en la que la vida afectiva del adulto mayor

se caracteriza por un aumento de las pérdidas como pérdida de la autonomía, de valerse por

sí mismo, hacer lo que desea, pérdidas referidas a la jubilación, o la muerte y de seres

queridos. Pero se incrementa el manejo adecuado de los afectos y que, por tanto, existe una

mayor madurez afectiva. El equilibrio afectivo en esta etapa pasa por la aceptación de uno

mismo, de los fracasos y de los logros conseguidos. Es el momento de seguir planteándose

nuevas metas y nuevos intereses.

En cuanto al desarrollo social, se nota en el cumplimiento de roles familiares principalmente

el de abuelos, está la necesidad de adaptación al proceso de jubilación, con el paso de los

años el organismo va perdiendo ciertas condiciones propicias para la actividad sexual,

aparece la disminución de la actividad hormonal, aumento de la menopausia femenina y

andropausia masculina.

En general el desarrollo social y afectivo, en cuanto a las necesidades de a los adultos es en

la intimidad con las relaciones que establece con amigos, la pareja y los familiares, esta

comprometido con el cuidado de los hijos y los padres, y productivo en el trabajo siendo útil

a través del desarrollo profesional como fuente de recursos económicos. en las relaciones de

amistad, se da la atracción física, el deseo de hacer cosas juntos, con el paso del tiempo las

relaciones cambian con la edad y mejoran, algunas se vuelven mas cercanas y de confianza,

una amistad como fuente de apoyo emocional. Los grupos sociales en el que se da las

relaciones afectivas son tanto en la familia como los amigos, el lugar de trabajo, y la relación

de pareja que establecerá.

4.2. Familia y amistad


La adultez está caracterizada sobre todo por factores sociales, y en consecuencia se considera

maduro/adulto al sujeto que es capaz de vivir independientemente, sin la necesidad de ser

tutelado emocional, social, afectiva y económicamente, aunque la independencia es más una

posibilidad que una realidad total.

En la transición a la vida adulta hay algunos aspectos que se han revelado como importantes

a la hora de acelerar o retrasar el momento y el orden de ocurrencia de los demás

acontecimientos sociales relevantes, y que denotan diferencias interculturales y sociales.

Una red familiar activa, cercana y propositiva les ayuda a sobrellevar las limitaciones y el

dolor de las pérdidas, disminuyendo los factores de angustia. Por ende, los apoyos que se

reciben son una estimulación a mantenerse activos, consejos e información oportuna en torno

a la vida independiente, respaldan los sentimientos positivos y les permite satisfacer una de

las necesidades de todo ser humano: amar y sentirse amado.

Tras el nacimiento del hijo, los miembros de la pareja radicalizan sus roles tradicionales:

Madres: trabajen o no fuera de casa, dedican cada vez más tiempo al cuidado de la prole y

del hogar.

Padres: se centran más en la búsqueda de recursos y desempeño profesional, participando

en las labores diarias del hogar menos que cuando no tenían hijos.

En esta etapa vital, las relaciones de amistad ofrecen un apoyo relevante y significativo para

el adulto mayor. Con los amigos se comparte no sólo la edad, sino algo que es más

importante: una experiencia vital parecida, intereses comunes, recuerdos y valores similares;

posibilitando una convivencia basada en la reciprocidad, la comprensión mutua, el respeto y

la tolerancia, configurando un marco relacional agradable, óptimo y libre de tensiones. La

percepción de compañía y la disponibilidad de una relación de amistad estrecha son el mejor

predictor de felicidad y uno de los factores determinantes para la adaptación positiva al


proceso de envejecimiento. La amistad permite sentir a la persona que es más competente,

valiosa y útil, favorece la identidad y el autoconcepto, la felicidad y en el bienestar personal,

la salud, la longevidad y en algunos casos, la riqueza y el éxito. Lo que para muchos es un

privilegio.

4.3. Ámbito laboral: empleo, despido, prejubilación, jubilación.

El mundo laboral es un entorno que ayuda a formar nuestra propia identidad. Esto se

transparenta claramente en la vida cotidiana en la que es fácil identificarse con la profesión

que se ejerce. Uno de los principales objetivos del adulto joven es encontrar un trabajo que

permita la generatividad y suficiente dinero para vivir independientemente de los padres.

Los adultos jóvenes escogen puestos de trabajo bien remunerados, relegando a un segundo

lugar la satisfacción con el mismo. Y los adultos mayores, quienes ya tienen asegurada la

autonomía, prefieren ocupar puestos menos remunerados pero que les permitan mayor

satisfacción laboral.

