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JUAN LUIS LORDA HUMANISMO. LOS BIENES INVISIBLES Tercera edici6n EDICIONES RIALP, S. A. MADRID © 2011 by JUAN Luts LorDa © 2011 by EDICIONES RIALP, S, A., Alea, 290, 28027 Madrid Primera edicién: mayo de 2009 ‘Tercera edicién: octubre de 2011 ‘nfo, ammo de ung fama po cage mei yc ‘ele, esa por econ por rg unre node na fein preva por ccs de ted Capea: Due a CEDNO (to Epatel Sie epee a maa ee Pr mcg gens dea hs Fotocomposicién. MT Calor & Diseo, §.L. ISBN: 978-84-321.3726.6 Depésito legal: M. 38960-2011 Printed in Spain Impreso en Espatia Geiticas Rogar, S-A., Navaleamero (Madrid) PRESENTACION 1 Sumario CuLrura .. 1. Un mundo diferente 2. El cultivo del alma 3. Las buenas artes 4, La inmensa minoria .. LA VIDA DE LA INTELIGENCIA.... I. Las funciones de la inteligencia ... 2. Los contenidos de fa cultura... 3. Informacién: 4, La lectura y los clisicos 5. Lavida intelectual Apéndice: el estudio .. LA OPCION POR LA BEL! I. Laalegria de lo bello 2. La experiencia estética . 3. Los géneros de la b 4. El valor de la obra de arte 5. Laeducacién de la sensibilidad 5 13, 13 15 21 25 29 29 36 44 50 59 65 69 69 71 79 84 92 4, ESriLo Y ELEGANCIA 99 1, Lo elegante y lo cursi 99 2. Blralante «0. 105 3. La compostura 108 4, El estilo personal y el buen gusto 112 5. EL AMOR A LA PALABRA 117 1, Lengua y cultura ... “ig 2. Bl vocabulario y la inteligencia .. 120 3. La belleza de las palabras 127 4, La expresién escrita .. 131 5. Blarte de hablar .. 140 6, ELSENTIDO DEL HUMOR .... 149 1. Lo serio y lo cémico 149 2. Humor y benevolencia 155 3. El cultivo del buen humor y del optimismo .... 159. 4, El sentido de la fiesta .. . 164 7. ELDON DE LA AMISTAD 169 1. Un tesoro ke - 16 2. Los elementos de la amistad 173 3. La prictica de la amistad . 181 4, Deberes y pruebas de la ar 184 8. HONESTIDAD .. . 189 1. La honradez a ersoee 189 2. La vergiienza y el sentido del decoro 193 3. Laconciencia y el orden de los amores sums 198 4. El buen corazén .... 201 50 LIBROS SABIOS .. ~ 205 6 Efdefensor, Alianaa, Madsid 1986, 123. * idem, 122 20 La abundancia inmanejable lleva a que las sintesis que se utilizan para la ensefianza sean, a veces, arbitrarias a que se guien por preferencias ideoldgicas. Pero esto plantea un problema que ya sefalaba Petrarca, «De qué me sirve conocer la naturaleza de las bestias feroces, de los pajaros, de los peces y las serpientes, si ignoro 0 des- precio la nacuraleza del hombre, el fin para el que hemos nacido, de dénde venimos y adénde vamos?»’ Parece haberse perdido entre los Arboles de la selva la parte més humanizadora de Ia cultura —la sabidurfa, la vireud, las artes humanas—. Como sefiala E.R. Schuma- cher: «El olvido y aun el rechazo de la sabiduria ha ido ran lejos que la gran mayorfa de nuestros intelectuales no tienen ni siquiera una remota idea acerca del significado de esta palabray*. Por eso es tan interesante mantener vivo el sentido humanizador y personal de la cultura so ¢s el humanismo. 3. Las buenas artes Dice el erudito romano Aulo Gelio: «Los que hici ron la lengua latina usaron adecuadamente a palabra “humanidad” (...) para decir lo mismo que los griegos llaman “paideia’, y nosotros erudicién y educacién en las buenas artes; ésas que sinceramente desean y apetecen los que son méximamente humanos»’. s exactamente lo De sutipsius et muliorum ignorantia, ed. L. M. Capelli, Paris 1906, 4, * Lo peguetio es hermoso, Orbis, Madrid 1983, 38, Aulus Gelius, Noctes Atticae, XILL17, Oxford University Press, I 399-400, a que nos interesa. La cultura, en el sentido humanista, se compone de todos los saberes teéricos y practicos que permiten al hombre humanizarse y vivir dignamente como un ser humano. El gran humanista valenciano Juan Luis Vives hace decir a uno de sus personajes: «La persona debe esforzarse en cultivar y adornar ¢! espirita con conocimiehto, ciencia y ejercicio de las virtudes, de otra manera el hombre no es hombre sino animal»!®. Y de Confacio sabemos que: «cuatro cosas ensefiaba el Maestro: literatura, el buen comportamiento moral, sin- ceridad y lealtad»". El humanismo necesita una imagen del hombre. No tuna imagen cientifica, objetiva y completa, que nos lle- varia nuevamente a perdernos en cl inabarcable y bri Ilante universo de la medicina, en los enigméticos ba- rrancos de la psicologia o en los inmensos pantanos de la lingiiistica o de la sociologia, llenos de isletas de lu de2, por otra parte. Necesitamos sélo una imagen clara y elemental, préxima a la experiencia ordinaria, de lo que es un hombre, de cual es su perfeccién y de cémo se cultiva, No hay razones de peso para cambiar la imagen de nuestra tradicién que habla del hombre como un ser con cuerpo y espiritu. Segtin esta imagen, el espiritu del hombre tiene tres grandes dimensiones: la inteligencia, la voluntad libre y la afectividad. Ademés hay que conside- rar las capacidades operativas, donde confluyen inteli- gencia y voluntad, que son moldeables en la misma me- dida en que en ellas interviene el cuerpo. Cada una de estas éreas estd llamada a set educada, Lo dice Grinferances a Budé en los Didlagos, XXV. Libro del Lasn-Yu?, 24, 2 Cuando en la educacién y ensefianza, sdlo se tienen en cuenta los conocimientos, y especialmente, los cono- cimientos de las ciencias positivas, se dejan inmensos te- srenos para ser ocupados por la selva. Es verdad que ne- cesitamos conocimientos: alimentan y dan peso a la inteligencia, Pero la inteligencia necesita también mé- todo y sabidurfa. Y la sabiduria se compone, segiin una constante tradicién, al menos de tres reas. En primer lu- gat, una idea general del mundo que permita plantear y, si es posible, resolver las cuatro preguntas cardinales so- bre el sentido de la vida humana: de dénde venimos (o1 gen), a dénde vamos (destino), dénde esta la felicidad, y cémo afrontar el suftimienco y la muerte. En segundo lugat, necesitamos identificar los criterios morales y éti- cos para guiar la conducta como es propio de un hom- bre. En tercer lugar, nos hace falta un conocimiento sufi- ciente de las cosas humanas, de las motivaciones, sentimientos y reacciones, para acertar en nuestras rela ciones con los demds. Ninguno de los tres campos se puede suplir con informacién sobre avances cientificos. La segunda gran drea del cultivo humano es la volun- tad libre 0, para no sujetarnos a un vocabulario tan estr cho, el cultivo del corazén. Se trata de un verdadero cu tivo, no simplemente de una teorfa, Porque es preciso darle forma para que aprenda a querer bien y con mucha fuerza. Los clésicos le llamaban evirtud». Venerable y de- nostada palabra. También tiene tres campos de trabajo. En primer lugar, la disciplina personal, el aprender a do. minarse para levar una conducta libre, consciente y ra- cional. En segundo lugar, la honestidad o el sentido del decoto, que es la inclinacién