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Genios, autismo, instinto y libertad

Cada tanto nos sorprendemos con algún niño o adulto genio, que salta a la palestra
noticiosa gracias a poseer cualidades extraordinarias: Memoria fotográfica prodigiosa,
capacidad de cálculos matemáticos que superan a sofisticadas calculadoras,
habilidades musicales consumadas, entre otras. Quizás lo que más nos intriga de estas
personas, es que parecen haber nacido sabiendo, a diferencia de las personas
“normales” que, para poder adquirir cierta habilidad en cualquier ámbito, requerimos
de un largo y esforzado proceso de aprendizaje. En contraste con ellas, nos parece que
las personas “comunes” somos unos retardados mentales porque, entendemos que
“Para saber, hay que esforzarse y estudiar.” Revisemos un poco a quienes parecen
“saber” sin respetar esta premisa.

por Lautaro Ferrada Q.

Tres grandes grupos abarcan a estas personas: El primero es el de los llamados Savants (del
francés, idiots savants: sabios idiotas), el segundo es el de los Asperger y el tercero el de los
Genios. Las dos primeras son categorías relativamente recientes que continúan en discusión,
pero, a grandes rasgos, ambas están relacionadas con el espectro autista. En particular, las
personas que padecen el Síndrome Savant, son personas con habilidades específicas
impresionantes, pero suelen tener muy limitadas habilidades sociales y retardo o falencias en
la adquisición del lenguaje cuestión que, muchas veces, transforma la habilidad prodigiosa
que poseen en algo de poca o ninguna utilidad. Un ejemplo de esto es Kim Peek, el famoso
Savant que inspiró la premiada película Rain Man (1988), a quien personificó Dustin Hoffman.

Respecto del Síndrome de Asperger, quienes lo sufren no suelen tener problemas con la
adquisición del lenguaje o los superan. De entre los Asperger, quizás la más notoria de sus
representantes es Temple Grandin quien, teniendo una importante carencia de habilidades
sociales, consiguió, gracias al tenaz apoyo de su madre, canalizar el potencial creativo de su
peculiaridad transformándose en, quizás, la más importante diseñadora de infraestructura
ganadera en EE.UU. La vida de Temple Grandin también se llevó a la gran pantalla en una
sorprendente y conmovedora película homónima (2010) que bien vale la pena ver. Los
Superdotados y también los Genios, por otra parte, son personas que, teniendo habilidades
específicas, gozan también de habilidades sociales que les permiten desenvolverse con
normalidad.

Los Savants, los Asperger y los Genios son muy pocos y, aunque en los últimos años han sido
bastante estudiados, los misterios que ocultan son tales que, continúan siendo investigados
por la psicología y otras especialidades.

LAS GANANCIAS Y LAS PÉRDIDAS

Algunos de estos casos han sido llevados a documentales, uno de ellos es Genio por
Accidente (2009), de la serie Cerebros Brillantes. En este documental se registra entre otros,
un caso que, en el contexto de esta columna, nos interesa particularmente en la medida en
que nos permite esbozar algunas ideas sobre la relación que estos fenómenos tienen con el
lenguaje. El investigador Allan Snyder, director del Centre for the Mind de la Universidad de
Sydney, Australia, en el documental mencionado, nos relata el caso de Nadia, una niña autista
que, a sus tres años y medio, tenía retraso en la adquisición del lenguaje, en cambio, era
capaz de dibujar con la habilidad de un Leonardo da Vinci (ver imagen). No obstante, una vez
que lo adquirió, misteriosamente perdió su habilidad para el dibujo. Expresado en otras
palabras, Nadia, tras aprender a hablar, pasó de dibujar “lo que ve” a —como todos los niños
humanos— dibujar “lo que piensa”. El caso de Nadia llevó al científico Allan Snyder (Australia)
a sospechar que: “nosotros comenzamos la vida percibiendo el mundo de una manera
descomplicada y literal. Pero mientras crecemos, nuestros cerebros bloquean esta habilidad
a medida que comenzamos a aprender conceptos más sofisticados como el lenguaje y el
razonamiento.”