La influencia de la familia de origen en la búsqueda de trabajo del joven, cuando es de forma

directa se da utilizando su red social de apoyo para conseguir la contratación del hijo,

instándole a ocupar un determinado puesto laboral o rol profesional. Y de forma indirecta,

facilitando el acceso a la formación, promoviendo el compromiso y la laboriosidad o dando

ejemplo de lo contrario. A través de los valores propios del estatus social los padres de clase

media o alta, con trabajos que requieren de autonomía, iniciativa y creatividad, valoran y

apoyan la iniciativa e independencia en los hijos, los padres obreros, que necesitan de la

obediencia a la autoridad en sus oficios, tienden a valorar la obediencia y la conformidad en

sus hijos. A sí los padres enseñan a sus hijos los valores y las actitudes propias de su rol

social, lo que facilitará que éstos adopten dicho rol y busquen trabajos acordes al mismo. El
grado de transmisión de valores relativos a la profesión de padres a hijos es mayor en el caso

de profesiones liberales que en el caso de familias obreras, lo que facilitaría el cambio social.

Existen dos aspectos centrales a la hora de valorar el trabajo que van a determinar su

mantenimiento: la remuneración y la calidad laboral. El sueldo representa la motivación

extrínseca del trabajo. A pesar de que al principio tiene gran importancia, se colocará en

segundo lugar según avance la vida laboral.

Por otro lado, la calidad del trabajo sería el factor motivacional intrínseco, el cual va a

determinar el grado de satisfacción. Al fin y al cabo, el objetivo último del empleo es lograr

cumplir con unas aspiraciones de productividad y calidad de vida, y esto suele estar más

relacionado con la calidad laboral que con la remuneración. Uno de los determinantes del

empleo en la tercera edad, que ha recibido amplia divulgación, es el estado de salud. Es claro

que conforme avanza la edad la salud física y mental de las personas se deteriora de forma

paulatina, como consecuencia del proceso de envejecimiento.

Más allá de las consecuencias físicas, el despido del trabajo puede tener consecuencias sobre

el bienestar psicológico de la persona: desde falta de autoestima (“si me han despedido, será

porque no valgo”, “me han despedido a mí porque lo hago peor que los demás”) hasta el bajo

estado de ánimo y la apatía. Adaptarse a la nueva situación suele conllevar mucho esfuerzo

y energía: se pasa de tener una ocupación fija durante un número importante de horas a tener

por delante una larga jornada que no se sabe muy bien cómo llenar. Esto puede llevar a la

desesperanza, la desilusión o incluso al enfado. En muchas ocasiones esta situación termina

por desesperar no sólo a la persona que la padece, sino también a los de su alrededor, que

posiblemente harán lo posible por ayudar a la persona en esta situación pero que en muchas

ocasiones no sabrán cómo hacerlo.


Todas las etapas llegan a su fin, y la jubilación representa el final de la vida laboral. Pero hay

que tener en cuenta que la jubilación no tiene por qué suponer un corte brusco con la realidad

laboral, sino más bien una transición. Se trata de una etapa que cada persona vivirá de una

determinada manera atendiendo a su desarrollo laboral y sus aspiraciones. Se pasa por 5 fases

no son secuenciales ni es necesario que todos los adultos pasen por ellas:

1. Fase de prejubilación: período previo a la jubilación real. Se preparan para el retiro

labora, y se preguntan cómo será su vida de jubilados.

2. Fase de jubilación: Puede materializarse de 3 formas diferentes o Luna de miel: los

que con la jubilación empiezan a realizar las actividades que llevan tiempo queriendo

hacer pero que las obligaciones laborales no le permitían. Es característica de quienes

se jubilan voluntariamente y tienen suficientes recursos económicos.

a. Descanso y relajación: aprovecha la jubilación para descansar de las

obligaciones que ha sobrellevado durante su vida activa.

b. Continuidad: los que continúan realizando algunas de las actividades que

realizaban cuando aún trabajaban

3. Fase de desencanto: cuando descubre que las fantasías asociadas a la jubilación no se

cumplen.

4. Fase de reorientación: abandona las expectativas previas a la jubilación tanto

positivas como negativas, explora nuevas posibilidades, toma decisiones y logra

organizar una rutina nueva dentro del retiro.

5. Fase de estabilidad: el jubilado consigue una rutina estable y satisfactoria.

El paso por el cambio normativo asociado a la edad que supone la jubilación estará

relacionado con cambios normativos asociados a la historia por ejemplo la prejubilación a


los 55 años, gobiernos que aumenten la edad de jubilación, la diferencia de adaptación a la

jubilación de las mujeres actuales, etc.

