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Sinopsis

— No me jodas YoonOh, ¿estás de coña?


— ¿Cómo dices? —una ceja alzada, esa voz cabreada y sus ojos oscuros posados sobre
Taeyong le helaron la sangre.
—Qu– que s– si hablas en serio —odió tartamudear, pero en presencia de semejante hombre
cómo no hacerlo?
—... —Él esperaba algo, algo más, algo que Taeyong sabía muy bien. Sabía exactamente que
palabra era la que estaba esperando el más alto. Sabía que decir si quería conseguir una
respuesta a su pregunta.
Exhalo profundo antes de hablar, relajando cada músculo de su cuerpo. Entonces volvió la
mirada a los ojos de aquel hombre, mirándolo desde abajo a través de sus pestañas, adquiriendo
su personalidad más sumisa, que el alto y caliente hombre, había ganado.
— Señor~ —casi susurro, sin embargo, sabía que le había oído, además ese murmullo lo había
soltado tan bajo y pausado que pareció más bien un gemido, cosa que complació ampliamente al
castaño.
— Así me gusta gatito. —paso una mano a sujetar la mejilla del más bajo provocándole
escalofríos— Y si, yo siempre voy en serio. —y eso definitivamente había emocionado de
forma realmente inesperada a Lee Taeyong.
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Capítulo 1

Lee Taeyong, 17 años, último año en la preparatoria Hanggoul. Suave apariencia, suave voz,
suaves ojos pero sucia mente. Sip, el chico más mono por fuera y el más obsceno por dentro.
En su tiempo libre, trabaja como bailarín y rapero en un club nocturno de ambiente. Su nombre
artístico "Dominated".
Porque si, a Lee Taeyong le gustaba estar abajo, sentir un gran cuerpo sobre él, que supiera
como dominarle y como hacerle pedir por más. Aunque no, él no era un lindo gatito que se
dejaría acariciar a la primera, su amo tendría que mostrar actitudes suficientes para que este
Brat se dejara dominar, aunque si, siendo sinceros, le encantaba.

Era una noche viernes, Taeyong estaba haciendo su última actuación como Dominated en el
escenario, rapeando una de sus últimas canciones, porque aunque fuera un chico que le
encantaba el sexo y todo lo que tuviera que ver con cosas que se calificarían como +18, Lee
Taeyong quería ser compositor, talvez tener su propia academia de baile en algún momento de
su vida; pero en este instante se centraba en disfrutar de su juventud y su alto libido.
Como siempre pasaba, el club estaba a tope a esas horas de la noche un viernes. Se había creado
algo de fama en el mundillo, y algo así como un club de fans que más o menos asistían a sus
actuaciones cada semana durante los meses de verano, porque si, aunque no lo parezca,
Taeyong es un chico responsable que se centra en sus estudios durante lo que dura el curso, para
su desgracia eso no hace que se distinga entre sus compañeros por sus altas notas, más bien todo
lo contrario y de verdad que se esforzaba.
Quedaba una semana para empezar de nuevo las clases, era su último año y después de eso
tendría que decidir universidad o pensar que hacer con su vida, básicamente. No quería
plantearse eso ahora, se centraría en acabar bien su trabajo, realmente disfrutaba cantar y bailar
sin ninguna restricción en ese club.
Echando la vista atrás, recordaba haberse apuntado, hará un año, a una academia de baile
moderno cerca de su casa, y aunque le gustaba mucho, había algo que faltaba.
Un día cualquiera, pudiera ser jueves, Taeyong se encontraba practicando las coreografías para
clase en la intimidad de su habitación, empezó a realizar los pasos minuciosamente frente al
pequeño espejo situado al lado de su armario, repetía cada uno de los gestos que había visto
hacer a su profesor sin música. Cuando decidió que era suficiente —sé los sabía de memoria de
frente y de revés— comenzó con la suave melodía. Era lenta y con tonos graves, Use me de
Plaza empezó a sonar a todo volumen por los altavoces conectados a su portátil, su madre como
era usual estaba en el hospital por lo que no escucho aquella música que seguramente
catalogaría como textualmente "poco apropiada para el desarrollo sexual adecuado de un
adolescente". La verdad que la señora Lee estaba muy concienciada en enseñarle de una manera
sana a su hijo todos los aspectos de la sexualidad, sin claro, saber todo lo que hacía de manera
"extraescolar" su pequeño descendiente.

Bueno, en que estábamos? Ah sí, Use me de Plaza empezó a sonar y Tae se dejó invadir por la
lenta melodía, porque cabe decir que era la versión slowed and reverb.
Los movimientos que antes parecían robóticos y sin alma, ahora adquirieron un sentimiento, un
color propio, y cuando la canción acabó Tae se dio cuenta; había quedado en una posición un
tanto comprometida, digamos que si nuestro otro protagonista lo hubiera visto en ese momento
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hubiera tenido serios problemas para ocultar algo. Descubrió lo que había estado buscando sin
darse cuenta, ese sentimiento que le hacía estremecer al escuchar los primeros acordes de una
canción, le faltaba la sensualidad.
Deseaba mover sus caderas al son de una canción lenta y con letra provocativa, entrecerrar los
ojos y jadear como si estuviera en el punto más álgido de su excitación mientras caía de rodillas
en el suelo y... sí, ese tipo de movimientos.
Así que cuando encontró un panfleto tirado en la calle en el que anunciaban la apertura de un
nuevo club de ambiente en el que se necesitaban bailarines no dudo en presentarse y falseando
un poco su identidad, diciendo que tenía 18 en vez de 17 (en realidad apenas le quedaban 3
meses para cumplirlos) consiguió el trabajo.

Taeyong sobre el escenario tenía una vista privilegiada de todo el local, barrio con su mirada la
multitud que bailaba, muchos tenían su vista puesta en él, pero no le incomodaba, todo lo
contrario.
En cierto punto, cuando repasaba a la gente sentada en la barra, sus ojos se encontraron con
otros, unos oscuros, tentadores, plagados de brillo y luminosidad. Pero también había lujuria y
hambre en esa mirada obscena que acobardaría a muchos, pero no a Lee Taeyong, vamos, él era
el rey de lo obsceno. Si su madre supiera todo lo que pasaba por su mente mientras estaban en el
sofá mirando cualquier película o mientras "revisaba sus redes sociales" en el teléfono con los
auriculares puestos, se horrorizaría.

I'm addicted to your toxic...

No lo dudo, en cuanto acabó su actuación con la última canción que había estado componiendo
apenas acabada hace unos días, bajó del escenario por la escalera lateral, su respiración aún
agitada no cedía a la calma, cada paso le erizaba más los cabellos en su nuca, sentía como el
calor acumulado del baile bajo los focos era más intenso en vez de disminuir; a lo lejos como un
eco en las profundidades del océano los presentes vitoreaban y aplaudían; aunque en ese mismo
momento el hombre más atractivo de la tierra, que digo, incluso si el mismísimo Lucifer se
hubiera plantado delante de Taeyong, este no le habría hecho el menor caso, y es que el objetivo
del pelirosa estaba muy claro, su visión concentrada en aquel chico que seguía en el mismo
sitio, apoyado en la barra con denotada suficiencia, una sonrisa ladina que hacía temblar los
músculos de Tae hasta el más mínimo milímetro. Ese castaño se encontraba siguiendo el
recorrido del más bajo con la mirada, sin apartar de su figura ni un segundo sus tentadores ojos,
bueno igual es que Lucifer ya se había presentado, seguro era ese hombre que parecía no
pestañear incluso cuando tomo de tirón lo que le quedaba en el botellín de cerveza; eso estaba
calentando aún más si cabe a Taeyong.
— Gran trabajo como siempre Ty —grito sobre la música Baekhyun cuando Taeyong estaba al
lado del chico de oscuros ojos. Este era el dueño del local junto a Chanyeol, que además era su
pareja desde hace bastantes años.
— Gracias —sonrió, pero ni siquiera le dirigió una mirada a su amable jefe. Estaba demasiado
perdido en los ojos, labios y ancha mandíbula que tenía al frente como para mirar al que le había
dado trabajo. Baekhyun leyendo la situación se alejó para seguir con su trabajo atendiendo en la
barra.
Y el tiempo empezó a correr, su propio mundo, una burbuja envolvió a ambos en un ambiente
caliente y excitante.
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— Ty? Creía que eras "Dominated" —dijo el castaño aun sentado en el taburete con uno de los
brazos apoyados de forma relajada sobre la barra mientras esté le servía de apoyo para su
cabeza. Una ladina y sexy sonrisa plantada en sus labios.
— Bueno, me llaman de muchas maneras —coqueto, si, ese era un buen adjetivo para describir
como estaba actuado ahora mismo Taeyong.
— Me gusto tu actuación, haces sesiones privadas?
Ohh joder, si no estaba siendo directo que baje Dios y lo vea.
— Depende, estás dispuesto a pagar lo que cuestan? —Taeyong dijo a la oreja del más alto en
un susurro lento. Se había inclinado sobre el castaño, apoyando sus manos sobre los muslos de
este, en una zona peligrosamente cercana a su entrepierna y posicionándose casi entre estas al
tenerlas ligeramente abiertas.
— Dime el precio, estoy dispuesto a pagar lo que sea —y joder si su voz no había sonado
tremendamente ronca, lo que provocó un jadeo en Taeyong, además de la proximidad de sus
rostros.
— Sígueme...
Y con eso cogió de la mano al más alto, que parecía también ser mayor que él, pero a quien le
importa, iba a follar con un tío que le sacaba casi una cabeza, altamente atractivo, con una voz
grave que hacía vibrar todo su cuerpo, de hombros anchos y brazos musculosos que estaba
seguro podría sujetarlo en el aire mientras jodían sin ningún inconveniente. A quién, en su sano
juicio, le importaría una nimiedad como la edad en esta situación?

Recorrieron la pista de baile con algo de dificultad, los dos aun tomados de la mano se hacían
hueco entre los cuerpos que se balanceaban al son de la música electrónica. Cuando llegaron a
una puerta marrón al fondo de un pasillo, Taeyong se detuvo. Se podía identificar con unos
servicios gracias al cartel en letras negras sobre fondo blanco que se encontraba en la parte alta
de la puerta.
En ese momento soltó al hombre que tenía detrás quien aprovechó para, con ambas manos,
agarrar de manera posesiva al más bajo por la cintura y comenzar a dejar besos húmedos en su
nuca.
Entre bajos gemidos Taeyong levantó un cartel de prohibido fumar que se encontraba colgado
en la puerta bajo el rotulo que indicaba el lugar, le dio la vuelta y se dejó ver con una caligrafía
a mano en lo que parecía un grueso rotulador permanente, otro cartel con otro mensaje "Fuera
de servicio".
Una vez colocado el trozo de metal en la posición que le interesaba, Taeyong arrastro al alto
adentro del reducido espacio con una fila a la izquierda de cubículos con puertas azules y a la
derecha dos lavamanos en una ancha y larga barra de piedra.
Cuando se dio la vuelta no dudaron en atacarse mutuamente los labios. No fue un beso gentil;
hambriento y desordenado serian adjetivos más convenientes. Sus lenguas se enrollaban fuera
de sus bocas hasta que volvían a chocar sus labios salvajemente. Los dientes de vez en cuando
cogían los labios ajenos en demandantes mordidas.
El castaño bajo sus manos de la cintura del más bajo hacia su culo posicionando cada una en
una de sus pequeñas y abultadas nalgas. Cuando estuvo colocado impulso a Taeyong hacia
arriba mientras le apretaba fuertemente. Tae consiguió rodear la cadera ajena con sus piernas y
juntos presionaron al mismo tiempo sus erecciones creando una sensación electrizante en ambos
cuerpos. Entre gemidos cada vez más altos y gruñidos más profundos ambos comenzaron a
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generar fricción entre sus miembros hasta que el de hebras rosas noto como era dejado sobre
una superficie fría.
Sin darse cuenta se habían movido hasta quedar él sobre la piedra de los lavamanos con las
piernas abiertas y entre estas un vibrante cuerpo que parecía ser capaz de comérselo en ese
mismo momento. Gimió de gusto y comenzaron de nuevo con los salvajes besos. El de ojos
oscuros bajaba sus labios por la mandíbula y el cuello del menor, presionando y succionando
allí donde se posaban. Marcaba al chico como no lo había hecho con nadie, esa necesidad se
apoderó de él, dejando círculos irregulares de un rojo carmesí en los laterales del cuello del
pelirosa mientras este no podía juntar dos palabras en la cabeza y mucho menos trasladarlas a
sus labios. Lo único que podía hacer era soltar gemidos y jadear en busca de oxígeno que
llevarse a los pulmones.
— Ah– mgh– así, mierda ahhh–, joderrrr... m– más mghhh–
Mientras se intentaba centrar en como su erección era estimulada por la entrepierna del
contrario noto una vibración en su bolsillo trasero. Decidió ignorarlo, pero cuando ya había
sonado más de 10 veces no tuvo otra que contestar. Con manos trémulas cogió el dichoso
aparato y lo llevo hasta su oreja desbloqueándolo por el camino.
— ¿Qu– qué? —hizo una pausa para coger aire— ¿Qu– quién esss–?
— ¿Tae? Mierda soy Ten...
—¿Qu– qué mieeerdas quieres Ten? —intento concentrarse para mantener una conversación
con su amigo, pero le era imposible con tan estimulante imagen frente a él– Ah– es– espera un
momento. Ahh– Joder...
—Lo– lo siento, es que es urgente —realmente la voz de Ten parecía preocupada y nerviosa.
—¿Qué? Uhmm– ¿Qu– qué quieres? —hablo entre suspiros y gemidos acallados al morderse su
propio labio inferior.
—Es tu madre...
Y joder si eso no le había hecho sentirse como si un balde de agua congelada se le cayera
encima. Incluso la erección de su entrepierna se redujo considerablemente y eso que su cuello
estaba siendo atacado desvergonzadamente por la boca de ese caliente hombre que seguro le
superaba en edad, aunque bueno, ya habíamos dejado claro que eso no es lo importante ahora; y
mucho menos ahora.
—¿Qu- qué de mi madre? —la sangre notaba como se le iba helando, quedándose rígido y
alertando al otro chico que de pronto paro con sus besos y le miro con el ceño fruncido. Tae le
dio una mirada de disculpa como intentando decir "Un momento, en serio".
—Llamo hace un rato a casa, me dijo que no te contactaba al móvil y que quería hablar contigo.
Pero al no pasarte dijo que vendría a comprobar que estabas aquí. Tae ella viene hacia mi casa,
tienes que correr aquí ahora mismo o nos meteremos en el lío más gordo del mundo. —la
agitación y urgencia en su voz era notable, podía jurar que le daría un ataque de ansiedad o de
asma en cualquier momento y eso, según su experiencia siendo amigos tantos años, no era algo
bueno.
— Me cago en... Mierda, voy para allá. Llego en 10 minutos. Respira, ¿vale Ten?
— Te espero...
— ¿A dónde te crees que vas?
Y Ten pudo escuchar esa última frase cargada de lujuria en un tono grueso, ronco y dominante
antes de que su mejor amigo colgara. ¡Ánimo Tae, fighting! Pensó para sí mismo.
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— Tengo que irme, una emergencia...


