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Geometrías Euclidiana y No-Euclidianas

Marvin Jay Greenberg

1993
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Prefacio

Este libro presenta el descubrimiento de la geometría no eucli-


diana y la posterior reformulación de los fundamentos de la geo-
metría euclidiana como una historia de suspenso. El misterio de
por qué no se pudo probar el postulado de las paralelas, de Eucli-
des, permaneció sin resolver durante más de dos mil años, hasta
que el descubrimiento de la geometría no euclidiana y sus modelos
euclidianos revelaron la imposibilidad de tal prueba. Este descubri-
miento hizo añicos la concepción tradicional de la geometría como
la verdadera descripción del espacio físico. Principalmente a través
de la influencia de Grundlagen der Geometrie de David Hilbert,
surgió una nueva concepción que reconoció la existencia de muchas
geometrías igualmente consistentes, cada una de las cuales es una
disciplina lógica puramente formal que puede , o no, ser útil para
modelar la realidad física. Albert Einstein afirmó que sin esta nueva
concepción de la geometría, no habría podido desarrollar la teoría
de la relatividad (ver Einstein, 1921, Capítulo I). La filósofa Hilary
Putnam afirmó que “el derrocamiento de la geometría euclidiana es
el evento más importante en la historia de la ciencia para el episte-
mólogo” (1977, p. X). El capítulo 8 de este libro revela la confusión
filosófica que persiste hasta el día de hoy.
Este texto es útil para varios tipos de estudiantes. Los futuros maes-
tros de geometría de la escuela secundaria y la universidad reciben
un tratamiento riguroso de los fundamentos de la geometría eucli-
diana y una introducción a la geometría hiperbólica (con énfasis en

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sus modelos euclidianos). A los estudiantes de educación general y


artes libres se les presenta la historia y las implicaciones filosóficas
del descubrimiento de la geometría no euclidiana (por ejemplo, el
libro se utilizó con mucho éxito como parte de un curso sobre re-
voluciones científicas en la Colgate University). Los estudiantes de
matemáticas reciben, además, instrucción detallada en geometría
de transformación y trigonometría hiperbólica, ejercicios desafian-
tes y una perspectiva histórica que, lamentablemente, falta en la
mayoría de los textos de matemáticas.
He utilizado el desarrollo de la geometría no euclidiana para revivir
el interés en el estudio de la geometría euclidiana. Creo que este
enfoque hace que un curso universitario tradicional en geometría
euclidiana sea más interesante: para identificar las fallas en varios
intentos de demostración del postulado euclidiano de las parale-
las, examinamos cuidadosamente los fundamentos axiomáticos de
la geometría euclidiana; para probar la consistencia relativa de la
geometría hiperbólica, se estudian las propiedades de inversión en
círculos euclidianos; Para justificar la construcción de János Bol-
yai de los rayos paralelos limitantes, se introducen algunas ideas de
la geometría proyectiva (relaciones cruzadas, tétradas armónicas,
perspectivas).
He utilizado versiones modificadas de los axiomas de Hilbert para
la geometría euclidiana, en lugar de los postulados de regla y trans-
portador habituales en los textos actuales de la escuela secundaria.
Los enunciados de la regla y el transportador están incluidos en el
Teorema 4.3 del Capítulo 4 y, a partir de ese momento, la medición
de segmentos y ángulos se puede utilizar de la manera habitual.
Por tanto, el cambio es menos significativo en la práctica de lo que
es en principio. El punto aquí es que en una presentación rigurosa
e históricamente motivada de los fundamentos de la geometría, es
importante separar las ideas puramente geométricas de las ideas
numéricas y notar que el sistema numérico puede reconstruirse a
partir de la geometría.
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El sistema numérico así construido podría resultar diferente del


familiar sistema numérico real si dejamos de lado el axioma de con-
tinuidad de Dedekind; esto abre el camino a las nuevas geometrías
discutidas en el Apéndice B. De hecho, los argumentos de conti-
nuidad solo se usan unas pocas veces en este libro, y para todos
menos uno de esos argumentos, hipótesis más elementales (como
el principio de continuidad elemental o el principio de continuidad
circular, o axioma de Arquímedes). El axioma de Dedekind se utili-
za aquí sólo para probar la existencia de rayos paralelos limitantes
en geometría hiperbólica (Teorema 6.6 del Capítulo 6); mi investi-
gación reciente mostró que incluso allí, el principio de continuidad
elemental y el axioma de Aristóteles son suficientes (pero la prueba
es difícil). Por supuesto, el axioma de Dedekind es necesario para
obtener un sistema de axiomas que sea categórico. Pero el resto de
los axiomas al estilo de Hilbert están más cerca del espíritu de la
presentación de la geometría de Euclides, de modo que los estudian-
tes de secundaria brillantes y los laicos educados podrán entender
este libro.
Una característica única de este libro es que se desarrollan algu-
nos resultados nuevos en los ejercicios y luego se desarrollan en los
capítulos siguientes. Mi experiencia en la enseñanza de versiones
anteriores de este texto me convenció de que este método es muy
valioso para profundizar la comprensión de los estudiantes (los estu-
diantes no solo aprenden haciendo, disfrutan desarrollando nuevos
resultados por sí mismos). Si los estudiantes no hacen una buena
cantidad de ejercicios, tendrá dificultades para seguir los capítulos
siguientes. Hay dos conjuntos de ejercicios para los primeros seis
capítulos; los ejercicios “principales” son los más desafiantes, que
todos los estudiantes deberían intentar, pero que los estudiantes de
matemáticas tienen más probabilidades de resolver. Esta distinción
se elimina en los últimos cuatro capítulos; la mayoría de los ejer-
cicios de los Capítulos 7, 9 y 10 son “mayores”, mientras que los
ejercicios del Capítulo 8 son inusuales para un texto de matemáti-
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cas, y consisten en temas de ensayos históricos y filosóficos. Se dan


sugerencias para la mayoría de los ejercicios. Hay un manual de so-
luciones disponible para los instructores. Los primeros seis capítulos
también tienen proyectos en el final para futuras investigaciones en
la biblioteca.
Las principales mejoras de esta tercera edición son las siguientes.
El capítulo 1 ahora contiene la sección que advierte sobre el peligro
en los diagramas, pero también contiene una nueva sección sobre
el poder de los diagramas para la comprensión geométrica, como lo
ilustran dos pruebas de disección del teorema de Pitágoras. En el
Capítulo 2 (Lógica y geometría de incidencia), agregué una breve
sección sobre planos proyectivos y afines. La geometría proyectiva,
además de su interés intrínseco, es esencial para comprender cier-
tas propiedades de la geometría hiperbólica, como puede verse en el
nuevo Ejercicio principal 13 en el Capítulo 6 más dos secciones y los
Ejercicios K en el Capítulo 7. En el Capítulo 3, la sección sobre los
axiomas de la continuidad se ha reescrito; Algunos de los principales
ejercicios de ediciones anteriores que los estudiantes encontraron di-
fíciles ahora se resuelven en esa sección. También agregué el axioma
de Aristóteles a esa sección, que reemplaza el axioma de Arquíme-
des si uno quiere permitir infinitesimales en geometría. El capítulo
4 contiene muchos ejercicios nuevos para profundizar la compren-
sión de los estudiantes.
Es el capítulo 5 (Historia del postulado paralelo) el que más ha
cambiado, gracias a los nuevos conocimientos históricos extraídos
de los tratados recientes de Jeremy Gray (1989), B.A. Rosenfeld
(1988) y Roberto Torretti (1978) (véase la Bibliografía ). Se revela
el axioma de Clairaut. Se estudian los muchos intentos de Legendre
de probar el postulado de las paralelas de Euclides. Y se destaca la
notable vislumbre de Lambert y Taurinus de la posibilidad de una
geometría en “una esfera de radio imaginario”; se justifica en una
nueva sección en el Capítulo 7 (Un modelo del plano hiperbólico de
la física) así como en el Capítulo 10 (Coordenadas de Weierstrass).
7

Se ha mejorado la parte histórica del Capítulo 6. Los capítulos 5,


6 y 7 también contienen importantes ejercicios nuevos. El capítulo
8 (Implicaciones filosóficas) se ha modificado ligeramente y agra-
decería los comentarios de los lectores, ya que los “matemáticos en
activo” no están particularmente interesados en la filosofía. El resto
de El libro tiene mejoras menores, excepto que la discusión sobre
curvatura y geodésicas (la forma correcta de pensar sobre “líneas
rectas”) en el Apéndice A ha mejorado mucho.
La terminología y la notación en todo el libro son razonablemente
estándar. He seguido a W. Prenowitz y M. Jordan (1965) al usar el
término “geometría neutra” para la parte de la geometría euclidia-
na que es independiente del postulado de las paralelas (el nombre
tradicional de “geometría absoluta” implica engañosamente que to-
das las demás geometrías dependen de él). ). He introducido los
nombres “asintótico” y “divergente” para los dos tipos de paralelos
en geometría hiperbólica; Considero que estos son una mejora defi-
nitiva con respecto a la confusión de nombres en la literatura. Los
teoremas, proposiciones y figuras están numerados por capítulos;
por ejemplo, el Teorema 4.1 es el primer teorema en el Capítulo 4.
Tales directivas como “ver Coxeter (1968)” se refieren a la Biblio-
grafía al final del libro (la Bibliografía está ordenada por temas en
lugar de estrictamente alfabéticamente).
Aquí hay algunos planes de estudio sugeridos para diferentes cursos:
1. Un curso de un período para futuros maestros de geometría y
/ o especialización en matemáticas, con estudiantes de habili-
dad promedio. Cubra los capítulos 1 a 6 y las primeras cuatro
secciones del capítulo 7, agregando el capítulo 8 si hay tiem-
po. Al asignar ejercicios, omita los Ejercicios mayores (excepto
posiblemente el Capítulo 1); omita la mayoría de los Ejerci-
cios sobre intermediación del Capítulo 3; omita los ejercicios
21 a 31 del capítulo 4; omita los ejercicios 13 a 26 del capítulo
5; y asigne solo el Ejercicio de repaso y los Ejercicios K-1,
K-2, K-3, K-5, K-ll, K-12, K-17 y K-18 del Capítulo 7.
8

2. Un curso de un período para futuros maestros de geometría y


/ o especialización en matemáticas, con estudiantes mejores
que el promedio. Agregue al plan de estudios de (1) el resto
del Capítulo 7 y muchos de los ejercicios omitidos en (1).