impulsiya, pero cultivada, hacia Ia justicia y la honradez, y la repugnancia hacia lo que es indigno de un hombre honrado. En tercer lugar 23 st 19 rowapmad ap auav Cppmacrue 2240) yy 1745 pp 9 sued pe ON, FF 9 souayeg swre[ ap = upPInpen BZ HMO ac “u9I>9 ‘ol2suos so] ap oiouitd > $51 9261 pupeyy ‘dyeny zed uanol un sofruey ‘qoref EW)», “Te So] anb jemuna snaia osorusSuy ownyp pep 0 «sejnop ted op peisodurow vurrxoad ¥] ap souoiptiad Soursauy uo © seinayjad & soxqyy oto sousodos up sejsearssuo> axe “Seq 9 ON “UaIN]e Wa MaAIA IS seAIA JOULE Uapand 98 ojps seueuiny soe se] A pasta vy ‘empiqes eT Younus esuauur ey “py youre ja & vionsn{ “uatg [> ‘eza]]aq Py ‘pepr94 v] woo uorDejar ns eon! 9s sey Ug eurwny euosiad vr] ap pepre> e] vBen{ as seo wy “ewe pp emaxnosnu e] OWIOD UOS «seUBUINY Serre sed “SH ‘,,c09]dwo Ja ua ‘euosiad vj opueuoroaysod ep wpe 98%A —uproese) 901p— oypay a9eu 98 oN)» :eary]n> 9s mpssdso Jp oxad ‘a0a19 odiono [> :peprpenses vun ap ornsy P 9 ou ‘orquioy 9s v apuaide ag *,,«seyanbod spur se] 1U Usoare9 ou |p 9p opueno ‘aye Avy OU seso> sopues3 se] ered anb seutaye Jp —up10915 aquioso— soiaSiy souquroy °P Syp iaure dey oueumny aiuaurE1apepreA o| opor ug “at PUY 9p wpanosg,, wexiond 2] ud wpniquoss 4 —qooef xe) spouey ei0d Jo 21pP— JouaUT EpyA ap Bands eUN r}sIIqe Of» ouUMY onUDTUE ~euodusos jap sorvadse so] sopor us axsv aqu> Os 104 ‘go Jo ua visesyo 4 wayoq ap epanusuen 4 epejnut “noe esustiadxe saqey apand anbiod :oue saqey apand Peuaqi key apuop onb repiajo anb Aey on ‘owssru ve 8 ® asneajduia ap soue se] uog -eueumy epra ey ap soyea urD|a seu sou0ses So] wzap}aq A vioeoys ‘peptusip wos seajduuo uraoy] anb sejjanbe wos «sause seuang» se] “sepoa ap seproouoosap spur sey ‘esoure seuong» se] wos anb uesoiaiut sou mnbe anb se] & ssouzodop & so¥on| ‘somnapisadso v uasayar 2s anb se] ‘sean ~wionop sozouoUu souse se] {(Saure seyjaq) v23]]0q ¥] ¥ a1u9UE “epo1Ip uaiayay as anb se] :soure ap sodn soirea dep] “sop eH Gey Se] A sezonsap se] ‘soroyo so] ‘soure se] torsisu0> o1s9 ug "SesoD se] s928Y 9p saDBay9 A soxua[a9x9 seULIO} austen vimano ey “opeajdsap ous8ur 9 epenumoe epustisdxs ‘epeoyde epuafiyaiu so anb “emayno e ap epues9 spy oued e] opwrewoy xjnumoe 2s 0259 opoy, ‘ug[odprod wp saj a8 & euszope sep a8 ‘ortisfur woo x -sooeoyo spun se] etorDI9p98 26 ‘e>UDLE -adxo ¥] UOC “seioueur sexpnur 9p s20ey uapand as seso> se anb a1qnosop as ‘erouatitfaur F[ wos) “sono ap erouat -adxo opuaiqisor & ofopuyauaiuy spuside 28 x “uoa| un anb spur oysnur seapuoide earsa25u o1ed ‘ugay un anb seso> SU SetpMur 1oDey apanq Jopeyusorsep un refou Pw 0 ‘Joquny je seBn{ ‘94909 uN stMpuoD “ejarense ven seiuid ‘ourid jp se201 opusiqes 2980 ON ‘21qqy so onbsod ‘oanunsur ontonueioduron ap sauoned seuode ausn ou a1qWoY [> o1Ng “sepeuTUNDr9p soudUE o seur seiBoreIs> seUN oD e7e> ug9] UN Somnus sorutas4p soy v eisondsar ap sorettut souoaed usasod sop so ‘oanunsut onroru -tuoduro> un uauan sojewur sor] -renioe ap peproed -¥o ¥] ¥ aroypr as oupuNY oAnIMD Jap eazp eisDIa1 e] -opeanyjn lugzeio> un ap serdord seiaoey san ses smansns apand oquatuDou0D upSury “epia ef 2p uoTseaMou! o sor0Ur P F898 0189 ‘seuosiad ap & soyeapr ap asrei0ureuo ‘soxsaye ap A sououre ap wapio un ugzeio> ja ua rood anb Aey tere. Como los virus reales, las artes humanas necesitan introducirse en cuerpos vivos para estar activas y repro- ducirse. El cultivo del espitieu en sus distintas facetas, es arte de pocos. Siempre son pocos —una minorfa cualifi- cada— los que llegan a cultivarlas y mantenerlas Juan Ramén Jiménez hablaba de una «inmensa mino- rial? inmensa porque, aunque sean pocos, tienen un efecto multiplicador y cumplen un papel de vital impor- tancia para la humanidad. Sefiala Gracién, «Péganse los gustos con el trato y se he- redan con la continuidad; gran suerte comunicar con quien la tiene en su punto»!®. El gusto se despierta al tra- tarse con quienes aprecian y posean las distintas artes de la cultura humana: el dominio de la inteligencia y de la pala- bra, el gusto artistic, la sensibilidad musical y el estilo. No hay que olvidar que el resorte fundamental de la edueacién en las artes humanas es el amor y la imitacién de lo exce- lente. El ideal humano nunca se da entero. Lo intuimos en la admiracin de algunos rasgos de los hombres ma eminentes; y en las «buenas artes» de algunos sabios. También se nos transmite cultivando las humanidades. «Studere humanitati» (empéfiate en las humanidades), decian los humanistas del Renacimiento. Entendfan por chumanidades», como ya hemos dicho, aquellos saberes que contribuyen mas directamente a que el espiritu ad- quiera «forma humana». Al principio, el espiritu se limita a recibir. Luego en Ja medida en que adquiere experiencia, se despierta suc. ivas. Dedicatoria de Belleza, Losada, Buenos Aires 1945, © Onteulo Manual y arte de prudencia, 65. 26 pacidad creativa, y puede contribuir a la conservacién ¢ incluso al crecimiento de la cultura humana. El que se ha acostumbrado a considerar las grandes cuestiones huma- nas, por ejemplo, encuentra en todo, motivo para refle- xionar; todo le aprovecha; y saca partido tanto de un li- bro bueno como malo, de una conversacién profunda como trivial. El poeta —el que ama la belleza de las pala- bras—, se fija sin advertirlo en todas las que se pronun- cian. El que ha aprendido a contemplar el arte, se siente sorprendido por la belleza de una perspectiva urbana, de una planta hermosa, o de las manchas iridiscentes de un cristal grasiento. EL pago de los bienes del espiritu son ellos mismos. No ¢s probable que proporcionen dominio, ni fama, ni dinero. Y, en todo caso, no se pueden buscar con ese interés merce- nario, Tampoco deben cultivarse en términos egofstas, por el orgullo de verse por encima de los demés. Se envilece- rfan. Hay que buscarlos como un fin en si mismos, porque son buenos por si mismos, sin esperar otro pago. Cultivarlos es también un servicio. La cultura no es el escenario de la pedanterfa, sino uni servicio a la humani- dad. Es tener para dar, los bienes que nos hacen més hu- manos. Es mantenerlos vivos, mejorarlos y transmitirlos a las siguientes generaciones. El humanismo no es un conjunto de recetas, sino un ideal de formacién, El que no sea muy preciso que no se someta bien a los requisitos del método cientifico no je quita ni un dpice de su valor. Una gota de sabiduria vale més que un océano de estadisticas. Pero no hay por qué competir con las ciencias positivas 0 menospreciar las estadisticas. También tienen su lugar. La sabiduria esta en el orden y el equilibrio, oF 2. La vida de la inteligencia 1, Las funciones de la inteligencia La inteligencia es el cimiento de nuestra personalidad, ta luz del alma y la puerta que nos abre al mundo. Algo maravilloso. La tradicin clisica griega pensaba que era un destello de la divinidad y no crefa exagerar. Es lo mas clevado que existe en la naturaleza, y