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Erradicar la pobreza ha sido uno de los retos más

importantes que enfrenta la humanidad día a día, las


cifras de personas que viven en extrema pobreza han
disminuido en un 50% de 1990 a 2015, pasando de cifras
entre 1.900 millones a 836 millones, pero aún existen
varias comunidades luchando por obtener incluso las
necesidades más básicas, como la salud, la educación y el
acceso al agua y el saneamiento, por mencionar algunas.
La pobreza tiene muchas dimensiones, pero sus causas
son el desempleo, la exclusión social y la alta
vulnerabilidad de determinadas poblaciones a los
desastres, las enfermedades y otros fenómenos que les
impiden ser productivas. La desigualdad en áreas como el
trabajo remunerado, la educación y la propiedad ha causado una situación de pobreza
desproporcionadamente alta entre mujeres y hombres.
Además, los avances han sido muy escasos en diferentes regiones como Asia Meridional y África,
dónde al día de hoy estas regiones representan el 80% del total mundial de quienes viven en
condiciones de extrema pobreza, y la cuál puede ir aumento por problemas tales como el cambio
climático, los conflictos, la inseguridad alimentaria y la pandemia del COVID que se vive al día de
hoy.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible constituyen un compromiso audaz para finalizar lo que
comenzamos y terminar con la pobreza en todas sus formas y dimensiones de aquí a 2030. Esto
requiere centrarse en aquellos que viven en situaciones vulnerables, aumentar el acceso a recursos y
servicios básicos y apoyar a las comunidades afectadas por conflictos y desastres relacionados con
el clima.

¿CÓMO ESTÁ COLOMBIA EN EL CUMPLIMIENTO DE ESTE


OBJETIVO?
Colombia ha sido uno de los países pioneros de la Agenda 2030, convirtiéndola como parte de las
políticas nacionales y definiendo una gobernanza para su cumplimiento. Los ODS alcanzaron a ser
incluidos en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2014-2018
El CONPES definió la “Incidencia de pobreza monetaria” como uno de los indicadores para medir
el cumplimiento del objetivo 1 que busca poner fin a la pobreza. Este indicador mide el porcentaje
de la población que tiene un ingreso per cápita en el hogar por debajo de la línea de pobreza
establecida, y es calculado por el DANE de forma anual.
Teniendo en cuenta los impactos económicos y sociales generados por las medidas para mitigar el
COVID, ya es posible prever que esta meta tampoco la vamos a cumplir. De acuerdo con los
últimos resultados publicados por el DANE, la incidencia de pobreza para el 2020 fue de fue de
42,5 %. Más aún, la tasa de reducción de pobreza ya se había desacelerado antes de la pandemia, la
cual incluso había presentado un aumento entre 2018 y 2019. Esto, en parte, explicado por un
menor efecto del crecimiento económico y sobre todo un empeoramiento en la redistribución del
ingreso.
La exposición de motivos del proyecto de Ley de inversión social presentado por el Ministerio de
Hacienda estima que, con los ajustes previstos en la ley que incluye, entre otros, la ampliación del
Programa Ingreso Solidario y la implementación de la política de reactivación, se llegará a una
corrección en el nivel de pobreza de 34,3% en 2022.
Ante este escenario, la economía tiene que presentar unas condiciones muy favorables con alto
gasto social, alto crecimiento económico, alta redistribución del ingreso y generación de empleo
para lograrlo. Si bien las perspectivas de crecimiento económico para 2021 y 2022 son positivas, la
recuperación del empleo no ha estado a la par, estancándose desde octubre y más del empleo
informal que formal, por lo que generar estas condiciones y cumplir esta meta de los Objetivos de
Desarrollo sostenible parece improbable.
POBREZA MULTIDIMENSIONAL: El 50% de los recursos definidos en el Plan Plurianual de
Inversiones están dirigidos al Pacto por la Equidad del PND. Gracias a las inversiones que se
realizarán en los próximos 4 años, la población en pobreza multidimensional disminuirá en 2,5
millones de personas (del 17 % al 11,9 % en 2022).
POBREZA POR INGRESOS: Con el objetivo de "No dejar a nadie atrás" se espera sacar a 2,9
millones de personas de la pobreza monetaria y 1,5 millones de personas de la pobreza extrema
monetaria, entre 2018 y 2022.
PROGRAMA JÓVENES EN ACCIÓN: Para los próximos cuatro años, se espera multiplicar más
de cuatro veces Jóvenes en Acción, programa que apoya a los jóvenes en condición de pobreza y
vulnerabilidad. Se aumentará la cobertura pasando de 123 mil cupos a 500 mil cupos.

¿CÓMO PERMEA NUESTRO DESARROLLO PROFESIONAL?


Este objetivo de desarrollo influencia en la implementación de diferentes proyectos innovadores,
donde se debe apostar a una transformación productiva que fomente altos niveles de productividad
en sectores sostenibles que además tengan alta demanda de mano de obra sobre todo de mujeres y
jóvenes, para así generar empleo de calidad y mejorar la distribución del ingreso. Esto incluye
inversiones en ciencia y tecnología, en educación superior incluyendo técnica y tecnológica,
formación de competencias y políticas activas del mercado laboral, que estén alineadas con las
apuestas de desarrollo productivo a nivel local.
Además el desarrollo profesional debe también incluir la ética y valores que debe conformar el ser
humano al día de hoy, por consiguiente, esta ODS nos demuestra que nuestro bienestar está
vinculado al de las demás personas, pues, el aumento de la desigualdad es perjudicial para el
crecimiento económico y socava la cohesión social, lo que incrementa las tensiones políticas y
sociales y, en algunos casos, impulsa la inestabilidad y los conflictos.

¿CÓMO DESDE NUESTRA PROFESIÓN PODEMOS CONTRIBUIR A SU


CUMPLIMENTO?
La ingeniería civil se encarga del diseño, implementación, construcción de obras tales como lo son
puentes, parques, edificaciones, carreteras, etc. Con todo esto mencionado, esta profesión puede
contribuir a este objetivo de desarrollo sostenible de varias maneras tales como:
1. Construcción de edificaciones que promuevan oportunidades de vivienda y/o
económicas para los pobres.

2. La implementación, pavimentación y construcción de carreteras y puentes que permitan


a las personas un mayor acceso y movilidad a sectores fuera de las ciudades tales como
las veredas y pueblos con difícil o nulo acceso.
Por ende y más operativo, es necesario que la Comisión de ODS, identificada a nivel internacional
como una buena práctica, haga un efectivo seguimiento a la meta de pobreza y siente las bases para
una discusión, difícil pero necesaria, frente a la pertinencia o no de actualizar la meta a 2030.
Necesitamos tener como país una hoja de ruta clara, con una meta exigente pero factible de
reducción de pobreza. Una de las funciones de la comisión, de pronto en alianza con la mesa
interinstitucional de pobreza, debería ser entender por qué nos desviamos de la meta para corregir
en el camino, ajustando las políticas y programas y reasignando recursos a aquellos más eficientes y
pertinentes para cumplirla. Es además un rol claro del Departamento Nacional de Planeación como
entidad encargada de la visión estratégica de largo plazo.

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