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EL PASTEL DE FRUTAS ESPECIAL

Nunca pensé que podría descubrir algo tan asombroso por accidente. Yo era un químico en la
fábrica de cosméticos Amos en Nueva Jersey, USA, intentando diseñar un nuevo perfume
cuando eso sucedió.

Estaba intentado toda la mezcla habitual de flores y cosas, como siempre lo hice cuando decidí
tirar una pieza de pastel de frutas de mamá que tenía empaquetado para mi desayuno. No
sabía por qué lo hice, lo hice.

Lo puse dentro de la mezcla con todas las otras cosas. Pronto, tuve una pequeña botella de
perfume hecha de cosas que tenía mezcladas. Puse un poco en el dorso de mi mano. Pensé
que olía bien, pero no había nada especial sobre eso, así que puse una botella dentro de mi
bolso de mano. No podía darle algo así a mi jefe. Después de todo, yo soy un químico y mi
trabajo es hacer perfumes de una manera adecuada. Si le dijera como lo hice el me diría que
no fuera tonta. Luego, el probablemente haría una broma sobre eso a sus amigos del club de
golf.

Este es el tipo de hombre que es mi jefe.

- ‘¡Anna!’

Era mi jefe, David Amos, el creador de cosméticos Amos. Pasó caminando por donde yo
trabajaba. El nunca solía hablar con gente como yo. ¿Qué quería? Me sentí nerviosa.

- ‘Si, señor Amos’. Dije.


- ‘¡Te ves genial hoy! Mmm… ¿Qué es un olor encantador? Es como pan fresco y flores y
brillo solar con … No lo sé, ¿eres tú, Ana?’

No sabía sobre que estaba hablando. No podía oler nada especial.

El señor Amos tenía una nariz experta para los perfumes. Y él lo sabía.

‘¡Si, eres tú!’ dijo en voz alta. Todos los otros químicos cercanos pudieron oírlo. Estaba
avergonzada.

Nunca había oído a mi jefe hablarme como antes. O con nadie más, ahora que lo pienso. David
Amos es un oscuro, guapo chico inglés quien nunca sueña con decir cosas bonitas a chicas
normales como yo. El prefiere estar con preciosas jóvenes modelos quienes les gusta su
apariencia y su dinero. Cuando él hablaba con los químicos normalmente era para quejarse de
algo. ¿estaba jugando algún tipo de broma hoy?

De repente el vino directo hacía mí. El habló en voz baja cerca de mi oído.

- ‘¡Sabes, Anna, nunca lo había pensado antes, no sé por qué, pero tú eres una mujer
preciosa!
- ‘Señor Amos. Yo…’ intenté responder, pero no sabía que decir.
- ‘No, es cierto Anna,’ dijo él. ‘Debería verte fuera de esta aburrida fábrica. ¿cenarías
conmigo esta noche?
- ‘Bien, yo…’ todavía estaba demasiado sorprendida para hablar adecuadamente.
- ‘¡Genial! Te recogeré en tu casa esta noche a las ocho. Nos vemos luego,’ dijo él.

Se fue antes de que yo pudiera decir nada.

Cuando fui casa en guagua pensé lo extraña que era la situación. Mi jefe, quien era famoso por
salir con mujeres preciosas, me dijo que era preciosa y ¡me había invitado a salir! Pero yo sabía
que yo solo me veía soy normal y no es un tipo habitual en absoluto. Cuando llegué a casa mi
madre estaba en la sala de estar hablando con mi tía Mimi.
Me gusta mi tía Mimi, pero ella simplemente no puede ocuparse de sus propios asuntos. Ella
me quería encontrar un esposo por años. Ella no le gustaba la idea de que fuera soltera y que
tuviese una carrera. No era natural que una mujer de 27 años como yo no se casara. La tía
Mimi piensa que lo menos que podía hacer por mí era encontrarme un marido. Yo estaba
acostumbrada a esto, pero todavía era vergonzoso.