lo més propio y ex- clusivo del ser humano. Gracias a ella podemos compren- der y dominar nuestro entorno, relacionarnos con los de- més y gobernarnos a nosotros mismos. «El entendimiento —dice Balmes— es un don precioso que nos ha otorgado el Criador, es la luz que se nos ha dado para guiarnos en nnuestras acciones, y claro es que uno de los primetos cui- dados que debe ocupar al hombre es tener bien areglada esta luz. Si ella falta, nos quedamos a oscuras, andamos a tientas, y por este motivo, es necesario no dejarla que se apague... Cuando nos proponemos ejercitarle y avivarle, conviene que su luz sea buena para que no nos deslum- bre; bien dirigida, para que no nos extravie.»', "J, Balmes, El Criteria, LV. 29 No esté en nuestra mano ser mas 0 menos inteligen- tes, no es facil tampoco saber lo que eso significa, pero sf esté en nuestra mano educar la inteligencia. En todas las esferas de la actividad humana donde interviene la liber- tad, hay lugar para el arte, porque las cosas se pueden hacer mejor 0 peor. En la vida de la inteligencia hay también aspectos —muchos— donde interviene directamente nuestra libertad. En esa medida se puede educar la inteli- gencia y cabe hablar del «arte de pensar». Lo sefiala el cardenal Newman: «La inteligencia tiene también su be- lleza. Abrir el entendimiento, corregirle, afinarle, ponerle en condiciones de saber, de comprender, de dominar sus propias facultades. La aplicacién, la flexibilidad, el mé- todo, la exactitud critica, los recursos, la gracia ..»®, La inteligencia tiene dos grandes funciones. En pri- mer lugar, la funcién intuitiva con la cual captamos las formas de la realidad, penetramos y entendemos las no- ciones, extraemos los esquemas y las relaciones formales, y podemos adaptarlas a problemas nuevos. Es una fun- cién sumamente misteriosa. Es una actividad esponti- nea, que hacemos sin esfuerzo, «intuitivamentes, sin sa- ber cémo. Parece que el tiempo no cuenta, que no hay pasos ni procesos. Por eso, no podemos conseguir que lo imite un ordenador. De repente, en un instante, enten- demos lo que antes no entendiamos. Se hace la luz en la conciencia y se ordenan unos materiales que flotaban in- conexos, Sin que sepamos cémo, en un momento feliz, establecemos relaciones, resolvemos problemas, sicamos conclusiones 0 contemplamos panordmicas. Los pensa- dores y artistas tienen experiencia de dias luminosos donde + J. H. Newman, Naturaleca yfin de le educacién universitaria, Epesay Madrid 1946, 189, Conferencia 4 30 se acumulan las inspiraciones, y dias aciagos, donde no se les ocurre nada. Son experiencias de iltiminacién, y asi se suelen representar. Es el aspecto més profundo de la inteligencia. Las personas geniales son muy intuitivas y caen en la cuenta de cosas que los dems no ven, o las ven mucho mas tarde y con més dificultad, En este as- pecto espontineo, no podemos influir directamente, porque no cae bajo nuestea libertad. La segunda funcién de la inceligencia es la discur- siva, que Ilamamos razén. A diferencia del aspecto intui- tivo, conocemos las reglas con las cuales razonamos. Las estudia la légica. Al menos en parte, se pueden represen- tar mateméticamente y las podemos trasladar a un orde- nador, Nosotros las aplicamos esponténeamente. Pero cabe intervenir en el proceso, para hacerlo mejor, y ade- mas revisarlo después con sentido critico. Podemos x presarlo y valorarlo si los puntos de partida estin bien to- mados y la deduccién es rigurosa. Las ciencias intentan ser construcciones donde se han fijado experimental- mente los puntos de partida, se han definido los méto- dos de progreso y se han establecido deducciones con el rigor debido. A medida que se es mas exigente y se mantienen rela- ciones con personas que piensan bien, la mente se acos- tumbra a razonar y expresar lo que razona con mucha més perfeccién. Esto forma parte de la educacién de la inteligencia. Lo veremos mds adelante. Sin embargo, la parte més importante de la educa- cién del arte de pensar, afecta a lo que podriamos llamar saspectos indirectos», que son muchos. Podemos contto- Jar la alimentacién: riquera, variedad, orientacién de los conocimientos. Podemos controlar también la dedica- 31 cién: motivacién, interés y tiempo empleado. ¥ podemos controlar la atencién: serenidad y concentracién. Ade- més, podemos aprender el método para aprovechar el es- fuerzo: acudir a las fuentes, reunir los datos, darles orden y disponerlos en un esquema, Con esto no nos hacemos més inteligentes, pero cultivamos la inteligencia y la ha- cemos mejor aprovechada y capaz de trabajar con efica- cia: «Una inteligencia cultivada, al ser un bien en sf, aporta un poder y una gracia especiales a cualquier tra- bajo u ocupacién que emprendamos y nos pone en con- diciones de ser mis itiles y para un circulo mayor de personas»? No hay que perder de vista los objetivos. El Cardenal Newman, decia: «La verdad, de cualquier clase que sea, constituye el fin propio de la inteligencia; su cultivo con- siste, pues, en ponerla en condiciones de contemplar y comprender la verdad». Hay que preparar la inteligencia no para brillar © ponerse por encima de los demis, sino para alcanzar la verdad. Y la verdad —el conocimiento abstracto del mundo— tiene dos aspectos. Fs poderosa, porque nos permite obrar sobre el mundo, Y es bella; produce gozo contemplarla. Por eso, se puede buscar con un fin utilitario (conocer para dominar) 0 para contem- plarla (se busca por si misma). En la tradicién anglosa- jona, se le llama conocimiento liberal, o artes liberales, a los saberes no utilitarios, que se cultivan sélo para con- templar la verdad. Pero también los otros son necesarios. 5 ].H. Newman, Naturaleza y fin de la educacién universitaria, 244, (7 confer). “").H. Newman, Pr6logo a la 6+ Conferencia de la Idea de la Univer- sidad, (Naturaleca y fin de a educacién univeritaria\ 32 Y, en realidad, toda verdad se puede contemplar y pro- duce gozo. Propiamente hablando, «la verdad» no se nos da en cuanto tal; es decir, no se nos da la verdad completa y absoluta. Nuestra inteligencia sélo alcanza verdades par- ciales. Y, cuando la toma de fuentes donde esté elaborada (libros, ensayos, manuales), también la toma en peque- fias dosis, Por eso se pueden distinguir dos grandes mo- mentos en la actividad intelectual: el andlisis y la sintesis. El primer paso, andlisis, consiste en reunir los conoci- mientos con la garantia de que son verdaderos, identifi- carlos y examinarlos, La sintesis consiste en ordenar ¢ in- tegrar los conocimientos. Una inteligencia bien educada es capaz de obtener muchos conocimientos seguros. Analiza y desmenuza la realidad o la informacién que encuentra, hasta obtener verdades seguras; y las relaciona y ordena, hasta lograr sintesis. La perfeccién esti al final: «La inteligencia ob- tiene un pleno desarrollo —dice el cardenal Newman— cuando