Está en la página 1de 7

Teoría del Árbol Envenenado…

Art 29. inciso final ha marcado la discusión doctrinal y jurisprudencial acerca del régimen

de la prueba ilícita. Hablamos no solo de la infracción cometida al debido proceso

probatorio de cada elemento de certeza sobre su obtención, su práctica y aducción, sino lo

que le implica la violación de las garantías procesales o derechos fundamentales, partiendo

de esto el que se hable de las pruebas ilegales e ilícitas.

Se encuentra desarrollado el punto anterior legalmente en los artículos 23, 445, 232, 237 y

360 de la ley 906 de 2004, siendo eminente como principio rector y garantía procesal que

impone el considerar nula en derecho pleno toda prueba que haya sido obtenida con

violación de las garantías fundamentales, siendo extraídos de la parte material probatoria,

así como también de los elementos de convicción cuya existencia o consecuencia dependa

de ella.

La doctrina del fruto del árbol envenenado es una norma probatoria que, junto con la norma

de exclusión, es lo que da lugar a la cuarta enmienda de la Constitución. Antes de 1914, en

los Estados Unidos era muy común que las fuerzas del orden público cometieran

allanamientos sin una orden y registros sospechosos, los cuales eran perjudiciales para

aquellas personas acusadas de cargos penales a raíz de las pruebas obtenidas luego del

registro.

No obstante, en el año 1914 el panorama cambió. La Corte Suprema de los Estados Unidos

intervino en el caso Weeks contra los Estados Unidos, 232 U.S. 383, 34 S. Ct.341, 58 L.

Ed. 652 (1914), en el cual se realizó un registro sin orden de arresto del domicilio
perteneciente a un individuo llamado Fremont Weeks y las pruebas encontradas se

utilizaron para condenarlo por apuestas ilegales.

El caso concluyó en el tribunal mayor del territorio, donde finalmente los jueces

determinaron que las pruebas obtenidas de esta manera no eran aptas para ser presentadas

ante un tribunal. La condena del Sr. Weeks fue revocada y se introdujo la norma de

exclusión.

La norma de exclusión fue la precursora de la doctrina del fruto del árbol envenenado. Esta

metáfora legal considera que las pruebas contaminadas (la fruta) obtenidas por medio de

allanamientos ilegales u otras conductas inadecuadas de la policía (el árbol envenenado)

son inadmisibles para ser presentadas ante un tribunal. Por ejemplo, suponga que usted está

conduciendo y lo detiene la policía por exceso de velocidad. Claramente usted no se

encuentra bajo los efectos de drogas o alcohol, pero la policía le pide registrar su vehículo.

Usted se niega amablemente a tal pedido, pero el registro se realiza de todos modos y la

policía encuentra una libra de marihuana en el baúl de su vehículo. Un buen abogado

especializado en derecho penal podrá hacer que se retiren los cargos debido a que el

registro se realizó de manera ilegal.

Esta norma también se aplica en aquellos casos en los cuales un sospechoso solicita la

presencia de un abogado durante un interrogatorio policial y la policía continúa en

interrogatorio ignorando el pedido del sospechoso. Unas horas más tarde, bajo coacción y

agotado del interrogatorio, el sospechoso termina confesando que robó un banco. Esta

confesión está ahora contaminada debido a que la policía continuó con el interrogatorio

luego de que el sospechoso solicitara la presencia de un abogado.


“Cuando se habla de la teoría del árbol envenenado o de la teoría del fruto del árbol

ponzoñoso se trae a colación la sentencia Nardone vs. Estados Unidos, que data de 1939.

