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principiante. Ciertas cartas parecen más fáciles de interpretar que otras cargadas de
símbolos que resultan más o menos familiares. Unas representan personajes, otras figuras
geométricas u objetos; unas llevan un nombre, otras un número, otras no están tituladas ni
numeradas. Resultaría tentador basarse en estructuras ya conocidas, como la astrología o
diversas formas de numerología, para abordar el estudio de este juego. Pero, como todos
los sistemas coherentes, como todas las obras de arte sagrado, el Tarot contiene su
estructura propia, que debemos descubrir. En numerosas iniciaciones, se dice que el
hombre sólo puede aproximarse a la Verdad, no conocerla mediante el lenguaje; y que, en
cambio, es posible conocer la Belleza, reflejo de la Verdad. El estudio del Tarot puede,
pues, emprenderse como un estudio de la belleza. Es a través de la mirada, aceptando
basarnos en lo que vemos, como su sentido se nos revelará poco a poco. En esta primera
parte, proponemos ver qué indicios nos da el Tarot para comprender su estructura y su
numerología.Para construir es necesario familiarizarse primero con los arcanos mayores, los
cuatro Palos de los arcanos menores, la función y el valor de las cartas, y con el simbolismo
de los números que subyace en toda la organización del Tarot y relaciona cada uno de sus
elementos con el todo. Abordaremos luego el significado y algunos de los diferentes
sistemas de organización posibles de los cuatro Palos presentes en los arcanos del Tarot.
Fíjese ahora en el modo en que están escritos los números de los arcanos. Observará lo
que a primera vista parece una anomalía:
IV, es decir, 5 - 1; el 9, IX (10-1); el 14, XIV (15-1), y el 19, XIX (20-1). En los
correspondientes arcanos del Tarot:
4 (IIII) = 1 + 1 +1 + 1
9 (VIIII) =5 + 1 + 1 + 1 + 1
14 (XIIII) = 10 + 1 + 1 + 1 + 1 19 (XVIIII) = 10 + 5 + 1 + 1 + 1 +1
¿Cuáles son, en el Tarot, los indicios que nos sugieren una numerología decimal?
Los arcanos mayores presentan dos series de diez arcanos encabezados por El Loco, que
se puede considerar como el arquetipo de la energía inicial, y rematados por El Mundo, que
se puede considerar como el arquetipo de la realización. El número 21, que es el del último
arcano,podría ponernos sobre la pista de una numerología de 7 en 7: ¿no hay sobre la
mesa del Arcano I (El Mago) tres dados cuya suma de las tres caras da 7? ¿Y no son 14 los
arcanos menores de cada serie?
Esta pista es tentadora, pero equivaldría a atribuir a las figuras los valores correspondientes
a los números 11, 12, 13 y 14. Ahora bien,nada en los detalles de los arcanos menores nos
permite hacerlo. Si el Tarot quisiera indicarnos ese camino, los arcanos menores estarían
abiertamente numerados hasta 14. Los sistemas numerológicos de 3 en 3 o de 5 en 5 ya no
se aplican al estudio de los arcanos del Tarot.
En realidad, el sentido común nos indica que, al igual que el Tarot lleva rótulos escritos en
francés, se sitúa en la cultura del sistema decimal. El 10 es visto como una totalidad que se
subdivide en diez grados que evolucionan unos en otros, en constante mutación de la
realidad.Esta impermanencia permanente es el paso incesante de un estado a otro,
comparable al ciclo de las estaciones. La secuencia de los números puede compararse a
una semilla que germina para engendrar una planta, que dará a su vez un capullo, una flor
que se transformará en fruto hasta producir un árbol en toda su perfección. Luego el fruto
caerá, liberara la semilla, que volverá a la tierra, y el proceso volverá a empezar.
El esquema rectangular de la numerología.Al igual que la carta de El Mundo nos ha servido
como modelo de orientación, ahora vamos a establecer un modelo en el interior del cual se
desarrollará la numerología del Tarot Este modelo será justificado en las páginas siguientes
por detalles del propio Tarot, pero,para mayor claridad, nos ha parecido preferible
presentarlo primero y detallar después las etapas que lo componen.
3. Ahora doble de nuevo el rectángulo por el centro, a lo ancho: creará una nueva división,
un horizonte entre el Cielo y la Tierra que hace aparecer dos cuadrados superpuestos.
Estas dos instancias se encuentran, bajo formas diversas, en numerosas tradiciones: el
Islam representa la totalidad en forma de dos cuadrados, uno estable cuya base reposa
horizontalmente, y otro inestable, erguido en una de sus puntas. Asimismo, En el Yijing [I
Ching], el trigrama superior representa el Cielo, y el trigrama inferior la Tierra...Vemos, pues,
de nuevo la división del rectángulo en cuatro partes que hemos visto en el estu-
dio del Arcano XXI:
4. Un último pliegue horizontal nos permite obtener una subdivisión suplementaria en el
interior de cada uno de estos cuadrados, o sea un rectángulo dividido en 8 cuadrados
interiores. Esta subdivisión hace aparecer además un tercer cuadrado formado por la
intersección del cuadrado Cielo y del cuadrado Tierra. Si aceptamos que la cima del cielo
desempeña, en nuestra cultura, el papel paterno, y la base de la tierra el papel materno (en
los antiguos matriarcados sucedía lo contrario: madre cielo, padre tierra), podría decirse que
engendran, en el centro de la totalidad, el Cuadrado Humano
La hoja de papel, una vez desdoblada, se divide en ocho casillas. Veamos ahora cómo
podemos organizar los números en este esquema. La Totalidad, como hemos visto, se
representa con el rectángulo. Éste muestra dos aspectos: plegado y desplegado.