— Te crees que me puedes dejar con esto, ¿aquí y ahora?
— Lo siento, pero en serio tengo que irme...
Y sin siquiera darse cuenta ya estaba caminado hacia la puerta del baño en el que se habían
encerrado.
— Te juro que a mí tampoco me hace ninguna gracia— una mueca de desagrado se le presentó
en el rostro antes de coger el pomo de la puerta.
— ¿Volveré a verte? — se giró, incrédulo y para su sorpresa medito su respuesta, en otro
momento habría soltado una carcajada y seguramente un bufido mientras negaba con la cabeza,
¿por qué ahora estaba meditando que contestarle al castaño?
¿Pero qué mierdas? Lee Taeyong no tenía un enganche emocional con nadie, NADIE. Solo su
mejor amigo Ten había podido adentrarse en el solitario y roto corazón de Taeyong. Él no
dejaba a nadie aferrarse ni siquiera un poco a él y mucho menos un tío con el que únicamente se
había comido la boca y se había restregado con intenciones de algo más, si, pero aun así...
— Tal vez... —se sorprendió a sí mismo al responder. Con una sonrisa ladina, mirada posada en
la entrepierna del más alto que luego subió a los ojos del castaño mientras pasaba lentamente su
lengua por su labio inferior y finalmente un guiño para luego, salir por la puerta que los
separaba del mundo del exterior, porque sí, habían conseguido crearse su propio mundo en
exactamente 4 minutos con 53 segundos. Eso calentó aún más al más alto que llevo su mano a
su rostro tapando sus ojos e intentó respirar hondo para calmar su excitación, aunque solamente
pensar en esos cabellos rosas tan suaves...
Mierda, para de crecer joder... Uff
Y mientras hablaba con su pene que comenzaba a hacerle muy difícil el caminar con normalidad
o eso se figuraba él, la puerta se abrió dejando ver al rubio de pelo largo.
— Joder te han dejado empalmado... jajaja lo pillas de plantado, empal–...
— Si Johnny, que gracioso, gracias por ilustrarme con tu gran ingenio para los chistes, joder...
— De nada bro, para eso estamos. Oye ahora en serio, quién era ese chico?
— Ni puta idea, pero me ha dejado más caliente que si estuviera en el infierno.
— Wow no necesitaba tantos detalles, va en serio, puaj que asco, solo de pensarlo se me pone la
piel de gallina tío. — dijo el más alto con una mueca de disgusto en la cara, pareciera que
hubiera pillado a sus padres en una escena de s... bueno si esas cosas que se hacen para tener
bebes y darse amor. Exacto!, dándose besitos y abracitos niños.
— Pues no preguntes... ahora te importaría dejarme solo... necesito encargarme de esto, no creo
poder llegar al coche y conducir tan tranquilamente hasta mi casa con esto así.
— A sus órdenes capitán. Estaré en la barra, cuando acabes nos abrimos.
Y sin más salió de allí. Seguro que se acordaría y le recordaría toda la vida la noche que un
chico, literalmente, le dejo "plantado".
— ¿Qué me has hecho? Maldición... —se dijo a si mismo con exasperación.
Se acomodó dentro de uno de los cubículos de puertas azules que había en fila dentro de aquel
espacio y comenzó a masturbarse mientras pensaba en lo bien que se sentirían los delgados
labios de aquel pelirosa alrededor de su polla. Balanceaba arriba y abajo su mano, con el pulgar
acariciaba la punta enviando corrientes de placer a todo su cuerpo. Esta vez le vino a la mente la
imagen del de ojos noche sobre él, a horcajadas, meneándose de arroba abajo con su miembro
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dentro de ese pequeño e irresistible culo que tenía el más bajo. Los sonidos de los rápidos
choques que provocaba su mano sobre su cuerpo y los jadeos eran tapados por la fuerte música.
La gran imaginación del castaño junto a esos pensamientos le llevo al límite tremendamente
rápido sorprendiéndolo una vez bajo de su nube post—orgásmica. Una sonrisa apareció en su
rostro dejando ver sus hoyuelos, se arregló la ropa quedando medio decente y salió del cubículo
en el que se había metido; ni siquiera pensó en poner el pestillo, su pequeño seguro con las
prisas que tenía no había parado a devolver el cartel a su estado original, así que no debía
preocuparse por algún desesperado por mear que le interrumpiera. Apoyo sus palmas sobre la
gran tabla donde hace unos minutos había tenido a su niño —porque si, su pequeña cabecita ya
estaba haciendo de las suyas— se miró en el espejo y sonrió más ampliamente.
— En serio estoy jodido gatito.
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Capítulo 2

Jung YoonOh, 27 años, licenciado en la universidad de Seúl. Consiguiendo una matrícula de


honor al mantener su punción por encima de los 95 puntos durante toda la carrera. Estudio el
doble grado en Internacional Business y Economía.
Muchos abandonaron la carrera antes que él durante los dos primeros años; Jaehyun sabía que
no lograría mantener muchos de los conocidos que hiciera, por lo que no se molestó en
socializar demasiado, tampoco es que le apeteciera; como resultado solo le quedaba actualmente
un amigo de esos años de universidad, Seo Johnny. El rubio de cabello largo había sido como
una lapa, sin parar hasta que YoonOh, o Jaehyun como le llamaban su familia y amistades —
únicamente Johnny—, acepto ser su amigo y quedar para tomar cervezas al acabar las clases.
Johnny había estudiado matemáticas, y realmente no le iba para nada. Era más bien el prototipo
de profesor de deportes caliente que quieres te muestre como se trabaja con las pesas, de manera
privada después de clase.
Aunque está feo que lo diga, Jaehyun pensaba eso de su amigo y es que si, a ver, era gay y tenía
ojos, pero, nunca y es NUNCA se fijaría en su amigo para algo más que eso, amistad. Mierda,
incluso lo consideraba algo así como un realmente odioso y molesto hermano mayor, porque
además de ser más alto y como había descubierto después, había nacido unos meses antes.
Así como YoonOh no creía que su amigo era el prototipo del profesor de matemáticas, él mismo
tampoco se consideraba la imagen ideal del profesor de economía aplicada de un instituto en un
distrito de Seúl. Sin embargo, ahí estaba él, levantándose para acudir a su primer día de trabajo
en el instituto Hanggoul donde tendría que impartir economía aplicada a seguramente
desmotivados, molestos y maleducados alumnos. Aun así estaba emocionado; aunque su irreal
sueño en los años de educación había sido acabar siendo un poderoso CEO como esos que salen
en los dramas, la realidad le había golpeado salvajemente cuando murió su madre dejándole a
cargo de todas las deudas de la familia y una hipoteca que pagar.
La ilusión de su mejor amigo por impartir clases y educar a la nueva generación, junto a la
promesa de dinero estable y relativamente rápido, le habían persuadido. Por eso se encontraba
esa mañana de viernes dirigiéndose, junto a su amigo y ahora colega de trabajo, porque si
Johnny también trabajaría en el mismo instituto, hacia la institución para recibir los documentos
e información necesaria para el comienzo de las clases en las semanas siguientes.

Al llegar se encontraron con un alto edificio de tres plantas una verja de color blanco delimitaba
todo el perímetro que consistía en el edificio principal, un anexo como gimnasio, un gran patio
en la parte derecha del edificio y un amplio jardín en la parte posterior. Se dirigieron a la
entrada y se guiaron por los pasillos internos del primer piso siguiendo las indicaciones que
ponían "Dirección". Al llegar frente al despacho correspondiente tocaron a la puerta, esta fue
abierta en pocos segundos y un sonriente secretario les dio paso a una segunda puerta que
traspasaron, dejando atrás una mesa donde se suponía trabajaba el moreno. Todos entraron al
despacho del director para realizar la bienvenida de rigor. Un hombre no mucho mayor que
ellos mismos se levantó de su butaca, y salió de detrás de la amplia mesa de madera regada de
papeles.
— Es un gusto conocerlos. Mi nombre es Wong Lucas, aunque pueden dirigirse a mí por mi
nombre, no hay problema. Os doy la más sincera bienvenida, profesor Jung, profesor Seo— dijo
a cada uno mientras estrechaba sus manos— Por favor pasen con mi ayudante para completar el
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papeleo. De aquí a unas semanas empezaremos el curso y os presentaré al resto de personal


docente.
Con esas palabras los presentes, menos el director— que parecía ser muy alegre y energético,
con una gran sonrisa— se dirigieron a la salida y haciendo una reverencia leve salieron. A
continuación el asistente los acompaño para realizar todo el papeleo de inicio de contrato.
Jungwoo les tomo las huellas dactilares y relleno todos los documentos en el ordenador central,
informándoles que el lunes a primera hora en la sala de profesores dispondrían de su horario
asignado y grupos a los que impartirían de forma definitiva.
Lo último que hicieron fue despedirse del joven director, para así poder irse a celebrar el nuevo
trabajo que comenzarían. Ambos estaban entusiasmados con la idea, aunque Jaehyun tenía algo
de reticencia, ya que no se caracterizaba por su inmensa paciencia, confiaba en que todo
funcionase de la manera correcta.
Seo Johnny como buena persona hiperactiva y ávida de socializar y amante de las emociones
fuertes había investigado locales que quedaran cerca de ambas casas para poder salir alguna
noche en la que realmente lo necesitaran. ¿Y qué mejor momento para visitar ese club nocturno
que tanto había captado su atención, que la noche del día en el que habían firmado su primer
contrato?
— Qué piensas, esta noche, tú, yo, chicos calientes en un club, música, bailes provocativos y
demasiado pegados para parecer correc–
— En serio? No llevamos ni 48 horas en esta ciudad y ya estás pensando en salir de fiesta? —
interrumpió con algo de gracia bien enmascarada con agotamiento mental.
— Si, qué hay de malo en eso? Bro, en serio eres muy aburrido cuando te lo propones...— bien,
sí. Había conseguido que el gran Seo Johnny hiciera un puchero. Joder que no eran unos críos.
Hay apariencias que engañan, demasiado.
— Eres tú el que insiste en quedarte a mi lado como si fueras mi siamés.
— Venga, ahora me dirás que te molesto y todo. De todos modos pasaré a por ti a las 22h. Ponte
guapo...
A Jaehyun no le dio tiempo a contestar, caminando habían llegado al punto en el que sus
caminos se dividían para cada uno ir a sus apartamentos. Parece que no tenía opción, el rubio
era capaz de pasarse toda la noche tocando el timbre y fundiéndole el móvil a llamadas y
mensajes si decidía ignorarle.

Jae ceno algo ligero antes de prepararse para salir con Seo. Tras comer una ensalada se dirigió
al baño y se dio una ducha, el agua caliente relajo sus músculos. Hacía mucho que no salía de
fiesta y debía prepararse mentalmente, no por John, sino por el mismo. Siendo sinceros, toda la
calma y tranquilidad que representaba a Jung Jaehyun en la vida diaria, se iba a la mierda en
cuanto entraba en su papel "fucking hot frat boy" como le llamaba Johnny. Porque si, realmente
con esa cara y ese cuerpo y esa actitud dominante y esa aura imponente poques* se le podían
resistir. Salió del cuarto de baño con simplemente una toalla alrededor de sus caderas y abrió de
par en par su armario buscando entre su escasa ropa algo que quedara bien para un club
nocturno, el traje de la mañana no era una opción.
Contando sus prendas tenía tres trajes, uno negro, uno gris oscuro y otro azul muy oscuro. Tres
camisas blancas y dos grises claro. Dos corbatas, una negra y otra, rojo vino. Para un ambiente
menos serio, como sería su trabajo, tenía algunos jeans oscuros y alguna camiseta de colores
también oscuros. Aunque su armario no fuera muy amplio John siempre le decía que todo lo que
se pusiere le quedaba de muerte. Era un tema de conversación recurrente la insistencia del
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mayor por la apariencia de gran fuckboy que tenía su amigo con toda su ropa oscura. Muchas
veces le había insistido que usar, de vez en cuando, algún color un poco más claro no le mataría,
pero no había manera. Jaehyun se sentía cómodo así y tampoco le sobraba el dinero para ir
comprando ropa compulsivamente, como si hacia su muy rico amigo —hijo único de abogado y
médico— Johnny Suh.
Finalmente, se decidió por una camiseta negra que debería ser pecado que se ajustara tanto a su
cuerpo e hiciera notar cada uno de sus músculos, unos jeans negros rasgados por las rodillas y
unas deportivas, adivinemos... negras, con detalles en blanco.
Utilizó fijador para mantener su pelo atrás, dejando descubierta su frente a excepción de un
mechón en coma. Se plantó su cazadora de cuero favorita y el medallón que le regalo su madre
metiéndolo por dentro de la camiseta.
Cuando estaba guardando su teléfono y llaves en los bolsillos de la chaqueta el timbre sonó.
Debía admitir que el club era genial, estaba hasta los topes de personas, la música estaba tan alta
que prácticamente no podía escuchar otra cosa
Debía admitir que el club era genial, estaba hasta los topes de personas, la música estaba tan alta
que prácticamente no podía escuchar otra cosa. La gente bailaba en la pista y había una larga
barra donde se dirigieron para pedir algo para tomar. Cuando se acercaron, un camarero les
atendió.
— Hola, decidme hermosos— dijo con una amplia sonrisa un chico un poco más bajo que ellos,
con el pelo decolorado blanco y unos grandes ojos marrones.
— Hola guapo, dos cervezas cuando puedas cariño— contesto Johnny devolviéndole la sonrisa
junto a un guiño rápido al chico.
— Enseguida...
Con eso el camarero se alejó y se perdió entre el resto del personal que atendía a lo largo de la
barra. A los segundos vieron un chico más alto y musculoso que el anterior, moreno,
acercándose a ellos con dos cervezas.
— Aquí están las cervezas— dirigió una sonrisa a Jaehyun pero en cambio una cara de pocos
amigos a Johnny.
— Gracias— respondió divertido el castaño.
Cuando el otro camarero se alejó pudieron ver como agarraba por la cadera al peliblanco de
antes y le plantaba un beso dominante en los labios. Con eso le quedo claro al rubio mayor que
aquel chico no estaba disponible y se le hizo entendible el porqué de la mala cara.
— Vaya, en serio por un guiño de nada ya me asesinan con la mirada— dijo enfurruñado como
un niño el más alto mientras tomaba de su copa. Estuvo varios minutos quejándose por lo rápido
que se ofendían algunas personas y lo poco relajada que estaba la gente— Igualmente eso no me
va a hacer desperdiciar mi noche, sabes? Voy a salir ahí e irme con alg...
Todos los presentes se quedaron en silencio cuando la música paro de golpe incluso la verborrea
mental de Johnny se detuvo y Jaehyun miraba con intriga el escenario. A este se había subido el
peliblanco que les había atendido antes con un micro. Las luces le iluminaban fuertemente y
algunas personas comenzaron a vitorear.
— Buenas noches, espero que lo estéis pasando bien y disculpad la interrupción, pero como
todos los viernes quería dar las gracias a las personas que vienen cada semana. También quería
dar la bienvenida a aquellos que están aquí por primera vez. Para los que no lo saben, es
tradición en este club cada viernes tener con nosotros a un invitado muy especial— algunas
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personas comenzaron a alterarse y gritar como si se tratara de un concierto en el que se estaba


esperando la aparición de un idol o algo así— Esta noche será la última que esté con nosotros
así que espero que podáis disfrutar de esta actuación que nos deja nuestro queridísimo y sexy
Dominated...
Y entonces estalló el caos, Jaehyun paso su mirada sobre todas las personas que estaban en el
local, la mayoría de ellas estaban pendientes de lo que pasaba en el escenario mientras gritaban
y alzaban sus brazos. La música comenzó a sonar y una voz dulce que cantaba una melodía, se
convirtió en una ronca al rapear, con esto miro hacia donde todos los ojos estaban posados,
algunos habían comenzado a bailar al son de ese electrizante ritmo, pero los ojos del castaño no
se pudieron apartar de la figura que bailaba desvergonzadamente en lo alto del escenario.
Delgado, con el músculo suficiente para verse hermoso y a los ojos de Jaehyun irresistible. Pelo
rosa que endulzaba el rostro del chico que movía sus caderas al son del rap que el mismo estaba
componiendo. Parecía disfrutar de toda la atención que estaba recibiendo y el más alto estaba
encantado de dársela.
— Joder, imagina tenerlo para ti solo...
Escucho a su amigo a un lado suyo mascullar mientras tenía la mirada clavada en el cuerpo de
aquel chico. Aquel comentario provocó algo dentro de Jaehyun, inicio algo que no sabía que
podía sentir, por lo que no fue consciente cuando giro para estar frente a Johnny y soltar una
especie de gruñido animal.
— Es mío
— Ey! okey bro, got it. — la cara tan sería casi amenazante de su amigo le advirtió que no
estaba jugando y vaya que conocía cuando se ponía así. Jaehyun podía ser un gran antisocial,
serio e indiferente, pero cuando quería algo lo conseguía a toda costa. En alguna ocasión Johnny
había visto como ligaba el contrario y seria mentir si dijéramos que alguna vez no consiguió lo
que perseguía. En alguna ocasión el rubio había jugado un poco a hacerle competencia con
algún ligue de una noche para hacer la noche más interesante, pero en esta ocasión la decisión y
posesión que se veía en los ojos del castaño no era para bromear. En cierto modo sentía un poco
de pena por el pelirosa.