- ‘Tía Mimi, como me alegro de verte,’ dije.

La tía Mimi me miró y sonrío. ‘Anna, mi niña pequeña… pero mírate: ¡ya no eres una niña
pequeña, eres una mujer de 23 años ya! ¡como vuela el tiempo!’

- ‘Realmente, tengo 27años, tía Mimi,’ dije. Ella siempre se equivoca con mi edad.
- ‘¿Tan pronto? ¿y no te has casado todavía? Tu madre se casó cuando tenía 18 años.
¡18! ¡Y tu naciste ella tenía 19!’ Tía Mimi se veía triste cuando dijo esto.

Decidió decir lo que pensaba de una vez como siempre hace.

- ‘¿Así que cuando nos vas a traer a un buen chico a casa?’ preguntó, mirándome bien a
los ojos.
- ‘Estaba ese chico de Armstrong que viste hace dos años. El estaba bien,’ dijo mamá,
intentando ayudarme.
- ‘Mamá, Armstrong era el repartidor de pizzas,’ intenté explicar, pero mamá nunca me
escuchaba.
- ‘Armstrong estuvo aquí pocas veces. Me gustaba,’ dijo mamá.
- ‘Mamá,’ le dije, ‘fue cuando la cocina se rompió, ¿recuerdas? Nosotras comimos pizzas
por muchas semanas hasta que se arregló. Armstrong era el repartidor de pizzas.’
- ‘No me preocupa,’ dijo mamá. ‘Me gustaba, ´él tenía unos ojos bonitos.’

Tía Mimi elevó los ojos de sorpresa.

- ‘¿Quieres decir que dejaste ir a un chico de Armstrong?’ dijo la tía Mimi.


- ‘Pero el solo era el repartidor de pizzas,’ dije, débilmente.
- ‘Entonces el se fue. ¡A estas alturas el será el dueño de la empresa!’ dijo la tía Mimi. ‘¡Y
lo dejaste ir!¡Anna!’

Eso no era un argumento. Sabía que no me iban a escuchar. Así que cambié de tema.

- ‘El pastel de frutas estaba bueno, mamá,’ dije.


- ‘La tía Mimi lo trajo,’ dijo mamá. ‘pero no cambies de tema, tu tía tiene algo que
decirte.’

¡Oh no! ¡Ella está intentando encontrarme un marido de nuevo!

La tía Mimi comenzó, ‘he encontrado al chico perfecto para ti, Anna. Bien… él no es
exactamente joven, pero tú tampoco lo eres más… y todavía tiene su propio pelo…’

Decidí que tenía que poner fin a esto, no quería conocer a ‘chicos’ de la tía Mimi incluso si
el tiene su propio pelo.

- ‘Gracias, tía Mimi,’ dije. ‘Pero voy a ver a alguien esta noche.’

No quería decirles, pero tenía que hacer algo para parar a la tía Mimi. Ciertamente las
sorprendió. Ambas me miraron con sus ojos y bocas abiertas como un par de peces.

- ‘Si,’ dije. ‘Voy a salir con mi jefe, el señor Amos. Me recogerá a las 8.’

¡Eso sin dudas las sorprendió!

***
Mamá y tía Mimi estaban muy satisfecha, por supuesto. Ellas se fueron a planificar la boda y
me dejaron prepararme para el hombre que podría ser mi futuro marido. Estaba empezando a
desear no haberles dicho nada. Después de todo, no tenía idea porqué mi jefe se había
comportado conmigo de esa manera. Él no me había notado antes. Sin embargo, el noto mi
perfume que tenía puesto. Últimamente había estado usando un perfume llamado Intriga. Fue
hecha por otra compañía y realmente lo preferiría a los perfumes que hacíamos. El señor Amos
tiene una muy buena nariz para los perfumes. Quizás Intriga era buena, no podía detenerse.
¿Cómo lo sabía?

