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A CLASE DE “PENSAMIENTO Y LENGUAJE”


NOMBRE DEL PROFESOR: “MARIA GUADALUPE BALTAZAR”

IMPORTANCIA DEL
LENGUAJE EN LA
RELACIÓN MADRE E HIJO
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HERNANDEZ ORTEGA HEIDI JAQUELINE


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INTRODUCCIÓN
El próximo trabajo a leer hablará sobre la importancia del vínculo entre la madre y el hijo en los
primeros años de vida.

La relación madre e hijo es importante para desarrollar la autoestima. Por lo tanto, es


recomendable que para los primeros años de vida se entable una muy buena relación de vínculo
entre la madre y el hijo para que esté a su vez tenga una autoestima elevada y tenga seguridad y
confianza en sí mismo.

Como sabemos, la calidad de interacción que se tiene entre la madre y el hijo, genera un efecto
en el desarrollo posterior de la personalidad del niño, obteniendo así la seguridad emocional
necesaria para la exploración del medio ambiente y para un adecuado proceso de producción del
lenguaje.

Durante los primeros años de vida del niño se experimentan grandes cambios de desarrollo. En
particular, la incorporación del lenguaje “formal” el cual es uno de los logros más anunciados
del desarrollo temprano.

Este lenguaje permite a los niños compartir significados con otras personas y poder participar
en el aprendizaje cultural de alguna manera. Además, el lenguaje es fundamental para la
preparación y logro escolar de los niños.
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1. DESARROLLO
Empezaremos hablando sobre cuál es el papel que lleva la madre en el desarrollo del lenguaje de
los niños.

Se dice que durante los primeros años de vida del niño es importante tener una gran variedad de
estímulos del ambiente, los cuales contribuirán en el desarrollo de capacidades y potenciales
integrales. Los padres son los principales responsables de esta estimulación, en especial la
madre, quien a través de su interacción permite el desarrollo de habilidades sociales y afectivas
repercutiendo directamente en sus relaciones futuras.

La interacción verbal maternal del niño, tiene algunas entonaciones, ritmos y gesticulaciones
que son únicas, es decir, que poseen una gran y especial influencia en la estimulación del habla
en el hijo. En este caso, la madre es más interactiva y usa tonos muy diferentes, los cuales son
gesticulaciones e indicaciones expresadas hacia objetos.

La interacción que tiene la madre con el hijo despierta un interés y atención de los bebés,
mediante la señalización que es evidentemente para ellos. Estas interacciones son muy
significativas, pues desde su nacimiento la madre es la principal responsable de satisfacer todas
sus necesidades tanto de protección, nutrición, salud y bienestar y es la encargada de
comprender y responder antes las señales que emite el niño, así como aportar una estimulación
lingüística.

2. DESARROLLO DEL LENGUAJE

El desarrollo de la interacción recíproca entre el niño y la madre debe comenzar en el


nacimiento, incluso antes, los niños deben ser capaces de señalar sus necesidades y responder a
las interacciones de la madre, al mismo que la madre tiene que tener la capacidad de percibir las
necesidades de sus hijos y responder a ellas adecuadamente.

Los niños a muy temprana edad aprenden a utilizar las palabras para describir lo que escuchan,
ven, sienten y piensan. En este caso, el lenguaje se desarrolla mucho antes de que un bebe
pronuncie sus primeras palabras.

Las madres, en primer lugar deberán utilizar expresiones gramaticales correctas, para que de
este modo se pueda proporcionar a los niños modelos gramaticales correctos los cuales puedan
imitar ellos; en segundo lugar dar mayor estimulación verbal, es decir, un lenguaje más dirigido
a objetos y acontecimientos del ambiente inmediato, es decir, un lenguaje más referencial y nos
solo expresivo, en tercer lugar producir gran cantidad de repeticiones semánticas, en cuarto
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lugar, responder a cualquier intento de interacción verbal y no verbal del niño e ir haciendo los
oportunos cambios en el lenguaje a medida que el niño crece.