Para el momento en el que el chico de hebras rosas bajo del escenario, después de estar bailando
casi la mitad de la canción con la mirada fija en los ojos de Jaehyun, y se dirigió hacia él, el de
ojos oscuros ya había planeado como llevar la conversación para poder acabar de una forma u
otra con esa belleza en una postura mucho más sumisa bajo su cuerpo. Era lo que el más alto
deseaba en ese momento y sin saberlo el contrario iba con el mismo deseo.
Una conversación que dejaba en claro las intenciones de ambos, que lo único que sirvió fue para
que sus cuerpos se sintieran mucho más calientes de lo que ya estaban, un acercamiento, un roce
de los labios del más bajo sobre la oreja del castaño y luego una mano sujetando su brazo y
dirigiendo su cuerpo hacia algún lugar dentro de aquel local.
En lo único que podía pensar Jaehyun era en lo mucho que deseaba marcar cada una de las
partes de la blanquecina piel del contrario. Dejar el testimonio de que aquel cuerpo le
pertenecía. Quería arruinar aquel chico de dulce rostro.
Cuando quedaron encerrados en el reducido espacio al que el pelirosa les había guiado, ataco
los labios ajenos con ansia, el hambre que sentía por devorarlos había poseído cada una de las
partes del raciocinio de Jaehyun. No podía mantener sus manos alejadas de aquel pequeño y
delgado cuerpo que a cada segundo le estaba volviendo más loco.
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Alzo y llevo al más bajo hasta la repisa donde estaban los lavamanos, ambos sin dejar de atacar,
morder y succionar sus labios, en un juego de lenguas que hacía resonar en aquel espacio el
sonido húmedo de estas al chocar y enredarse una y otra vez. Sus erecciones haciendo fricción
entre sí, los gemidos del de ojos marrones y los ahogados jadeos del de ojos negros.
Una vez entre las piernas del menor bajo desde sus labios hacia su cuello donde dejo
innumerables marcas rojizas que se enorgullecía saber que perdurarían varios días en la hermosa
y suave piel de aquel chico que estaba sacando su lado más posesivo y dominante.

— Qu—qué de mi madre? — de repente noto que el más bajo estaba hablando con alguien por
teléfono, levanto la mirada y sintió el cuerpo que tenía entre sus brazos contraerse en tensión.
Detuvo los besos que repartía en el cuello contrario y le miro con el ceño fruncido. Recibió una
mirada de disculpa como intentando decir "Un momento, en serio".
Vio como los ojos marrones del chico mostraban algo de pánico y dejo que hablara con quien
quiera que tuviera los cojones para interrumpir en lo que estaban. Solo esperaba que terminara
pronto y poder acabar con lo que habían empezado. De verdad se estaba muriendo por poder
sentir enteramente el cuerpo de aquel niño totalmente desnudo bajo él, solo de imaginarlo
notaba como su erección crecía y cada vez sus ajustados jeans apretaban más y más.
— Me cago en... Mierda, voy para allá. Llego en 10 minutos. Respira, vale Ten?
¿Pero que mierda? No claro que no, aquí habían empezado algo y no iba a dejar que se acabara
así como si nada. ¿Cómo que se iba? y, ¿cómo mierdas pensaba hacer eso?, en este puto
momento, ¿en serio?
— A donde te crees que vas? — soltó sin ser consciente casi de lo que decía, le estaba
cabreando que se estuviera jugando con lo que tenían entre manos. Nadie, absolutamente
NADIE había conseguido llevarle la contraria en cuanto a sexo se trataba y este pequeño que le
sacaba de sus casillas no iba a ser el primero.
— Tengo que irme, una emergencia...
— Te crees que me puedes dejar con esto, aquí y ahora? — algo dentro de él se sentía
aprisionar, no quería que se fuera y ahora se estaba dando cuenta de que no era solo por la
erección mal atendida en sus pantalones. Mientras el de pelo rosa estuvo al teléfono, Jaehyun se
dedicó a estudiar su rostro, era una de las cosas más bonitas que había visto en su vida, sentía la
necesidad de no separarse de ese chico, al menos no ahora.
— Lo siento, pero en serio tengo que irme...
Y sin siquiera darse cuenta el chico había bajado de la repisa donde lo tenía aprisionado aunque
con tantos pensamientos reventando la cabeza del castaño no se enteró cuando se le escapó de
entre sus brazos, de manera literal. Ya estaba caminado hacia la puerta del baño en el que se
habían encerrado y Jaehyun le seguía con su mirada con una sola cosa en su mente —Que no se
vaya por favor...—
— Te juro que a mí tampoco me hace ninguna gracia— una mueca de desagrado se le presentó
en el rostro al más bajo antes de coger el pomo de la puerta.
— Volveré a verte? — le sorprendió así mismo la pregunta que se le escapó de lo más profundo
de su mente. Si no podía estar con el ahora, se aseguraría de buscarlo después, necesitaba estar
con el más tiempo y no sabía de donde salía ese sentimiento o por qué.
— Tal vez... — El de ojos profundos le regalo una sonrisa ladina, una mirada que paso de su
entrepierna a sus ojos, mientras recorría lentamente su lengua delineando su labio inferior, cuyo
movimiento siguió el castaño con especial atención, y finalmente un guiño para luego, salir por
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la puerta que los separaba del mundo del exterior, porque sí, habían conseguido crearse su
propio mundo en exactamente 4 minutos con 53 segundos. Eso calentó aún más al alto que llevo
su mano a su rostro tapando sus ojos e intentó respirar hondo para calmar su excitación, aunque
solamente pensar en esos cabellos rosas tan suaves...
Mierda, para de crecer joder... Uff
Y mientras hablaba con su pene que comenzaba a hacerle muy difícil el caminar con normalidad
o eso se figuraba él, la puerta se abrió dejando ver al rubio de pelo largo.
— Joder te han dejado empalmado... jajaja lo pillas de plantado, empal...
— Si Johnny, que gracioso, gracias por ilustrarme con tu gran ingenio para los chistes, joder...
No ahora mismo no estaba de humor para aguantar los malos chistes de su amigo. Joder tenía un
gran problema ahí abajo y también ahí arriba. No sabía que mierdas le había pasado, pero sentía
que le faltaba algo, lo sintió desde el segundo después a quedarse solo en aquellos baños.
Definitivamente, necesitaba verlo otra vez.
— De nada bro, para eso estamos. Oye ahora en serio, quién era ese chico?
— Ni puta idea, pero me ha dejado más caliente que si estuviera en el infierno.
— Wow no necesitaba tantos detalles, va en serio, puaj que asco, solo de pensarlo se me pone la
piel de gallina tío. — dijo el más alto con una mueca de disgusto en la cara, pareciera que
hubiera pillado a sus padres en una escena de s... bueno si esas cosas que se hacen para tener
bebes y darse amor. Exacto!, dándose besitos y abracitos niños.
— Pues no preguntes... ahora te importaría dejarme solo... necesito encargarme de esto, no creo
poder llegar al coche y conducir tan tranquilamente hasta mi casa con esto así.
— A sus órdenes capitán. Estaré en la barra, cuando acabes nos abrimos.
Y sin más salió de allí. Seguro que se acordaría y le recordaría toda la vida la noche que un
chico, literalmente, le dejo "plantado".
— Qué me has hecho? Maldición... —se dijo a si mismo con exasperación.
Se acomodó dentro de uno de los cubículos de puertas azules que había en fila dentro de aquel
espacio y comenzó a masturbarse mientras pensaba en lo bien que se sentirían los delgados
labios de aquel pelirosa alrededor de su polla. Balanceaba arriba y abajo su mano, con el pulgar
acariciaba la punta enviando corrientes de placer a todo su cuerpo. Esta vez le vino a la mente la
imagen del de ojos noche sobre él, a horcajadas, meneándose de arroba abajo con su miembro
dentro de ese pequeño e irresistible culo que tenía el más bajo. Los sonidos de los rápidos
choques que provocaba su mano sobre su cuerpo y los jadeos eran tapados por la fuerte música.
La gran imaginación del castaño junto a esos pensamientos le llevo al límite tremendamente
rápido sorprendiéndolo una vez bajo de su nube post—orgásmica. Una sonrisa apareció en su
rostro dejando ver sus hoyuelos, se arregló la ropa quedando medio decente y salió del cubículo
en el que e había metido; ni siquiera pensó en poner el pestillo, su pequeño seguro con las prisas
que tenía no había parado a devolver el cartel a su estado original, así que no debía preocuparse
por algún desesperado por mear que le interrumpiera. Apoyo sus palmas sobre la gran tabla
donde hace unos minutos había tenido a su niño —porque si, su pequeña cabecita ya estaba
haciendo de las suyas— se miró en el espejo y sonrió más ampliamente.
— En serio estoy jodido gatito.
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Capítulo 3

La mañana se presentó clara y con una temperatura apacible. Observo con cierta confusión su
alrededor, aún no se acostumbraba a su nuevo apartamento, más grande que el que dejo atrás en
Jeju. Tras la muerte de su madre había estado trabajando a medio tiempo en cualquier cosa que
se le presentara, camarero, repartidor, cuidador de perros, cajero, ... Consiguió pagar las deudas
mientras aún estudiaba, graduándose con excelentes calificaciones paso a vivir una temporada
en la casa que antes le había visto crecer; más bien fue como si hubiera desaparecido, sin
siquiera despedirse del único amigo que le quedaba, del que se había ido distanciando poco a
poco los últimos años de universidad; tras la muerte de su madre los innumerables trabajos y su
creciente apatía no pudieron ser vencidos por la constante insistencia del mayor.
Allí en Jeju trabajo a temporadas en el sector del turismo, sin saber qué hacer muy bien con su
vida. Las ilusiones y sueños que tiempo atrás le habían hecho creer en un futuro plagado de
éxitos se había esfumado como la niebla, dejándole ver la realidad, y esta le mostró que el
dinero es lo realmente importante en la vida. Necesitaba dinero rápido y fácil de conseguir para
poder mantenerse en el día a día.
Un día, a eso de las 12 de la mañana, estaba comiendo en su descanso de 20 minutos de uno de
sus trabajos en uno de los incontables restaurantes de la isla cuando recibió una llamada con
prefijo de Seúl.
— Hola hombre desaparecido.
— ¿Johnny? ¿Eres tú?
— Si, ya me has olvidado? Me siento ofendido tío...
— Que imbécil. ¿Cómo iba a olvidarme de la lapa que se autodenomina mi mejor amigo?
Rieron juntos. Realmente a Jae le hacía falta una llamada así, no las que solía recibir
anunciándole que su candidatura había sido rechazada por poca experiencia o porque era
demasiado joven.
— Oye ¿dónde has estado todo este tiempo desde la graduación, eh? Me tienes abandonado bro.
El castaño suspiro, realmente no se sentía cómodo compartiendo la desgraciada vida que ahora
estaba viviendo. Seguro Johnny había recibido la ayuda de su padre y ya tendría un negocio
relativamente grande en expansión. Pero pensándolo, el rubio era la única persona con la que se
había sentido mínimamente vinculada en los últimos años, de tanto juntarse le había cogido
cariño. Realmente era el único al que podía confesarle todo sin sentirse juzgado, más que por sí
mismo claro.
Así lo hizo, le contó sobre su madre, las deudas, la casa y sus trabajos a medio tiempo; también
sobre el fracaso que había vivido intentando entrar en alguna empresa relativamente grande, o
bueno, más bien en cualquier empresa.
— Así que, si se puede decir que me ha ido como la mierda— rio sin gracia el castaño.
— Joder que mal bro, lo siento. Peroooo, no te lo vas a creer... Tengo la solución a todos tus
problemas. En realidad por eso te llamaba.
— ¿Mmh? ¿A qué te refieres?
— ¿Te gustaría ser profe de economía en una preparatoria en Seúl? Porfa di que sí, no quiero ir
solo...— Podía imaginar e incluso oír el puchero del mayor.
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Pero espera, ¿Johnny de profesor en una preparatoria? ¿Qué pasa con la imagen mental de un
CEO superguapo y joven que salga en todas las portadas?
— ¿Profesor? Tío contexto, no entiendo.
— Si bueno, a ver, el otro día estaba cansado de escuchar a mi padre hablarme sobre que tenía
que montarme una empresa y hacerme un nombre entre los magnates de la capital y bla bla bla
— y ahí estaba, nuestra imagen mental— bueno pues le dije que no tenía planeado seguir esa
vida, él se cabreó, yo me cabree y acabe haciendo las maletas y yéndome de casa— espera,
¿queeé?— entonces fue que buscando piso me encuentre con un distrito que tiene un pequeño
instituto, a las afueras de Seúl, bastante económico y el piso una cucada tío, tiene una cocina
con isla y dos habitaciones; el cuarto de baño con bañera de hidromasaje y tod–
— John, te estás desviando— dijo Jaehyun conociendo al mayor, con una sonrisa sincera
adornando sus labios, ya no recordaba cuando había sonreído por voluntad propia y no porque
tuviera que atender clientes.
— Oh, es verdad, sorry–. Bueno lo que decía, en ese barrio no muy lejos hay un instituto y me
enteré de que buscaban un profesor de matemáticas...
— Y eso en que me afecta, no sé si recuerdas, pero yo no estudie lo mismo que tú.
— Si sí, impaciente, déjame acabar. El caso es que fui a la entrevista y es allí cuando oí que se
necesitaba también un profesor de economía para el curso más avanzado, porque no sé qué del
último que se fue llorando a su casa y al día siguiente renuncio.
En ese momento a Jaehyun se le iluminaron los ojos. Claro, él nunca se había imaginado como
profesor, pero al menos estaría trabajando con algo relacionado con lo que estudio y aunque no
tenía mucha paciencia le gustaba explicar, sobre todo porque se sentía superior contando algo a
alguien que dependía completamente de él para entender.
— Mándame la dirección, iré en cuanto pueda. Ah y avisa de que iré a la entrevista, no sea que
me quiten el trabajo— soltó en un tono burlón, le había cambiado el humor de aquí a varios
años.
— Genial–, seremos compis de curro. Lo bien que nos lo vamos a pasar...
Después de ponerse un poco más al día y acordar que se verían de aquí a una semana se
despidieron. El castaño finalizó esa semana con su contrato precario y reunió los ahorros que
había conseguido acumular. No le costó mucho encontrar por Internet un pequeño apartamento
en la zona que le había comentado Johnny, aunque fuera "pequeño" en estándares de una gran
ciudad, para él era como el doble del que tenía en Jeju. No era muy caro y podía entrar
inmediatamente a vivir. A la semana viajo en barco —mucho más barato que el avión— y John
se encargó de recogerlo en el puerto donde desembarco. Los dos juntos se dirigieron hacia su
nuevo hogar. Realizo la entrevista al día siguiente, tras deshacer las escasas maletas que llevaba
consigo. Consiguió el trabajo ridículamente fácil, o eso pensó él después de algo más de un año
de negativas.
Realmente sentía que le podía ir bien en la vida a partir de ahora.

Aún echaba de menos a su madre, aunque los últimos meses que compartieron, ella estaba casi
siempre con mal aspecto, agotada y enferma, siempre trataba de dar lo mejor de sí para regalar
una sonrisa a su hijo y darle ánimos para continuar. Una lágrima resbaló por su mejilla sin
siquiera ser consciente hasta que vio la marca que dejo en las sábanas grises de su cama.
Decidió levantarse, no era momento de recordar cosas tristes, seguiría adelante por su madre y
por él mismo. Miro la hora que le devolvía el teléfono, tenía tiempo de sobra. Se desperezó,
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estirando y relajando los músculos contraídos. Se dirigió a la ducha no sin antes darse cuenta del
creciente estado de su miembro.
Habían pasado dos semanas desde que conoció al bailarín del club, una desde que había vuelto
al mismo lugar para volverlo a ver, un fin de semana desde que sabía por Baekhyun, el chico
rubio que los había atendido la primera vez, que Ty no estaba trabajando más para ellos, al
menos hasta el verano siguiente.
Desde la primera noche que paso desde su encuentro Jaehyun no se lo había podido sacar de la
cabeza, y no solo la de arriba. Cada vez que se masturbaba le era imposible detener el
pensamiento de los suaves labios de aquel chico, de sus cabellos rosados, de su cuerpo ligero
pero fuerte y musculoso, de su pequeña cintura, de su gr...
Mierda...
Pensó mientras se metía en el baño y comenzaba a tocarse y bombear su excitada extensión con
ansia. Era inevitable que su libido se hubiera disparado. Técnicamente, le habían dejado con las
ganas, su cuerpo quería acabar algo que sabía era muy improbable que ocurriera. Lo único que
sabía del pelirosa era que trabajaba en aquel club, sin un nombre o algo más como referencia,
porque claro no había sido bien recibido al preguntar por el número o la dirección de
Dominated cuando fue al club el último viernes. Ni que fueran un psicópata acosador, ¿verdad?
Con la imagen mental de aquellos finos labios alrededor de su extremidad se vino en los
azulejos de la ducha. Con la respiración aún entrecortada y su corazón latiendo fuertemente,
acabo de asearse. Mientras se vestía con el traje gris y la corbata roja, pensaba en lo
jodidamente enganchado que había quedado de una experiencia de unos pocos minutos hace ya
tantos días.
Realmente nunca se había sentido así, incluso cuando había tenido una relación más larga, al
romper nunca, jamás, se había sentido de esta manera, tan dependiente, tan nostálgico, tan
necesitado; y estaba prácticamente seguro de que era imposible volver a encontrarse con aquel
chico, es decir, ¿quién sería tan estúpido que ir por las calles tan tranquilo siendo que alguno de
sus "fans" podría reconocerlo? Si como le habían dicho, solo había trabajado durante los meses
de verano, era probable que fuera de alguna otra ciudad y que actualmente se encontrara como
Jaehyun, preparándose para ir a trabajar.
No sabía cuan equivocado podía estar.

