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TEMA 2: REALISMO Y NATURALISMO

ANTECEDENTES
 La novela histórica de origen romántico (Gertrudis Gómez de Avellaneda), la novela de aventuras
históricas (Julio Nombela).
 La novela sentimental (Gertrudis Gómez de Avellaneda, Nicomedes Pastor Díaz, Rosalía de Castro).

Estas novelas la hallamos en un período de inestabilidad social y política que llega a su cima con la
revolución de 1868. Hasta la restauración de la monarquía se sucederán varias formas de gobierno, de la
monarquía de Amadeo de Saboya a la proclamación de la I República. La Constitución progresista de 1869
será sustituida en el reinado de Alfonso XII con la de 1876, que retorna al sufragio censitario y otorga
mayor presencia a la Iglesia Católica en los asuntos de estado.

Es en ese ambiente en el que comenzarán a publicarse las primeras novelas realistas (La Fontana de Oro,
de Galdós, en 1870; Pepita Jiménez, de Valera, en 1874), si bien en algunas de ellas se percibe aún un
acusado costumbrismo o el dualismo habitual de la novela de tesis. Los novelistas de este período han sido
incluidos en ocasiones bajo el marbete de “Generación del 68”, aun cuando la relación de su obra con la
política de su tiempo no es igualmente acusada en todos ellos. Los nombres más sobresalientes son los de
Benito Pérez Galdós, Leopoldo Alas, “Clarín”, Emilia Pardo Bazán, José María Pereda, Pedro Antonio de
Alarcón, Juan Valera, Armando Palacio Valdés. Todos ellos, a pesar de sus distintos orígenes y
planteamientos (en Pereda, Alarcón y Valera se observan posiciones más conservadoras y una mayor
propensión a lo costumbrista; en Galdós, Clarín y Pardo Bazán se percibe un mayor tono crítico y una
mayor cercanía a las tesis naturalistas en los años 80), rompen con la tradición literaria precedente y todos,
con mayor o menor intensidad, escriben de manera realista y naturalista.

REALISMO
Stendhal afirmaba que “la novela es un espejo paseado a lo largo del camino”; Galdós, por su parte,
señalaba: “Imagen de la vida es la novela”. John Kronik, en “La retórica del realismo: Galdós y Clarín” (en
Ivan Lissorgues, 1989), que ese espejo, esa imagen, no refleja la realidad objetiva porque “en la retórica del
realismo no solo es fundamental la mimesis, sino también la poiesis, no sólo la imitación, sino la creación”;
y añade, valiéndose de una esclarecedora imagen, que la novela realista no es fruta cruda, sino compota,
porque no podemos prescindir de la mano del repostero. La mano de ese repostero se caracterizaría por:

 Intención totalizadora, es decir, voluntad de que el mundo que recrea su obra abarque la totalidad
de los aspectos que lo conforman.
 Afán por describir ese mundo de un modo profundo.
 Voluntad de que esa profundidad se centre especialmente en la psicología del individuo y en su
medio social. Para ello encuentran en la descripción, el diálogo y los monólogos interiores tres
poderosos aliados. Sin embargo, no es fácil definir formalmente la novela realista porque aspectos
como el diálogo y el monólogo pueden aparecer o no. Como tantas veces se ha dicho, no se puede
hablar de un estilo, sino de un método realista.
 La omnisciencia del narrador, que lo sabe todo de los protagonistas y de su mundo. Esa
omnisciencia está caracterizada por un afán de objetividad, roto frecuentemente por las
intervenciones de ese narrador, que comenta, ironiza y valora las acciones de sus personajes. Con

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frecuencia esas intervenciones son de carácter irónico; estamos ante el distanciamiento irónico
típico del narrador realista
 El empleo de temas muy diversos: el amoroso, el político, el religioso, etc.