El ambiente que rodea al niño en sus primeros años de vida ejerce un papel fundamental sobre
el desarrollo del lenguaje y habilidades de socialización. Muchos creen que el lenguaje del niño
comienza con la expresión de las primeras palabras y, realmente, se inicia durante la gestación
cuando surge el vínculo afectivo entre la diada madre-hijo. Desde el primer momento en que los
padres atienden las necesidades del bebé, comienza la interacción entre estos, dando lugar al
establecimiento del vínculo afectivo tan crucial para afianzar posteriormente el desarrollo de la
personalidad y relaciones sociales sanas.

Desde el inicio un niño querido, acogido cálida y amorosamente, estará mucho más motivado
para comunicarse y logrará conectarse más seguido para un intercambio, ya que sabe que será
atendido y escuchado ya que sus padres le hacen sentir importante y amado a cada momento,
sabrá que cada intento por hablar será celebrado y reconocido. Comparemos con otro niño que
crece en el vientre de una madre que no se siente complacida por su embarazo o, que crece en
un hogar con normas estrictas impuestas por padres que ejercen una autoridad irrespetuosa,
padres poco cariñosos y empáticos que gritan constantemente para comunicarse entre sí, ¿cómo
crees que se sentirá este niño?, ¿tendrá las mismas iniciativas para comenzar a hablar y
comunicarse que el niño del primer caso? Es poco probable, es posible que por el contrario, sea
un niño poco comunicativo, con escasos intentos de expresión oral que se podrían traducir a
futuro en problemas importantes de pronunciación, vocabulario o se convierta en un adulto
poco empático que grita para hacerse entender.

No quiero decir con esto que un niño criado amorosamente no tendrá problemas del lenguaje y,
uno que crezca en un hogar desapegado, sí. Se trata simplemente de entender la importancia de
la crianza positiva y respetuosa en el establecimiento del vínculo emocional ya que este facilita
las secuencias del desarrollo y sus áreas, entender que, desde el amor los padres pueden hacer
niños felices, que se conviertan en adultos saludables que puedan comunicarse efectivamente.

La calidad de interacción madre e hijo, genera un efecto crucial en el desarrollo posterior de la


personalidad del niño, obteniendo así la seguridad emocional necesaria para la exploración del
medio ambiente y dominio cognitivo, para un adecuado proceso de adquisición y producción del
lenguaje, como un componente fundamental de la naturaleza humana dentro de las diferentes
relaciones interpersonales del niño. A través de la observación de cuatro niños/as entre uno y
tres años de edad, se ha podido conocer la importancia que cumple el rol de la madre dentro de
la personalidad del infante y fundamentalmente en la adquisición del lenguaje a través del tipo
de vínculo que mantenga con su figura de apego, así como el intercambio emocional y vivencial
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que se produce entre ambos. Se han utilizado los test: Escala de Desarrollo de Nelson Ortiz (Col)
y Escala de Desarrollo Infantil EDI (Mex), para evaluar el área del lenguaje en forma cualitativa
y cuantitativa en cada uno de los niños junto con la observación y entrevista a la madre. Es
innegable la significación que adquiere el lenguaje como base de la comunicación del ser
humano. Como investigadora he planteado la necesidad de brindar grupos de apoyo, en donde
exista una mejor guía y acompañamiento para que las madres puedan conocer la importancia de
mantener un vínculo cercano y positivo con su hijo/a, ya que la función que cumple la madre
con el niño interviene en el proceso de adquisición y producción del lenguaje, como en su
crecimiento a nivel social y cognitivo en varias áreas del desarrollo.

Según la forma de comunicarse puede ser: expresiva, que es cuando se emiten opiniones y
vivencias y manifestaciones subjetivas de la realidad; la función apelativa o conativa, cuya
finalidad es una exhortación a través de preguntas, ruegos, mandatos o exigencias; la función
representativa o referencial, que informa y da a conocer hechos y datos de la realidad; la función
metalingüística, que trata de explicar y aclarar conceptos e ideas relacionados con
conocimientos lingüísticos; la función fática, que permite iniciar, interrumpir o continuar una
comunicación; y la poética, que corresponde a una comunicación armónica, que refleja la
sensibilidad del autor en un estilo estético.

