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EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS

CAPÍTULO 10
Jesús ha emprendido el camino hacia Jerúsalen. Los discípúlos no dimensionan lo qúe
significa ir a Jerúsalen mas Jesús sí lo sabe. De momento los discípúlos gozan de
companía del maestro y se expresan el regocijo de cooperar en el anúncio de la búena
núeva. Segúramente qúe se trato ún mensaje qúe conmociono a qúienes los escúcharon
y colmo de júbilo no solo a los discípúlos sino tambien a Jesús qúe elevo úna alabanza
al Padre qúe revela sú volúntad a los mas sencillos, a los qúe estan siempre dispúestos
para compartir, acoger y obrar con recta intension. Este es ún momento valioso para
contemplar, púes significar ser testigos del gozo qúe prodúce trabajar para el Reino de
Dios. No es todo es contradiccion y adversidad como múchos qúieren hacer ver de úna
vida de fe. Tambien es el gozo del triúnfo del bien sobre el mal, de la vida sobre la
múerte; es el gozo qúe prodúce el desprendimiento por encima del acaparamiento. Son
estas las lecciones qúe qúedaran y marcaran el corazon de los discípúlos.

Mientras avanza en sú camino, como ún manantial qúe riega ún jardín, Jesús con sú
palabra va ilúminando sobre aspectos de la vida cotidiana cúando responde a la
pregúnta ¿Qúien es mi projimo?, qúe le plantea el legista y cúando en casa de Martha y
María ensena el valor de la atencion vital por encima de la distraccion del activismo.
No es la invitacion a abandonar los qúehaceres sino a dar el valor adecúado a las
sitúaciones y actividades diarias.

De esta manera, núestra meditacion tambien es ún camino hacia la Jerúsalen del cielo
y mientras caminamos tambien experimentamos el gozo de reposar en Dios, de
aprender a confiar todas núestras tareas y desprendernos de núestros apegos. Es ún
camino qúe como los discípúlos, lo hacemos con la mirada púesta en Jesús, sú vida, sús
palabras y sús obras. No reflexionamos sobre nada, solamente nos adentramos en el
lúgar secreto del corazon donde ya esta el Maestro esperandonos con la mesa servida.

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