3. Un curso de un período para estudiantes de educación general


y / o artes liberales. El núcleo de este curso serían los capí-
tulos 1, 2 y 5, las tres primeras secciones de los capítulos 6
y 7, y todo el capítulo 8. Además, el instructor debe analizar
de forma selectiva el material de los capítulos 3 a 6 (como
los axiomas de Hilbert , el teorema de Saccheri-Legendre y
algunos de los teoremas de geometría hiperbólica), pero no
debería imponer demasiadas pruebas a estos estudiantes. Los
temas de ensayo del Capítulo 8 son particularmente apropia-
dos para tal curso.

4. Un curso de dos semestres para estudiantes de matemáticas.


Cubra la mayor parte del libro como lo permita el tiempo.

Por lo tanto, este libro es un recurso para una amplia variedad de


estudiantes, desde los ingenuos hasta los sofisticados, desde los no
matemáticos pero educados hasta los magos matemáticos.
El difunto Errett Bishop una vez enseñó un curso de artes libres en
lógica durante el cual se dio cuenta de la naturaleza cuestionable de
la lógica clásica y escribió un libro sobre cómo hacer análisis mate-
mático de manera constructiva. Mi propio libro ha evolucionado de
un curso de artes liberales en geometría que enseñé en la Universi-
dad de California en Santa Cruz a principios de la década de 1970,
cuando ese campus estaba impregnado de gozoso idealismo y expe-
rimentación. ¡Esos eran los días, mi amigo! (Desafortunadamente,
nuestro campus está perdiendo ese espíritu, excepto por algunas
luces brillantes como mis amigos, el visionario Ralph Abraham,
productor de una hermosa serie de libros sobre matemáticas vi-
suales y la encuesta multidisciplinaria Chaos, Eros and Gaia; y el
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innovador químico Frank Andrews, profesor de resolución creativa


de problemas y autor de El arte y la práctica del amor). Estoy muy
complacido por la cálida acogida que se le dio a las ediciones ante-
riores de este libro por su inusual combinación de rigor e historia.
Indica que existe una necesidad real de “humanizar” los textos y
cursos de matemáticas. Por ejemplo, cuando recientemente enseñé
cálculo a una gran clase, me sorprendió lo mucho más animados
que se volvieron los estudiantes (principalmente no matemáticos)
después de investigar y luego escribir ensayos sobre la historia del
cálculo (muchos estaban fascinados por la extraña personalidad de
Isaac Newton ), sobre la relevancia del cálculo en sus propios cam-
pos y sobre su miedo a este tema asombroso. Además, estos ensayos
proporcionan una buena práctica para mejorar las habilidades de
escritura, que muchos estudiantes necesitan. Los instructores pue-
den asignar ensayos de los Proyectos al final de los Capítulos 1-6 y
los temas del Capítulo 8.
La historia del descubrimiento de la geometría no euclidiana pro-
porciona un estudio de caso valioso y accesible sobre la enorme
dificultad que tenemos los seres humanos para dejar ir los supues-
tos arraigados y abrirnos a un nuevo paradigma. Es deliciosamente
instructivo observar los errores cometidos por personas muy ca-
paces mientras luchaban con nuevas y extrañas posibilidades que
ellos o su cultura no podían aceptar: Saccheri, elaborando la nueva
geometría pero rechazándola porque era “repugnante”; Legendre,
dando una prueba inteligente pero falsa tras otra del postulado de
las paralelas de Euclides; Lambert, especulando sobre una posible
geometría en una “esfera de radio imaginario”; Farkas Bolyai, al
publicar una prueba falsa del postulado de las paralelas de Eucli-
des después de que su hijo ya hubiera publicado una geometría no
euclidiana; Gauss, temeroso de publicar sus descubrimientos y sin
reconocer que sus superficies de constante curvatura negativa pro-
porcionaban la herramienta para una prueba de que la geometría no
euclidiana es consistente; o Charles Dodgson (alias Lewis Carroll),
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defendiendo a Euclides de sus “rivales modernos”. Es inspirador


presenciar el coraje que les llevó a Janos Bolyai y Lobachevsky pre-
sentar la nueva idea antes de que la cultura circundante pudiera
comprenderla, y es triste ver lo poco que fueron apreciados durante
sus vidas.
Werner Erhard, quien fundó la formación más importante que han
recibido alrededor de un millón de personas, comprendió el men-
saje no técnico de este libro. Leyó la correspondencia de Bolyai en
los capítulos 5-6 a miles de personas en una reunión de verano en
San Francisco. Me complace expresar mi agradecimiento a él y a
mis alumnos de Santa Cruz, cuyo entusiasmo por “dejarse volar la
cabeza” por este curso me ha levantado la moral (especialmente a
Robert Curtis, quien posteriormente publicó un artículo en el Jour-
nal of Geometry sobre construcciones en geometría hiperbólica).
Las sugerencias de los lectores a lo largo de los años han sido útiles
para mejorar el libro, y las agradezco. Mi agradecimiento también
a todas las personas amistosas de W. H. Freeman and Company
que ayudaron a producir este libro, como el fallecido John Staples,
sin cuya apertura a la innovación no habría aparecido este libro.

Marvin Jay Greenberg


San Francisco, California
Junio de 1993
Introducción

La mayoría de la gente no sabe que hace alrededor de siglo y


medio tuvo lugar una revolución en el campo de la geometría que
fue científicamente tan profunda como la revolución astronómica
copernicana y, en su impacto, tan importante filosóficamente como
la teoría darwiniana de la evolución. “El efecto del descubrimien-
to de la geometría hiperbólica en nuestras ideas de la verdad y la
realidad ha sido tan profundo”, escribe el gran geómetra canadiense
H.S.M. Coxeter, “que difícilmente podemos imaginar lo impactante
que debe haber parecido la posibilidad de una geometría diferente a
la de Euclides en 1820.” Hoy, sin embargo, todos hemos oído hablar
de la geometría del espacio-tiempo en la teoría de la relatividad de
Einstein. “De hecho, la geometría del continuo espacio-tiempo es-
tá tan estrechamente relacionada con las geometrías no euclidianas
que algún conocimiento de [estas geometrías] es un requisito previo
esencial para una comprensión adecuada de la cosmología relativis-
ta”.
La geometría euclidiana es el tipo de geometría que aprendiste en la
escuela secundaria, la geometría que la mayoría de nosotros usamos
para visualizar el universo físico. Proviene del texto del matemático
griego Euclides, los Elementos, escrito alrededor del 300 a. C. Nues-
tro cuadro del universo físico basado en esta geometría fue pintado
en gran parte por Isaac Newton a finales del siglo XVII.
Las geometrías que difieren de las de Euclides surgieron de un estu-
dio más profundo del paralelismo. Considere este diagrama de dos

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12

Figura 1: Rayos perpendiculares al segmento PQ

rayos perpendiculares al segmento PQ:


En geometría euclidiana, la distancia perpendicular entre los rayos
permanece igual a la distancia de P a Q a medida que nos move-
mos hacia la derecha. Sin embargo, a principios del siglo XIX se
propusieron dos geometrías alternativas. En geometría hiperbóli-
ca (del griego hyperballein, “exceder”) la distancia entre los rayos
aumenta. En geometría elíptica (del griego elleipein, “quedarse cor-
to”) la distancia disminuye y los rayos finalmente se encuentran.
Estas geometrías no euclidianas se incorporaron más tarde en una
geometría mucho más general desarrollada por C. F. Gauss y G.
F.B. Riemann (es esta geometría más general la que se utiliza en
la teoría de la relatividad general de Einstein).
Nos concentraremos en geometrías euclidianas e hiperbólicas en es-
te libro. La geometría hiperbólica requiere un cambio en solo uno
de los axiomas de Euclides y se puede comprender tan fácilmente
como la geometría de la escuela secundaria. La geometría elíptica,
por otro lado, implica la nueva noción topológica de “no orientabili-
dad”, ya que todos los puntos del plano elíptico que no están en una
línea dada se encuentran en el mismo lado de esa línea. Esta geo-
metría no se puede abordar fácilmente con el espíritu de Euclides.
Por lo tanto, solo he hecho breves comentarios sobre la geometría
elíptica en el cuerpo del texto, con más indicaciones en el Apéndice
A. (Sin embargo, no se deje engañar por esto; la geometría elíptica
no es menos importante que la hiperbólica). La geometría rieman-
niana requiere una comprensión profunda del cálculo diferencial e
integral, y por lo tanto está más allá del alcance de este libro (se
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discute brevemente en el Apéndice A).


