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Corral Rose. Las formas de la violencia en dos cuentos de La furia : « las fotografias » y « la casa de los relojes ». In: América
: Cahiers du CRICCAL, n°17, 1997. Le fantastique argentin: Silvina Ocampo, Julio Cortázar. pp. 199-206;
doi : https://doi.org/10.3406/ameri.1997.2000
https://www.persee.fr/doc/ameri_0982-9237_1997_num_17_1_2000
1. Autobiogrqfta de Irene, Sur, Buenos Aires, 1948 ; Lafuria y otros cuentos, Sur, Buenos
Aires, 1959 ; Las invitadas, Losada, Buenos Aires, 1961 ; Los dias de la noche, Sudamericana,
Buenos Aires, 1970 ; Y asi sucesivamente, Tusquets, Barcelona, 1987 y Cornelia ante el
espejo, igualmente en Tusquets en 1988. Para las citas de Lafuria, seguiremos en este trabajo la
ediciôn espanola con prôlogo de Enrique Pezzoni, Alianza Editorial, Madrid, 1982, 229 p.
2. John King, Sur, Estudio de la revista argentina y de su papel en el desarrollo de una cul-
tura, 1931-1970, F.C.E., Mexico, 1986, p. 149.
3. La nota de Alejandra Pizarnik esta dedicada al libro El pecado mortal - antologîa sele-
ccionada por José Bianco y publicada por Eudeba en Buenos Aires en 1966 -, que reûne
cuentos de Autobiografia de Irene, Lafuria y Las invitadas. Coincidimos también con
Pizarnik cuando muestra su inconformidad con algunas de las categorîas habituâtes, como « rea-
lidad », « irrealidad » e incluso « fantâstico », para describir el mundo de los cuentos de
Silvina Ocampo. lx) fantâstico no es el aspecto déterminante de la mayoria de los cuentos de
La furia. Para Alejandra Pizarnik uno de los rasgos comunes a varios de los cuentos de
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Los numerosos crimenes y muertes que suelen aparecer en sus relatos solo
parecen ser el ultimo eslabôn, el brève estallido final de una série de vio-
lencias previas que hay que descifrar1.
Aunque el narrador de los relatos de Silvina Ocampo tiende a so-
slayar la sorpresa y el espanto que provocan taies hechos incorporândolos
con naturalidad a su mundo, no résulta posible expulsar del cuadro, una
vez que aparece, la fisura que se abre en esta aparente normalidad. Imper-
ceptiblemente se ha logrado subvertir la superficie apacible del relato. En
este contexto, no es sorprendente que varias de las formas de la violencia
que invaden sus relatos en La furia y otros cuentos aparezcan sobre todo de
manera oblicua. Es una violencia latente que corroe y socava el orden im-
perante, que complica la trama del cuento y la vuelve ambigua. Nos parece
que Silvina Ocampo ha encontrado una forma literaria eficaz para decir la
violencia, porque en sus relatos no es simplemente lo que se llama un tema
sino también una técnica literaria muy elaborada.
Los dos cuentos que hemos escogido, ademâs de presentar ciertas
similitudes iniciales que permiten el cotejo, nos parecen particularmente re-
presentativos del potencial transgresor de su escritura al que hemos aludido
en un principio. Permiten asimismo vislumbrar los procedimientos de esta
escritura « peligrosa », para retomar el afortunado término de Pizarnik, y
ver cômo surge en ambos cuentos lo no dicho y apreciar cômo este proceso
acaba por modificar o incluso invertir la lectura de los hechos a que nos
induce la mirada central del relato. Se trata de dos casos distintos pero en el
fondo muy cercanos, por sus efectos en la construcciôn de la historia, de
narradores déficientes que tienen una vision limitada de los acontecimien-
tos que presencian, en el mas puro estilo jamesiano.
Por otra parte, en ambos cuentos una fiesta familiar (un cumpleaôos
y un bautizo) concluye con dos muertes. En « Las fotografïas » asistimos a
la muerte « natural » de Adriana, la muchacha paralîtica, después de una
larga y agotadora sesiôn de fotografïas. En el caso de « La casa de los relo-
jes », un nino de nueve aflos le cuenta en una carta a su maestra la propues-
ta inocente - plancharle su traje arrugado al relojero jorobado, amigo del
nino - que le hace un grupo de invitados al relojero. La fiesta culmina con
un acto bârbaro : la tortura de Estanislao Romagân y su muerte, insinuadas
por la mirada del nifio-narrador que solo intuye parte de lo que esta suce-
1 . La propia autora se refiere no sin cierta ironfa (un levé guino que nos remite al âmbito de
algunos de sus relatos) a la recurrencia obsesiva de la muerte en sus historias : « La muerte
ocupa en mis escritos lo que ocupa en la vida de los hombres, es inûtil que trate de evitarla.
Siempre espéra en algûn sitio de mis relatos. Para evitarla hice vivir a los protagonistas en
el tiempo al rêvés [por ejemplo en "El castigo"] : empezar la vida desde la muerte y morir
en el nacimiento, pues en el momento culminante, cuando creo evitarla, aparece con algûn
veneno o con una arma, o con alguna treta ». Danubio Torres Fierro, « Correspondencia con
Silvina Ocampo. Una entrevista que no osa decir su nombre », Plural (Mexico), vol. V,
num. 2, nov. de 1975, p. 60.
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1. A propôsito de este cuento, Alejandra Pizarnik apunta que la « inesperada muerte que se
desoculta entre risas y festejos » constituye « un escândalo, puesto que la mas minima decen-
cia exige cierta discontinuidad en el tiempo y en el espacio entre un grupo munido de copas
de sidra y la muerte repentina de una nifla ». Art. cit., p. 94.
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