tiene facultad de considerar muchas cosas al mismo tiempo y como un todo, ordendndolas debida- mente en un sistema universal, comprendiendo sus valo- res respectivos y determinando sus mutuas dependencias. Esto (..) compone la perfeccién del intclecto individual. Se puede decir que el arte del pensar es el arte del anilisis y de la sintesis: de la alimentacién y de la elaboracisn del conocimiento. Esto se logra poco a poco, y hay que contar con los ritmos del desarrollo humano. En la primera época, pre- domina la ensetianza. Al principio la inteligencia es mis J.H., Newman, Zbidem, 206-207, 33 bien pasiva, recibe de otros, aunque la asimilacién de- pende de la atencién y el interés que pone. Dice E. F Schumacher: «A través de toda nuestra adolescencia y juventud, antes de que la mente consciente y erftica co- mience a actuar como si fuera un censor y un guardian, las ideas se filtran dentro de nuestra mente como un gjército multitudinario. Estos afios son, podria decirse, un periodo de oscurantismo durante el cual no somos otra cosa que herederos; s6lo en los afios posteriores podremos gradualmente identificar cudl es nuestra he- renciav6 No conviene ser ingenuos en este punto. La parte mayor de nuestra cultura es heredada: la tenemos que re- cibir de los dems. Ninguno de nosotros puede recorrer {a geografia del planeta; ni repetir los experimentos y las observaciones que han permitido a las ciencias desarro- llarse; ni lograr las sintesis geniales que las han estructu- tado, Nadie puede improvisar por su cuenta la experien- cia que ha dado forma a las artes, ni siquiera a las aparentemente mis sencillas, como leer y escribir. ‘Todo hay que aprenderlo humildemente de los demas. Y con- viene hacerse una idea de lo mucho que ha costado reu- nit ese tesoro, El saber no es espontineo. Quien quiera aprender en serio tiene que acercarse a las corrientes vi- vas del saber y encontrar las fuentes de donde surge. Y beber alli, no en cualquier sitio. Al principio, hay que re- cibirlo todo; después, casi todo, pero no da lo mismo be- ber en la fuente que en un charco, A lo que se recibe de los demés, se afiade la propia experiencia que, aunque sea limitada, es muy importante EF. Schumacher, Lo pequefo es hermoso, Orbis, Madrid 1983, 2 84-85 34 XXV; Entre los libros que recomendabs Pos cite orden: las lenguas, a historia, la pocsta, la filosoft y ernie la Sagrada Esercura. = "Soman eed EES =~ aaa Porque colorea y matiza todo lo que recibimos: orienta huestos intereses y nos da puntos frmes de apoyo para contrastar Ia informacién que recibimos. Una experien. cia mis rica abre horizontes, proporciona las bases que Permiten entender, jurgare integrar mejor lo que se ve cibe, En un tercer momento, también gracias al contraste entre lo que recibimos y lo que experimentamos oe fen rrlla la capacidad de reflexién personal, la dimeneidn son tica de la intligencia. La incligencia se vuelve mis seine aprends a juzgar las fuentes de informacion y a orden Ion inateraes, preparando sintss que entiquecen wu imagen Set capaz de conocerse a sf mismo, si tuarse en el mundo y Bakasar Gracién’ dice sabiamente que un hombre ca bal debe diviic su vida en res etapas: y dedicat a pat mera a tratarcon los muertos; la segunda, con los vives ¥ Ia tervera, consigo mismo. Tratar con los muerte auiere decir leer lo que otros nos han dejado, Tiatas coe Ios vivos es viajar para adquisir experiencia personal de las conasy de las gentes, ¥ tratar consigo mistvo es meat tar las cosas que se han vivido y lefdo: de ah sae ees dan Sado que la sabiduria, Dicho de otto modo, hay que Pimentarse bien mediante la lectura, y la experiont ¥ elaborar —digeri, rumiai— lo obtenido, median meditacién Es la «Culta reparcicign de la vida de un discret en El discrete, tratar con los muertos, citaba 35 Insiste Gracién: «Todo cuanto entra por las puertas de los sentidos en este emporio del alma va a parar a la aduana del entendimiento; all{ se registra todo. El pon- dera, juzga, discurre, infere y va sacando quintaesencias de verdades. Traga primero leyendo, devora viendo, ru- mia después meditando, desmenuza objetos, desentrafia las cosas averiguando las verdades, y aliméntase el espi- ritu de la verdadera sabiduriay’. Vamos a estudiar ahora cémo se alimenta la inteli- gencia. Primero hablaremos de los contenidos que debe reunir un hombre culto. Después, de las fuentes de donde se suclen tomar: la informacién y la lectura. Y al final, de la vida intelectual, que trata de la elaboracién de lo que se recibe. 2. Los contenidos de la cultura «Hombre sin noticias, mundo a oscuras». La senten- cia de Gracin sefiala algo muy evidente: una inteligencia que no esté «amueblada» es incapaz de abrirse a lo que le rodea. Sin un conjunto de conocimientos basicos, no hay modo de situar lo demés. La cultura general es como Jas estanterfas de una biblioteca, que permitirin después poner cada libro en su sitio. Si se tiene y est bien estruc- turada, se identifican, se aprovechan y se conservan los conocimientos que llegan. La memoria archiva los conocimientos y es sabido que retiene con mis facilidad los que se repiten, los que impresionan y los que se relacionan con los que ya posee © Bl dire, XXV. 36 Al principio, todo hay que ponerlo nuevo. Pero si se si- ‘Wan bien algunos conocimientos importantes, es més fic cil reconocer lo que se recibe e incorporarlo. Una memo- ria bien surtida forma la mejor base del saber. Esto es la erudicién. «La erudicién esté muy lejos de ser un mal —dice el poeta francés Max Jacob—, agranda el campo de la experiencia, y Ia experiencia de los hombres y de las cosas es la base del talento»’. Hay que empezar aprendiendo, y aprendiendo de memoria, No puede ser de otro modo. Durante mucho tiempo se ha desprestigiado el papel de la memoria en la educacién, Se ha hecho con la buena intencién de evicar el aprendizaje puramente memoristico y fomentar el ser tido crftico y la elaboracién personal, Pero un error no se corrige con otro. La elaboracién personal es la plenitud del ¢jercicio de la inteligencia, pero viene después. Sin una buena alimentacién, sin un tesoro previo de conoci- mientos, no hay elaboracién, porque no hay nada que elaborar. Max Jacob insiste: «La memoria es el don més poderoso del espiritu. Poder situar a las gentes en tal fe- cha, y en tales circunstancias, recordar sus propias pala- bras es una formidable proteccién (..). Ayuda a nuestras debilidades con la cita del parecer de otros, ayuda a huestro juicio con el recuerdo de los ejemplos. Es la ma- dre de la experiencia, y forma lo que llaman el genio, que es la experiencia precoz. La experiencia precoz se hace por medio de una gran memoria. Cultive su memo- tia, y no se preocupe de lo demés»"®. «La memoria es tan importante —afade el Profesor Alvaro d’Ors— que cuando se habla de la cultura de una persona, en el Max jacob, Consejos « un joven poeta, Rialp, Madrid 1976, 29. © Ihidem, 58. 