Moisés, con su desobediencia al mandato de Dios nos hizo participes a todos de su pecado.
Desde ese momento el pecado ha querido reinar en el
mundo, y con el la muerte, así entro el mal en el ser humano queriendo ser superior a Dios.
Por eso por el pecado de un solo hombre que fue Adán
murieron muchos, mucho más abundantemente se ha derramado la misericordia del don de Dios por la gracia de un solo hombre que es Jesucristo (El segundo Adán).
Es como si Adán hubiera cometido un delito que atrajo
la condenación de muerte a todos los hombres, pero la justicia de uno solo mereció a todos los hombres la justificación que da vida al alma.
Jesucristo murió por nosotros dando su vida en la cruz
para salvarnos de una muerte eterna dándonos así el perdón de nuestros pecados que comenzaron con la desobediencia de Adán.
En conclusión: El pecado reinó para dar la muerte pero
más aún reina la gracia en virtud de la justicia para dar la vida eterna, por Jesucristo nuestro Señor.