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Revista de psicología y psiquiatría infantil 55: 3 (2014), págs. 204–216 doi: 10.1111 / jcpp.12154

Practitioner Review: conceptualización, evidencia del

trastorno social (pragmático) de la comunicación
e implicaciones clínicas
Courtenay F. Norbury
Royal Holloway, Universidad de Londres, Egham, Reino Unido

Fondo: El DSM-5 ve la introducción del trastorno de la comunicación social (pragmática) (SPCD), que se caracteriza por dificultades
persistentes para utilizar la comunicación verbal y no verbal con fines sociales, en ausencia de intereses y comportamientos
restringidos y repetitivos. Actualmente existe mucha confusión sobre los criterios de diagnóstico precisos para SPCD y cómo este
trastorno se relaciona con los trastornos del espectro autista (TEA), descripciones previas de deterioro del lenguaje pragmático (PLI) y
trastornos del lenguaje más específicos (LD).Método: Se describen los criterios propuestos para SPCD. Una revisión selectiva de la
evidencia considera si estos criterios forman una entidad diagnóstica cohesiva y distinta. Se discuten los enfoques de evaluación e
intervención.Resultados: La implementación del nuevo diagnóstico se enfrenta actualmente al desafío de la falta de medidas de
evaluación confiables y bien validadas, y de las continuidades observadas entre la SPCD y otros trastornos del neurodesarrollo. Las
altas tasas de comorbilidad entre la SPCD y otros trastornos aparentemente dispares (incluidos los trastornos de conducta, el TDAH y
los trastornos de origen genético conocido) plantean dudas sobre la utilidad de esta categoría diagnóstica.Conclusiones:
Probablemente, la SPCD se conceptualice mejor como un perfil de síntomas dimensional que puede estar presente en una variedad de
trastornos del neurodesarrollo, aunque existe una necesidad urgente de investigar la estructura latente de la SPCD utilizando criterios
de diagnóstico consistentes. Además, la comunicación social y los aspectos del lenguaje pragmático pueden disociarse, siendo este
último fuertemente influenciado por los logros del lenguaje estructural. Finalmente, hay una escasez de medidas de evaluación
confiables y culturalmente válidas con las que hacer un diagnóstico diferencial, y pocos programas de intervención rigurosamente
probados. Se describen las implicaciones para la investigación y la práctica clínica.Palabras clave: Evaluación, trastornos del espectro
autista, trastorno del lenguaje, pragmática, comunicación social.

Trastorno de comunicación, al DSM-5 (http: //

Introducción
www.psychiatry.org/practice/dsm/dsm5; Asociación
La comunicación exitosa requiere que vayamos más allá de
Estadounidense de Psiquiatría, 2013a) y propuestas para el
las palabras literales pronunciadas y recurramos a nuestro
Deterioro del Lenguaje Pragmático (PLI) a la CIE-11
conocimiento y experiencias para construir significado. A
(Organización Mundial de la Salud, 2013). ). La resolución del
veces, esto requiere el uso de un contexto lingüístico
debate se ve obstaculizada por inconsistencias en la
(pragmática), en el que se espera que los niños infieran
terminología y los criterios de diagnóstico, una escasez de
significados o resuelvan ambigüedades integrando el
herramientas de evaluación confiables y culturalmente
lenguaje circundante con su conocimiento y experiencia
válidas respaldadas por datos normativos adecuados y una
previos. En otras ocasiones, la comunicación exitosa
comparación limitada de los perfiles de comunicación social
requiere el uso del lenguaje en contextos sociales
en diferentes trastornos del neurodesarrollo.
(comunicación social). Aquí, una definición amplia incluiría la
La idea de que algunos niños pueden tener problemas
comprensión de un niño de las intenciones del hablante y las
importantes de comunicación social y / o lenguaje
señales verbales y no verbales que señalan esas intenciones,
pragmático sin cumplir los criterios de diagnóstico del
así como la interpretación del niño del contexto ambiental,
autismo no es ciertamente nueva (Bishop y Norbury, 2002);
las normas y expectativas sociales y cómo estos se fusionan
Las nosologías de los trastornos del desarrollo han incluido
con los aspectos estructurales del lenguaje (p. Ej. ,
niños con un desarrollo pragmático social atípico durante
vocabulario, sintaxis y fonología) para lograr una
más de 30 años. En su mayor parte, los investigadores han
comunicación exitosa. Que algunos niños experimenten
usado los términos indistintamente, de modo que las
dificultades con la comunicación social, o que el desarrollo
habilidades de comunicación social y lenguaje pragmático
pragmático del lenguaje pueda seguir un curso
abarcan los mismos comportamientos. Por ejemplo, Rapin y
cualitativamente atípico, es indiscutible. Sin embargo, el
Allen (1983) describieron por primera vez el 'síndrome de
estado diagnóstico de los niños con desarrollo atípico de la
déficit semántico-pragmático' como una constelación de
comunicación social y pragmática ha sido objeto de debate
síntomas que incluyen verbosidad, déficit de comprensión
durante mucho tiempo (cf. Brooks & Bowler, 1992),
del habla conectada, déficit de búsqueda de palabras,
impulsado más recientemente por la introducción de un
elección de palabras atípicas, fonología y sintaxis intactas,
nuevo trastorno, social (pragmático)
habilidades de conversación inadecuadas, en voz alta a
nadie en particular, mantenimiento deficiente del tema y
Declaración de conflicto de intereses: No se declaran conflictos. respuesta al margen de una pregunta (Rapin, 1996). Rapin