De todos modos, tenía que estar lista para mi salida nocturna. Aunque no podía explicar por
qué el señor Amos de repente me encontraba atractiva, de verdad quería descubrirlo. A mi
manera soy tan mala como mi tía Mimi, supongo. Lo gracioso fue, realmente no me gustan los
hombres como el señor Amos. Pero quiero descubrir porqué él había cambiado.

Así que me puse mi mejor vestido negro, mucha y mucha Intriga y un par de tacones altos. El
bolso de mano que utilizo para trabajar es el único que tengo porque no salgo tan a menudo.
Lo cogí. Luego escuche el timbre de la puerta.

Mamá y la tía Mimi estaban en frente de la puerta antes de que pudiera moverme. Ellas
querían ver mi cita. Ambas estaban intentando darme prisa. Tenían una gran sonrisa en sus
caras.

Abrí la puerta.

- ‘Hola, Anna.’

Era el señor Amos. El se veía guapo. Sin embargo, el estaba más tranquilo que antes y estaba
mirando al suelo. Pude oír a mi madre y a la tía Mimi detrás de mí. Podría decir que les
gustaba. Pero a él no.

- ‘Hola, señor Amos,’ dije.

Estaba esperando a que dijese algo amistoso, como ‘llámame David’ o algo. Pero no.

Logré alejarlo de mi madre y de mi tía Mimi sin demasiados problemas. Supongo que pensaron
que deberíamos estar solos juntos si tenían alguna esperanza de escuchar campanas de boda
en el futuro.

El difícilmente dijo algo en su coche, cualquiera, aparte de una conversación educada sobre lo
bien que me veía. Me di cuenta de que no lo decía en serio. Los hombres tienen una manera
de llamarte ‘bonita’ cuando a ellos realmente no les importa cómo te veas.

De todos modos, el condujo hasta un caro restaurante francés donde el gastó algo de tiempo
tomando bebidas y ordenando comida. Toda la conversación fue de tipo cortés, pero podía
decir que se estaba preparando para decir algo. Luego se volvió hacía mí con una mirada seria
en su cara y habló.

- ‘Mira Anna...’ comenzó.

¡Lo sabía! El había cambiado de opinión y estaba intentando pensar en alguna excusa para irse
de nuestra noche juntos.

- ‘…sobre hoy, en la fábrica,’ continuó. ‘No sé porqué me comporté así.’


- ‘Pensé que era porque me encontrabas atractiva, señor Amos. Y porque te gustaba mi
perfume,’ dije, preguntándome porque Intriga que estaba usando no parecía estar
teniendo ningún efecto en él. Pero era obvio que él no había estado escuchándome.
- ‘Verás, Anna,’ dijo, ‘si podemos ver esto como…como…’
- ‘¿Como que, señor Amos? Pregunté.
- El de repente puso una sonrisa. ‘Como una recompensa por todo tu duro trabajo en la
fábrica. Después de todo, tu eres una de las mejores químicas. Es lo menos que puedo
hacer para enseñarte lo mucho que valoro tus esfuerzos. ¡Tener esta comida conmigo!
¡Pagaré todo por eso!’

Si la comida hubiera estado allí, realmente habría estado en él. ¡Se la hubiera tirado! Así que el
había cambiado su opinión y ahora quiere deshacerse de mí. No podía creerlo por un
momento que esa comida era el precio de una buena pequeña química.

- ‘Discúlpame un momento, señor Amos,’ dije, levantándome de mi sitio.


- ‘Por supuesto,’ contestó, mirando más nervioso que antes.

Fui al baño de las chicas. Sentí ganas de romper los muebles o algo. ¡Estaba molesta! ¡Tenía
orgullo, después de todo! ¿y por qué no había funcionado Intriga? Quizás no me puse
suficiente, incluso para su nariz experta. Decidí ponerme más. Quizás funcione. Miré en mi
bolso, ¡no estaba allí! Todo lo que pude encontrar fue esa botella con el pastel de frutas que
había hecho en la fábrica. No me importaba, me lo puse. Use media botella. Después fui fuera
otra vez.

