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Empatía es la capacidad de comprender al prójimo en sus emociones y pensamientos. Es ir más allá de nuestra
propia perspectiva para entender la de nuestro hermano. Mediante la empatía buscamos en nuestro interior
los pensamientos y emociones por las que está pasando otro ser humano con el fin de ofrecerle ayuda. Es bien
sabido lo gratificante que es para el ser humano sentirse útil, saber que nuestra existencia y esfuerzo sirven a
alguien. En ello radica la importancia de la empatía.
La empatía emocional nos lleva a escuchar a la otra persona para comprender lo que le pasa.
La empatía cognitiva nos lleva a querer solucionar su problema
Tener empatía implica comprender la ley universal de unidad que afirma que “todos somos uno”.
Todos provenimos de un origen común (llámese Big Bang, Dios o como quieras…) y, por tanto, en cierta
forma, todos estamos relacionados entre sí formando una sola unidad. Por consiguiente, cualquier persona
forma parte de esa única familia y por ende, también de nosotros mismos.
Cuando tenemos ese sentimiento arraigado en nosotros, somos capaces ponernos en la piel del otro y sentir lo
que está sintiendo. De ahí, el siguiente apartado.
Cuando somos capaces de sentirnos parte de la otra persona, también somos capaces de comprenderla. De la
comprensión, nace el respeto, y del respeto surge el amor, que debería ser la base de nuestra vida y de
nuestras relaciones personales.
Si la empatía es la antesala del amor, por oposición, es también el antídoto del odio.
Sin empatía no nos ponemos en el lugar del otro, ni tampoco somos capaces de sentir lo que el otro siente.
Por tanto, nos resulta difícil comprenderlo.
Y cuando no hay comprensión, resulta más difícil respetar. Y, como bien sabes, de la falta de respeto nace el
odio, que contamina nuestra vida y nuestras relaciones personales.
La empatía nos permite comprender al otro de forma profunda porque, en el fondo, lo que piensan o hacen los
demás, también está en nosotros. Me explico.
Siempre digo que uno es lo que critica. ¿Por qué? Porque, de hecho, somos, hemos sido, seremos o podríamos
ser aquello que criticamos o no soportamos de los demás. Todos hemos hecho, o podríamos llegar a hacer,
cualquier cosa (buena o mala) que otra persona haya hecho antes.
No digo que, al cometer errores, no debamos pagar por ellos. De hecho, la ley de causa y efecto ya se encarga
de ello.
Pero sí deberíamos ser más empáticos y comprensivos con los errores que cometen los demás, porque, en
realidad –en acto o en potencia– son también los nuestros. Es por ello que, mediante la empatía, podemos ver
muchos de nuestros propios errores y defectos.
Recuerdo que, antiguamente, antes de las dilapidaciones solía decirse: “el que esté libre de culpa, que tire la
primera piedra”. Si a esa frase se le hubiera añadido: “y el que no lo esté, que sea dilapidado también”,
probablemente, nadie hubiera sido dilapidado jamás.
Sin la comprensión del otro que nos confiere la empatía, resulta más difícil tolerarlo. Y de todos es sabido que
la intolerancia genera resentimiento, conflictos y odio.
Si eres empático con quién comete errores, eres capaz de verlos como propios. Entonces, tolerar se convierte
en algo natural y, como puedes imaginar, desde la tolerancia, perdonar resulta más fácil. Y estarás de acuerdo
conmigo en que desde el perdón desaparecen la mayoría de conflictos, lo cual nos permite seguir amando.
Hemos visto que la empatía facilita que el amor prevalezca sobre el odio, nos ayuda a comprender leyes
universales, nos hace tolerantes y compasivos y fomenta el altruismo entre personas.
Hemos visto que la empatía nos ayuda a entender a las personas que tenemos al lado, nos hace ver nuestros
propios defectos e incluso nos ayuda a aprender de los errores ajenos sin necesidad de experimentarlos.
Queda claro, pues, que la empatía es, sin duda alguna, una fantástica herramienta de desarrollo personal
que nos permite crecer como personas, ser más felices y ahorrar mucho tiempo y sufrimiento por el camino.
Conclusión
Como has visto, la empatía es una cualidad fundamental para el ser humano.
De hecho, la falta de empatía es la causa de muchos problemas del mundo, y su presencia, por consiguiente,
supondría la solución de la mayoría de ellos, ¿no crees?
Así pues, espero que la próxima vez que te enfrentes a un problema, que exista un conflicto en tu vida o que
lidies con cualquier situación de tu vida cotidiana seas más empático.
Sólo tienes que ponerte en la piel del otro, observarte a ti mismo desde sus ojos y ver la vida y el mundo a
través de ellos. En ese momento, podrás sentir lo que la persona siente, verás cómo tus actos van a repercutir
sobre ella y ajustarás tu comportamiento en consecuencia.