Cuando acabo de lamentarse y sentirse altamente frustrado, salió de su habitación, una ventana
permitía la entrada de luz e iluminaba alegremente el salón, en ese mismo momento noto como
la energía le inundaba, se sintió bien.
En la cocina preparo café y pan con mucha mantequilla y mermelada. Tranquilamente, tomo su
desayuno mientras revisaba las noticias en la prensa digital. Conclusión, el mundo estaba loco.
Cuando se quiso dar cuenta la puerta estaba siendo tocada impacientemente, debía ser Johnny,
era Johnny. Jaehyun no sabía cómo había aguantado tanto tiempo a una persona tan hiperactiva
y entusiasta a su lado. Jaehyun era más bien calmado, le gustaba el silencio y las noches de
lluvia mientras leía algo en su casa. Aunque también le gustaba salir, en algunas ocasiones y su
actitud era totalmente diferente.
Para una sola noche, era su estándar, nunca se había planteado la posibilidad o le había
interesado el mantener una relación a largo tiempo, siempre se había sentido más cómodo con
relaciones más cortas. Lo máximo que había durado con una persona y fue nada más que un
sexpa, había sido un mes.
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Él mismo admitía su cambio de actitud, incluso de personalidad a la hora de ligar en algún club
o fiesta. Sería mentira admitir que a Jaehyun no le gustaba su carácter dominante y sentir como
la otra persona se volvía sumisa ante sus acciones. Estaba claro que le había encantado la
reacción de aquel chico al ceder ante su toque. El que en un principio parecía desafiante e
incontrolable se volvió suave y demandante de atención. Se había sentido como nunca al tener
que imponer su dominancia y finalmente conseguirla. Ese juego previo de poder le había vuelto
loco, y era la razón por la que no podía sacarse a ese chico de pelo rosado de su mente.
Se dirigió hacia la puerta para dejar pasar a su amigo. Johnny entró como si fuera su propia
casa, con la confianza que le caracterizaba. Jae estaba tan acostumbrado que ni siquiera se
molestó en quejarse en voz alta, se limitó a recoger su maletín de su habitación, poner dentro el
teléfono, las llaves y su cartera para después colocarse el abrigo negro sobre el traje y ambos
salir del apartamento rumbo al Instituto donde trabajarían ese año.
Jae estaba tan acostumbrado que ni siquiera se molestó en quejarse en voz alta, se limitó a
recoger su maletín de su habitación, poner dentro el teléfono, las llaves y su cartera para
después colocarse el abrigo negro sobre el traje y ambos salir...
No era una buena mañana, su despertador no había sonado y le quedaba solo media hora para
ducharse y arreglarse antes de ir al Instituto. Se aseó de la manera más rápida que pudo,
solamente le dio tiempo a coger una manzana cuando el timbre de su casa sonó.
Su madre había dejado una nota en la cocina diciendo que había tenido un llamado de
emergencia del hospital donde trabajaba, así que no podía ser otra persona que su amigo.
Ten era el más cercano a Tae desde que tenía memoria. Se conocieron en la primaria cuando
apenas tenían 7 años, desde un primer momento Taeyong fue reacio a la sonrisa y entusiasmo
incontrolables del pequeño niño tailandés, desde que su padre los había abandonado, su corazón
se había hecho de piedra solamente dándole acceso a su madre.
Con el paso del tiempo y la insistencia del castaño, Tae fue abriendo espacio, poco a poco en su
maltratado órgano a una nueva persona. Desde ese momento eran inseparables. Ten había sido
su cómplice en la idea loca de bailar y trabajar en aquel club nocturno durante el verano, le
había cubierto cada viernes por la noche diciendo que se quedaba en su casa a dormir. Aunque
no fuera del todo mentira pues cuando acababa del club, Tae siempre acudía a la casa del
castaño, era una excusa fácil que les había servido durante tres meses. Por esa razón casi les da
un infarto hace dos semanas cuando estuvieron a punto de pillarles en su mentira.
Afortunadamente, la casa de Ten no quedaba lejos del club, estaba más cerca que la de Tae por
lo que pudo llegar unos minutos antes que su madre y pensar una excusa creíble por la que no le
había cogido el teléfono. Ahora que lo recordaba era incluso gracioso.
Hace dos semanas había sido demasiado, y no solo por el mal trago que paso con su madre, sino
porque inevitablemente cuando se acordaba de esa noche, su mente volvía a los salvajes besos
que había compartido con aquel dominante y sexy tipo, como este había poseído tan bien su
cuerpo, tanto que Taeyong había conseguido un nivel de sumisión que no había alcanzado con
nadie, provocándole varios sentimientos encontrados al recordarlo.
Por una parte le excitaba en demasía, aquella cesión del control, aquella aura ruda y fuerte le
dejaba el cuerpo temblando y nada más que a base de recuerdos; pero también le aterraba, no
podía imaginarse si en unos pocos minutos se había sentido así, si había caído tanto por el
hombre, por su toque, por su voz, ¿cómo hubiera sido si hubieran llegado más lejos? Tae podía
jurar que si el castaño le hubiera pedido rogar de rodillas le habrían faltado segundos para
hacerlo, incluso se habría tomado la molestia de dejar caer alguna lágrima para conseguir el
contacto con el más alto y no estaba completamente seguro de que hubieran sido falsas. Joder
realmente le había jodido la mente aquella noche y no ayudaba que prácticamente todas las
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mañanas se despertara con una erección debida a algún sueño húmedo que había tenido con el
castaño.
Incluso había consultado Internet para informarse sobre la dominación y sumisión. Si, a ver, él
no estaba muy interesado en ese tema, pero se había sentido tan bien la sensación de delegar
todo el control sobre otra persona que le hizo querer experimentar más ese mundo que para él
aún era desconocido. Tal vez ir a un club específico, pero no se sentía bien con eso, no sentía
confianza, no sentía la tranquilidad que había experimentado con el castaño mayor—aunque
claro tranquilidad no debería haber sido lo que caracterizará el momento, se sentía seguro en los
fuertes brazos levemente bronceados, tal vez solo le dejaría hacer y experimentar a esa persona.
Debía admitir muchos de los vídeos que encontró al principio le pusieron los pelos de punta,
pero al poco rato, imaginándose, siendo el sumiso, de esas sesiones, recibir azotes o ser atado
por aquel chico de castaños cabellos no le parecía tan mala idea, incluso se había excitado en
demasía con alguna que otra escena.
Taeyong se había estado atormentando por la promesa de lo que podría haber sido y no fue, se
arrepentía enormemente de haber dejado colgado al mayor en los baños del club y eso era otra
cosa que le daba pavor, él jamás había pensado más allá, claro solía tener un buen recuerdo de
sus encuentros sexuales, pero nunca había estado tan "colgado" si se podía decir así, de una
experiencia frustrada y vaya si había tenido. En alguna que otra ocasión le habían dejado con el
orgasmo en las puertas, otra su pareja le hacía una mamada tan malditamente mala que no podía
casi ni quedarse recto por mucho que lo intentara, incluso había habido una vez que un tipo le
había pedido ser él el pasivo, y claro Taeyong se había descojonado en su cara. Tae no tenía
nada de activo; vale si, se encontraba en esa clasificación a la que se denominaba Brat, pero
seguía siendo un sumiso en toda regla, algo que había descubierto con sus recientes búsquedas
en la red; que le gustara el juego de pelear por el poder y cederlo cuando el dominante
realmente se impusiera y mereciera su actitud de lindo gatito, no significaba que tuviera madera
de activo, ni siquiera le atraía la idea de metérsela a alguien.
Se sentía raro y eso le asustaba, no quería conscientemente pillarse de alguien, tener enlaces
afectivos con la gente era una pérdida de tiempo si al final te abandonan y eso dolía como la
mierda, él podía decirlo por experiencia propia. Pero inconscientemente su corazón comenzaba
a latir fuertemente cuando recordaba las grandes manos de aquel tipo, o sus suaves y brillantes
cabellos. Notaba como se le hacía un nudo en la garganta cuando se hacía consciente de que se
había masturbado desde hace dos semanas con la imagen de ese increíble hombre en su mente.
Definitivamente, no quería un enganche emocional con nadie, aunque bueno tal vez los vientos
cambian y los corazones se aceleran, y eso es algo que ni Taeyong ni nadie podía controlar, por
muy conscientemente reticente que fuera.
Salió de sus recuerdos cuando el timbre volvió a sonar, sujetó la manzana entre sus dientes
mientras se ponía la mullida chaqueta blanca, se pasaba la mochila por los hombros y cogiendo
las llaves y su teléfono salió de la casa. Los dos amigos al verse se dieron un abrazo y si
dirigieron hacia el Instituto dónde cursarían su último año antes de los exámenes de acceso a la
Universidad.
Charlaron y bromearon de todo un poco, se les hizo corto el camino hasta la institución.

Un bufido salió de entre los labios de Taeyong cuando se encontraron con la verja abierta de par
en par esperando a que comenzaran a llegar los alumnos y profesores.
— Venga hombre que no es para tanto— Dijo Ten en un tono alegre. Él pensaba que Tae era un
exagerado. Sí, hay que admitir que las clases eran aburridas a morir, pero seguro habría gente
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nueva que conocer, alumnos o profesores y eso ilusionada el amable y cariñoso corazón del
tailandés.
Conocer personas y socializar era una de las mayores aficiones de Ten, le encantaba poder ser
abierto con todo aquel que necesitara ayuda o que simplemente tuviera ganas de mantener una
conversación. Era muy difícil borrar la sonrisa de la cara de Ten y eso a Taeyong a veces, le
ponía de los nervios, en realidad demasiado a menudo.
— Eso lo dices porque a ti te va bien con las notas, yo por mucho que me esfuerzo sigo siendo
uno de los peores de la clase y estoy harto de los profesores que me meten en el mismo saco que
Wang o Tuan.
Jackson Wang, Mark Tuan, Jay B, Jinyoung, Youngjae, BamBam y Yugyeom eran un grupo de
siete chicos repartidos en las diferentes clases del mismo nivel que Taeyong y Ten. En su clase
estaban Wang y Tuan. Eran algo así como los más populares de la escuela desde prácticamente
el principio y algunos como los que compartían con Tae y Ten no se destacaban por estudiar
mucho, siempre se sentaban al final del aula y entre dormir y armar escándalo con sus chistes
pasaban las horas de clase. Pero lo que frustraba a Tae era que lo compararan y lo metieran en el
mismo saco que a ellos; aunque sus notas no se diferenciaban mucho, el esfuerzo que ponían
para conseguirlas era totalmente diferente. El pelirosa podía pasarse una semana estudiando
para un único examen y no conseguía subir del aprobado raspado, con mucha suerte lograba
alcanzar el 6 y eso era una fiesta en casa. Le frustraba demasiado. De verdad que le gustaría
solo bailar y cantar en una academia especializada a memorizar fórmulas matemáticas y
declinación verbales. Pero para eso tenía que primero superar la preparatoria, alabado sea —
quien sea— que solo le quedaba un año en ese infierno llamado educación obligatoria.
Se dirigieron hacia la clase asignada para su nivel ese curso, siendo conscientes de lo solitario
que estaba todo. En realidad aún quedaban 15 minutos para el inicio de las clases, maldito Ten y
su obsesión por la puntualidad. Cuando llegaron al aula se sentaron en primera fila, en una
esquina que tenía la ventana al lado, a Taeyong le encantaba el aire cálido que le llegaba desde
el exterior, el ruido de los pájaros del pequeño jardín que se encontraba en la parte posterior del
edificio y al cual estaban dirigidos los ventanales. Ten a su lado comenzó a sacar los libros,
libretas y lápices poniéndolos sobre la mesa de una manera tan simétrica y perfecta que rayaba
lo enfermizo. Tae se limitó a dejar la mochila de cualquier manera sobre la superficie de
madera, sentarse de forma relajada en la silla, meter sus manos en los bolsillos de su chaqueta y
dirigir la mirada hacia el exterior.
La tranquilidad que estaba sintiendo gracias al silencio, solo interrumpido por la suave
respiración de Ten que también miraba de modo relajado por la ventana fue interrumpida por el
sonido de la puerta siendo abierta. Ambos dirigieron su mirada hacia la persona que estaba en
ese momento entrando en el aula, traje gris, corbata roja, maletín y abrigo negro sobre un brazo.
Debía ser una puta broma, una retorcida y jodida broma. En su mente Taeyong confirmo que el
destino era cruel, rencoroso y jodidamente oportuno, no podía estar pasando realmente.
Esto definitivamente NO le podía estar pasando a Taeyong...
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Capítulo 4

Jaehyun y Johnny llegaron antes de lo esperado a la institución, la amena y sin sentido charla
que a veces proporcionaba el rubio le servía al más bajo para distraerse cuando estaba tan
nervioso como ahora, él sabía que podía tener un carácter fuerte, no lo iba a negar. No podía
evitar el sentirse un poco intranquilo respecto a su actuar si alguno de sus alumnos se
sobrepasaba o intentaba hacerse el listo con él, no tenía paciencia, pero deberíamos admitir que
era uno de los mejores en su campo y como profesor —al menos cuando había tenido que
exponer en las clases o en sus prácticas extracurriculares— era muy buen comunicador; si las
pequeñas criaturas que se encontraban dentro de aquellos muros estaban dispuestos, Jae sería un
gran profesor, algo estricto, sí, pero muy bueno.
Johnny se pasó todo el camino hablando sinsentidos como solía; podía captar la incomodidad
del castaño por lo que decidió tomar la dirección de la conversación y si, Jae debía admitir que
apreciaba eso de su amigo.
John Seo sabía leer tan bien al castaño que sin siquiera una palabra empezaba a hacer lo que
fuera necesario para que se sintiera bien y subirle el ánimo, incluso alguna vez en la que
Jaehyun caía en uno de sus ataques de pánico a causa de su neurótica idea de no ser suficiente,
de no ser lo bastante bueno o la tonta idea de que iba a suspender le llegaba a la cabeza, Johnny
había estado ahí, distrayendo a la hiperactiva y paranoica mente de su mejor amigo.