El capítulo 1 comienza con una breve historia de la geometría en
la antigüedad y enfatiza el desarrollo del método axiomático por
los griegos. Presenta los cinco postulados de Euclides e incluye uno
de los intentos de prueba de Legendre del quinto postulado. Para
detectar la falla en el argumento de Legendre (y en otros argumen-
tos), será necesario reexaminar cuidadosamente los fundamentos de
la geometría. Sin embargo, antes de que podamos hacer cualquier
tipo de geometría, debemos tener claros algunos principios funda-
mentales de la lógica. Estos se revisan informalmente en el Capítulo
2. En este capítulo consideramos lo que constituye una prueba rigu-
rosa, prestando especial atención al método de la prueba indirecta,
o reductio ad absurdum (reducción al absurdo). El capítulo 2 in-
troduce la noción muy importante de un modelo para un sistema
de axiomas, ilustrada por modelos finitos para los axiomas de inci-
dencia, así como modelos proyectivos y afines reales.
El capítulo 3 comienza con una discusión de algunos defectos en la
presentación de la geometría de Euclides. Estos luego se reparan en
una presentación completa de los axiomas de David Hilbert (ligera-
mente modificados) y sus consecuencias elementales. Es posible que
se sienta inquieto por la tarea de demostrar resultados que parecen
evidentes por sí mismos. Sin embargo, este trabajo es esencial si
desea conducir con seguridad a través de espacios no euclidianos.
Nuestro estudio de las consecuencias de los axiomas de Hilbert, con
la excepción del postulado de las paralelas, continúa en el capítulo
4; este estudio se llama geometría neutra. Demostraremos algunos
teoremas euclidianos familiares (como el teorema del ángulo exte-
rior) por métodos diferentes de los usados por Euclides, un cambio
necesario por los vacíos en las demostraciones de Euclides. También
probaremos algunos teoremas que Euclides no reconocería (como el
teorema de Saccheri-Legendre).
Con el apoyo de la sólida base de los capítulos anteriores, estaremos
preparados para analizar en el Capítulo 5 varios intentos importan-
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tes para probar el postulado de las paralelas (en los ejercicios tendrá
la oportunidad de encontrar fallas en otros intentos). Después de
eso, su condicionamiento euclidiano debe ser sacudido lo suficiente
como para que en el Capítulo 6 podamos explorar «un universo
nuevo y extraño», uno en el que los triángulos tienen “errores” en
las sumas de sus ángulos, los rectángulos no existen y las líneas
paralelas pueden divergir o converger asintóticamente. . Al hacerlo,
veremos cómo se desarrolla el drama histórico del descubrimiento
casi simultáneo de la geometría hiperbólica por Gauss, J. Bolyai y
Lobachevsky a principios del siglo XIX.
Esta geometría, por desconocida que sea, es tan consistente como
la de Euclides. Esto se demuestra en el Capítulo 7 al estudiar tres
modelos euclidianos que también ayudan a visualizar la geometría
hiperbólica. Los modelos de Poincaré tienen la ventaja de que los
ángulos se miden de forma euclidiana; el modelo de Beltrami-Klein
tiene la ventaja de que las líneas están representadas por segmentos
de líneas euclidianas. En el Capítulo 7 también discutiremos temas
de geometría euclidiana que generalmente no se tratan en la escuela
secundaria.
El capítulo 8 retoma de manera general algunas de las implicacio-
nes filosóficas de las geometrías no euclidianas. La presentación es
deliberadamente controvertida y los temas del ensayo están desti-
nados a estimular el pensamiento y la lectura adicionales.
El Capítulo 9 presenta los nuevos conocimientos adquiridos para la
geometría mediante el enfoque de transformación (Programa Erlan-
ger de Felix Klein). Clasificamos todos los movimientos de los planos
euclidianos e hiperbólicos, los usamos para resolver problemas geo-
métricos, los describimos analíticamente en los modelos cartesiano
y de Poincaré, caracterizamos grupos de transformaciones que son
compatibles con nuestros axiomas de congruencia e introducimos el
fascinante tema de la simetría, determinando todo grupos de sime-
tría finitos (esencialmente conocidos por Leonardo da Vinci).
El capítulo 10 está dedicado principalmente a la trigonometría del
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plano hiperbólico, y también toca la teoría del área y las superficies


de curvatura negativa constante. Entre otros resultados, probamos
el análogo hiperbólico del teorema de Pitágoras y derivamos fórmu-
las para la circunferencia y el área de un círculo, para las relaciones
entre triángulos rectángulos y cuadriláteros de Lambert, y para el
círculo circunscrito de un triángulo. Definimos varios sistemas de
coordenadas que se utilizan para hacer geometría analítica en el
plano hiperbólico. El Apéndice A brinda más información sobre la
geometría elíptica, que se menciona a lo largo del libro. Luego pre-
sentamos la geometría diferencial, esbozando las magníficas ideas
de Gauss y Riemann.
Es muy importante que haga tantos ejercicios como sea posible, ya
que los nuevos resultados se desarrollan en los ejercicios y luego se
desarrollan en los capítulos siguientes. Al trabajar todos los ejerci-
cios, puedes llegar a disfrutar de la geometría tanto como yo.
La geometría hiperbólica solía considerarse una curiosidad históri-
ca. Algunos estudiantes de mentalidad práctica siempre me pregun-
tan para qué sirve. Siguiendo el ejemplo de Euclides, puedo darles
una moneda (sin tener un esclavo que se la entregue) y decirles que
me gano la vida con ella. A veces les pregunto para qué sirven la
buena música y el arte, o los remito a los temas de ensayo 5 y 8 en
el Capítulo 8. Si persisten, los remito a la investigación de Lune-
burg sobre visión binocular (ver Capítulo 8), a la mecánica clásica,
ya la investigación actual en topología, teoría ergódica y teoría de
funciones automórficas (ver Lecturas adicionales sugeridas). Este li-
bro y el curso que lo utiliza brindan a las personas con mentalidad
práctica la oportunidad de ampliar sus mentes. Como dijo el gran
matemático francés Jacques Hadamard, “la aplicación práctica se
encuentra al no buscarla, y se puede decir que todo el progreso de la
civilización se basa en ese principio”. Solo los soñadores poco prác-
ticos pasaron dos mil años preguntándose acerca de cómo probar el
postulado de las paralelas de Euclides, y si no lo hubieran hecho,
no habría naves espaciales explorando la galaxia hoy.
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Capítulo 1

La geometría de Euclides

Los orígenes de la geometría


La palabra “geometría” proviene del griego geometrein (geo-
, “tierra” y metrein, “medir”); la geometría fue originalmente la
ciencia de medir la tierra. El historiador griego Herodoto (siglo V
A.C.) acredita a los agrimensores egipcios haber originado el tema
de la geometría, pero otras civilizaciones antiguas (babilónica, hin-
dú, china) también poseían mucha información geométrica.
La geometría antigua era en realidad una colección de procedimien-
tos empíricos a los que se llegaba mediante la experimentación, la
observación de analogías, conjeturas y destellos ocasionales de in-
tuición. En definitiva, se trataba de un tema empírico en el que las
respuestas aproximadas solían ser suficientes a efectos prácticos.
Los babilonios del 2000 al 1600 a.C. consideraron que la circunfe-
rencia de un círculo es tres veces el diámetro; es decir, tomaron π
como igual a 3. Este fue el valor dado por el arquitecto romano
Vitruvio y también se encuentra en la literatura china. Incluso fue
considerado sagrado por los judíos antiguos y sancionado en las es-
crituras (I Reyes 7:23), un intento del rabino Nehemías de cambiar
el valor de π a 22
7
fue rechazado. Los egipcios de 1800 a.C., según

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18 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

el papiro de Rhind, tenían la aproximación π ≈ ( 16 9


)2 ≈ 3,1604.
A veces, los egipcios adivinaron correctamente, otras veces no. En-
contraron la fórmula correcta para el volumen del tronco de una
pirámide cuadrada, un logro notable. Por otro lado, pensaron que
una fórmula para el área que era correcta para los rectángulos se
aplicaba a cualquier cuadrilátero. La geometría egipcia no era una
ciencia en el sentido griego, solo una bolsa de sorpresas de reglas
para el cálculo sin ninguna motivación o justificación.
Los babilonios eran mucho más avanzados que los egipcios en arit-
mética y álgebra. Además, conocían el teorema de Pitágoras: en un
triángulo rectángulo, el cuadrado de la longitud de la hipotenusa es
igual a la suma de los cuadrados de las longitudes de los catetos,
mucho antes de que naciera Pitágoras. Una investigación reciente
de Otto Neugebauer ha revelado la influencia algebraica babilónica
hasta ahora desconocida en las matemáticas griegas.
Sin embargo, los griegos, comenzando con Tales de Mileto, insis-
tieron en que los enunciados geométricos se establecieran por ra-
zonamiento deductivo en lugar de por ensayo y error. Tales estaba
familiarizado con los cálculos, en parte correctos y en parte inco-
rrectos, heredados de las matemáticas egipcias y babilónicas. Pa-
ra determinar qué resultados eran correctos, desarrolló la primera
geometría lógica (Tales también es famoso por haber predicho el
eclipse de sol en el 585 A.C.). El desarrollo ordenado de teoremas
por demostración era característico de las matemáticas griegas y
completamente nuevo.
La sistematización iniciada por Tales fue continuada durante los dos
siglos siguientes por Pitágoras y sus discípulos. Pitágoras fue consi-
derado por sus contemporáneos como un profeta religioso. Predicó
la inmortalidad del alma y la reencarnación. Organizó una her-
mandad de creyentes que tenía sus propios ritos de purificación e
iniciación, seguía una dieta vegetariana y compartía todas las pro-
piedades en comunidad. Los pitagóricos se diferenciaban de otras
sectas religiosas en su creencia de que la elevación del alma y la
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unión con Dios se logran mediante el estudio de la música y las ma-


temáticas. En música, Pitágoras calculó las proporciones correctas
de los intervalos armónicos. En matemáticas, enseñó las misterio-
sas y maravillosas propiedades de los números. El libro VII de los
Elementos de Euclides es el texto de la teoría de los números que
se enseña en la escuela pitagórica.
Los pitagóricos se sorprendieron
√ mucho cuando descubrieron longi-
tudes irracionales, como 2 (véase el capítulo 2, págs. 43-44). Al
principio intentaron mantener en secreto este descubrimiento. El
historiador Proclo escribió: “Es bien sabido que el hombre que hi-
zo pública por primera vez la teoría de los irracionales pereció en
un naufragio, para que lo inexpresable e inimaginable permaneciera

siempre velado”. Como los pitagóricos no consideraban a la 2 co-
mo un número,√transmutaron su álgebra en forma geométrica para √
representar la 2 y otras longitudes irracionales por segmentos ( 2
por una diagonal del cuadrado unitario).
La fundación sistemática de la geometría plana por la escuela pi-
tagórica llegó a su fin alrededor del 400 a. C. en los Elementos
del matemático Hipócrates (que no debe confundirse con el médico
del mismo nombre). Aunque este tratado se ha perdido, podemos
decir con seguridad que cubría la mayoría de los Libros I - IV de
Los Elementos de Euclides, que aparecieron aproximadamente un
siglo después. Los pitagóricos nunca pudieron desarrollar una teo-
ría de las proporciones que también fuera válida para longitudes
irracionales. Esto fue logrado más tarde por Eudoxo, cuya teoría se
incorporó al Libro V de los Elementos de Euclides.
El siglo IV a.C. vio el florecimiento de la Academia de Platón de
ciencia y filosofía (fundada alrededor del 387 a.C.). En la Repú-
blica, Platón escribió: “El estudio de las matemáticas desarrolla y
pone en funcionamiento un organismo mental más valioso que mil
ojos, porque sólo a través de él se puede aprehender la verdad”.
Platón enseñó que el universo de las ideas es más importante que
el mundo material de los sentidos, siendo este último sólo una som-
20 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