En ella se afirma no solo que debe excluirse la prueba obtenida de manera ilícita, sino que

esta permea de ilicitud las pruebas de ella derivadas. Tal teoría se construye haciendo un

símil con un árbol envenenado cuyos frutos también contendrán el veneno o serán

ponzoñosos. Ahora bien, existirán supuestos donde la prueba derivada de la ilícita no se

permee de ilicitud. Es el caso de aquellas pruebas sobre las que pesa el vínculo atenuado, la

fuente independiente (ambas tratadas en la sentencia Nardoneya mencionada), el

descubrimiento inevitable (que se esbozó en la sentencia Nix vs. Williams, de 1984), la

buena fe y otras excepciones” (Ricardo Hernán Medina pág. 39-53).

Efectivamente, no queda duda que la ilicitud de la prueba contamina a las que se deriven de

ella, esto es, aquellas que tienen su fuente en una que constitucional o legalmente no es

válida, sin embargo, conforme con criterios basados en la jurisprudencia anglosajona de la

“Teoría de los frutos del árbol envenenado”, paulatinamente se han establecido excepciones

al principio de excluir la prueba ilícita en sí misma, como la que se desprende o es

consecuencia de ella al fijar salvedades al escindir un nexo fáctico y uno jurídico entre la

prueba principal y la refleja para tener a esta última como admisible si se advierte que

proviene de (i) una fuente independiente, es decir, si el hecho aparece probado a través de

otra fuente autónoma; (ii) o cuando tiene un vínculo atenuado con la principal, o (iii)

cuando se trata de un descubrimiento inevitable en caso que por otros medios legales de

todas maneras se habría llegado a establecer el hecho.

Las consecuencias que se derivan de una prueba ilícita o una prueba ilegal. Tratándose de la

primera, esto es, la obtenida con vulneración de los derechos fundamentales de las
personas, como la dignidad, el debido proceso, la intimidad, la no autoincriminación, etc., o

las que para su realización o aducción se somete a las personas a torturas, tratos crueles,

inhumanos o degradantes, ha de ser necesariamente excluida sin que pueda ser sopesada en

manera alguna por el juzgador, ni siquiera tangencialmente.

Ahora, respecto de la segunda, cuando en su producción, práctica o aducción se incumplen

los requisitos legales esenciales, esto es el debido proceso probatorio también ha de ser

excluida siempre que la formalidad pretermitida sea esencial.

Tratándose de la prueba ilegal, también llamada irregular, corresponde al funcionario

realizar un juicio de ponderación, en orden a establecer si el requisito pretermitido es

fundamental en cuanto comprometa el derecho al debido proceso, entendido de que la

simple omisión de formalidades y previsiones legislativas insustanciales no conduce a su

exclusión. Ahora, así como una prueba ilícita o ilegal sustancial debe ser excluida, de igual

manera, el medio probatorio que de ella se derive debe correr la misma suerte, esto es, ser

objeto de la cláusula de exclusión, asunto que en la doctrina anglosajona es abordado en la

conocida teoría del fruto del árbol envenenado, en virtud del efecto espejo, dominó o

también llamado reflejo. La prueba ilícita que resulta nula por vulneración de los derechos

fundamentales no produce efecto alguno, su ineficacia se extiende a todas sus

consecuencias y contamina otros medios de convicción que de ella se deriven. La prueba

ilegal que debe ser excluida cuando el rito pretermitido en su recaudo, aducción o aporte es

esencial, proyecta sus efectos a otro medio probatorio derivado, siempre que se acredite una

muy estrecha relación inescindible entre aquella y este, capaz de lesionar la misma garantía.

Cuando en teoría jurídica se hace referencia a la “Constitucionalización del Derecho”, se

entiende que debe aplicarse directamente la Constitución (como marco) por encima de
todo, esto indica que cuando se esté ante la afectación de dos principios (de un lado uno

legal y del otro uno constitucional), se tendrá por respuesta la salvación indiscutible de los

principios constitucionales debido a que es irrefutable señalar que ellos responden a

criterios de protección general. En la sociedad moderna al referirnos a los conceptos de

prueba ilícita, se debe entender como aquella que es obtenida con violación de derechos y

garantías fundamentales, con base en las fuentes de la prueba; a diferencia de lo que ocurre

con la prueba ilegal (Artículo 360 C.P.P.), la cual es considerada como aquella que su

obtención se realiza violando previsiones normativas probatorias a nivel de los actuales

medios de conocimiento. Lo que se impone es interpretar el Artículo 29 de la Constitución