El 1 corresponderá al rectángulo de papel plegado: como el universo antes del big-bang,
como una flor todavía encerrada en su capullo, como un feto al principio mismo de la
multiplicación celular, la totalidad se encuentra en potencia, a la espera de desarrollarse, la
extrema potencialidad queda subrayada por una gran intensidad sin experiencia.
El 10 será representado por el rectángulo desplegado: la misma figura, pero enteramente
desarrollada hasta agotar sus potenciales. Es la expansión máxima del universo, la flor
abierta, todas las potencialidades totalmente realizadas: gran experiencia pero poca
intensidad.
Comienzo en potencia y ciclo completo son los dos aspectos de la totalidad, de la unidad: el
1 y el 10.
En el esquema, colocaremos el número 1 debajo del rectángulo y el número 10 arriba:
Queda organizar los números de 1 a 10 en esta estructura, sabiendo que:
-los números pares estarán del lado izquierdo(receptivo, estable, divisible por 2);
-los números impares, del lado derecho (activos, inestables, no divisibles por 2);
-y, lógicamente, los números se organizan de abajo arriba puesto que el 1 se sitúa por
debajo del rectángulo y el 10 por encima. Este orden sigue la noción de crecimiento
orgánico propio de los seres vivos de la dimensión vertical: una planta o un ser humano se
eleva hacia el cielo a medida que se desarrolla
Y obtenemos el esquema final.
La numerología se despliega como una evolución del 1 al 10, que hay que imaginar en
perpetua mutación, como el ciclo de las estaciones: En el 1 la Totalidad está en potencia.
Es una semilla, un inicio, un potencial, en que todo está todavía por hacer, en perspectiva.
Se puede asimilar al primer mes de la gestación. Con el 2 entramos en el cuadrado Tierra.
Es un estado todavía receptivo de gestación. Se trata de acumular fuerzas, deseos, ideas,
sentimientos, para prepararse a la acción.El 3 es la primera acción del cuadrado Tierra, un
estallido, una explosión creativa sin experiencia ni finalidad precisas, como, por
ejemplo, un primer amor de adolescencia.
En el 4 esta acción se estabiliza. Este número representa la perfección del cuadrado Tierra:
dominio de la vida material, claridad en las ideas, tranquilidad emocional... Estable como
una mesa de cuatro patas.
El 5 es un número de paso, el último del cuadrado Tierra: introduce un ideal que
desequilibra la estabilidad del 4 para superarlo. Es un puente. Es el gesto del sabio que
señala la luna con el dedo.
El 6 es el primer paso en el cuadrado Cielo: la primera vez que hacemos lo que queremos
en todos los aspectos. Más allá de las necesidades materiales, uno se atreve a hacer lo que
le gusta.
En el 7 este placer se torna fuerte acción en el mundo, más madura y más intensa que la
del 3, pues está basada en la experiencia de todos los grados anteriores y se propone un
objetivo.
El 8 representa la perfección del cuadrado Cielo. Es el equilibrio y la receptividad totales, un
estado que no puede ser mejorado: la perfecta abundancia material, la perfecta
concentración energética, la plenitud del corazón y el vacío de la mente.El 9 trae, pues, la
única evolución posible a la perfección: la entrada
en crisis para favorecer el paso hacia lo desconocido del final del ciclo.
Como el niño que, al noveno mes, se dispone a nacer, el 9 acepta aban-
donar la perfección y ponerse en movimiento sin saber hacia dónde.El 10, totalidad
cumplida, simboliza el final del ciclo y permite que se manifieste el principio del nuevo ciclo.
La dinámica de los diez grados
Si miramos el esquema numerológico fase por fase, se puede decir que nos encontramos
con cuatro «parejas» de números en cuatro niveles sucesivos del rectángulo. He aquí lo que
podemos decir de ello en forma esquemática:
Cada uno de los grados de la numerología tiene la vocación de evolucionar hacia el grado
siguiente. Las parejas mencionadas pueden representar, pues, o bien una evolución (de
menos a más), o bien un conflicto (receptivo-activo), o bien un estancamiento (de más a
menos).
Estos diez grados representan esencialmente la dinámica de diferentes energías. Para dar
de ésta una impresión concreta, vamos a estudiarla comparándola con los diez primeros
arcanos mayores,haciendo que los personajes de las cartas interpreten papeles que
corresponden a estas energías.
El grado 1 puede ser representado por El Mago. Este arcano representa un joven, un
principiante,un ser lleno de potenciales (simbolizados por los elementos presentes en su
mesa), pero todavía vacilante acerca de lo que debe elegir. Quedándose en el grado 1, se
es un ser en perpetuo comienzo, incapaz de hacer una elección decisiva, prefiriendo un
potencial inexistente a una realización determinada. El grado 1 necesita lanzarse, efectuar
un primer paso en la realidad. Como dice el Daodejing [Tao Te Ching], «para recorrer un
kilómetro, primero hay que dar un paso». Este primer paso en el cuadrado Tierra
corresponde al grado número 2 de la numerología.