37 fondo se trata de aquella memoria personal actualizada (...). La memoria, como toda otra aptitud, se desarrolla con el ejercicio. Y tiene esto de admirable: que, cuanto mids se cjercite, mas ficil resulta enriquecerla con nuevas nocioness"", Sin memoria, no hay saber. Y, al principio, todo es memoria, Hay que memorizar los fundamentos del saber en el que uno desea introducirse. Y hay que memorizar los datos generales de la cultura. La geografia, para saber dénde suceden los hechos. ¥ muchos datos cronolégicos, para situarlos en el tiempo. Cuando se posee este marco todo lo que se recibe después encuentra su sitio, y apro- vecha. ¥ se pueden relacionar unas cosas con otras, con- tribuyendo a conservarlas. Si no, todo resulta poco signi- ficativo e inconexo; no se sabe dénde poner y se desordena, como en tna biblioteca que no tuviera estanterfas. Hace falta mucha erudicién, pero no cualquiera. En un clisico libro sobre la vida intelectual, el P. Sertillanges escribia: «Lo que interesa a la memoria no es tanto el ni- mero de sus adquisiciones como, ante todo, su calidad; en segundo lugar, su orden; y finalmente, la habilidad con que son empleados. El pensamiento no acoscumbra estar falto de materiales; mas bien son los materiales los que pueden carecer de pensamiento. De nada sirve aprender sin asimilacién inteligente, sin la penetracién, sin el encadenamiento de un alma ica y ordenada. Inte- resa més la arquitectura que el edificio en sf, y, sobre todo, el espiritu que la habita»'?, Saber muchés cosas, © A. D'Ots, Cartas a un joven estudiante, Buisa, Pamplona 1991, 87-88 © A.D, Sertillanges, La vida intelectual, Estcla, Barcelona 1959 (34), 12. 38 pero sin unidad ni orden, no es saber. Poseer muchos da- tos pero sin integrarlos sélo leva a la confusién. Exacta- mente lo mismo que sucede con una biblioteca enorme pero desordenada. Cuantos més libros contenga, mayor serd la dificultad de encontrar el que nos interesa. ¢Qué aprender? ;qué interesa tener? Habria que tener presentes cudles son las grandes fuentes de nuestra cul- tura, André Maurois aconseja: «Nuestro espiritu est he- cho de capas superpuestas, de las cuales la primera esté formada por las creencias de la humanidad primitiva, la siguiente por las religiones asidticas, griega, romana; la més rica, por el cristianismo, la mas delgada por las ideas modernas sobre la estructura del universo. Todo esto constituye nuestro ser, todo esto se halla inscrito en nuestras obras de arte, en nuestros monumentos, en nuestras ceremonias, en nuestros pensamientos, y un hombre no se libera del pasado de la humanidad més de lo que se libera del propio cuerpo". El Profesor Alvaro D’Ors concreta un poco mas, aunque se nota su inclina- cidn jurfdica: «La cultura en que vivimos se funda en tres grupos de libros: la Biblia, cl conjunto de la filosofia griega —en concreto, el “corpus” de Aristételes, que fue el mas enciclopédico de todos los pensadotes griegos— y el “Cuerpo del Derecho Civil”, del emperador Just niano»'4, J. Ortega y Gasset, en un libro sobre lo que debfa conseguir la Universidad, sefialaba: «Hay que hacer del hombre medio, ante todo, un hombre culto y situarlo a la altura de los tiempos. Por tanto, la funcién primaria y BA. Mautois, Un are de vivir, Hachette, Buenos Aires 1991 (374), 39. A. D'Or, Carts a un joven estudianse, Eunsa, Pamplona 1991, 28 39 central de la Universidad es la ensefianza de las grandes disciplinas culturales. Estas son 1.2 Imagen fisica del mundo (Fisica); 2° Los temas fundamentales de la vida orginica (Biologia); nee 3.° El proceso hist6rico de la vida humana (Historia); 4. La estructura y funcionamiento de la vida social (Sociologfa); ; 5.° Fl plano del universo (Filosoffa)»'. E insistfa en otro lugar: «Quien no posea la idea fi- sica (no la ciencia fisica misma, sino la idea vital del mundo que ella ha creado), la idea hist6rica y biolégica, ese plan filoséfico, no es un hombre culto»'. : Por su parte, el cardenal Newman resume y se fija mis bien en los grandes temas: «Hay tres grandes fines a Jos cuales se dirige la raz6n humana: Dios, Naturaleza y Hombre; dejando de lado en este momento la teologta, nos quedan el mundo fisico y el social. Estos, al some- terse respectivamente a la razén humana, forman dos li- bros: el libro de la naturaleza, que es lo que se llama ciencia, y el libro del hombre, que es lo que se llama lite- raturay’?, M Es muy importante tener una idea del marco geogré- fico ¢ histérico, Hay que tener fijada la cronologia y en todos los saberes es importante un poco de historia, por- que permite ordenar el panorama de las grandes figuras que ® J. Ortega ¥ Gasset, Mision de la Universidad recopilado en El libro de las misiones, Espasa Calpe, Madrid 1959 (7), 93. "© J, Ortega y Gasset, Tbidem, 77. © 18 Newman, [ee del wnivenidad (con 8, part 9), en Nata eat y fin de la enseanca wniversitaria, op. cit, 309. 40 han destacado: en la historia de la filosofia, de la literatura, de la miisica o de la pintura, o de las ciencias. En cual- quier rama del saber ayuda mucho. Y se adquiere al utilizar las obras de consulta. Las bases de esta cultura se ponen en a primera for- macién, con lo que se ha recibido. Pero después se desa- rrollan cuando se aprecian y se usan bien las obras de con- sulta. El uso frecuente de enciclopedias y diccionarios es utilisimo. Hay que utilizarlos a medida que se va necesi- tando, sabiendo siempre ampliar un poco, para poner el contexto debido a un dato, a una duda. De cuando en cuando, conviene hacer una lectura mas pausada para obtener el «mapa» histérico de un saber que quizd no se ha recibido con la formacién bésica. Por ejemplo, un buen dia puede resultar interesante aprenderse la historia de los movimientos musicales, o de la investigacién ge- nética, 0 de los clisicos del teatro griego. Una buena en- ciclopedia bien y frecuentemente consultada es una gran fuente de cultura. Pero no hay que leer demasiado, ni obligarse. Se trata de ampliar a propésito de lo que la vida va poniendo delante y, de cuando en cuando, hacer alguna inspeccién un poco més detenida en algin tema Cuando uno se obliga demasiado, el saber se hace pe- 1noso, y entonces, no aprovecha y produce rechazo. No se trata de hacer un ideal de la erudicién, ni de- jarse llevar por la avidez de los conocimientos. Hay quien desarrolla la memoria y la utiliza para aprenderse la guia de teléfonos, 0 se empefia cn aprender datos y frases, por el puro gusto de lucitse en la conversacién. El escritor argentino Jorge Luis Borges tiene un cuento que ticula: Funes, ef memoriudo. Es un personaje con una prodigiosa memoria, que cultiva con muchos sistemas 41 nemotécnicos. Asi conseguia recordarlo todo: «Habia aprendido sin esfuerzo el inglés, el francés, ef portugués al latin, Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abs- frat, En