bra del primero. El mundo material es una cueva sin luz en cuyas
paredes solo vemos sombras del mundo exterior real, iluminado por
el sol. Los errores de los sentidos deben corregirse mediante el pen-
samiento concentrado, que se aprende mejor mediante el estudio de
las matemáticas. El método socrático de diálogo es esencialmente
el de la prueba indirecta, mediante el cual se demuestra que una
afirmación es inválida si conduce a una contradicción. Platón citó
repetidamente la prueba de la irracionalidad de la longitud de una
diagonal del cuadrado unitario como una ilustración del método de
la prueba indirecta (la reductio ad absurdum; véase el capítulo 2,
págs. 42-44). La cuestión es que esta irracionalidad de la longitud
nunca podría haberse descubierto mediante mediciones físicas, que
siempre incluyen un pequeño margen de error experimental.
Euclides fue discípulo de la escuela platónica. Alrededor del 300 a.C.
produjo el tratamiento definitivo de la geometría griega y la teoría
de números en sus 13 volúmenes Los Elementos. Al compilar esta
obra maestra, Euclides se basó en la experiencia y los logros de sus
predecesores en los siglos anteriores: sobre los pitagóricos para los
libros I - IV, VII y IX, Arquitas para el libro VIII, Eudoxo para los
libros V, VI y XII, y Theaetetus para Libros X y XIII. El trabajo de
Euclides reemplazó tan completamente a los intentos anteriores de
presentar la geometría que quedan pocos rastros de estos esfuerzos.
Es una pena que los herederos de Euclides no hayan podido cobrar
regalías por su trabajo, ya que es el autor más leído en la historia
de la humanidad. Su enfoque de la geometría ha dominado la en-
señanza de la asignatura durante más de dos mil años. Además, el
método axiomático utilizado por Euclides es el prototipo de todo lo
que ahora llamamos “matemáticas puras”. Es puro en el sentido de
“pensamiento puro”: no es necesario realizar experimentos físicos
para verificar que las afirmaciones sean correctas; sólo es necesario
comprobar el razonamiento de las demostraciones.
Los Elementos, de Euclides, es puro también en el sentido de que el
trabajo no incluye aplicaciones prácticas. Por supuesto, la geome-
21

tría de Euclides ha tenido una enorme cantidad de aplicaciones a


problemas prácticos de ingeniería, pero no se mencionan en los Ele-
mentos. Según la leyenda, un estudiante principiante de geometría
le preguntó a Euclides: “¿Qué obtendré al aprender estas cosas?”
Euclides llamó a su esclavo y le dijo: “Dale una moneda, ya que
debe sacar provecho de lo que aprende”. Hasta el día de hoy, esta
actitud hacia la aplicación persiste entre muchos matemáticos pu-
ros: estudian matemáticas por sí mismas, por su belleza y elegancia
intrínsecas (véanse los temas 5 y 8 del ensayo en el capítulo 8).
Sorprendentemente, como veremos más adelante, las matemáticas
puras a menudo resultan tener aplicaciones nunca soñadas por sus
creadores: la perspectiva “poco práctica” de los matemáticos pu-
ros es, en última instancia, útil para la sociedad. Además, aquellas
partes de las matemáticas que no han sido “aplicadas” también son
valiosas para la sociedad, ya sea como obras estéticas comparables
a la música y el arte o como contribuciones a la expansión de la
conciencia y el entendimiento humanos.

El método axiomático
Los matemáticos pueden hacer uso de prueba y error, cálculo
de casos especiales, conjeturas inspiradas o cualquier otra forma
de descubrir teoremas. El método axiomático es un método para
probar que los resultados son correctos. Algunos de los resultados
más importantes en matemáticas se dieron originalmente sólo con
demostraciones incompletas (veremos que incluso Euclides fue cul-
pable de esto). No se proporcionarían pruebas correctas sobre la
materia más tarde (a veces mucho más tarde) y el mundo matemá-
tico quedaría satisfecho.
Entonces, las pruebas nos dan la seguridad de que los resultados
son correctos. En muchos casos también nos dan resultados más
generales. Por ejemplo, los egipcios y los hindúes sabían por expe-
22 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

rimento que si un triángulo tiene lados de longitudes 3, 4 y 5, es un


triángulo rectángulo. Pero los griegos demostraron que si un trián-
gulo tiene lados de longitudes a, b y c y si aZ + bZ = cZ, entonces
el triángulo es un triángulo rectángulo. Se necesitarían un número
infinito de experimentos para verificar este resultado (y, además, los
experimentos solo miden las cosas aproximadamente). Finalmente,
las pruebas nos brindan una gran comprensión de las relaciones en-
tre las diferentes cosas que estamos estudiando, lo que nos obliga a
organizar nuestras ideas de manera coherente. Lo apreciará al final
del Capítulo 6 (si no antes).
¿Qué es el método axiomático? Si deseo persuadirlo mediante un ra-
zonamiento puro para que crea alguna declaración S1 , podría mos-
trarle cómo esta declaración se sigue lógicamente de alguna otra
declaración S2 que ya puede aceptar. Sin embargo, si no cree en S2 ,
tendría que mostrarle cómo S2 se sigue lógicamente de alguna otra
declaración S3 . Puede que tenga que repetir este procedimiento va-
rias veces hasta llegar a alguna afirmación que ya acepte, una que
no necesito justificar. Esa declaración juega el papel de un axioma
(o postulado). Si no puedo llegar a una afirmación que usted acepte
como base de mi argumento, quedaré atrapado en una “regresión
infinita”, dando una demostración tras otra sin fin.
Entonces, hay dos requisitos que deben cumplirse para que estemos
de acuerdo en que una demostración es correcta:

Requisito 1 Aceptación de ciertos enunciados denominados “axiomas” o


“postulados” sin más justificación.

Requisito 2 Acuerdo sobre cómo y cuándo un enunciado “sigue lógica-


mente” a otro, es decir, acuerdo sobre ciertas reglas de razo-
namiento.

El logro monumental de Euclides fue señalar algunos postulados


simples, enunciados que eran aceptables sin más justificación, y lue-
go deducir de ellos 465 proposiciones, muchas complicadas y nada
23

intuitivamente obvias, que contenían todo el conocimiento geomé-


trico de su tiempo. Una de las razones por las que Los Elementos
es una obra tan hermosa es que se ha deducido tanto de tan poco.

Términos indefinidos
Hemos estado discutiendo lo que se requiere para estar de acuer-
do en que una demostración es correcta. Aquí hay un requisito que
dimos por sentado:
Requisito 0 Comprensión mutua del significado de las palabras y símbolos
utilizados en el discurso.
No debería haber ningún problema en llegar a un entendimiento
mutuo siempre que usemos términos familiares para ambos y los
usemos de manera consistente. Si utilizo un término desconocido,
tiene derecho a exigir una definición de este término. Las definicio-
nes no se pueden dar arbitrariamente; están sujetas a las reglas de
razonamiento mencionadas (pero no especificadas) en el Requisito
2. Si, por ejemplo, defino un ángulo recto como un ángulo de 90 °
y luego defino un ángulo de 90 ° como un ángulo recto, violaría la
regla contra el razonamiento circular.
Además, no podemos definir todos los términos que usamos. Para
definir un término debemos usar otros términos, y para definir estos
términos debemos usar otros términos más, y así sucesivamente. Si
no se nos permitiera dejar algunos términos sin definir, nos vería-
mos envueltos en una regresión infinita.
Euclides intentó definir todos los términos geométricos. Definió una
“línea recta” como “aquello que se encuentra uniformemente con los
puntos sobre sí mismo”. Esta definición no es muy útil; para enten-
derlo ya debes tener la imagen de una línea. Por tanto, es mejor
tomar “línea” como un término indefinido. De manera similar, Eu-
clides definió un “punto” como “aquello que no tiene parte”, de
24 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

nuevo, no muy informativo. Así que también aceptaremos “punto”


como un término indefinido. Aquí están los cinco términos geo-
métricos indefinidos que son la base para definir todos los demás
términos geométricos en la geometría euclidiana plana:
punto
línea
sobre (como en “dos puntos sobre una línea única”)
entre (como en “el punto C está entre los puntos A y B”)
congruente
Para la geometría sólida, tendríamos que introducir un término geo-
métrico indefinido adicional, “plano”, y extender la relación “sobre”
para permitir que los puntos y las líneas esten sobre planos. En este
libro (a menos que se indique lo contrario) restringiremos nuestra
atención a la geometría plana, es decir, a un solo plano. Así que
definimos el plano como el conjunto de todos los puntos y líneas,
todos los cuales se dice que están “sobre” él.
Hay expresiones que a menudo se utilizan como sinónimo de “so-
bre”. En lugar de decir “el punto P está sobre la línea l”, a veces
decimos “l pasa por P” o “P es incidente con l”, denotado PI l. El
punto P se encuentra tanto en la línea l como en la línea m, decimos
que “l y m tienen el punto P en común” o que “l y m se intersecan
(o se encuentran) en el punto P.”
El segundo término indefinido, “línea”, es sinónimo de “línea rec-
ta”. El adjetivo “recto” es confuso cuando modifica el sustantivo
“línea”, por lo que no lo usaremos. Tampoco hablaremos de “líneas
curvas”. Aunque la palabra “línea” no estará definida, su uso estará
restringido por los axiomas de nuestra geometría. Por ejemplo, un
axioma establece que dos puntos dados se encuentran en una sola
línea. Por lo tanto, en la figura 1.1, l y m no podrían representar
líneas en nuestra geometría, ya que ambas pasan por los puntos P
y Q.
25