© 2013 Los Autores. Revista de psicología y psiquiatría infantil© 2013 Asociación para la Salud Mental del Niño y el Adolescente. Publicado
por John Wiley & Sons Ltd, 9600 Garsington Road, Oxford OX4 2DQ, Reino Unido y 350 Main St, Malden, MA 02148, EE. UU. reproducción en
cualquier medio, siempre que se cite debidamente la obra original.
doi: 10.1111 / jcpp.12154
y Allen usó esto como un término descriptivo que se aplicaba
con mayor frecuencia a los perfiles de comunicación de los
niños con trastorno del espectro autista (TEA), pero
reconocieron que las alteraciones de la comunicación social y el
lenguaje pragmático también se observaron en muchos otros
trastornos del desarrollo. Bishop y Rosenbloom (1987)
consideraron que el "trastorno semántico-pragmático"
representaba un subgrupo distinto de niños que ocupaban un
espacio de diagnóstico entre el TEA y el trastorno específico del
lenguaje (SLI). Ambos sistemas enfatizaron un déficit en la
comunicación social y / o habilidades de lenguaje pragmático en
el contexto de una fonología y gramática relativamente
apropiada para la edad. En un esfuerzo por mejorar la precisión
del diagnóstico y la confiabilidad entre evaluadores, Bishop
(1998) creó elLista de verificación de comunicación infantil, que
se ha convertido rápidamente en la medida estandarizada de
habilidad pragmática más utilizada en contextos clínicos y de
investigación. Sin embargo, Bishop (1998) informó que los ítems
semánticos no distinguían de manera confiable a los niños con
presuntos déficits pragmáticos sociales de los niños con
desarrollo típico o compañeros con SLI. Como resultado, el
término "PLI" se convirtió en el término generalmente aceptado
para los niños con dificultades primarias en el uso del lenguaje
en el contexto (social o lingüístico) que no cumplían con los
criterios de diagnóstico estándar para el trastorno generalizado
del desarrollo. Sin embargo, investigaciones posteriores dejaron
en claro que muchos niños identificados con déficits
pragmáticos utilizando el CCC tenían deficiencias estructurales
del lenguaje (Norbury, Nash, Baird y Bishop, 2004) y que los
déficits pragmáticos se manifestaban en una variedad de
condiciones del neurodesarrollo. algunos de los cuales
involucran deficiencias en el funcionamiento cognitivo general
(cf. Laws & Bishop, 2004). En el TEA, los déficits en los aspectos
pragmáticos del lenguaje son un sello distintivo reconocido del
trastorno (Tager-Flusberg, Paul y Lord, 2005). Sin embargo, los
niños con TEA se identifican comúnmente con trastornos de la
comunicación social, en lugar de PLI, quizás en un esfuerzo por
enfatizar las pronunciadas dificultades con la comunicación cara
a cara que las personas con TEA pueden experimentar.
¿Por qué importa este debate?
El énfasis en identificar y delinear los déficits pragmáticos y
de comunicación social es seguramente bienvenido,
entonces, ¿podría haber alguna razón para objetar la
creación de una categoría de diagnóstico diseñada
principalmente para identificar a los niños que de otra
manera podrían deslizarse a través de la red? Yo diría que
hay razones para preocuparse por el diagnóstico en su
forma actual, particularmente porque el diagnóstico
generalmente conlleva una promesa de intervención
personalizada y apoyo educativo. Como destacan las
diferencias en la terminología, existe una confusión
considerable en torno al nuevo diagnóstico y las diferentes
perspectivas de los médicos clínicos que se encargarán de
realizarlo. Existe una preocupación particular sobre los
criterios de inclusión y posible exclusión, lo que puede
significar que pocas personas realmente cumplen
© 2013 Los Autores. Revista de psicología y psiquiatría infantil© 2013 Asociación para la Salud Mental del Niño y el Adolescente.
SPCD: conceptualización, evidencia e implicaciones clínicas 205
criterios de diagnóstico. Esto se complica por las claras
superposiciones con los criterios de diagnóstico para el
trastorno del lenguaje y el TEA, lo que hace que el diagnóstico
diferencial sea particularmente desafiante. También existe una
preocupación legítima de que los niños que reciben este
diagnóstico no reciban los servicios clínicos o educativos que
puedan necesitar. Se ha documentado que los fondos federales
para la investigación de los TEA superan con creces a los de los
trastornos del lenguaje (Bishop, 2010) y que los niños con TEA
reciben un apoyo educativo mucho más intensivo y constante
para el lenguaje que sus compañeros con trastornos del
lenguaje, incluso cuando este último grupo tiene más
deficiencias graves del lenguaje (Dockrell, Ricketts, Palikara,
Charman y Lindsay, 2012).
En esta revisión, describiré los criterios propuestos para la
SPCD y consideraré la evidencia de que la SPCD es un constructo
diagnóstico válido. La mayoría de las investigaciones que
revisaré identificaron previamente a niños no autistas con
déficits de comunicación social como portadores de PLI, aunque
los niños con impedimentos estructurales del lenguaje no
siempre fueron excluidos de estos estudios. Para mantener la
coherencia, utilizaré el término SPCD para referirme a los niños
incluidos en estudios anteriores. Sin embargo, argumentaré que
la comunicación social y las habilidades del lenguaje pragmático
no son necesariamente lo mismo, y que estas últimas están
estrechamente asociadas con aspectos estructurales del
lenguaje. Argumentaré que para evaluar y tratar la SPCD, es
vital comprender las continuidades entre la SPCD y tanto el TEA
como el trastorno del lenguaje. así como considerar las altas
tasas de comorbilidad entre SPCD y otros trastornos del
desarrollo. Finalmente, argumentaré que, como ocurre con la
mayoría de los trastornos del neurodesarrollo, la SPCD se
conceptualiza mejor a lo largo de un conjunto de dimensiones
de síntomas, en lugar de como una entidad categórica discreta,
aunque existe una necesidad urgente de establecer
empíricamente el perfil de síntomas que se asocia con los
déficits pragmáticos sociales. en ausencia de autismo.
Criterios del DSM-5 para el trastorno de
comunicación social (pragmático) (SPCD)
Una razón para la inclusión de SPCD dentro del DSM-5 y
PLI en ICD-11 son los cambios bien publicitados en los
criterios para el autismo y las condiciones relacionadas, y
el impacto potencial de estos cambios en la provisión
para las personas que ya no cumplen con los criterios
para el TEA ( Huerta, Bishop, Duncan, Hus y Lord, 2012;
McPartland, Reichow y Volkmar, 2012). Mientras que los
marcos de diagnóstico anteriores especificaban una
tríada de deficiencias, los nuevos sistemas se centrarán
en dos dimensiones de síntomas: déficits de
comunicación social e intereses y comportamientos
restringidos y repetitivos (ver Lord & Jones, 2012 para
una discusión). Ha habido estimaciones discrepantes de
cuántas personas con diagnósticos existentes aún
justificarían un diagnóstico de TEA según la nueva
clasificación. Por ejemplo, McPartland et al. (2012)
informaron que solo 60.
206 Courtenay F. Norbury J Child Psychol Psychiatr 2014; 55 (3): 204–16

(2012) informaron que el 91% de su muestra conservaría su
diagnóstico actual (aunque la especificidad en esta muestra
fue notablemente baja, 0,53). Ninguno de los estudios pudo
establecer cuántas personas cumplirían los criterios de
SPCD, ya que los criterios operativos para el nuevo trastorno
son actualmente bastante limitados. Sin embargo, Huerta et
al. (2012) informaron que solo el 1,5% de su grupo de
participantes cumplió con los criterios de comunicación
social para TEA, pero no cumplió con los criterios de umbral
para las RRIB.
Dichos estudios dan lugar a la preocupación de que la SPCD
sea tratada como una categoría residual de TEA "no del todo",
más bien como la categoría anterior de PDD-NOS (Skuse, 2012).
Una definición por exclusión podría ser particularmente
problemática, ya que la SPCD entrará en el grupo de los
trastornos de la comunicación, un conjunto de trastornos que
suelen ser competencia de los patólogos del habla y el lenguaje.
En este ámbito, los intereses y comportamientos restringidos y
repetitivos no se evalúan de forma rutinaria y descartar
definitivamente los TEA puede resultar un desafío.
La Tabla 1 describe los criterios de inclusión para la SPCD
(Asociación Estadounidense de Psiquiatría, 2013b): los criterios
preliminares anteriores reconocían que la SPCD podría coexistir
con trastornos distintos del TEA, como el trastorno del lenguaje
o el trastorno intelectual, pero estipulaba que los déficits de
comunicación social no podían ser explicado por deficiencias en
el vocabulario, la gramática o la capacidad cognitiva general. En
particular, los criterios preliminares actuales para PLI en ICD-11
estipulan la exclusión de ambos TEAy trastornos del lenguaje
receptivo / expresivo.
Skuse (2012) planteó una serie de preocupaciones
pertinentes sobre el diagnóstico de SPCD. Lo primero y más
importante es cómo estos criterios de diagnóstico serán
operacionalizados y definidos de tal manera que no
equivalgan a déficits sociales y pragmáticos equivalentes a
TEA en ausencia de intereses y comportamientos
restringidos y repetitivos (RRIB). En este caso, puede ser útil
considerar si la SPCD se basa en las mismas limitaciones
cognitivas en diferentes grupos de diagnóstico. En el TEA,
existe una suposición primordial de que la SPCD es una
consecuencia de los déficits centrales en los procesos
cognitivos sociales como la teoría de la mente, mientras que
en otras poblaciones en desarrollo, la SPCD puede ocurrir en
ausencia de un déficit cognitivo social. Si las diferencias en
los orígenes cognitivos de SPCD producen perfiles de
comunicación cualitativamente diferentes es una pregunta
abierta.
cualquier evidencia de que los niños con SPCD forman un
grupo coherente y etiológicamente distinto, que requiere
un curso diferente de intervención o apoyo educativo. Un
tema relacionado es el curso del desarrollo y la
estabilidad diagnóstica de SPCD; ¿En qué momento se
puede hacer un diagnóstico confiable y cómo cambia el
fenotipo con el tiempo? Finalmente, Skuse (2012)
pregunta si la presencia de RRIBs produce un perfil de
comunicación social cualitativamente distinto, o confiere
más deterioro funcional en relación con SPCD de forma
aislada. En una línea similar, sugiero que no sería
prudente asumir que las deficiencias intelectuales y del
lenguaje coexistentes necesariamente porque SPCD,
dadas las íntimas relaciones de desarrollo que existen
entre los logros sociales, lingüísticos y cognitivos (Chiat &
Roy, 2008). Necesitamos saber mucho más sobre cómo
las diferencias individuales en cada una de estas vías de
desarrollo influyen en el desarrollo y el desorden de la
comunicación social.
Sin embargo, para comenzar a responder estas preguntas,
necesitamos identificar a los niños relevantes. A continuación,
describo las mejores prácticas para la evaluación de la
comunicación social y las habilidades del lenguaje pragmático y
destaco algunas de las dificultades para medir estas
habilidades. Luego consideraré el diagnóstico diferencial de
SPCD de ASD y trastorno del lenguaje, así como la presencia de
SPCD en otros trastornos del neurodesarrollo.
Evaluación y diagnóstico de las habilidades de
comunicación social y lenguaje pragmático.
Las habilidades de comunicación social y lenguaje
pragmático son notoriamente difíciles de medir de manera
estandarizada porque son un conjunto de comportamientos
humanos contextualmente dependientes que ocurren en
intercambios diádicos; La estructura proporcionada por una
situación de prueba estandarizada dificulta la captura de los
problemas de comunicación social que pueden surgir en
situaciones cotidianas donde las reglas de participación son
menos explícitas y altamente dinámicas (Adams, 2002;
Volden, Coolican, Garon, White y Bryson, 2009 ). Las
habilidades de comunicación social también son altamente
susceptibles a la variación cultural: reglas del discurso como
tomar turnos, interrumpir, elegir el tema apropiado, usar el
contacto visual y otras estrategias no verbales para
mantener la interacción, el uso del humor y la capacidad de
cuestionar y desafiar la comunicación.