Como se les había indicado el primer día, aquel que habían firmado el contrato y se habían dado
de alta en el sistema del colegio, se dirigieron a la sala de profesores. Aún no se veían alumnos
por los pasillos o en las aulas, eso les daba tiempo para recoger la lista de sus clases y sus
horarios y dirigirse cada uno a su lugar correspondiente, cada uno a alguna aula del gigantesco
recinto.
Entraron por la puerta principal pasando la conserjería y avanzaron por uno de los pasillos a su
derecha. Se encontraron nuevamente con la puerta al frente que ponía con una placa de metal
"Dirección" donde habían estado la primera vez. Ahora giraron nuevamente a la derecha para
encontrarse con otra puerta en la que se indicaba que era la sala de profesores.
Lucas y su secretario Jungwoo se encontraban en aquella amplia sala junto a más personas que
se suponía serían profesores o personal del centro. En la estancia una mesa ovalada de madera
oscura se situaba en el centro; alrededor de esta una serie de sillas también de madera. El
espacio era iluminado con la luz que entraba por el gran ventanal que parecía dar a un jardín
trasero del edificio. Las ventanas abiertas permitían que una agradable brisa cálida entrara y
acunara a los presentes, junto a los ligeros sonidos de pájaros y árboles meciéndose al ritmo del
viento. Definitivamente, era muy agradable este espacio.
— ¡¡Mis chicos nuevos han llegado!!— exclamo el director Wong Lucas con los brazos alzados
como si esperara un abrazo. ¿Acaso esa era una actitud para ser director de una institución
semejante? Realmente el que se suponía debía ser el más serio y sensato muchas veces actuaba
como un niño, con esa gran sonrisa y esos gestos amables hacia los demás.
El repentino entusiasmo del joven director provocó que muchas de las personas que antes
estaban charlando tranquilamente entre sí, o las que ordenaban de manera nerviosa sus papeles,
se volvieran hacia la puerta de entrada, aunque sus caras no parecían sorprendidas por la actitud
de su jefe miraron fijamente hacia los recién llegados. Jaehyun sintió su cara arder, era un tanto
vergonzoso ser el blanco de tantos pares de ojos, pero claro a Johnny no le afectaba lo más
mínimo. Este se acercó para estrechar la mano del director y de su secretario siendo seguido por
≽⌔≼

Jaehyun con una máscara de seguridad y autoridad que sus rasgos afilados y duros le permitían
fingir bastante bien.
— Qué tal están? Espero que hayan pasado una buena semana. Les damos la bienvenida de
nuevo— dijo Jungwoo cuando estrecharon su mano con una venida de cabeza y una sonrisa.
Estaba claro quién era el sensato en la relación, profesionalmente hablando, por supuesto.
— Déjenme presentarles al resto de docentes con los que compartirán espacio este curso. Luego
por la tarde hay más docentes que se encargan del resto de cursos por lo que no coincidirán con
ellos.
Se dirigieron hacia un grupo de dos hombres junto a Wong, uno rubio un poco más oscuro que
el de Johnny y con gafas de metal, otro muy alto y con el pelo negro y dos mujeres una también
con la cabellera rubia con las puntas azules y la otra castaña, más alta que la anterior y con los
rasgos más fuertes. Los fue señalando uno a uno por este orden y diciendo:
— Estos son los profesores Lee Minhyuk, de artes plásticas. Son Hyunwoo de educación física.
Kim Minjeong de lengua y literatura y Yu Jimin de literatura inglesa.
— Es un placer, mi nombre es Lee Minhyuk, espero que podamos trabajar bien entre nosotros y
ser amigos— Dijo con una gran sonrisa mientras estrechaba la mano de ambos efusivamente
— Es un placer, mi nombre es Lee Minhyuk, espero que podamos trabajar bien entre nosotros y
ser amigos— Dijo con una gran sonrisa mientras estrechaba la mano de ambos efusivamente.
Con su actitud parecía un pequeño cachorro con ganas de jugar.
— Encantado, podéis llamarme Shownu, solo me llama Hyunwoon mi madre y mi abuela y este
patán de aquí llamado director— encantador, si esa sonrisa era como la de un pequeño oso
pardo, tierna y encantadora. Lucas se llevó una mano a su pecho sintiéndose "ofendido"
mientras codeaba a Shownu.
— Qué tal? Soy Winter, es un placer, espero que estén a gusto aquí— dijo en esta ocasión la del
cabello rubio. Parecía pequeña, con una sonrisa tímida y un tono de voz suave, casi susurrando;
había visto mal o se escondía un poco detrás del cuerpo de la castaña?
— Mi nombre es Karina, espero que trabajemos bien juntos este año— parecía una chica muy
formal, pero amable, se le notaba que era de esas personas que no sonreían mucho, pero cuando
lo hacían podían deslumbrar a cualquiera. Se llevaría bien con Jae.
Después de intercambiar algunas palabras de cortesía Wong Lucas los llevo al siguiente grupo,
este únicamente formado por dos mujeres y un hombre.
Como había hecho antes, Lucas fue señalando a cada uno mientras los presentaba. Una chica
con el pelo corto sobre los hombros, negro y algunas mechas blancas, otra con el pelo castaño,
bajita y cara adorable. Finalmente un chico alto con el pelo corto negro, el flequillo caía por su
rostro hasta sus ojos, lo que hacía que se lo alejaba hacia atrás cada pocos segundos, siendo
síntoma más de manía que de real necesidad.
— Estos son Shin Ryujin de biología, Choi JiSoo de ciencias y Hwang Hyunjin de filosofía. Por
cierto, Hwang donde esta Lee?
— Lucas tú sabes cómo es, se le han pegado las sábanas, y lo he dejado dormir como un bebé
hasta que se despertara como un gato asustado y corriera por su vida para llegar a tiempo
— Lucas tú sabes cómo es, se le han pegado las sábanas, y lo he dejado dormir como un bebé
hasta que se despertara como un gato asustado y corriera por su vida para llegar a tiempo. No
debería tardar mucho en aparec–
≽⌔≼

Y en eso entro en la sala un chico bajito, con el pelo rubio y pequitas repartidas por debajo de
sus ojos y por su nariz, realmente era adorable como intentaba recuperar el aliento apoyando en
el marco de la puerta con los ojos cerrados. De repente abrió los ojos como si hubiera recordado
algo, barrio con la mirada la sala y con una cara de pocos amigos se dirigió al grupo en el que
Jae y John se encontraban, ambos un tanto perplejos por la situación.
Cuando el rubio llego delante del que habían presentado como el profesor de filosofía, el cual
estaba sonriendo de forma altanera y ridículamente sexy, empezó a golpearle en los brazos y el
pecho como un niño con una rabieta.
— No me has despertado, eres increíble siempre igual. No sé ni porque confió en ti. Siempre me
haces lo mismo. ¿Sabes lo rápido que he tenido que tomar el café? Casi se me sale por la nariz
de lo rápido que iba... Ah claro ¿y a ti te hace mucha gracia, verdad? Ufff me tienes hasta el
sant–
Y su verborrea fue interrumpida cuando el alto moreno le cogió de las caderas acercándolo a su
cuerpo y plantándole un beso en los labios.
Cuando le soltó el rubio no parecía ni saber dónde estaba, en eso Hwang le giro y aun
abrazándole por la cintura dijo:
— Este es Lee Felix, enseña historia e historia del arte, y es mi novio— le dio un rápido beso en
la mejilla y ambos sonrieron, uno satisfecho, orgulloso y el otro avergonzado, sonrojándose.
— Bueno ahora que has llegado, estos son Seo Johnny que impartirá las clases de matemáticas y
Jung Jaehyun de economía aplicada.
— U—un placer conocerlos. Perdón por llegar tarde— eso último se refirió más a Lucas que
con un movimiento del brazo le restó importancia.
— Ahora que estamos todos, me gustaría darles la bienvenida un año más. Espero que este gran
equipo se mantenga por muchos más y que trabajemos para dar la mejor educación a esos niños.
Como siempre quiero recordarles que recojan sus horarios tanto de clases como de patios y
biblioteca que están sobre la mesa. Por favor revisen sus listas de clase e intenten aprenderse los
nombres de los estudiantes, eso sería de gran ayuda para que se sientan cómodos. Por último, he
de avisar que los Got7 están actualmente en último curso, así que demos lo mejor de nosotros
porque este año sea fructífero y no se dejen llevar por sus jugarretas como lo hizo el profesor de
economía el año pasado. Muchas gracias por su atención y buena suerte.
Los diferentes profesores fueron acercándose a la mesa donde en frente de cada asiento había
una carpeta con todo lo necesario para llevar al día notas, listas de asistencia, fichas de
estudiantes...
— Disculpe director, eso que dijo sobre los got no sé qué. ¿A qué se refería? — mentiría si
dijera que a Jaehyun eso último no le había dejado un tanto intranquilo, no sabía lo que había
pasado el año anterior, pero no quería que le pasara lo mismo a él, necesitaba este trabajo y no
estaba dispuesto a renunciar.
— O si, no te preocupes Jung, sé que podrás manejarlo. Got7 es como se hacen llamar un grupo
de amigos que siempre van juntos, actualmente están repartidos en las diferentes clases de
último curso. Algunos son un tanto gamberros, no obstante los siete son como los más populares
de por aquí. Este curso los separamos porque por un error administrativo el año pasado
quedaron en la misma clase todos y para el profesor que te precedió fue un poco demasiado. Si
no me equivoco tú solo trataras con Tuan y Jackson, aunque puedan ser un poco ruidosos
muchas veces, normalmente se pasan las clases durmiendo así que no te preocupes demasiado.
≽⌔≼

Eso no alentó mucho al castaño, sin embargo, prefirió no preocuparse mucho por ahora, juzgaría
por el mismo a esos chicos. No le gustaba mucho la idea de tener prejuicios sobre alguien que ni
siquiera había conocido aún.
Con eso en mente se despidió de sus compañeros que estaban sentados alrededor de la mesa
leyendo la información sobre sus alumnos, bueno todos menos, ¿Felix?, si no se equivocaba ese
era su nombre. Este se encontraba aprisionado por los brazos de Hwang y sentado sobre su
regazo al parecer de mala gana, pero tampoco parecía intentar desquitarse, y tampoco parecía
sorprender o alarmar a nadie más, por lo que supuso era algo normal entre ellos.
Subiendo las escaleras hasta el tercer piso fue recorriendo los pasillos, viendo que en alguna
clase empezaba a haber algún que otro alumno, solo o en grupos pequeños. Cuando llego al
frente de la puerta cerrada que tenía un cristal alargado opaco, que no dejaba vislumbrar nada
del interior más que unas manchas borrosas, sino que solamente permitía pasar algo de luz,
inspiro y expiro fuerte, tenía que relajarse y tomo profundas respiraciones; después de un rato
con los ojos cerrados, cogió la manecilla de la puerta y la abrió.
Se quedó helado al darse cuenta de que había dentro de aquella aula. Era una clase amplia,
iluminada fuertemente por la luz de los ventanales que daban a los árboles que se alzaban desde
el patio trasero. Se quedó en la puerta inmóvil cuando aquel par de alumnos se giraron y
enfocaron su vista en él. Unos ojos oscuros, rasgos afilados, delgados y suaves labios, todo
aquello enmarcado por su rosado cabello, fue todo en lo que pudo concentrarse Jaehyun en ese
momento.
En su mente un Mierda compartía espacio con un Te encontré y ahora no podrás escapar y de
nuevo un Joder, estoy fatal.

Ambos se quedaron mirando fijo a los ojos del otro, negro con marrón chocolate entrelazados
en una danza peligrosa. La tensión, la abrumadora sensación que se podía sentir en ese lugar les
dejo inmóviles en sus lugares.

Taeyong podría jurar que se le paró por un segundo el corazón al ver al tipo con el que se había
liado en el club entrar como si nada a su aula. Y es que aún con los nervios a flor de piel había
algo en su cabeza que no parecía notar ese malestar externo. En su interior era un lío de
emoción y entusiasmo, pero también de excitación y temor. Una parte de él no paraba de
imaginar los escenarios posibles que podrían venir a continuación, mientras que otra se estaba
martirizando por el hecho de que teóricamente él no se pillaba por nadie. Y lo que estaba
jodiendo más aún su mente era que se estaba planteando el cómo actuar con el castaño en vez de
preguntarse por qué estaba el castaño allí, en su clase, en su instituto.
Ahora estaba empezando a percibir los detalles. Su mirada, vago por el cuerpo del castaño,
vestía un traje gris que se ceñía peligrosamente bien a su tonificado cuerpo, una corbata roja se
cerraba alrededor de su cuello, en la cabeza de Tae ya estaban pasando imágenes de para todo lo
que podía usar esa corbata. Joder, un trozo de tela... un trozo de tela no debería verse tan
malditamente sexy.
Sobre uno de sus brazos llevaba un abrigo negro y un maletín del mismo color. Finalmente, su
mirada se detuvo en la típica carpeta que llevaban a todos lados los profesores de su instituto,
era una carpeta que le tenía amargada la vida a Tae—... espera. un. maldito. segundo.
¿Aquel hombre increíblemente caliente y sexy con el que casi, un casi tan casi que le asustaba,
había tenido sexo hace apenas dos semanas en los baños de un club donde Taeyong había estado
≽⌔≼

rapeando y bailando descaradamente delante de 200 personas mínimo, ahora estaba frente a él
con una jodida carpeta de profesor, en su instituto?
¿Esto era broma, verdad?
Era una jodida broma.
Nononono, no podía estar pasando, no, esto era demasiada mala suerte incluso para Lee
Taeyong.
Entro en negación, con la expresión en blanco, inmóvil.

Jaehyun no estaba mejor, la línea de pensamientos que estaba teniendo en esos momentos el
pelirosa, sin saberlo, eran demasiado parecidos a los que estaba teniendo él, aunque más rápido
en sacar sus conclusiones.
Jaehyun ya estaba maldiciendo en su cabeza por haber inspeccionado con tanto detalle el cuerpo
que había tocado y recorrido tan a la liguera hacia unas semanas y que ahora mucho tenía que
equivocarse para saber que le pertenecía a un alumno. Un jodido alumno... había estado a punto
de joder con un alumno.
Aunque no podía negar que con uno extremadamente apetecible, tan bonito y salvaje a la vez.
Joder esto le estaba volviendo loco. ¿Cómo podía ser que estuviera sintiendo cosas tan
diferentes en ese mismo momento? Por un lado, su cabeza le estaba martirizando, ese chico no
debía superar los 18, ni siquiera sabía si era mayor de edad. Por otro lado, era su alumno y eso
estaba malditamente mal. Perooo si lo pensaba bien aún no estaba trabajando para el instituto la
noche del club, ¿no? Pero eso no justificaba los pensamientos y las ganas que tenía ahora mismo
de abalanzarse sobre él y de manera posesiva marcarlo con sus labios, con sus dientes y—
Para. Para, para. Stop un maldito momento.
El angelito de la conciencia le seguía recordando que aquel chico de cabello rosado era,
seguramente, menor de edad y el que fuera su profesor era solo un agravante y no la causa del
delito. Sin embargo, ahí estaba el demonio de la no—conciencia con una voz demasiado
parecida a la de Seo Johnny, su lado más posesivo, más controlador, más dominante, más
¿Alfa? Esto no era una puñetera novela omegaverse donde da igual la edad o los rangos
sociales, donde si es tu mate da igual todo, y donde solamente importa el amor y hasta donde
estén dispuestos a llegar los protagonistas.
Pero pese a la batalla interna que se estaba librando en la cabeza de Jaehyun, había un
pensamiento que estaba ganando y es que aquel chico —que ahora le miraba con una expresión
en blanco, el dueño de esos ojos donde podía notar como cada uno de sus pensamientos pasaba;
ese chico de pelo rosado, que ahora mismo se estaba pasando la lengua por los resecos labios y
que escaneaba su cuerpo entero—, no pulsaba sus botones correctos, sino que estaba
destrozando a puñetazos, de manera brutal, todos los malditos botones internos correctos e
incorrectos. Literalmente estaba friendo y conquistando cada rincón del cerebro de Jaehyun y
casi sin darse cuenta había derribado las fuertes puertas de la fortaleza de su alma.

Taeyong despertó de su "shock" cuando asimilo que su profesor, si no recordaba mal el horario,
de economía aplicada era el mismo hombre del que sentía una dependencia emocional
recientemente. Porque si, Tae en su cabeza ya había admitido que aquello de lo que sufría esos
días no era una frustración por insatisfacción, no se masturbaba con la imagen del hombre
porque no hubieran acabado lo que empezaron. Malditamente no soñaba todas las puñeteras
≽⌔≼

noches con el que ahora era su profesor por una cuenta pendiente. Aquel hombre le había
cambiado algo por dentro, algo que quería explorar, algo que le hacía sentirse eufórico.
Quería sentir hasta donde podía llegar con aquel hombre, si es que el otro lo consentía, aunque
bueno, ¿cuándo Lee Taeyong ha necesitado el permiso de nadie para conseguir lo que él quiere?
Y ahora mismo lo que quería era su castaño, alto y musculoso profesor de economía. ¿Difícil?
Eso no era un impedimento para lo descarado que podía llegar a ser.
Y sorprendentemente ambos compartieron un pensamiento, al mismo tiempo, dentro de una
burbuja impenetrable, dentro de los ojos del otro, sintiendo sus corazones cálidos, sintiendo
como su piel de gallina se extendió por sus cuerpos...
Él debe ser mío.
Él debe ser mío.
≽⌔≼

Capítulo 5

Los dos pares de ojos que permanecían fijos en los contrarios reaccionaron, ambos abrieron la
boca, dispuestos a hablar, no sabían que decir, solo sabían que debían decir algo, lo que sea,
conseguir un To be continued y no un The End.
En el momento que Taeyong estaba dispuesto a levantarse y dirigirse hacia el mayor movido
por sus impulsos y que Jaehyun estaba a punto de avanzar un paso hacia el pelirosa para,
también movido por algo instintivo, tenerlo entre sus brazos, un estruendoso y —catalogado por
muchos—, odioso timbre sonó, y como por arte de magia un grupo de estudiantes se arremolinó
tras Jaehyun esperando entrar al aula.
— Disculpe, ¿podemos entrar? — escucho el castaño a su espalda. Un chico con una sonrisa
que derretiría el corazón de hasta el más frío ser, estaba mirando desde la inferioridad que le
provocaban sus 10 centímetros menos, al mayor.
— Jisung, ¿él es nuestro profesor? Es muy joven...— el chico de pelo verdoso que se situaba al
lado del rubio de tierna sonrisa hablo como si Jae no pudiera escucharlo, pero la verdad es que
el castaño apenas era consciente de que estaba pasando, no había puesto atención a las palabras
del rubio y mucho menos a las que le siguieron.