“O sea, la ganancia es que, a mayor capacidad lingüística, mayor capacidad de


abstracción, pero a su vez esto implica una pérdida de habilidades perceptivas que
parecen alejar al ser humano de la percepción inmediata de la realidad”

O sea, Snyder piensa que las habilidades superiores (ganancia) que nos permiten
desenvolvernos en la vida “sin que nos veamos desbordados por los detalles”, tienen un costo
(pérdida). Prosigue Snyder: “Yo lo veo de esta forma. Todos tomamos cada pieza de
información y la partimos de cierta forma para construir un concepto, y lo que sucede es que
una vez que dicho concepto queda enmarcado, solidificado, solo nos damos cuenta de la
imagen que conforma el todo, no de las partes que la componen. Nuestro cerebro
deliberadamente inhibe nuestro acceso a los detalles que construyen la imagen completa.”
Por otro lado, el psiquiatra Darold Treffert (USA), experto en espectro autista, afirma en el
mismo documental ya citado que: “Algunas personas dicen que no es que los Savant
desarrollen o aprendan nuevas habilidades, es solo que se liberaron de la tiranía del
hemisferio derecho.”

OLVIDAR SELECTIVAMENTE

Como vemos, tanto Snyder como Treffert apuntan en un mismo sentido. Todo parece llevar
a concluir que el cerebro viene ya provisto con ciertas habilidades que, por alguna razón, son
inhibidas. Snyder piensa que los complejos desafíos de la vida, o sea, la socialización —no hay
nada más complejo que eso para un ser humano—, requiere que nuestro cerebro seleccione
lo importante de lo no importante para no vernos “desbordados por los detalles”. Hay
estudios que han comprobado que el cerebro tiene la capacidad de grabarlo todo, sin
embargo, no requiere recordarlo todo ¿Qué sentido tendría recordar el color de la corbata
del desconocido que vimos de reojo en la parada de buses en la mañana? Ninguno, de modo
que es más práctico dejarlo de lado, olvidarlo, pero ¿Acaso hay gente que lo recuerda todo?
Sí, son pocos, y a ese fenómeno se le denomina hipermnesia o hipertimesia y, en efecto,
ocurre que quien padece esta condición, la vida se le dificulta puesto que, recuerdos
intrascendentes murmullan en forma permanente en su mente, cuestión que puede resultar
tormentosa. De modo que estamos en condiciones de afirmar que, al contrario de lo que
solemos pensar, es más evolucionado olvidar selectivamente que recordarlo todo. Por esto
es que cuando Snyder se pregunta ¿Cómo es que cualquier persona podría recordar mucho
más o todo? Su respuesta es: “No es teniendo un mejor cerebro, es teniendo en realidad, un
poco menos, teniendo una especie de impedimento cerebral.”
Es particularmente interesante la relación que lo anteriormente planteado tiene con el arte
primitivo, en particular, con el arte paleolítico. Al respecto, el renombrado historiador del
arte, Arnold Hauser afirma:

¿Qué distingue la forma de apreciar la realidad del hombre del paleolítico, respecto del
hombre actual?

“Los dibujos infantiles y la producción artística de las razas primitivas contemporáneas son
racionales, no sensoriales; muestran lo que el niño y el artista primitivo conocen, no lo que
ven realmente; no dan del objeto una visión óptica y orgánica. Si no teórica y sintética;
combinan la vista de frente con la vista de perfil o la vista desde lo alto, sin prescindir de nada
que consideren atributo interesante del objeto, y aumentan la escala de lo que es importante
biológicamente o importante como motivo, pero descuidan todo lo que no juega un papel
directo en el conjunto del objeto, aunque sea por sí mismo susceptible de despertar una
impresión.”