tabla 1 Trastorno social (pragmático) de la comunicación (Asociación Estadounidense de Psiquiatría, 2013b)

1. Dificultades persistentes en el uso social de la comunicación verbal y no verbal en cuatro áreas clave, todas las cuales deben estar presentes
para el diagnóstico:

una. usar la comunicación con fines sociales, como saludar o intercambiar información;
B. cambiar la comunicación para que coincida con el contexto o las necesidades del oyente;
C. seguir reglas para conversar o contar historias, como turnarse en la conversación;
D. comprender lo que no está expresamente declarado y los significados no literales o ambiguos del lenguaje.

2. Los síntomas deben estar presentes en la niñez y resultar en limitaciones a la comunicación funcional,
participación y relaciones sociales, rendimiento académico y desempeño ocupacional.
3. Descartar el trastorno del espectro autista (es decir, no alcanza el umbral para comportamientos repetitivos o intereses restringidos)

© 2013 Los Autores. Revista de psicología y psiquiatría infantil© 2013 Asociación para la Salud Mental del Niño y el Adolescente.
doi: 10.1111 / jcpp.12154
las parejas, están determinadas en gran medida por las
reglas culturales y la relación del niño con su interlocutor
(Carter et al., 2005). A diferencia de los aspectos
estructurales del lenguaje (p. Ej., Vocabulario o gramática),
también hay muchos menos datos normativos para tales
comportamientos (Norbury y Sparks, 2013).
Adams (2002) proporcionó un resumen del desarrollo de
la comunicación social y los logros pragmáticos y un examen
detallado de los métodos populares para evaluar estas
habilidades. A continuación y en la Tabla 2 se proporciona
una breve descripción general, que se centra en los métodos
para evaluar la habilidad de conversación, la habilidad
narrativa y la comprensión / uso de la ambigüedad (es decir,
inferencias, significados múltiples y lenguaje figurado). Las
medidas se organizan según el método de evaluación,
incluida la lista de verificación o escala de calificación, la
observación estructurada y las evaluaciones formales con
contenido pragmático.
Informe de padres y maestros sobre la comunicación de los niños.
Dadas las dificultades inherentes de extrapolar el
desempeño pragmático en entornos clínicos a las
competencias comunicativas cotidianas (Volden et al., 2009),
las listas de verificación estandarizadas de comportamientos
pragmáticos y de comunicación social se han convertido en
un método popular de evaluación. ElLista de verificación de
la comunicación de los niños (CCC, Obispo, 1998; CCC-2,
Bishop, 2003a, 2003b) es quizás la lista de verificación más
utilizada en la práctica clínica y la investigación. El CCC-2 es
una lista de verificación de 70 ítems que consta de 10
escalas; ocho escalas tocan el lenguaje estructural y
pragmático y dos escalas miden las deficiencias sociales y
los intereses restringidos más típicos de los TEA. Los datos
normativos están disponibles sobre más de 500 niños del
Reino Unido y más de 900 niños de EE. UU. De 4 a 17 años y
se han traducido a más de 30 idiomas diferentes. Se pide a
los encuestados que califiquen la frecuencia de los
comportamientos de comunicación en una escala de cuatro
puntos. En el CCC original, se obtuvo una combinación
pragmática sumando las puntuaciones de las escalas que
aprovechaban la competencia del lenguaje pragmático.
Estos incluyeron iniciación inapropiada, coherencia, lenguaje
estereotipado, uso del contexto y comunicación
conversacional. Sin embargo, en la muestra de validación,
esta puntuación compuesta tuvo niveles bajos de
confiabilidad entre evaluadores y no logró diferenciar a los
niños identificados con PLI de los niños con diagnósticos de
deterioro del lenguaje más específico (Norbury et al., 2004).
Una razón es que los niños con TEL obtuvieron puntuaciones
bajas en el compuesto pragmático, lo que destaca una
asociación entre el lenguaje estructural y la habilidad del
lenguaje pragmático que se ha replicado consistentemente
(cf. Ketelaars, Cuperus, van Daal, Jansonius y Verhoeven,
2009; Volden et al. ., 2009).
Para abordar este problema, Bishop (2003a, 2003b) diseñó el
Social Interaction Deviance Composite (SIDC), que identifica las
habilidades pragmáticas que están desproporcionadamente
deterioradas en relación con las competencias del lenguaje
estructural. Por tanto, una puntuación positiva indica
© 2013 Los Autores. Revista de psicología y psiquiatría infantil© 2013 Asociación para la Salud Mental del Niño y el Adolescente.
SPCD: conceptualización, evidencia e implicaciones clínicas 207
Cate dificultades pragmáticas relativamente leves junto
con déficits más graves en el lenguaje estructural. Los
puntajes alrededor de cero son indicativos de un niño
con deficiencias pragmáticas y de lenguaje estructural
igualmente graves (es decir, una proporción significativa
de niños con TEA) y los puntajes negativos serían más
consistentes con un perfil en el que los puntajes en las
pruebas de lenguaje estructural estuvieran dentro de los
límites normales, pero el niño experimentó pronunciados
déficits de comunicación social. Una advertencia
importante es que entre una gran cohorte de niños con
trastornos de la comunicación, los puntajes en el SIDC se
distribuyeron continuamente, sin límites categóricos
claros entre el deterioro específico del lenguaje, el SPCD
o el TEA (Norbury et al., 2004). Por lo tanto, el CCC-2 debe
usarse para señalar aspectos de la comunicación para
una evaluación adicional,
Además de las medidas del informe de los padres o maestros,
los médicos pueden desear calificar los aspectos del
comportamiento comunicativo de un niño de manera más
directa. Tres criterios principales para el SPCD se centran en las
habilidades de conversación del individuo, específicamente la
iniciación y respuesta a las ofertas conversacionales, adaptando
la conversación a las necesidades del oyente y las expectativas
ambientales y siguiendo las reglas de la conversación, como
tomar turnos. Se han desarrollado enfoques cuantitativos para
analizar la conversación en detalle con niveles aceptables de
confiabilidad entre evaluadores (Bishop y Adams, 1989). El
análisis conversacional también puede proporcionar una
herramienta ecológicamente válida con la que demostrar
mejoras en la competencia pragmática y de comunicación social
después de la intervención (Adams, Lloyd, Aldred y Baxendale,
2006). A pesar de estas ventajas, sigue siendo un método de
evaluación que requiere mucho tiempo, lo que puede limitar su
utilidad clínica y de investigación. Medidas como laObservación
específica de la pragmática en la conversación de los niños La
escala de observación (Adams, Gaile, Freed y Lockton, 2010) se
muestra prometedora como método para calificar la calidad de
los intercambios conversacionales y es sensible al cambio en el
desarrollo (Adams et al., 2012). Sin embargo, hay poca
investigación en la actualidad con respecto a su sensibilidad y
especificidad diagnóstica.
Observación estructurada
Una ventaja de las observaciones estructuradas es que el
examinador puede crear contextos naturalistas
específicamente diseñados para provocar conductas de
comunicación social, juzgando así si ocurren o no y si existen
diferencias cualitativas en las conductas comunicativas del
niño. Los comportamientos "conversacionales" también
pueden evaluarse antes de la llegada del lenguaje hablado.
Tres compases, elEscalas de comunicación social temprana (
Mundy et al., 2003), el Escalas de comunicación y
comportamiento simbólico (Wetherby y Prizant, 1993) y el
Programa de observación de diagnóstico de autismo (ADOS)
- Módulo para niños pequeños (Luyster et al., 2009) evalúan
cómo los bebés y los niños pequeños inician y responden a
las interacciones con los adultos. Esto puede incluir

