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Aristóteles en sus primeros aportes al estudio de la biología, concebía el alma de una manera muy

distinta a Platón, pues para Aristóteles, el alma no es un ente inmortal que se separa del cuerpo al
morir, sino más bien la entendía como aquello que es material, mortal y da vida a un cuerpo (sea
planta, animal o ser microscópico), en vez de aludir a que alma es un concepto exclusivo del ser
humano. En ese orden de ideas, Aristóteles fue enfático al decir que alma tienen todos los seres
vivos y que los seres vivos tienen al menos uno de los siguientes 3 tipos de almas:

Alma nutritiva: es la encargada de proporcionarle alimento al ser vivo tanto en su proceso de


obtención como de absorción. Está presente en todos los seres vivos sin excepción

Alma sensitiva: esta permite interactuar con el medio y responder ante estímulos. Excluye a las
plantas, pues estas ante una amenaza, no huyen o se defienden; por el contrario, los animales si lo
hacen.

Alma racional: es aquella exclusiva del ser humano, pues somos los únicos seres realmente
pensantes, ya que tenemos conciencia, facultad que no posee ningún otro ser vivo en la tierra. El
alma racional a su vez se subdivide en:

Intelecto agente: elemento inmaterial que sobrevive a la muerte, al ser de naturaleza colectiva:
ejemplo, el conocimiento que se hace universal.

Intelecto paciente: elemento particular que se queda en el ser. Ejemplo: experiencias vividas.

Para el siglo XVIII, se retomaron los estudios de la naturaleza en general por aquellos
denominados naturalistas. Ahora bien, pretender clasificar las especies atendiendo a sus
características morfológicas, era un ejercicio muy tedioso, especialmente para nombrar a especies
nuevas. Fue así como la aparición de Carlos Linneo (1778) Considerado el padre de la taxonomía,
contribuyó en el estudio de lo vivo a partir de instaurar un modelo de clasificación de los seres
vivos denominado nomenclatura binomial (género - epiteto de la especie), todo esto basado en
propiedades morfológicas de los distintos seres vivos las que permitían asignar género y especie a
un individuo concreto. Para Linneo las especies identificadas constituían grupos de seres bien
diferenciados y sin ninguna relación de procedencia. El criterio de parentesco, como hemos
indicado, era meramente morfológico. Esta perspectiva llamada fijista consideraba que cada una
de las especies estaba creada tal y como era, y sus individuos no experimentaban cambios a lo
largo del tiempo.

Jean Baptiste de Monet, caballero de Lamarck, conocido sencillamente como Lamarck


(1744-1829). En su Filosofía zoológica, escrita en 1809, expuso una descripción sistemática
de la evolución de los seres vivos.

Para Lamarck, las especies provienen unas de otras, de las más simples a las más
complejas. Los órganos de cada especie se desarrollarían como consecuencia de la reacción
y adaptación al ambiente. Los cambios por tanto serían paulatinos y se producirían a lo
largo de grandes periodos de tiempo. Lamarck pensaba que el fijismo era absurdo porque
los animales no hubieran podido sobrevivir, sin evolucionar, a las cambiantes condiciones
climáticas que en algunos períodos de tiempo fueron muy agresivas.
Esto último es lo que se ha llamado "herencia de los caracteres adquiridos". En realidad la idea que
Lamarck estaba defendiendo era una versión de "la función crea al órgano". Una consecuencia
importante de la propuesta lamarckiana era que la transformación de los organismos debía ser
necesaria, gradual, ascendente y continua. Es decir, de los gusanos, por ejemplo, con el tiempo
llegaríamos a tener otra vez hombres.

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