Siguiendo a Hauser, podemos preguntarnos ¿Qué distingue la forma de apreciar la realidad


del hombre del paleolítico, respecto del hombre actual? Volvamos a Nadia quien, en otras
palabras y en términos comparativos, pasó de registrar la realidad en un bajo nivel de
abstracción a otra, con un alto nivel de abstracción. Podemos inferir de esto que, a Nadia la
adquisición del lenguaje le ha cambiado la percepción del mundo, haciéndola
cualitativamente más abstracta que antes porque, estaremos de acuerdo en que, en términos
generales, un dibujo más fiel a la realidad es menos abstracto que uno menos fiel,
independiente de que encontremos más bonito el primero que el segundo.
“…nosotros comenzamos la vida percibiendo el mundo de una manera descomplicada
y literal. Pero mientras crecemos, nuestros cerebros bloquean esta habilidad a medida
que comenzamos a aprender conceptos más sofisticados como el lenguaje y el
razonamiento.”

EL FENÓMENO MÁS EXTRAÑO DE LA HISTORIA

Sabemos que en la prehistoria no existía el lenguaje escrito, menos aún hay registro que nos
permita saber con exactitud cuánto o en qué medida se había desarrollado el lenguaje
hablado en el paleolítico. No obstante, estudios arqueológicos y antropológicos nos dicen
que el desarrollo del lenguaje ya progresaba, aunque no con la complejidad adquirida en
nuestra civilización actual. Podemos inferir entonces que existe una relación entre el primer
período de Nadia —aquél en que dibujaba como da Vinci— y el hombre del paleolítico. Y una
segunda relación entre el segundo período de Nadia —aquél en que dibujaba como una niña
normal, desprovista de “genio”— y el hombre moderno y, ambas relaciones parecen estar
cruzadas por distintos y crecientes niveles de simbolización o de adquisición del lenguaje,
pero, a su vez, con una disminución del realismo perceptivo.

O sea, la ganancia es que, a mayor capacidad lingüística, mayor capacidad de abstracción,


pero a su vez esto implica una pérdida de habilidades perceptivas que parecen alejar al ser
humano de la percepción inmediata de la realidad, sumiéndolo en un mundo en que,
aparentemente, la realidad que se registra deviene del enmarque que el lenguaje permite.
Quizás esto sea parte de la explicación que intrigaba a Hauser al calificar el registro rupestre
del hombre del paleolítico como “sin duda el (fenómeno) más extraño de toda la historia del
arte”.

Muchas veces, al ver la elegante fluidez de movimiento de los animales salvajes, los
envidiamos y nos consideramos torpes, al igual que envidiamos las habilidades de los Savants
pero, cabe preguntarse ¿Esta “pérdida” o “hibernación” de aspectos instintivos que la
adquisición del lenguaje parece determinar en el ser humano, nos quita libertad o nos la
entrega? Para Lacan, el lenguaje es una jaula en la que estamos atrapados, pero, por otro
lado, gracias al lenguaje es que hemos podido construir sociedades, naves espaciales, poner
los pies en la luna y nuestros ojos aún más lejos, y desarrollar teorías que explican el origen
del universo y predicen su final y sobre todo, hacer lo que ningún animal sino solo el ser
humano puede: Habitar un mundo con sentido porque ¿qué somos sino unos eternos
buscadores de sentido? Aunque a veces nos parezca que hemos perdido la brújula y no lo
hallemos por ningún lado. Nos queda la pregunta ¿Podremos recuperar esa instintividad que,
más que perdida, parece estar en hibernación, a juzgar por cómo funciona la mente de los
Asperger y los Savants? Es mi impresión que esa posibilidad sigue abierta, pero ésa es
reflexión para otra columna.

LAUTARO FERRADA es egresado de Psicología de la Universidad Arcis.

Revista Perspectiva Chile


Programa de Educación Continua para el Magisterio
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE

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