Tabla 2 Métodos para evaluar la comunicación social y las habilidades del lenguaje pragmático.
Nombre de la prueba
Listas de verificación y escalas de
calificación Lista de verificación de
comunicación infantil-2
Observación dirigida de
Pragmática en las conversaciones
de los niños (TOPICC)
Análisis del lenguaje
Niños discapacitados
Conversación (ALICC)
Observaciones estructuradas
Comunicación y
Escalas de comportamiento simbólico
social temprano
Escalas de comunicación
Diagnóstico de autismo
Horario de observación
(ADOS) Módulos 1–4
Protocolo pragmático de Yale
Evaluaciones formales con contenido pragmático
Evaluación de Adams y col. (2001)
Comprensión y
Expresión (ACE 6-11)
Prueba de lenguaje
Competencia
Prueba de pragmático
Idioma
Historia del autobús
Expresión, recepción y
recuerdo de la narrativa
Instrumento (ERRNI)
© 2013 Los Autores. Revista de psicología y psiquiatría infantil© 2013 Asociación para la Salud Mental del Niño y el Adolescente.
Narrativa fuerte
Procedimiento de evaluación
208
Autores Envejecer Aspectos de la comunicación social cubiertos Pros contras
Obispo (2003a, 2003b) 4-16 años Sintaxis, Habla, Iniciación inadecuada, Coherencia, No proporciona diagnóstico, pero puede informar más
Conversación estereotipada, Uso del contexto, Rapport, decisiones de evaluación
Interacción social, RRIB
Adams y col. (2011) 6-11 años Reciprocidad, turnos, teniendo en cuenta al oyente Índice rápido de habilidad conversacional, pero actualmente
Courtenay F. Norbury
conocimiento, verbosidad, manejo de temas, estilo de carece de confiabilidad adecuada entre evaluadores y prueba-reprueba
discurso, problemas de respuesta Participación en el
Obispo y 4 adultos discurso; dominio conversacional; Perfil detallado de conversación que puede distinguir
Adams (1989) asertividad; verbosidad; sensibilidad; mallado (por SPCD por trastorno del lenguaje; pérdida de tiempo
ejemplo, respuestas apropiadas)
Wetherby y 6-24 meses Comunicativo, social, afectivo y simbólico Más apropiado para niños pequeños; visión general de
Prizant (1993) habilidades (incluido el juego) comunicación no verbal
Mundy y col. (2003) 8-30 meses Iniciar y responder a la atención conjunta; Más apropiado para niños pequeños; visión general de
solicitudes de comportamiento; comportamientos de comunicación no verbal
interacción social
Lord y col. (2001) 18 meses - Juego, respuesta al nombre, respuesta a la articulación Los módulos posteriores incluyen calificaciones de conversación (4 partes
edad adulta Atención, comunicación no verbal (gesto y expresión intercambio) y aspectos de la comunicación social; no
facial), Imitación funcional y simbólica, narrativa analiza específicamente el lenguaje pragmático
personal, conversación, emociones, relaciones sociales
Schoen y Paul (2009) 9-17 años Sondeos pragmáticos dentro de cinco dominios conversacionales Sondas de estructura de la comunicación social en
(manejo del discurso, función comunicativa, reparación entorno seminaturalista; Poca evidencia de que
conversacional, presuposición, variación de registro) distinga a SPCD de otros trastornos del lenguaje.
6-11 años Comprensión de oraciones, Inferencial Combina lenguaje estructural y pragmático
comprensión, denominación, formulación sintáctica Tareas de lenguaje. La narrativa es especialmente apropiada
y decisiones semánticas, lenguaje no literal, recuento para niños en edad escolar.
narrativo
Wiig y Secord (1989) 5-18 años Oraciones ambiguas, comprensión auditiva, Prueba formal que puede no reflejar habilidades en
Hacer inferencias, recrear actos de habla contextos cotidianos
Lenguaje figurativo
Phelps-Terasaki y 8-18 años Entorno físico, audiencia, tema, propósito (discurso Cubre una amplia gama de comunicación social.
Phelps-Gunn (2007) actos), señales visuales-gestuales y abstracción comportamientos
Renfrew (1995) 3-8 años Recuerdo narrativo Buen pronóstico del lenguaje persistente
déficits
Obispo (2003a, 2003b) 6 adultos Comprensión narrativa y recuerdo Las historias incluyen un elemento de 'teoría de la mente'
Fuerte (1998) 7-12 años Generación y comprensión narrativa Inusual en el sentido de que no implica un recuento y, por lo tanto,
puede ser más sensible a los déficits pragmáticos sociales
J Child Psychol Psychiatr 2014; 55 (3): 204–16
doi: 10.1111 / jcpp.12154 SPCD: conceptualización, evidencia e implicaciones clínicas
observación de si el niño usa la mirada, los gestos o las
vocalizaciones para captar la atención del adulto, la
atención directa o responder a una solicitud directa.
Estas medidas suelen incluir "prensas", que intentan
provocar actos comunicativos específicos. Por ejemplo,
se le puede mostrar al niño un juguete de cuerda muy
tentador. Después de demostrar lo que puede hacer el
juguete, el examinador se detendrá y esperará para ver
si el niño obtiene ayuda de un adulto para hacer que el
juguete se mueva de nuevo y cómo lo hace. Para los
niños mayores y adolescentes, medidas como laADOS y
ADOS-2 (Lord, Rutter, DiLavore y Risi, 2001) y el Protocolo
de pragmática in vivo de Yale (Schoen & Paul, 2009)
incluyen 'prensas' más sofisticadas que incluyen la
observación de cómo el niño saluda a un adulto
desconocido, si el niño ofrece espontáneamente
información sobre sus propias experiencias y cómo
integra el niño verbales y no verbales (p. Ej., Mirada,
gestos ) comportamientos de comunicación.
En el ADOS también se incluye una medida bastante contundente
de la habilidad conversacional (Lord et al., 2001). Aquí, el
examinador intenta involucrar al individuo en un intercambio
conversacional, proporcionando "ganchos" a los que se espera que
el niño comente o pregunte más al examinador. La conversación se
califica en una escala de 4 puntos, con una calificación de 3 que
indica ausencia total de conversación y una calificación de 0 que
representa una conversación que tiene al menos cuatro turnos
coherentes (por ejemplo, comentarios del examinador, preguntas
del niño, respuestas del examinador y comentarios del niño). Los
códigos separados hacen referencia a la calidad de las iniciaciones o
respuestas, el uso de expresiones faciales y gestos, y la integración
de información verbal y no verbal con fines comunicativos.
Una fortaleza de las observaciones estructuradas como el
ADOS es que brindan un contexto consistente en el cual
observar comportamientos de comunicación
cualitativamente diferentes o inusuales. Una limitación de
estas evaluaciones es que hay pocos datos normativos
disponibles sobre los cuales hacer juicios de adecuación
conversacional. Los módulos 3 y 4 de ADOS cubren un
amplio rango de edad desde los 4 años hasta la edad adulta.
Si bien los niños de cuatro años en desarrollo típicamente
son capaces de intercambios conversacionales sofisticados,
podríamos esperar diferencias cualitativas entre las
habilidades conversacionales de niños y adultos. Además, el
grado en que los niños se sienten capaces de comentar o
cuestionar a adultos desconocidos depende de la cultura (cf.
Norbury & Sparks, 2013).
Evaluaciones formales con contenido pragmático
El análisis narrativo constituye una herramienta importante para
revelar los déficits pragmáticos, ya que aprovecha la integración
de habilidades pragmáticas lingüísticas, cognitivas y sociales.
Las medidas narrativas permiten evaluar la capacidad del niño
para transmitir una secuencia coherente de eventos,
proporcionar la cantidad adecuada de información clave al
oyente y utilizar dispositivos cohesivos de manera coherente.
Además, se pueden revelar comentarios inusuales o extraños
que se cree que son indicativos de TEA, aunque
© 2013 Los Autores. Revista de psicología y psiquiatría infantil© 2013 Asociación para la Salud Mental del Niño y el Adolescente.
209
La confiabilidad entre evaluadores de los comentarios
'extraños' puede ser decepcionantemente baja (Norbury y
Bishop, 2003) y están presentes solo en una minoría de las
narrativas de TEA (Norbury, Gemmell y Paul, 2013). Existen
varias evaluaciones estandarizadas de narrativa, incluida la
Historia del autobús (Renfrew, 1995), el Expresión, recepción
y recuerdo de instrumento narrativo (Bishop, 2003a, 2003b)
y el Procedimiento de evaluación narrativa fuerte (Fuerte,
1998). Las medidas de evaluación menos formales incluyen
contar una historia de un libro de imágenes (Norbury y
Bishop, 2003) o generar una narrativa en respuesta a la raíz
de una historia (Demir, Levine y Goldin-Meadow, 2010).
La narrativa es una parte importante de la evaluación
clínica, sobre todo porque es una habilidad fundamental
para el rendimiento académico (Boudreau, 2008). Sin
embargo, las habilidades narrativas son vulnerables en una
variedad de trastornos del desarrollo y las comparaciones
directas de diferentes poblaciones clínicas han arrojado
pocas diferencias cuantitativas o cualitativas en el
desempeño narrativo (Norbury y Bishop, 2003; Norbury et
al., 2013; Finestack, Palmer y Abbeduto, 2012). Además, las
medidas de la capacidad del lenguaje estructural suelen ser
los predictores más fuertes de la competencia narrativa
dentro de las poblaciones clínicas (Kay-Raining Bird, Cleave,
White, Pike y Helmkay, 2008).
La evaluación más directa de la capacidad del lenguaje
pragmático también puede incluir medidas de inferencia,
comprensión del humor o expresiones figurativas como
metáforas, expresiones idiomáticas o ironías, y
comunicación referencial, incluida la capacidad del niño
para solicitar aclaraciones o identificar mensajes
ambiguos o poco informativos. Medidas estandarizadas,
como laPrueba de competencia lingüística (Wiig &
Secord, 1989) o el Prueba de lenguaje pragmático-2da
edición (Phelps-Terasaki y Phelps-Gunn, 2007) han
distinguido grupos de niños con déficits pragmáticos
conocidos de los grupos de comparación (Young, Diehl,
Morris, Hyman y Bennetto, 2005). Sin embargo, Adams
(2002) sostiene que es poco probable que tales medidas
formales de prueba revelen una imagen precisa o
completa de la competencia pragmática del niño en
intercambios comunicativos más dinámicos y
dependientes del contexto.
Comunicación social y lenguaje
pragmático: ¿iguales o diferentes?
Los criterios del trastorno de la comunicación social
(pragmática) estipulan que las deficiencias deben ser
evidentes en los cuatro aspectos de la comunicación
especificados: usar la comunicación para el intercambio
social, adaptar el estilo de comunicación al contexto, seguir
las reglas de conversación o convención narrativa y
comprender el lenguaje implícito o ambiguo. Parecería que
este requisito presupone que la comunicación social y las
habilidades del lenguaje pragmático son manifestaciones
del mismo proceso cognitivo subyacente. De hecho, estas
habilidades están estrechamente asociadas; Un estudio
poblacional reciente demostró que las habilidades del
lenguaje pragmático eran altamente predictivas de
210 Courtenay F. Norbury
competencia, incluso después de haber tenido en cuenta las
habilidades del lenguaje expresivo (Ketelaars, Cuperus,
Jansonius y Verhoeven, 2010). Sin embargo, existe una
creciente evidencia de que incluso dentro del espectro del
autismo, los déficits de comunicación social y las deficiencias
del lenguaje pragmático pueden disociarse y pueden surgir
de diferentes limitaciones subyacentes.
Tradicionalmente, las deficiencias pragmáticas sociales
en los TEA se han atribuido a la ausencia o atenuación
del instinto social (Wing, Gould y Gillberg, 2011) y a una
deficiencia fundamental en la 'teoría de la mente' (Baron-
Cohen, Leslie y Frith, 1985). ). La falta de motivación
social puede explicar fácilmente las deficiencias en la
conversación, como la falta de iniciación o respuestas
contingentes mínimas. La experiencia reducida con la
interacción social puede alterar el curso del desarrollo
pragmático, ya que limita la exposición a los gestos
comunicativos no verbales (expresión facial, gesto) y la
naturaleza flexible del uso del lenguaje. Se hipotetiza que
