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El realismo mágico

El realismo mágico es un movimiento literario surgido en América Latina a


mediados del siglo XX (entre las décadas del 60 y 70). En sus obras se representó lo
fantástico, lo irreal y lo extraño de la manera más común y cotidiana posible. El realismo
mágico fue un estilo narrativo sumamente popular, de la mano de autores como Gabriel
García Márquez, quien quizá sea su máximo exponente con su novela Cien años de soledad
(1967). Llegó a convertirse en un movimiento literario fácilmente asociado al continente
entero, contra el cual habrían de rebelarse las generaciones de narradores posteriores.

Origen

Fue acuñado para las letras en 1948 por el intelectual venezolano Arturo Uslar Pietri
(1906-2001) en su ensayo “Letras y hombres de Venezuela”. Sin embargo, ya se lo había
empleado a inicios de siglo para describir cierto estilo pictórico que mostraba una realidad
alterada, en el libro Realismo mágico del crítico de arte alemán Franz Roh. Por otro lado, el
término “realismo mágico” nació simultáneamente con el “real maravilloso” propuesto por
el novelista cubano Alejo Carpentier (1904-1980). De hecho, la novela de Carpentier El
reino de este mundo (1949) marcó el inicio de este movimiento.

Características del realismo

 Relatos contados con las estrategias del realismo, pero abordando anécdotas
fantásticas, irreales o maravillosas.
 Lo fantástico e irreal en el relato se maneja con plena cotidianidad, sin sorprender a
nadie, ni proveer explicaciones.
 Sus relatos prefieren los escenarios pobres, rurales o marginales.
 Se utilizan mayormente descripciones sensoriales de la realidad.
 Abundan las rupturas de planos temporales, cuando no el tiempo estático,
acronológico o invertido.
Autores del realismo mágico
 Alejo Carpentier (Cuba). Uno de los grandes autores de la literatura cubana
y latinoamericana, considerado un escritor fundamental de la lengua

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española por su narrativa barroca, abundante, que giró en torno al concepto
de lo “real maravilloso”. Fue también periodista y musicólogo.
 Horacio Quiroga (Uruguay). Cuentista y dramaturgo considerado uno de los
referentes latinoamericanos del cuento moderno, es a menudo comparado
con Edgar Allan Poe por sus relatos lúgubres, de prosa vívida, a menudo
ambientados en la selva o en lo rural. Su vida estuvo marcada por la
tragedia, y a los 58 años de edad se suicidó bebiendo un vaso de cianuro.
 Miguel Ángel Asturias (Guatemala). Escritor, periodista y diplomático
guatemalteco, referente obligatorio en las letras latinoamericanas y ganador
del Premio Nobel de Literatura en 1967. Su obra llamó la atención de
Occidente sobre las culturas indígenas, especialmente de su país, y fue
cercana al movimiento surrealista francés, ya que Asturias vivió buena parte
de su vida en el extranjero.
 Gabriel García Márquez (Colombia). Periodista y escritor colombiano
conocido como “el gabo”, es quizá el exponente más reconocido del
realismo mágico y el ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982. Su
obra ha sido traducida a numerosos idiomas y su militancia izquierdista casi
tan conocida como su estrecha amistad con Fidel Castro.
 Isabel Allende (Chile). Escritora chilena nacida en Perú y residenciada en
los Estados Unidos, es probablemente la escritora viva más leída del mundo
hispanohablante, con una obra traducida a 42 idiomas. Es sobrina del difunto
presidente chileno Salvador Allende.
 Juan Rulfo (México). Quizá el mayor cuentista mexicano de todos los
tiempos, Rulfo publicó apenas dos libros en vida: una colección de cuentos y
una novela. Sin embargo, su obra es central en la tradición latinoamericana,
y forma parte tanto del realismo mágico, como del llamado “Boom”
latinoamericano.

Obras del realismo mágico

Algunas de las más conocidas obras literarias que se inscriben en el realismo mágico son:

Cien años de soledad (1967) de Gabriel García Márquez

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Reino de este mundo (1949) de Alejo Carpentier
Bomarzo (1962) de Manuel Mujica Lainez
Aura (1962) de Carlos Fuentes
La casa de los espíritus (1982) de Isabel Allende (La novela «La casa de los
espíritus» fue tan popular que fue llevada al cine.)
Pedro Páramo (1959) de Juan Rulfo
Doña Flor y sus dos maridos (1966) de Jorge Amado
Hagiografía de Narcisa la bella (1985) de Mireya Robles

Lo real maravilloso

En 1949, dos años después de que Arturo Uslar Pietri acuñara el término realismo
mágico, Alejo Carpentier introdujo la noción de lo real maravilloso para referir la nueva
literatura que se gestaba en Latinoamérica. Con esto se apartaba abiertamente de cualquier
interferencia semántica con el concepto de realismo mágico europeo. Se apartaba también
del prejuicio según el cual esa nueva literatura habría sido una interpretación
latinoamericana del surrealismo. Según el escritor cubano, la acepción del realismo mágico
pictórico se refiere a la combinación de formas tomadas de la realidad de tal manera que no
se ajustan a la normalidad. El surrealismo, por su parte, se define como una creación
premeditada, basada en la literatura psicoanalítica, cuyo objetivo es construir una
“sensación” de singularidad. Pero no lo real maravilloso latinoamericano: “Aquí lo insólito
es cotidiano”, dice Carpentier. Así, Carpentier define lo maravilloso como algo
extraordinario, que no tiene por qué ser ni bello ni amable.

El debate entre el realismo mágico y lo real maravilloso

De la contraposición entre los términos propuestos por ambos autores, así como su
mirada sobre la tradición literaria, surge un aspecto fundamental del contexto literario: el
largo debate en el que se cuestiona si el concepto del realismo mágico es equivalente a lo
real maravilloso. La investigadora Alicia Llarena, en un ensayo titulado Un balance crítico:
la polémica del realismo mágico y lo real maravilloso americano (1955-1993), sostiene que
existe una diferencia (y más), ya que en el realismo mágico predomina una perspectiva
fenomenológica, mientras que en lo real maravilloso predomina una perspectiva ontológica.

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El primero describe la realidad plural; el segundo, reflexiona sobre el ser inscrito en esa
realidad plural. Dado que ambos conceptos comparten el interés por la representación de
dicha realidad, la autora comprende la razón por la que algunos críticos han propuesto
reunir ambos términos en una expresión sincrética: “realismo maravilloso” o “realismo
mágico maravilloso”. El debate sigue abierto.

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