Figura 1.1: No las consideraremos líneas

Hay otros términos matemáticos que usaremos que deberían agre-


garse a nuestra lista de términos indefinidos, ya que no los defini-
remos; se han omitido porque no son de naturaleza específicamente
geométrica, sino más bien lo que Euclides llamó “nociones comu-
nes”. No obstante, dado que puede haber cierta confusión acerca de
estos términos, conviene hacer algunas observaciones.
La palabra “conjunto” es fundamental en todas las matemáticas de
hoy; ahora se usa en las escuelas primarias, por lo que sin duda
está familiarizado con su uso. Piense en ello como una“çolección
de objetos”. Dos nociones relacionadas son “pertenecer a” un con-
junto o “ser un elemento (o miembro) de” un conjunto, como en
nuestra convención de que todos los puntos y líneas pertenecen al
plano. Si cada elemento de un conjunto S es también un elemento
de un conjunto T, decimos que S está “contenido en” o “parte de” o
“un subconjunto de” T. Definiremos “segmento”, “rayo” “círculo”
y otros términos geométricos para ser ciertos conjuntos de puntos.
Una “línea”, sin embargo, no es un conjunto de puntos en nuestro
tratamiento (por razones de dualidad en el Capítulo 2). Cuando
necesitemos referirnos al conjunto de todos los puntos que se en-
cuentran en una línea l, denotaremos ese conjunto por {l}.
En el lenguaje de conjuntos decimos que los conjuntos S y T son
iguales si cada miembro de S es miembro de T, y viceversa. Por
ejemplo, el conjunto S de todos los autores de Elementos de Eucli-
des es (presumiblemente) igual al conjunto cuyo único miembro es
Euclides. Por tanto, “igual” significa “idéntico”.
Euclides usó la palabra “igual” en un sentido diferente, como en
26 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

su afirmación de que “los ángulos de base de un triángulo isós-


celes son iguales”. Quería decir que los ángulos de la base de un
triángulo isósceles tienen el mismo número de grados, no que sean
ángulos idénticos. Entonces, para evitar confusiones, no usaremos
la palabra “igual” en el sentido de Euclides. En su lugar, usaremos
el término indefinido “congruente” y diremos que “los ángulos de la
base de un triángulo isósceles son congruentes”. De manera similar,
no decimos que “si AB es igual a AC, entonces △ABC es isósceles”.
(Si AB es igual a AC, siguiendo nuestro uso de la palabra “igual”,
△ABC no es un triángulo en absoluto, solo un segmento.) En cam-
bio, diríamos que “si AB es congruente con AC, entonces △ABC
es isósceles.” Este uso del término indefinido “congruente” es más
general que el que está acostumbrado; se aplica no solo a los trián-
gulos, sino también a los ángulos y segmentos. Para entender el uso
de esta palabra, imagínese que los objetos congruentes “tienen el
mismo tamaño y forma”.
Por supuesto, debemos especificar (como hizo Euclides en sus “no-
ciones comunes”) que “una cosa es congruente consigo misma” y
que “las cosas congruentes con la misma cosa son congruentes en-
tre sí”. Declaraciones como estas se incluirán más adelante entre
nuestros axiomas de congruencia (Capítulo 3).
La lista de términos geométricos indefinidos mostrada anteriormen-
te en esta sección se debe a David Hilbert (1862-1943). Su tratado
Los fundamentos de la geometría (1899) no solo aclaró las defini-
ciones de Euclides sino que también llenó los vacíos en algunas de
las pruebas de Euclides. Hilbert reconoció que la prueba de Eucli-
des para el criterio de congruencia de lado-ángulo-lado en trián-
gulos se basaba en una suposición no declarada (el principio de
superposición), y que este criterio tenía que ser tratado como un
axioma. También se basó en el trabajo anterior de Moritz Pasch,
quien en 1882 publicó el primer tratado riguroso sobre geometría;
Pasch explicitó los supuestos no declarados de Euclides sobre la
intermediación (los axiomas sobre la intermediación se estudiarán
27

en el capítulo 3). Algunos otros matemáticos que trabajaron pa-


ra establecer bases rigurosas para la geometría euclidiana son: G.
Peano, M. Pieri, G. Veronese, O. Veblen, G. de B. Robinson, E.
V. Huntington y H. G. Forder. Estos matemáticos utilizaron listas
de términos indefinidos diferentes a la utilizada por Hilbert. Pie-
ri usó solo dos términos indefinidos (como resultado, sin embargo,
sus axiomas eran más complicados). La selección de axiomas y tér-
minos indefinidos es arbitraria; La selección de Hilbert es popular
porque conduce a un elegante desarrollo de la geometría similar a
la presentación de Euclides.

Los primeros cuatro postulados de Eu-


clides
Euclides basó su geometría en cinco supuestos fundamentales,
llamados axiomas o postulados.

PRIMER POSTULADO DE EUCLIDES. Para cada punto P y


para cada punto Q no igual a P existe una línea única l que pasa
por P y Q.

Este postulado a veces se expresa informalmente diciendo que


“dos puntos determinan una línea única”. Denotaremos la línea úni-
←→
ca que pasa por P y Q por P Q.

Para enunciar el segundo postulado, debemos hacer nuestra pri-


mera definición.
28 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

Definición 1. Dados dos puntos A y B. El segmento AB es el


conjunto cuyos miembros son los puntos A y B y todos los puntos
←→
que se encuentran sobre la línea AB y están entre A y B (Figura
1.2). Los dos puntos A y B dados se denominan puntos finales del
segmento AB.

Figura 1.2: Segmento AB

SEGUNDO POSTULADO DE EUCLIDES. Para cada segmen-


to AB y para cada segmento CD existe un único punto E tal que B
está entre A y E y el segmento CD es congruente con el segmento
BE (Figura 1.3).

Figura 1.3: CD ∼
= BE

Este postulado a veces se expresa informalmente diciendo que “cual-


quier segmento AB puede extenderse por un segmento BE con-
gruente con un segmento CD dado”. Observe que en este postulado
hemos usado el término indefinido “congruente” de la nueva forma,
y usamos la notación habitual CD ∼ = BE para expresar el hecho
de que CD es congruente con BE.
29

Para enunciar el tercer postulado, debemos introducir otra defini-


ción.

Definición 2. Dados dos puntos O y A. El conjunto de todos los


puntos P tales que el segmento OP es congruente con el segmento
OA se llama círculo con O como centro, y cada uno de los segmentos
OP se llama radio del círculo.

Se deduce de la noción común de Euclides antes mencionada


(“una cosa es congruente consigo misma”) que OA ∼ = OA, por lo
que A es también un punto en el círculo que se acaba de definir.

TERCER POSTULADO DE EUCLIDES. Para cada punto O


y cada punto A distinto de O existe un círculo con centro O y radio
OA (Figura 1.4).

Figura 1.4: Círculo con centro O y radio OA

En realidad, debido a que estamos usando el lenguaje de conjun-


tos en lugar del de Euclides, no es realmente necesario asumir este
postulado; es una consecuencia de la teoría de conjuntos que el con-
junto de todos los puntos P con OP ∼ = OA existe. Euclides tenía en
mente dibujar el círculo con centro O y radio OA, y este postulado
30 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

te dice que tal dibujo está permitido, por ejemplo, con un compás.
De manera similar, en el segundo Postulado se le permite extender
el segmento AB dibujando el segmento BE con una regla. Nuestro
tratamiento "purifica.a Euclides eliminando las referencias al dibu-
jo en nuestras pruebas. Pero debería revisar las construcciones de
regla y compás en el Ejercicio mayor 1.

−→
Definición 3. El rayo AB es el siguiente conjunto de puntos que
←→
se encuentran en la línea AB: aquellos puntos que pertenecen al
←→
segmento AB y todos los puntos C en AB tales que B está entre A
−→
y C. Se dice que el rayo AB emana del vértice A y es parte de la
←→
línea AB. (Ver figura 1.5.)

Figura 1.5: Rayo AB


31

−→ −→
Definición 4. Los rayos AB y AC son opuestos si son distintos,
si emanan del mismo punto A y si forman parte de la misma línea
←→ ←→
AB = AC (Figura 1.6.).

Figura 1.6: Rayos opuestos

Definición 5. Un “ángulo con vértice A” es un punto A junto


−→ −→
con dos rayos distintos no opuestos AB y AC (llamados lados del
ángulo) que emanan de A. (Ver Figura 1.7).

Figura 1.7: Ángulo con vértice A


32 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

Definición 6. Si dos ángulos ∠BAD y ∠CAD tienen un lado co-


−→ −→
mún AD y los otros dos lados AB y AC forman rayos opuestos, los
ángulos son suplementos entre sí, o ángulos suplementarios (Figura
1.8).

Figura 1.8: Ángulos suplementarios

Definición 7. Un ángulo ∠BAD es un ángulo recto si tiene un


ángulo suplementario con el que es congruente (Figura 1.9).

Figura 1.9: Ángulos rectos ∠BAD ∼


= ∠CAD

Por tanto, hemos logrado definir un ángulo recto sin referirnos


a “grados”, utilizando la noción indefinida de congruencia de ángu-
los. Los “grados” no se presentarán formalmente hasta el Capítulo
4, aunque ocasionalmente nos referiremos a ellos en discusiones in-
formales.
33

Ahora podemos enunciar el cuarto postulado de Euclides.

CUARTO POSTULADO DE EUCLIDES. Todos los ángulos


rectos son congruentes entre sí.

Este postulado expresa una especie de homogeneidad; aunque


dos ángulos rectos pueden estar “muy lejos” el uno del otro, no
obstante “tienen el mismo tamaño”. Por tanto, el postulado pro-
porciona un estándar natural de medición de ángulos.

El postulado de las paralelas


Los primeros cuatro postulados de Euclides siempre han sido
fácilmente aceptados por los matemáticos. El quinto postulado (de
las paralelas), sin embargo, fue muy controvertido. De hecho, como
veremos más adelante, la consideración de alternativas al postulado
de las paralelas de Euclides resultó en el desarrollo de geometrías
no euclidianas.
En este punto no vamos a enunciar el quinto postulado en su forma
original, tal como apareció en los Elementos. En cambio, presenta-
remos un postulado más simple (que luego mostraremos es lógica-
mente equivalente al original de Euclides). Esta versión a veces se
llama postulado de Playfair porque apareció en la presentación de
John Playfair de la geometría euclidiana, publicada en 1795, aunque
Proclus (410-485 d.C.) se refirió a ella mucho antes. Lo llamaremos
el postulado de las paralelas euclidiano porque distingue la geo-
metría euclidiana de otras geometrías basadas en postulados de las
paralelas. La definición más importante de este libro es la siguiente:

Definición 8. Dos rectas l y m son paralelas si no se intersectan,


es decir, si no tienen algún punto en común. Denotamos esto con
34 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

l ∥ m.