los déficits cognitivos sociales conducen a una capacidad
reducida para representar el estado mental del oyente;
Esto podría contribuir a las limitaciones reconocidas para
proporcionar la cantidad adecuada de información para
minimizar las ambigüedades en la conversación (Capps,
Kehres y Sigman, 1998; Tager-Flusberg y Anderson, 1991)
o transmitir suficiente información de interés para el
oyente en las tareas de conversación y narrativa. (Capps,
Losh y Thurber, 2000). Las dificultades para comprender
las intenciones del hablante también se han atribuido a
deficiencias informadas en la comprensión del lenguaje
figurado, como la metáfora y la ironía (Happe -, 1993;
Martin y McDonald, 2004) y déficits en la comunicación
referencial (Nadig, Vivanti y Ozonoff, 2009).
Sin embargo, es importante darse cuenta de que generalmente
hay una variación considerable dentro de los grupos de TEA en estas
tareas y que las habilidades de comunicación social se han
relacionado no solo con la mentalización, sino que a menudo se
asocian con las habilidades del lenguaje estructural (ver
Gernsbacher & Pripas-Kapit, 2012 para una discusión en relación con
el lenguaje figurativo). Por ejemplo, Norbury (2005) investigó la
comprensión de metáforas en niños con TEA y comparó a aquellos
con deficiencias adicionales del lenguaje (ALI) con aquellos que
puntuaron dentro de los límites normales en las evaluaciones de la
competencia estructural del lenguaje (ALN). En particular, estos
grupos no difirieron con respecto al déficit de comunicación social,
medido por elCuestionario de comunicación social (Rutter, Bailey &
Lord, 2003), ni suelen diferir en ADOS o Escalas de comportamiento
adaptativo de Vineland índices sociales (cf. Norbury et al., 2009). Los
niños con ALN no se diferenciaron de sus compañeros con
desarrollo típico en la tarea de metáfora, mientras que aquellos con
ALI tuvieron puntuaciones significativamente más bajas. Además, los
puntajes en las medidas del lenguaje estructural predijeron una
variación única en la comprensión de la metáfora, mientras que los
puntajes en las tareas de Teoría de la Mente no lo hicieron.
Además, los estudios que emplean medidas experimentales
de la capacidad de inferencia y la resolución de ambigüedades
han encontrado pocas diferencias entre los individuos con TEA y
sus pares en desarrollo típico, proporcionando
© 2013 Los Autores. Revista de psicología y psiquiatría infantil© 2013 Asociación para la Salud Mental del Niño y el Adolescente.
J Child Psychol Psychiatr 2014; 55 (3): 204–16
los individuos con TEA tenían habilidades de lenguaje
estructural apropiadas para su edad (Brock, Norbury, Einav y
Nation, 2008; Norbury, 2005; Pijnacker, Hagoort, Buitelaar,
Teunisse y Geurts, 2009). Las habilidades del lenguaje
estructural predicen de manera confiable el desempeño en
estas tareas, incluso dentro de las poblaciones con TEA
(Volden et al., 2009). Por lo tanto, parecería que los déficits
de comunicación social pueden ser evidentes en niños que
son indistinguibles de sus pares TD en las medidas del
funcionamiento del lenguaje pragmático.
Sin duda, la comunicación social se basa en una serie de
habilidades, de las cuales la cognición social (medida por las
tareas de la teoría de la mente) es solo una. Y es posible que se
encuentre una relación más fuerte entre la comunicación social
y las habilidades del lenguaje pragmático si se emplearan
diferentes tareas para medir la habilidad del lenguaje
pragmático. No obstante, los estudios citados anteriormente
sugieren que exigir la presencia de déficits tanto sociales como
pragmáticos puede excluir el diagnóstico en personas jóvenes
con habilidades de lenguaje estructural promedio o por encima
del promedio. Por el contrario, aquellos que tienen más
probabilidades de demostrar deficiencias en ambos, es muy
probable que tengan deficiencias adicionales en el conocimiento
de las palabras y la gramática, lo que también puede impedir el
diagnóstico.
Diagnóstico diferencial de SPCD
¿El SPCD es una forma más leve de TEA?
Fundamentalmente, DSM-5 y ICD-11 requerirán que los
niños con SPCD no presenten RRIB clínicamente
significativos. Ha habido cierto desacuerdo en la
literatura con respecto a la medida en que los niños
identificados con SPCD primario muestran evidencia de
RRIB. Reisinger, Cornish y Fombonne (2011) compararon
explícitamente a niños con TEA y niños con SPCD en el
ADOS y el SCQ. Descubrieron que los grupos podían
distinguirse por la gravedad de los déficits sociales y de
comunicación, pero no diferían significativamente en las
medidas de RRIB. Por el contrario, Bishop y Norbury
(2002) utilizaron métodos similares e informaron que los
niños con SPCD como grupo tenían menos
probabilidades de presentar RRIB. Sin embargo, la
mayoría de los niños con SPCD fueron calificados con
anomalías del habla asociadas con el autismo y usaron
un lenguaje estereotipado. Además, Se informó que una
minoría significativa tenía intereses sensoriales
inusuales. Los cambios en los criterios del DSM-5 para
TEA incluyen la reclasificación del lenguaje estereotipado
como un RRIB, en lugar de un síntoma de comunicación,
e incluyen intereses sensoriales. Por lo tanto, muchos de
los niños estudiados por Bishop y Norbury (2002) pueden
cumplir con los nuevos criterios del DSM-5 para TEA.
Estos estudios utilizaron el ADOS y el SCQ para cuantificar
la RRIB; la confiabilidad de estos algoritmos es baja (Lord et
al., 2000) y las escalas tal vez no sean lo suficientemente
detalladas como para identificar diferencias entre los grupos
de diagnóstico. Un estudio reciente de Gibson, Adams,
Lockton y Green (2013) utilizó laRepetitivo
doi: 10.1111 / jcpp.12154
Cuestionario de comportamiento-2 (Leekam et al., 2007)
e informaron que los niños con SPCD podían distinguirse
de sus compañeros con TEA en esta medida. Sin
embargo, los niños incluidos en este estudio eran
jóvenes, con edades comprendidas entre los 6 y los 11
años. Una complicación del diagnóstico diferencial es
que los perfiles de síntomas pueden cambiar
significativamente con la edad (Bishop y Norbury, 2002;
Howlin, Mawhood y Rutter, 2000), con un aumento de los
intereses de los especialistas y el comportamiento rígido
que se hacen más evidentes a lo largo del tiempo de
desarrollo. Por tanto, una diferencia de grupo en los
primeros años escolares puede ser menos evidente en la
adolescencia. Una complicación adicional es que pocos
estudios han medido las RRIB en niños con SPCD en
relación con compañeros de desarrollo típico. Es
probable que incluso si los niños con SPCD no exhiben
suficientes RRIB para alcanzar el umbral de TEA, tengan
niveles elevados de RRIB en relación con sus
compañeros. En breve,
¿El SPCD es una forma de trastorno del lenguaje?
Los criterios del DSM-5 para el trastorno del lenguaje
estipulan que los niños tendrán deficiencias en cualquiera
de las tres áreas: conocimiento de las palabras, gramática y
discurso. El discurso incluye el intercambio narrativo y
conversacional, por lo que se superpone con el SPCD. Los
niños con formas más "específicas" de trastorno del
lenguaje tienen dificultades de interacción social y
comunicación social variables en relación con sus
compañeros TD. Estos pueden incluir dificultades para
establecer relaciones sociales (Whitehouse, Watt, Line y
Bishop, 2009); amistades de peor calidad (Durkin y Conti-
Ramsden, 2007); dificultades con la negociación y el conflicto
entre pares (Brinton, Fujiki y McKee, 1998; Horowitz,
Jansson, Ljungberg y Hedenbro, 2006) y una cognición social
más pobre (Marton, Abramoff y Rosenzweig, 2005). En
general, Se argumenta que estos déficits sociales son
secundarios al deterioro del lenguaje y las fuertes
asociaciones entre el desempeño en las pruebas de lenguaje
y las medidas del déficit social apoyan este punto de vista
(Gibson et al., 2013). Sin embargo, las medidas no siempre
se correlacionan, y existe cierta sugerencia de que los
déficits sociales pueden ser concomitantes con el deterioro
del lenguaje (Marton et al., 2005). También es típico que en
las medidas de competencia social, existe un patrón de
gravedad creciente en el que los niños diagnosticados con
TEA muestran las deficiencias sociales más graves, los niños
con trastorno del lenguaje los déficits más leves y los niños
con SPCD que se encuentran entre los dos (cf. . Gibson et al.,
2013). A menudo, el rendimiento se distribuye de forma
continua con pocas indicaciones claras de dónde se
encuentran los límites del diagnóstico.
Las dificultades con los aspectos pragmáticos del lenguaje
son más vulnerables en los niños con trastornos del
lenguaje. Por ejemplo, en comparación con sus compañeros
de la misma edad, los niños con deficiencias del lenguaje
'específicas' tienen deficiencias en la narrativa (Norbury et
al., 2013), en la inferencia (Katsos, Roqueta, Estevan, &
© 2013 Los Autores. Revista de psicología y psiquiatría infantil© 2013 Asociación para la Salud Mental del Niño y el Adolescente.
SPCD: conceptualización, evidencia e implicaciones clínicas 211
Cummins, 2011), comprensión del lenguaje figurado
(Norbury, 2005) y el uso del contexto del lenguaje para
resolver ambigüedades (Brock et al., 2008). Además,
distinguir a los niños con trastornos del lenguaje de
aquellos con SPCD en este tipo de tareas pragmáticas ha
tenido poco éxito, generalmente debido al bajo
rendimiento de los niños con deficiencias en el lenguaje.
A nivel de grupo, se han reportado diferencias en la
severidad del trastorno del lenguaje expresivo (con SPCD
experimentando deficiencias menos severas) y en la
severidad de las dificultades sociales con los compañeros
(Gibson et al., 2013). Sin embargo, este no es siempre el
caso y la distinción entre los dos sigue siendo de grado
(Norbury et al., 2004).
La evidencia más clara de una distinción entre trastorno del
lenguaje y SPCD proviene de análisis detallados de adecuación
conversacional (Adams y Bishop, 1989; Bishop y Adams, 1989;
Bishop, Chan, Adams, Hartley y Weir, 2000). En estos estudios,
los niños con SPCD tenían más probabilidades que sus
compañeros con problemas de lenguaje de violar las
expectativas de tomar turnos, no proporcionar respuesta o
respuestas pragmáticamente inapropiadas a las insinuaciones
conversacionales y utilizaron poco los dispositivos
comunicativos no verbales. Tales estudios enfatizan la
importancia de medir la comunicación social en los intercambios
conversacionales naturalistas (Adams & Lloyd, 2005). Sin
embargo, la fuerza de la diferencia de grupo reside en los
perfiles de diagnóstico de los niños con SPCD. Claramente, Los
criterios del DSM-5 no se emplearon en estos estudios y es
posible que los niños con discapacidades más graves hayan
cumplido los criterios del DSM-5 para TEA (Bishop, Whitehouse,
Watt y Line, 2008). Dado que los nuevos criterios de diagnóstico
se centran mucho en los intercambios conversacionales
diádicos, desarrollar una medida de análisis adecuada y
perfeccionar los aspectos de la conversación que producen
diferencias cualitativas estables es una prioridad importante
para la investigación futura.
La SPCD es una característica de otros trastornos del desarrollo
neurológico.
Varios estudios han destacado los déficits sociales y
pragmáticos en diversas poblaciones clínicas, incluido el
TDAH (Bishop y Baird, 2001; Cohen et al., 1998; Geurts et
al., 2004; Leonard, Milich y Lorch, 2011); Síndrome de
William (John, Rowe y Mervis, 2009; Laws & Bishop, 2004;
Philofsky, Fidler y Hepburn, 2007), trastorno de conducta
(Donno, Parker, Gilmour y Skuse, 2010; Gilmour et al.,
2004; Oliver, Barker, Mandy, Skuse y Maughan, 2011),
traumatismo craneoencefálico cerrado (Dennis y Barnes,
2001) y espina bífida / hidrocefalia (Holck, Nettelbladt y
Sandberg, 2009). Cuando se hayan realizado
comparaciones entre los TEA y otras poblaciones clínicas,
212 Courtenay F. Norbury J Child Psychol Psychiatr 2014; 55 (3): 204–16

