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En contra de lo que se podría pensar tanto el concepto de cultura como las acciones sociales,
políticas y educativas que se ocupan de ella, son fenómenos relativamente nuevos. La reflexión
colectiva sobre la cultura, como elemento de desarrollo de los pueblos, no comienza en Europa
hasta después de la IIª Guerra Mundial en el marco de unas instituciones supraestatales que se
acababan de crear: el Consejo de Europa y el Consejo de Cooperación Cultural.
En nuestro país, se suele apuntar la década de los 50 del pasado siglo como el momento en que se
empieza a trabajar con la cultura y lo cultural en el ámbito de lo social1. La idea que fundamentaba
dicho trabajo provenía, sobre todo, del contexto francófono y afirmaba que la cultura podía ser un
factor de desarrollo y de progreso. A lo largo de la segunda mitad del siglo XX esta idea irá
fraguando de manera gradual en todo el mundo asignando a la cultura un papel central en la vida de
las sociedades.
En 1970 se celebró en Venecia la primera conferencia mundial sobre la cultura que incluyó la
política cultural en la agenda de los gobiernos y contribuyó a poner las bases de lo que en la
actualidad podemos denominar profesiones de la cultura o, con más precisión, de la sociocultura2.
Desde entonces la reflexión sobre la cultura y sobre el papel que juega en el desarrollo de las
comunidades y las sociedades ha sido continua.
1 Aunque también podrían apuntarse precedentes específicos de educación popular en la época de la República
en España como las misiones pedagógicas o el museo pedagógico.
2 Con el término profesiones de la sociocultura me refiero a todas aquellas formas organizadas y socialmente
reconocidas de acción e intervención que, en el marco de una o más disciplinas, tratan con la vida cotidiana de las
personas y con las situaciones y problemáticas derivadas de la puesta en juego de sus culturas a través de las
relaciones sociales.
Al finalizar dicho decenio la UNESCO publicó un informe titulado “Nuestra diversidad creativa”3
que planteaba un nuevo enfoque sobre la cultura. La cultura ya no se limita a ser un simple
instrumento o un medio para el desarrollo económico, sino que juega un papel constructivo,
constitutivo y creativo en la vida de las sociedades. La cultura es la base social de los fines que
dichas sociedades se proponen conseguir. Lo que venía a concluir el informe es que todas las
formas de desarrollo humano -incluido el económico- están culturalmente determinadas. La cultura
no es un instrumento para el progreso material: es el fin y el objetivo del desarrollo, entendido éste
último -en la forma que define Amartya Sen4- como la realización de la existencia humana en todas
sus formas y en toda su plenitud. En este nuevo modelo la cultura tiene entidad en sí misma como
marco y contenido del desarrollo de las comunidades y los pueblos.
En lo que se refiere específicamente a nuestro país hay que apuntar que el Fondo para el logro de
los Objetivos de Desarrollo del Milenio (Fondo-OMD) establecido en 2006 entre el Programa de
las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Gobierno español reconoce el papel capital
de la cultura en y para el desarrollo, por lo que dedica uno de sus ocho ámbitos de
intervención específicamente a la ecuación cultura‐desarrollo6.
Por último, en la convención de la UNESCO del 2005 se reconoció que la cultura y el desarrollo
forman conjuntamente el núcleo de cualquier proceso de desarrollo que pretenda ser sostenible.
Algo que se ha desarrollado en forma de recomendaciones para los gobiernos en la última
resolución de dicho organismo (23/12/2010)7 .
Los cambios experimentados por la vida social a lo largo del último tercio del pasado siglo han
modificado de manera sustancial las formas de entender e interpretar la cultura. La integración
normalizada de las tecnologías de la información y la comunicación en la vida cotidiana y los
fenómenos derivados de la globalización han desbordado un concepto histórica y tradicionalmente
centrado en el desarrollo de las artes y la conservación del patrimonio. Referirse hoy a la cultura
3 También llamado “Informe Pérez de Cuellar” por el experto que coordinó la comisión encargada de su elaboración.
Ver Pérez de Cuellar y otros (1998) Nuestra diversidad creativa. Madrid: Unesco/Fundación Santa María.
4 Sen, A. (2000) Desarrollo y libertad. Barcelona: Planeta.
5 Ver UNESCO (2010) The power of culture for development. Publicado 14/09/2010.
http://unesdoc.unesco.org/images/0018/001893/189382e.pdf
6 Ver http://www.mdgfund.org/es/page/ourprogramme .
7 http://www.unesco.org/culture/pdf/text_unga_resolution__culture_%20and_development_en.pdf
supone abarcar un complejo entramado de objetos, instituciones, relaciones, competencias y
metodologías en el que las fronteras entre lo que es social, político o económico o bien no están en
absoluto diferenciadas o resultan muy permeables. Los estudios sociales y antropológicos,
desarrollados entre los años 60 y 80 del pasado siglo, establecieron que la cultura designa los
procesos de producción, circulación y consumo de las significaciones en la vida social. Es cultura
todo aquello que podemos designar y que tiene, por tanto, algún significado para nosotros.
Este es el marco en el que encuadramos este libro, que trata de presentar una metodología de trabajo
sociocultural de reciente introducción en nuestro país: el Desarrollo Cultural Comunitario. Una
metodología que, al lado de otras como la animación sociocultural y la gestión cultural, por citar
sólo las más cercanas, se sirven de la cultura, en tanto que medio, metodo o contenido para
posibilitar que las personas, los grupos y las comunidades actúen sobre sí mismos con el fin de
mejorar su estar en el mundo y, en general, su calidad de vida.
La creatividad, apunta Joas8, puede formar parte de cualquier acción realizada por cualquier
persona; no es necesario ser ni un artista ni un creador para desarrollar acciones creativas. El
arte y la creatividad pueden surgir y desarrollarse en el seno de las comunidades a partir de
las sinergias generadas entre las personas e instituciones que las configuran. El Desarrollo
Cultural Comunitario es una metodología de trabajo comunitario que busca generar dichas
sinergias. Se puede decir, en ese sentido, que pertenece a una familia de conceptos y metodologías
que: (1) Se refieren a acciones en y de los grupos y las comunidades; (2) asignan un papel
protagonista a las personas; (3) se dirigen explícita y decididamente hacia el empoderamiento de las
personas y las comunidades; y, por último, (4) buscan ayudar a las personas a mejorar su calidad de
vida.
8 Joas, H. (1997) The creativity of action. The University Chicago Press.
las instituciones y las comunidades, pueden convertirse en el motor que genere el cambio y la
transformación social.
Xavier Úcar