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MARIANO RIVERA PAZ

Tras la violenta revolución entre campesinos católicos y el ejército de los liberales, el


gobierno del Estado de Guatemala pasó de nombre a Mariano Rivera Paz y de hecho al
caudillo campesino Rafael Carrera.  A pesar de que en ese momento todavía era analfabeto,
Carrera era ya un hábil militar y manejaba muy bien la política, al punto que supo aliarse con
los criollos conservadores católicos y restableció las instituciones que existían durante la
época colonial, entre ellas, la Pontificia Universidad.
Los liberales habían clausurado la casa de estudios superiores por ser de orientación católica
y la habían sustituido por la institución laica que llamaron “Academia de Ciencias y
Estudios”.  Originalmente su rector fue el doctor Pedro Molina, pero la guerra civil que se
extendió de 1838 a 1840 hizo que la Academia quedara en el olvido.
Los conservadores restituyerón la antigua Pontificia Universidad tal y como estaba
establecida originalmente, aunque ahora solamente con jurisdicción en el Estado de
Guatemala y el 7 de noviembre de 1840 la Asamblea Constituyente estableció la Facultad de
Medicina.  Hasta entonces, si bien había habido estudios de las Ciencias Médicas, Químicas
y Farmacia en el Estado, estos habían estado a cargo del Protomedicato y de los muy
escasos médicos que había en el país.
Fue hasta ese momento que se estableció formalmente la Facultad, la cual estaba
directamente reglamentada por el gobierno conservador, aunque la Universidad quedaba
encargada de los estudios teóricos y los exámenes de grado.
Originalmente, la Real y Pontifica Universidad de San Carlos de Borromeo era una institución
totalmente dedicada a la enseñanza de teología católica, estando dirigida por los  jesuitas o
por los más altos cargos del clero secular.  Su facultad de Derecho era especializada en el
derecho canónico mientras que su facultad de Medicina se inició hasta en el siglo XVIII, y
durante sus primeros dosciendos años de existencia, apenas graduó a un puñado de
estudiantes.  En esa época, únicamente aquellos que pertenecían a las más altas capas
sociales podían acceder a los estudios universitarios y sus graduaciones eran celebradas
con grandes ceremonias que incluían un Te Deum en la Catedral Primada de Santiago.

El triunfo del general liberal significó la expulsion de los frailes de las órdenes regulares y de
los altos jerarcas del clero secular, seguido del cierre de la Universidad.   Los liberales
confiscaron todos los volúmenes que se almacenaban en las bibliotecas de los conventos y
crearon su propia institución de estudios superiores: La Academia de Ciencias y Estudios. 
Esta nueva Academia estuvo dirigida por el doctor Pedro Molina, y desechó por completo la
educación religiosa de las aulas universitarias.

La Pontificia Universidad se mantuvo como tal hasta la caída del regimen conservador en
1871.  Entonces, fue definitivamente clausurada y sustituidas por varias Escuelas
Facultativas que eran totalmente dependientes del Ministerio de Instrucción Púbica. 
Inicialmente estaban solamente en la Ciudad de Guatemala, pero luego tuvieron sedes
en Quetzaltenango.  Estas facultades totalmente laicas fueron:
Medicina y Farmacia del Centro
Derecho y Notariado del Centro
Ingeniería
Derecho y Notariado de Occidente

Vicente Cerna y Cerna —1865-1871—.


Los orígenes del movimiento se enraizan en la precaria situación que las estructuras del
Estado presentaban en aquella época. Aún persistían en la sociedad los resabios coloniales.
Después que murió el presidente Rafael Carrera, el pueblo creyó que el nuevo gobierno iba a
cambiar las cosas, pero se equivocó. Según el historiador Victor Miguel Díaz, el presidente
Vicente Cerna ofreció claramente que iba a continuar con la política de su antecesor. 
Hay que mencionar que Cerna nunca hubiera podido cambiar nada; es cierto que él era un
militar de prestigio, había demostrado su valor y pericia en la guerra, pero no era estadista y
Guatemala necesitaba un presidente visionario que encaminara los órdenes del país hacia
los nuevos rumbos del progreso que experimentaban otras naciones.
Según el historiador Antonio Batres Jáuregui, Guatemala estaba lejos de un despegue en
todos sus aspectos. Cuenta él que en la capital prevalecía un ambiente monacal lleno de
curas, frailes, iglesias y feligreses que vivían aterrados ante el poder divino. 
“La educación primaria era nula, cita el doctor Mariano Ospina -político colombiano-. El
comercio era raquítico; en la capital apenas había actividad comercial”, agrega Batres
Jáuregui.
Ante su aparente triunfo, el gobierno mandó a cortarle la cabeza al cadáver de Cruz y la
expuso a la vista pública. Durante muchos días, la cabeza de Tata Lapo como le llamaban,
permaneció en un punto visible de la capital.
Los hechos dieron pábulo para que las facciones guerrilleras surgieran con más fuerzas en
toda la República. No había región del país en donde no se conspirara para encender la
chispa que posteriormente prendió formalmente el fogarón de la Revolución de 1871.

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