Existe una intensa investigación y un interés clínico en el uso del CCC / CCC-2 para identificar perfiles comunicativos sociales sobre criterios diagnósticos e instrumentos válidos para medir
cualitativamente diferentes que se alinean con diagnósticos clínicos específicos, con éxito variable. Por ejemplo, Bishop y Baird el cambio (Gerber, Brice, Capone, Fujiki y Timler, 2012). Adams y
(2001) informaron que el CCC identificó déficits pragmáticos en niños con trastornos generalizados del desarrollo, deficiencias col. (2012) informaron sobre el primer ensayo controlado
primarias del lenguaje pragmático y niños con TDAH, pero que no hubo diferencias significativas entre los grupos clínicos en el aleatorio de una intervención de comunicación social dirigida
perfil pragmático. Por otro lado, Geurts et al. (2004) informaron que los niños con TDAH tenían déficits más severos en los ítems específicamente a niños con SPCD. El Proyecto de Intervención
de inicio de tapping en comparación con sus compañeros con TEA, mientras que aquellos con TEA tenían puntuaciones más en Comunicación Social (http: //www.psych-sci.manchester.
deterioradas en escalas de tapping en lenguaje estructural y RRIB. Philofsky y col. (2007) informaron que los niños con síndrome Ac.uk/scip/) es un enfoque de intervención individualizado que
de William tenían puntuaciones significativamente mejores en las escalas CCC de coherencia de tapping, lenguaje estereotipado, se enfoca en el desarrollo en tres áreas: comprensión social e
comunicación no verbal y relaciones sociales en relación con sus compañeros con TEA. Sin embargo, es importante tener en interacción social; habilidades pragmáticas verbales y no
cuenta que la mayoría de las diferencias entre los grupos clínicos son una cuestión de grado y se informan a nivel de grupo. verbales, incluida la conversación; y procesamiento del lenguaje,
Queda mucho trabajo por realizar sobre la sensibilidad y especificidad de perfiles pragmáticos particulares para el diagnóstico incluida la narrativa, la inferencia y el desarrollo del
diferencial. Además, los grupos clínicos a menudo difieren con respecto al lenguaje estructural, la comprensión social, la conocimiento de las palabras. En el ensayo, 88 niños con SPCD
capacidad cognitiva y la presencia de otras preocupaciones del desarrollo como déficits de atención, disfunción ejecutiva y fueron asignados al azar a la intervención o al tratamiento como
dificultades de comportamiento, todos los cuales están fuertemente asociados con déficits sociales y pragmáticos (Ketelaars et de costumbre. Después de 20 sesiones de intervención intensiva
al. al., 2009; Mackie y Law, 2010). Por lo tanto, es probable que las diferencias individuales en la comunicación social y el lenguaje por parte de un terapeuta del habla y lenguaje altamente
pragmático reflejen una confluencia de factores de riesgo en cada una de estas áreas de desarrollo. Cómo estos factores especializado, Se informaron efectos significativos del
interactúan a lo largo del tiempo para afectar la interacción social y el procesamiento contextual es una cuestión empírica. Por tratamiento para las calificaciones de la competencia
tanto, es poco probable que exista un perfil pragmático social específico del síndrome. En cambio, habrá variaciones individuales conversacional (calificaciones ciegas), las calificaciones de los
asociadas con la constelación particular de factores de riesgo que experimenta el niño. Se puede plantear la hipótesis de que el padres de la habilidad pragmática y la comunicación social (no
TEA representa el extremo de la distribución en el que están presentes múltiples factores de riesgo, creando las condiciones ciego) y las calificaciones de los maestros sobre el aprendizaje
menos favorables para el desarrollo del lenguaje pragmático y la comunicación social. Por lo tanto, es probable que las en el aula (no ciego). No se observaron efectos de tratamiento
diferencias individuales en la comunicación social y el lenguaje pragmático reflejen una confluencia de factores de riesgo en significativos para la medida de resultado primaria (elEvaluación
cada una de estas áreas de desarrollo. Cómo estos factores interactúan a lo largo del tiempo para afectar la interacción social y clínica de los fundamentos del lenguaje -4 Reino Unido, Semel,
el procesamiento contextual es una cuestión empírica. Por tanto, es poco probable que exista un perfil pragmático social Wiig y Secord, 2003) o una prueba de expresión narrativa.
específico del síndrome. En cambio, habrá variaciones individuales asociadas con la constelación particular de factores de riesgo

