Está en la página 1de 4

Orígenes de la abogacía.

Lea el siguiente caso, analícelo meticulosamente y finalmente responda las preguntas que se

señalan al final del documento:

EL JUEZ DE LA REPÚBLICA

“Luego de acudir a una fiesta privada, un individuo que hace cinco años ejerce como juez de

la República, arrolló con su vehículo a un transeúnte en una avenida cercana al lugar en donde

minutos antes había estado departiendo, según la información dispensada por él mismo a las

autoridades. Aunque al parecer se encontraba solo y no era probable que otra persona estuviera

conduciendo su vehículo, al ser interrogado por las autoridades que asistieron al lugar de los

hechos, el conductor se rehusó a confirmar si era él quien iba conduciendo el vehículo en el

momento del accidente. Si bien el presunto conductor detuvo su vehículo y ofreció ayuda a la

persona afectada, cuando las autoridades se dispusieron realizar el procedimiento, el servidor se

negó a practicarse la prueba de alcoholemia, aduciendo que por su dignidad de juez conocía el

procedimiento y no haría nada en ausencia de su abogado. Ante la negativa, la policía no

desarrolló el procedimiento, y solo transcurridas más de siete horas, el abogado concurrió a la

estación de policía a donde había sido llevado el presunto conductor, mientras la persona

afectada fue atendida en centro médico sin mayores consecuencias.

Luego se conoció que mientras el juez estaba en la estación, su abogado se comunicó con la

familia del afectado, y llegaron a un acuerdo de compensación económica por lesiones

personales, a la vez que la policía no realizó ninguna prueba, puesto que habían transcurrido más

de diez horas (tiempo después del cual es muy difícil encontrar rastros de alcohol en el cuerpo

humano), y no se contaba con la debida flagrancia estipulada para alguna imputación.


A pesar de que el caso tuvo solución desde la Responsabilidad Civil Extracontractual debido a

un seguro todo riesgo que amparaba al vehículo, el hecho fue reportado por los medios de

comunicación como un asunto de falta al decoro y una violación de la normatividad,

sembrándose así un manto de duda sobre la conducta del servidor y de las mismas autoridades.

El juez continuó sus labores sin ningún tipo de investigación disciplinaria o consecuencias en su

trabajo”. (Restrepo, 2019).

A la luz de los hechos descritos:

1. ¿Cómo evalúa la conducta del servidor implicado?

A mi parecer la conducta del servidor implicado en este caso, no fue la correcta, porque

primeramente mostro su abuso de autoridad al rehusarse a confirmar si era él quien iba

conduciendo el vehículo en el momento del accidente el servidor, además se negó a practicarse la

prueba de alcoholemia, aduciendo que por su dignidad de juez conocía el procedimiento y no

haría nada en ausencia de su abogado.

Ya que es obvio que ciertos funcionarios, por su rango y condición, tienen la obligación de

comportarse con decoro y discreción en un grado mayor que el común de las personas, pues su

conducta está inevitablemente unida, por la relevancia del papel que la sociedad les ha confiado,

al prestigio y a la dignidad de la función que desempeñan.

2. ¿Considera que tiene alguna responsabilidad legal disciplinaria?

En este caso los jueces y magistrados, como integrantes del Poder Judicial, deben actuar de

forma independiente, ser inamovibles y están sometidos al imperio de la Ley. Por ello, podrá

reputárseles responsabilidad civil, penal y disciplinaria en el ejercicio de sus funciones.

Refiriéndonos al control de la actividad que, como jueces y magistrados, representando a una

institución jurídica existente en todo Estado de Derecho que beneficia a la sociedad y al Estado,
estos son garantes del Poder Judicial y eso conlleva a que una buena conducta (ser) e idoneidad

(saber) son los criterios de credibilidad que otorgan la certeza moral de que los jueces harán

justicia. La primera radica en la voluntad, la segunda reside en el intelecto. De las dos, la buena

conducta es absolutamente determinante.

El uso de la libertad y de las garantías que la ley proporciona al juez, en el desarrollo de la

función jurisdiccional, exige un ejercicio responsable de las mismas frente a su campo laboral y

la sociedad.

3. ¿Ve algún principio de la Ética Judicial comprometido? ¿Cuál?

Lo principios de la ética judicial cumplen indudablemente una función legitimadora de la

actividad jurisdiccional, en tanto determinan los parámetros de conducta destinados a garantizar

el adecuado ejercicio de los poderes del juez, de manera que resulten compatibles con el modelo

de una sociedad democrática.

La ética judicial incluye los deberes jurídicos que se refieren a las conductas más

significativas para la vida social, pero pretende que su cumplimiento responda a una aceptación

de estos por su valor intrínseco para el ejercicio profesional; además, completa esos deberes con

otros que pueden parecer menos perentorios, pero que contribuyen a definir la excelencia

judicial. De lo cual se sigue que la ética judicial supone rechazar tanto los estándares de conducta

propios de un «mal» juez, como los de un juez simplemente «mediocre» que se conforma con el

mínimo jurídicamente exigido (Código Modelo Iberoamericano de Ética Judicial, 2006, pág. 2).

En este caso, en mi opinión veo comprometido el principio de integridad, en tanto principio

universal de la deontología profesional, adquiere especial relevancia para la profesión del juez,

en tanto autoridad pública que juzga y decide sobre aspectos tan fundamentales como la vida, la

libertad o los derechos de las personas. En efecto, la sociedad debe poder ver en el juez una
persona en la que poder confiar, por ser digna de toda credibilidad. Su especial posición

institucional comporta, sin duda, exigencias de decoro externo, para que, no sólo sea digno de

crédito, sino que también lo «parezca». De este modo, su conducta privada no debe hacerle

perder aquello que la sociedad espera de él (credibilidad y confianza)

También podría gustarte