NATURALISMO
En la década de los 80 se percibe un cambio en los planteamientos realistas de algunos escritores. Es como
si el mundo en el que se adentraba la novela realista necesitara de nuevos elementos para explicar su
funcionamiento. Estos le vendrán dados por las tesis naturalistas del francés Émile Zola (El vientre de París,
1873, La taberna, 1877, Nana, 1880, Teresa Raquin, 1881, Germinal, 1885), quien lleva a sus obras un
modo de analizar la realidad cercana al positivismo de Auguste Comte, las teorías fisiológicas de Claude
Bernard y las teorías evolucionistas de Darwin. La principal consecuencia literaria es la del determinismo,
esto es, la plasmación de mundos y personajes condicionados por su herencia psicológica y fisiológica. En
el naturalismo de Zola encontraremos un radicalismo determinista que no hallaremos en la novela
española, salvo en los naturalistas radicales (Eduardo López Bago, Alejandro Sawa).

Desde principios de los años ochenta se podrán observar elementos naturalistas en la obra de Galdós. Sin
embargo, la recepción de las teorías naturalistas generó polémicas entre quienes defendían su empleo
(Clarín, Galdós, Pardo Bazán) y quienes mantenían posturas contrarias (Alarcón, Pereda, Valera). Emilia
Pardo Bazán contribuyó decisivamente a la divulgación de las teorías naturalistas con la publicación de una
serie de artículos recogidos en La cuestión palpitante (1887).

Las características que suelen señalarse en las novelas naturalistas (coincidentes, como es natural, en
muchos casos con las realistas, con las que no es posible establecer diferencias tajantes) son, además de
las ya señaladas, las siguientes:

 Voluntad de acercarse objetivamente a la realidad.


 Empleo de un narrador omnisciente.
 Retrato detallado de ambientes y personajes, muchos de los cuales aparecen en medios moral y
socialmente degradados, lo que condiciona su conducta.
 Tendencia al empleo de un estilo sencillo que se quiere directo y eficaz.

Algunos títulos importantes: La desheredada (1881) y Fortunata y Jacinta (1887), de Galdós; La regenta
(1884-85) y Su único hijo (1890), de Clarín; Los pazos de Ulloa (1886) y La madre naturaleza (1887).

BENITO PÉREZ GALDÓS (1843-1920)


Benito Pérez Galdós (Las Palmas, 1843- Madrid, 1920) es un autor de obra muy extensa, compuesta,
además de por sus 32 novelas, por 46 episodios nacionales (divididos en cinco series), 24 obras teatrales,
así como por numerosos cuentos, artículos periodísticos y de crítica literaria.

Sus novelas pueden ser divididas en cuatro etapas:

1) NOVELAS DE LA PRIMERA ÉPOCA: No estamos aún ante la novela moderna y totalizadora de la


segunda etapa. En las obras que la componen se perciben rasgos de la novela precedente, como el
dualismo o modo de oponer dos modos de pensar o de actuar. Algunas de ellas pueden ser
consideradas, en ese sentido, novelas de tesis. Eso no impide que el mundo galdosiano (el interés
por los comportamientos irracionales, por la Historia, por el mundo de lo simbólico, por mostrar
una visión negativa del estamento eclesiástico, etc.) aparezca ya en ellas. Son La fontana de oro
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(escrita en 1868; pb. en 1870), La sombra (1870), El audaz (1870), Doña Perfecta (1876), Marianela
(1878), La familia de León Roch (1878).

2) ÉPOCA DEL REALISMO PLENO: aunque este realismo está matizado por la presencia de un
naturalismo atenuado o no determinista. Se observa en La desheredada (1881), en la que el
narrador omnisciente interviene para ironizar, para emitir sus juicios, para mostrar cómo la realidad
de los personajes está en parte condicionada por su origen social y genético, pero, a la vez, se da
cabida al mundo de los sueños o al monólogo interior a través del que entramos en la intimidad del
personaje. La ironía del narrador está muy presente también en El amigo manso (1882) y el
naturalismo en Lo prohibido (1884-85), una novela en la que lo erótico adquiere un importante
relieve, o La de Bringas (1884), centrada en la decrepitud moral de Rosalía Pipaón. Plenamente
realista es la dura crítica que de la burocracia realiza en Miau (1888). Sin duda, la novela cumbre de
este periodo es Fortunata y Jacinta (1887), un fresco de la vida madrileña (Madrid puede ser
entendido como un personaje colectivo) en la que deambulan 1500 personajes pertenecientes a
todas las clases sociales y en la que el centro lo ocupa el triángulo amoroso protagonizado por
Juanito Santa Cruz, Jacinta, su mujer, y Fortunata, su amante. Es, con La desheredada, la novela en
la que Galdós practica de modo más claro ese naturalismo del que se habló arriba. Otras novelas de
esta etapa son El doctor Centeno (1883) y Tormento (1884).

