Está en la página 1de 4

Corpus Paulino – 43- (jueves 22 de octubre de 2020).

1ª hora

4to curso de Teología

2 Tesalonicenses

3. Significación de 2 Tes
→ 2 Tes ha contribuido de manera importante al desarrollo de un tema curioso,
pero permanente, de la escatología cristiana: la llegada de la figura de un
anticristo conocido como el hombre impío, mencionado en 2 Tes 2,3.8.9. 2 Tes
es un texto único por su mención de esta figura específica, presentada en
oposición a Dios en los últimos días.

El impío es una agente de Satanás en el mundo, que quiere exaltarse a sí mismo


de manera divina y provocar la apostasía mediante el engaño y señales y
prodigios (2,3-4.9-10).

La referencia al ―impío‖ en 2 Tes refleja una creencia difundida en la


apocalíptica judía, de que el conflicto cósmico entre Dios y Satanás culminaría
en los últimos días con la aparición de una figura satánica que reclamaría culto
divino y provocaría una apostasía masiva entre los fieles (2 Bar 36-40; 4 Esd 5;
Testamento de Moisés 8).
→ El impío de 2 Tes también cuenta con figuras afines en el NT. En las cartas
de Juan encontramos al ―anticristo‖ (1 Jn 2,18.22; 4,3; 2 Jn 7); en el apocalipsis
sinóptico, ―falsos mesías‖ (Mt 24,24/Mc 13,22); y en el libro del Apocalipsis, la
―bestia que sube del mar‖ (Ap 13,1-10).

Todos hacen referencia a una parecida figura apocalíptica del anti-mesías del
tiempo final, pero lo entienden de maneras diferentes. En la mayoría de los
textos neotestamentarios, y especialmente en 1 y 2 Juan, el anticristo es un
maestro cristiano, un falso profeta que propaga enseñanzas erróneas acerca de
Jesús (1 Jn 2,22; 4,3; 2 Jn 7; 2 Pe 2,1; Mt 24,5/Mc 13,6/Lc 21,8; Mt 24,24/Mc
13,22).

En el libro del Apocalipsis, la bestia que sube del mar (que representa al Imperio
romano) es una figura anti-Dios, que exige culto divino y persigue a quienes se
niegan a adorarlo (Ap 13,1-10). Estos dos aspectos de ―falso profeta‖ y ―anti-
Dios‖ parecen encontrarse en el ―impío‖ de 2 Tes, figura satánica, en contraste
deliberado con el Señor resucitado.
→ En la Iglesia primitiva, estas diferentes imágenes del anticristo se
concentraron en una imagen confusa e imprecisa del ―enemigo‖ de los últimos
tiempos. Con la conversión de Constantino, este enemigo ya no se identificó con
el opresor Imperio romano, sino con los oponentes políticos o religiosos de la
Iglesia y el Estado entonces unidos –oponentes a los que la imagen, ya sacada de
su contexto apocalíptico original, se podía aplicar a voluntad-
→ Papas concretos indignos de su cargo, con Juan XII (935-963), o dirigentes
seculares opuestos al papado como Federico Barbarroja (1155-1190), fueron
identificados con el anticristo. Finalmente, Martín Lutero, recogiendo una
sugerencia hecha por los seguidores del místico cisterciense del siglo XII
Joaquín de Fiore (1130-1201), dio un paso más e identificó al anticristo con el
papado mismo.

En la acalorada polémica de la Reforma, esta identificación adquirió carácter


confesional y se convirtió en parte del credo de algunas de las Iglesias
reformadas. Se encuentra, por ejemplo, en la confesión de fe de Westminster
(1646 d.C.), que sostiene: ―El Papa de Roma… es ese Anticristo, ese hombre de
pecado e hijo de la perdición, que se exalta en la Iglesia, contra Cristo y todo lo
que es llamado Dios‖ (25.6).

Nada podría mostrar más claramente el peligro de leer un texto apocalíptico


como 2 Tes sin ser conscientes de su contexto histórico, y sin distinguir la
enseñanza de la carta de las formas obsoletas con que se expresa.

4. El esquema de 2 Tes

1. Encabezamiento de la carta (1,1-2) – salutación.


2. Cuerpo de la carta (1,3—3,16)
A. Acción de gracias introductoria (1,3-12)
a. Acción de gracias por el crecimiento en la vida cristiana en medio de la
persecución (1,3-4).
b. Instrucción sobre el juicio justo de Dios (1,5-10).
a’. Oración por la consumación de la vida cristiana (1,11-12).