Observe primero que asumimos que las líneas se encuentran en


el mismo plano (debido a nuestra convención de que todos los pun-
tos y líneas se encuentran en un plano, a menos que se indique lo
contrario; en el espacio hay líneas no coplanares que no se cruzan y
se llaman líneas oblicuas, no “paralelas”). Observe en segundo lugar
lo que la definición no dice: no dice que las líneas sean equidistantes,
es decir, no dice que la distancia entre las dos líneas sea la misma
en todas partes. No se deje engañar por dibujos de líneas paralelas
en las que las líneas parecen equidistantes. Queremos ser rigurosos
aquí y, por lo tanto, no deberíamos introducir en nuestras pruebas
suposiciones que no se hayan establecido explícitamente. Al mismo
tiempo, no salte a la conclusión de que las líneas paralelas no son
equidistantes. No nos comprometemos de ninguna manera y nos
reservaremos el juicio hasta que estudiemos el asunto más a fondo.
En este punto, lo único que sabemos con certeza acerca de las líneas
paralelas es que no se encuentran.

EL POSTULADO DE LAS PARALELAS EUCLIDEANO. Pa-


ra cada línea l y para cada punto P que no se encuentra en l, existe
una única línea m que pasa por P que es paralela a l. (Vea la figura
1.10).

Figura 1.10: Las líneas l y m son paralelas

¿Por qué debería ser tan controvertido este postulado? Puede


parecerle “obvio”, tal vez porque ha sido condicionado a pensar en
términos euclidianos. Sin embargo, si consideramos los axiomas de
35

la geometría como abstracciones de la experiencia, podemos ver una


diferencia entre este postulado y los otros cuatro. Los dos primeros
postulados son abstracciones de nuestras experiencias dibujando
con regla; el tercer postulado se deriva de nuestras experiencias
dibujando con un compás. El cuarto postulado es quizás menos
obvio como abstracción; sin embargo, se deriva de nuestras expe-
riencias midiendo ángulos con un transportador (donde la suma
de los ángulos suplementarios es 180°, de modo que si los ángulos
suplementarios son congruentes entre sí, cada uno debe medir 90°).
El quinto postulado es diferente en que no podemos verificar em-
píricamente si dos líneas se encuentran, ya que solo podemos dibujar
segmentos, no líneas. Podemos extender los segmentos más y más
para ver si se encuentran, pero no podemos continuar extendiéndo-
los para siempre. Nuestro único recurso es verificar el paralelismo
indirectamente, utilizando criterios distintos a la definición.
¿Cuál es otro criterio para que l sea paralelo a m? Euclides
sugirió dibujar una transversal (es decir, una línea t que interseca
tanto a l como a m en puntos distintos) y medir el número de grados
en los ángulos interiores α y β en un lado de t. Euclides predijo que
si la suma de los ángulos α y β resulta ser menor que 180°, las líneas
(si se producen lo suficientemente lejos) se encontrarán en el mismo
lado de los ángulos α y β (vea la figura 1.11). Este, de hecho, es el
contenido del quinto postulado de Euclides.
El problema con este criterio de paralelismo es que resulta ser
lógicamente equivalente al postulado euclidiano de las paralelas que
se acaba de enunciar (véase la sección Equivalencia de postulados
paralelos en el capítulo 4). Por tanto, no podemos utilizar este crite-
rio para convencernos de la exactitud del postulado de las paralelas;
eso sería un razonamiento circular. El propio Euclides reconoció
la naturaleza cuestionable del postulado de las paralelas, porque
pospuso su uso tanto tiempo como pudo (hasta la prueba de su
proposición 29).
36 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

Figura 1.11:

Intentos de demostrar el postulado de las


paralelas
Recuerde que originalmente se suponía que un axioma era tan
simple e intuitivamente obvio que nadie podía dudar de su validez.
Sin embargo, desde el principio, el postulado de las paralelas fue
criticado por considerarlo insuficientemente plausible para calificar
como una suposición no probada. Durante dos mil años los matemá-
ticos intentaron derivarlo de los otros cuatro postulados o reempla-
zarlo por otro postulado, uno más evidente. Todos los intentos de
derivarlo de los primeros cuatro postulados resultaron infructuosos
porque las llamadas pruebas siempre implicaron un supuesto ocul-
to que era injustificable. Los postulados sustitutos, supuestamente
más evidentes por sí mismos, resultaron ser lógicamente equivalen-
tes al postulado de las paralelas, de modo que no se ganó nada con
la sustitución. Examinaremos estos intentos en detalle en el Capí-
tulo 5, porque son muy instructivos. Por el momento, consideremos
uno de esos esfuerzos.
El francés Adrien Marie Legendre (1752-1833) fue uno de los
mejores matemáticos de su tiempo, aportando importantes descu-
brimientos a muchas ramas diferentes de las matemáticas. Sin em-
37

bargo, estaba tan obsesionado con demostrar el postulado paralelo


que durante un período de 29 años publicó un intento tras otro
en diferentes ediciones de su Elements de Geometrie. Aquí hay un
intento (vea la Figura 1.12):

Figura 1.12:

Dado que P no está en la línea l. Deja perpendicular PQ de


←→
P a l en Q. Sea m la línea que pasa por P perpendicular a P Q.
Entonces m es paralela a l, ya que l y m tienen la perpendicular
←→
común P Q. Sea n cualquier recta que pase por P distinta de m y
←→ −→
P Q. Debemos mostrar que n se encuentra con l. Sea P R un rayo
−→
de n entre P Q y un rayo de m que emana de P. Hay un punto
−→
R’ en el lado opuesto de P Q deesde R tal que ∠QP R′ ∼ = ∠QP R.
Entonces Q se encuentra en el interior de ∠RP R . Dado que la línea

l pasa por el punto Q interior a ∠RP R′ , l debe intersecar uno de


−→
los lados de este ángulo. Si l se encuentra con el lado P R, entonces
ciertamente l se encuentra con n. Suponga que l se encuentra con
−−→ −→
el lado P R′ en un punto A. Sea B el único punto en el lado P R
tal que P A ∼= P B. Entonces △P QA ∼ = △P QB (LAL); por tanto,
∠P QB es un ángulo recto, de modo que B se encuentra en l (y n).
Puede sentir que este argumento es suficientemente plausible.
38 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

Sin embargo, ¿cómo puede saber si es correcto? Tendría que justi-


ficar cada paso, primero definiendo cada término con cuidado. Por
ejemplo, tendría que definir qué se entiende por dos líneas que son
"perpendiculares". De lo contrario, ¿cómo podría justificar la afir-
mación de que las líneas I y m son paralelas simplemente porque
tienen una perpendicular común? (Primero tendría que demostrar
eso como un teorema separado, si pudiera.) Tendría que justificar el
criterio de congruencia lado-ángulo-lado (SAS) en el último enun-
ciado. Tendría que definir el ïnterior"de un ángulo y demostrar que
una línea que pasa por el interior de un ángulo debe intersecar
uno de los lados. Para probar todas estas cosas, debería asegurarse
de utilizar sólo los primeros cuatro postulados y no ninguna de-
claración equivalente al quinto; de lo contrario, el argumento sería
circular.
Por lo tanto, hay mucho trabajo por hacer antes de que po-
damos detectar la falla. En los próximos capítulos haremos este
trabajo preparatorio para que podamos decidir con confianza si la
prueba propuesta por Legendre es válida o no. (El argumento de
Legendre contiene varias afirmaciones que no se pueden probar a
partir de los primeros cuatro postulados). Como resultado de este
trabajo, podremos comprender mejor los fundamentos de la geome-
tría euclidiana. Descubriremos que gran parte de esta geometría es
independiente de la teoría de las paralelas y es igualmente válida
en geometría hiperbólica.

El peligro de los diagramas


Los diagramas siempre han sido útiles para comprender la geo-
metría; se incluyen en los Elementos de Euclides y en este libro. Pero
existe el peligro de que un diagrama sugiera un argumento falaz.
Un diagrama puede ser ligeramente inexacto o puede representar
solo un caso especial. Si vamos a reconocer las fallas en argumentos
como el de Legendre, no debemos dejarnos engañar por diagramas
39

que parecen plausibles.


Lo que sigue es un argumento bien conocido y bastante com-
plicado que pretende probar que todos los triángulos son isósceles.
Colóquese en el contexto de lo que sabe de la geometría de la es-
cuela secundaria. (Después de este capítulo, tendrá que dejar en
suspenso ese conocimiento). Encuentre la falla en el argumento.
Dado △ABC. Construya la bisectriz de ∠A y la bisectriz per-
pendicular del lado BC opuesto a ∠A. Considere los diversos casos
(Figura 1.13).

Figura 1.13:

Caso 1. La bisectriz de ∠A y la bisectriz perpendicular de el segmento


BC son paralelos o idénticos. En cualquier caso, la bisectriz
de ∠A es perpendicular a BC y, por tanto, por definición, es
una altitud. Por tanto, el triángulo es isósceles. (La conclusión
se deriva del teorema euclidiano: si una bisectriz de ángulo y
una altitud de la misma vértice de un triángulo coinciden, el
triángulo es isósceles.)
40 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

Supongamos ahora que la bisectriz de ∠A y la bisectriz per-


pendicular del lado opuesto no son paralelas y no coinciden.
Luego se cruzan exactamente en un punto, D, y hay tres casos
a considerar:

Caso 2. El punto D está en el interior del triángulo.

Caso 3. El punto D está sobre uno de los lados del triángulo.

Caso 4. El punto D está fuera del triángulo.