Como estaba caminando de regreso a la mesa casi choco con el camarero quien nos había
servido. El paró y me miró con una estúpida mirada en su cara. Luego recordó que tenía
trabajo que hacer, caminó y derribó una mesa con algunos pasteles.

Cuando finalmente llegué a la mesa, el señor Amos estaba avergonzado, como si no quería que
lo vieran conmigo. Podía ver que estaba intentando esconderse, pero no pudo. De repente
algo extraño sucedió: el abrió su boca, como si fuese a hablar, luego paró. El había olido el
perfume especial de pastel de frutas que tenía puesto, y el cambio que se apoderó de él fue
inmediato. Su mirada de vergüenza simplemente desapareció. En cambio, el miraba como un
perro quien había encontrado un hueso; sus ojos brillaban y el sonreía hasta que pensé que su
cara se partiría en dos. Se levantó.

- ‘Por fin has vuelto te extrañaba, Anna,’ dijo el. ‘he estado en un sueño terrible y me
acabo de despertar.’
- ¿Un sueño, señor Amos?’ pregunté. No entendí sobre que estaba hablando.
- ‘Llámame David, querida…’ dijo.

¿Querida? ¿Qué quiso decir? ¿Qué estaba sucediendo?

- ‘Si…’ continuó. ‘ Soñé que estaba siendo horrible contigo, tratándote como si solo eras
alguien que trabajabas para mi. La verdad es que significas mucho más que eso para
mí…’

Me preguntaba que quería decir. ¿Iba a aumentar mi sueldo?

- Continuó. ‘Debes darte cuenta que estoy loco por ti, querida.’

El me llamó querida otra vez. Estaba hablando en serio.

Tenía que decir que en este punto me sentía muy confundida. Cinco minutos atrás mi jefe no
quería ser visto conmigo. ¡Ahora está diciendo que está loco por mí! ¿Qué puede estar
haciendo que se comporte así? Luego, de repente, me di cuenta: ¡es el especial pastel de
frutas! Intriga puede que oliera bien, pero no hace a una chica atractiva para los hombres.
Pero mi perfume de pastel de frutas si.

- ‘Siento mi corazón creciendo con amor para ti, Anna,’ dijo el señor Amos. El estaba
mirando mi cuerpo a través del vestido negro.
Luego la camarera vino a la mesa. Ella me dijo que tengo una llamada de teléfono y me pidió
que lo contestara en el salón.

Pregunté de que se trataba.

- ‘Discúlpame, David no tardaré,’ dije.


- ‘Un minuto es mucho tiempo cuando te vas, Anna,’ dijo el. Sus palabras eran como la
conversación de una mala película. Pero me quedé callada sobre eso el era mi jefe,
después de todo, incluso si el se había vuelto loco.

Cuando llegué al salón cogí el teléfono. Me di cuenta de que alguien me saludaba con los
brazos desde otro teléfono al otro lado de la habitación grande. Podía ver que era el camarero
otra vez había pedazos de pastel por todos sus pantalones.

¿Ahora que podía querer él?

Pronto me enteré.

- ‘Señorita…’ su voz estaba emocionada al otro lado de la línea. ‘… Sé que soy solo un
pobre camarero, pero el amor me hace valiente…’

¿Por qué todo el mundo suena como una película mala esta noche?

- ‘Cuando te vi hace un momento,’ dijo el camarero, ‘no pude evitar enamorarme de ti.
Eres preciosa. Por favor dime que me verás… Se que puedo ofrecerte más que ese rico
tonto con el que estas sentado. Puede que no tenga su dinero o su aspecto, pero te
amo mucho más de lo que él podría. ¡Por favor se mía!’
- ‘Espera un momento, Romeo,’ dije. ‘¿Por qué no te calmas y sirves langostas, como un
buen pequeño camarero?’

