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Florencia Guimares García , La Roy.

Revolución de una trava

«Una se va formando a gusto y piaccere del prostituyente, es muy fuerte lo que genera la
prostitución entre nosotras mismas, y capaz que a la noche dormimos todas en una comisaría
abrazadas por el frío, o en una cama porque estamos veinte adentro de una pieza. Con esas
mismas con las que estamos comiendo un guiso pero, si estamos paradas en una esquina,
entra la competencia. Yo me he agarrado a trompadas y a botellazos con compañeras.
Porque si los tipos las quieren con más tetas, nos ponemos más tetas; con más culo, nos
ponemos más culo; nuestro cuerpo se arma según el deseo del prostituyente.

Por eso a mí me costaba trasvestirme completamente, y eso que yo salía de lunes a lunes a
trabajar. Porque no es que yo pasaba por un chonguito, un varoncito gay, no; salía re loca,
con las pestañas, el pantalón apretado... en mi mambo, eso era más aceptado que una trava.
Y me daba cuenta, al haberme criado con travas, que es otra la vida social, más de la noche
o los cumpleaños entre travas. Pero como gay podía ir a un boliche, al cine, con mis amigas
a la plaza, cosas que veía que las travas no hacían. No quería perder esos “privilegios” que
creía que tenía por ser marica.

A pesar de no trasvestirme todo el día, estaba muy envuelta en la prostitución, es muy difícil
romper el caparazón y salir. Yo creo que, si a mi compañero no le hubiera cambiado el
destino, seguiría siendo prostituida. Él es ex-combatiente de Malvinas, y da la coincidencia
de que los traumas de pasar años en situación de prostitución son muy parecidos a los daños
psíquicos de los sobrevivientes de la guerra. Somos dos sobrevivientes que luchamos juntxs
contra esta sociedad prejuiciosa.

Con los chongos pasa lo mismo. Muchas veces sucede que hay uno de turno al que le
bancamos las zapatillas, la comida, se queda tirado mirando la tele mientras una está parada
en la esquina. En numerosas ocasiones ese tipo tiene una familia con hijos y una los termina
manteniendo a todos. Porque estamos siempre buscando ese cariño, ese amor. Cuando era
marica me sucedía. Chupaba diez pijas antes de ir a bailar, me hacía cien pesos , y después,
en el boliche, tenía mucha gente alrededor porque compraba copeteo todo el tiempo, y
decían: «mi amiga la trava», pero después no les importaba si no aparecía porque me había
pasado la noche en cana o porque me dieron una paliza y estaba con las piernas reventadas.

Así es como a veces vamos construyendo nuestros vínculos, con el dinero de por medio, con
regalos. Es muy triste pero es la realidad, es en lo que nos quiere convertir la sociedad, el
sistema capitalista y patriarcal, en cosas, en objetos de consumo, y muchas veces es así como
vemos a lxs demás. Buscamos el afecto que los prostituyentes tampoco nos dan.»

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