Saliendo de su congelación cerebral por los intensos minutos, ¿o fueron segundos?, recién
vividos, Jaehyun se apartó de la puerta adentrándose en el aula hasta llegar a su gran escritorio
de madera oscura al frente de la clase.
Sobre la mesa comenzó a deshacer su maletín un poco más conectado a la realidad que le
rodeaba, mientras oía como una gran cantidad de alumnos se iba adentrando en la clase y se
sentaban en las mesas distribuidas por parejas. Hubo algunas quejas por no poder sentarse junto
a la persona que quería. Hubo una gran cantidad de conversaciones superpuestas y algunas risas.
Sacó los libros que utilizaría para dar las clases y colocó al lado el cuaderno que utilizaría para
apuntar las faltas de asistencia, notas... Jaehyun abrió este último viendo por primera vez las
fichas de los alumnos que antes le habían comentado en la sala de profesores, en verdad debería
haber revisado esas fichas antes de correr hacia la clase que le habían indicado; al menos no se
hubiera impresionado tanto o habría podido prepararse mejor a la hora de ver al chico como uno
de sus alumnos. Pensándolo bien, si Jaehyun hubiera sabido que Tae estaría recibiendo sus
lecciones, de antemano, seguro hubiera podido disfrutar mejor de las expresiones que puso el
menor al verlo allí, en el umbral de la puerta, y no haber estado tan sumamente impactado con
la bella imagen frente a él que apenas registro nada durante ese tiempo. Una pequeña y casi
imperceptible sonrisa apareció en sus labios mientras imaginaba al más bajo todo altanero y
orgulloso presa de la confusión. Seguro se parecería a un gatito, mirando a todos lados con esos
ojos brillantes oscuros y esos labios un poco abultados.
Dios, ¿habíamos dicho que sería una mala idea tener una puta erección en mitad de una clase
con adolescentes, verdad?
¿No? Bueno pues si Jae, es muy mala idea.
Para intentar distraer a su mente de aquella tentadora imagen, Jaehyun fue pasando las hojas de
ese tipo de libreta donde tenía una hermosa fotografía de cada uno de los alumnos; bueno, más
bien, fotografías comunes de sus alumnos y una muy especial de un chico en concreto de hebras
rosadas.
≽⌔≼

Jaehyun intento no hacer contacto visual con el menor, si no, no sabía si podría controlar los
impulsos que le instaban a moverse hasta el pupitre —que alabado sea quien sea de ahí arriba o
abajo estaba en primera fila y podría verlo claramente en sus clases— y devorar la boca del de
ojos noche. En realidad no debería ni siquiera estar pensando en eso o tendría un problema
difícil de disimular en su primer día de trabajo, en un aula llena de menores de edad.
Realmente era muy mala idea tener una erección en ese momento.
Girando sobre sus propios talones se encontró con la pizarra colocada detrás de su escritorio,
partió una de las blancas tizas que se encontraban dentro de una pequeña caja azul y comenzó a
escribir con una elegante letra su nombre en la superficie negra.
Al volverse, se encontró con un montón de ojos curiosos sobre su persona, eso le puso nerviosos
por un momento, pero noto que la mirada que más quería recibir estaba fija en los árboles fuera
de la ventana. El nerviosismo fue sustituido rápidamente por una sensación de vacío y algo que
quemaba su corazón, su sangre que recorría por sus venas, la notaba palpitar. Debía conseguir
su atención, su animal interior gruño como si así pudiera reclamar su mirada, como si de una
especie de llamado se tratara.
— Buenos días. Mi nombre es Jung YoonOh y seré su profesor de economía aplicada durante
este curso. — Hizo una pequeña pausa recorriendo con su mirada a todos los presentes. Silencio
sepulcral invadiendo cada gota de oxígeno del espacio en el que se encontraba. Cuando
comprobó que tenía la atención de todos los presentes, y es decir, todos, entonces continuó—
Por favor les pido que nos tratemos unos a otros con respeto y de esta forma poder aprovechar
bien el año y puedan aprender lo que vengo a enseñarles. Bien, ahora pasaré la lista y después
pueden hacerme alguna pregunta si lo desean.
Hubo algunos asentimientos, tanto en voz alta como en movimientos de cabeza. También hubo
silencio por muchos otros, algunos miraban un poco intimidados al joven profesor, pues al
hablar de usted con una voz tan grave y con un rostro tan imponente y serio parecía que iba a
ser un profesor duro y poco complaciente. Pero lo que más capto la atención del nuevo profesor
fue la reacción del chico que hacía dos semanas protagonizaba sus pensamientos.

En cuanto el profesor comenzó a hablar Taeyong sintió como su cuerpo se estremecía, verlo ya
había sido demasiado para su mente, la cual parecía haber volado en mil pedazos al reconocer
en el mismo segundo que había entrado en su campo de visión, al chico por el que sin saber
nada de él, estaba cayendo demasiado fuerte y rápido.
Sin embargo, escuchar esa voz, esa gruesa, y tentadora voz que le recordaba cada mirada
hambrienta que habían compartido hacía demasiado tiempo, le hacía sentir cosas que no había
experimentado nunca y que no podía identificar con claridad, lo que significaban.
Su cuerpo empezó a vibrar con cada palabra, cada sílaba era como una caricia para la piel de
Taeyong que comenzó a erizarse. El corazón le comenzó a latir más rápido y le faltaba la
respiración, o tal vez simplemente ni siquiera era consciente de si estaba respirando o no,
demasiado concentrado en dirigir y fijar su mirada en el castaño que ahora sabia se llamaba
YoonOh.
Ah joder, porque debía tener un nombre tan bonito?
Solo tú encontrarías bonito un nombre así. Los demás ni siquiera se están planteando si su
nombre es bonito...
Vale, vale deja de atacarme cabeza con voz de Ten...
≽⌔≼

Si, en ese mismo momento la mente de Taeyong era un caos, ni siquiera se ponía de acuerdo
con sus propios pensamientos, y es que su inconsciente sacaba a relucir lo que internamente
sentía y eso era nada más ni nada menos que una gran atracción, mezclada con un gran deseo y
un incipiente sentimiento que para muchos es una enfermedad, para otros lo mejor del mundo y
para unos pocos simplemente algo inevitable.
Am–
El tic tac del reloj de pared que se encontraba en el aula del 3A hacía pesado cada segundo que
pasaba
El tic tac del reloj de pared que se encontraba en el aula del 3A hacía pesado cada segundo que
pasaba. Jung Jaehyun, como nuevo profesor de economía aplicada estaba pasando con total
parsimonia la lista de sus apenas 20 alumnos.
Lee Taeyong sentado junto a su amigo cada vez se ponía más alerta, más nervioso, cada nombre
pronunciado por aquel hombre que le hacía temblar, y no de miedo, sino más bien de
expectación, provocaba que al delgado cuerpo del pelirosa le recorriera un escalofrío desde el
más alto pelo tintado hasta la planta de sus pies. Había soportado el inmenso e inagotable
tiempo que le costó a YoonOh comprobar si los alumnos de la A a la I se encontraban en clase.
No creía estar preparado para aguantar más anticipación a lo que pasaría una vez lo nombrara a
él, y al mismo tiempo no quería que el momento llegase nunca.
— Jeon Jungkook— dijo en ese tono autoritario que dejaba a cada nombrado con la piel de
gallina.
— Presente— soltó enérgicamente un chico con el pelo oscuro y largo por sobre los hombros,
algunos mechones le cubrían su ojo izquierdo por lo que siempre tenía la manía de echárselo
para atrás, gesto el cual disfrutaban muchas de las chicas de la clase y algunos chicos también.
Tenía el rostro de quien usualmente sonríe, con los ojos oscuros, pero brillantes de quien
disfruta la vida.
—Kim Taehyung— volvió a hablar tras marcar un "check" en su libreta al lado del nombre
anterior, como lo venía haciendo desde el principio.
— Si— dijo en un tono serio y cansado, como si toda la situación le pareciera tremendamente
aburrida. Al lado de Jeon se sentaba Kim, eran inseparables, había incluso rumores de que
estaban juntos más que como "mejores amigos de la infancia" como ellos siempre decían
cuando se les preguntaba. Castaño y con el pelo rizado, facciones muy marcadas que hacían el
contraste entre un aspecto dulce y uno que genera respeto allá donde va. Aunque claro su,
aparente, obsesión por no sonreír le hacía ver más inalcanzable de lo que ya era; solo había una
persona que podía sacarle una sonrisa y ese era Jeon Jungkook.
— Lee Taeyong— y llegó el momento. ¿Era su impresión, o Jung había pronunciado su nombre
con más lentitud que los demás? Parecía como si disfrutara de cada sílaba, como si cada letra
fuera paladeada lentamente en su boca, exhalando el aire poco a poco. Esa imagen era muy
tentadora.
No, nonono, debía ser su imaginación, ¿verdad? Si definitivamente, eso era imposible. Debía
ser el shock de haber visto al protagonista de sus fantasías estas últimas noches —y días—
entrando como su nuevo profesor en la clase.
Entonces Taeyong elevo su mirada hacia el castaño que aún se mantenía cabizbajo en dirección
a la libreta, fingiendo indiferencia respecto al alumno que había nombrado. Aunque claro, desde
fuera a ojos de las miradas puestas en él, nadie podría decir lo contrario, se estaba comportando
con suma normalidad, pero dentro de la mente del castaño se estaba forzando mucho a sí mismo
para no mirar antes de tiempo al pelirosa, se suponía que él no le conocía. Por dios como no
≽⌔≼

respondiera rápido le iba a ser muy difícil contenerse. Quería, no, necesitaba posar su mirada en
la contraria, sentir ese escalofrío que le había y seguía provocando aquellos ojos que, según la
muy objetiva visión del mayor, podían reflejar el firmamento.
— S—sí, presente— Tae respondió con un nudo en la garganta, casi en un susurro, pero que
había sido lo suficiente alto para que el mayor alcanzara a oírlo pues este dirigió sus oscuros iris
hacia los del más bajo. En ese momento Tae podía notar como se le helaba la sangre. Esa
mirada, dios, esa mirada era tan... Los pelos de todo su cuerpo se elevaron, un escalofrío
recorrió su piel y un calor sutil se empezó a generar en su pecho pero también en su entrepierna.
Solo era una jodida mirada y ¿ya estaba así? Mi.er.da.
Jaehyun bajo nuevamente la vista hacia la libreta para marcar con un check la presencia de su
alumno. Una muy sutil sonrisa se presentó en sus labios orgulloso de las reacciones de su
pequeño niño, eso no pasó desapercibido para Tae que se pasó la lengua por los labios deseando
besar los ajenos.
Ahhh— grito internamente— Lee Taeyong, maldita sea, contrólate.
La larga lista continuó con más nombres.
— Chittaphon Ten Leechaiyapornkul
— Aquí. Puede llamarme Ten— Ten, el mejor amigo de Taeyong estaba un tanto perplejo por
toda la situación. Bueno primero porque aquel profesor había sido la primera jodida persona
desde que salió de Tailandia que había pronunciado su nombre sin problemas y a la primera,
había que reconocérselo al hombre. Pero lo que más le estaba alterando eran las reacciones del
pelirosa, pues no eran normales, podía notar la tensión de su cuerpo a su lado. Y como no, había
reconocido la voz de aquel hombre que oyó a través de la llamada que había hecho a Tae esa
noche hacía dos semanas. Dios mío, si lo que Ten estaba pensando era lo correcto Tae estaba
jodido. Claro, no conocían para nada al castaño, ¿y si se lo contaba al director?, es decir, ¿qué si
le decía que Tae había estado trabajando en un club nocturno sin siquiera tener la mayoría de
edad? Su madre definitivamente le mataría, de eso estaba seguro, la señora Lee a veces podía
dar mucho miedo. Pero claro, juzgando la expresión de su amigo pelirosa a su lado, este estaba
más preocupado en examinar detalladamente, embobado y totalmente ajeno a lo que pasaba a su
alrededor, al nuevo profesor, de arriba a abajo, como si su más querido amigo fuera un escáner
y el nuevo profesor un documento muy valioso. Realmente esto le traería muchos dolores de
cabeza a Ten, pero quién sabe si el caprichoso destino también le tenía algo preparado al
pequeño tailandés.
— ¿Es usted tailandés?
— Si, lo soy.
— Entonces ¿está conforme con, Ten? Puedo utilizar perfectamente su apellido si lo prefiere.
— No es necesario, pero gracias. Cuando me mude adquirí un segundo nombre, Lee Ten. Estoy
acostumbrado.
— Lee entonces— sentenció— ¿Le gustan las matemáticas Lee? — pregunto de la nada.
— No tengo problemas con ellas, puedo preguntar ¿por qué?
— Por nada...
Sin saber porque Ten vio como el castaño le dirigía una pequeña sonrisa. ¿Qué mierda? pensó
Ten...
— Na Jaemin
≽⌔≼

— Presente— habló el que anteriormente había estado hablado con uno de sus amigos como si
el profesor del que se refería realmente no estuviera delante de ellos. Siendo sinceros, Jae en ese
momento no era 100% consciente de lo que pasaba alrededor suyo, pero aun así.
Taeyong seguía observando atontado con cada acción que realizaba el mayor. De verdad que
ese cuerpo que se podía distinguir levemente a través de su ropa debía ser pecado y ya era
suficientemente malo que, al volverlo a ver y poder estudiarlo sin reparo, más cuidadosamente,
sintiera como las yemas de sus dedos cosquilleaban. Mierda, jodidamente estaba reconociendo
la sensación que provocaba el contacto entre sus manos y los brazos o el pecho o el cuello o el
pelo del castaño mientras recorría con su mirada esos lugares.
Abrió y cerró los puños intentando deshacerse en cierta medida de la tensión que poco a poco le
estaba invadiendo mientras expulsaba y tomaba aire de forma pausada y profunda. Dios, ¿lo
peor de todo eso? Tae estaba notando como una leve erección se estaba formando dentro de sus
pantalones. ¿En serio debía aguantar dos horas así, con esa grave voz que lo único que
conseguía era excitarlo más y más?

