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Ópera, Invocación y Sexualidad
Ópera, Invocación y Sexualidad
¿Oíd?
Ópera, invocación y danza
I. Ópera
"Si me dejas, te mataré", le dijo don José a Carmen en el epílogo de la ópera homónima. Y
don José la mata. "Si me dejas, me mato” le dice Madame Butterfly a su amante. Y se mata.
Monteverdi considerado el creador del género de ópera, es también quien propone en 1608 el
entre voz y habla, relacionada con la pérdida. “Orfeo” (1607) obra maestra del autor italiano
Una de las piezas más conocidas de Monteverdi, que se remonta a los orígenes de la ópera es
Olimpo como esposa del dios Baco. En consonancia con el lamento, la casi totalidad de las
fragmento que forma parte de las óperas más representativas del Barroco. L'Arianna había
entre el duque Francisco Gonzaga y Margarita de Saboya. La representación, que contó con
Arianna abandonada es el tema que parece haber sido más comúnmente abordado en la
música durante los siglos XVII y XVIII. La desafortunada hermana de Phaedrus que ayudó a
Theseus para derrotar al Minotauro en las trampas del laberinto es abandonada por el ingrato
a orillas de la isla de Naxos. Arianna es una de las muchas óperas perdidas de Monteverdi,
solo queda el lamento. Como si toda la ópera pudiera ser condensada en ese momento o
La ópera establece la vocalización como expresión de la queja. La queja es menos por las
palabras que por las modulaciones vocales. Las palabras desaparecen para dar paso a los
gemidos, lo cual señala una relación particular, apuntada a lo largo de su historia, entre lo
femenino y el lenguaje. San Jerónimo, uno de los padres de la Iglesia, reprochó a las mujeres
por hablar entre dientes o en el borde de sus labios. Susurrar y pronunciar las palabras solo a
Seguramente lo que resultaba intolerable para San Jerónimo era ese modo de expresión que
significante y haciendo resaltar, así como las cantantes de la ópera prima voce, la dimensión
de la voz más allá de las palabras. Esta operatoria femenina del lenguaje no sólo s funcional a
la mascarada del bello sexo, sino que también sugiere que la dimensión femenina por
experiencia que pas tout lo real puede ser soportado por lo simbólico. De ahí este pliegue del
uso de la voz en un registro que tiende a deshacerse del reinado de la ley del significante en
su vertiente nominal. Porque no olvidemos que en la vocalización femenina también hay una
incidencia significante, en correspondencia con lo real por un número que cuenta. Un canto
más vecino de eso que conocemos como laleo universal. O para decirlo al modo lacaniano
lalangue.
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II. Invocación
vista parece una provocación masculina, es en realidad lo que en 1929 escribe la psicoanalista
inglesa Joan Rivière en su obra “La feminidad como mascarada”. Rivière interpela: "El lector
superficial, es siempre la misma cosa.” ¿Qué es siempre la misma cosa? Que la feminidad
conjunto de características que dan a ver una ilusión y asimismo permitirle a la enmascarada
mirada. Pero también es una llamada que de manera específica articula lo femenino con la
Invocación que cuando se experimenta como no aprobada por el Otro, parece tomar en el
campo femenino una forma específica, la del lamento. La mascarada femenina no excluye el
dolor. Porque si gracias a la mascarada una mujer puede amarse e incitar a otros a, eso
abandonada puede implicar perder todo, ser devuelta a la nada, ser nada. Como
y masculina frente al abandono. "Si me dejas, te mataré", le dijo don José a Carmen. Que
señora Mariposa responde: "Si me dejas, te mato. El hombre dejado mata el objeto. La mujer
Butterfly, un riesgo mortal para el sujeto femenino. Cuando el único recurso para reconocerse
a sí misma en l feminidad es la expresión del deseo del partenaire, esta dependencia tantas
veces constatado en el consultorio, supone un altísimo riesgo. Se revela así una dimensión
inmanejable del deseo que enfrenta al sujeto con la figura del capricho de un otro inconstante,
si no inconsistente. Flamear como una bandera al son del deseo del partenaire confronta con
el abismo del imperativo de su goce que es ya no ser sujeto de la falta sino objeto, y lo que es
más, en este caso, faltante. Una de las formas del superyó femenino, tan problemática, donde
Freud pensó que podía captar su labilidad, podría expresarse bajo la forma de "Sé bella y
que tiene que hablar -y sobre todo en público- puede experimentar un sentimiento
condenada a ser hermosa para no ser transparente, para no identificarse con la falta. El sujeto
femenino se suspende entonces a la confirmación del Otro. Si esta confirmación falta, ella
duda. En esas circunstancias la queja escuchada puede constituir entonces una de las últimas
murallas, una de las postreras formas de enunciación entre voz y habla que permite mantener
a distancia las voces superyoicas. La queja, en último análisis final, participaría ella misma de
III. Danza
Es importante definir qué entendemos por trompe-l'oeil, un término que proviene del arte. El
trompe-l'oeil es una técnica artística que intenta engañar a la mirada, jugando con el entorno
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barroco donde encontramos ese uso, incluso, que apunta tanto a una glorificación como a una
aparece una estrategia de la desilusión que viene a cuestionar las relaciones de representación
se asocian la fuga perdida y el vaciado de las consistencias en los espacios vaporosos, en los
pliegues del vestido donde el objeto pierde su contorno, donde la mirada misma está perdida.
