El 24 de Mayo de 1959 se escribió una página fundamental en las artes
escénicas del siglo XX (y talvez del XXI); estrenó en el Daiichi Seimei Hall de Tokio la pieza “Kinjiki” [Les amours interdit], duo creado por Tatsumi Hijikata (1928–1986) inspirado en la obra de Jean Genet, que aborda el tema de la homosexualidad evocando en su título una novela de Yukio Mishima. La obra se desarrolló casi enteramente en penumbras y sus personajes eran un joven vestido apenas por un echarpe y un calzoncillo amarillo limón (Yoshito Ohno, hijo de Kazuo Ohno) y un hombre de pecho desnudo y cabeza afeitada vistiendo un pantalón negro (Tatsumi Hijikata). La obra se desarrolló sin ningún apoyo musical, apenas las respiraciones, gemidos, susurros y gritos de sus intérpretes. La expresión directa de la violencia y la sexualidad contenidas en la obra llegan al paroxismo en dos escenas antológicas que provocaron no poco escándalo en la ingenua platea de las vanguardias escénicas japonesas de los años ’50. Primero el joven intenta un acto sexual con una gallina viva, y a continuación el hombre viola el joven que mantenía sexo con la gallina. En este momento culminante de “Kinjiki” nace el Butoh y la expresión escénica nipónica gana su primer pasaporte a la posmodernidad. Un camino que no tuvo retorno. En “Kinjiki”, Hijikata enunció los elementos de lenguaje que caracterizarían el Butoh por medio siglo: cráneos afeitados, espasmos, ojos desorbitados, desnudez, movimientos descompuestos, narrativas discontinuas. Hijikata renuncia aquí vehementemente a todas las “guías” a las que el arte escénico japonés estaba acostumbrado (y consideraba indispensables) como una técnica codificada, música a ser seguida o programa de mano explicativo para orientarse. Esta nueva expresión, violentamente rechazada por los hacedores de danza locales tuvo una entusiasta acogida por intelectuales japoneses y europeos (entre ellos Mishima) que percibieron que la audaz química de Hijikata reflejaba aristas oscuras y evanescentes del alma humana. Posiblemente nieto artístico del teatro No y del Kyogen, posiblemente tataranieto del Kabuki, el Butoh (o su denominación Ankoku Butô Ha, entre 1961 y 1966) tuvieron, K. Ohno y A. Kasai dos pioneros de fundamental importancia. Hijikata llegó a introducir el término Tôhoku Kabuki para definir su propio estilo, pero sin ninguna duda el es el padre de ese género de madre desconocida que hoy llamamos de Butoh.