Sin ser consciente de todo lo que le pasaba por la cabeza a su ahora alumno —favorito— Jae
continuo con la comprobación de asistencia.
— Park Jisung
— Si— una voz cantarina y un poco grave contesto, con una radiante sonrisa en el rostro del
portador. Era el chico que había estado antes pidiendo el permiso para entrar en el aula. Se veía
un poco demasiado adorable.
— Tuan Mark
— ...
Silencio.
— ¿Mark Tuan? ¿No está?
— Si, si profe aquí. El atontado se ha quedado dormido, ¿sabe? Últimamente, no duerme muy
bien, tienen que atender a su novia... si usted me entiende.
— ¿Y usted es?
— Jackson, señor, Jackson Wang.
— Muy bien señor Wang, por favor, haga el favor de despertar a su amigo o me veré en la
obligación de sacarlo de clase— todos se quedaron un tanto atónitos, nunca, ningún profesor
había evadido las provocaciones de Jackson de una manera tan "profesional". Normalmente, si
respondía con algún comentario que implicara sexo, estos se ponían nerviosos, tartamudeaban o
incluso el año pasado el antiguo profesor de economía se había sonrojado. Claro no funcionaba
con todos los profesores, Felix o Winter eran "víctimas" fáciles, pero Hwang o Kariana, vaya si
aguantaban el tipo. Al parecer el nuevo profesor también era bastante fuerte ante comentarios
fuera de lugar.
Con el mismo tono grave y profundo y el semblante serio y autoritario que a todos les
provocaba respeto y a uno excitación, declaró...
— Muy bien empecemos...
≽⌔≼

Capítulo 6
Agua fría en pleno agosto

Fueron las dos malditas horas más largas que Taeyong había vivido en ese edificio. ¿Podía por
un misero segundo apartar la mirada de su profesor?
Por favor, era adictivo. Esa visión del hombre que a su parecer estaba diseñado por los ángeles;
alto, con el pelo castaño semejante al tono que tiene el chocolate con leche —que cabe destacar
era el favorito de Tae —, enfundado en un traje que le quedaba de muerte, ¿acaso se lo habían
hecho a medida? ¿Por qué demonios le quedaba tan bien? Dios, era exquisito.
¿Era pecado decir Dios y demonios en la misma frase?
No es el momento de plantearse esas cosas...
Dándole la razón a su cabeza siguió observando al hombre; era realmente muuuy sexy,
totalmente el tipo de Taeyong, que ni siquiera sabía que tenía un tipo hasta que se le presentó
delante. Y fue aún peor cuando para comenzar a dar la clase introductoria y leer el contenido de
sus apuntes, su profesor, exacto ese tan guapo, excitante e irresistible hombre se plantó unas
gafas de metal en el rostro. Dios ten piedad del pobre Taeyong que está agonizando ahora
mismo.
¿Tae? Límpiate la baba.
Cállate cabeza
Abulto muy levemente el labio inferior frustrado de, incluso, tener que estar discutiendo con su
propia mente. Durante todo el tiempo que duro la clase estuvo embobado mirando cada acción
que realizaba el mayor y al mismo tiempo recriminándose a sí mismo por estar como un tonto
sin apartar su vista de lo que realmente para él, era el mejor espectáculo. ¿Por qué debía verse
tan bien la tensión de una tela cuando YoonOh alzaba el brazo para escribir algo en la pizarra?
Casi no se había dado cuenta del paso del tiempo, ni siquiera escuchaba sonido o al menos no
diferenciaba palabras, solo ese profundo tono que seguro sería aún más profundo y ronco —and
horny— cuando gimiera, se podía imaginar como su vello se erizaría si recibiera esos jadeos
cerca de su oído. Diooos~...
Cuando sonó el estridente timbre que indicaba la finalización de la clase, se deshizo de aquellas
ideas que le hacían querer aún más ver al mayor en una situación donde el propio pelirosa
estuviera bajo el mayor boca abajo y siendo penetrado brutalmente. Una parte de él no quería
acabar y salir del aula, eso significaba no escuchar a YoonOh hasta el día siguiente; pero aun así
suspiro algo aliviado.
Quería, no. Necesitaba salir de esa aula, irse a comer algo a la gran cafetería que se encontraba
en el primer piso junto con Ten y despejarse. Deshacerse de toda esta tensión que su cuerpo
había acumulado durante las primeras dos horas de la mañana. Si, era la mejor opción.
Calmarse para afrontar el resto del día, aunque pensar que aún le quedaban otras tres horas era
una perspectiva bastante deprimente. Odiaba las matemáticas y más aún si tenía que aguantar
dos clases seguidas de hora y media para acabar la mañana. No tenía buen recuerdo de los años
anteriores; los profesores que le habían impartido esa materia habían sido para decirlo mal y
pronto unos cabrones. Por mucho que Tae había asistido a todas las clases, hecho las actividades
que mandaban y pedido en diversas ocasiones ayuda a Ten e incluso a los mismos profesores,
ellos no habían visto más allá de los dos pircings de sus orejas y sus botones del uniforme
desabrochados dejando ver parte del pecho. Rápidamente, lo habían clasificado como "pasota"
≽⌔≼

juntándolo así al grupo de 7, algunos de los cuales no tenían mayor interés en las clases que en
ver, por ejemplo, el telediario del mediodía.
Si lo vemos bajo ese punto de vista, no era muy alentador; solo pedía a los cielos que
escucharan su llamado y este curso su profesor de matemáticas no apestara, ya que al menos ese
día tendría que, además, lidiar con el recuerdo de las horas anteriores y con una leve molestia en
los pantalones.
Uff, no podía esperar para volver a su casa, comer algo y tirarse en su cama a hacer nada. Tal
vez masturbarse imaginando a cierta persona que le provocaba con solo su voz y su mirada una
erección.
Ash, ¿No ves lo que me provocas? Joder es increíble— Gruño en su mente.
Tampoco te veo descartando la idea, querido Tae.
Calla, insufrible.
Genial ahora incluso se estaba insultando a sí mismo. Simplemente genial.
Necesitaba pensar en todo lo que estaba pasando, necesitaba pensar en cómo encarar a YoonOh.
Desgraciadamente, ahora que sabía cómo se llamaba le era imposible no estar repitiendo su
nombre mentalmente todo el tiempo. ¡Era tan malditamente bonito!
Cuando deserto de sus pensamientos gracias a unos toquecitos en su hombro por parte de Ten,
procedieron a encaminarse hacia la puerta del aula, como todos habían hecho ya. Se habían
quedado los últimos, bueno también quedaba Jung. Pero no lo sabía porque estuviera
constantemente dirigiendo su mirada hacia él, no claro que no.
Entonces mientras Ten estaba traspasando el umbral de la puerta decidido a salir, esa voz los
detuvo. Fue muy humillante —en la mente de Taeyong— cuando de solo escuchar esas notas
graves su corazón salto de su pecho y sus piernas flaquearon, a comparación de otra cosa que se
puso de lo más dura intentando alzarse entre las telas.
Fue divertido el notar como Taeyong —ahora sabia como se llamaba y le parecía el nombre
perfecto para su pequeño pelirosa— no podía apartar la mirada de su cuerpo, dudaba siquiera
que estuviera escuchando lo que decía, pero bueno, él se encargaría...
Fue divertido el notar como Taeyong —ahora sabia como se llamaba y le parecía el nombre
perfecto para su pequeño pelirosa— no podía apartar la mirada de su cuerpo, dudaba siquiera
que estuviera escuchando lo que decía, pero bueno, él se encargaría de darle clases privadas si
es que no entendía la materia, ya podía imaginarlo y se le hacía la boca agua.
La clase transcurrió con tranquilidad. A Jae le sorprendió gratamente que sus miedos no se
hicieran realidad y aunque solo hubiera impartido dos horas de lección estaba seguro de que
podría sobrellevarlo, sin olvidar que le era de mucha ayuda la presencia de cierta persona en
primera fila, atenta a todos sus movimientos.
Los alumnos no habían causado más alboroto del que pudiera soportar su rápidamente agotable
paciencia. Incluso los temidos por los profesores "Got7" se habían quedado sobados a los 5
minutos de empezar con La historia teórica del estudio económico mundial, parecía aburrido y
lo era, pero necesario antes de comenzar con lo "divertido" aunque bueno, tal vez fórmulas de
estudio de mercado para entender los altibajos de las acciones y otros entresijos de aparato
comercial no era lo más divertido para sus alumnos; al menos para él lo era.
Los dos "peligros" que se suponía tenía en clase, más que rebeldes adolescentes, parecían unos
bebes, incluso el que, y cito: estaba agotado por atender a su novia, estaba tirando algo de baba
≽⌔≼

con su boca entreabierta sobre sus libros abiertos. Les dejaría un día de salirse con la suya,
mañana se plantearía como educar a esos niños ávidos de conocimiento inconsciente.
La alarma que indicaba que la clase acababa resonó por todo el edificio y se preguntó cómo le
habría ido a Johnny en su primera clase. Tampoco podía esperar a la reacción de su amigo
cuando descubriera que en el 3A había un, a su parecer, adorable tailandés que parecía un
cachorrito al que le encantaba socializar. John estaba un poco demasiado obsesionado con los
hombres de procedencia tailandesa, Jaehyun no entendía la razón, pero ahí estaba. Aunque no
excluyera a ningún chico caliente si se le presentaba fuera de la nacionalidad que fuese, la única
relación en que el más alto defendía que sería total e irrevocablemente feliz, seria junto a un
tailandés de ojos grandes y expresivos y gran sonrisa. Vete tú a saber por qué, pero Jaehyun no
iba a juzgar al hombre.
Estaba dispuesto a ir a comer algo y charlar con su amigo pero de pronto se le vino algo a la
mente. En un principio iba a dejarlo pasar, se había dicho que en otro momento lo abordaría,
pero una oportunidad como esa no se presenta todos los días. Había visto que su niño estaba
demasiado centrado en observarle como para darse cuenta de que la clase había acabado, seguro
se quedaría de los últimos, contando con que aún debía recoger sus cosas.
Además, si jugaba bien sus cartas era una oportunidad en la que iba a estar prácticamente a
solas con él en la planta, demasiado alejados de cualquiera que pudiera interrumpirles; no le
volvería a suceder lo mismo que en el club. Tal vez era una locura pero su consciente cedió ante
el impulso más primario de su inconsciente.
Lo tenía decidido, antes de dirigirse a la sala de profesores, para gastar el tiempo mientras los
alumnos pasaban el momento de recreo en el amplio jardín trasero o en las canchas, el haría
suyo a su niño.
Viendo que los alumnos empezaban a dirigirse a la salida del aula tras sonar el timbre procedió
con su plan, literalmente trazado en dos minutos, ¿pero qué más necesitaba? Era ahora o nunca,
y definitivamente no quería un nunca en el posible ellos.
Realmente se estaba volviendo loco por sus propios pensamientos, jamás había pensado en un
nosotros con nadie hasta el pelirosa y ni siquiera sabía si le aceptaría, ni siquiera se estaba
planteando los múltiples problemas por sus edades o roles; debía intentarlo, quería que ese niño
fuera suyo y lo conseguiría.
— Lee, quédese un momento, por favor. — dijo de pronto, haciéndose oír en los dos pares de
oídos que aún permanecían en el aula.
¿Remordimientos? ¿Planificación? ¿Eso se comía?
Quién le iba a decir que en unas semanas estaría improvisando una situación solo para conseguir
un contacto más íntimo con otro ser humano. Porque eso era Lee Taeyong para él, no un chico
de 18 años, su alumno; sino un humano, una persona, una personalidad de la que estaba
enganchado y de la que necesitaba más.
Quién le iba a decir a él, quien planificaba sus conquistas de una noche y controlaba la situación
pasase lo que pasara, que estaría desesperado por ser correspondido en unos sentimientos
nuevos y extraños.
Dos pares de ojos se le quedaron mirando desde el umbral de la puerta, unos confundidos y
otros con ¿miedo?
Oh si tiembla bebé, pero no ahora, tengo muchas cosas pensadas para nosotros... —se dijo Jung
para sus adentros tras ver el rostro asustado del Lee que le interesaba y ocupaba, bueno más
bien, que había invadido su mente y cuerpo.
≽⌔≼

Al parecer el otro Lee estaba confundido. Antes incluso de que pudiera decir algo, el tailandés
se giró hacia su amigo con una pregunta silenciosa en sus ojos. Debían ser íntimos o al menos
conocerse desde hace bastante para poder leer sus expresiones tan bien como lo acababa de
hacer el de cabello rosado.
Con un asentimiento un poco temeroso, el de ojos noche dio la indicación al moreno de que
estaría bien por su cuenta. Tras esto, Ten retomo su camino hacia la puerta de entrada para salir
y gastar sus primeros 30 minutos de descanso en cualquier cosa mientras esperaba a su amigo.
No fue hasta el segundo después de que Ten alcanzara a cerrar la puerta detrás de sí, saliendo
del espacio compartido, que Tae noto como se le tensaba cada uno de los músculos de su cuerpo
No fue hasta el segundo después de que Ten alcanzara a cerrar la puerta detrás de sí, saliendo
del espacio compartido, que Tae noto como se le tensaba cada uno de los músculos de su
cuerpo.
Oh mierda, se había quedado solo con él. ¿Qué se suponía que debía hacer? No tenía la menor
idea. Por eso espero, alerta, a que el castaño hablara.
Él no era una pequeña cosa indefensa, se lo había demostrado aquella noche del club, pero
sinceramente, en ese momento no sabía dónde meterse. Tan sumamente desconcertado. No era
capaz de alzar la cabeza para mirar a los ojos marrones más profundos e hipnotizantes que había
visto en su vida. De repente las gamas de colores del suelo eran taan interesantes...
— ¿Piensas quedarte así todo el tiempo? — oyó pronunciar aquellas palabras tan simples, pero
que crearon una gran repuesta en su cuerpo. Claro era muy diferente el escuchar la grave voz en
una clase llena de otras personas, en tono distante y desinteresado a este contexto donde estaban
jodidamente solos en un mismo espacio donde era muy, pero que muy probable que nadie
escuchara su conversación; por 30 minutos los alumnos y profesores aprovechaban para
recargar la poca energía que les quedaba para continuar con el horario lectivo.
YoonOh había cambiado su forma de expresarse, ya no hablaba de usted, ahora le había hablado
de tú a Taeyong e inexplicablemente esos se sintió bien en su cerebro. Él como el único que
podía recibir un trato más íntimo con el hombre.
Taeyong alcanzo a levantar de manera lenta su cabeza, uniendo así su mirada con la de
YoonOh. Malditamente, sonaba demasiado bien ese nombre incluso pronunciado en su cabeza,
tenía tantas ganas de decirlo en voz alta y en alguna que otra situación un tanto, más...
comprometedora.
— ¿Mm?
¿Eso es lo mejor que puedes responder? Joder Taeyong ¿qué mierdas es ese "Mm"...?
No alcanzo a responder a su cabeza que le estaba regañando como si se tratara de un niño de 5
años, ya que vio como YoonOh se acercaba hasta quedar justo delante de él demasiado cerca,
aprovechándose de esos centímetros de más para con mucha suavidad colocar dos de sus dedos
bajo la barbilla de Tae y gentilmente elevar su rostro para que le mirara directamente.
Ojos conectados, los espejos del alma.
Almas en sincronía.
Una vez mezcladas las miradas, el más alto acerco peligrosamente su rostro al contrario. Tae
empezó a hiperventilar, creía que le daría algo. Todo el modo Soy un jodido gatito desobediente
y que no se deja intimidar, se había ido por la borda con solo unas pocas acciones del más alto.
Bueno, en realidad con su sola presencia Jung YoonOh había conseguido doblegar la voluntad
del que, en el mundo del DS, se conocería como un Brat. Tenía tantas ganas de probar algunas
cosas que había estado buscando en internet...
≽⌔≼

En el mundo online había cantidad de información, foros y chats donde podías encontrar
técnicas y prácticas realmente muy útiles. Desde las ventanas de incógnito —no quería que su
madre pudiera revisar su historial y llevarlo a un exorcista o algo— había estado visitando desde
hacía varios meses páginas que hablaban sobre cómo llevar una relación DS sana, segura, y
sobre todo, sobre cualquier otra cosa consensuada.
Taeyong había soñado con ser dominado muchas veces; más ahora que había encontrado un tipo
que encarnaba a la perfección su ideal de hombre dominante. Jung tenía un cuerpo de ensueño,
musculoso sin parecer dopado, grandes y suaves manos que manejaban la piel de Tae a
voluntad, mirada penetrante y la capacidad de cambiar su expresión de un hijo de la gran puta a
un adorable amante. Y lo más importante para el sub, es decir Taeyong, era el hecho de que la
noche que habían compartido en el club había podido apreciar lo bien dotado que estaba
YoonOh bajo su ropa. ¿Acaso el pecado de la lujuria mismo había creado ese cuerpo con la
intención de que fuera una máquina del sexo?
Solo esperaba que su profesor estuviera en la misma línea y quisiera probar las cosas que él
quería, y si no, Tae se encargaría de mostrarle las ventajas de seguirle el juego más excitante y
caliente que pudiera imaginar. Después únicamente tenía que esperar a que YoonOh cayera
solito, pidiendo más.