3) ETAPA ESPIRITUALISTA: La explicación realista o atenuadamente naturalista de la realidad deja de


ser la única por la que Galdós comienza a interesarse en sus novelas escritas a partir de finales de la
década de los 80. Hay una realidad distinta de la aparente o puede haberla. Aspectos presentes en
la narrativa anterior de Galdós se hacen ahora más evidentes: los sueños y la presencia de lo
irracional. El protagonista de estas novelas se mueve por razones espirituales; o, mejor dicho, los
mueve el espíritu, como se observa en esas grandes creaciones de Benina en Misericordia (1897) o
el padre Nazario en Nazarín (1895). Otras novelas son La incógnita (1889), Realidad (1890), Ángel
Guerra (1890-91), La loca de la casa (1892), Halma (1895).

4) La última etapa de Galdós supone una esencialización de su técnica narrativa: tendencia a la


desaparición del narrador y cercanía a las formas teatrales. A la vez, crecimiento de los aspectos
simbólicos y espirituales de su etapa inmediatamente anterior. Son novelas como El abuelo (1897),
Casandra (1905), El caballero encantado (1905), La razón de la sinrazón (1905).

DOÑA PERFECTA
Os encargué que, para esta clase, mirarais momentos en los que el enfrentamiento entre Pepe Rey y el
mundo de doña Perfecta se evidenciara de un modo más claro. El objetivo era observar cómo lo trata el
narrador y cómo nosotros lo percibimos. Al ya señalado en clase entre Pepe Rey y don Inocencio (cap. IX),
podemos añadir uno temporalmente anterior, el que encontramos en el capítulo VI; fijaos en la ironía de
don Inocencio en su manera de presentar sus argumentos y en la vehemencia de Pepe. El primero,
sinuoso; el segundo, claro. Deteneos en al párrafo que se inicia con “ya sé que de este modo…” y en este
otro: “Cierto es todo lo que el señor…”, en el último de los cuales podemos ver expresada la opinión de
Pepe sobre ciencia y fe. ¿No os parece que el modo de exponerlo y el contenido es el del propio Galdós,
proyectado ideológicamente en el personaje de Pepe Rey? El enfrentamiento puede verse de un modo
claro también en el capítulo VII.

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Otro momento de ese enfrentamiento lo tenemos en el capítulo XIX; en este caso, es muestra del
progresivo desencuentro entre Pepe Rey y doña Perfecta. Es un capítulo interesante para comprobar el
carácter de esta mujer de la que ya hablamos en clase al comentar el retrato que de ella se nos ofrece en el
cap. XXXI. En el XIX observamos su dureza y cerrazón, su mal carácter, su ideología reaccionaria. Frases
como “tú no eres hijo de mi hermano” o “bien se ve que eres un bárbaro, un salvaje, un hombre que vive
de la violencia” muestran su enfado con la manera de actuar de Pepe, pero, sobre todo, lo que observamos
es la defensa que hace de un modo de actuar que es inmoral, por ejemplo en el párrafo que se inicia en
“¿No es lícito emplear alguna vez en la vida…”. Fijaos, a la vez, en el concepto que Pepe Rey tiene de sí
mismo en el párrafo que se inicia con “No, querida tía…”. Leedlo todo y observar los modos de razonar de
uno y otro y cómo el enfrentamiento llega a su punto culminante cuando le prohíbe casarse con Rosarito.