Era el perfume, mi especial pastel de frutas otra vez. El camarero tenía un buen olor cuando
había pasado antes y ahora el piensa que está enamorado de mí, el pobre hombre. No fue su
culpa. Le dije que si el me amaba no hablaría en voz alta sobre eso.

- ‘Por supuesto, mi amor. ¡No te avergonzaré… querida!’ dijo el camarero.

Hasta ahora tengo dos hombres que me llaman querida en una noche. La tía Mimi estaría
encantada.

Pero si el perfume funciona de ese modo en el camarero, tengo que tener cuidado de no pasar
demasiado cerca de ningún otro hombre. Puedo terminar con un grupo de hombres
siguiéndome hasta casa, todos diciendo que me aman. ¿Y podría ser horrible? Bien, ¿no? Bien,
tal vez no pero no sería fácil de explicar a mamá. Y no se lo mencionaría a la tía Mimi.

Gracias a dios el lugar era tranquilo esta noche. Regresé a la mesa, intentando mantenerme
alejada de los otros hombres que estaban en el restaurante. Tuve suerte; me pareció que ellos
tenían que acercarse al perfume para que tuviese efectos.

Cuando volví a la mesa vi que David se había unido a Sabina, una preciosa joven modelo quien
fue su reciente novia sus fotos estaban en todas las revistas reciente.

- ‘Así que, tu eres Anna. No te he visto antes, Anna.’ Dijo Sabina mi nombre como si
fuese una palabra sucia. ‘¿No trabajas para David haciendo perfume o algo?
Terriblemente emocionante.’

Me tendió la mano como si se esperaba que la besara. No lo hice.

- ‘Sabina,’ dijo David. ‘Anna es la mujer que amo.’


Casi no podía creer lo que oía. David Amos estaba diciéndome que él me amaba justo en las
narices de su hermosa novia, Sabina. Todo por mi pastel de frutas. Tengo que decir algo. Esto
estaba llegando a ser tonto.

- ‘David, de verdad pienso…’ empecé.

Pero al momento nuestro camarero hizo otra aparición. El estaba tocando la guitarra y
cantando ‘O Sole Mio’ para mi en la parte superior de su voz. Bien, el dijo que no hablaría en
voz alta, no dije nada sobre cantar en voz alta. Debo recordarlo la próxima vez.

En cuanto a Sabina, ella no sabía si reír o llorar a la vista de dos hombres diciendo cuanto ellos
me aman al mismo tiempo y mientras ella estaba allí.

Ella golpeó a David en la cara.

El camarero cantaba aún más fuerte que antes. David lo golpeó en el mentón. Mientras me
alejaba de la mesa, se desarrollo una pelea entre Sabina, David, el camarero que canta y varios
camareros más quienes estaban intentando calmar las cosas.

De pronto el lugar era ruidoso, desorden confuso de pastel, piezas de langostas, piscinas de
vino y trozos de guitarra rota.

Hora de irse, pensé.

Corrí abajo y cogí un taxi hasta casa. ¡Gracias a dios el conductor del taxi era una mujer!

***

Cuando llegué a casa, la tía Mimi se había ido y mamá estaba dormida ella nunca podía estar
despierta cuando ella estaba emocionada. Tenía algunos momentos tranquilos para pensar
sobre qué había pasado. ¿Por qué mi perfume tuvo tal efecto en los hombres quienes
normalmente no me restarían atención? No me había puesto nada que no fuera diferente.
Nada, es decir, excepto el pastel de frutas de la tía Mimi.

¡Qué pastel de frutas!

Después tuve un pensamiento. ¿Que si yo, como química, podía descubrir que fue en ese
pastel de frutas que hizo que los hombres enloquecieran de amor? La gente pagaría mucho
por saber cosas como esas. ¡Podría hacer mucho dinero! No había razón, ahora que lo pienso,
por qué debería dejar cosméticos Amos sabiendo sobre esto. Después de todo, no era su
pastel de frutas. Pero no podía hacer nada a no ser que supiese lo que había en el pastel y solo
la tía Mimi sabía eso.

