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José Antonio, entre arenga y poesía, estuvo brillantísimo, criticando con dureza el
gobierno de radicales y cedistas, al que llamó “Bienio estéril y melancólico”.
Convocó a las juventudes de España a la gran tarea de la Unidad de la Patria, a
través de un Frente Nacional que, en línea de combate, se enfrentase, de manera
decidida, al frente asiático, torvo y amenazador de la revolución rusa, en su
traducción española, como proféticamente había dicho en noviembre de 1935, en otro
acto multitudinario celebrado en el Cine Madrid de la Plaza del Carmen, de la
capital de España.
José Antonio sabía que la Falange iba, a aquellas elecciones, completamente sola,
sin posibilidades de triunfo. “ Por eso estamos solos”, dijo, “porque vemos que hay
que hacer otra España, una España que se escape de la tenaza entre el rencor y
el miedo por la única escapada alta y decente, por arriba, y de ahí por dónde
nuestro grito de ”¡Arriba España!” resulta ahora más profético que nunca. Por
arriba queremos que se escape una España que dé enteras, otra vez, a su pueblo
las tres cosas que pregonamos en nuestro grito: la Patria, el Pan y la Justicia.”
“Y, por último, ¿qué se creen que es la revolución, qué se creen que es el comunismo
estos que dicen que acudamos todos a votar sus candidaturas para que el comunismo
no pase? ¿Quiénes les han dicho que la revolución se gana con candidaturas?
Aunque triunfaran en España todas las candidaturas socialistas, vosotros, padres
españoles, a cuyas hijas van a decir que el pudor es un prejuicio burgués; vosotros,
militares españoles, a quienes van a decir que la Patria no existe, que vais a ver a
vuestros soldados en indisciplina; vosotros, religiosos, católicos españoles, que vais a
ver convertirlas las iglesias en museos de los sin Dios; vosotros, ¿acataríais el
resultarlo electoral? Pues la Falange tampoco; la Falange no acataría el resultado
electoral.”
Ese mismo día, se daba a conocer en público, entonado por una multitud de
arrebatados falangistas, un himno bellísimo de amor y guerra, sin una sola palabra
de odio, y que durante cuarenta años llenó de música esperanzada, en los nobles y
limpios destinos de la Patria, primero cárceles, trincheras y campos de batalla. Y en
la Paz, calles, plazas, campamentos, teatros y cines de la muy querida España: el
Cara al Sol.
Al estallar la Guerra Civil, y tras crearse, a primeros del mes de agosto, la primeras
Checas de la Secretaria técnica de la Dirección General de Seguridad y la del
Círculo de Bellas Artes, que pasaría posteriormente a un edificio en la calle de
Fomento, estas se expanden por el Madrid rojo, atribulado y siniestro. Va a dar
comienzo la historia de sangre, terror, latrocinio y asesinato.
Con la llegada fraudulenta del Frente Popular en febrero de 1936, las cárceles
comenzaron a vaciarse de peligrosos delincuentes y llenándose de valientes y
honrados patriotas. Sandoval, que se hallaba recluido en la cárcel Modelo de Madrid,
debió ser considerado como muy peligroso, pues fue puesto en libertad, muchas
semanas después, de que Azaña tomase de nuevo el poder. Con el triunfo de la
revolución roja en Madrid, un delincuente convicto y confeso, pasó a ser agente de la
autoridad con un poder omnímodo. Por supuesto, nada más ocupar su nuevo puesto,
su primera orden fue la de destruir todos los expedientes, donde figuraban los
antecedentes penales, entre ellos estaban también los suyos.