B. Tema central: el Día del Señor (2,1-17)


a. Exhortación contra la preocupación causada por una idea errónea sobre
la parusía (2,1-2).
b. Instrucción sobre lo que debe preceder a la parusía (2,3-12).
a’. Acción de gracias y oración pidiendo consuelo y fortaleza (2,13-17).

A’. Exhortación conclusiva (3,1-16)


a. Exhortación a orar que concluye con una oración (3,1-5).
b. Instrucción sobre cómo castigar a los alborotadores (3,6-15).
a’. Exhortación a hacer el bien que concluye con una oración (3,16).
3. Conclusión de la carta (3,17-18).
a. Firma autenticadora (3,17).
b. Saludo final (3,18).

→ La carta ha sido cuidadosamente estructurada en series de círculos


concéntricos que giran en torno a la enseñanza sobre la parusía en 2,3-13. Este
es claramente el centro temático de la carta.

5. Comentario
El encabezamiento de la carta es tan parecido al de 1 Tes que no necesita más
explicación.

5.1. La acción de gracias introductoria (1,3-12)


→ Se trata de una acción de gracias por la vida cristiana de los lectores (1,3-4),
y termina con una oración para que esta vida sea perfeccionada por Dios (1,11-
12). Entre ambas cosas hay una reflexión concéntrica sobre el justo juicio de
Dios (1,5-10), marcadamente diferente, en contenido y estilo, de la acción de
gracias y la oración que la preceden y siguen.
→ La sección, pues, tiene una estructura concéntrica de doble nivel, indicada en
el esquema adjunto:

2 Tes 1,3-12

A. Acción de gracias por el crecimiento en la vida cristiana (vv. 3-


4).
B. Instrucción sobre el justo juicio de Dios (vv. 5-10).
a. Dios aflige al opresor y da descanso al oprimido (vv. 5-
7ª).
b. En la P A R U S Í A del Señor Jesús (vv. 7b-8ª)
a’. donde Jesús toma venganza de los incrédulos y es
glorificado por los creyentes (vv. 8b-10).
A’. Oración por la consumación en la vida cristiana (vv. 11-12).

→ Tanto la acción de gracias inicial como la oración conclusiva son


curiosamente impersonales. Carecen de los detalles concretos (afectuosas
reminiscencias de la estancia de Pablo en Tesalónica como en 1 Tes 1,3; 2,8-12,
o repetida mención de su ardiente deseo de visitar de nuevo a su comunidad
cristiana, como en 1 Tes 2,17; 3,6.10) que dan vida a la oración y la acción de
gracias de 1 Tes.

→ En vez de eso, se da gracias a Dios, con un lenguaje litúrgico bastante


afectado (―continuamente debemos dar gracias… Es justo que así lo
hagamos!‖), por el crecimiento que está teniendo lugar en las dimensiones
vertical (―fe‖) y horizontal (―amor‖) de la vida cristiana de los lectores (1,3).

Tal crecimiento es particularmente encomiable porque tiene lugar en una


situación de persecución repetida (―todas‖) y que aún continúa (―soportáis‖), en
la que la fe se manifiesta como fidelidad, y la esperanza, como constancia (1,4).
→ La reflexión sobre el juicio de Dios (1,5-10) que se encaja entre la oración y
la acción de gracias es el centro temático de la sección, e introduce lo que ha de
ser el tema principal de la carta, el día del Señor (1,7-8).

Comienza con sorprendente brusquedad: ―Todo eso es una demostración del


justo juicio de Dios‖ (1,5). Lo que esto significa es que la constancia de los
cristianos en ―las persecuciones y sufrimientos que han soportado (1,4) es
garantía de su salvación en el juicio que ha de venir pronto (1,5). Pues en él Dios
invertirá el orden injusto del mundo afligiendo a quienes oprimen injustamente a
la comunidad y liberando de su injusto sufrimiento a las víctimas de su opresión
(1,6-7).
→ Esta inversión apocalíptica (cf. Lc 1,52; 6,20-27; 16,25) tendrá lugar en la
parusía del Señor, descrita aquí con imágenes de repertorio de la apocalíptica
cristiana (1,7-8). Cristo vendrá desde el cielo, con sus ángeles entre llamas de
fuego, para ―tomar venganza‖, es decir, para ejecutar el juicio retributivo de
Dios sobre el injusto y el justo (1,6-7). El pasaje se centra, pues, en la parusía
del Señor (vv. 7-8), y así prepara la discusión del día del Señor que sigue en el
capítulo 2.

También podría gustarte