Haciendo proliferar los signos en el vértigo del sentido perdido, el barroco construye una
mimética de la nada. Crea un vacío además de imágenes y engendra la "derrota del yo", un
Esta apariencia, que es el tema mismo de la feminidad como una mascarada, indica que lo
que la máscara femenina oculta no es directamente el falo, sino el hecho de que detrás de la
Tal como se constata no sólo en la clínica sino en la vida misma, la feminidad aprecia ser
amada por lo que no es. A diferencia del hombre que quiere ser amado por lo que cree que es.
príncipe se presenta a quien ama disfrazado de hombre común para estar seguro de que su
lugar. "¡No soy la que crees! podría ser, más allá de la negativa falsamente ofendida de la
Veamos que ocurre con el niño y la niña frente a la falta simbólica, tal como lo señala Freud.
El descubrimiento de la ausencia del pene en el cuerpo femenino guía dos destinos psíquicos
divergentes: si el niño responde con la angustia, es diferente para la niña. La niña ha hecho ya
esa comprobación, sabe que no lo tiene y quiere tenerlo. Para el niño pequeño, será el pene
quien encarne al falo como señuelo. Un señuelo que a menudo se verá obligado a
sólo una parte. La diferencia en los juegos más clásicos que pueden observarse en la infancia
de ambos sexos parece ser una ilustración clara: habitualmente en los varones el juego con la
pelota, en las niñas con mucho más frecuencia el salto a la cuerda. Los chicos corren tras una
pelota deseada a la que tratan de unirse y controlar a través de una parte del cuerpo, mientras
que la niña se lanza al aire, todo su cuerpo se aleja del suelo sobre el que parece estar
rebotando. Lo que nos muestra la oposición de estas dos prácticas es que lo que está en juego
en la niña es una relación con el cuerpo que tiende, en su totalidad, a aligerarse, a airearse. El
destino sublimatorio de esta actitud femenina será la danza, donde el cuerpo se libera de la
y una mirada. Sobre esa dimensión en la cual el espejo puede llegar a tener una fuerza
aniquilante, tuve noticias de un caso en Oaxaca, en el marco de una institución a la cual fui a
supervisar. Una colega me comenta que le había llegado el caso de una jovencita de 16 años,
que padecía anorexia. La madre había consultado, preocupada por el cuadro de la hija.
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En una maniobra un tanto audaz, la psicóloga le dice a la madre (que por otra parte estaba
haciendo otras consultas en la institución) que a partir de ese momento ella y su familia
tienen absolutamente prohibido regresar a la institución.
Esta indicación la psicóloga la hace en un tono extremadamente duro y autoritario, casi como
metiendo miedo y dirigido especialmente a la madre.
Tiempo después, la joven enterada de la verdad de lo acontecido le pide a la psicóloga volver
a consulta. La profesional acepta pero poniéndole la condición que sólo ella puede volver y es
ella la que tiene que hacerse cargo de gestionar la consulta.