Todo ello trae consigo las decisiones que se toman ya llegando al final de la novela. Vemos allí a una doña
Perfecta segura de sí misma que, a la vez que se enfrenta con su sobrino, lucha contra una idea de España
nueva que quiere acabar con lo que Orbajosa y sus habitantes simbolizan. Leed con atención el párrafo que
se inicia con “Pues mi sobrino es todo eso… “, y los dos siguientes (cap. XXV). De ahí a la orden de doña
Perfecta de darle un susto a Pepe, de que Caballuco lo mate y de que lo hagan pasar por un “suicidio” hay
ya un solo paso.

[En esta parte, por ejemplo en el cap. XXII, se percibe que esta parte final de la novela se hace coincidir con
las partidas que se organizan contra el gobierno legítimo y que provienen del sector carlista y, por tanto,
del sector reaccionario que Orbajosa representa. De algún modo, doña Perfecta y sus amistades cercanas
representan esa España reaccionaria. Hubo tres guerras carlistas (en ocasiones, no son sino eso que
aparece en la novela, las escaramuzas y acciones que en determinadas partes de España se realizaban
contra los gobiernos de Isabel II desde los sectores absolutistas partidarios del hermano de Fernando VII,
Carlos): 1833-1840, 1846-1849 y 1872-1876. El tiempo de la novela no queda precisado, aunque es
claramente el XIX y claramente su segunda mitad; por lo que se cuenta, incluso podría precisarse que el
tiempo histórico de la novela es la tercera guerra carlista].

Después de lo visto en clase, la pregunta que debemos hacernos es, teniendo en cuenta lo que se señaló
sobre ello: ¿estamos ante una novela de tesis? ¿Es un mundo dual el que nos plantea la novela? ¿Nos
dirige el narrador ideológicamente? ¿Es Pepe Rey una proyección de Galdós?

Otras cuestiones en las que hay que reparar:

1. Estructura lineal tanto en el desarrollo argumental como en el temporal.


2. El espacio adquiere un tratamiento simbólico (Orbajosa es la España vieja, caduca, retrógrada)
3. El narrador desaparece en algunos capítulos (XXVIII, XXIX, XXXII) y se incluyen cartas que dan noticia
de algunos hechos: ¿se trata de hacer más verosímil o verdadera la historia en la línea de los
momentos en los que el narrador afirma que sigue fuentes históricas para su escritura?
4. Interpretación que podemos darle al final de la obra (cap. XXXXIII): “Esto se acabó. Es cuanto
podemos decir de las personas que parecen buena y no lo son”. ¿Por qué esta moraleja final?
¿Acentúa su presencia la posibilidad de entenderla como una novela de tesis? La respuesta a estas
preguntas, como el resto de las que se os presentan, pueden ser múltiples; es vuestra lectura de la
obra la que os las debe dar y todas son correctas si están bien razonadas.
5. La lengua utilizada por el autor parece, en esta novela, ponerse al servicio de la comunicación clara
de una idea. No se trata de afirmar que no cuida el estilo, sino de que lo pone al servicio de un

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objetivo: comunicar ese enfrentamiento de dos mundos. Y, para ello, opta por la claridad, aunque
percibimos su acierto sobre todo en los diálogos que comunican el enfrentamiento de los
personajes.
6. Rosarito fue presentada en clase como el personaje más complejo: ¿contribuye a ella el monólogo
que la muestra en el capítulo? En mi opinión, es así, puesto que la conocemos más íntimamente; el
autor nos permite encontrarnos con su pensamiento en ese momento en el que ya, víctima de
Orbajosa y de su madre, ha perdido la razón. Por otra parte, ese entrar de modo más profundo en
este personaje nos hace pensar en algo que se desarrollará más claramente en la siguiente etapa
galdosiana: su interés por la psicología de los personajes
Otros muchos aspectos podrían tratarse, pero en este caso la línea seguida era la de detenernos, después
de introducir cuestiones en relación al realismo y el naturalismo, en un texto de una etapa previa al
realismo pleno galdosiano, lo que ejemplifica una dirección de la narrativa española del último cuarto del
siglo XX.

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