Pueden aparecer los trabajos puente: trabajo parcial remunerado que realizan las personas

jubiladas a tiempo parcial. Tienen un efecto positivo en las personas mayores, ya que les

proporciona satisfacción laboral y personal y un aumento de su calidad de vida.

4.4. Los derechos humanos ante las necesidades y vulnerabilidad del adulto

mayor.

Los Adultos Mayores como grupo vulnerable, pueden ser representados en relación a la

economía, como sector pasivo, como personas que no están integradas a la actividad

productiva, cuya precarización se manifiesta, entre otras cuestiones, en la desigualdad de

acceso a una situación de bienestar social. El énfasis en la promoción y la protección de los

derechos de las personas adultas mayores tendrá que ayudar a superar las situaciones

desventajosas que éstas padecen, de modo que sea posible evitar que se perpetúen las

discriminaciones y segregaciones existentes que convierten a los mayores en un grupo social

vulnerable. Las políticas públicas deberán insistir en ese sentido, pues las representaciones

sociales negativas operan en contra de la verdadera inclusión social de los mayores e impiden,

en la generalidad de los casos, la valoración de la experiencia y la plena participación de este

grupo etario en las decisiones sociales, en la formulación de políticas públicas y en todas las

actividades relevantes de la vida pública. Esto es así porque la sociedad está impregnada de

estereotipos, mitos y prejuicios contrarios a la vejez. Para que se puedan revertir esos

prejuicios.

Las causas principales por las que el adulto mayor se considera vulnerable por la insuficiencia

de ingresos y la falta de protección social, cuyos efectos se ven reflejados en el deterioro y


disminución de sus activos debido, entre otras causas, a gastos inesperados, el aceleramiento

del deterioro natural, la baja calidad de vida y una mayor dependencia de terceros.

Las personas adultas mayores enfrentan entre otros, problemas como la falta de protección y

atención, maltrato, violación de sus derechos fundamentales, falta de oportunidades para

continuar su vida de manera productiva, el empobrecimiento progresivo: en su gran mayoría

no cuentan con una pensión o jubilación, y cuando la tienen, resulta insuficiente para

satisfacer sus necesidades básicas. Además de restricción de su derecho a la salud por

servicios médicos inadecuados e insuficientes, en ocasiones exclusión social, se encuentran

en abandono, o la falta de sensibilidad hacia ellos.

Entre Los Derechos Humanos de las personas adultas mayores esta la igualdad de

oportunidades donde las personas adultas mayores sin importar su lugar de origen, género,

edad, discapacidad, condición social o de salud, religión, preferencias, estado civil, tienen

derecho a toda oportunidad de formación y realización, así como a la alimentación, el agua,

la vivienda, vestido, atención sanitaria, oportunidad de un trabajo remunerado, educación y

capacitación, a vivir en un entorno seguro y adaptado a sus necesidades, que privilegie su

integridad física, su salud y su vida.

A la participación activa en la aplicación de las políticas que incidan directamente en su

bienestar, a compartir sus conocimientos y habilidades con las generaciones más jóvenes y a

formar movimientos o asociaciones. A los cuidados, pues tienen derecho a beneficiarse de

los cuidados de su familia, a tener acceso a servicios sanitarios y a disfrutar de los derechos

humanos y libertades fundamentales cuando residan en hogares y en instituciones donde se

les brinden cuidados y tratamiento.


Además, a la autorrealización pues tienen derecho a aprovechar las oportunidades para

desarrollar plenamente su potencial, mediante el acceso a los recursos educativos, culturales,

espirituales, recreativos y a la participación política. A vivir con seguridad, ser libres de

cualquier forma de explotación, maltrato físico o mental y recibir un trato digno. Al acceso

a la justicia ya que tienen derecho a ser oídas, con las debidas garantías y dentro de un plazo

razonable por un Juez o Tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con

anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra

ellas, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o

de cualquier otro carácter.

BIBLIOGRAFIA
 Sanfeliciano Alejandro. 2020. El Desarrollo De La Vida Laboral.

 Desarrollo Socioafectivo.2016. Verónica Soler Gómez. Madrid. Editorial Síntesis.

 Uriarte Arciniega, Juan De Dios. 2005. En La Transición A La Edad Adulta. Los

Adultos Emergentes., Pp. 145-160. Badajoz, España.

 Morán Colmenar Patricia. 2006. Vida Afectiva Y Mayores.

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