el abarrotado mundo de Funes, no habia sino , casi inmediatos»"*. ae que sea til, la erudicién tiene que haber sido personalizada, posefda, dominada. Los conocimientos se hacen propios cuando los relacionamos con ustras ef periencias y con lo que ya sabemos. La muchedumbre de datos sueltos no ayuda, sino que aturde, Afiade Sertillan- ges «Nos dicen todos los macstros que el sobrecargat la fnemoria es perjudicial para el pensamiento personal y la atencién. El espiritu se ahoga en la masa de sus mareria- les; el peso muerto oprime al vivo, el exceso de alimento emporio prueba de ello [a tenemos en tantos preten didos eruditos con el espfritu falso ¢ inerte, cantas “bi- bliotecas vivientes”, tantos “diccionarios ambulantes’»". Ta geografia y las cronologfas, las nociones y esque- mas fundamentales de los distintos saberes, hay que aprenderlos de memoria, sin més. Pero todo lo que venga después, hay que ondenaro, El saber es una cieta acumulacién ordenada, transparente y diéfana, Lo de abajo, los principios, tienen que iluminar lo que se pone encima, como el cristal que deja pasat la luz. No hay sa- ber cuando las cosas se ponen unas encima de otras sin uunirse, sin que pase la luz, «Hay dos maneras de saber 1 bro 1 Jorge Luis Borges, Funes ef memorindo (1942), recogido en Fiesonsy uabign ena tecopilaion Avifiion Alianza 100, Madi 42 algo —dice Manuel Garcia Morente—, Una que deno- minarfamos el saber sin pensamiento, y la otra que podria llamarse el saber pensado. De estas dos formas de saber sélo la segunda es auténtica. La primera es un simple sustitutivo titil de la segunda. El saber pensado consiste en la evidencia intelectual». Uno de los efectos més importantes de la cultura general es que abre al mundo de la conversacién y per- mite el trato con las personas cultas. Esto es més im- portante de lo que parece. De hecho, pata muchos hu- manistas del Renacimiento y del Barroco, para Castiglione, Gracin, Pascal y Montaigne, y tantos otros, la medida del hombre culto es que pueda partici- par en cualquier conversacién. No pensaban, evidente- mente, en el prurito de opinar de todo. Sino en entrar en esa gran corriente de aprendizaje que es la conversa- cién: «Bs el hablar —dice Gracién— atajo nico para el saber: hablando los sabios engendran otros, y por la conversacién se conduce al énimo la sabidurfa dulce- mentey"'. También Juan Luis Vives piensa lo mismo: cEl camino més breve hacia la ciencia es la atencién y diligencia en escuchar”. Hace falta cultura para entender lo que se dice y parti- cipar, especialmente de los temas més clevados. La cultura permite participar en las inquietudes y los debates intelec- tuales y los movimientos de ideas que estan en el am- biente. Sin cultura, todo este mundo aburre, y acaba siendo ajeno. Se acaba viviendo sin saber qué sucede. M. Garcia Morente, Virrudey vcios dela profsin docente,en Es= ‘ritos pedagigios, Espasa Calpe, Madiid 1975, 197 2B. Graciin, Elcritcbn, 11 % Juan Luis Vives, Diloges, XXV, Planeta, Barcelona 1988, 148-149. 43 3. Informacién Un hombre culto ordinariamente es un gran lector, 0, como se suele decir, un chombre leido». La lectura es la principal fuente de conocimientos para alimentar ka inteligencia; mantiene vivos y activos a los sabios del pa- sado; y nos pone en comunicacién con una inmensa multitud de hombres que tienen algo que decir. La pala- bra escrita tiene algunas ventajas. Por un lado, supone un mayor grado de claboracin que la hablada. Por otro, el texto queda a disposicién del lector, que puede detenerse donde le interesa, repasar lo escrito, subrayarlo, anotarlo yarchivarlo, 8 Si dejamos de lado la lectura de entretenimiento, que también tiene su lugar, se pueden distinguir tres tipos de lectura: la lectura de informacién general; la lectura for- mativa; y el estudio. Primero hablaremos de la informa- cién general, a continuacién de la lectura formativa ys a modo de anexo, trataremos de ese modo peculiar de leer, que es estudiar. Ta lectura de informacién general es la que nos man- tiene al dia de lo que sucede en el mundo. Nos referimos a la prensa diatia, las revistas periédicas de informacién general, las revistas culturales y las especializadas. Estar informado significa, entre otras cosas, leet prensa; tener una idea, aunque sea somera, de lo que su- cede en el Ambito local, nacional e internacional. Las, personas que ocupan algiin cargo piblico suelen leer va- rios periddicos, para tener una informacién més com- pleta; incluso reciben informacién ya clasificada o prepa- ada por agencias especializadas 0 por sus sectetarios petsonales. Esta informacién es necesaria si se quiere vi- vir, no sélo fisicamente sobre el planeta tierra, sino tam- 44 bign espiritualmente, en el mundo de las ideas y de las Palabras creado por los hombres. Este reldn de fondo es necesario para cualquier tarea intelectual, aunque no se pretenda intervenit en los menudos asuntos que llenan las paginas de la prensa diaria. Leer periddicos también tiene arte. Hay que apreciar mucho el importante servicio que la prensa presta; es una gran fuente de alimentacién para la inteligencia. Pero también hay que conocer sus limites. Los periédicos no son directamente la realidad, sino una realidad esco- gida y contada a toda prisa por personas que tienen su modo de ver las cosas, sus prejuicios y sus intereses, Los periédicos suclen tener una linea editorial, un punto de vista politico y cultural; a veces, también compromisos, simpatias y antipatias, que se reflejan en sus paginas. Ademés, estin mediatizados por las modas imperantes; Porque un periddico es un articulo de consumo que tiene que agradar a muchos miles de personas. Si se lee habitualmente un periddico sin tener presente todo esto, es muy ficil acabar viendo el mundo con la éptica con la que el periddico la ve 0 quiere que la veamos. Ledn Tolstoi retrata asi a uno de sus personajes: «Ste- pan Arkadievich lefa un periédico liberal, no extremista, sino de una tendencia politica a la que pertenecia la ma. yorfa. Y, a pesar de que en realidad no le interesaban la ciencia, el arte ni la politica, sostenia firmemente las mis- ‘mas opiniones que la mayoria y el periddico, cambiando de ideas s6lo cuando lo hacfan todos, 0 mejor dicho, no Jas cambiaba, sino que éstas se transformaban impercep- tiblemente por sf mismas. Stepan Arkadievich no clegia las tendencias ni los puntos de vista, sino que estos ve- nian a él, exactamente lo mismo que la forma del som- brero y la de la levita: Hlevaba lo que estaba de moda. Por 45 pertenecer a cierta esfera social y debido a Ia necesidad de cierta actividad mental —que suele desarrollarse en la edad madura—, le era tan imprescindible poser puntos de vista propios como llevar sombrero». La historia reciente es rica en ejemplos sobre la defor- macién de la realidad —a veces inconsciente y