Política que consagra la regla general de exclusión probatoria al disponer lo siguiente: “Es

nula de pleno derecho, la prueba obtenida con violación del debido proceso”. De manera

armónica y en consonancia con el ordenamiento jurídico penal, podemos decir, que esta

regla genera consecuencias distintas dependiendo de si se trata de una prueba ilícita o de

una prueba ilegal.

Es por ello, que resulta pertinente advertir, desde ya, que es muy escaso el tratamiento

teórico y práctico que en Colombia trata de darse para resolver el dilema procesal entre lo

que el Estado Social de Derecho debe magnificar; si es por un lado la Justicia (darle a cada

cual lo que se merece de acuerdo a lo que ha hecho), o si por el otro lo es, la Búsqueda de la

Verdad (como fundamento del ordenamiento adversarial). Esta consagración expresa,

entiende por prueba ilícita aquella que se obtiene con vulneración de los Derechos

Fundamentales de las personas… (Ricardo Antonio Méndez Díaz)

En materia de Derecho Probatorio Penal, lo que se busca es el reconocimiento de la verdad

material o histórica (de los hechos humanos) y no simplemente la planteada por las partes,
por eso, es por lo que previamente al interior de nuestra Constitución Política se

contemplan los principios de igualdad ante la ley, debido proceso y dignidad

humana; buscando así la protección de los principios generales de la prueba en su libre

apreciación, legalidad y licitud, los cuales se fundan con posterioridad en los elementos

necesarios que tendrá el juez para sustentar la condena o absolución.

La importancia y trascendencia del problema socio-jurídico de “La Teoría del Fruto del

Árbol Envenenado y su Aplicación en el Proceso Penal en Relación a la Ineficacia

Probatoria ”, se fundamenta principalmente en la necesidad de ayudar a la administración

de justicia, para que sea aplicada sin mucha demora y salvaguardar el debido proceso por la

incorporación de pruebas ilegalmente al proceso; de esta forma proteger los derechos de los

sujetos procesales, en donde se ha declarado la nulidad procesal por existir pruebas ilícitas

que se configuran a la teoría del fruto del árbol envenenado. (Rolando Macas Saritama

2011).

Como se puede ver, las normas de aceptabilidad de pruebas en casos penales son complejas

y están sujetas a matices e interpretaciones. Los fiscales argumentarán en el tribunal que las

pruebas deben ser sometidas a juicio, que no están contaminadas y que fueron obtenidas de

manera legal.

En conclusión, en la actualidad al referirnos a los conceptos de prueba ilícita, se debe

entender como aquella que es obtenida con violación de derechos y garantías

fundamentales; a diferencia de lo que ocurre con la prueba ilegal, la cual es considerada

como aquella que su obtención se realiza violando previsiones normativas probatorias a

nivel de los actuales medios de conocimiento. Lo que se impone es interpretar el Artículo

29 de la Constitución Política que consagra la regla general de exclusión probatoria al


disponer que es nula de pleno derecho, la prueba obtenida con violación del debido

proceso.

Referencias…

Número de radicado: 45619

Número de providencia: SP12158-2016

Fecha: 31/08/2016 Tipo de providencia:

SENTENCIA Clase de actuación: CASACIÓN

Número de radicado: 31127

Fecha: 20/05/2009

Tipo de providencia: AUTO INTERLOCUTORIO

Clase de actuación: CASACIÓN

 https://app.vlex.com/#vid/697782677
 https://www.abogado.com/recursos/ley-criminal/doctrina-del-fruto-del-arbol-
envenenado.html
 https://core.ac.uk/download/pdf/230170601.pdf
 https://dspace.unl.edu.ec/jspui/handle/123456789/1286

También podría gustarte