que experimenta el niño. Se puede plantear la hipótesis de que el TEA representa el extremo de la distribución en el que están El estudio es muy prometedor al demostrar que las
presentes múltiples factores de riesgo, creando las condiciones menos favorables para el desarrollo del lenguaje pragmático y la diferencias observables en el comportamiento de la
comunicación social. Por lo tanto, es probable que las diferencias individuales en la comunicación social y el lenguaje pragmático comunicación social se pueden lograr después de un período de
reflejen una confluencia de factores de riesgo en cada una de estas áreas de desarrollo. Cómo estos factores interactúan a lo intervención intensiva. Sin embargo, es evidente que hay
largo del tiempo para afectar la interacción social y el procesamiento contextual es una cuestión empírica. Por tanto, es poco muchos desafíos que superar. Los participantes del estudio eran
probable que exista un perfil pragmático social específico del síndrome. En cambio, habrá variaciones individuales asociadas con extremadamente heterogéneos, variando del percentil 3 al 95
la constelación particular de factores de riesgo que experimenta el niño. Se puede plantear la hipótesis de que el TEA representa en todas las medidas de lenguaje estructural, razonamiento no
el extremo de la distribución en el que están presentes múltiples factores de riesgo, creando las condiciones menos favorables verbal y sintomatología de TEA. Estas diferencias extremas
para el desarrollo del lenguaje pragmático y la comunicación social. Cómo estos factores interactúan a lo largo del tiempo para dentro del grupo hacen que sea difícil discernir los efectos del
afectar la interacción social y el procesamiento contextual es una cuestión empírica. Por tanto, es poco probable que exista un tratamiento. Además, la medida de resultado tuvo poca relación
perfil pragmático social específico del síndrome. En cambio, habrá variaciones individuales asociadas con la constelación con el contenido o los objetivos del tratamiento. El tratamiento
particular de factores de riesgo que experimenta el niño. Se puede plantear la hipótesis de que el TEA representa el extremo de más comúnmente tiene como objetivo optimizar el lenguaje y la
la distribución en el que están presentes múltiples factores de riesgo, creando las condiciones menos favorables para el función comunicativa en lugar de "curar" el trastorno. En ese
desarrollo del lenguaje pragmático y la comunicación social. Cómo estos factores interactúan a lo largo del tiempo para afectar sentido, es poco probable que los propios instrumentos de
la interacción social y el procesamiento contextual es una cuestión empírica. Por tanto, es poco probable que exista un perfil diagnóstico sean lo suficientemente sensibles como para
pragmático social específico del síndrome. En cambio, habrá variaciones individuales asociadas con la constelación particular de mostrar cambios. Sin embargo, la necesidad de una evaluación
factores de riesgo que experimenta el niño. Se puede plantear la hipótesis de que el TEA representa el extremo de la estandarizada de la función comunicativa social es grande y una
distribución en el que están presentes múltiples factores de riesgo, creando las condiciones menos favorables para el desarrollo de las principales prioridades para la investigación futura. Dadas
del lenguaje pragmático y la comunicación social. las complejidades de la comunicación social y el lenguaje
pragmático, quizás también sea poco realista pensar que
podemos esperar un cambio significativo en un período de
intervención relativamente breve. Es probable que estos niños
necesiten apoyo continuo a medida que crecen y la complejidad
Implicaciones clínicas y educativas: de la comunicación social y el contexto del lenguaje aumentan
tratamiento en la expectativa de relaciones sociales más íntimas y para el
Una ventaja de crear una nueva categoría de diagnóstico es que uso del lenguaje para el aprendizaje y el empleo.
debe indicar un curso específico de tratamiento o apoyo
educativo. Si identificamos la SPCD como un trastorno clínico, es
probable que el tratamiento tenga como objetivo mejorar los
resultados de la comunicación social, fomentar mejoras en las Resumen y direcciones futuras
relaciones sociales y prevenir consecuencias negativas como el En la actualidad, hay muy poca evidencia de investigación para
comportamiento disruptivo y el aislamiento social. Existe una respaldar completamente una nueva categoría de diagnóstico o
escasez de investigación de intervenciones de buena calidad, en para ayudar a identificar aspectos de la comunicación social que
parte obstaculizada por inconsistencias en las etiquetas de distinguen a la SPCD de otras condiciones del desarrollo.
diagnóstico, falta de acuerdo Trastornos de la comunicación social y lenguaje pragmático