otras, consciente— que transmiten los medios, sobre todo en temas ideolégicos y politicos, donde existen fuertes inte reses por crear climas de opinién. El poder de una em- presa ideoldgica depende del prestigio que consiga, y éste depende, a su ver, de la propaganda. Por eso todas las empresas ideolégicas tienden a influir en los medios de informacién para crear opinién. Un conocido ensayista francés escribe: «ZCudl es entonces el destino de la informacién en esta civilizacién que vive de ella y por cllad», y tras referisse al distinto papel que juega en las sociedades democriticas 0 en los regimenes totalitatios, entre los ditigentes y entre la gente normal, seguia: «La dificultad para ver claro y actuar juiciosamente, no se debe ya, actualmente, a la falta de informacién. La formacién existe en abundancia. La informacién es el tirano del mundo moderno, pero también es la sit- vienta. (..) juzgamos y decidimos, asumimos riesgos y los hacemos correr a los demés, convencemos al pr y le hacemos decidirse, funddndonos en informaciones que sabemos son falsas, 0 por lo menos, sin querer tener en cuenta informaciones totalmente ciertas, de que di ponemos o podriamos disponer si quisiéramos, Hoy, como antafio, el enemigo del hombre esta dentro de él. Pero ya no es el mismo; antafo era la ignorancia, hoy es ® L. Tolstoi, Ana Karenina, I, cap IM, vol Tl, Aguilar, Madrid 1964 @).15. 46 la mentira»™. Y la primera frase de este libro —que gané un importante premio de ensayo— reza: «La primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira». Una cosa es cierta: hay que leer con sentido critico. Conviene analizar la prensa que leemos, para manejarla mejor. Algunas sugerencias pueden ayudar. Es un ctiterio de rigor elemental acostumbrarse a mi- rar la firma y distinguir el tipo de escrito: si se trata de un editorial 0 de un articulo de fondo; si es un colabora- dor habitual o una firma invitada; si es una noticia de agencia (y qué agencia), o si la escribe un redactor del periddico, Todo esto no es indiferente. Ademis, fijarse en las firmas proporciona una cultura de autores que es muy ttil para seleccionar lo que vale la pena leer. Si se trata de un articulo de fondo, no hay que olvi- dar que contiene la opinién particular de un hombre tan limitado como nosotros, que puede ser nuestro vecino. Conviene crear una distancia critica. No tendria sentido conservar una especie de temor reverencial a lo que apa- rece en papel impreso, y aceptarlo todo. ‘Al leer noticias, es preciso distinguir los hechos de las interpretaciones. Rara vez nos encontramos con los he- chos escuetos. Los periodistas colorean las noticias para darles mayor interés; a veces, especialmente cuando hay por medio cuestiones de fondo, usan adjetivos que sirven para calificar o descalificar a los personajes: «mo- derno»/«medieval», «actualr/«trasnochado», «progre- sista»/«conservador», «democritico»/ «fascista». Este modo de proceder es una secuela —muchas veces in- % J.B. Revel, Elconocimionto initil Planeta, Barcelona 1989, 21: r= coge abundantes ejemplos de desinformacién 47 consciente— de la manipulacién de las dictaduras ideo- légicas del siglo xx, que han practicado intensamente el arte de la desinformacién. Dafa la objetividad y la calidad de la informacién, pero no se le da importancia y est bastante extendido. Nos interesa la verdad de los hechos, no las coloraciones ideol6gicas. Los periddicos seleccionan las noticias y esto depende de su linea editorial, Con un poco de observacién, pronto advertiremos qué tipo de noticias recogen, cudles desta- can mas por los titulares y colocacién, y cudles olvidan. La omisién es también un modo de seleccionar. El modo de poner los titulares es significativo; hay periddicos que los exageran para resultar mas amenos y llegar a un piblico mas amplio; a veces, no responden al texto de la noticia. Hay que pensar bien qué prensa se va a leer habitual- mente y fijarse especialmente en la calidad de la informa- cién internacional y de la cultural, sabiendo que en estos terrenos los prejuicios ideoldgicos suelen ser més fuertes. Es bueno variar un poco, para no quedar cautivos de un modo de pensar. Los periddicos estén escritos a toda prisa, de un dia para otto. La prensa da adelantos, datos y pistas, pero no debe constituir la tinica fuente de informacién. Cuando aparece una noticia cientifica o cultural que nos interesa, hay que recurrir a una revista especializada para encon- trar informacién segura y completa. Las personas que transmiten las noticias en la prensa no suelen ser especia- listas de las materias que escriben, reciben una informa- cién fragmentaria de sus fuentes y no tienen tiempo para resolver las dudas; por eso, suelen cometer abundantes errores ¢ imprecisiones. Se agradece su esfuerzo por informar ripidamente, pero hay que tener presente este limite. Basta leerla por en- 48 cima, sin imponerse la obligacién absurda de leer un perié- dico entero, Diez minutos pueden ser suficientes, y no ne- cesariamente todos los dias; se pueden reservar los articulos interesantes de opinién para leerlos el fin de semana. Para la informacién cultural, vale la pena ojear los me- jores suplementos de los diarios. Aunque hay que saber que una parte de las noticias y recensiones de libros suele estar comprometida. Es frecuente que los periédicos ten- gan relacién con grupos editoriales; por 50, no suelen ser independientes a la hora de escoger la literatura que co- mentan. Tanto para la informacién sobre publicaciones, como sobre el movimiento de ideas, es bueno frecuentar alguna revista cultural y de pensamiento. Y también, si se quiere mantener viva una idea global del mundo, alguna revista de alta divulgacién cientifica. En general, si se quiere seguir un tema con profundidad es preferible diti- girse a revistas especializadas, en lugar de leer dia tras dia una informacién fragmentada e inconexa. Estas limitaciones no le quitan su valor a la prensa diaria. Aunque sea frégil, la prensa es un medio directo y rico, por su variedad, para alimentar la cultura. Es més consistente que la televisién, porque el lector juega un papel mucho més activo que el «espectadorm. Es més profunda, por sus articulos de fondo. Y es més densa: en el tiempo en que se lee un periddico, la televisién no es capaz de transmitir la misma riqueza de informacién. La televisi6n tiene a su favor la fuerza de las image- nes, que proporcionan una experiencia directa y, aparen- temente, més completa; aunque no hay que olvidar la mitacién del objetivo: el «espectador» s6lo ve lo que enfoca la camara. Hay que conocer, al menos, un poco st. programacién, porque influye mucho; y es el medio que transmite el cine, el arte del siglo xx. Por su parte, la ra 49 dio es un medio muy gil que puede servir de compafifa para los viajes y momentos de descanso. Las terculias cul- turales y de opinién desempefian un papel formativo ¢ informativo interesante; y los debates son mis Agiles que en la televisién. Es muy bueno dominar estos medios. Y el modo de servirse inteligentemente de la radio y de la televisién es el mismo: seleccionar previamente y ser fiel a unos pocos y buenos programas. 