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BUENA JERA

LUIS MIGUEL DE DIOS

Cuarta Guerra Púnica


La gente desconfía tanto que ya se está preguntando cuál
será el siguiente escándalo de corrupción
02·11·14 | 00:00


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Estalló la Cuarta Guerra Púnica. En la Primera, Roma se hizo con el


dominio naval del Mediterráneo. En la Segunda, tras la batalla de
Zama, aplastó a Cartago. En la Tercera, lo destruyó totalmente hasta
el punto de no dejar piedra sobre piedra de la ciudad ubicada donde
hoy se halla Túnez. ¿Y la Cuarta? Estamos en ello. Se ha iniciado en
España, donde, por cierto, también comenzó la Segunda con el asalto
y destrucción de Sagunto por parte del gran Aníbal.
-Y ¿por qué aquí, don Oudario?

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-Vaya usted a saber, don Protoloncio; se ve que somos el país más


cercano a aquella época, o sea donde cuenta más el ordeno y mando
que la ley.

-Será eso.

El caso es que los líos de la Púnica han inundado calles, plazas,


mercados y azoteas y han soliviantado aún más al personal, todavía
no repuesto de escándalos y latrocinios anteriores. Con los nuevos
datos y el alud de noticias púnicas ya casi se nos han olvidado los
tejemanejes de las tarjetas negras, las herencias de Pujol y los cursos
de trinqueinformación de Andalucía, entre otras obras pías. Y eso sin
mirar más atrás. Gürtel se nos antoja de la Edad del Bronce, los ERE
sevillanos son coetáneos de Indíbil y Mandonio y al
ugetista Fernández Villa lo situamos en uno de esos monasterios
medievales tan bien retratados en "El nombre de la rosa". Todo corre
tan deprisa que el ayer parece del Pleistoceno. No da tiempo a
asimilar nada. Quizás sea por eso por lo que los interfectos no
devuelven lo arramplado. Cuando, obligados, van a hacerlo se les
echan encima otros delincuentes y los atropellan.
-Así no hay quién haga vida de nada; estás contando chorizos y nunca
llegas al final; el montón no deja de crecer.
-¿Y cuándo parará la noria?

Esa es la clave y ese el come-come que tiene en ascuas al personal.


Todo quisqui se cree que va a salir más porquería, que hay más gente
pringada, que hemos vivido sobre mentiras, cuentos, falsedades,
egoísmos y una pérdida de valores sangrante y peligrosísima. ¿En
quién pueden confiar los ciudadanos?, ¿dónde asirse cuando los
vientos de la crisis amenazan con no dejar títere con cabeza? Cierto
que no todos los políticos son iguales, que los hay honrados, pero
¿cómo separar el trigo de la cizaña cuando tantos y tantos van
fallando? Acabamos de enterarnos de que José María Aznar, el
austero, el íntegro, el de los grandes valores eternos, se iba a llevar
seis millones de euros en comisiones por mediar en negocios de una
empresa española con Gadhafi, mentor, protector y financiador de
masacres de terrorismo internacional con centenares de inocentes
muertos. La guerra de Libia frenó la operación, pero aún así el todavía
presidente de honor del PP se llevó cien mil euros de adelanto. ¿No
era ese Aznar el mismo Aznar azote de terroristas, predicador de la
mano dura?
¿Y Francisco Granados, mano derecha de Esperanza Aguirre?,
¿cómo encajar sus declaraciones de pureza, limpieza y demás con la
red que había montado para llevárselo crudo?, ¿qué estarán pensando
hoy los que creyeron el él?, ¿qué dirán en su fuero interno los
leoneses que apoyaron a Marcos Martínez, sus vecinos de Cuadros,
que llevan años y años respaldándole como alcalde?, ¿nadie se enteró
de nada?, ¿nadie sospechó?, ¿tantos estaban pringados, aunque solo
fuera por omisión?, ¿tan miedosos nos hemos vuelto?, ¿tan incívicos,
tan insolidarios?
Asco, vergüenza, cabreo, indignación? A liebre ida, palos en la cama.
Palabras, golpes de pecho, promesas y supuestos propósitos de la
enmienda. ¿Por qué el PP rechaza un pleno sobre la corrupción si lo
mejor para poder poner remedio a algo es, al menos, reconocerlo y
exponerlo?, ¿qué hay que ocultar?, ¿por qué no se actúa con mayor
rapidez, con mayor contundencia? Tantas preguntas; tan pocas
respuestas. Y, al tiempo, se va agotando la paciencia de la gente,
sobre todo de la que lo está pasando mal. No le alcanza para llegar a
fin de mes y, mientras tanto, ve cómo los que le pedían austeridad se
llenan los bolsillos y se agarran a todos los trucos, legales o no, para
irse de rositas.

Veremos cómo acaba esta Cuarta Guerra Púnica, quién hace de


Aníbal y quién de Escipión el Africano. Vistos los antecedentes, los
ciudadanos somos pesimistas, pero, a la vez, alimentamos esperanzas.
Han llegado tan lejos que han saltado todas las alarmas y están
obligando a reaccionar hasta a los cobardes y pasotas. Veremos cuál
es la siguiente y cómo la encajamos. De momento, repasen las
Guerras Púnicas y a ver qué consecuencias sacan.

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