© 2013 Los Autores. Revista de psicología y psiquiatría infantil© 2013 Asociación para la Salud Mental del Niño y el Adolescente.
doi: 10.1111 / jcpp.12154 SPCD: conceptualización, evidencia e implicaciones clínicas 213

Las deficiencias constituyen una amplia gama de fenómenos
que probablemente sean de naturaleza continua y estén
influenciados por una serie de logros en el desarrollo. Las
habilidades de comunicación social y lenguaje pragmático
no son necesariamente lo mismo; Si se considera que la
pragmática es la comprensión y el uso del lenguaje en
contexto, muchos niños tendrán éxito en tareas de lenguaje
pragmático como la inferencia y la resolución de
ambigüedades y, sin embargo, se verán desafiados por los
matices de la comunicación social exitosa.
Para establecer la validez de la SPCD como entidad
diagnóstica, la investigación clínica debe (1) describir un
fenómeno clínico coherente; (2) desarrollar herramientas de
evaluación cultural y ecológicamente válidas con niveles
adecuados de confiabilidad entre evaluadores y prueba-
reprueba para mejorar la consistencia del diagnóstico; (3)
comparar explícitamente los perfiles pragmáticos entre
diferentes trastornos del neurodesarrollo; (4) trazar las
trayectorias de desarrollo de los niños con SPCD y
monitorear la estabilidad del diagnóstico a lo largo del
tiempo; y (5) realizar estudios familiares para comenzar a
desentrañar la etiología de este trastorno y su relación con
otras condiciones del neurodesarrollo (cf. Robins y Guze,
1970). Además, se necesitan con urgencia estudios de
intervención, ya que ofrecerán un medio para probar las
teorías sobre las supuestas causas y consecuencias de los
trastornos de la comunicación social (pragmática).
Implicaciones clínicas
El diagnóstico diferencial de SPCD será un desafío, pero el
enfoque en la comunicación social y las habilidades
pragmáticas del lenguaje debe ser bienvenido. Muchos
niños que se presentan para una evaluación psicológica o
psiquiátrica tendrán algún grado de lenguaje pragmático o
déficit de comunicación social (Cohen, Farnia e Im-Bolter,
2013; Cohen et al., 1998) que requerirán tratamiento y
apoyo especializados. Por lo tanto, parecería prudente
obtener el informe de los padres de los
habilidades de cación en contextos cotidianos, por ejemplo,
utilizando el CCC-2 (Bishop, 2003a, 2003b). Tal medida puede
informar hipótesis y planes de evaluación; donde exista
evidencia de un déficit social pragmático significativo, la
evaluación de TEA también será esencial. En el CCC-2, una
puntuación de índice de cero indica que pueden ser evidentes
las deficiencias estructurales y pragmáticas del lenguaje; por lo
tanto, será necesaria una evaluación por parte de un terapeuta
del habla y el lenguaje para detectar un trastorno del lenguaje.
Aunque existen medidas estandarizadas para explorar los
aspectos pragmáticos del lenguaje, es posible que no reflejen la
capacidad del individuo para aplicar estas habilidades en
entornos menos formales. Las observaciones de la interacción
naturalista, en la escuela o en el hogar, pueden ser muy
informativas. Por último, es probable que la intervención sea
multifacética, incorporando técnicas para mejorar la
comprensión social y la interacción social, los aspectos
estructurales del lenguaje (por ejemplo, vocabulario) y el uso del
contexto lingüístico para mejorar la comprensión. Por tanto, la
intervención debe centrarse en el perfil de fortaleza y necesidad
que surge del proceso de evaluación, más que en la etiqueta
diagnóstica obtenida.
Reconocimiento
La tarifa de acceso abierto para este artículo ha sido
financiada por el Consejo de Investigación Económica y
Social (ESRC). Este artículo de revisión fue invitado por los
editores de JCPP, por lo que se le ha ofrecido al autor un
pequeño honorario para gastos personales. La autora ha
declarado que no tiene ningún conflicto de intereses
potencial o competitivo.
Correspondencia
Dr. Courtenay Frazier Norbury, Departamento de Psicología,
Royal Holloway, Universidad de Londres, Egham, Surrey
TW20 0EX, Reino Unido; Correo electrónico: courtenay.
norbury@rhul.ac.uk

Puntos clave

• Los niños con trastornos del desarrollo son vulnerables a las deficiencias en la comunicación social y el lenguaje
pragmático (por ejemplo, la inferencia y la narrativa). Esto es particularmente cierto para los niños con trastorno del
espectro autista.
• El DSM-5 ha introducido un nuevo diagnóstico clínico, Trastorno de comunicación social (pragmático), para niños que no
cumplen con los criterios para el trastorno del espectro autista, pero que presentan alteraciones en la comunicación social y el
lenguaje pragmático.
• El diagnóstico de SPCD actualmente se ve desafiado por la falta de herramientas de evaluación culturalmente válidas y la escasez de evidencia de
investigación de que los criterios de diagnóstico identifiquen una condición clínica coherente y persistente.
• La evidencia existente sugiere que la comunicación social y las alteraciones del lenguaje pragmático se conciben mejor
como síntomas, en lugar de como una entidad diagnóstica.
• Además, las alteraciones de la comunicación social y del lenguaje pragmático no necesariamente van juntas y, por tanto,
el requisito de que ambos estén presentes para el diagnóstico es insostenible.
• Es probable que muchos niños con problemas de comunicación social y lenguaje pragmático tengan trastornos
concomitantes del lenguaje y la cognición.
• Se necesitan con urgencia investigaciones futuras para desarrollar herramientas de evaluación sólidas y rastrear los antecedentes
familiares y las trayectorias de desarrollo de los niños con SPCD utilizando criterios de diagnóstico consistentes y confiables.

© 2013 Los Autores. Revista de psicología y psiquiatría infantil© 2013 Asociación para la Salud Mental del Niño y el Adolescente.
214 Courtenay F. Norbury
Referencias
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Aceptado para su publicación: 16 de julio de 2013
Publicado en línea: 9 de octubre de 2013