Decidí faltar al trabajo el próximo día podría decir que tengo frío o algo. También quería evitar
a David Amos quien todavía podría estar afectado por el especial pastel de frutas, o la pelea
que había seguido.

***

La tía Mimi vivía en un bonito pequeño apartamento en otro lado de la ciudad. Tenia que salir
antes de que mamá se levantara. No quería ser cuestionada sobre mi ‘nuevo joven’. Tardó una
hora en llegar la guagua.

Cuando por fin llegué la tía Mimi me dio una cálida bienvenida. Pronto estábamos sentadas en
la cocina, hablando sobre esto y lo otro. Las dos sabíamos que la tía Mimi me iba a preguntar al
final, así que a ninguna de nosotras dos nos importó hablar sobre otras cosas primero. Tía
Mimi era buena compañía cuando ella no hablaba sobre maridos.

Le mencioné el pastel de frutas.


- ‘Anna,’ dijo la tía Mimi, ‘te conozco desde que naciste y tu nunca has horneado un
pastel en tu vida. Ahora quieres saber como se hornea el pastel de frutas. ¿Qué está
pasando?’
- ‘Nada, tía Mimi, solo pienso que el pastel estaba delicioso y preguntaba si podía
hornear uno también. No hay nada de malo en eso, ¿es así?’ Por supuesto, estaba
mintiendo. Las dos lo sabíamos.
- ‘Así que,’ dijo tía Mimi. ‘Ese hombre tuyo quiere que le hornees un pastel. ¿Quién
piensa que eres, su madre? ¿Qué estaban haciendo ustedes dos anoche, teniendo una
clase de cocina?’
- ‘Oh, por favor, tía Mimi,’ le rogué. ‘De verdad necesito saberlo. Prometo que tan
pronto como me lo digas te diré todo sobre la otra noche.’
- La tía Mimi estaba interesada. ‘¿Todo?’
- ‘Todo,’ dije. ‘Sin secretos.’
- La tía Mimi sonrió. ‘Bien, querida, odio decirte esto, pero yo no hice el pastel. Lo
compré.’
- ‘¿Lo compraste?’ dije, incapaz de ocultar la sorpresa en mi voz. ‘¿Dónde lo
compraste?’
- ‘De un pequeño lugar del mercado, al aire libre que tiene lugar dos veces a la semana
en el parque. Es una anciana quien dijo que usara para hornear para nuestros maridos.
Tenía siete de esos, ¿te lo puedes creer? Y todos ellos comieron sus pasteles de frutas.’

De alguna manera no me sorprendí que ella tuviese siete maridos. No con esos pasteles de
frutas.

- ‘¿Dijo lo que puso en ellos?’ pregunté, esperanzadora.


- ‘Solo que puso algo especial que creció ella misma,’ dijo la tía Mimi. ‘ella no diría que.
Ella me dijo que solo horneó ese tipo de pastel por unos minutos. Como cuestión de
hecho, ella sabía que estaba pensando sobre encontrar un marido para ti. No sé cómo
lo supo, pero lo hizo.
De todos modos, esta mujer que hizo el pastel me dijo que te lo diera y se acabarían
tus problemas. No podía creer lo que decía, pero solía comprar los pasteles de frutas
porque estaban deliciosos.’

Noté que la tía Mimi estaba hablando sobre esta anciana como si ella no estuviera. Temí lo
peor. ¿Estaba muerta?

- ‘¿Podemos ver a esta anciana para preguntarle al respecto?’ pregunté.


- La tía Mimi me miró triste. ‘Me temo que murió la semana pasada fui a su funeral.
Ellos dicen que ella tenía más de cien años. Había muchos extraños allí, todos
hablando de alguna manera extraña. Parecían pensar que era alguien importante,
pensé que nadie se fijaba mucho en ella por aquí.’
- ‘Excepto tú, tía Mimi,’ dije.
- La tía Mimi sonrió. ‘Bien, sabes cómo no puedo ocuparme de mis propios asuntos.’