Cuanto más se acercaban a sus labios los contrarios, su respiración se hacía más pesada, tan
fuerte como los latidos que emanaba su corazón. ¿Era posible que un corazón se saliera de
emoción y anticipación?
Jung desvió su trayectoria para acabar susurrando en su oído.
— Me parece que tenemos algo pendiente, Ty...
El más bajo respondió con un jadeo amordazado gracias a que se mordía fuertemente el labio
inferior, impidiendo así que sonara vergonzosamente alto en aquel solitario espacio. Poco a
poco Jae se fue alejando para nuevamente quedar enfrentados, una ladina sonrisa altamente
exasperante pero tentadora impresa en los labios del castaño.
Mientras tanto Tae intentaba concentrarse en algo que no fuera su ascendiente excitación, y no
solo sentimental, sino también física. ¿Era él o hacía demasiado calor? Las ventanas estaban
abiertas, ¿cierto?
Acompañado de una profunda inhalación se armó, como el buen coqueteador que era, de toda la
sensualidad que pudo reunir. Recorrió el torso musculoso del mayor con las puntas de sus
dedos, apenas un roce, pero que le permitió seguir los caminos que se hacían entre los diferentes
músculos, acabando su recorrido paso a posar sus manos con las palmas abiertas, extendidas
sobre el estómago bajo del castaño; una ligera presión en la zona le hizo sentir lo caliente que
estaba el cuerpo contrario bajo la camisa de vestir. Malditamente parecía una estufa, le
encantaría hacer una siesta recostado sobre ese torso después de una buena ronda en cualquier
momento. Según su imagen mental era una idea espléndida.
— No sé, ¿tú crees? — de forma pausada susurro, con los ojos clavados en los labios contrarios.
— ¿Cómo resolvemos esto señor Lee? — añadió en un tono similar YoonOh, como si
estuvieran compartiendo confidencias en medio de un mar de personas demasiado cotillas.
— Tal vez como lo haríamos si nos hubiéramos encontrado de nuevo en el club, profesor–
Oh si, el juego había empezado y ninguno de ellos estaba dispuesto a pararlo, no cuando sus
pieles quemaban, anhelantes de un contacto muy lejano pero que permanencia, que ningún otro
≽⌔≼

roce podría borrar, si no que se acumularían para volver sus pieles del contrario, pertenecer y
amar.
Dominar y dejarse dominar.
Era inútil negar la gran atracción que se encontraba entre ellos dos, ninguno la iba a eludir, era
inútil.
Se quedaron más de los segundos necesarios uno clavado en la mirada del otro, buscando,
memorizando, recordando. De un momento a otro Jung había descendido sus manos hasta la
cintura del menor que no opuso resistencia alguna, disfrutando de las ligeras caricias que
dejaban los pulgares del contrario en contra de sus costados por encima de la fina camisa,
debajo de su acolchada chaqueta corta. Se sentía en el cielo con aquel íntimo y ligero toque, era
tan suyo que su mente ya viajaba imaginando y trasladando ese tipo de momentos en cualquier
situación. Quería más de eso y no lo iba a soltar.
— Y ahora profesor Jung ¿qué quiere que hagamos?

No entendía como bajo la excitación del momento había acabado sentado sobre la mesa de
madera oscura del profesor, con Jung YoonOh entre sus piernas repartiendo caricias por donde
pasaban sus manos.
Era absorbente la sensación de los labios gruesos y cálidos del mayor sobre los finos y suaves
del pelirosa. Jaehyun no daba un respiro a su agitado corazón. Los besos demandantes, testigos
de un deseo ferviente, eran la prueba de lo que habían añorado los labios ajenos durante esas
semanas.
Tae se removía intentando aumentar el contacto, los roces, algo que pudiera aliviar en alguna
medida su creciente erección y el ardor en la piel que sentía. Tampoco su interior daba tregua;
las caricias y el contacto externo eran solo un reflejo de esa necesidad de la que aún no era
consciente, de la dependencia del otro, de saber que estaba a su lado, que no le abandonaría. Él
no.
Era demasiado consciente de cómo se encontraba el cuerpo que le aprisionaba contra la amplia
mesa. En más de una ocasión, abriendo los ojos entre los húmedos besos en su cuello y sus
jadeantes respiraciones, había podido comprobar no solo lo mucho que le calentaba el hombre
que tenía en frente, sino que se permitió deleitarse en como incendian los rayos de sol entrantes
por los grandes ventanales a su derecha en el pelo del mayor, haciéndolo brillar.
Se sentía en el cielo, era como tocar agua fría en pleno agosto, sentía como pequeñas descargas
eléctricas recorrían su cuerpo. El cuerpo tenso y fuerte del contrario le tenían prisionero en sus
más fascinantes fantasías. Era como estar viviendo de forma muy real un sueño húmedo. O
incluso como estar representando una escena en uno de esos clubs de BDSM. El rol demasiado
cliché profesor—alumno; era un clásico, pero funcionaba y definitivamente era maravilloso.
Entre sus románticos pensamientos y sus excitadas acciones, casi no fue consciente cuando
Jaehyun comenzó con falsas embestidas sobre su necesitado y húmedo miembro aún cubierto
con la ropa hasta que grandes corrientes de placer y los cosquilleos por toda su piel, se
intensificaron. Había algo demasiado estimulante en la forma en la que estaban "follando" aun
vestidos.
Tae tenía los brazos alrededor del cuello de YoonOh sujetándolo cerca, como si temiera
perderlo, como si temiera ser una vez más, abandonado. Su profesor se separó de sus labios
cuando sus empujes fueron más fuertes, apoyando su frente en el hombro derecho de su alumno
mientras lo sujetaba fuertemente de los muslos. Ese tipo de agarre del que, el menor sabia,
dejaría marca.
≽⌔≼

A diferencia de cómo le había pasado anteriormente con otros hombres, demasiado territoriales,
que habían acabado haciéndole alguna marca, ya fuera a modo de chupetones o moratones por
agarres demasiado fuertes, estas no le importaron en lo más mínimo.
Se visualizó a sí mismo al día siguiente frente al espejo de su habitación, desnudo y
contemplando las imprentas en su piel blanquecina, testimonio de las manos de quien podía
poseerlo tan bien en cuerpo y alma. Incluso sentía el impulso de marcar con sus propios dientes
al castaño para que cualquiera que lo viera supiera que tenía dueño.
Bueno, sí, sumiso pero no idiota. Tenía las ideas claras y el castaño era suyo, de nadie más.
Nadie, absolutamente nadie, tenía el derecho ni siquiera de mirarle.
Cuando el placer fue más fuerte que él, se dejó llevar por sus más principales instintos, clavando
sus caninos en el cuello de YoonOh mientras sentía la humedad empapar la zona delantera de
los pantalones de ambos. Por inercia y para alargar esa ola de placer en la que estaban
sumergidos, seguían rozándose de manera más lenta, casi como un susurro que aún no
trasladaban a sus labios, como un eco de la excitación y las promesas silenciosas que caían a su
alrededor y los envolvían.
Los suaves gemidos seguían saliendo de ambos, directamente desde lo más profundo de sus
gargantas, pero ya opacados por el estado soñoliento y agotado en que les había dejado
tremendo orgasmo.
Poco a poco fueron cogiendo distancia, Jaehyun aprovecho para poder contemplar la cara de su
niño que bajaba de su nube post—orgásmica. Se veía demasiado apetecible y hermoso a los ojos
del mayor. Sus labios entreabiertos estaban hinchados, rojos y húmedos, intentaban recuperar el
aliento y calmar su corazón. Sus ojos, tan expresivos como la primera vez que los vio, brillaban
producto de las lágrimas de gozo que se había acumulado en su cuerpo. El sonrojo que se
situaba en sus mejillas era una obra de arte, de un rojo tan bello que dudaba ningún artista, ni
siquiera el más célebre, pudiera igualarlo. Una ligera capa de perlado sudor recorría su frente lo
que provocaba que algunos de sus mechones se pegaran en ella debido también al agradable
clima que hacía en el exterior, además que seguía completamente vestido con su chaqueta
blanca tipo plumas, acolchada, corta y calentita.
Era una de las manifestaciones de la belleza más perfectas que había podido contemplar en su
vida.
Rara vez Jaehyun se había permitido el fijar su interés en alguien más allá de cuando iba
buscando un royo de una noche. Nunca, jamás había consentido que otra persona cambiara sus
planes. Nunca se lio con alguien si no lo tenía previsto y nunca llego más allá de lo que él
planeaba.
Si, no negaremos que en la universidad había habido muchas personas, y decimos personas
porque tanto chicas como algunos chicos, se habían atrevido a invitarlo a tomar algo después de
clase, también habían intentado darle su número o incluso en alguna de aquellas fiestas a las que
su "mejor amigo" le arrastraba, había habido algunas personas que se le habían lanzado directa y
literalmente.
Todas las insinuaciones acababan igual, el castaño las rechazaba por completo. En algunas
ocasiones de una manera más agresiva pues en específico un chico se había negado a bajarse de
su cuerpo —literalmente se había colgado cuál koala desesperado por aparearse—.
Pero nunca, y es nunca, se había visto tentado a desenfocar su vista de su camino: estudiar y
poder salir adelante.
Al menos no hasta ahora, claro.
≽⌔≼

Sentía que por el chico de rosados mechones, su chico, podría dejarlo todo, hacerlo todo, serlo
todo.
Y eso asustaba como la mierda.
Pero estaba dispuesto a convivir con el monstruo debajo de la cama si eso significaba poder
tener algo con su pequeño niño, tener la posibilidad de verlo despertar por las mañanas o
compartir risas mientras comían algo en su apartamento y obviamente mucho sexo; le haría el
amor en cada una de las superficies verticales u horizontales de su nuevo y acogedor piso.
Ni siquiera se planteaba que su relación estaría fundamentada, o al menos todo el mundo la
juzgaría, por la edad.

Taeyong estaba exhausto. Había sido el puto mejor orgasmo de toda su vida y ni siquiera se
quitó la maldita ropa. ¡Por Diooos!
Entre lo nubloso que lo veía todo en ese momento por el efecto de bajada, pudo intuir como su
profesor favorito, contemplaba sin ningún pudor su rostro. Eso le gusto, el hecho de que lo
primero que quisiera ver YoonOh fuera su cara, fijar su mirada en sus ojos y acariciar su
mejilla, en vez de apartarlo como un mero objeto usado o mirar su cuerpo con deseo. Le calentó
el corazón que comenzaba a derretirse; con cada toque suave, cada mirada tierna y cada susurro
dulce.
Le encantaba esa bipolaridad en el mayor, en un momento podía ser un jodido desquiciado
arremetiendo contra su sexo como si la vida le fuera en ello, mandíbula apretada y ojos cerrados
con fuerza, y al segundo después le acariciaba y miraba con amor...
Wow wow, espera. ¿Amor? ¿En serio Tae?
En ese momento, esa palabra, en mayúsculas y encendida como si fuese un cartel de neón
apareció en la cabeza del más joven. Un temblor recorrió su cuerpo y su interior. Y no por,
extrañamente, sentir miedo o angustia, ni siquiera pesadez o repulsión hacia aquel nuevo
sentimiento que se apoderaba de él; sino que le asusto que se sentía a gusto con sus nuevas
emociones, se sentían demasiado bien, cálidas y reconfortantes, como una taza de chocolate
caliente en un día lluvioso y frío, al amparo de los brazos del ser que amas.
De repente todos los momentos en los que se había permitido confiar en alguien para después
ser tirado y abandonado como un simple desperdicio humano, el cual al parecer no merecía ser
amado, aparecieron en su mente; un mal recordatorio de lo jodidamente gris que hubiera estado
su vida si un rayo de sol como era su mejor amigo Ten, con su estúpida gran sonrisa, no hubiera
aparecido.
Ahora sentía pánico de volver a sentir. Las puertas a las que creía haber puesto mil y un
candados habían sido abiertas con una mirada chocolate de aquellos ojos que le estaban
volviendo loco. Parecían gritar lujuria y cariño al mismo tiempo; y estaba casi convencido de
que su mirada devolvía los mismos sentimientos mientras los fijaba en el mayor.
— Por favor, no me hagas daño...— salió entre sus labios sin siquiera darse cuenta de que lo
que había dicho en su cabeza, como una súplica, había sido trasladado como un susurro
angustiado al exterior.
Jaehyun deformo su rostro bajo un sentimiento de preocupación. ¡Claro que no le haría daño! Él
quería estar con su niño, tratarlo como a un príncipe y concederle todos los caprichos y el amor
que se merecía y le demandara.
— Jamás lo haré, gatito.
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Las sonrisas que se apoderaron de sus rostros mostraban el nivel de felicidad que inundaba sus
corazones. Habían vuelto a envolverse en su propia burbuja, donde el ambiente era cálido por el
deseo y el amor.
Se habían conocido gracias a sus placeres más íntimos, pero ahora tenían la oportunidad de
amarse por cómo eran, lo que mostraban al mundo exterior y, obvio, las perversiones más
escondidas que guardaban en su interior.
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Capítulo 7

El tiempo es relativo. Ninguno de nosotros es imparcial en el designio del tiempo. De esto los
que más son conscientes son las personas enamoradas o en su defecto, y para aquellos a los que
le temen a la palabra que empieza por A, que sienten mutuamente una gran atracción, sexual y
afectiva.
Pero claro eso no es amor.
YoonOh sabía desde el primer momento que vio esos ojos noche que el portador de aquellas
estrellas sería su perdición, y no se equivocaba.
Habían pasado unas semanas desde aquel episodio en el aula de la institución y el mayor podía
jurar que era capaz de pasar horas contemplando al menor.
Su mirada viajaba instintivamente al de cabello rosa en la diversidad de espacios y situaciones
que podían vivir. En clase, mientras les mandaba realizar alguna tarea; mientras su niño
charlaba con su amigo en el descanso apoyado en algún árbol a la sombra del mundo; o cuando
se dormía entre sus brazos las noches del viernes.
Si era totalmente sincero consigo mismo, le encantaba contemplar a su chico cuando se
concentraba o al menos lo intentaba, sacaba un poco la punta de su lengua por la comisura de su
boca mientras fruncía el ceño. O cuando al preguntarle algo en medio de una lección, sus ojos se
abrían un poco, sorprendidos, boqueaba ligeramente y Jae incluso podía distinguir cuando la
mente contraria hacia el click y se disponía a responder.
Realmente Jaehyun había caído fuerte y rápido por ese niño, por su niño. Se le hacía adorable
ver los pequeños cambios en su expresión, sentía una calidez en su pecho indescriptible,
siempre se le saltaba una ladina sonrisa que estaba seguro sus alumnos no podían distinguir,
pero que sin saberlo, uno de ellos, mirándolo siempre por el rabillo del ojo, porque vamos, el
menor no podía apartar su mirada de su amado profesor, podía percibirlas.

Para Lee Taeyong era adictiva esa elevación casi imperceptible de una de las comisuras de los
labios mullidos de su profesor Jung YoonOh; aún más cuando unos hoyuelos, ya visibles
levemente cuando hablaba, se hacían presentes. Ese detalle le hacía estremecer todo el cuerpo y
cada vez que los veía aparecer, sentía un fuerte impulso de hundir sus dedos entre su suave y
oscuro cabello, sentarse sobre su regazo y perderse entre sus besos, voraces, ansiosos, con
añoranza.

Durante las últimas semanas, la escusa que el pelirosa usaba para ir al club, ahora les servía a
ambos para pasar tiempo juntos fuera del instituto. En esos momentos podrían ser Jaehyun y
Taeyong y no el profesor Jung y Lee. Se habían creado una especie de rutina pactada con sus
correspondientes mejores amigos. Los viernes a medio día salían del instituto tras las clases de
después de comer, cada uno por un lado.
Como un día corriente, Tae se encaminaba junto a Ten hacia la casa del castaño y Jaehyun con
Johnny hacia su apartamento; los primeros no llegaban jamás a su destino, o al menos no como
deberían llegar.
La casa de Ten quedaba realmente cerca del club donde se habían conocido por primera vez, en
varios sentidos. Allí en el estrecho callejón, las tardes de los viernes reinaba una quietud y
soledad sorprendente. Allí, frente a la puerta trasera del club, se encontraban.
≽⌔≼

Era irónico ver a un hombre que toda su vida había renunciado y proclamado su conjura contra
las relaciones afectivas, se cogía de las manos y se encaminaba junto a un, en apariencia, dulce
y delicado chico hacia su apartamento. Entre miradas que demostraban los sentimientos que por
de momento temían decir en voz alta, roces demasiado “casuales” y toques no tan involuntarios
pasaban la tarde y noche de los viernes, despertando los sábados permaneciendo juntos hasta la
hora de comer.

Tenían miedo, cada uno a su manera pero ambos por el mismo motivo, aunque no lo
demostraban, podían leerlo en los ojos del otro, en las acciones desesperadas y a veces urgentes.
Querían aprovechar el tiempo que el destino les dejara, disfrutar cada momento, cada caricia,
cada beso, cada mirada discreta, cada sonrisa indirecta, cada roce escondido, cada suspiro
enamorado.
Debido a estos sentimientos podríamos presenciar una escena tierna y dulce como dos amantes,
abrazados en el sofá viendo cualquier película de acción, o ciencia ficción. Sin embargo otras
escenas podían empezar de este modo...
— Bebe... —susurro Jae muy cerca del oído contrario.
Taeyong se encontraba recostado sobre el pecho de Jaehyun, ambos en el sofá de su
apartamento. Era uno de esos días, en los que habían empezado acurricados en el sofa, viend
cuáquer cosa en la televisión y jabian acabado el uno sobre el otro besando, marcando,
lamuendo. Eran un lido de labios, lenguas y apretones possesivos.
La bruma de excitación, calidez y comodidad

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