4, La lectura y los clasicos La parte més importante del cultivo de la inteligencia se hace con la lectura de los grandes libros. Los libros selec- fos que nos permiten el trato con los espiritus mas grandes que existen y han existido en el mundo. A cualquiera le pa receria un extraordinario privilegio recibir las confidencias de un gran pensador. Es exactamente lo que hacemos cuando leemos sus libros. Recibimos sti mensaje més cui dado y més central, precisamente lo que han querido decir y en el modo mds cuidado. Leer a los grandes es vivir con los, aprender de su saber y participar de sus inquietudes. “Todas las artes se aprenden por imitacién; el arte de pensar se adquiere frecuentando a los grandes pensadores. Una advertencia previa, muy obvia. El tiempo de la vida es limitado. Se dice que un universitatio debe leer ‘unos doce libros al aft. Esta cifra, més bien optimista, per- mite hacer un cilculo muy elocuente. Si suponemos que tuna persona tiene una vida intelectual de setenta afios y tue cada afio cumple con la docena, resulta que, en toda su vvida, habré leido 840 libros; es decir: 360 hasta la plena madurez intelectual (los cuarenta afios), y 480 més, hasta pasados los ochenta. En toda la vida menos de mil libros. 50 Es una cif ridicula si se tiene en cuenta, por ejemplo, que tas bibliotecas universitatias importantes contienen varios millones de volimenes; y que en Espafia, se publican cada afio varias docenas de miles de titulos, entre novedades, reediciones y traducciones. En la primera estanteria de cualquier biblioteca, se pueden encontrar los 840 libros que lee un universitatio medio jen toda su vidal Este célculo sélo sirve para sacar una conclusién: hay que seleccionar: «Estamos obligados a vivir con libros —dice un gran intelectual—, pero la vida es demasiado corta para vivir con libros que no sean los libros més im- portantes, las obras fundamentales»®. Y en su estupenda Defensa de la lectura, el poeta Salinas apunta: «Lo que conviene es conformarse: conformidad con el tiempo que nos es dado por providencia de Dios, sin propinas ni estirones posibles; conformidad, en consecuencia, con esa realidad que se nos impone de no leer en este ttecho temporal més libros que los que en él se pueden leer honda, fecunda y delicadamente. Que no pueden ser muchos? Pues que sean buenos», {Qué libros escoger? Es mis fécil decir los que no hay que escoger. De entrada no hay que escoger los libros que ha puesto en érbita la propaganda, No hay ninguna garantia de que sean mejores que otros. Es preferible expe- rar: ;Cudntos desaparecen sin pena ni gloria, dejando sélo tun margen de beneficio comercial! Para tener una idea de 7 L, Straus, Liberalism, Ancient & Modern, Basik Books Inc. New York 1968, 3-8 exo omado de la astloga de M.A. Gonses Die two RT. Caldera, La formacién inselemal,Acaoramicnto y Servicios Bev Cane 971 = inas, de su conferencia sobre la Defensa de la lectura, recogic hee eerie oe ne 51 qué tratan, basta leer los comentarios de la critica, que para eso estin. Hay que cuidar la propia inteligencia. No Je vamos a dar de beber cualquier cosa s6lo porque alguien ha gastado dinero en anunciarla, Ante las ofensivas publi- citarias, no hay que tener prisa. Sdlo al cabo de cuatro 0 cinco afios, si el libro sigue ganando partidarios, vale la pena plantearse leerlo. Si no, la mitad de lo que leeremos se nos caer de las manos, y nos robaré el poco tiempo que tenemos para leer lo que interesa. Lo que leemos tiene que set muy bueno y muy escogido. ‘Tampoco hay que escoger, en principio, los libros mal escritos, mal traducidos, mal presentados, mal com- puestos 0 con muchas erratas, En general, no se puede esperar mucho de un autor 0 de una editorial que no cuiida lo que publica, Un libro es una obra de arte, 0, por Jo menos, de artesania. Quien no lo entiende asf, suele tener poco que aportar. ‘Ademés, no hay que imponerse la obligacién de aca- barlos, ni de leerlo todo: prélogos, introducciones, apéndi- ces, Lo primero que se debe leer en un libro es el indice, y los datos sobre el autor que figuran en las guardas, en la contratapa o en la presentacién. Esto proporciona una in- formacién que nos ayudard a leerlo con mas provecho 0 también a dejarlo, Viene bien hacer unas wcatas» previas; es decir, unas lecturas breves de puntos seleccionados en el in- dice, para probar la calidad”. Y siempre hay que mantener la libertad de dejarlo, cuando ya parece que no tiene nada que aportar. No hay por qué hacerse esclavos de las Iineas ® Son los consejos principales del famoso libro de Mortimer J. Ad- ler, How to Read « Book (1940), ampliado —quiza demasiado— con la colaboracién de Charles van Doren, y traducido: Como leer wn libre, De bate, Madrid 1996. 52 de imprenta como si fueran los railes por donde tiene que pasar el tren, desde la primera mayiscula hasta el tiltimo punto. Schopenhauer hablaba del «arte de no leer»... La lectura puede convertirse en una pasién, en una evasién necesaria como si fuera una droga, y se devoran los libros uno tras otro sin sentido, Esto no sitve para nada: no es vida intelectual, sino un vértigo. Hay que te- ner en cuenta que la inteligencia, como el cuerpo, no vive de lo que come, sino de lo que asimila. Leer de cualquier modo, desgasta. André Maurois la llama lectura-vicio®. Juan Luis Vives aconseja: «No leas nada con el Animo dis- traido en otras cosas». Ademis, la lectura-vicio puede te- ner consecuencias inesperadas. Basta recordar aquellas es- tupendas lineas de Al Quijote, «Es de saber, que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso —que eran los mas del afio— se daba a leer libros de caballerias, con tanta aficién y gusto, que olvidé casi de todo punto el ejercicio de la caza y aun la adminiseracién de su ha- cienda (...). El se enfrascé tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro cn claro, y los dias de turbio en turbio; y asi, del poco dormir y del mucho leer se le secé el cerebro, de manera que vino a perder el jui- cio». «Non multa sed multum» recomendaba Plinio el joven: «no muchas cosas (dispersas), sino mucho». Leer bien lo mejor; otra cosa es perder el tiempo: «No lea mediocridades —recomendaba el poeta Max Ja- A, Maurois, Un arte de vivir, 0. cit, 98 ® Nihil umgam legito animo peregrinante et alibus rebus imtento= De ratione Studii Puerilis, Epistola II, en Juan Luis Vives, Antologia de Texts, Universidad de Valencia, Valencia 1992, 424-425. 2 FL Quijote, 1, cap. 1 % -cAiune enim muleum legendum esse, non mules» Pliio el joven pistols, VIL, 9 53

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