Lo sé.

- ‘Hablando de que,’ dijo ella, acercándose a mí, ‘es tu turno.’


- ‘¿Mi turno?’ pregunté.
- ‘Para contarme todo lo que sucedió la otra noche,’ dijo ella.

Y así que lo hice. Todo, como había prometido. No sé si la tía Mimi me creería o no, pero si no
lo hizo, nunca lo dejó mostrar.

Ella no es una mala anciana, mi tía Mimi. No cuando llegas a conocerla.


***

Al final tuve dos días libres. Dije que estaba enferma y en cierto modo lo estaba: no me sentía
bien hasta que supe la verdad sobre el pastel de fruta. Sabía que había pocas posibilidades de
que descubrieran lo que realmente sucedió. Tendría que calcularlo con la pequeña cantidad
que me quedaba en la botella. Había gastado más de lo que pensaba la otra noche.

Pero no estaba segura que quería hacer fortuna del secreto de la anciana. Quizás era justo que
el secreto estuviera enterrado con ella.

Entonces de nuevo, quizás no.

Mama parecía satisfecha con mi explicación de que las cosas no habían funcionado entre el
señor Amos y yo, aunque ella pensó que desperdicié una oportunidad ella quería que tuviese
un marido rico. Todavía, la felicidad es lo que realmente cuenta, dijo ella, con tristeza en su
voz.

Cuando finalmente volví a la fábrica, había un mensaje en mi escritorio podía ver al señor
Amos tan pronto llegué.

Mientras yo caminaba hacia la oficina de David Amos me sentí como una colegiala quien tiene
que ir a ver al director. Estaba segura de que el especial pastel de frutas ya no estaría
funcionando después de todo, no me había visto por unos días. Llamé a su puerta.

El señor Amos estaba sentado bajo su gran escritorio con un gran ojo negro. De pie junto a él,
sonriente y usando gafas oscuras y un sombrero, estaba Sabina. Ella tenía su brazo alrededor
de su espalda.

- ‘Espero que estes bien, Anna.’ Dijo el señor Amos.


- ‘Si, gracias, señor Amos,’ dije. (pensé llamarlo David, pero no es lo mejor que podía
hacer en este punto. Podía ver a Sabina que no estaba contenta de verme.) ‘Espero tu
estés bien,’ añadí rápidamente.
- ‘Me duele un poco el ojo ¡tu camarero podría pegar fuerte!’ dijo con una pequeña
sonrisa.

Sabina también, pensé, al recordar cómo le había pegado. Pero no dije nada.

- ‘De todos modos,’ dijo el señor Amos, ‘logré calmarlos para que no hubiera más
problemas y no se llamó a la policía. Tu camarero tuvo parte de culpa, también, así que
acepto mis disculpas a un precio, por supuesto. Al menos el nombre de cosméticos
Amos no aparecerá en los periódicos. Y, en cuanto a ese otro asunto de mi extraño
comportamiento contigo no puedo explicar que me afectó. Quiero decir, un hombre
como yo y una mujer como… quiero decir…’ el miro hacia Sabina.

Sabina lo remató por él.

- ‘El quiere decir que un rico y guapo hombre como el no podría caer enamorado con
nadie como tu cuando el tiene a una chica preciosa como yo. ¿No es cierto, David?’
- ‘Lo expresas muy bien, querida,’ dijo él.
- Sabina continuó: ‘así que David quiere que aceptes un poco de dinero para compensar
por algunas decepciones que puedas tener, luego puedes regresar a hacer perfumes a
la fábrica de nuevo. ¿Cierto, David?’
- ‘Totalmente, querida,’ dijo el señor Amos antes de girarse hacia mi de nuevo. ‘Bien,
Anna, espero que haya ayudado para… ejem… aclarar un poco las cosas. Lo siento,
tenía que haber esto, ejem, confusión. Espero que esto haya solucionado las cosas
entre nosotros.’

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