A partir de ese momento la chica no sólo mejora en su cuadro sino que aumenta notablemente
de peso, porque sale de su condición de anoréxica.
No quiero detenerme en hacer un análisis exhaustivo de esto, porque sólo se trata de un relato
que a mí me hacen en Oaxaca, una mañana en las que estábamos supervisando otros casos.
Pero lo traía a cuento porque a mí me hizo pensar en el espejo, en la voz y en la mirada.
Vamos a situarlo de este modo.
Un nenito, una nenita, a partir de los 6 meses, son captados por la imagen de tal forma que
incluso contraría las posibilidades que le puede suponer a una criatura de esa edad. Logra
asumir jubilosamente su imagen en una suerte de gestalt. Coincidentemente a esta instancia
es un momento en el cual el niño o la niña pasan de un laleo universal a un laleo en una
lengua en particular. Quiere decir que se trata de un paso en el que los bebés se apropian de
una mirada y una voz que está ritmada en la lengua de los papás. Este anudamiento entre el
cuerpo y la voz, aunque parezca llamativo está en el basamento mismo de lo que nosotros
planteamos desde el psicoanálisis como sexualidad. La posibilidad de ese nenito que
observamos de reconocerse en el espejo y no sólo eso, de lalear está sustentada en que tanto
en el campo de la imagen como en el de la voz algo se ha extraído. Una mirada, una voz, las
que sustentan esa escena, están en falta. Eso permite que el cuerpo cobre espesor, es decir que
no se superponga la presencia de este cuerpo con la imagen de esa presencia Porque de no
estar en falta nos encontraríamos con la posibilidad de una mirada omnipotente y de una voz
absoluta y por lo tanto de una superposición de esos dos planos. Ahora bien si hay una mirada
y una voz en falta esto se debe a que los que sustentan esa escena de la espejo, para el caso
los papás, ellos mismo están en falta.
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Esto significa que mi destino respecto a la relación que mantenga con el espejo va a estar
vinculada íntimamente con que la relación que han tenido con la castración aquellos que se
hayan hecho cargo de mí.
De acuerdo a eso la voz y la mirada que están entramadas en mi espejo van a tener
determinadas características.
No estaríamos mal orientados si sostenemos que en un cuadro de anorexia la mirada y la voz
tienen una connotación imperativa, feroz.
Entonces mi hipótesis fue que el espejo de esta niña, habrá tenido sus avatares en la
constitución de la imagen.
En la infancia de la muchacha seguramente encontraríamos cuestiones interesantes pero por
lo pronto en la adolescencia que supone una suerte de reconstrucción de la infancia, vemos
que algo ocurre con ese espejo.
Como les decía hace un momento, en la dimensión del espejo es donde el cuerpo cobra
espesor y eso en la medida que la relación de los padres con su propia castración ha seguido
determinados carriles.
En un espejo feroz, no es que la castración no funcione, justamente funciona de un modo que
compromete el cuerpo en una zona de riesgo.
Les decía, mi hipótesis es que en un espejo de esas características, el cuerpo más que cobrar
espesor, tiende a aplanarse ¿no es acaso eso lo que ocurre en el extremo adelgazamiento que
se va imponiendo en un cuadro de anorexia?
Con relación a la intervención de la psicóloga, una intervención guiada más por una cierta
intuición clínica que por una reflexión, me llamó la atención como cuando la profesional
asume sobre sí la encarnación de un superyó feroz, sobre todo en el plano de la voz y dirigido
especialmente a la madre, eso tiene luego un efecto de encausamiento de la consulta de la
joven.
Se reconstituye el deseo vinculado a ese espacio que se venía armando, un espacio para
hablar y luego se constatan efectos muy interesantes en el cuadro. No es la primera vez que
escucho un relato de estas características y sería interesante ahondar más en la connotación de
este tipo de intervención brutal orientado a la madre de la anoréxica.
No lo digo para tomarlo como técnica, porque en los casos que he escuchado la intervención
surgió casi de un modo inesperado, no calculado por el profesional.
Pero no estaría de más justamente examinar más de cerca este espejo que, entramado en una
mirada y una voz particulares, tiende a aplanar la presencia del cuerpo del lado de acá de la
imagen.