Las primeras funciones del lenguaje (expresiva, apelativa, representativa) descritas con
anterioridad, son aplicables a las interacciones de las madres con sus hijos pequeños, ya que se
evidenció que las vivencias, las preguntas y hechos reales en general que la madre transmite a
su hijo enriquece su vocabulario. En cambio, las últimas funciones del lenguaje (poética,
metalingüística y fática) se aplican a interacciones más sofisticadas

La comunicación no verbal es predominante en la relación entre madre e hijo. Se tuvo por


objetivo verificar la comunicación no verbal madre/hijo en la existencia del HIV materno.

En ambiente experimental, fueron evaluadas cinco madres HIV+, que cuidaban de sus hijos de
hasta seis meses de vida. Las filmaciones de los cuidados fueron analizadas por peritos, siendo
observados los aspectos de la comunicación no verbal, como: lenguaje, cinestésica, proximidad,
contacto visual, tono de voz y comportamiento táctil materno e infantil. Se obtuvieron 344
escenas que, después de un análisis estadístico, posibilita inferir que la comunicación no verbal
es utilizada por la madre para demostrar su apego íntimo a los hijos y para percibir posibles
anormalidades. Se sugiere que la infección materna puede ser un factor determinante para la
formación del fuerte apego de la madre por su bebé después del nacimiento.
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Durante los primeros meses de vida, el bebé tiene los rudimentos de un lenguaje de amor. Es el
lenguaje del abrazo, de la mirada, de la sonrisa, de las comunicaciones de placer y molestia. Este
es el vocabulario amoroso antes de que se pueda hablar de amor.

Inmediatamente después de nacido, el bebé tiene un período muy sensible de alerta que dura
aproximadamente una hora y que permite iniciar el vínculo afectivo temprano con su madre. Si
se cuenta con una madre alerta y despierta a la que se le permite sostener a su bebé en los
brazos para darle la bienvenida, acariciarlo y manifestarle su amor, se aprovecha este período de
sensibilidad inicial para el establecimiento de este fundamental requisito en la relación
madre-hijo: el apego. Después de este período, el vínculo puede aún integrarse, pero es más
difícil.

El contacto visual es muy intenso; la madre mira al bebé y éste le regresa la mirada. La madre
automáticamente cambia el tono de su voz. Esta comunicación entre la madre y su hijo no es
solamente sonora sino que incluye también movimiento: así el bebé se mueve en sincronía con
las palabras de su madre en una especie de danza. El bebé no responde de igual manera a otros
sonidos distintos al lenguaje.

Esta interacción entre la madre y el hijo inmediatamente después del nacimiento no es solo
satisfactoria para ambos, sino que también es fisiológicamente necesaria.

Lo más importante, es la existencia de un “diálogo” muy particular de intercambio de mensajes,


de demandas y respuestas. Diálogo particular porque en estos primeros tiempos de la vida de un
ser humano, esta comunicación se efectúa a través de la tonicidad muscular, de la mirada o
contacto visual entre ambos, de las expresiones vocales (llanto, gorjeo, etc.),del tacto, la
postura.

Y si bien estas expresiones pasan como desapercibidas y obvias en lo natural de ese vínculo
entre padres y bebés, contienen todo el potencial del inicio de todo vínculo posterior.

En el momento que una madre toma en brazos a su recién nacido, lo toca, le habla, lo acaricia,
lo mira y brinda su calor, son desde un principio otros tantos estímulos vinculares que ya él
recibe y que él también podrá responder.
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La descodificación de los mensajes y señales que envía el niño lo incluye en una historia familiar
que otorga sentido a eso que el “dice, ratificando ese lugar de ser alguien para alguien.

Algo tan trascendente en la vida de un ser humano es lo que transcurre de lo más naturalmente
cuando alguien elige ese nombre para un hijo, cuando la mamá lo amamanta o lo calma porque
llora, o cuando el papá dice que no quiere esa comida “porque ya tiene mi carácter”. es allí
donde se va filtrando la particularidad de ese vínculo esencial y que constituye la base de todas
las futuras interacciones.

Fomentar el inicio del vínculo materno-infantil inmediatamente después del nacimiento, ayuda
a una apertura hacia la conducta maternal que se organiza durante la experiencia del parto y se
consolida por la presencia del bebé.

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