Con chulería, descaro y terror, se hizo el amo de la Checa que la CNT-FAI instaló en
el cinema Europa. En los sótanos de aquel, en otras épocas, elegante cine,
concretamente en los antiguos urinarios y zona de almacenes, se establecieron unos
calabozos donde imperó el terror, la maldad perversa y la tortura. Allí eran
conducidos los sospechosos de simpatizar con los militares alzados, falangistas,
monárquicos, personas acusadas de votar a un partido de derechas o simplemente de
conservar objetos religiosos en casa. Tras tener, durante largo tiempo, a los
detenidos en cuclillas y con las manos pasadas por debajo de las piernas, algo
auténticamente insoportable, eran sacados al anochecer del cinema, escoltados por
brigadistas, que momentos después les daban el siniestro paseo, en lugares de las
afueras de Madrid
Con el mismo fin ocuparon también un colegio cercano al cine, el Jaime Vera. En
aquella siniestra checa, Sandoval contó con la “inestimable ayuda” de otro
delincuente Santiago Aliques Bermúdez, de profesión pintor, conocido malhechor,
reclamado por la Autoridad judicial desde el año 1920, nueve veces por hurto, tres
por estafa, dos por atentado, dos por usurpación de funciones, uno por lesiones, uno
por malos tratos, uno por abusos deshonestos y uno por robo a mano armada,
habiendo sido condenado en el año 1925 a ocho años, cuatro meses y ocho días de
presidio por hurto, atentado y usurpación de funciones. Tras el comienzo de la guerra
fue liberado de la cárcel donde cumplía condena y pasó a formar parte del grupo de
defensa de la Checa del Europa. Participó en la saca de la cárcel de Ventas, que
terminó con los asesinatos del cementerio de Aravaca y en otras numerosas matanzas.
Se dio el caso de que en la Checa del Cinema Europa hubo dos grupos un
capitaneado por Sandoval y Aliques y otro liderado por Alberto Solana, cuyo mote,
“El Fundi”, aludía a su oficio de fundidor.
Junto a ellos otros sanguinarios miembros de aquella atroz checa fueron Alberto
Chenel de La Cal; los hermanos Brígido, Gregorio y Juan Gómez Barba, que
acompañaron, según declaración del propio Sandoval, a este, en el asesinato en la
carretera de Fuencarral de un matrimonio que vivía en una casa de la zona de Retiro.
Antonio Prieto Blázquez a quien se le atribuyó el asesinato de un bibliotecario,
Florián Ruiz Egea. Igualmente Prieto participó en el asesinato del Cónsul de
Bélgica en Madrid Barón de Bochgrave. Enrique Merino del Ojo, acusado de
asesinar al obispo de Sigüenza; Pedro Sanz Labanda, contable de la checa; Manuel,
“el Penchi”; Manuel Martínez, el “Bartolo” y Justo Fariñas, el chófer de Aliques.
El día 21 de agosto de 1936, ante el rumor, aireado por algún periódico como
Claridad, de que varios presos de ideología falangista planeaban una fuga carcelaria,
el Comité Provincial de Investigación Publica, con la autorización del Director
General de Seguridad Manuel Muñoz, decidió enviar a la cárcel Modelo un
“heroico grupo” entre los que destacaban el socialista Enrique Puente y los
miembros de aquella Checa del Cinema Europa, Santiago Aliques Bermúdez, Pablo
González Cubillo, Máximo Belloso Barbado, Miguel Cantalapiedra Martín, Alberto
Chenel de la Cal, Antonio Martínez Rojas, Antonio y Narciso Segura Germán, con
Sandoval al frente, como máximo responsable, con la intención de realizar registros,
con la principal misión de investigar a los militares y presos falangistas y derechistas.
Los interrogatorios, dirigidos por Saldoval y Aliques, se completaron con el robo de
objetos de carácter personal, dinero, relojes, cadenas de oro, sortijas, que tenían los
interrogados.
Los chekistas del Cinema Europa, hasta la desaparición del tétrico lugar, asaltaron
sedes diplomáticas de otras Naciones, donde se habían refugiado mucho españoles y
extranjeros amenazados con la muerte por las milicias socialistas, comunistas y
anarquistas.
Unos días antes de que el Generalísimo Franco firmase el último parte de guerra, del
día 1 de abril de 1939, dando así fin a la guerra de Liberación Española, Sandoval
huyó a Alicante con intención de embarcarse en algún barco que lo alejase de
España. Detenido por las autoridades Nacionales fue enviado a Madrid, donde se le
trasladó a una antigua comisaría de Policía, situada en la calle Almagro, 36. La
denuncia efectuada ante el Servicio de Información de Policía Militar, por el
comandante de artillería en el servicio de aviación y jefe de armamento del Estado
Mayor del Aire, Alejandro Sirvent, hijo del General de Artillería, Juan Sirvent
Berganza, y cuñado de José Palma Campos, Fiscal de la Audiencia de Madrid,
asesinados, el día 14 de noviembre de 1936, por integrantes de la Checa del Cinema
Europa, en la carretera de Francia, término de Fuencarral, sirvió para la detención
de numerosos individuos, entre ellos Aliques y el conocimiento de las abominables
“actividades” de la siniestra checa que operó en el Cinema Europa.