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Ejercicio. Taller de escritura creativa.

ADOLESCENTE PREPA HOMBRE. ESCUELA. SALON DE CLASES. HOY LE VA APEDIR A UNA


MUCHACHA QUE SEA SU NOVIA. ES MUY NERVIOSO.

Narración tercera persona omnisciente. Extra diegético. Medio Ambiente.

Forma visual del espacio.

La escuela preparatoria ubicada a las afueras de la ciudad, tenía el suficiente espacio para que
se construyeran 3 veces más edificios. En las vacaciones de verano se había designado el
espacio mas lejano para crear una cancha de futbol y había rumores que decían que también
construirían una alberca, eso alborotaba muchas hormonas.

El primer día de clases era todo un caos. Los pasillos estaban llenos de jóvenes vestidos de
todas las diversas formas imaginadas y no imaginadas, la escena era multicolor y de fo
diversas. Adolescentes de todos los rincones de la ciudad acudían a esta casa de estudios.

A penas 3 edificios albergaban los 30 salones de clase y oficinas. Todos rodeados de hermosos
jardines, verdes y llenos de vida. Había una leyenda de los primeros años de la prepa, cuando
recién había el estado designado ese terreno y solo había un salón construido de prisa para
inahugurar la primer Preparatoria de aquella ciudad en crecimiento. Se dice que el recién
egresado profesor Pedro Salazar fue nombrado director debido a un favor que pidió su madre.
Justo a unos días su fecha de boda Pedro tuvo que dejar su ciudad a 500 kilómetros de
distancia y a su futura esposa. Ella era botánica y dicen que murió de mal de amores dos meses
después. El recién nombrando Director, pidió sus restos, dicen que los enterró en el jardín
principal y mando a construir la elaborada fuente que se ha vuelto un símbolo de toda la
ciudad por su belleza. Dicen que el agua nace justo del corazón de su amada y ella riega todos
los jardines del espacio, por eso todos están siempre tan verdes y llenos de flores y plantas de
muchas especies.

La fuente de la Mujer de agua.

Descripción auditiva y táctil.

Ernesto esperaba impaciente que dieran la una de la tarde. La piedra fría y mojada de la fuente
no dejaba que pudiera esperar sentado, solo que de eso él no se dio cuenta, por que era tan
intenso su nerviosismo que escuchaba a su propio cuerpo temblar. No sabía qué hacer con
sus manos tan sudorosas, por mas que las limpiaba en sus pantalones seguían húmedas y frías.
Caminaba de un lado a otro con grandes y fuertes pasos. La sequedad en su boca le exigía agua
desesperadamente. Escucho sonar el timbre que indicaba que las clases de la una comenzarían
pronto. Y Lucía no aparecía.

Los otros estudiantes alrededor de la fuente comenzaron a irse, para el segundo timbre
Ernesto estaba solo en todo el jardín principal. No llegaría pensó. Después de haber esperado
por mas de 4 semanas el regreso a clases, Lucía no llegaría su cita. Se sentó desconsolado en la
piedra, las lágrimas se unían al manantial de la mujer de agua.
Una de sus lágrimas frías llegó a sus labios recordándole que estaban secos. Ernesto estiro su
mano y se llevó un poco del agua de la fuente a su boca. Refrescó su garganta.

- Hola señorito

Se escucho una dulce voz por detrás y el corazón de Ernesto se detuvo por unos segundos.

Olfato y el gusto

El sabor del agua se tornó extremadamente salado y la reacción de su cuerpo al escupirla fue
lo que le recordó a su corazón volver a latir.

A penas reunió el valor de voltear la mirada. Había imaginado por tanto tiempo aquel
reencuentro que apenas podía separa la fantasía de la realidad; el beso que tanto había creado
tenía el sabor de las fresas. Pasó saliva y levantó la mirada.

Una mujer alta de cabello negro lo miraba melancólicamente. El ambiente se había tornado de
un color rojizo y el aire olía a azufre.

-Hola, quiso contestar Ernesto, pero las palabras no salieron de su boca. El fuerte olor caló su
nariz y su garganta y comenzó a toser tan fuerte que me pronto sintió el sabor de su propia
sangre.

La bella chica se acercó a él y le ofreció un poco de agua de la fuente que había recogido con
sus propias manos.

- Calma. Ten bebe. – le dijo con voz suave- Respira.

Ernesto bebió, el agua le pareció deliciosa; al respirar descubrió un hermoso olor a flores
silvestres que emanaba del cuerpo de su acompañante.

 Cada media cuartilla al menos a parezca 1 vez cada sentido

El sabor fresco del agua le obligó a cerrar los ojos por unos momentos y respiró
profundo para llenar los pulmones de aquel aroma. Al abrirlos ya no había nadie, la
chica desconocida se había ido. Ernesto volteó a todo su alrededor solo un grupo de
amigos se miraban en el lejano campo de futbol y algunas siluetas en la entrada de la
Universidad que se distanciaba al menos cien metros de dónde el estaba.
Algo confundido recargo sus manos en el borde áspero de la fuente, bajo la cabeza y
cerro los ojos, intentando comprender lo que había pasado. Escuchaba la caída del
agua y el aleteo de unas aves que se paraban hicieron que Ernesto volteará la mirada
hacia ellos, eran hermosos pájaros verdes, sus pechos mostraban un colorido carmín
que hacían contraste con sus alas azul celeste. Se habían posado sobre los brazos de la
estatua de la fuente de la Mujer Agua.
El joven quedó como hechizado al ver el rostro de aquella escultura era igual que la
chica que le había ofrecido agua.
El sonido del timbre que anunciaba el próximo inicio de la siguiente clase en el campus
despertó a Ernesto de su placiente sueño. El susto le hizo caerse de la barda de la
fuente. Una risa coqueta se escuchó después del golpe de su espalda contra el suelo.
-Pero, qué haces ahí dormido tonto?- Le dijo Lucía- No me digas que te quedaste aquí
dormido desde la clase anterior?
-¿Qué hora es?- Preguntó Ernesto algo dormido e incorporándose.
- Las tres, está por iniciar la clase de ingles, vamos! si no, llegaremos tarde- Dijo Lucía
apresuradamente mientras se daba la vuelta y comenzaba a caminar.
- Espera!- Le gritó Ernesto al momento que apresuraba el paso para alcanzarla y
despertando por completo- Pero, quedamos de vernos aquí a la una te estuve
esperando.

La chica giró algo nerviosa, -Oh sí, discúlpame, se me hizo tarde y apenas estoy
llegando, intente llamarte a tu celular, pero no respondiste ni las llamadas ni los
mensajes. Al escuchar las palabras de Lucía, recordó que no sabía en qué lugar había
dejado su móvil. Toco toda su ropa buscando desesperadamente entre los bolsillos de
sus pantalones. Sintió pasar un trago amargo en su garganta.

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