Para cada caso construya DE perpendicular a AB y DF perpendi-


cular a AC, y para los casos 2 y 4 una D a B y D a C. En cada
caso, la siguiente prueba ahora es válida (ver Figura 1.13):
DE ∼ = DF porque todos los puntos de la bisectriz de un ángulo
son equidistantes de los lados del ángulo; DA ∼ = DA, y ∠DEA y
∠DF A son ángulos rectos; por tanto, △ADE es congruema con
△ADF según el teorema hipotenusa-cateto de la geometría eucli-
diana. (También podríamos haber usado el teorema de LAA con
DA ∼ = DA, y el ángulo bisecado y los ángulos rectos). Por lo tanto,
tenemos AE ∼ = AF . Ahora, DB ∼ = DC porque todos los puntos en
la bisectriz perpendicular de un segmento son equidistantes de los
extremos del segmento. Además, DE ∼ = DF , y ∠DEB y ∠DF C
son ángulos rectos. Por tanto, △DEB es congruente con △DF C
según el teorema de la hipotenusa-cateto y, por tanto, F C ∼ = BE.

De ello se deduce que AB = AC -en los casos 2 y 3 por suma y en
el caso 4 por resta. Por tanto, el triángulo es isósceles.
41

El poder de los diagramas


La geometría, para los seres humanos (quizás no para las compu-
tadoras), es un tema visual. Los diagramas correctos son extre-
madamente útiles para comprender las demostraciones y descubrir
nuevos resultados. Una de las mejores ilustraciones de esto es la
figura 1.14, que revela inmediatamente la validez del teorema de
Pitágoras en geometría euclidiana. (La demostración de Euclides
era mucho más complicada). La figura 1.15 es un diagrama más
simple que sugiere una demostración por disección.

Figura 1.14: Deomstración visual del teorema de Pitágoras 1


42 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

Figura 1.15: Deomstración visual del teorema de Pitágoras 2

Ejercicios de repaso
¿Cuáles de las siguientes afirmaciones son correctas?
(1) El postulado euclidiano de las paralelas establece que para
cada línea l y para cada punto P que no se encuentra en l
existe una línea única m a través de P que es paralela a l.
(2) Un “ángulo” se define como el espacio entre dos rayos que
emanan de un punto común.
(3) La mayoría de los resultados de los elementos de Euclides
fueron descubiertos por el propio Euclides.
(4) Por definición, una línea m es “paralela” a una línea l si para
dos puntos cualesquiera P, Q en m, la distancia perpendicular
de P a l es la misma que la distancia perpendicular de Q a l.
(5) No era necesario que Euclides asumiera el postulado de las
paralelas porque el matemático francés Legendre lo demostró.
(6) Una “transversal” a dos líneas es otra línea que interseca a
ambas en puntos distintos.
43

(7) Por definición, un “ángulo recto” es un ángulo de 90°.

(8) Los “axiomas” o “postulados” son enunciados que se asumen,


sin más justificación, mientras que los “teoremas” o “propo-
siciones” se prueban utilizando los axiomas.

(9) Llamamos 2 un "número irracional"porque no se puede ex-
presar como un cociente de dos números enteros.

(10) Los antiguos griegos fueron los primeros en insistir en demos-


traciones de enunciados matemáticos para asegurarse de que
fueran correctos.

Ejercicios
En los ejercicios 1 a 4, se le pide que defina algunos términos
geométricos familiares. Los ejercicios proporcionan una revisión de
estos términos, así como práctica para formular definiciones con
precisión. Al hacer una definición, puede utilizar los cinco términos
geométricos indefinidos y todos los demás términos geométricos que
se han definido en el texto hasta ahora o en cualquier ejercicio
anterior.
A veces, hacer una definición requiere un poco de reflexión. Por
ejemplo, ¿cómo definiría la perpendicularidad para dos rectas l y
m? Un primer intento podría ser decir que “l y m se cruzan y en
su punto de intersección estas líneas forman ángulos rectos”. Sería
legítimo utilizar los términos “intersección” y “ángulo recto” por-
que se han definido previamente. Pero, ¿qué se quiere decir con la
afirmación de que las líneas forman ángulos rectos? Seguramente
todos podemos hacer un dibujo para mostrar lo que queremos de-
cir, pero el problema es expresar la idea verbalmente, usando solo
términos introducidos previamente. Según la definición de la p. 17,
un ángulo está formado por dos rayos no opuestos que emanan del
44 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

mismo vértice. Por lo tanto, podemos definir l y m como perpen-


−→
diculares si se intersecan en un punto A y si hay un rayo AB que
−→
es parte de l y un rayo AC que es parte de m tal que ∠BAC es un
ángulo recto (figura 1.16). Denotamos esto por l ⊥ m.

Figura 1.16: Líneas perpendiculares

1. Define los siguientes términos:

a) Punto medio M de un segmento AB.


b) Bisectriz perpendicular de un segmento AB (puede usar
el término «punto medio» ya que lo acaba de definir).
−−→
c) El rayo BD biseca el ángulo ∠ABC (dado que el punto
D está entre A y C).
d) Los puntos A, B y C son colineales.
e) Las líneas l, m, y n son concurrentes (consulte la figura
1.17).
45

Figura 1.17: Líneas concurrentes

2. Define los siguientes términos:

a) El triángulo △ABC formado por tres puntos no colinea-


les A, B y C.

b) Los vértices, lados y ángulos de △ABC. (Los “lados”


son segmentos, no líneas).

c) Los lados opuesto y adyacentes a un vértice A dado de


△ABC.

d) Medianas de un triángulo (ver Figura 1.18).

e) Alturas de un triángulo (ver Figura 1.19).

f ) Triángulo isósceles, su base y sus ángulos base.

g) Triángulo equilátero.

h) Triángulo rectángulo.
46 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

Figura 1.18: Mediana

Figura 1.19: Altura

3. Dados cuatro puntos, A, B, C y D, no hay tres de los cua-


les son colineales y tales que cualquier par de los segmentos
AB, BC, CD y DA no tienen un punto en común o solo tie-
nen un punto final en común. Entonces podemos definir el
cuadrilátero □ABCD como formado por los cuatro segmen-
tos mencionados, que se denominan sus lados, y los cuatro
puntos se denominan vértices; vea la Figura 1.20. (Tenga en
cuenta que el orden en el que se escriben las letras es esen-
cial. Por ejemplo, □ABCD puede no denotar un cuadrilátero,
porque, por ejemplo, AB podría cruzar CD. Si □ABCD de-
notara un cuadrilátero, no denotaría el mismo que □ACDB
47

¿Qué permutaciones de las cuatro letras A, B, C y D denotan


el mismo cuadrilátero que □ABCD?) Usando esta definición,
defina las siguientes nociones:
a) Los ángulos de □ABCD.
b) Los lados adyacentes de □ABCD.
c) Los lados opuestos de □ABCD.
d) Las diagonales de □ABCD.
e) Un paralelogramo. (Use la palabra “paralelas.”)

Figura 1.20: Cuadrlateros

4. Defina ángulos verticales (Figura 1.21). ¿Cómo intentarías


probar que los ángulos verticales son congruentes entre sí?
(Solo esboce un plan para una prueba, no lo lleve a cabo en
detalle).
5. Use una noción común (p. 13) para probar el siguiente resul-
tado: Si P y Q son puntos en un círculo con centro O y radio
OA, entonces OP ∼ = OQ.
6. a) Dados dos puntos A y B y un tercer punto C entre ellos.
(Recuerde que “entre” es un término indefinido.) ¿Pue-
de pensar en alguna forma de demostrar a partir de los
postulados que C se encuentra sobre la línea AB?
48 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

Figura 1.21: Ángulos verticales

b) Suponiendo que logró demostrar que C se encuentra so-


←→
bre AB, ¿puede demostrar a partir de la definición de
−→ −→
“rayo” y los postulados que AB ∼
= AC?
7. Si S y T son conjuntos, su unión (S ∪T ) e intersección (S ∩T )
se definen de la siguiente manera:
(i) Algo pertenece a S ∪ T si y sólo si pertenece a S o a T
(o a ambos).
(ii) Algo pertenece a S ∩ T si y solo si pertenece tanto a S
como a T.
−→
Dados dos puntos A y B, considere los dos rayos AB y
−→ −→ −→ ←→
BA. Dibuja diagramas para mostrar que AB∪ BA = AB
−→ −→
y AB ∩ BA = AB. ¿Qué axiomas adicionales sobre el
término indefinido “entre” debemos asumir para poder
probar estas igualdades?
8. Para ilustrar aún más la necesidad de una definición cuidado-
sa, considere las siguientes posibles definiciones de rectángulo:
(i) Un cuadrilatero con cuatro ángulos rectos.
(ii) Un cuadrilátero con todos los ángulos congruentes entre
sí.
49

(iii) Un paralelogramo con al menos un ángulo recto.


En este libro tomaremos (i) como nuestra definición. Su
experiencia con la geometría euclidiana puede llevarlo a
creer que estas tres definiciones son equivalentes; esboce
informalmente cómo podría demostrar eso, y observe cui-
dadosamente qué teoremas está asumiendo tácitamente.
En geometría hiperbólica, estas definiciones dan lugar a
tres conjuntos diferentes de cuadriláteros (véase el capí-
tulo 6). Dada la definición de “rectángulo”, utilícelo para
definir “cuadrado”.

9. ¿Se le ocurre alguna forma de demostrar a partir de los pos-


tulados que para cada línea l

a) Existe un punto en l?
b) Existe un punto que no está sobre l?

10. ¿Puedes pensar en alguna forma de demostrar a partir de


los postulados que el plano no está vacío, es decir, que exis-
ten puntos y líneas? (Analice con su instructor lo que signi-
fica decir que los objetos matemáticos, como puntos y líneas,
“existen”).

11. ¿Crees que el postulado euclidiano de las paralelas es «obvio»?


Escribe un breve ensayo que explique tu respuesta.

12. ¿Cuál es el defecto de la “demostración” de que todos los


triángulos son isósceles? (Todos los teoremas de la geometría
euclidiana utilizados en el argumento son correctos).

13. Si el número π se define como la razón entre la circunferencia


de cualquier círculo y su diámetro, ¿qué teorema debe pro-
barse primero para legitimar esta definición? (Por ejemplo, si
“defino” un nuevo número φ como la relación entre el área
de cualquier círculo y su diámetro, eso no sería legítimo. El
50 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

teorema requerido se demuestra en la Sección 21.2 de Moise,


1990.)
14. ¿Cree que el método axiomático se puede aplicar a materias
distintas de las matemáticas? ¿Es la Constitución de los Esta-
dos Unidos (incluidas todas sus enmiendas) la lista de axiomas
de la que los tribunales federales deducen lógicamente todas
las reglas de la ley? ¿Cree que las “verdades” afirmadas en la
Declaración de Independencia son “evidentes en si mismas”?
15. Escribe un comentario sobre la aplicación del método axio-
mático terminado en 1675 por Benedict de Spinoza, titulado:
Ética demostrada en orden geométrico y dividida en cinco
partes que tratan (1) de Dios; (2) de la naturaleza y origen de
la mente; (3) de la Naturaleza y Origen de las Emociones; (4)
de la esclavitud humana o de la fuerza de las emociones; (5)
del Poder del Intelecto o de la Libertad Humana. (Dedique el
cuerpo principal de su revisión a las Partes 4 y 5.)

Ejercicios mayores
1. En este ejercicio repasaremos varias construcciones euclidia-
nas básicas con regla y compás. Tales construcciones fasci-
naron a los matemáticos de la antigua Grecia hasta el siglo
XIX, cuando finalmente se resolvieron todos los problemas de
construcción clásica.
a) Dado un segmento AB. Construye la bisectriz perpendi-
cular de AB. (Sugerencia: haga que AB sea una diagonal
de un rombo, como en la figura 1.22).
b) Dada una línea l y un punto P que se encuentra en l
Construya la línea que pasa por P perpendicular a l.
(Sugerencia: haga que P sea el punto medio de un seg-
mento de l.)
51

Figura 1.22:

c) Dada una línea l y un punto P que no está sobre l. Cons-


truya la línea que pasa por P perpendicular a l. (Suge-
rencia: Construya el triángulo isósceles △ABP con base
AB sobre l y use (a).)
d) Dada una línea l y un punto P que no está sobre l. Cons-
truya una línea que pase por P paralela a l. (Sugerencia:
use (b) y (c)).
e) Construye el rayo bisector de un ángulo. (Sugerencia: use
el teorema euclidiano de que la bisectriz perpendicular
de la base en un triángulo isósceles es también el ángulo
bisector del ángulo opuesto a la base).
f ) Dado el △ABC y el segmento DE ∼ = AB. Construya
←→
un punto F sobre un lado dado de la línea DE tal que
△DEF ∼ = △ABC.
−−→
g) Dado el ángulo ∠ABC y el rayo DE. Construya F sobre
←→
un lado dado de la línea DE tal que ∠ABC ∼ = ∠F DE.
2. Euclides asumió que el compás era plegable. Es decir, dados
dos puntos P y Q, el compás puede dibujar un círculo con
52 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

el centro P pasando por Q (Postulado III); sin embargo, la


punta no se puede mover a otro centro O para dibujar un
círculo del mismo radio. Una vez que se mueve la punta, el
compás se pliega. Revise sus construcciones en el Ejercicio 1
para ver si son posibles con un compás plegable. (A los efectos
de este ejercicio, "dadaüna línea significa que se le den dos o
más puntos).

a) Dados tres puntos P, Q y R. Construya con una regla y


compás plegable un rectángulo □P QST con PQ como
un lado y tal que P T ∼
= P R (vea la Figura 1.23).

Figura 1.23:

−→
b) Dado un segmento PQ y un rayo AB. Construya el punto
−→
C en AB tal que P Q ∼ = AC. (Sugerencia: usando (a),
construya el rectángulo □P AST con P T ∼ = P Q, y luego
dibuje el círculo centrado en A y pasando por S.)
c) Muestre que puede transferir segmentos con un compás
plegable y una regla, para que pueda realizar todas las
construcciones como si su compás no se plegara.

3. Se suponía que la regla que usaste en los ejercicios anteriores


no estaba reglamentada (si tenía marcas, no debías usarlas).
Ahora, sin embargo, marquemos dos puntos en la regla para
53

marcar una cierta distancia d. Arquímedes mostró cómo po-


demos entonces trisecar un ángulo arbitrario:
Para cualquier ángulo, dibuja un círculo λ de radio d centra-
do en el vértice O del ángulo. Este círculo corta los lados del
ángulo en los puntos A y B. Coloque la regla marcada de mo-
←→
do que una marca dé un punto C en la línea OA de manera
que O esté entre C y A, la otra marca dé un punto D en el
círculo λ, y la regla debe descansar simultáneamente sobre el
punto B, de modo que B, C y D sean colineales (Figura 1.24).
Demuestre que ∠COD así construido es un tercio de ∠AOB.
(Sugerencia: use los teoremas euclidianos sobre ángulos exte-
riores y triángulos isósceles).

Figura 1.24:


4. El número ρ = (1+ 5)/2 fue llamado la proporción áurea por
los griegos, y un rectángulo cuyos lados están en esta propor-
ción se llama rectángulo áureo. Demuestre que un rectángulo
54 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

áureo se puede construir con regla y compás de la siguiente


manera:
a) Construya un cuadrado □ABCD.
b) Construya el punto medio M de AB.
c) Construya el punto E tal que B está entre A y E y M C ∼
=
M E (figura 1.25).

Figura 1.25:
←→
d) Construya el pie F de la perpendicular de E a DC.
e) Entonces □AEF D es un rectángulo áureo (usa el teore-
ma de Pitágoras para △M BC).
f ) Además, □BEF C es otro rectángulo áureo (primero de-
muestre que l/ρ = ρ − l).
Los siguientes dos ejercicios requieren conocimientos de tri-
gonometría.

5. Los egipcios pensaban que si un cuadrilátero tenía lados de


longitudes a, b, c y d, entonces su área S estaba dada por la
fórmula (a + c)(b + d)/4. Demuestra que en realidad
4S ≤ (a + c)(b + d)
55

con igualdad que se mantiene solo para rectángulos. (Pista: el


doble del área de un triángulo es ab sin θ, donde θ es el ángulo
entre los lados de las longitudes a, b y sin θ ≤ 1 , con igualdad
solo si θ es un ángulo recto).

6. Demuestre análogamente que si un triángulo tiene lados de


longitudes a, b, c, entonces su área S satisface la desigualdad

4S 3 ≤ a2 + b2 + c2

con igualdad que se mantiene solo para triángulos equiláteros.


(Sugerencia: si θ es el ángulo entre los lados b y c, elegido de
modo que sea como máximo 60 °, utilice las fórmulas

2S = bc sin θ
2bc cos θ = b2 + c2 − a2 (ley de los cosenos)

cos (60° − θ) = (cos θ + 3 sin θ)/2

7. Sea △ABC tal que AB no sea congruente con AC. Sea D


el punto de intersección de la bisectriz de ∠A y la bisectriz
perpendicular del lado BC. Sean E, F y G los pies de las
←→ ←→ ←→
perpendiculares caídas de D a AB, AC, BC, respectivamente.
Demuestre que:

a) D se encuentra fuera del triángulo del círculo que pasa


por ABC.
b) Uno de los puntos E o F se encuentra dentro del triángulo
y el otro fuera.
c) E, F, y G son colineales.

(Utilice todo lo que sepa, incluidas las coordenadas si es


necesario).
56 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

Proyectos
1. Escriba un artículo que explique en detalle por qué es imposi-
ble trisecar un ángulo arbitrario o cuadrar un círculo usando
solo un compás y una regla sin marcar; véase Jones, Morris y
Pearson (1991); Eves (1963-1965); Kutuzov (1960); o Moise
(1990). Explique cómo se pueden trisecar ángulos arbitrarios
si además se nos permite dibujar una parábola o una hipér-
bola o una concoide o una limacon (ver Peressini y Sherbert,
1971).

2. Aquí hay otros dos resultados famosos en la teoría de cons-


trucciones;

a) El matemático danés G. Mohr y el italiano L. Masche-


roni descubrieron de forma independiente que todas las
construcciones euclidianas de puntos se pueden hacer so-
lo con un compás. Una línea, por supuesto, no se puede
trazar con un compás, pero se puede determinar con un
compás construyendo dos puntos sobre ella. En este sen-
tido, Mohr y Mascheroni demostraron que la regla no es
necesaria.
b) Por otro lado, el alemán J. Steiner y el francés J. V. Pon-
celet demostraron que todas las construcciones euclidia-
nas se pueden realizar con una regla solo si primero se
nos da un solo círculo y su centro.

Informe sobre estos notables descubrimientos (véanse Eves,


1963-1965 y Kutuzov, 1960).

3. Dado cualquier △ABC. Dibuja los dos rayos que trisecan ca-
da uno de sus ángulos y deja que P, Q y R sean los tres pun-
tos de intersección de los trisectores adyacentes. Demuestre el
57

teorema de Morley de que △P QR es un triángulo equilátero


(consulte la figura 1.26 y Coxeter, 1969).

Figura 1.26: Teorema de Morley

4. Un polígono de n lados se llama regular si todos sus lados


(respectivamente, ángulos) son congruentes entre sí. Cons-
truye un pentágono regular y un hexágono regular con regla
y compás. El septagon regular no puede construirse así; De
hecho, Gauss demostró el notable teorema de que el n-gon
regular es construible si y solo si todos los factores primos
impares de n ocurren a la primera potencia y tienen la forma
22 + 1 (p. ej., 3, 5,17,257,65,537). Informe sobre este resul-
n

tado, utilizando Klein (1956). Las primas de esa forma se de-


nominan Fermatprimes. Los cinco enumerados son los únicos
conocidos en este momento. En realidad, Gauss no construyó
el 257-gon regular o el 65,537-gon; solo mostró que la ecua-
ción polinomial mínima satisfecha por cos(2π/n) para tal n
podía resolverse en el campo surd (ver Moise, 1990). Otros
matemáticos devotos (¿obsesivos?) Llevaron a cabo las cons-
trucciones. El constructor por n = 65.537 trabajó durante 10
años y fue recompensado con un doctorado. grado; ¿Cuál es
la recompensa por revisar su trabajo?
58 CAPÍTULO 1. LA GEOMETRÍA DE EUCLIDES

5. Escriba una breve biografía de Arquímedes (Bell, 1961, es una


buena referencia). Arquímedes descubrió algunas de las ideas
del cálculo integral 14 siglos antes que Newton y Leibniz.
Capítulo 2

Lógica e incidencia en
geometría

59

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